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CAUSA Nº 1-60482-2015 – “Oses, Mario Oscar c/ Di Giorgio, Gustavo Raúl s/Daños y Perj. Incump.

Contractual (Exc. Estado)” - CÁMARA DE APELACIONES EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE AZUL (Buenos


Aires) – SALA PRIMERA - 17/05/2016

CONTRATOS. COMPRAVENTA DE AUTOMOTOR. Vehículo entregado en parte de pago. Vicios


redhibitorios. Automóvil siniestrado que fue reparado para poder colocarlo nuevamente en el
mercado. SISTEMA DE SEGURIDAD DAÑADO. Omisión de reemplazarlo tras el estallido del
“airbag”. Ausencia de culpa del adquirente por no advertir defectos ocultos de la cosa. Partes de
goma espuma negra en el interior del tablero que impedían detectar desperfectos. Derecho
transitorio. Aplicación al caso del Código Civil derogado. POSIBILIDAD DE ACCIONAR POR DAÑOS Y
PERJUICIOS MÁS ALLÁ DE LAS ACCIONES PROPIAS DE LA GARANTÍA POR VICIOS REDHIBITORIOS.
Prescripción decenal. Art. 846 del Código de Comercio derogado. Artículo 2537 del CCCN. Rubros
indemnizables. SE REVOCA LA SENTENCIA Y SE HACE LUGAR A LA DEMANDA. SE ORDENA PONER
EN CONOCIMIENTO DE LOS HECHOS DE LA CAUSA A LA JUSTICIA PENAL

“…si bien a lo largo del presente voto se deberán abordar cuestiones atinentes a la prescripción
liberatoria, las mismas también deberán ser resueltas en base a los textos legales derogados, pues
la cuestión del derecho transitorio sólo se presenta ante los plazos de prescripción en curso al
momento de entrada en vigencia de una nueva ley (art. 2537 del Código Civil y Comercial; esta
Sala, causa n° 59.492, “Camplone”, del 17.11.15., primer voto del estimado colega Dr. Ricardo C.
Bagú).”

“…si bien el tema puede haber sido debatido, la jurisprudencia local y especialmente la de la Corte
provincial –que tiene el valor de doctrina legal- admite que ante la constatación de vicios ocultos
no solo se promuevan las acciones propias de la garantía por vicios redhibitorios sino también –y
en lo que aquí interesa- una acción de indemnización por los daños y perjuicios sufridos. “

“Queda claro, entonces, que alguna persona inescrupulosa –que aún no se sabe quién es- reparó
el auto chocado para poder colocarlo nuevamente en el mercado, pero omitió reemplazar el
sistema de seguridad que necesariamente debía ser reemplazado tras el estallido del air bag,
seguramente con la intención de no afrontar sus importantes costos. Y para perpetrar esa estafa
llegó al extremo de colocar pedazos de goma espuma negra en el tablero, por lo que no era dable
exigirle al actor una diligencia tan extrema que lo lleve a advertir maniobras de tal naturaleza.”
Citar: elDial.com - AA96FE

Publicado el 26/05/2016

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Buenos Aires – Argentina

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CAUSA Nº 1-60482-2015 – “Oses, Mario Oscar c/ Di Giorgio, Gustavo Raúl s/Daños y Perj. Incump.
Contractual (Exc. Estado)” - CÁMARA DE APELACIONES EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE AZUL (Buenos
Aires) – SALA PRIMERA - 17/05/2016

En la Ciudad de Azul, a los 17 días del mes de Mayo de 2016 reunidos en Acuerdo Ordinario los
Señores Jueces de la Excma. Cámara de Apelaciones Departamental -Sala I- Doctores Esteban
Louge Emiliozzi, Lucrecia Inés Comparato y Ricardo César Bagú, para dictar sentencia en los autos
caratulados: "OSES, MARIO OSCAR C/ DI GIORGIO, GUSTAVO RAUL S /DAÑOS Y PERJ. INCUMP.
CONTRACTUAL (EXC. ESTADO) (80) ", (Causa Nº 1-60482-2015), se procedió a practicar la
desinsaculación prescripta por los arts. 168 de la Constitución Provincial, 263 y 266 del C.P.C.C.,
resultando de ella que debían votar en el siguiente orden: Doctores LOUGE EMILIOZZI - BAGU -
COMPARATO.-

Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes:

-C U E S T I O N E S-

1ra. ¿Corresponde proceder a la apertura del sobre de fs. 258 para glosar el pliego de absolución
de posiciones al expediente?

2da. ¿Corresponde declarar desierto el recurso interpuesto a fs. 324 en lo referente a la condena
en costas?
3ra. ¿Es justa la sentencia de fs. 315/321?

4ta. ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

-V O T A C I O N–

A LA PRIMERA CUESTION, el Señor Juez Doctor ESTEBAN LOUGE EMILIOZZI, dijo:

Si bien al tratar la tercera cuestión reseñaré los antecedentes del presente proceso, basta señalar,
a los fines que ahora interesan, que a fs. 261 se labró acta en la que se dejó constancia de la
incomparecencia del accionado a la audiencia de absolución de posiciones y del pedido de la
actora de que se lo tenga por confeso en forma ficta en los términos del art. 415 del C.P.C.C.

Con posterioridad no hubo más actuaciones vinculadas con esta prueba, al punto que al
certificarse sobre la producción de las pruebas simplemente se hizo alusión a las constancias de la
mentada acta (fs. 313).

Así las cosas, advirtiendo en este estado que la anterior magistrada no procedió a la apertura del
sobre de absolución de posiciones presentado por la actora obrante a fs. 258, entiendo que ello
debe ser efectuado en esta instancia para ser eventualmente valorado al tratar la tercera cuestión
(S.C.B.A.; Ac 50263 S 10-5-1994, “López”; Ac 50514 S 6-9-1994, “La Segunda Cooperativa Limitada
de Seguros Generales”; Ac 55593 S 14-6-1996, “Ugarte y Compañía S.A.”; C 99982 S 4-3-2009,
“Cerrato”, todos disponibles en base Juba; esta Sala, causas n° 54940, “Arias”, del 15.10.13.; n°
59605, “Bayala”, del 15.09.15.; n° 60373, “Martino”, del 17.12.15., entre otras).

En consecuencia, propicio al acuerdo que se disponga que por Secretaría se proceda a la apertura
del mencionado sobre y se glose el pliego precediendo a la presente sentencia.

Así lo voto.-
Los Señores Jueces Doctores Bagú y Comparato adhirieron por los mismos fundamentos al voto
precedente.-

A LA SEGUNDA CUESTION, el Señor Juez Doctor ESTEBAN LOUGE EMILIOZZI, dijo:

En cuanto ahora interesa destacar, la sentencia de primera instancia obrante a fs. 315/321 fue
apelada a fs. 324 por el demandado y su letrado, aclarando el primero que su recurso era
deducido contra la imposición de costas respecto de una de las citaciones de terceros, mientras
que su letrado apeló sus honorarios por bajos.

Elevados los autos a la Alzada se dicta la providencia de fs. 352, por la que se llama a expresar
agravios de conformidad a lo dispuesto por el art. 254 del C.P.C.C., sin que la parte demandada
haya cumplido con tal carga procesal (conf. informe de Secretaría de fs. 363).

Sentado lo expuesto, atento a lo normado por el art. 261 del C.P.C.C., corresponde declarar
desierto el recurso de apelación deducido a fs. 324 por la parte demandada, no así respecto al
letrado pues la fundamentación de su recurso es meramente facultativa y en su caso debió ser
hecha junto con la interposición (art. 57 de la ley 8904).

Va de suyo que la solución que propongo al acuerdo no obsta a las eventuales adecuaciones de
costas y/u honorarios que corresponda efectuar en caso de prosperar el recurso que se analizará
al tratar la siguiente cuestión (art. 274 del C.P.C.C.).

Así lo voto.-

Los Señores Jueces Doctores Bagú y Comparato adhirieron por los mismos fundamentos al voto
precedente.-

A LA TERCERA CUESTION, el Señor Juez Doctor ESTEBAN LOUGE EMILIOZZI, dijo:


I.a) El presente proceso es iniciado por el Sr. Mario Oscar Oses, quien acciona contra el Sr. Gustavo
Raúl Di Giorgio reclamando la indemnización de daños y perjuicios por la suma de $ 39.950 con
más sus intereses, costos y costas.

Relata el actor en el escrito de inicio que se dedica a la intermediación en la compraventa de


automotores, y con motivo de dicha actividad el día 12 de enero de 2012 suscribió con el
demandado un contrato de compraventa –agregado a fs. 23- mediante el cual se obligó a
entregarle al accionado un automotor marca Volkswagen Passat 2.0 TDI, Año 2006, dominio
FTP431, el cual fue recibido prestando plena conformidad con su estado de conservación en el
momento mismo de la firma del boleto, estipulándose como precio de venta la suma de $
112.000. El precio se abonó con la suma de $ 22.000 en efectivo y un automotor de su propiedad y
uso particular, dominio ICH193, marca Toyota Corolla XEI Pack 1.8 MT, año 2009, al que ambas
partes convinieron en tasar en la suma de $ 90.000.

Agrega que el Sr. Di Giorgio realizó sin problema los trámites de trasferencia del rodado que le fue
entregado ante el Registro pertinente, en tanto que el actor retrasó los trámites de la
transferencia del automóvil Toyota recibido en parte de pago a la espera de su venta. Añade que
inclusive tuvo la posibilidad de realizar un viaje familiar, ante lo cual el Sr. Di Giorgio le otorgó una
autorización para circular a fin de trasladarse con toda su familia. Sin embargo, al encontrarse
circulando en la ruta, sintió un ruido extraño que, no obstante su experiencia trabajando con
automotores, no podía identificar y, aprovechando la presencia de un mecánico con cuyos
servicios cuenta en su agencia, le solicitó que controlara en forma conjunta el andar del vehículo
para determinar la procedencia del ruido que sentía, y ante su sugerencia decidió solicitarle que
desarmara el motor a fin de dar con la causa.

Que ante su sorpresa al desarmar el tablero, se le informó que el automóvil no contaba con
ninguno de los air bags funcionando y que el ruido existente se debía a que ninguno de los
cinturones de seguridad del auto se encontraban funcionando, es decir en caso de un siniestro,
ningún air bag hubiera estallado y ninguno de los cinturones de seguridad hubieran trabado a los
ocupantes del habitáculo; todo el sistema de seguridad del auto se encontraba dañado y esta
circunstancia estaba oculta con goma espuma negra colocada en las luces que posee el tablero
para alertar sobre fallas.

Que sin poder salir de su asombro, con la congoja de haber puesto en riesgo a toda su familia
habiendo realizado un viaje en esas condiciones, puso inmediatamente en conocimiento de lo
ocurrido al Sr. Di Giorgio quien le indicó que a fin de corroborar lo que le comentaba se dirigiría a
Uzcudun S.A.F.I.M., concesionario oficial de la marca Toyota en la ciudad de Tandil.
Refiere que según surge de la documentación adjunta expedida por la firma (fs. 17/19), el
demandado se presentó el día 17.05.12. ante dicha concesionaria indicando que el auto poseía un
choque frontal, por lo que solicitaba se le revisen air bags y cinturones de seguridad, como así
también el funcionamiento de todo el sistema de seguridad, expidiéndose presupuesto. Que la
factura fue expedida por el mencionado concesionario oficial a nombre del Sr. Di Giorgio
corroborándose las fallas referidas. Al colocar el automotor en el sistema computarizado,
inmediatamente se detectó la falta de los sensores frontales, sensor de air bag, laterales de air
bags, del air bag propiamente dicho, faltaban los dispositivos del cinturón de seguridad, air bag del
volante, cinturón de seguridad delantero y piezas faltantes del tablero con un costo total de
reparación de $ 33.266,61 al 27.08.2012 (conf. fs. 22).

Añade que habiendo transcurrido más de tres meses desde la emisión del presupuesto sin que el
demandado respondiera por los daños que presentaba el vehículo, decidió certificar su existencia
por ante el Escribano Público Speroni, Titular del Registro N° 18 de Tandil, quien se constituyó en
su domicilio comercial con el Sr. Alberto Galbán, mecánico, y el Sr. Walter de Pian, fotógrafo,
constatándose los defectos descriptos, plasmándose en 9 fotografías que acompaña (fs. 13/15 y
25/34). Que por ello, insistió con el demandado a fin de que afrontara su responsabilidad y, atento
su negativa, intercambiaron cartas documento sin resultado positivo, por lo que resolvió promover
la presente acción judicial.

Refiere que sin lugar a dudas el demandado conocía el estado del automóvil, ya que tuvo intención
de desprenderse de él sin éxito hasta que se lo entregó en parte de pago.

Practica liquidación de los rubros resarcitorios reclamados, funda en derecho, ofrece prueba y
solicita que oportunamente se haga lugar a la demanda intentada, en todas sus partes.

b) Bilateralizada la demanda bajo el cauce del proceso sumario (fs. 77), a fs. 106/116 se presenta
el accionado a contestarla y oponer excepción de prescripción.

Admite la celebración del negocio, aunque señala que se trató de una permuta y no de una
compraventa, a la par que afirma que el reclamo del actor se funda en los típicos “vicios
redhibitorios”.
Es sobre esa base que asienta la excepción de prescripción, ya que entiende que es aplicable al
caso el plazo de tres meses establecido en el art. 4041 del Código Civil. Al oponer esta defensa el
accionado admite que la carta documento que le envió el actor con fecha 04.07.12. –y que él
mismo acompaña a fs. 92- tiene efectos suspensivos en los términos del art. 3986, pero también
entiende que una vez concluido el tiempo de suspensión el plazo se completó el 18.11.2013
(rectius 18.11.2012). Y añade, para concluir con esta defensa, que el pedido de mediación
prejudicial no obsta a su progreso, ya que el art. 40 de la ley 13.951 es inconstitucional por ser una
norma provincial que contraría lo dispuesto por el art. 3986 del Código Civil, a lo que suma que la
demanda fue promovida cuando ya había operado la nueva prescripción.

Subsidiariamente alega que compró el Toyota Corolla el día 16.09.2011 en la agencia "Gama", sita
en Av. Marconi Nº 1520 de Tandil, realizándose la transferencia a su favor el día 05.10.2011.
Aclara que el ejemplar del boleto fue extraviado pero se requerirá a esa firma por oficio. Agrega
que el día 12 de enero de 2012 se celebró la permuta con el actor quien no hizo la transferencia
registral puesto que su intención era revenderlo a un tercero como parte de su actividad comercial
de compraventa de automotores; no obstante lo cual la posesión le fue transferida a la fecha de la
celebración del contrato y nunca más su mandante tuvo contacto con el vehículo.

Afirma que a fines de mayo de 2012 el actor se presentó ante él refiriéndole que el vehículo
presentaba defectos en su sistema de seguridad, que ello había sido corroborado por un mecánico
de confianza del actor y por la propia agencia concesionaria oficial de Toyota en Tandil, Uzcudun
S.A., de la cual contaba con el presupuesto que agrega en autos. Consecuentemente, afirma que
no fue su mandante quien encomendó a la firma referida el examen del vehículo, sino el propio
actor, lo que fue admitido por él en la Escritura Pública que acompaña como prueba documental,
circunstancia que concuerda con el hecho de que era el actor quien detentaba la posesión del
rodado, lo que permite suponer que fue él quien lo llevó a examinar a la concesionaria aludida y el
hecho de que el presupuesto figure a nombre de su mandante se explica porque esos datos se
corresponden con la documentación del vehículo al tiempo de la consulta, siendo el titular
registral en ese momento, el Sr. Di Giorgio, completándose la ficha transcribiéndose los datos de la
tarjeta verde, advirtiéndose a su vez que en los datos de contacto no figura su mandante, sino el
teléfono celular del actor, quien dejó el automóvil para su examen y pagó el importe indicado en
el documento de fs. 42.

No cuestiona que al tiempo del examen en “Uzcudun S.A.” el automóvil tenía los defectos de
seguridad que se denuncian, pero aclara que de ello no se sigue que su mandante deba responder
por ello. Afirma, en sustento de esta defensa, que durante el tiempo que su mandante tuvo el
Toyota Corolla, entre el 16 de septiembre de 2011 y 12 de enero de 1012 el vehículo no sufrió
ningún golpe ni otro evento que activara el sistema de seguridad, por lo que no resultó menester
realizar reparación alguna menos aún su camuflaje como denuncia el actor, de modo que los vicios
por los que reclama no se suscitaron durante el período mencionado, debiendo justificar el actor
que los vicios existían al tiempo de su adquisición.

En función de lo antes dicho plantea dos hipótesis posibles: que los vicios existían antes de que el
demandado adquiriera el vehículo o que se produjeron con posterioridad al 12.01.12. cuando el
automotor fue recibido por el actor en virtud del contrato de permuta.

Solicita la citación como terceros de intervención obligada de la agencia concesionaria de


automotores "Gama Multimarcas" y de los anteriores titulares registrales del automóvil Sres.
Ángel Daniel Salvatori y Salvador Ramón Urga (conf. informe de dominio que acompaña a fs.
100/102, del que surge que el Sr. Salvatori fue titular desde el 18.06.09. al 05.07.10., el Sr. Urga
desde el 05.07.10. al 05.10.11. y el Sr. Di Giorgio –demandado- desde el 05.10.11. en adelante).

Funda en derecho, ofrece prueba y solicita se rechace la acción, en todas sus partes, con costas al
accionante.-

c) A fs. 117 se dispone la citación como terceros de intervención obligada de los Sres. Ángel Daniel
Salvatori y Salvador Ramón Urga, y a fs. 121 se dispone lo propio en relación a “Gama
Multimarcas” en la persona de su titular Sr. Marcelo García.

d) A fs. 122/125 el actor contestó el traslado de la documentación y de la excepción de


prescripción opuesta por el demandado.

e) A fs. 137 el accionado denunció como hecho nuevo que con fecha 20.08.13. el automóvil se
vendió al Sr. Matías Manuel González, lo que –a su entender- puede tener incidencia en la
existencia de los daños patrimoniales reclamados en la demanda.

f) A fs. 149/151 se presenta el tercero citado Sr. Salvador Ramón Urga, contestando la demanda
interpuesta y oponiendo excepción de falta de legitimación pasiva al progreso de la acción.
Argumenta que ninguno de los dos supuestos previstos por el art. 94 del C.P.C.C. se verifican en
autos para habilitar la citación a su respecto, que el demandado pretende tenerlo por parte sobre
bases inexactas y falsas ya que el vehículo le fue vendido como rezagos y transferido
registralmente para que luego el Sr. Di Giorgio proceda a su venta, desconociendo en qué
condiciones fue entregado el vehículo; que no teniendo vínculo alguno con el actor, no existe
causalidad para que la demanda o citación proceda a su respecto. Subsidiariamente contesta la
demanda negando los hechos allí expuestos.

Relata a continuación que el 22 de diciembre de 2010, aproximadamente a las 15,30 hs. circulaba
por la Autopista Buenos Aires - La Plata por el carril lento, a bordo del Toyota Corolla
individualizado en la demanda, cuando a la altura de Hudson con sentido a Capital Federal, antes
de llegar al peaje, un tercero le “toca” el lateral izquierdo, lo que ocasiona que pierda el control
del vehículo cruzando el guarda-rail para caer en un zanjón impactando de frente en una
alcantarilla de cemento. Sufrió diversas lesiones y luego de efectuada la denuncia policial, trasladó
mediante grúa el automotor a un galpón en la localidad de Morón, realizando la denuncia
correspondiente ante su compañía de seguros "La Caja" quien luego de enviar la inspección
respectiva, determinó que el siniestro revestía el carácter de destrucción total.

Agrega que después de unos meses se le informó que los rezagos del automotor serían comprados
por la firma Polo Autos S.R.L. por la suma de $ 38.100 y la diferencia para completar la
indemnización, de $ 50.000 fue abonada por la aseguradora mediante cheque del Banco Francés.
Que no tiene dudas de que el demandado conocía esta situación, no obstante lo cual e
inexplicablemente comercializó el vehículo, y al momento de entregar los restos solicitó que le
certifiquen que el mismo había sido transferido, para lo que le entregaron copia del nuevo título a
nombre del demandado principal Gustavo Raúl Di Giorgio; por lo que, luego de fundar en derecho
y ofrecer prueba, solicita se rechace la demanda a su respecto, con costas.

g) A fs. 201 el demandado desiste de la citación como tercero del Sr. Ángel Daniel Salvatori.

h) A fs. 219/226 se presenta el tercero citado Marcelo Oscar García, titular de "Gama Multicargas",
contestando la citación y demanda interpuestas.

Argumenta que la demandada promueve la citación sin dar fundamento o justificativo en los
términos del art. 94 del C.P.C.C.; que no existen razones de economía procesal ni de mejor
administración de justicia que impliquen intereses de un tercero al que deba imponérsele una
condenación. Agrega que entre las partes del proceso y el que suscribe no existe relación común ni
conexa que convenga resolver de acuerdo a los antecedentes descriptos en la demanda. Que sólo
existe una relación de entrega y comercialización del rodado objeto del reclamo entre la agencia
que representa y el Sr. Di Giorgio, quien si bien adquirió el rodado marca Toyota Corolla, dominio
ICH193 en Gama Multimarcas; no es menos cierto que el rodado fue entregado en óptimas
condiciones para su uso, siendo recibido previa revisión y de conformidad por el propio
demandado, quien reconoció la ausencia de toda falla y/o vicio oculto. Niega los hechos invocados
en la demanda.

Agrega que el demandado utilizó el Toyota Corolla por varios meses, hasta que lo mandara a
revisar a la firma Uzcudun S.A. por supuestos vicios, cuando en verdad, ni actor ni demandado
efectuaron queja o reclamo alguno hasta el mes de mayo de 2012; que el actor pretende justificar
lo injustificable debido a un supuesto vicio que apareciera nueve meses después de que su parte
entregara el rodado aludido al demandado Di Giorgio, no pudiendo ahora atribuir responsabilidad
alguna.

Solicita la citación como tercero del Sr. Ramón Casanovas, quien de acuerdo al boleto de
compraventa que acompaña a fs. 218 sería quien entregó el automóvil en cuestión a “Gama
Multimarcas” para permutarlo por un Honda Civic.

Funda en derecho, ofrece pruebas y solicita el rechazo de la citación, con costas.

i) A fs. 236 se abrió la causa a prueba, proveyéndose los distintos medios a fs. 241/242, lo que
luego se amplió a fs. 244 en relación a las pruebas ofrecidas en relación al hecho nuevo
introducido por el demandado. La Actuaria certificó sobre el vencimiento y resultado del período
probatorio a fs. 310 y 313.

II) De este modo arribamos al dictado de la sentencia que viene apelada, obrante a fs. 315/321, en
la que se hizo lugar –por otros fundamentos- a la excepción de prescripción opuesta por el
accionado, se rechazó la demanda, se impusieron costas a la actora dada su condición de vencida -
con excepción de las correspondientes al tercero Sr. Salvador Ramón Urga que se impusieron al
demandado- y se regularon honorarios a todos los profesionales intervinientes. A fs. 323 se amplió
este último aspecto del decisorio regulándose honorarios también a la mediadora interviniente
Dra. M. M. V..
Para así decidir –y en lo que sucintamente interesa destacar a fin de entender en la apelación- la
Sra. Juez de grado comenzó por puntualizar que el reclamo efectuado en autos gira en torno a los
vicios redhibitorios, y que en tal situación el comprador no tiene la posibilidad de ejercitar en
contra del vendedor la acción por cumplimiento o rescisión de contrato y los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento, sino la redhibitoria o cuanti minoris que la ley prevé en forma
específica para el supuesto descripto, según lo establece el art. 2174 del Código Civil.

No obstante, también puntualizó la “a quo” a continuación que por estar reconocido por ambas
partes que el actor se dedica a la compraventa de automotores la operatoria que en este caso nos
ocupa es comercial (art. 7 del Código de Comercio), por lo que el plazo prescriptivo a computar es
el semestral previsto por el art. 473 del mismo cuerpo legal, aunque el cómputo deberá efectuarse
con aplicación de lo dispuesto por el Código Civil dada la remisión que contiene el art. 844 del
Código de Comercio.

Sentada tal premisa, la anterior sentenciante concluyó que la prescripción operó a los seis meses
de la entrega de la cosa, lo que ocurrió antes de la presentación del Formulario para la Mediación,
lo que a su entender torna abstracto el planteo de inconstitucionalidad del art. 40 de la ley 13951.

III) La aludida sentencia de fs. 315/321 fue apelada por el demandado y su letrado a fs. 324 y por el
actor a fs. 331, aunque el primero de los recursos fue declarado desierto –respecto al demandado-
al tratar la segunda cuestión.

El actor expresó agravios a fs. 354/362, sin obtener respuesta de la contraparte (conforme informe
de Secretaría de fs. 364).

Dos son las críticas puntuales que esgrime el Sr. Oses tras admitir que resulta acertado que la
anterior magistrada haya considerado que la cuestión es de naturaleza comercial y por ende le
haya aplicado la normativa correspondiente.

Por la primera de ellas considera incorrecto que se entienda que la víctima por vicios redhibitorios
se vea impedida de reclamar por daños y perjuicios, limitándose así sus alternativas a la única
posibilidad de plantear una acción redhibitoria o quanti minoris.
Por la segunda –que en rigor resultaría subsidiaria de la anterior- se desconforma por el cómputo
de la prescripción, apuntando básicamente a que se omitió considerar los efectos suspensivos de
la carta documento enviada por el actor al demandado el día 04.07.12.

IV) A fs. 364 se llamó autos para sentencia y a fs. 366 se practicó el sorteo de ley, por lo cual las
actuaciones se encuentran en estado de resolver.

V) Antes de abordar el tratamiento puntual de los agravios creo necesario referirme a la normativa
aplicable al caso, ya que, como es sabido, desde el día 1 de agosto del pasado año se encuentra
vigente el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (Ley 26994 promulgada según Decreto
1795/2014 y publicado en el Boletín Oficial N° 32.985 del 8-10-2014; con la modificación
introducida por la Ley 27077 cuyo art. 1° sustituyó el art. 7° de aquella y dispuso su entrada en
vigencia a partir de la fecha antes mencionada).

También es conocido que el art. 7 del nuevo cuerpo legal regula la cuestión atinente al
denominado “derecho transitorio”, sentando pautas muy similares a las ya plasmadas en el art. 3
del Código Civil derogado conforme a la reforma que le introdujera la ley 17.711.

El caso de autos presenta la particularidad de que la sentencia de primera instancia fue dictada
bajo la vigencia del Código derogado. Frente a esta situación, y sin desconocer posturas en
contrario, esta Sala ya ha adherido a la tesis de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, en la que sostiene
que el estadio procesal en el que el expediente se encuentra (primera o ulterior instancia) no
afecta la aplicación de las normas de transición dispuestas al efecto por el nuevo Código Civil y
Comercial (“El art. 7 del Código Civil y Comercial y los expedientes en trámite en lo que no existe
sentencia firme”, L.L. del 22.04.2015, citado por esta Sala en causa n° 59.891, “Banco Patagonia
S.A.”, del 11.08.15., y subsiguientes en idéntico sentido).

Sin embargo, entiendo que el caso de autos no debe resolverse de acuerdo a las normas
incorporadas al nuevo ordenamiento, ya que el contrato que vinculó a las partes se celebró antes
de la entrada en vigencia del nuevo Código y el supuesto incumplimiento que se achaca a la
accionada también se habría verificado bajo la vigencia del Código derogado. En rigor, y para ser
más precisos, en este caso puntual el incumplimiento que el actor achaca al demandado se habría
producido al momento mismo de celebrarse y ejecutarse el contrato, ya que las partes son
contestes en que el contrato habría sido de ejecución instantánea y -a estar a los dichos de la
actora- en ese mismo momento se habría entregado el automóvil con vicios ocultos.
De modo que, al margen de lo que se decida sobre la existencia de los supuestos vicios ocultos y
sus efectos, no se presenta en autos la situación que sí podría generar dudas en orden al derecho
transitorio, como es la que podría plantearse en el caso de contratos celebrados bajo el régimen
anterior pero cuyo incumplimiento se verifique bajo la vigencia de la ley nueva (Kemelmajer de
Carlucci, “La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas
existentes”, Rubinzal Culzoni, 2015, pág. 104, con cita de Moisset de Espanés; Galdós, Jorge Mario,
“La responsabilidad civil y el derecho transitorio”, La Ley del 16.11.2015.).

Por otro lado, si bien a lo largo del presente voto se deberán abordar cuestiones atinentes a la
prescripción liberatoria, las mismas también deberán ser resueltas en base a los textos legales
derogados, pues la cuestión del derecho transitorio sólo se presenta ante los plazos de
prescripción en curso al momento de entrada en vigencia de una nueva ley (art. 2537 del Código
Civil y Comercial; esta Sala, causa n° 59.492, “Camplone”, del 17.11.15., primer voto del estimado
colega Dr. Ricardo C. Bagú). Es dable aclarar que esta conclusión sería válida aún en caso de
prosperar el primero de los agravios planteados por la actora, ya que en tal caso el plazo de
prescripción aplicable sería el decenal previsto en el art. 4023 del Código Civil, pero habría sido
definitivamente interrumpido por la demanda entablada el día 20.03.13, por lo que tampoco se
trataría de una prescripción “en curso” al momento de la entrada en vigencia del nuevo
ordenamiento.

De todas maneras, va de suyo que la conclusión arribada no obsta a que se recurra al nuevo
Código Civil y Comercial como fuente –no formal- del derecho o, conforme también se ha dicho,
como argumento de autoridad o como doctrina interpretativa del régimen derogado (Galdós, “La
responsabilidad…”, cit.).

VI.a) Como punto de partida para el correcto abordaje de los agravios es dable tener presente que
el actor en autos promovió “… formal demanda por daños y perjuicios (…) como reparación
integral por los daños y perjuicios padecidos por el accionar del (demandado) con más intereses,
costas y costos …” (fs. 66vta.).

Sin embargo, el accionado argumentó que el reclamo giraba en torno a supuestos vicios
redhibitorios (art. 2164 del Código Civil), y con apoyo en esa calificación interpuso la excepción de
prescripción de tres meses prevista en el art. 4041 del Código Civil (fs. 108/110).
A su turno, la Sra. Juez de grado entendió que asistía razón al accionado al afirmar que asistimos a
un supuesto de garantía por vicios redhibitorios, por lo que consideró –adhiriendo a una postura
estricta, conforme se explicará en el desarrollo que efectuaremos infra- que el actor sólo cuenta
con las acciones redhibitoria o quanti minoris que la ley prevé en forma específica para el
supuesto descripto, según lo establece el art. 2174 del Código Civil (fs. 319vta./320). No obstante,
la anterior Magistrada también consideró que por ser la operación de naturaleza comercial es
aplicable el plazo de prescripción semestral previsto en el art. 473 del Código de Comercio, lo que
la llevó a concluir que en el caso de autos dicha prescripción ya había operado (fs. 320 y vta.).

Como vimos, a través de la primera de las críticas contenidas en la expresión de agravios se


cuestiona que la víctima por vicios redhibitorios se vea impedida de promover una acción
“ordinaria” por daños y perjuicios derivados del incumplimiento contractual, limitándose así sus
alternativas a la única posibilidad de plantear una acción redhibitoria o quanti minoris. Mientras
que por la segunda objeción –que en rigor resulta subsidiaria de la anterior- se desconforma por el
modo en que se efectuó el cómputo de la prescripción, apuntando básicamente a que se omitió
considerar los efectos suspensivos de la carta documento enviada por el actor al demandado el día
04.07.12.

b) El primero de los agravios nos enfrenta a un interrogante que ha sido formulado y respondido –
en diversos sentidos- antes de ahora, cual es el de “si resulta admisible una acción de
cumplimiento contractual o de resarcimiento de daños contractuales por vicios ocultos distinto de
la acción redhibitoria y de la quanti minoris” (esta Cámara, Sala II, causa 47143, “Roitero”, del
16.09.2004, primer voto del Dr. Galdós).

Antes de pasar revista a algunos de los distintos precedentes y autores que han abordado el tema
creo importante hacer notar que el interrogante tiene raíces muy profundas. Es que, tal como lo
explica Noemí Nicolau, la doctrina clásica se ha esforzado por diferenciar la garantía por
redhibición de la responsabilidad civil por incumplimiento, a partir de comparar los regímenes
legales, que presentan diferencias de regulación. Pero, en la actualidad, existe una tendencia a
simplificar esos regímenes, porque ambos institutos con análoga estructura no merecen una
diferenciación tajante. De modo que se propicia armonizar un régimen minimalista de
incumplimiento contractual, que incluya los supuestos de garantía por redhibición (“Fundamentos
de derecho contractual”, La Ley, T. I, págs. 396/397).

Además, es evidente que la diferencia de regímenes a la que alude la eminente jurista rosarina
tiene proyecciones prácticas muy importantes. Una de ellas –que interesa especialmente en este
caso- se da en materia de prescripción, donde la diferencia de plazos es sorprendente, ya que la
prescripción de los derechos emergentes de la redhibición es corta, de tres o seis meses según se
trate del régimen comercial o civil, mientras que la prescripción de las acciones derivadas del
incumplimiento contractual es la ordinaria decenal, salvo excepciones (Noemí Nicolau, ob. cit.,
pág. 397).
Como ya fuera anticipado, el interrogante al que da lugar el primero de los agravios ha dado lugar
a distintas respuestas por parte de la doctrina y la jurisprudencia.

Comenzando por la jurisprudencia local, el tema fue abordado en el precedente de esta Cámara
ya citado, que también fue invocado por el actor en su sólidamente fundada expresión de agravios
(causa 47143, “Roitero”, del 16.09.2004). Se trataba de un caso de vicios ocultos en un inmueble
que había sido adquirido por los actores, quienes promovieron demanda de “daños y perjuicios
por incumplimiento contractual” contra los enajenantes y contra el maestro mayor de obras. La
sentencia de primera instancia rechazó la excepción de prescripción opuesta por los accionados e
hizo lugar a la demanda contra ellos, aplicándose el régimen de la garantía redhibitoria –más
específicamente, de la acción estimatoria o “quanti minoris”-. Apelado el decisorio, la Sala II de
esta Cámara lo confirmó, explayándose, en primer término, sobre cómo se computa el plazo de
prescripción de tres meses del art. 4041 del Código Civil, aspecto éste que era dirimente para la
resolución del caso y en el cual se centraban los agravios. Empero, el fallo no se detuvo en ello, ya
que mediante consideraciones vertidas a mayor abundamiento se advirtió que en rigor no se había
promovido ninguna de las acciones específicas a las que da lugar la garantía redhibitoria, sino “…
una suerte de acción indemnizatoria por incumplimiento contractual, con invocación –y
fundamento- en los vicios ocultos del inmueble.” Ello llevó al tribunal a formularse el interrogante
al que antes aludiéramos y a anticipar que la respuesta “es compleja y dudosa”. Pero no obstante
ello, tras compulsar nutrida doctrina y jurisprudencia -que naturalmente se cita en el fallo-, se
inclinó por la respuesta afirmativa. Se dijo, además, que una de las consecuencias de esta
conclusión es que la prescripción es la decenal del art. 4023 del Código Civil, por lo que en el caso
la acción de incumplimiento no se encontraba ni remotamente prescripta.

Unos años más tarde esta Sala debió entender en un caso análogo, ya que también se trataba de
un inmueble que presentaba vicios ocultos, aunque también aparecían involucradas otras
temáticas de singular interés que fueron abordados por esta alzada y luego por la Excma. Suprema
Corte Provincial, tales como la distinción entre la locación de obra y la compraventa –ya que en el
caso se trataba de adquirentes originarios que habían adquirido el inmueble a una cooperativa
que construyó la vivienda- la compatibilidad del “acto cooperativo” con el régimen general del
Código Civil y con la Ley de Defensa del Consumidor, etcétera (esta Sala, causa n° 51649,
“Auguste”, del 21.05.08., primer voto de la estimada ex colega Dra. Leticia Fortunato de Serradell
al que presté mi adhesión). En lo que aquí interesa, el fallo recogió la doctrina sentada por la Sala
II en la causa “Roitero” y arribó a conclusiones análogas, ya que se puso de resalto que no se había
promovido una acción redhibitoria ni “quanti minoris” sino un resarcimiento de daños y perjuicios
por incumplimiento en la obligación de entregar la cosa en debida forma o en condiciones que la
hagan apta para su destino. Y, nuevamente, se dijo que en estos casos el plazo de prescripción es
el decenal del art. 4023 del Código Civil.

Entre la nutrida doctrina y jurisprudencia citadas en las dos causas de esta Cámara mencionadas
precedentemente se destaca un fallo de la Cámara Nacional Civil que fue parcialmente trascripto
en ambos fallos, y yo me permitiré hacer lo propio en honor a su profundidad y a su claridad
expositiva (CNCiv., Sala E, “Semino de Médici, Mabel A. c/ Bulneco S.A. y otro”, LL 1986-E-483,
primer voto del Dr. Dupuis):

“Entre las obligaciones impuestas por la ley al vendedor se encuentran la de garantizar al


comprador por los vicios redhibitorios de la cosa. Así lo expresa el art. 1414 del Cód. Civil cuando
señala que "debe también responder de los vicios redhibitorios". Y el art. 2174 concede al
comprador la acción redhibitoria, que tiene por fin dejar sin efecto el contrato, volviendo la cosa al
vendedor, quien la restituirá al precio pagado, o la llamada "quanti minoris" o "estimatoria", cuya
finalidad consiste en sufrir una disminución del precio proporcional al menor valor de la cosa.
Además, en la hipótesis contemplada en el art. 2176 se prevé la acción por daños y perjuicios. No
obstante, al fijar el régimen de la compraventa nada dice el codificador sobre la posibilidad de
reclamar, en lugar de la devolución de una parte del precio, que el vendedor se encargue de la
reparación de la cosa, cuando ello es posible.”

“En general, nuestros tratadistas no se han planteado la cuestión, aunque la doctrina francesa,
forjada en base a previsiones legales análogas a las de nuestro Código -aunque con alguna
discrepancia- se ha pronunciado en sentido afirmativo. (…)”.

(…)

“A mi modo de ver, la circunstancia de que el art. 2174 del Cód. Civil prevea únicamente dos
acciones la redhibitoria y la "quanti minoris" o de disminución de precio, no importa negar al
comprador la posibilidad de exigir el exacto cumplimiento de la obligación asumida por el
vendedor, cuando una vez entregada la cosa prometida, surgen defectos que estaban ocultos y
que la hacen impropia para su uso o disminuya considerablemente su utilidad para el comprador,
siempre -claro está- que no medie culpa de su parte o que empleando la razonable diligencia para
ese negocio la hubiera podido advertir, supuesto en el cual media renuncia tácita a cualquier
reclamo, salvo pacto en contrario.”

“Es que el vendedor está obligado a entregar exactamente la cosa vendida, con sus dependencias
y accesorios, conforme lo entendieron las partes al celebrar el contrato (arts. 1197, 1198, 1323,
1409, 1426 y concs., Cód. Civil). Y si no lo hace, incurre en incumplimiento que autoriza al
comprador a solicitar el cumplimiento o pedir la resolución, con más los daños y perjuicios,
pudiéndose negar -incluso- a pagar el precio (ver art. 1426). El cumplimiento defectuoso, queda
asimilado al incumplimiento total (conf. LLambías, "Tratados de derecho civil. Obligaciones", t. I,
núm. 100; Busso, "Código Civil comentado", t. III, p. 240, núm. 13 y p. 287, núm. 77 y sigts.; Borda,
"Obligaciones", núm. 68, p. 50, etc.). Por tanto, si antes de entregada la cosa al comprador está
autorizado a reclamar lo prometido, en la forma estipulada, el solo hecho de su entrega no
exonera al vendedor de la obligación asumida, impidiendo al comprador, ante la aparición de un
defecto oculto, la posibilidad de exigir que sea reparado, en la hipótesis de ser ello posible y
siempre -claro está- que los gastos que ello demande tengan una adecuada proporción con el
valor de la cosa.”

“Son aplicables los principios generales de las obligaciones y los contratos (en especial, arts. 505,
1197, 1198), que a mi juicio no se ven derogados por las normas de la compraventa que
únicamente tienen por fin concederle al comprador una mayor tutela, permitiéndole la resolución
del contrato o una disminución del precio abonado, con independencia de la culpa en que se
pudiera encontrar incurso el vendedor.”

“Hay en el fondo una razón de moral, de buena fe, de probidad y de equidad impuesta por la
interdependencia de las prestaciones del vendedor y el comprador, la que impone aquel que se
obligue a hacer tener útilmente la cosa para el comprador, el deber de responder por sus defectos
ocultos, que la hagan impropia para su uso, o que disminuyan considerablemente su idoneidad o
utilidad para el comprador (Rezzónico, obra y tomos cits., p. 230). Estas garantías constituyen, en
verdad, no otra cosa, que un remedio específico que derivan de los principios generales, en virtud
de los cuales el acreedor está facultado a pedir el cumplimiento exacto de la obligación, a salvo -
lógicamente- la hipótesis en que ello no fuera posible u opte por el ejercicio de otra acción. Una
aplicación concreta de un principio, no puede negar el principio mismo.”

“Por lo expuesto, estimo admisible la reparación es especie o cumplimiento específico de la


obligación, sin perjuicio de las otras acciones contempladas.”

“Debo destacar que, si como en el caso, el comprador pretende que se le repare la cosa y, en
subsidio, se condene al accionado a pagar los daños y perjuicios, que en gran medida equivalen al
valor de esa reparación y en la otra al lucro cesante (privación del uso del inmueble), pese a la
imprecisión conceptual y, en alguna medida, equivocada fundamentación jurídica, ningún
obstáculo había en que "iuria curia novit", el juez determine la norma jurídica que rige el caso,
porque como dice Chiovenda, "son los hechos los que en realidad determinan la norma que rige la
relación jurídica. Un mismo hecho puede caer bajo distintas normas, y entonces se trata de ver
cuál de ellas es aplicable al caso concreto" ("Principii", ps. 63 y 281 y sigts., 3ª ed.). Y en el caso, el
a quo hizo el encuadre jurídico al considerar que se estaba en presencia de vicios redhibitorios. No
obstante desestimó la pretensión, fundándose en que el actor demandó por cumplimiento,
aunque a su juicio no era ésa la hipótesis que surgía de los hechos relatados. De haber sido
consecuente con su postura inicial, nada impedía entonces que considerara la posibilidad de la
reparación en especie, y al no considerarla viable, la condena a abonar una suma de dinero
equivalente al costo de la reparación, como, en parte, se reclamó. En un caso que tiene analogía
con el de autos, en lo relativo a la pretensión subsidiaria, la sala D de este tribunal, con voto del
doctor Cichero, consideró viable la acción, luego de encuadrar los hechos dentro del supuesto de
vicios ocultos (Rev. LA LEY, t. 99, p. 185).”
“Es más, siempre en lo relativo a la pretensión subsidiaria, lo pedido por el actor y que él llamó
"daños y perjuicios" en gran medida coincidía con lo que concede la acción "quanti minoris",
aunque en concepto de disminución del precio, pues la desvalorización de la cosa afectada por
vicios redhibitorios, se aprecia en función del costo de los trabajos que deban realizarse para
subsanar el vicio o defecto (CNCiv., sala F, E.D., t. 86, p. 561 -Rep. LA LEY, t. XL, J-Z, p. 2566, núm.
8-).”

Continuando con esta secuencia jurisprudencial, un hito muy importante estuvo dado por el
dictado de un fallo de la Excma. S.C.B.A., que como es sabido reviste el valor de doctrina legal para
los tribunales inferiores (C. 99.164, “Smietniansky”, del 09.06.2010; arts. 161 inc. 3 ap. a) de la
Const. Prov., art. 278 y sig. del C.P.C.C.).

En rigor se trataba de un caso en el cual se había ejercido la acción estimatoria o “quanti minoris”,
es decir, una de las acciones propias de la garantía redhibitoria, y lo que resolvió la Corte –
revocando en ese aspecto el decisorio recurrido- es que en ese caso no procede la indemnización
del daño moral por expresa aplicación del art. 2176 del Código Civil.

Ahora bien, no obstante que el tema a decidir en ese caso se circunscribía a lo ya señalado, es lo
cierto que en el voto del Dr. Pettigiani –que conformó la mayoría- se recurrió a una batería de
argumentos, algunos de los cuales guardan relación con el tema específico que nos ocupa, por lo
que nuevamente me permitiré transcribir los párrafos pertinentes:

“Tanto la doctrina como la jurisprudencia han reiteradamente afirmado que los efectos que en
materia de compraventa genera la responsabilidad por vicios redhibitorios se exteriorizan en la
posibilidad de encausar tres acciones básicas, a saber: a) la redhibitoria, b) la estimatoria, y c) la de
daños y perjuicios (que es complemento de la resolutoria para el supuesto de mala fe del
vendedor), a las cuales se suelen agregar -no unánimemente- otras dos acciones: d) la de
reparación de la cosa, sea por el deudor o por terceros, y e) la de cumplimiento del contrato
(como variante de la anterior) (conf. Stiglitz, Rubén; "Contratos. Teoría General", Depalma, Buenos
Aires, 1993, Tomo II, págs. 420/421).”

“Con ello, la acción estimatoria constituye un instituto específico de esta materia, permitiendo al
adquirente perjudicado reclamar al enajenante una disminución del precio de la venta, en
proporción al deterioro de la cosa como consecuencia de los vicios ocultos en ella detectados.
Para su procedencia no se exige que los vicios hagan a la cosa impropia para su destino, sino sólo
que el adquirente demuestre que el defecto tiene relevancia suficiente como para haberlo
inducido a pagar un precio menor, si lo hubiere conocido.”

“No se encuentra dirigida a resolver el vínculo contractual (pretensión a la que es posible


agregarle la reclamación por los daños y perjuicios ocasionados por dicha ruptura -art. 2176 del
Código Civil-), ni se encuentra dirigida a exigir el estricto cumplimiento de lo pactado por los
cocontratantes (pretensión a la que la doctrina que la considera viable, por aplicación de los
principios generales en la materia, permite su acumulación con la indemnizatoria de los daños y
perjuicios padecidos -conf. Casas de Chamorro Vanasco, María L.; "Una correcta aplicación de la
garantía por vicios redhibitorios", "La Ley", 2006-A-780-)” (el destacado me pertenece).

Por último, y como ya fuera anticipado, el Superior Tribunal de nuestra provincia también falló en
el caso que previamente había tramitado ante esta Sala, pues contra el mismo la Cooperativa
demandada dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que se reeditaron varias
de las cuestiones abordadas en esta sede (C. 104.744, “Auguste”, del 26.06.13.).

Cabe recordar que en dicho precedente, y a diferencia del anterior caso resuelto por la Excma.
S.C.B.A. (C. 99.164, “Smietniansky”, del 09.06.2010), era dirimente dar respuesta al interrogante al
que nos venimos refiriendo, ya que los actores no habían deducido ninguna de las dos acciones
propias de la garantía redhibitoria sino una acción de indemnización de daños y perjuicios.

En lo que aquí interesa el Dr. Hitters –que fue quien votó en primer término- dijo lo siguiente:

“El restante agravio, que atañe a la denunciada violación de los arts. 2166, 2174, 2175, 2176 y
4023 del Código Civil tampoco es de recibo.”

“Atribuye tal infracción al a quo en tanto resolvió -con cita de doctrina autoral- que "los efectos
que en materia de compraventa genera la responsabilidad por vicios redhibitorios se materializan
en el nacimiento de tres acciones básicas, a saber: a) la redhibitoria, b) la estimatoria y c) la de
daños y perjuicios (que es complemento de la resolutoria para el supuesto de culpa o de mala fe
del vendedor), a las cuales agrega dos más cuya fundabilidad resulta discutida por los autores: d)
la de reparación de la cosa, e) la de cumplimiento de contrato" (fs. 343 y vta.). Sobre esa base,
concluyó el sentenciante que "es lo cierto que no se dedujo una acción redhibitoria ni quanti
minoris sino un resarcimiento de daños y perjuicios por incumplimiento de entregar la cosa en
debida forma o en condiciones que la hagan apta para el destino que tiene la misma ... Se trata sin
duda alguna de una acción distinta de las que regula el art. 2174 del Código Civil" (fs. 345 vta.).”

“Afirma el recurrente que lo así decidido importa infracción al art. 2174 del Código Civil y demás
normas antes transcriptas, pues "de la simple lectura de las disposiciones citadas surge que el
Código Civil, en materia de contrato de compraventa, ha creado un sistema cerrado que sólo
admite el ejercicio de dos acciones, en el supuesto de vicios redhibitorios: 1) la acción redhibitoria
para dejar sin efecto la venta o 2) la acción 'quanti minoris' para reducir el precio" (fs. 362).”

“Ahora bien, también en torno al tópico este Tribunal ha sentado doctrina legal en tono
coincidente con la resolución en crisis.” (el destacado me pertenece).

“En efecto. En C. 99.164 (sent. del 9-VI-2010, y en una conformación del Tribunal que no integré),
esta Suprema Corte dejó en claro a partir del voto del doctor Pettigiani (al que adhirieron los
doctores de Lázzari, Negri, Genoud y Soria) que "los efectos que en materia de compraventa
genera la responsabilidad por vicios redhibitorios se exteriorizan en la posibilidad de encausar tres
acciones básicas, a saber: a) la redhibitoria, b) la estimatoria, y c) la de daños y perjuicios (que es
complemento de la resolutoria para el supuesto de mala fe del vendedor), a las cuales se suelen
agregar -no unánimemente- otras dos acciones: d) la de reparación de la cosa, sea por el deudor o
por terceros, y e) la de cumplimiento del contrato (como variante de la anterior)".

“Esta circunstancia sella la suerte adversa del embate, en tanto no encuentro en la pieza recursiva
argumentos eficaces para modificar la interpretación que sobre el tópico ha realizado este
Tribunal de casación.”

El fallo culmina con el voto del Dr. Soria, quien se pronuncia en el mismo sentido que el Dr. Hitters
pero por sus propios fundamentos, aunque en la parcela que especialmente nos interesa también
remite a la doctrina legal ya sentada en la causa 99.164.

Todo lo dicho permite concluir que si bien el tema puede haber sido debatido, la jurisprudencia
local y especialmente la de la Corte provincial –que tiene el valor de doctrina legal- admite que
ante la constatación de vicios ocultos no solo se promuevan las acciones propias de la garantía por
vicios redhibitorios sino también –y en lo que aquí interesa- una acción de indemnización por los
daños y perjuicios sufridos.

También surge de algunos de los fallos citados que si el actor opta por esta vía alternativa la
prescripción no es la trimestral sentada en el art. 4041 del Código Civil sino la decenal establecida
en el art. 4023 del mismo Código.

En el sub-lite cabe efectuar un razonamiento análogo ya que, habiendo quedado firme que la
relación es de naturaleza comercial, el plazo de prescripción no es el semestral establecido en el
art. 473 del Código de Comercio sino el decenal previsto en el art. 846 del mismo Código. Esto, a
su vez, nos permite concluir que la prescripción no se encontraba ni remotamente operada si
tenemos en cuenta que la permuta se celebró el 12.01.2012 y la demanda se promovió el
20.03.2013, lo que torna innecesaria toda consideración acerca del comienzo del cómputo de la
prescripción –que naturalmente podría ser posterior a la celebración de la permuta, tal como el
propio demandado lo admite-, los efectos suspensivos de la carta documento enviada por el actor
y de la solicitud de mediación, etcétera. Por los mismos motivos deviene abstracto el agravio
subsidiariamente planteado por el actor, ya que el mismo sólo hubiera mantenido virtualidad si –al
igual que la anterior sentenciante- hubiésemos considerado aplicable al caso el plazo de
prescripción semestral establecido en el art. 473 del Código de Comercio.

c) Despejado lo anterior, entiendo que la demanda debe prosperar.

En efecto, conforme surge de lo antes dicho, el vendedor está obligado a entregar exactamente la
cosa vendida, con sus dependencias y accesorios, conforme lo entendieron las partes al celebrar el
contrato (arts. 207, 450, 451 y conc. del Código de Comercio, arts. 1197, 1198, 1323, 1409, 1426 y
conc., Cód. Civil). Y si no lo hace incurre en incumplimiento que autoriza al comprador a solicitar el
cumplimiento o pedir la resolución, con más los daños y perjuicios, pudiéndose negar -incluso- a
pagar el precio (art. 1426 del Código Civil). Ello -claro está- siempre que no medie culpa de parte
del adquirente o que empleando la razonable diligencia para ese negocio la hubiera podido
advertir, supuesto en el cual media renuncia tácita a cualquier reclamo, salvo pacto en contrario
(CNCiv., Sala E, “Semino de Médici, Mabel A. c/ Bulneco S.A. y otro”, LL 1986-E-483).

En el caso de autos el accionado no cuestiona que al tiempo del examen del vehículo en “Uczudum
S.A.” (17.05.2012) éste ya tenía los defectos de seguridad que se denuncian en la demanda
(contestación de demanda, fs. 111vta., primer párrafo).
Abro un paréntesis para señalar que el accionado sí cuestiona quién llevó el automóvil a la
concesionaria oficial para que se le efectuara tal revisión, pero más allá de la solidez y claridad de
sus argumentos entiendo que son circunstancias intrascendentes para la solución de la litis.

Volviendo a lo que venía diciendo y a un aspecto que sí es trascendente, el accionado afirma en su


contestación de demanda que no le consta cuándo se provocaron los daños al automóvil, es decir,
si lo fue antes de que su parte adquiriera el vehículo o después de que lo entregara el actor (fs.
111vta.). Sin embargo, ello ha quedado totalmente esclarecido con la contestación del tercero Sr.
Salvador Ramón Urga (fs. 149/151), que fue el titular registral del vehículo entre el 05.07.2010 al
05.10.2011, quien explica en detalle cómo ocurrió el accidente que determinó la activación de los
“air bags”, avalándolo además con distinta documentación cuya autenticidad no ha sido
cuestionada.

En otro orden, y adentrándome en un aspecto que también es planteado por el accionado al


contestar demanda –y que debe ser considerado no ya por aplicación del art. 2170 del Código Civil
sino por los principios generales de la responsabilidad civil antes expuestos-, entiendo que no ha
mediado culpa por parte del adquirente por no advertir los defectos ocultos de la cosa.

En efecto, si bien no está cuestionado que el actor se dedica desde hace muchos años a la
intermediación en las compraventas de automotores, él explica en la demanda que ni él ni su
mecánico de confianza podían determinar el origen del “ruido” que escuchaban, por lo cual hubo
que “desarmar” el automotor y puntualmente el tablero (fs. 67vta.). Esto se ve avalado por la
constatación notarial y las fotografías adjuntas (fs. 13/15 y 25/33), de donde surge que para
constatar la ausencia de los air bags y del sistema de seguridad en general hubo que desarmar el
volante y el tablero. A ello se suma que se colocaron pedazos de goma espuma negra en el tablero
para ocultar las luces que alertaban sobre la falla en el sistema de seguridad.

Las máximas de la experiencia, que integran la sana crítica (doctr. art. 384 del C.P.C.C.), nos indican
que es frecuente que los intermediarios de autos usados efectúen una revisión de los vehículos
que toman en parte de pago o adquieren para su reventa. Sin embargo, no es habitual que se
proceda a “desarmar” el vehículo, dado el tiempo que ello insume y sus consecuentes costos,
máxime para detectar eventuales fallas que por su trascendencia son detectadas por el propio
sistema instalado en el automotor y de las cuales se toma conocimiento a través de las múltiples
“luces de alerta” que se encienden en el tablero de todos los automóviles modernos bien
equipados.
Queda claro, entonces, que alguna persona inescrupulosa –que aún no se sabe quién es- reparó el
auto chocado para poder colocarlo nuevamente en el mercado, pero omitió reemplazar el sistema
de seguridad que necesariamente debía ser reemplazado tras el estallido del air bag, seguramente
con la intención de no afrontar sus importantes costos. Y para perpetrar esa estafa llegó al
extremo de colocar pedazos de goma espuma negra en el tablero, por lo que no era dable exigirle
al actor una diligencia tan extrema que lo lleve a advertir maniobras de tal naturaleza.

d) Cabe abordar ahora la cuestión atinente a la procedencia y en su caso cuantificación de los


rubros resarcitorios reclamados.

i. En virtud de todo lo dicho hasta aquí no es dudoso que debe prosperar el reclamo de daño
material por la suma de $ 33.266,61, monto que, según se desprende de la documental obrante a
fs. 22 –presupuesto emitido por “Uzcudun S.A.F.I.M.”-, resultaría necesario para reparar el
automóvil.

En cambio no han de integrar el monto de condena los gastos afrontados por el actor con motivo
de la constatación notarial, ya que ellos integran el concepto de costas (doctr. art. 77 del C.P.C.C.)
y como tales habrán de ser incluidos en la liquidación que en su momento se practique.

No soslayo que a fs. 137/138 el demandado denunció como hecho nuevo la enajenación del
automóvil al Sr. Matías Manuel (rectius: Emanuel) González, quien figura como nuevo titular
registral a partir del 20.08.2013 (conforme informe de dominio de fs. 136), lo que a entender del
accionado podría tener incidencia en la existencia de los daños patrimoniales reclamados en la
demanda. Más aún, este hecho nuevo fue admitido a fs. 244 y en la misma resolución se amplió el
proveimiento de prueba relativa al mismo. Sin embargo la declaración testimonial del Sr. González
no se produjo por haber sido desistida por el propio accionado (fs. 267), y la contestación de oficio
de la AFIP (fs. 303/307), además de no ser de sencilla interpretación, no aporta datos que graviten
a favor del accionado, ya que de allí surge que el automóvil se habría vendido en un valor inferior
al de su valuación (esp. fs. 306). Por lo demás, aún si por hipótesis se hubiera demostrado que el
automóvil se hubiese vendido a un valor mayor al de su adquisición, lo cual es natural en las
compraventas comerciales (doctr. art. 8 inc. 1 y 2 del Código de Comercio derogado), cabría en
principio inferir que ello fue posible gracias a los arreglos efectuados por el actor, por lo cual
seguiría teniendo derecho a solicitar su reembolso.
Al monto por el cual prospera este rubro ($ 33.266,61) se le adicionarán los intereses que paga el
Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta días vigente en los distintos
períodos de aplicación, con la salvedad que de acuerdo al nuevo criterio sentado por el tribunal se
aplicará la mentada tasa en su variante de “tasa pasiva digital” (esta Sala, causa n° 60446, “Longo”,
del 18.02.16., voto del estimado colega Dr. Ricardo Bagú, con sus citas).

Los mismos se devengarán desde la fecha de la recepción de la carta documento (04.07.2012,


conf. fs. 92) hasta el efectivo pago (art. 509 2do. párrafo del Código Civil; esta Sala, causa n°
51649, “Auguste”, cit.).

ii. También reclama el actor la suma de $ 6068 en concepto de daño moral manifestando –en lo
medular- haberse sentido estafado en su buena fe y angustiado ante la dificultad económica que
le generó haber invertido la suma de $ 90.000 en un automóvil sin posibilidad alguna de ofrecerlo
en el mercado.

Sabido es que los arts. 1078 y 522 del Código Civil derogado –aplicable a este caso- se referían al
daño moral, y que estas normas eran de aplicación a las órbitas de la responsabilidad
extracontractual y contractual, respectivamente.

Ciñéndonos al ámbito contractual por ser el que en este caso nos ocupa, la Excma. Suprema Corte
Provincial tiene sentada una pacífica doctrina legal según la cual “En materia contractual –donde
resulta de aplicación el art. 522 del Código Civil- el resarcimiento del daño moral debe ser
interpretado con criterio restrictivo para no atender reclamos que respondan a una susceptibilidad
excesiva o que carezcan de significativa trascendencia jurídica quedando a cargo de quien lo
invoca la acreditación precisa del perjuicio que se alega haber sufrido. En tal sentido se requiere la
clara demostración de la existencia de una lesión de sentimientos, de afecciones o de tranquilidad
anímica que no pueden ni deben confundirse con las inquietudes propias y corrientes del mundo
de los pleitos o de los negocios (Ac. 39.185, sent. del 27-XII-1988 en "Acuerdos y Sentencias",
1988-IV-631; Ac. 40.197, sent. del 21-II-1989 en "Acuerdos y Sentencias", 1989-I-149; Ac. 46.042,
sent. del 23-IV-1992 en "Acuerdos y Sentencias", 1992-I, 769; Ac. 57.527, sent. del 20-XI-1996; Ac.
58.441, sent. del 30-IX-1997; Ac. 73.965, sent. del 21-III-2001 en "D.J.B.A.", 160, 192) (C. 89.068
“Flores...” del 18.07.07., con sus citas; puede consultarse “in extenso” esta Sala en causas nº
53.580, “Carotti”, del 10.12.09. y n° 53789, “V.”, del 13.05.2010, entre muchas otras).
Sin perjuicio de lo anterior, esta Sala tiene reiteradamente dicho que las diferencias de régimen
que a primera vista parecerían desprenderse de la distinta redacción de los arts. 522 y 1078 del
Código Civil son más aparentes que reales, ya que la primera de esas normas no debe ser
interpretada en el sentido de otorgar al Juez facultades arbitrarias para conceder o no la
indemnización, de lo que se sigue que de comprobarse una lesión a un interés espiritual (ya sea
por prueba directa o por presunciones) el Juez deberá conceder la reparación del daño moral
(puede verse in extenso la causa de esta Sala n° 56681, “Armendano”, del 27.09.12., con sus citas,
en especial de la S.C.B.A.; ídem Vázquez Ferreyra, “Los presupuestos del deber de reparar”, La Ley
2012-C, 671).

Haciendo aplicación de dicho criterio esta Sala ha considerado procedente el daño moral
contractual en una innumerable cantidad de precedentes (vgr. causas n° 53.830, “Augelli”, del
24.02.11., en el que se reclamaba –entre otros conceptos- el daño moral por la privación de uso de
un inmueble destinado a vivienda; n° 56003, “Lalli”, del 30.03.12., con ilustrado primer voto de mi
estimada colega Dra. Lucrecia Comparato en el que se profundizan diversos aspectos del daño
moral contractual; n° 59.268, “Zampieri”, del 22.12.14.).

En un precedente muy cercano en el tiempo esta Sala denegó el daño moral contractual en un
supuesto que tenía aristas similares al presente, ya que se trataba de una demanda incoada por un
intermediario de autos usados a quien se le había ocultado que el auto entregado para su
comercialización se encontraba embargado (causa n° 60563, “Splendore”, del 22.03.16.). Para así
decidir se tuvo en cuenta que esa es una contingencia habitual para quien se dedica a dicha
actividad, a lo que se sumó que –contrariamente a lo que se había afirmado en la demanda- la
persona que compró ese automóvil embargado y tuvo que devolverlo por no poder efectuar la
transferencia a su nombre luego adquirió otro automóvil a la misma concesionaria, lo que echaba
por tierra el argumento de que se había llevado una pésima impresión del comerciante.

Sin embargo entiendo que en este caso la solución ha de ser distinta, ya que el automóvil no
estaba afectado por una medida cautelar sino que carecía de partes esenciales de su sistema de
seguridad, por lo que –más allá de que el actor no probó haberlo utilizado con su familia- si lo
hubiera comercializado se podría haber visto involucrado en una grave denuncia o reclamo
económico, que podría haber sido muy elevado en caso de producirse un siniestro. Desde esta
óptica es comprensible la angustia que refiere el actor, lo que torna procedente este reclamo, que
propongo al acuerdo fijar en $ 6000 en atención al monto estimado en la demanda que encuentro
razonable dadas las circunstancias del caso. El mismo estará sujeto al régimen de mora e intereses
previsto para el daño patrimonial.
e) Me referiré ahora a los efectos subjetivos del presente decisorio, cuestión que reviste
complejidad pues en este proceso se ha dado intervención a terceros y el automóvil que da origen
a esta litis pasó por distintos dueños, o intermediarios, o personas que de algún modo u otro –que
en algunos casos no está totalmente esclarecido- tuvieron cierta vinculación con el mismo. A
continuación procuraré efectuar un detalle temporal de estas circunstancias para luego sí
considerar los alcances subjetivos de la sentencia.

El primer titular registral del automóvil fue el Sr. Ángel Daniel Salvatori, quien revistió tal condición
desde el 18.06.2009 hasta el 05.07.2010 (fs. 101vta.). Recordemos que Salvatori fue citado como
tercero por el demandado Di Giorgio (fs. 114) pero luego el propio accionado desistió de su
citación (fs. 201). Si bien ese desistimiento se basó en las dificultades para concretar la
notificación, es lo cierto que para ese entonces ya constaba en el proceso la presentación del
segundo titular registral Sr. Salvador Ramón Urga, que fue quien admitió haber sufrido el siniestro
que produjo la activación del sistema de seguridad (fs. 149/151), por lo cual ya no tenía sentido
integrar la litis con Salvatori.

Como acabamos de ver, el segundo titular registral del automóvil fue el Sr. Salvador Ramón Urga,
quien revistió esa condición desde el 05.07.2010 hasta el 05.10.2011 (fs. 101vta.). Esta persona
también fue citada como tercero por el accionado (fs. 114) y compareció a fs. 149/151, admitiendo
haber sufrido un siniestro el día 22.12.2010 y denunciando haber vendido los restos del automotor
a “Polo Autos S.R.L.” el día 15.03.2011 (conf. fs. 143 y 150).

Otro dato que surge del expediente es que el día 05.07.2011 –es decir, cuanto el automóvil aún
estaba registrado a nombre del Sr. Salvador Urga pero ya había sido vendido por éste a “Polo
Autos S.R.L.”- se dio de alta una cobertura de seguro a nombre del Sr. Antonio Chena Pérez
(respuesta de “Federación Patronal Seguros S.A.” de fs. 290), sin que existan más detalles acerca
de qué relación tuvo esa persona con el automóvil.

Con posterioridad el automóvil fue adquirido por el Sr. Gustavo Raúl Di Giorgio (demandado en
autos), quien fue su tercer titular registral desde el 05.10.2011 hasta el 24.08.2012 (fs. 102). El
demandado refiere en su contestación que adquirió el vehículo el día 16.09.2011 en la agencia
“Gama”, aunque aclara que extravió el boleto de compraventa pero se le requeriría a esa firma
por oficio (fs. 110). Sin embargo el Sr. Di Giorgio también solicitó la citación como tercero de la
mentada agencia (fs. 113vta.), quien se presentó a fs. 219/226, explicando que el automóvil en
cuestión habría sido entregado en la agencia el día 29.08.2011 por el Sr. Ramón Casanovas
(conforme “boleto de compraventa” de fs. 218, que junto con el “boleto de compraventa” de fs.
217 permiten apreciar que en la misma fecha -29.08.2011.- se habría producido una permuta
entre Di Giorgio y Casanovas haciendo la agencia las veces de intermediaria en la misma). A su vez
“Gama” solicitó la citación como tercero de Casanovas (fs. 225/vta.) aunque ello no fue proveído.

A partir de allí ya es historia conocida, pues el día 12.01.12. el Sr. Di Giorgio entregó el automóvil
en parte de pago en la concesionaria del actor.

La reseña que antecede deja en claro que se puede saber con cierta dosis de certeza que el Sr.
Urga vendió los restos del automóvil a “Polo Autos S.R.L.” y que “Gama Multimarcas” habría
recibido el auto de un tal Ramón Casanovas. Sin embargo, ni “Polo Autos S.R.L.” ni Ramón
Casanovas tuvieron intervención en el proceso, ni se sabe cómo llegó el auto al “dominio” –no
registrado- de éste último.

Ello me lleva a concluir que la responsabilidad última sólo podría ser determinada en un proceso
en el cual tomen intervención todas las personas que han sido mencionadas precedentemente –
con excepción del primer titular registral Sr. Salvatori, a quien en principio la cuestión resultaría
totalmente ajena- y las eventuales otras personas cuya intervención se requiera, tal como fue
sucediendo en el sub-lite, donde –como quedara dicho- el demandado pidió la citación de tres
terceros, y a su vez uno de ellos (“Gama Multimarcas”) pidió la citación de otro tercero (Ramón
Casanovas).

Pero lo cierto es que en este caso sólo se ha concretado la citación como terceros del Sr. Salvador
Ramón Urga (fs. 149/151) y de “Gama Multimarcas” (fs. 219/226) por lo que naturalmente es sólo
en relación a ellos –y no a otros terceros que no han sido citados- que corresponde peguntarnos
acerca de cómo los afectará la presente sentencia (doctr. arts. 18 CN y 15 Const. Prov.).

A fin de dar respuesta a ese interrogante, es dable tener presente que el accionado solicitó el
emplazamiento de los terceros en los términos del art. 94 del C.P.C.C. y así fue dispuesta su
citación (fs. 113vta./114, 117 y 121).

El art. 94 del C.P.C.C. regula la denominada "intervención obligada" de terceros, cuya nota
diferenciadora respecto a la “intervención voluntaria” es que la comparecencia al proceso no se
produce por una iniciativa espontánea del tercero, sino que es provocada por una de las partes
(Viano Carlomagno, María M. - Césari, Fernando J., "Efectos de la citación de terceros a partir de la
sanción de la ley 25.488", J.A., 2002-II, fascículo nº 8., pág. 49, citas 9 y 10; Fenochietto, Carlos
Eduardo - Arazi, Roland, "Código...", tomo I, págs. 374 y 383; esta Cámara, Sala II, causa nº 45.661,
“Marcos”, del 06.05.03).

Siendo pues que en estos casos son las propias partes quienes deben instar la citación del tercero
“... a cuyo respecto consideraren que la controversia es común” (art. 94 del C.P.C.C.), el pedido de
citación debe ir avalado por una explicación del interés del citante y de por qué considera que
existe tal interés en común (esta Cámara, Sala II, causa nº 49.587, “Miguelena”, del 20.06.06.;
Sosa, Toribio E., “Terceros en el proceso civil”, La Ley, pág. 80).

En el caso de autos, si bien la demandada fue muy clara al brindar su propio relato de los hechos,
plantear distintas hipótesis sobre lo que pudo haber ocurrido con el automóvil, calificar el negocio
jurídico que la vinculó con el actor, explicar que a su entender el reclamo era por “vicios
redhibitorios” y oponer la prescripción relativa al mismo, etcétera, es lo cierto que al pedir la
citación como terceros de los dos anteriores titulares registrales y de “Gama Multimarcas” (fs.
113vta./114) no explicó concretamente qué pretendía con esa citación, limitándose a señalar –en
otro pasaje- que contra todos ellos el actor debería redirigir o codirigir su pretensión (fs. 112,
segundo párrafo in fine).

Ahora bien, es lo cierto que el actor en ningún momento manifestó su intención de redirigir o
codirigir su pretensión contra los terceros, limitándose a efectuar el reclamo a su co-contratante. Y
el demandado, por su parte, no propuso una pretensión propia contra los terceros, ya que, como
acabamos de ver, dejó la decisión en manos del actor.

Así las cosas, si bien en otras ocasiones he defendido enfáticamente la posibilidad de condenar a
un tercero cuando el fin perseguido con su citación es claro y su condena es de utilidad para el
proceso, por considerar además que ello encuentra sustento en el art. 96 del C.P.C.C. (causa n°
53467, “Rubino”, del 14.10.2009), entiendo que en este caso no cabe considerar la posibilidad de
hacerles extensiva la condena pues al citarlos no se formuló una pretensión expresa en tal sentido.

Abonando lo expuesto, debemos tener presente que la citación de un tercero puede obedecer a
múltiples circunstancias, y el caso típico es el de la existencia de una acción regresiva con la
finalidad de evitar que el tercero pueda alegar que la derrota fue consecuencia de la deficiente
defensa (Fenochietto, Carlos Eduardo - Arazi, Roland, "Código...", cit., tomo I, pág. 385), lo que
corrobora que la citación de terceros al proceso no lo es siempre a los fines de evaluar en ese
mismo proceso la posibilidad de su condena.
Por todo lo expuesto, concluyo que en este proceso no cabe emitir juicio sobre la responsabilidad
de los terceros citados.

f) Para concluir, a lo largo de este voto ha quedado en claro que el actor fue víctima del obrar
inescrupuloso de alguna persona que con la finalidad de obtener un lucro mal habido puso en
riesgo la integridad o la vida de otras personas, ya que no es difícil representarse lo que hubiera
ocurrido si el automóvil en cuestión hubiera sufrido algún siniestro.

Así las cosas, toda vez que los repertorios jurisprudenciales dan cuenta de muchos fallos dictados
por tribunales penales en los cuales se ha condenado a los enajenantes de automóviles por alterar
su kilometraje, entiendo que con mayor razón debe investigarse un hecho que es notoriamente
más grave.

Por lo tanto, propongo al acuerdo poner en conocimiento de los hechos a la Justicia Penal a través
de la notificación de la presente sentencia al Sr. Fiscal General Departamental.

Así lo voto.-

Los Señores Jueces Doctores Bagú y Comparato adhirieron por los mismos fundamentos al voto
precedente.-

A LA CUARTA CUESTION, el Señor Juez, Doctor LOUGE EMILIOZZI dijo:

Atento lo acordado al tratar las cuestiones anteriores, propongo al acuerdo:

I) Disponer que por Secretaría se proceda a la apertura del sobre de fs. 258 que contiene el pliego
de absolución de posiciones presentado por la actora, y se glose dicho pliego precediendo a la
presente sentencia.
II) Declarar desierto el recurso de apelación interpuesto a fs. 324 en lo referente a la condena en
costas.

III) Revocar la sentencia de primera instancia y hacer lugar a la demanda, condenando al accionado
Gustavo Raúl Di Giorgio a abonar al actor Mario Oscar Oses, en el término de diez días de
aprobada la liquidación que al efecto habrá de practicarse, la suma de $ 39.266,61 con más los
intereses que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta días vigente
en los distintos períodos de aplicación, en su variante de “tasa pasiva digital”, los que se
devengarán desde la fecha de la recepción de la carta documento (04.07.2012, conf. fs. 92) hasta
el efectivo pago.

IV) Con costas en ambas instancias al demandado (arts. 68 y 274 del C.P.C.C.), dejándose sin efecto
las regulaciones de honorarios practicadas en primera instancia (art. 274 del C.P.C.C.) y
difiriéndose dichas regulaciones para las oportunidades previstas en los arts. 51 y 31 de la ley
8904, lo que torna abstracta la apelación formulada a fs. 324 por el letrado de la demandada.

V) Poner en conocimiento de los hechos ventilados en la presente causa a la Justicia Penal a través
de la notificación de la presente a la Fiscalía General Departamental.

Así lo voto.

Los Señores Jueces Doctores Bagú y Comparato adhirieron por los mismos fundamentos al voto
precedente.

Con lo que terminó el acuerdo dictándose la siguiente

SENTENCIA

POR LO EXPUESTO, demás fundamentos del acuerdo y lo prescripto por los arts. 266 y 267 del
CPCC.; se Resuelve: I) Disponer que por Secretaría se proceda a la apertura del sobre de fs. 258
que contiene el pliego de absolución de posiciones presentado por la actora, y se glose dicho
pliego precediendo a la presente sentencia; II) Declarar desierto el recurso de apelación
interpuesto a fs. 324 en lo referente a la condena en costas; III) Revocar la sentencia de primera
instancia y hacer lugar a la demanda, condenando al accionado Gustavo Raúl Di Giorgio a abonar
al actor Mario Oscar Oses, en el término de diez días de aprobada la liquidación que al efecto
habrá de practicarse, la suma de $ 39.266,61 con más los intereses que paga el Banco de la
Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta días vigente en los distintos períodos de
aplicación, en su variante de “tasa pasiva digital”, los que se devengarán desde la fecha de la
recepción de la carta documento (04.07.2012, conf. fs. 92) hasta el efectivo pago; IV) Con costas
en ambas instancias al demandado (arts. 68 y 274 del C.P.C.C.), dejándose sin efecto las
regulaciones de honorarios practicadas en primera instancia (art. 274 del C.P.C.C.) y difiriéndose
dichas regulaciones para las oportunidades previstas en los arts. 51 y 31 de la ley 8904, lo que
torna en abstracta la apelación formulada a fs. 324 por el letrado de la demandada; V) Poner en
conocimiento de los hechos ventilados en la presente causa a la Justicia Penal a través de la
notificación de la presente a la Fiscalía General Departamental. Notifíquese y devuélvase

Fdo.: Esteban Louge Emiliozzi - Lucrecia Inés Comparato - Ricardo César Bagú

Citar: elDial.com - AA96FE

Publicado el 26/05/2016

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