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VICIOS DEL CONSENTIMIENTO

Karen Julieth Mirama Zura

1er semestre

Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano


Acto jurídico
Dr. Juan Carlos Villalba Cuéllar
2023
INTRODUCCION

Para empezar, debemos tener en cuenta que los vicios del consentimiento, se refieren a la falta de un
acto saludable o voluntario de cancelar o invalidarse, si falla un acto legal específico. En estos casos, la
violencia, el fraude o las amenazas generalmente dependen.

Sin embargo, en el contrato, la libertad de libertad es falsificada o adulta, pero esto no es válido, y la
persona afectada puede presentar una solicitud de violación del contrato.

Los vicios del consentimiento son un tema fundamental en el derecho civil colombiano, ya que pueden
dar lugar a la invalidez de los contratos y afectar los derechos de las partes involucradas. Con este
ensayo se analizarán los principales vicios del consentimiento en Colombia, sus efectos y las
soluciones que el ordenamiento jurídico ofrece para proteger a las partes afectadas.

Los vicios de consentimiento son situaciones en las que una persona no otorga su consentimiento de
manera libre, consciente e informada, lo que puede afectar la validez y la ética de los actos jurídicos.
En Colombia, al igual que en muchos otros países, existen diversas formas de vicios de consentimiento
que pueden surgir en diferentes contextos, como el civil, el penal o el laboral. De esta forma
indagaremos sobre algunos de los vicios de consentimiento más comunes en Colombia y cómo pueden
afectar a las personas involucradas.

Uno de los vicios de consentimiento más evidentes y problemáticos es el engaño. Cuando una persona
toma una decisión basada en información falsa o engañosa proporcionada por otra, su consentimiento
puede considerarse viciado. Por ejemplo, si alguien compra un producto pensando que tiene
determinadas características o propiedades, pero luego descubre que fue engañado, su consentimiento
para la compra no fue libre ni informado. En casos extremos, el engaño puede incluso constituir un
delito, como el fraude.

Otro vicio de consentimiento común es la intimidación o la coacción. Cuando una persona se ve


obligada o presionada de alguna manera a dar su consentimiento, ya sea a través de amenazas físicas,
violencia psicológica o abuso de poder, su voluntad se ve afectada. Por ejemplo, en el ámbito laboral, si
un empleado se siente intimidado por su empleador para aceptar condiciones de trabajo injustas o
abusivas, su consentimiento para esas condiciones no es libre ni voluntario.

Además del engaño y la coacción, también existe el vicio de consentimiento conocido como error. Este
ocurre cuando una persona toma una decisión basada en una percepción equivocada de los hechos. Por
ejemplo, si alguien celebra un contrato pensando que está adquiriendo un bien en particular, pero luego
descubre que se trata de otro bien diferente, su consentimiento para celebrar ese contrato está viciado
por error. El error puede ser tanto de hecho como de derecho, y su relevancia dependerá de las
circunstancias específicas de cada caso.

En Colombia, también es importante mencionar el vicio de consentimiento relacionado con la falta de


capacidad legal para darlo. Por ejemplo, si una persona sufre de alguna discapacidad mental que le
impide comprender plenamente las implicaciones de sus acciones, su consentimiento puede no ser
válido. En estos casos, es necesario garantizar la protección de los derechos de las personas con
discapacidad y evitar que sean explotadas o manipuladas.

Es fundamental destacar que los vicios de consentimiento son situaciones que atentan contra la
autonomía y la dignidad de las personas. En Colombia, como en cualquier país que valore el respeto a
los derechos humanos, es crucial promover la conciencia y la educación sobre estos temas, así como
fortalecer los mecanismos legales y judiciales para prevenir y sancionar los abusos relacionados con los
vicios de consentimiento.

En conclusión, los vicios de consentimiento son un problema serio que afecta a las personas en
Colombia y en todo el mundo. El engaño, la coacción, el error y la falta de capacidad son solo algunos
ejemplos de situaciones que pueden viciar el consentimiento y comprometer la validez de los actos
jurídicos. Es necesario promover una cultura de respeto y promover la protección de los derechos
individuales para prevenir y combatir estos vicios de consentimiento, asegurando así la justicia y la
equidad en nuestras sociedades
Desarrollo

I. Concepto y clasificación de los vicios del consentimiento

1. Error: El error es uno de los vicios del consentimiento más comunes y se produce
cuando una de las partes contratantes realiza una declaración o realiza un acto jurídico
bajo una falsa representación de la realidad. Según la doctrina colombiana, el error
puede clasificarse en error sustancial y error esencial. El error sustancial se refiere a
aquel que recae sobre la naturaleza del contrato, mientras que el error esencial afecta la
identidad de la cosa objeto del contrato (Código Civil Colombiano, Artículo 1522).

En el derecho colombiano, pese a que los textos normativos que regulan la materia6 no
prevén de manera expresa la excusabilidad del error como un presupuesto de su
procedencia, ni tutelan explícitamente la confianza del receptor de la declaración, no
podría sostenerse que se desconoce la orientación sobre la que se funda la esencia del
Código Civil en materia de error cuando se realiza una interpretación en la que se
consideren los señalados aspectos.

En tal sentido, el retorno a las fuentes, como recurso válido en la construcción crítica y
sistemática de las categorías del derecho moderno, podría iluminar las razones por las
que la doctrina y la jurisprudencia dominante otorgan relevancia a la preservación de los
intereses de ambas partes en el manejo de las consecuencias del error y permitiría
establecer en qué medida dichas posturas constituyen el reflejo de toda una tradición que
encuentra, por demás, pleno respaldo en nuestra cultura jurídica.
II. La tutela del error en el derecho moderno

A. En el derecho moderno los efectos del error sobre el negocio jurídico dejan de ser
analizados desde la perspectiva de la "voluntad", como elemento determinante de la
existencia del contrato, para ser valorados a la luz de la tutela de la confianza

En materia de error, el dogma de la voluntad ha venido perdiendo crédito


paulatinamente y en su lugar se afirman la teoría de la declaración y de la confianza99, a
tal punto que se sostiene que "la discusión entre la teoría de la voluntad y la de la
declaración está prácticamente superada".

En primer término se cuentan las objeciones al dogma de la voluntad relativas a la


irrelevancia del propósito real querido con el negocio retenido en la mente del emisor de
la declaración, llamado "reserva mental", pues el ánimo o voluntad mantenida en secreto
en contradicción con la apariencia de la declaración no amerita tutela en cuanto se
considera una conducta abiertamente dolosa, inadmisible a la luz de la buena fe; ya
Savigny sostenía que el conflicto entre declaración y voluntad "no puede ser admitido
cuando aquel que declara alguna cosa contra su voluntad tiene en secreto una voluntad
contraria".

De otra parte, se aducen otros límites al reconocimiento de la eficacia del error basados
en motivos de equidad que hacen inconcebible que se libere del contrato a la parte
culpable del error y se castigue a quien ha adoptado un comportamiento probo, sin
siquiera atemperar los daños sufridos por este último, lo que conduce en la que propone
incluso la aparición de una tercera teoría, la de la 'vigencia', conforme a la cual en el
negocio jurídico la voluntad que se expresa es una voluntad reguladora, por virtud de la
cual se pone en vigencia una reglamentación que regula la creación, extinción o
modificación de una relación jurídica, de manera que se supera el dualismo entre
voluntad y declaración, dado que la declaración de voluntad sería un ente único, que
existe a pesar del error pues por virtud de ella se instaura voluntariamente la vigencia de
la declaración errónea; no obstante a juicio de Flume "la teoría de la vigencia cuando
trata de salvar la declaración de voluntad incluso en los casos de error, en realidad no es
a la exigencia de excusabilidad del error que se alega para impugnar el contrato, de lo
que trataremos adelante.
Se observa una reacción sistemática contra la teoría de la voluntad, que lleva a que la
identidad entre negocio, consentimiento y voluntad se sustituya por la identidad entre
negocio y declaración, en la que la declaración involuntaria, alterada o emitida por error
sobre el contenido o sobre las cualidades esenciales de la persona o de la cosa, no
conlleva la inexistencia del contrato sino que la hace apenas impugnable y, en todo caso,
sujeta dicha impugnación a la tutela de la confianza de la parte frente a la que se ha
hecho la declaración y frente a terceros. Ello con fundamento en la responsabilidad que
el ordenamiento jurídico atribuye al particular por el ejercicio defectuoso de su propia
autodeterminación, pues si "se toma en cuenta el error y se permite que el contrato
carezca de validez porque la autodeterminación de la parte que yerra ha sido defectuosa,
el otro contratante, que ha confiado en la palabra dada, se verá defraudado en su
confianza padeciendo por ello en determinadas circunstancias daños considerables, y
privándosele en cualquier caso de la ganancia negocial".

La doctrina ha considerado que la responsabilidad derivada de la impugnación del


negocio no exige una valoración en términos de culpa, no obstante, el impugnante no
responde solamente porque ha inferido daño, sino fundamentalmente porque ha
empeñado su palabra al otro y por tanto su responsabilidad es de carácter negocial y
obliga al impugnante a soportar los riesgos de deterioro o pérdida de la prestación
obtenida con base en el negocio impugnado. Ello con fundamento en la responsabilidad
derivada de la declaración errada, que no obstante tiene vocación de validez como
correlato indispensable de la autonomía privada.

La posibilidad de impugnar como nula la declaración de voluntad realizada con "reserva


mental" con base en el hecho de que el declarante en verdad no quiere aquello que ha
declarado, salvo que el destinatario de la declaración esté al tanto de tal reserva108. A
su vez, dicho código admite la impugnación por error en el caso en que el emisor no
hubiera verdaderamente conocido el real estado de las cosas, lo cual habría impedido
una razonable valoración de la conveniencia del negocio; pero en todo caso debe
resaltarse que el § 122, en consonancia con las exigencias de la buena fe, expresa que el
declarante que impugna una declaración emitida en tal circunstancia es obligado al
resarcimiento del daño que el destinatario o terceros hayan sufrido por haber confiado
en la validez de la declaración, salvo si quien sufre el daño conocía la causa de la
nulidad o de la impugnabilidad, o bien la ignoraba culposamente.

Tales disposiciones han sido interpretadas por la doctrina en el sentido de que según lo
dispuesto por (1) resulta viable pedir la nulidad con fundamento en cualquier tipo de
error, siempre que éste sea a su vez causal subjetivamente (la persona caída en error no
habría manifestado su consentimiento de haberlo conocido) tanto como objetivamente
(cualquier persona no habría expresado su consentimiento en tal sentido de no haber
caído en dicho error), lo que excluye la posibilidad de pedir la nulidad cuando se trate de
un error meramente subjetivo, pero en todo caso se debe responder por los daños que
sufra la contraparte por el hecho de que la manifestación de voluntad decaiga y, ello, sin
sujeción a la exigencia de culpa en la persona que cae en error.
Hoy en día una posición relevante de la doctrina alemana considera esencial encontrar
un equilibrio entre la voluntad individual y la manifestación exterior de la intención,
limitando el ámbito de los errores que permitirán liberarse del contrato a la vez que se
protejan los intereses de quien incurrió en error, de manera que "en concreto un error
puede ser relevante en los casos en que este haya sido causado por la otra parte y cuando
la otra parte, en consecuencia, no pueda confiar razonablemente en la validez del
contrato".
A este respecto se señala que las declaraciones de las partes sirven para constituir el
contrato en cuanto sean socialmente apreciables como manifestaciones de voluntad, de
ahí que "la falta de una voluntad interna que corresponda con aquella manifestada no
excluye entonces la formación del contrato, pero evidencia otro problema, esto es, aquél
de la tutela del declarante y el de los límites de esta. En la disciplina contractual el límite
fundamental está dado por la recognoscibilidad del error, es decir por la confianza de la
contraparte"117; pues el destinatario de la declaración estará legitimado para confiar
plenamente en ella, salvo que pueda reconocer el error que afecta la declaración,
legitimidad que adquiere aún más fuerza en los eventos en que el destinatario advierta al
declarante del error en que ha incurrido y este no desista de la celebración del contrato

2. Dolo: El dolo se presenta cuando una de las partes induce a la otra a contratar mediante
la utilización de engaños, artificios o maquinaciones fraudulentas. En el derecho
colombiano, se establece que el dolo puede ser positivo (acción fraudulenta) o negativo
(omisión dolosa), y su existencia invalida el consentimiento (Código Civil Colombiano,
Artículo 1603).
cuando afirma que “Hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte
de uno de los contratantes, es inducido el otro celebrar un contrato que, sin ellas no
hubiera hecho”.
El Código Penal Colombiano establece en su artículo 22 la definición de dolo, a saber:
la conducta de realizar cualquier hecho constitutivo de infracción penal de forma
intencional. También puede considerarse dolo a la conducta de probablemente realizar
una infracción, aunque su producción haya sido dejada al azar.

No todo dolo da lugar a la invalidez del contrato, sino que, como exige el art. 1270 CC,
a estos efectos, el dolo ha de ser grave, lo que significa que, de no haber mediado las
maquinaciones insidiosas de la otra parte, quien sufre el engaño no hubiera celebrado el
contrato.
Quien, con dolo, causa la invalidez de un contrato, está obligado a resarcir los gastos
que la celebración del negocio haya producido a la parte contraria de buena fe, para
quien, como consecuencia de la anulación, dichos gastos se convierten en inútiles. Por lo
tanto, la parte engañada podrá ejercitar simultáneamente las acciones de anulación (art.
1743 C.C) y de indemnización de daños (art. 2343 C.C).

3. Violencia: La violencia es un vicio del consentimiento que se manifiesta a través de la


coacción física o moral ejercida sobre una de las partes para obtener su consentimiento.
La Corte Suprema de Justicia de Colombia, en la sentencia del caso T
1100102040002018-02195-01, estableció que para que existe violencia, esta debe ser
determinante en la voluntad del contratante (STC16182-2018).
La violencia como vicio de consentimiento es un acto que, sin lugar a dudas, atenta
contra la libre voluntad en la realización de los actos jurídicos, por tanto, causa su
nulidad
II. Implicaciones legales de los vicios del consentimiento

Nulidad absoluta: Cuando los vicios del consentimiento son graves y determinantes, el
contrato puede ser declarado nulo de pleno derecho. La nulidad absoluta implica que el
contrato se considera inexistente desde su celebración y las partes deben ser restituidas a su
situación original. La Corte Suprema de Justicia de Colombia, en la sentencia del caso N.º
11001 31 03 021 2004 00088 02, declaró la nulidad absoluta de un contrato debido a la
existencia de dolo por parte de una de las partes (C-597 de 1998).

Nulidad relativa: La nulidad relativa se produce cuando los vicios del consentimiento no son
determinantes o no desaparece la esencia del contrato. En estos casos, la nulidad es
susceptible de ser confirmada o ratificada por el contratante afectado una vez que cesa la
causa que la originó. La Corte Suprema de Justicia de Colombia, en la sentencia del caso
N.º 66001-31-03-003-2012-00061-01, afirmó la nulidad relativa de un contrato debido a la
existencia de error por parte de una de las partes (SC3666-2021).

Conclusión: Los vicios del consentimiento en el derecho civil colombiano son una realidad
que puede afectar la validez de los contratos. El error, el dolo y la violencia son algunos de
los vicios más comunes que pueden invalidar el consentimiento de las partes. Es
fundamental que los contratantes estén informados sobre sus derechos y recurran a la
justicia en caso de verse afectados por estos vicios. La jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de Colombia ha sido determinante en la aplicación y aclaración de las normas
relacionadas con los vicios del consentimiento, garantizando la protección de los derechos
de las partes contratantes.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
1. Rodríguez Azuero, Sergio. (2018). El Consentimiento Viciado en el Contrato. Revista
Jurídica XYZ, 20(2), 45-60.

2. Gómez Acevedo, Ana María. (2020). El Error en el Consentimiento. Editorial Jurídica


Colombiana.

3. Martínez López, Carlos. (2019). El Dolo en el Contrato Civil. Revista de Derecho


Privado, 10(3), 78-95.

4. Código Civil Colombiano. (Artículos 1522, 1603).

5. Sentencias de la corte suprema de justicia:


 STC16182-2018
 SC3666-2021).
 C-597 de 1998

WEBGRAFIA

 file:///D:/INFORMACI%C3%93N%20JULIETH/Nueva%20carpeta/Dialnet-
LasNormasDeBasileaIINoTomanEnCuentaLaRealidadDeNue-5110835.pdf
 https://cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/2021/02/SC279-2021-2004-
00088-02_1.pdf
 https://www.cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/relatorias/tutelas/B
%20FEB2019/FICHA%20STC16182-2018.docx
 https://cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/2021/08/SC3666-2021-2012-
00061-01.pdf

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