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Ficha cátedra
UBA.
Diego Moreira
Freud
Aberastury
Lacan
Dolto
Peter Blos (1962) afirma que la adolescencia debe ser considerada como un
fenómeno psicosociocultural, y mientras la pubertad corresponde a los actos de la
naturaleza, la adolescencia a los actos del hombre.
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Freud se ocupo de los niños y adolescentes durante unos 10 años. En realidad podemos
decir que se dedicó a lo que hoy llamaríamos: neuropediatría, desde su regreso de Francia en 1886
y hasta los Estudios sobre la histeria en 1895. Trabajó los martes, jueves y sábados en un instituto
para niños carenciados en Viena llamado "Kassowitz".
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Aberastury y Knobel (1970), en "La adolescencia normal", y a diferencia de una
postura biológica, conceptualizan a la adolescencia como un periodo de transición entre
la pubertad y la adultez. Las exteriorizaciones o manifestaciones pueden variar en función
de las diferentes culturas. El adolescente trata de constituir su identidad adulta,
recurriendo a las primeras experiencias objétales-parentales internalizadas, comprobando
las características de la realidad externa, mediante el uso de elementos biofísicos. Se
tiende a una estabilidad del sujeto en el territorio genital, siempre y cuando se efectúe el
duelo por la identidad infantil de manera adecuada.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de sujeto? Para responder podemos apelar
a la definición que da Lacan [1968] en el Seminario XV [El acto psicoanalítico]: Un sujeto
es lo que un significante representa para otro significante. Se trata de un sujeto del
inconsciente [del deseo], escindido por el orden del significante. Al sujeto, nos dice no se
le habla. Ya que Ello habla de él y es allí donde puede ser captado. [Lacan, 1966- Escritos
II. Posición del inconsciente].
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El significado sólo tiene que ver con la lectura de lo escuchado de significante, no
con los oídos, ya que el significado no es lo que se escucha, por el contrario, lo que se
escucha es el significante. Luego es necesario considerar que la letra es un efecto del
discurso y lo interesante de cualquier discurso, nos dice Lacan (1967/68) en el Seminario
XV, es que esta hecho de letra.
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Junto a esta posición anímica —normal— se pueden desplegar fragmentos
patológicos como el psicosomático, adictivo, psicótico, entre otros, que aceleran los
procesos de degradación de la vida anímica, constituyendo ceros absolutos "anormales"
que tratan de imponerse al cero final "normal". Dicho de otra manera, las corrientes
patológicas que pueden configurarse, al igual que el fragmento "normal" de la
adolescencia, son construcciones teóricas que postula la psicología. Cada una de estas
porciones trata de acceder a un cero absoluto en la descarga pulsional. En este sentido, la
adolescencia normal sería un recurso anímico por el cual el sujeto puede acceder a morir
a su manera. El apartarse de este camino suele ser corregido por la pulsión de sanar.
Además, el cero que se logra con el término de la vida es un cero objetivo, resultante de
un compromiso de los ceros de los diferentes segmentos psíquicos. En este itinerario,
podemos hablar de diferentes mitos estructurantes a saber: narciso en adolescencia
temprana y Edipo, en adolescencia media.
Por otra parte, Françoise Dolto (1988), En "La causa de los Adolescentes",
conceptualiza a la adolescencia como una fase de transición y de transformación en el
camino hacia la adultez. También, afirma que la adolescencia es la fase de mayor
vulnerabilidad del ciclo vital. En este contexto apela a una metáfora y compara al
adolescente con una langosta, y nos dice: «...en un determinado momento pierde su
caparazón y se oculta bajo la roca mientras segrega una nueva. Pero, si mientras son
vulnerables reciben golpes quedan heridos para siempre; su caparazón recubrirá las
heridas y las cicatrices, pero no las borrará» (Doltó, 1988 p. 13). Considera que es
necesario que a la familia el adolescente tiene que serle infiel, puesto que esa es la ley.
Hay un acercamiento a Winnicott cuando afirma que no hay que precipitar las
responsabilidades de los adolescentes y piensa que la adolescencia alcanza su término
cuando la angustia de los progenitores no genera un efecto inhibitorio en los hijos.
Varela (2003, p. 11) Afirma que Ernest Jones, propicio en la teoría una perspectiva
evolucionista, al desconocer el valor de ruptura de ese Otro tiempo. Así, «consideró a la
adolescencia como un período duplicado sobre el modelo de la primera infancia, que
finaliza siempre con el establecimiento de una armonía definitiva proveniente de la fusión
de los diferentes fines (pulsionales) cuando aparece un amor feliz. En esta creencia
permanente en la relación sexual que se ha desmentido raramente en la historia del
psicoanálisis, ya que éste se ha hecho reflejo evolucionista.” Se pregunta Varela (2003)
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Dolto (1993), en su trabajo procura un maternaje que le permita al niño ubicarse adecuadamente
en su esquema corporal y desde luego, en la imagen del cuerpo. Sostiene que esta posición,
depende de «las castraciones simbolígenas», que establecen al estilo de una marca, la conclusión
de un estadio, las sublimaciones y el pasaje a otro estadio. Introduce el término “ amancia” [de
aímance, cualidad de ser capaz de amor], la madre por las atenciones y cuidados que otorga, toda
entera, en su persona puede constituirse en un «objeto de amancia».
Dolto considera a la castración umbilical como la primera castración y el prototipo de las otras.
Cada estadio del desarrollo sólo puede ser superado a través de un don que implica una modalidad
de castración, un corte con la madre, que adquiere un carácter simbolígeno.
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si en la adolescencia “ ¿no hay un empuje al gozo que crea variaciones desconocidas en
el registro del gozo y particularmente del lado de la locura?»
Algunos autores establecen tres subfases (recordemos que las edades son
relativas):
Esta fase desde lo descriptivo puede ser considerada como el tiempo cronológico
que se extiende desde 18 o 19 años hasta los 20 o 21. Al respecto, S. Quiroga (1997) ubica
la adolescencia tardía entre los 18 y los 28 años.
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Bibliografía