PSICOLOGÍA FORENSE

CLASE 4

INSTITUTO NACIONAL DE NEUROEDUCACIÓN

DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIÓN
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Aspectos a considerar en la evaluación con niñas,

niños y adolescentes, en calidad de víctimas del
delito.
A fin de completar la información relacionada con personas menores de
edad víctimas de un evento delictivo, se plantea en la que ofrece la
Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia México (2005), que
establece que se deben considerar las dimensiones que guarda el
ámbito de la ciencia psicológica, a saber, las características cognitivas,
emocionales y Morales en la infancia; de lo contrario esto llevaría a la
profesionales a sesgar sus vitaminas iones sustentando supuestos que
no corresponden al entendimiento de las y los niños, de acuerdo a su
etapa de desarrollo.
En este sentido, es fundamental que las preguntas que se implementen
en una declaración y evaluación psicológica forense sean de su
comprensión, con el establecimiento previo de un clima de confianza
que les proporcione seguridad y baje los niveles de angustia que la
misma evaluación les puede generar.
A continuación, se exponen indicadores cognitivos emocionales y
Morales significativos en niñas, niños y adolescentes, los cuales deberá
tener en consideración la o el perito evaluador.

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Desarrollo cognitivo

El documento nos advierte la existencia de particularidades, según la

edad y las propias experiencias de niñas y niños, siendo que cuando se
trata de adolescentes, se supone desde referentes teóricos; pueden
acercarse al pensamiento abstracto, es importante tener cuidado ya que
sus habilidades siguen siendo vulnerables, y en un proceso de
victimización sucede la confusión, mientras que los estados
emocionales se exacerban.
Al principio, el conocimiento deriva de experiencias directas a través de
los canales de recepción (los sentidos), además del aprendizaje que
sucede por ensayo y error.
Las niñas y los niños poseen un pensamiento concreto, en su desarrollo
existe la posibilidad de incorporar y manejar experiencias variables
concretas, hasta combinar mentalmente las abstractas.

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Las niñas y los niños elaboran la información desde el interior,

vinculando elementos externos con sus propias experiencias. El centro
de referencia siempre está en sí mismo, dado que posee un
pensamiento egocéntrico, lo que genera la imposibilidad de pensar
desde el punto de vista del otro.
Las y los niños se guían más por la intuición que por la lógica, obtienen
conclusiones a partir de lo que perciben de la experiencia directa,
concluyendo de forma lógica desde su propio pensamiento.
En las niñas y los niños, el manejo de los tiempos y los espacios son
percibidos de acuerdo con sus experiencias, ya que se les dificulta
manejar esas nociones de forma absoluta, estas dimensiones de
abstracción pueden llegar hacer comprendidas hasta que obtengan las
herramientas cognitivas necesarias.
Mientras el pensamiento nos caracteriza por ser concreto, requieren
vincularlo con referentes cotidianos y sólidos, siendo necesario estar
alertas cuando los niños y los niños ocupen términos haciendo alusión
al tiempo, medidas y distancias pareciendo que los comprenden, puede
ser sólo un significado subjetivo.

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Dentro de estos procesos cognitivos, es imprescindible tomar en cuenta

que, dentro de la memoria, las niñas y los niños pierden la información
con mayor facilidad, situación por la que es compleja la evocación de
recuerdos exactos, si éstos no se asocian con referentes concretos.
Las niñas y los niños suelen recordar vivencias experimentadas
directamente, por lo que difícilmente evocan sucesos externos, sólo
tienen recuerdos de Lomas dignifica tivo e impactante, lo conocido, por
lo que, si se van construyendo en las propias acciones, relacionándolas
con sensaciones y pensamientos experimentados, es posible para ellas
y ellos recordar situaciones.
Ahora bien, si la niña o el niño ha sido víctima de un evento delictivo por
única ocasión, probablemente recordara lo que el impacto, así como los
aspectos, accesorios, pero es posible que no los evoque con exactitud.
Por otra parte, en caso que haya vivido de forma reiterada el evento
delictivo, lo reportará desde lo ya aprendido; aunque es posible que
puedan dificultarse para la niña o el niño proporcionar detalles qué
diferencian una vivencia de otra.

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En relación con su atención y concentración, es importante saber, en el

caso de niñas y niños, e incluso adolescentes, que los periodos de
atención suelen ser más cortos, lo que se debe considerar en la toma
de declaraciones, ya que se distraen fácilmente ante la cantidad de
estímulos presentes. La concentración gira, entonces, alrededor de su
interés personal y no del razonamiento, es decir, no diferencian entre lo
importante y lo accesorio, ya que es difícil la jerarquización.
Por otra parte, la atención y concentración se ven permeadas por las
emociones, pudiendo ser la angustia, y al no contar con recursos para
desahogarla, lo hacen a través de movimientos corporales repetitivos
que muestran su ansiedad.
Siendo procesadores de un pensamiento concreto, se les dificulta
prestar atención a las palabras, sin embargo, es posible que puedan
mantenerse concretados cuando se respaldan con acciones u objetos
concretos, manipulables.
Para las niñas y los niños es complejo utilizar las nociones de tiempo
absoluto, ya que carecen de la capacidad de manejar variables
abstractas, por lo tanto, la idea del tiempo tiene que ver con
experiencias subjetivas (siendo también influidas por los procesos
emocionales que se deriven de un evento impactante), por lo que es
necesario la transmisión de ideas sobre el tiempo, de manera que las y
los niños puedan comprenderlas, es decir, con elementos concretos y
asociados con su vida cotidiana.

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En este sentido, la comprensión en el uso de unidades de medición es

un proceso que las niñas y niños aún no han alcanzado, siendo
importante señalar que, en cuanto a la estatura, peso y edad, pueden
ser mencionadas por ellas y ellos, siempre y cuando las relaciones con
comparativos con algún familiar o persona cercana.
En ocasiones, los relatos de las niñas y los niños pudieran parecer
confusos e incoherentes, es porque dan respuesta a un mundo interno
y subjetivo, les es difícil ser actores y al mismo tiempo espectadores de
un evento al describirlo. Si el evento ha implicado violencia o situaciones
estresantes, aparecen mecanismos de defensa y su pensamiento
severo aún más limitado.
Cabe destacar que cuando se les formulan a las niñas y los niños
preguntas ¿cómo? ¿por qué?, se invoca la capacidad de deducción de
casualidades, preguntas que no pueden ser respondidas debido a la
limitación cognitiva que en su etapa de desarrollo les caracteriza.

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Desarrollo emocional
Se aprecian las niñas y los niños una transición que va de la
dependencia del adulto hasta la autonomía, donde las experiencias
pueden ser percibidas como amenazantes y frustrantes, incluso,
pueden llegar a culparse por la ocurrencia del evento, dado su
pensamiento egocéntrico.
En la niñez la separación de una figura significativa qué les provea
seguridad, les crea angustia y es factible que confíen en quienes les
rodean, siempre y cuando se muestren amigables e interesados por sus
necesidades, de no ser así, lo emocional se hace presenté llevándolos
experimentar sensaciones de inseguridad, indefensión, temor, enojo e
inhibición al no tener control sobre ellas.
En el período infantil no se cuenta con herramientas internas para hacer
frente a situaciones angustiantes, por tanto, es fundamental que la
persona que intervenga en procesos donde una niña un niño reina una
entrevista, tenga presente todos los aspectos señalados.

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Características morales
Las niñas y los niños, mediante un desarrollo continuo, van
comprendiendo y asimilando lo que está bien y lo que está mal, los
argumentos varían de acuerdo con la etapa del desarrollo en la que se
encuentran, desde la infancia hasta la adolescencia.
El desarrollo moral se encuentra en formación al tomar en consideración
las consecuencias inmediatas; las reglas se siguen porque existen sin
desconocer la necesidad de agradar a los demás, estableciendo que
son buenas o malas asociadas a que se reciba o no un castigo, por ello
la actitud de la autoridad adulta es decisiva y no se somete a duda. En
el caso de las y los adolescentes, el juicio moral está ligado más a sus
emociones.

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La exposición realizada indica que la evaluación de víctimas del delito,

en este caso niños, niñas y adolescentes, no se pueden evitar la
inclusión de todas las dimensiones de lo psicológico en el proceso de
su desarrollo. Es así como en el caso de niñas, niños y adolescentes es
importante tomar en cuenta que son personas que se encuentran en la
formación de su personalidad como seres biopsicosociales, donde
todos y cada uno de ellos poseen una capacidad de desarrollar
aprendizaje, conformar hábitos y habilidades que les permitan tener una
visión de sí mismos, de los otros y del mundo. Por eso, se hace
necesario que en el estudio de las personas en calidad de víctimas de
estas edades, se realice un análisis especializado de las alteraciones
incluyendo los aprendizajes que la experiencia trajo a su vida y la
distorsión en la comprensión de dicha experiencias con el agresor,
mismas que como se verá más adelante, repercuten a su desarrollo a
nivel cognitivo, emocional, social, somático, e incluso, conductual al
momento de la evaluación, pues con esas percepciones es que se
puede establecer el impacto psicológico y la afectación en el desarrollo
de su personalidad.

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Personalidad
Otro aspecto importante de indagar en la evaluación psicológica forense
de las personas en calidad de víctimas es la personalidad, ya que es la
que nos "representa" y contiene la manera de interactuar con el medio
social, es decir, es la estructura con la que se cuenta para enfrentar a
la vida.
Frager y Fadiman (2010) reflexionan sobre la peculiaridad que tiene la
personalidad en su manifestación, mencionando su funcionamiento a
través del comportamiento de un grupo de personas ante una misma
situación, expresando las diferencias en su conducta y, a su vez, como
en una misma persona se pueden presentar varios comportamientos
ante una misma situación. Mencionan que existen dos enfoques
contemporáneos que pueden dar cuenta de la personalidad: uno es
cuando es estudiado con intención de desarrollar leyes generales de la
conducta, a través del estudio de grupos humanos estableciendo
puntuaciones regulares, por ejemplo, los inventarios de personalidad
que reciben el nombre de nomotéticos, o bien, estudios
comportamentales de una sola persona a través de ella y de su historia,
comprenden como los factores inciden en su vida y, por ende, en su
conducta, emociones y pensamientos, mismos que son llamados
estudios ideográficos.

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Antecedentes
González y Rosas (2017) describe que el concepto de personalidad
proviene etimológicamente del término "persona". Tiene su origen en el
latín personare, qué quiere decir "hacer sonar a través de", y del griego
prospsis, qué significa "máscara"; en tiempos antiguos tenía relación
con "representar" emociones en el teatro "haciéndose así sonar", por lo
que representaban a un personaje. En este sentido, en la personalidad
se conjugan la forma de mostrarse, es decir, "de hacerse sonar"
representando los sentimientos, pensamientos, necesidades y
motivaciones; su congruencia es lo que le hace diferente de otras
personas y, a la vez, le identifica con los demás.

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Definiciones
Existe una infinidad de conceptualizaciones del término personalidad,
esta puede definirse de varias formas, dependiendo de la orientación
psicológica desde donde se conceptualiza, y desde la cual se han
desarrollado herramientas para medir la y describirla, ya sea por
atributos, o bien, a través de la proyección.
A continuación, se expone algunas de las definiciones para proporcionar
un panorama de los elementos que la componen.

Bermúdez y Pérez (2000) definen la personalidad como una

organización qué relativamente estable de características tanto
estructurales como funcionales, innatas y/o adquiridas, bajo las
condiciones especiales de su desarrollo que conforman el equipo
peculiar y definitorio de conducta con que cada individuo afrontan las
diferentes situaciones.

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Dentro de la conceptualización que hace Hans J. Eysenck (citado en

Bermúdez y Pérez,2000), se en marca la teoría de los rasgos, donde
describe que la conducta se encuentra determinada por atributos
relación activamente estables que forman la personalidad; los rasgos
deben ser consistentes a través de las situaciones y el tiempo, no
obstante, pueden variar de una persona a otra. Las pautas cognitivas,
afectivas y conductuales, según refiere el autor, deben permanecer al
menos por largos periodos de tiempo, aunque también se consideran
en aprendizaje, el ambiente y los Estados anímicos como elementos de
influencia para la personalidad.
Morris (1997), define la personalidad como pensamientos, sentimientos
y conductas que caracterizan a una persona y se mantienen a lo largo
del tiempo y de las experiencias, es decir, que ante las circunstancias
que se presentan a lo largo de la vida, no existe cambio en la
conformación de la personalidad.
Gordon (1997), se expone la personalidad como el conjunto de
características particulares distintivas que diferencian a cada persona,
motivaciones, emociones, valores, intereses y actitudes.

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Por su parte, Ivencevich (2005), estables de sentimientos y

comportamientos, los cuales se consolidaron a través de la influencia
genética y ambiental, considerando, de manera significativa, la cultura,
las condiciones biológicas hereditarias, las relaciones familiares, las
clases sociales y otras fuerzas de pertenencia a un grupo.
Robbins (2004), considera a la personalidad como la suma de las
formas en que un individuo reacciona en la interacción con los demás,
destacando tres factores: la herencia, el ambiente y la situación vivida,
por lo que advierte que la forma de comportarse, interrelacionarse,
sentir y pensar, están permeadas por las herencias biológicas,
fisiológica y psicológica, además de la cultura, los aprendizajes y las
formas de relación dentro del ámbito familiar. Sin embargo, de acuerdo
con el autor, esta tiene flexibilidad dependiendo de la situación que se
presente pues se alertan aspectos que no se llegan a reconocer como
propios.
De acuerdo con Allport (1966, citado en González y Rosas, 2017), es la
organización dinámica de los sistemas psicofísicos, qué son los que
establecen una manera de actuar y pensar, misma que es única en cada
ser humano en el proceso de adaptación a su medio, donde los rasgos
son patrones de conductas, pensamientos y sentimientos que son
estables, siendo a través de ellos qué se da la interrelación consigo
mismo y con el medio, identificando a que se designa la mayor cantidad
de energía con la que se cuenta en la cotidianidad.

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Personalidad y trastorno de personalidad.

Ahora bien, González y Rosas (2017) describe las diferencias entre la

personalidad y los trastornos de ésta, identificando que la primera hace
referencia Al conjunto estructurado de los rasgos que identifican a una
persona haciéndola estable y funcional, es decir, esto se mantienen
equilibrados, sin tener predominio de unos sobre otros, y pueden
adaptarse con las variaciones que ofrece el medio social, donde las
cualidades de la personalidad encuentran unicidad y originalidad.
Por el contrario, existe un trastorno personalidad cuando hay una
tendencia de esos rasgos a ser inflexibles y mostrar rigidez,
encontrando dificultad para adaptarse en las áreas que conforman la
vida de una persona, experimentando conflictos con el medio social.

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Importancia de evaluar aspectos de la personalidad

Especialistas en la materia como González (2007), refieren que la

evaluación psicológica sirve para conocer sobre la consistencia de la
conducta en distintas situaciones frente al especificidad situacional de
la misma.
Es importante que al emprender una evaluación psicológica en
personas en calidad de víctimas, se reconozca que lo que se evalúa son
las características de personalidad para entender sus motivaciones, es
decir, identificar los patrones de comportamiento a los que tiende a
responder con mayor frecuencia en sus áreas de desarrollo, pues a
partir de ellas es como las víctimas liberan las adversidades cotidianas,
e incluso, se contrastan y se pueden sustentar las reacciones ante el
evento que se denuncia y la forma en que perciben, se relacionan,
piensan y sienten sobre el entorno y sobre sí mismas.

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En la evaluación psicológica forense, el estudio de la personalidad sirve

para identificar como una conducta delictiva, las víctimas, puede o no
fracturar su personalidad o el desarrollo de esta.
La evaluación permite indagar sobre cuáles son sus patrones de
comportamiento con los que ha vivido previamente al evento, a través
de la exploración de sus áreas de desarrollo conociendo sus hábitos,
actitudes, emociones, conductas, cognición, proyectos y calidad de
vida, en su adaptación al entorno sociocultural, a nivel psicofisiológico
como la salud, en el área de la sexualidad, en sus relaciones
interpersonales, donde se establecen vínculos familiares, sociales y de
pareja así como la forma en que satisface sus necesidades en todos
estos ámbitos y mediante sus recursos de afrontamiento; permite
identificar cómo resuelve su tolerancia a la frustración e impulsividad; sí
cuenta o no con la capacidad de demora y si las decisiones las toma
con base en sus necesidades personales o a las del medio social.

Posteriormente, podría conocer sobre los hechos y la reacción ante los

mismos, reconociendo las consecuencias del evento en su vida de
forma inmediata o a través del tiempo, saber cómo se adaptó a la
adversidad y, con ello, poder proporcionar a la autoridad requirente un
panorama amplio sobre sus repercusiones psicológicas, reconociendo
siempre el contexto en el que ocurre y los factores que pueden
propiciarlo.

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ACTIVIDAD: REDACTA UN ANALISIS DE LA LECTURA DE MÍNIMO 3

CUARTILLAS EN ARIAL 12 EN DONDE SE REFLEJE TU APRENDIZAJE
SIGNIFICATIVO Y TUS REFLEXIONES PERSONALES

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