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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS CENTRALES


ROMULO GALLEGOS (UNERG)

ÁREA DE CIENCIAS POLITICAS Y JURIDICAS

UNIIDAD CURRICULAR- OBLIGACIONES I

SAN JUAN DE LOS MORROS-EDO.GUÁRICO

3 AÑO SECCIÓN #2

VICIOS DEL CONSENTIMIENTO


(EL DOLO Y LA VIOLENCIA)

PROFESOR: AUTOR

MANUEL DONAIRE LUIS MONTILLAC.I: 28.187.486

CEL: 04122675997

12 DE MAYO, 2021.
La realización de un contrato es un acto que actualmente es muy cotidiano en el día
a día, sea que se trate de un contrato compra-venta, o que se quiere ceder alguna
cosa, o convenir en un hecho específico. Para que exista un contrato, sin importar la
índole del mismo, es necesario que exista una voluntad por parte de los contratantes,
pero esto no siempre es así, ya que muchas veces más personas realizan contratos
porque están siendo amenazadas o coaccionadas. En el presente ensayo hablaremos
de los vicios del consentimiento, que son esos casos en dónde una persona otorga su
consentimiento gracias a una coaccion, un engaño o un desconocimiento. Los vicios
del consentimiento son 3, el error, el dolo y la violencia. En este ensayo nos
enfocaremos en el dolo y la violencia, tratando de dejar en claro aquellas circunstancias
donde exista el uno o el otro, y que ocurre cuando se realiza un contrato motivado por
estos vicios del consentimiento.

Como segundo vicio del consentimiento encontramos al dolo, que se puede definir
cómo una conducta que consiste en maquinaciones o o actuaciones de una de las
partes o de un tercero (Siempre que una de las partes tenga conocimiento de que el
tercero está realizando esa conducta) que tengan el objetivo de engañar, o de ocultar
algún aspecto relativo al contrato que sea de carácter fundamental para la realización
del mismo, y esto lo hace con la intención de que la contraparte se vea motiva a
realizar dicho contrato. En este caso, siguiendo la definición, podemos ver qué existe
una similitud esencial entre el dolo y el error, que es el primer vicio del consentimiento
que hemos tratado en materia, ya que en ambos casos la persona suscribe el contrato
porque estaba motivada por un engaño, o por el desconocimiento de una información
que es vital que conozca. Sin embargo, a pesar de esa similitud fundamental, y de que
ambos vicios versen sobre un engaño o el ocultamiento de una información, no se
deben confundir, debido a que son dos vicios completamente distintos ya que el error
surge de manera espontánea, mientras que el dolo siempre es intencional.

Siguiendo este orden de ideas de que para hablar de un vicio por dolo siempre va a
ser necesario que exista una intensión, tenemos a los elementos que permiten poder
distinguir y saber cuándo se está en frente de un vicio por dolo y no por un simple error
de hecho. En primer lugar, como es propio del dolo en todos los ámbitos del derecho y
en todas sus ramas, para que se pueda hablar de un vicio del consentimiento por dolo
es necesario que exista una conducta intensional de una de las partes, o de un tercero,
pero siempre con el conocimiento de una de las partes, porque si un tercero es el que
incurre en una conducta dolosa pero sin que ninguna de las partes que conformen el
contrato tenga conocimiento de dicha conducta, entonces solamente se le podrá pedir
una indemnización al autor del dolo, pero no una nulidad del contrato por dolo.

También, como elemento fundamental del dolo, es necesario que el dolo sea
causante de la realización del contrato, lo que quiere decir que para poder solicitar la
nulidad de un contrato por dolo, se debe considerar que si no hubiera existido esa
conducta dolosa (Ya sea en su aspecto positivo o negativo) la otra parte no hubiese
realizado dicho contrato que se pretende anular. En doctrina también se habla de un
"Dolo incidental" que es aquel el cual recae sobre aspectos secundarios del contrato y
por ellos algunos piensan que no debería ser causa de nulidad. Muchos no admiten
está concepción porque piensan que sería imposible para un juez poder saber si en
caso de que ese dolo incidental no hubiera existido, entonces la persona no habría
celebrado el contrato.

El dolo cuenta dentro de su estructura a dos elementos fundamentales, en primer


lugar tenemos al denominado "Animus decipiendi" que es la intención de engañar o
ocultar algún hecho o información relativa a la conformacion del contrato (Cabe
destacar que cuando el dolo recae sobre conductas negativas se le denomina como
"Reticencia dolosa") y el segundo elemento, que en mi particular me parece que es la
principal distinción entre el dolo como vicio del consentimiento, y el dolo en materia
Penal, tal y como vendría siendo la falta del "Animus Nocendi" que es la intención de
dañar. El dolo como vicio del consentimiento no cuenta con el Animus Nocendi porque
no siempre ocurre que la persona que incurre en una conducta dolosa tenga en
realidad alguna intensión de causarle un mal a su contraparte, todo lo contrario, hay
ocasiones en las cuáles la persona incurre en la conducta dolosa con el fin de motivar a
la conformacion de un contrato el cual va a ser muy beneficioso para su contraparte.

Generalmente, desde la época romana, se hace una distinción entre el llamado "Dolo
bueno" y "Dolo malo" y está distinción reace sobre el hecho de que se considera como
dolo bueno a aquellos engaños, maquinaciones, o ocultamiento de alguna información,
a través de conductas las cuáles no se consideran suficientes como para engañar a un
hombre prudente con un nivel de inteligencia promedio. Este tipo de solo es el
aceptado dentro de la costumbre predominante en la sociedad, y se aprecia mucho las
mentiras que dice un vendedor para darle mayor prestigio al producto que comercia.
Por su parte, se considera como" dolo malo" a aquel capaz de engañar a un hombre
que sea prudente y tenga un nivel de inteligencia media o alto, y se dice que este es el
dolo que constituye una nulidad del contrato y una indemnización civil. Aunque todo
esto es muy debatido por los estudiosos de la materia.

El dolo tiene un doble carácter, en primer lugar constituye un vicio del consentimiento
debido a que atenta contra la autonomía de voluntad del contratante, lo cual anula
dicho contrato. Y segundo, tiene un carácter de hecho ilícito que trae como
consecuencia una responsabilidad civil, por lo tanto, la víctima de ese dolo puede
solicitar una indemnización por daños y perjuicios. Siento estos los dos efectos
fundamentales del dolo como vicio del consentimiento. Hay que destacar aspectos
importantes, el dolo produce la anulabilidad del contrato, pero es necesaria que la
misma sea solicitada, ya que el si un contrato se celebra y el mismo está viciado por
dolo, eso no quiere decir que el contrato de anule automáticamente. El contrato va a
existir y va a producir sus frutos, solamente se considerará nulo una vez que se solicite
ficha nulidad y de determine que efectivamente exiidtio un vicio por dolo en su
conformacion. En estos casos, el único que puede solicitar la nulidad del contrato es la
víctima, ya que no se admite que el autor de la conducta dolosa solicite.que se
invalidez dicho contrato.

En cuanto a su carácter de hecho ilícito, hay que resaltar que ficha acción por hecho
ilícito puede ser intentará por la víctima del dolo, contra la parte que realizó la conducta
dolosa, contra el tercero que actuó dolosamente y una de las partes tenía conocimiento
de ello, y contra un tercero que haya actuado dolosamente sin conocimiento de las
partes. Esto último es importante, porque a pesar de que no se admite que se solicite
una nulidad del contrato cuando la conducta dolosa es practicada por un tercero sin
que ninguna de las partes tenga conocimiento de ello, si se admite que la víctima
pueda intentar una acción en su contra. Esto gracias a ese doble carácter que posee el
dolo como vicio del consentimiento.

Siguiendo con los vicios del consentimiento, no encontramos con la violencia, que es
considerada como el tercer vicio del consentimiento. La violencia se suele definir cómo
una coacción, la cuál puede ser de tipo físico o moral, que tiene como objetivo lograr
obtener el consentimiento de una persona para que así pueda realizar un determinado
contrato. Nuestro código civil establece en su artículo 1146, que cualquier
consentimiento que haya sido obtenido de manera violenta, ya sea física o moralmente,
genera la anulabilidad del contrato.

Cómo se ha mencionado en el párrafo anterior, toda violencia está determinada por


una coacción, ya sea una coacción física o moral. La violencia física es aquella que se
basa en una coacción corporal sobre la víctima, con la finalidad de obtener, a la fuerza
o violentamente, su consentimiento para poder así convenir un determinado contrato.
Muchos estudiosos de la materia consideran que en estos casos nunca llega a existir
un asentimiento por parte de la víctima, sino solamente una apariencia de ello,
motivada claramente por la coacción a la que está siendo sometida. A nivel doctrinario
se considera que es necesario que exista una declaración de voluntad, en los casos de
violencia física, para que pueda existir un vicio del consentimiento, porque en caso de
que no exista declaración de voluntad ni siquiera se considera que llegó a existir un
contrato en si.

Por otro lado tenemos a la violencia moral, que igualmente consiste en una coacción,
pero en este caso no del tipo corporal, sino psicológica o moral, con el objetivo de
obtener su consentimiento para la realidad de un contrato. La violencia moral puede
materializarse en amenaza de que se va a ocasionar un daño a la parte que se
pretende violentar, o a los bienes de la misma. La violencia también puede estar
dirigida a su cónyuge o a los bienes de su cónyuge, o a sus ascendientes o
descendientes. Inclusive, existen casos en que la violencia moral está dirigida hacía
personas que son simplemente allegados a la persona de la cual se pretende obtener
el consentimiento.

Al igual que como ocurre con el dolo, para que podamos hablar de un vicio del
consentimiento es necesario que la violencia reúna ciertos carácteres específicos que
la califiquen como tal. Fundamentalmente la violencia tiene que considerarse
determinante en la conformacion del contrato. Se define como "Determinante" a aquella
violencia que es capaz de poder impresionar y inspirar un temor lógico a una persona
sensata y con cierto grado de inteligencia. Para determinar esto, de deben tener en
cuenta aspectos como la edad y el sexo de la persona que está siendo coaccionada,
para así tratar de determinar que tan racional es la amenaza que la está coaccionando.
Además, la violencia para que pueda constituir un vicio del consentimiento debe ser
injusta, esto quiere decir que, se califica como "Violencia injusta" a aquella que viola el
ordenamiento jurídico positivo o más buenas costumbres. Si por el contrario, la
amenaza efectuada consista en aplicar ciertas medidas o ciertas conductas que si
están autorizadas por nuestro ordenamiento jurídico positivo, no sé considera que
exista una violencia en si, salvó que llegue a existir un abuso de algún derecho de la
persona coaccionada.

En cuanto a los efectos de la violencia, hay que decir que la violencia posee una doble
naturaleza, ya que es un vicio del consentimiento que trate como consecuencia la
anulabilidad del contrato, y también es un hecho ilícito que genera una responsabilidad
civil para el autor de la misma, pudiendo la misma solicitar no sólo la nulidad del
contrato, sino también una indemnización a raíz de cualquier daño y perjuicio
ocasionado por la confirmación de dicho contrato.

Referente a el estado de necesidad y la violencia, hay que aclarar que sigue siendo
un tema de debate si se puede considerar que en los casos en dónde una persona
firma un contrato a raiz de estar ante una situación de peligro grave, puede solicitar
posteriormente una nulidad de dicho contrato por considerar que exista una violencia
que lo motivo a la conformacion del mismo. A pesar de que existen normas que se
pueden citar para tratar de dislumbrar una solución para estos casos, como por
ejemplo, el Decreto de Represión de la Usura de 1946, que dispone en su artículo 1
que cualquiera que intencionalmente se valga de la necesidad apremiante de otro para
así poder obtener para si o ara un tercero un prestación, cesión, garantía o alguna
ventaja o beneficio, será castigado con prisión o multado. Lo cierto es aún no existe
una resolución clara en estos casos, y siempre va a quedar a apreciación de la doctrina
y del juez si se puede considerar que existe un vicio por violencia o no. Lo que si se
admite más claramente es que la parte lesionada puede intentar una acción por
indemnización de daños y perjuicios contra quién la coaccionó para contratar.
Un último punto a destacar es que a pesar de que al momento de estudiar la
naturaleza y características de la violencia y el dolo, puede observarse que existen
ciertas similitudes claras entre ambas, lo cierto es que estamos antes dos vicios del
consentimiento totalmente diferente, y eso se evidencia en diferencias claras entre
ambos. Por ejemplo, el dolo se considera un vicio del consentimiento claro y auténtico,
por lo tanto, en el dolo no se discute si es un vicio del consentimiento o no, solamente
se discute si existe un nivel de intención claro para que se pueda considerar que existe
dolo. En la violencia aún existe un debate acerca de esto, porque algunos consideran
que la violencia vicia el consentimiento, y otros consideran que nunca llegó a existir tal
consentimiento en si, solamente una apariencia del mismo. De igual modo, en el dolo,
para que un tercero pueda ocasionar la anulabilidad de un contrato se requiere que
efectúe su conducta dolosa con el conocimiento de alguna de las partes, mientras que
en la violencia, cuando emana de un tercero igualmente va a producir la anulabilidad
del contrato, sin necesidad de que alguna de las partes no tenga conocimiento de que
existe una coaccion.

A modo de conclusión cabe resaltar el hecho de que así como existe un gran número
de contratos de distinta naturaleza y distinto objeto, así mismo hay muchas
circunstancias en los cuales una persona otorga su consentimiento motivado a un
engaño, o porque se le está ocultando alguna información de importancia que le hace
creer que el contrato realizado le va a ser beneficioso, o en el peor de los casos una
persona suscribe un contrato por temor a sufrir algún tipo de agresión hacia su persona
o su patrimonio. A pesar de que la doctrina, en los casos de los vicios del
consentimiento provocados por la violencia, todavía se tienen sus dudas acerca de si
se puede considerar estrictamente como un vicio del consentimiento, o no, debido a se
considera que nunca existió un consentimiento, lo importante es mantener una
supervisión constante cuando se realiza un contrato, para evitar que se celebren
contratos dónde los motivos son engaños o coacciones hacia uno de los contratantes.
Y a pesar de que la naturaleza, el objeto o el método empleado para el engaño o la
coaccion puedan ser de distintas maneras, el resultado siempre va a ser la anulabilidad
del contrato, y en el caso específico del dolo y la violencia, una responsabilidad civil por
daños y perjuicios en contra del que ejerce el dolo o la coaccion.

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