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Posgrado en

Epistemología e Historia de la Ciencia

CONCEPCIONES SEMÁNTICAS
DE LA CIENCIA

PABLO LORENZANO
pablo.lorenzano@gmail.com
http://plorenzano.wordpress.com
Filosofía de la ciencia

Ciencia: actividad o proceso o

resultado o producto.

La actividad científica produce a su vez


resultados de diversos tipos, en particular,
produce (y reproduce y transmite) un tipo
especial de saber (o saberes) que se supone
distinto al saber del sentido común.

Dicho saber (o saberes) es el resultado de una


práctica o actividad específica –a la luz de la
cual adquieren sentido el resto de las prácticas
científicas– que podemos denominar
conceptualización o, en sentido amplio,
interpretación o teorización.
Estudios metacientíficos o estudios sobre la
ciencia

Los estudios metacientíficos tienen a la ciencia


como objeto de estudio, reflexionan sobre la
ciencia; constituyen un saber de segundo orden
(un saber que tiene a otro saber por objeto, el
saber-objeto, formado en ese contexto por la
ciencia como saber de primer orden).

Cada uno de los aspectos de la actividad


científica abre una perspectiva desde la que se
puede estudiar dicha actividad. Hay al menos
siete aspectos diferentes de la actividad
científica objeto de reflexión metateórica: el
psicológico, el sociológico, el histórico, el
antropológico, el económico, el político y el
filosófico, que dan lugar, respectivamente, a
siete perspectivas distintas:
psicología de la ciencia,

sociología de la ciencia,

historia (o historiografía) de la ciencia,

antropología de la ciencia,

economía de la ciencia,

política de la ciencia, y

filosofía de la ciencia.
La teorización filosófica sobre la ciencia o
filosofía de la ciencia

Su denominación

“Philosophy of Science” (inglés)

“Wissenschaftstheorie”,
“Wissenschaftsphilosophie” (alemán)

“Epistémologie”, “Philosophie des sciences”


(francés)

“Metodología”, “Epistemología”, “Filosofía de


la ciencia” (España y países hispano-
americanos)
Su naturaleza y relación con otras disciplinas
metacientíficas

• Característica: la elaboración de esquemas


conceptuales interpretativos de carácter
filosófico –o, como habíamos dicho antes, la
teorización filosófica– con la finalidad de
entender a la ciencia.

• Es parte de la metaciencia pero también es


parte de la filosofía, aquella que precisamente
se encarga de analizar a la ciencia.
Análisis filosófico, análisis conceptual o
elucidación

Consiste en transformar un concepto dado más


o menos inexacto (el explicandum) en otro
nuevo exacto (el explicatum) o, más bien, en
reemplazar el primero por el segundo.
Conceptos

Haciéndonos eco de la filosofía de Kant,


podríamos decir que el conocimiento no
depende sólo del mundo, sino también de
nuestro aparato sensorial y del sistema
conceptual.

Por un lado, nuestro aparato sensorial procesa


y selecciona el cúmulo de estímulos recibidos.
Nuestra percepción del mundo está así
condicionada por nuestro aparato sensorial, que
determina las pautas en las que ésta es posible.
De hecho, si nuestro aparato sensorial fuera
distinto del que tenemos, percibiríamos el
mundo de distinto modo.
Por otro lado, y de manera similar, nuestro
sistema conceptual selecciona y determina los
aspectos del mundo que tenemos en cuenta, en
los que pensamos y de los que hablamos. De
allí que lo que pensemos y digamos del mundo
no depende sólo de él, sino también de nuestro
sistema conceptual. Los conceptos nos permiten
identificar, comparar, diferenciar, relacionar,
etc., los objetos de nuestra experiencia. Y
cuanto más articulado y complejo sea nuestro
sistema conceptual, tanto más articulado y
eficaz será también nuestro conocimiento.

Pero aun cuando en la actualidad exista un


acuerdo bastante amplio –aunque no total– en el
señalamiento kantiano del papel fundamental
que juegan los conceptos en toda forma de
conocimiento –el científico incluido–, en donde
no lo hay es en qué cosas son los conceptos.
De hecho, éste es uno de los temas más difíciles
de la filosofía, que ha sido muy discutido –al
menos desde los tiempos de Platón, y por lo
general en relación con el llamado problema de
los universales– y continúa discutiéndose, con
el aporte de otras disciplinas, como la
lingüística y la psicología.

Problema de los universales


Tres posiciones básicas:
1) El realismo:
a. extremo (o “platonismo”)
b. moderado (o “conceptualismo”).

2) El “nominalismo”.
En cualquier discusión adecuada de la relación
entre cosas, palabras y conceptos o, en términos
generales, del problema de la
conceptualización, merecen examen al menos
las siguientes siete cuestiones mayores:
(1) ¿Hay conceptos?
(2) ¿Qué son los conceptos?
(3) ¿Qué es tener un concepto?
(4) ¿Es necesario o suficiente el correcto uso
del lenguaje para tener (poseer) conceptos?
(5) ¿Es necesario o suficiente tener (poseer)
conceptos para el correcto uso del lenguaje?
(6) ¿Una teoría del lenguaje y su
funcionamiento implica una teoría de
conceptos?
(7) ¿Una teoría de conceptos (de su posesión,
de la conceptualización) implica –explícita
o implícitamente– una teoría del lenguaje y
su funcionamiento?
Una teoría de conceptos no es la doctrina de
que hay conceptos; una teoría de conceptos
realiza una afirmación acerca de la naturaleza y
el rol de los conceptos.

La variedad de teorías sobre conceptos es


sorprendente, incluidas aquellas posiciones que
lisa y llanamente niegan la existencia de los
conceptos.

Suponiendo una respuesta afirmativa a (1),


podemos preguntarnos ¿qué son los conceptos?
(¿qué tipos de entidades, ontológicamente
hablando, son los conceptos?):

• ¿entidades sensibles o suprasensibles?,


¿ítems abstraíbles o extractables?,
¿disposiciones, capacidades o habilidades?
Las concepciones ontológicas van desde
conceptos como entidades suprasensibles, tales
como universales, significados, objetos
abstractos, definiciones, y predicados y
relaciones hasta conceptos como entidades
mentales o estados, tales como imágenes
compuestas, ideas, pensamientos, concepciones
o ideas innatas; o conceptos como entidades
neutrales entre palabras, pensamientos y cosas;
o conceptos como ítems abstraíbles de familias
de enunciados o como rasgos extraídos de cosas
similares; o conceptos como herramientas o
habilidades humanas o animales, sólo una de las
cuales es la habilidad de manejar expresiones
lingüísticas; o conceptos como los roles de
ciertas expresiones tout court.
Además de por su naturaleza, uno puede
preguntarse por el rol de los conceptos:
• ¿qué papel juegan?, ¿cuáles son las
condiciones para jugar esos roles?, ¿cuál es
el carácter lógico, cerrado o abierto, de esas
condiciones?
No expondremos las distintas teorías ni
intentaremos terciar en la discusión entre ellas;
asumiremos que hay conceptos, y que siendo
distintos de las palabras y las cosas a las que
ellas designan o refieren, se relacionan
estrechamente tanto con unas como con otras:
las palabras expresan o denotan conceptos –no
necesariamente todas: los términos llamados
“sincategoremáticos” son términos que no
designan (o “refieren”), que son partes de
expresiones significativas, pero que no tienen
significación en sí mismos –tales como
artículos, preposiciones y conectivas–, los
términos llamados “no-sincategoremáticos” son
expresiones designativas –, los objetos caen
bajo, o son subsumidos por, conceptos o, como
también se dice, de manera inversa, los
conceptos se aplican a objetos.
conceptos

SISTEMA CONCEPTUAL

número primo
expresión
subsunción

MUNDO REAL términos


LENGUAJE
objetos
Así decimos que la palabra “gato” expresa el
concepto gato –pero también lo hacen las
palabras “cat”, “chat” y “Katze”, del inglés,
francés y alemán, respectivamente–, y que
Félix, Fritz y Garfield caen bajo, o son
subsumidos por, el concepto gato (o,
alternativamente, que el concepto gato se aplica
tanto a Félix y a Fritz como a Garfield).

También diremos que la extensión de un


concepto es el conjunto de objetos que caen
bajo él, y que, de este modo, el concepto
determina dicho conjunto. La extensión del
concepto gato es así el conjunto formado por
todos los gatos (conjunto al que pertenecen los
mencionados Félix, Fritz y Garfield, aunque
naturalmente no sólo ellos).
conceptos

SISTEMA CONCEPTUAL

número primo

expresión
representación
subsunción

MUNDO REAL términos conjuntos


UNIVERSO DE
LENGUAJE
LOS CONJUNTOS
objetos

Frege: “Sentido y referencia” (1892): distinción


fundamental entre dos clases de significados de
las expresiones lingüísticas: los significados
como extensión y los significados como
intensión. Las extensiones representan las
referencias concretas de nuestras expresiones,
mientras que las intensiones corresponden a los
contenidos conceptuales.
La distinción entre extensión e intensión es muy
antigua: ya está claramente presente en la lógica
de los estoicos (que llamaban a la intensión
“lektòn”) y tiene un papel importante en la
filosofía de Leibniz.

También diremos, desde una perspectiva


extensional, que la extensión de un concepto
(que es un conjunto) representa a dicho
concepto. (Un conjunto puede representar a más
de un concepto, ya que puede haber más de un
concepto con la misma extensión, p.e. el
conjunto que representa los conceptos animal
racional y bípedo implume.)

Terminologías alternativas para “extensión-


intensión” son también: “denotación-connota-
ción”, “significado-sentido”, “referencia-signi-
ficado”.
Decimos también que una expresión denota una
extensión y connota una intensión.

El término “significado” suele tener en la


tradición semántica moderna un uso un tanto
ambiguo: algunos autores (siguiendo a Frege) lo
usan como sinónimo de “extensión”; otros
como sinónimo de “intensión”; para otros se
trata de un término genérico, que puede asumir
acepciones diversas en contextos diversos.
• Interpretante (Peirce), Referencia (Ogden-
Richards), Sentido (Frege), Intensión
(Carnap), Designatum (Morris, 1938),
Significatum (Morris, 1946), Concepto
(Saussure), Connotación, connotatum
(Stuart Mill), Significado (Saussure),
Imagen mental (Saussure, Peirce),
Contenido (Hjelmslev), Estado de
conciencia (Buyssens)
• Signo (Peirce), Símbolo (Ogden-Richards),
Significante (Saussure), Vehículo sígnico
(Morris), Expresión (Hjemslev),
Representamen (Peirce), Sema (Buyssens)
• Objeto (Frege-Peirce), Denotatum (Morris),
Referencia (Frege), Denotación (Russell),
Extensión (Carnap)
Concepción tradicional de los conceptos:

“un concepto que no está claramente


definido es equivocadamente denominado
un concepto” (Frege, Grundgesetze der
Arithmetik, vol. II, § 56)

La definición del concepto debe gobernar el


conjunto de criterios definitivos del
correspondiente término general a fines de
emplearlo correctamente.

Sin embargo, no todos los conceptos son


cerrados (no todos los conceptos son
“definidos” en sentido estricto).
Definiciones:
• reales
• ostensivas
• operacionales
• nominales*

Las definiciones tienen dos funciones distintas:


1. se introducen con la finalidad exclusiva de
abreviar.
2. sirven a la clarificación, precisión y
determinación del significado de conceptos.

Las definiciones ni como abreviaturas ni como


determinaciones del significado son
susceptibles de ser verdaderas. Una definición
es criticable como inadecuada, innecesaria-
mente complicada o lisa y llanamente como
inútil.
--- =df …
en donde en --- figura el definiendum (“lo que
se define”) y en … el definiens (“lo que lo
define”)

Las definiciones proporcionan condiciones


necesarias y suficientes para la aplicación del
concepto en cuestión, e.e. en el definiens se
enuncian condiciones necesarias y suficientes
para la aplicación del concepto expresado en el
definiendum.

Una auténtica definición debe satisfacer las


siguientes dos condiciones:
1) eliminabilidad
2) no-creatividad.

No todos los conceptos son definidos, no todos


los conceptos son “cerrados”, sino que los hay
“abiertos”.
Concepto “abierto”:
extensionalmente (conjunto abierto);
intensionalmente (no condiciones necesarias y
suficientes; las condiciones pueden ser
necesarias, pero no suficientes; suficientes, pero
no necesarias; pueden constituir una disyunción
de condiciones ni necesarias ni suficientes)

De acuerdo con la concepción tradicional de los


conceptos, todo concepto determina un
conjunto.

Sin embargo, esto no es necesariamente así, ya


que ¿cuál es la extensión del concepto “el
conjunto de todos los conjuntos que no forman
parte de sí mismos”?
Paradoja de Russell:

Russell preguntaba (en carta escrita a Frege en


1902), si el conjunto de los conjuntos que no
forman parte de sí mismos forma parte de sí
mismo.

La paradoja consiste en que, si este conjunto no


forma parte de sí mismo, pertenece al tipo de
conjuntos que no forman parte de sí mismos y
por lo tanto forma parte de sí mismo.

Es decir, este conjunto formará parte de sí


mismo sólo si no forma parte de sí mismo.
Así cuenta el propio Russell su descubrimiento:

“[…] me parece que una clase a veces es, y a


veces no es, un miembro de sí misma. La clase
de las cucharitas de té, por ejemplo, no es otra
cucharita de té, pero la clase de cosas que no
son cucharitas de té es una de las cosas que no
son cucharitas... [esto] me condujo a considerar
las clases que no son miembros de sí mismas; y
éstas, parecía, debían formar una clase. Me
pregunté si esta clase es o no un miembro de sí
misma. Si es un miembro de sí misma, debería
poseer las propiedades que definen a dicha
clase, que consisten en no ser miembros de sí
mismas. Si no es un miembro de sí misma, no
debe poseer la propiedad definitoria de la clase,
y por tanto debe ser un miembro de sí misma.
Así cada alternativa lleva a su opuesta y existe
una contradicción.” p. 77
(My Philosophical Development, London:
George Allen & Unwin Ltd, 1959, p. 58.
Versión castellana: La evolución de mi
pensamiento filosófico, Madrid: Aguilar, 1969;
Alianza, 1976, p. 77.)
Análisis filosófico, análisis conceptual o
elucidación
Por elucidación [explication] se entiende la
transformación de un concepto inexacto
precientífico, el explicandum, en otro nuevo,
exacto, el explicatum, o, más bien, en
reemplazar el primero por el segundo.

“Ejemplos: 1. Se podría decir, por ejemplo,


“Por el explicandum ‘sal’ no quiero referirme a
su sentido más general que tiene en la química,
sino al sentido estrecho con que se lo usa en el
lenguaje doméstico”. Esta explicación no es
todavía una elucidación. Esta última puede
darse, por ejemplo, mediante la expresión
compuesta ‘cloruro de sodio’ o el símbolo
sinónimo ‘ClNa’ del lenguaje de la química.
2. “Busco una elucidación del término
‘verdadero’, no tal como se usa en frases del
tipo de ‘Una verdadera democracia’, ‘Un
amigo verdadero’, etc., sino tal como se usa
en la vida diaria, en procedimientos legales,
en lógica y en ciencia, con el sentido aproxi-
mado de ‘correcto’, ‘exacto’, ‘verídico’, ‘no
falso’, ‘ni error ni mentira’, aplicados a
enunciados, afirmaciones, informes, narracio-
nes, etc.”. Esta explicación aun no es una
elucidación; puede darse una elucidación por
medio de una definición dentro de la
estructura de los conceptos semánticos, por
ejemplo, mediante la definición de ‘verda-
dero’ dada por Tarski en [Wahrheitsbegriff]
[“Der Wahrheitsbegriff in den formalisierten
Sprachen” (1933; Studia Philosophica I, 261-
405, 1936).].” (Carnap 1950, pp. 4-5)
Del explicatum no se dice que proporciona
una elucidación verdadera del explicandum,
sino sólo que nos suministra una elucidación
adecuada (o satisfactoria) o más adecuada (o
más satisfactoria) que la que dan otros
explicata que se presentan como alternativos.
Requisitos que debe satisfacer el explicatum
para ser adecuado:

1) semejanza (con el explicandum), mas no


sinonimia, de forma que pueda ser usado en
la mayoría de los casos en los que hasta allí
había sido usado el explicandum

2) precisión (o exactitud), e.e. si las reglas que


gobiernan su uso están dadas en una forma
exacta, como para introducirlo en un sistema
bien conectado de conceptos

3) fertilidad, e.e. útil para la formulación de


muchos enunciados universales (leyes
empíricas en el caso de un concepto no
lógico, teoremas lógicos si se trata de un
concepto lógico, o, en el caso de conceptos
metacientíficos, que permita mayores
precisiones o precisiones más finas)

4) simplicidad, e.e. tan simple como sea


posible, como lo permitan los requisitos (1),
(2) y (3), que son más importantes.
El concepto “precientífico” ‘pez’, que
aproximadamente significaría ‘animal que vive
en el agua’ y sería subsumido dentro de los
mamíferos marinos, se transformó en el
concepto más estrecho de ‘Piscis’ que excluía a
los mamíferos.

De acuerdo con Carnap (1950, 6), el significado


original fue abandonado a causa de que:

Los zoólogos encontraron que los animales


a que se aplica el concepto Pez, esto es, los
que viven en el agua, no comparten ni de
lejos tantas otras propiedades como los
animales que viven en el agua, son
vertebrados de sangre fría y tienen agallas
toda su vida. Por consiguiente, el concepto
Piscis definido por estas últimas
propiedades permite formular enunciados
más generales que cualquier otro concepto
que se defina de manera tal que sea más
similar a Pez; y esto es lo que hace más
fértil al concepto Piscis.
Desde una perspectiva contemporánea, este
ejemplo no está actualizado. La filogenia, más
que la semejanza fenotípica, es la razón
principal por la cual los mamíferos son
excluidos de Piscis hoy en día (Ereshefsky
2001).
Tipología de conceptos
(de acuerdo con su estructura formal)

• tres tipos de formas conceptuales que


articulan el conocimiento, de acuerdo con su
estructura formal:

o conceptos clasificatorios (o cualitativos),

o conceptos comparativos (o topológicos),

o conceptos métricos (o cuantitativos)


Conceptos clasificatorios (o cualitativos)

• son los que nos resultan más familiares,


además de ser los que primero se aprenden

• clasificar es la manera más simple y directa


de subsumir objetos múltiples y diversos bajo
un mismo concepto

• un concepto clasificatorio es sencillamente un


concepto que ubica un objeto dentro de una
cierta clase

• ejemplos de conceptos clasificatorios:


hombre, mujer, rojo, azul, perro, gato, casa,
árbol, frío, caliente, cuchara, tenedor

• los términos que expresan conceptos


clasificatorios son, desde el punto de vista de
su forma lógica, muy simples: son predicados
monádicos
o un predicado es monádico cuando
expresa una propiedad, e.e. cuando
tiene lugar para un argumento

• desde el punto de vista de la teoría de


conjuntos, la extensión de un concepto
clasificatorio es un conjunto simple, sin
estructura interna

• no se acostumbran introducir los conceptos


clasificatorios de manera aislada, sino en
conjuntos o sistemas de conceptos llamados
clasificaciones
• una clasificación de cierto ámbito o dominio
de objetos consiste en la agrupación de los
objetos de ese dominio en grupos, clases o
conjuntos, de acuerdo con ciertos criterios
sistemáticos, de forma tal que ninguno de
dichos conjuntos sea vacío, que ningún objeto
del dominio pertenezca a más de un conjunto
y que todo objeto del dominio pertenezca a
algún conjunto
• una clasificación de un dominio es en
términos conjuntistas lo que se denomina una
partición de ese dominio, ya que una
partición del conjunto D es un conjunto de
subconjuntos de D tales que:

a) ningún subconjunto es vacío (no-vacuidad


de los (sub)conjuntos de la partición);

b) ningún individuo está en dos subconjuntos


distintos (mutua exclusión); y

c) todo individuo está en algún subconjunto


(exhaustividad)

• condiciones de adecuación de los conceptos


clasificatorios, condiciones que éstos deben
cumplir para que las clasificaciones en las
que ellos aparecen puedan ser consideradas
satisfactorias
• diremos que un concepto C es un concepto
clasificatorio para el dominio de objetos D si
y sólo si pertenece a un sistema de conceptos
{C1,..., Cn}, con n ≥ 2, que cumple las dos
siguientes condiciones:

o los objetos del dominio D se subsumen


bajo cada Ci (1 ≤ i ≤ n) de acuerdo con
ciertos criterios sistemáticos (condición
de sistematicidad)

o las extensiones de cada Ci (1 ≤ i ≤ n)


constituyen, tomadas en su conjunto,
una partición del dominio de objetos D
(condición de generar una partición)
• ejemplo que viola las dos condiciones de
adecuación: “los animales se dividen en (a)
pertenecientes al Emperador, (b)
embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones,
(e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos,
(h) incluidos en esta clasificación, (i) que se
agitan como locos, (j) innumerables, (k)
dibujados con un pincel finísimo de pelo de
camello, (l) etcétera, (m) que acaban de
romper el jarrón, (n) que de lejos parecen
moscas” (la “enciclopedia china”, Emporio
celestial de conocimientos benévolos, de la
que nos habla Borges en su cuento “El idioma
analítico de John Wilkins”, Otras
inquisiciones, 1952, p. 142)
• sería más apropiado considerar las
condiciones enunciadas como idealizaciones
a las cuales los científicos intentan
aproximarse

• otras condiciones, adicionales, que habría que


tomar en cuenta a la hora de evaluar qué tan
satisfactoria es una clasificación y que son
dependientes del contexto y del propósito
perseguido con la clasificación

• que el número de clases de las que consta la


partición no sea demasiado pequeño en
relación con los propósitos perseguidos
• si hay dos clasificaciones (digamos A y B)
sobre un mismo dominio de objetos, diremos
que una clasificación (A) es más fina que la
otra (B), si los conjuntos de los que consta la
partición de una clasificación (A) son
“subdivisiones” (subconjuntos) de los de la
otra (B)

• jerarquías taxonómicas (las clases


establecidas por una clasificación se les llama
taxones): clasificaciones de finura decreciente
del mismo dominio, entrelazadas entre sí y
formando jerarquías enteras de particiones
en clases de distinto nivel de generalidad

• además de las dos condiciones formales


establecidas más arriba para los conceptos
clasificatorios, éstos deberían satisfacer
además condiciones materiales de adecuación
• dichas condiciones están en función de la
fecundidad científica de los conceptos
clasificatorios introducidos

• exigen, por un lado, que el criterio con que se


dividen las clases, o se establece la
clasificación, sea pertinente e interesante con
miras a la posible formulación de leyes
científicas o que esté fundado en leyes y
teorías científicas ya instauradas, y, por el
otro, que la clasificación resultante posea
capacidad explicativa y predictiva
Conceptos comparativos (o topológicos)

• conceptos comparativos, también llamados


topológicos

• no sólo nos permite clasificar un dominio


dado, sino que además nos permite ordenarlo,
mediante comparaciones de “más o menos”

• ejemplos de conceptos comparativos: más


alto, más oscuro, mayor, mejor, más ligero,
más caliente, más filoso, más adaptado, más
duro, más ácido

• desde el punto de vista de su forma lógica,


son de carácter relacional, estando
constituidos los términos que los expresan por
dos predicados diádicos estrechamente
relacionados
• un predicado es diádico cuando expresa una
relación que se da entre dos objetos, e.e.
cuando tiene lugar para dos argumentos:

o uno ‘K’ que denota una relación de


coincidencia –“x coincide con y” o “x
es tan como y”–

o y el otro ‘P’ que denota una de


precedencia –“x precede a y” o “x es
más que y”–, ambas definidas sobre el
mismo dominio de objetos D

• la primera de las relaciones ‘K’ nos permite


clasificar el dominio de objetos D, mientras
que la segunda ‘P’ (junto con la primera) nos
permite ordenarlo
• para que un concepto comparativo sea
aceptable, las relaciones K y P han de cumplir
con ciertas condiciones de adecuación

• en primer lugar, K ha de ser lo que se llama


una relación de equivalencia (una relación
que es, simultáneamente, reflexiva, simétrica
y transitiva, es decir, todo objeto ha de
coincidir consigo mismo respecto de la
característica de que se trate; si un objeto
coincide con otro, entonces el otro también ha
de coincidir con el uno; y si uno coincide con
otro y éste coincide con un tercero, entonces
el primero también ha de coincidir con el
tercero)
• P ha de ser transitiva en D (es decir, si un
objeto es más que otro, respecto de la
característica en cuestión, y ese otro más que
un tercero, entonces el primero es más que el
tercero)

• P es K-irreflexiva o, dicho de otro modo, P y


K han de ser mutuamente excluyentes (es
decir, el que un objeto coincida con otro
respecto de la característica estudiada excluye
que sea mayor o menor que él respecto de esa
misma característica)

• P es K-conexa o, dicho de otro modo, P y K


han de ser conjuntamente conexas (es decir,
dados dos objetos cualesquiera, o bien
coinciden entre sí, o bien uno de ellos es más
o menos que el otro respecto de la
característica de que se trate)
• la extensión de un concepto comparativo es la
unión de las relaciones de coincidencia y de
precedencia

• un concepto relacional C es un concepto


comparativo para el dominio de objetos D si
y sólo si existen dos relaciones K y P
definidas sobre ese dominio tales que la
extensión de C es K ∪ P y se cumplen
además las siguientes condiciones:

o K es una relación de equivalencia, e.e.,


reflexiva (xKx), simétrica (xKy → yKx)
y transitiva (xKy & yKz → xKz)

o P es transitiva

o P es K-irreflexiva (K y P son
mutuamente excluyentes): ∀x, y ∈D
(xKy → ¬xPy)
oP es K-conexa (K y P son
conjuntamente conexas): ∀x, y ∈D
(xKy ∨ xPy ∨ yPx)

• ejemplos de conceptos comparativos: en


psicología el concepto de cociente de
inteligencia o los conceptos de enfermedades
mentales, tales como paranoia o
esquizofrenia; la dureza en la mineralogía; la
adaptación en la biología; la categorización
social, el nivel de estudios alcanzados y el
nivel cultural en la sociología
• la extensión de dichos conceptos no puede ser
determinada de manera puramente formal,
sino que para poder decidir si se dan o no las
relaciones de coincidencia K y de precedencia
P en el dominio de objetos D es necesario
prestarle atención a algunas teorías empíricas
aceptadas o a algunas operaciones o
situaciones empíricamente controlables que
van con ellas asociadas
Conceptos métricos (o cuantitativos)

• conceptos métricos, también denominados


cuantitativos (además de numéricos,
funciones numéricas o cantidades)

• no tienen correspondencia en el lenguaje


ordinario, sino que constituyen un aporte
original de los lenguajes científicos y sus
instrumentos más efectivos: permiten
diferenciaciones más finas y precisas, así
como también formular leyes empíricas más
generales y realizar explicaciones y
predicciones más exactas y controlables

• se relacionan estrechamente con la idea de


medir cosas o procesos o algunos de sus
rasgos
• les asignan números (es decir, valores
numéricos y no numerales) a los objetos de
un dominio dado para representar ciertas
propiedades específicas de los objetos
denominadas magnitudes

• dicha asignación posibilita el uso de


operaciones matemáticas (adición,
multiplicación, potenciación, derivación e
integración, etc.) de un modo empíricamente
significativo entre los valores numéricos
asignados, es decir, nos permite operar con
números “como si” operáramos con los
objetos mismos

• ejemplos de conceptos métricos: son longitud,


tiempo, frecuencia, resistencia, precio
• desde el punto de vista de su forma lógica, la
extensión de un concepto métrico es una
función numérica (o, mejor dicho, y como
aclararemos más adelante, un conjunto de
tales funciones), es decir, una función
(conjunto de funciones) que le asigna a cada
objeto del dominio D un valor numérico, a
saber: el valor de la cantidad para ese objeto

• el valor asignado puede ser un número único


o un conjunto de varios números (vectores,
matrices, tensores, etc.)

• ejemplos de conceptos métricos del primer


tipo, llamados escalares: la masa y el
volumen
• ejemplos de conceptos métricos del segundo
tipo: la velocidad y la fuerza

• metrización: la introducción de un concepto


cuantitativo o métrico nuevo

• puede llevarse a cabo de las dos siguientes


maneras: o bien a partir de conceptos
métricos ya existentes (metrización derivada
o secundaria) o bien sin basarse en conceptos
métricos anteriormente disponibles
(metrización primaria o fundamental)

• tipo más sencillo de metrización derivada:


cuando el nuevo concepto se reduce mediante
definición a los antiguos conceptos
• ejemplos de conceptos métricos así
introducidos: la velocidad media, la
aceleración media, la densidad y la renta per
cápita

• la metrización primaria o fundamental puede


realizarse ya sea basándose en conceptos
comparativos previos o bien de un modo
directo, a partir de una teoría establecida o
como simple recurso de cálculo, sin que se
haya pensado previamente en un concepto
comparativo correspondiente

• ejemplos de conceptos métricos introducidos


mediante metrización fundamental del primer
tipo: la masa, la longitud y la temperatura
(termométrica)
• ejemplos de conceptos métricos que se
introducen directamente, insertándolos en una
teoría empírica determinada: la intensidad de
campo (el electromagnetismo), la entropía (la
termodinámica), el lagrangiano (la mecánica
clásica) y la función de onda (la mecánica
cuántica)

• cuando se introduce un concepto métrico a


partir de uno comparativo previo debe darse
cierta condición de dependencia entre ambos
tipos de conceptos: la función
correspondiente al concepto métrico debe
preservar el orden de la relación
correspondiente al concepto comparativo
• la metrización fundamental basada en
conceptos comparativos previos se lleva a
cabo del siguiente modo:

o primero, se especifica un concepto


comparativo, que determina un orden
no métrico; y

o segundo, se “metriza” ese orden


mediante la introducción de valores
numéricos

• la primera etapa se relaciona con el


establecimiento del concepto comparativo
correspondiente

• la segunda, con la metrización de los órdenes


resultantes
• sea K ∪ P la extensión del concepto
comparativo para un dominio de objetos D y f
es una de las funciones de la extensión del
concepto métrico

• diremos que el orden establecido por el


concepto comparativo ha sido metrizado si se
han especificado criterios que asignan a cada
elemento x de D exactamente un número real,
f(x), de manera tal que las siguientes
condiciones se satisfacen para todos los
elementos x, y de D:

Si xKy, entonces f(x) = f(y)

Si xPy, entonces f(x) < f(y)


• magnitudes extensivas: si dentro de los
criterios especificados se dispone de una
operación que presenta una semejanza formal
con la adición (longitud)

• magnitudes intensivas: magnitudes no-


extensivas (temperatura)

• las funciones específicas f que les asignan


números reales a cada uno de los objetos del
dominio D se denominan escalas

• funciones numéricas específicas miden la


misma magnitud, pero le asignan números
diferentes a los mismos objetos

• cada una de estas funciones constituyen


distintas escalas para la misma magnitud
• estas escalas son igualmente válidas –
equivalentes– para medir la misma magnitud

• debido a la existencia de escalas equivalentes,


no es correcto identificar la extensión de un
concepto métrico con sólo una de las
funciones métricas, e.e. con una única escala,
sino que habría que hacerlo con el conjunto
de todas las posibles funciones numéricas que
representan la magnitud, e.e. con el conjunto
de todas las posibles escalas para la magnitud
correspondiente al concepto en cuestión

• la extensión del concepto masa es así el


conjunto de funciones numéricas {fkg, fgr,
ftm,...}
• de manera similar, en el caso de la longitud
tenemos las escalas “centímetro”, “metro”,
“kilómetro”, “milla”, etc., y en el caso de la
temperatura las escalas Celsius, Fahrenheit,
Kelvin, entre otras

• sus extensiones son {fcm, fm, fkm, fmi,...} y {fC,


fF, fK,...}, respectivamente

• un concepto funcional C es un concepto


métrico para el dominio de objetos D, que
corresponde al concepto comparativo (para
ese mismo dominio) cuya extensión es K ∪
P, si y sólo si la extensión de C es un
conjunto {f1, f2, f3,...} de funciones tales que
cada fi cumple las condiciones 1 y 2 respecto
de K ∪ P
Algunas observaciones sobre la distinción
cualitativo-cuantitativo

• usualmente estos tres tipos diferentes de


conceptos son reducidos a dos: los dos
primeros son considerados como
“cualitativos”, mientras que los últimos son
vistos como “cuantitativos”

• cuando se discute sobre ellos, un error


habitual es considerar que las cosas mismas
son o bien irreductiblemente “cualitativas” o
bien irreductiblemente “cuantitativas”

• son los conceptos –expresados por las


palabras de un lenguaje dado– los que
seleccionan y determinan los aspectos del
mundo –objetos de nuestra experiencia– que
tenemos en cuenta
• no deberíamos decir que es la realidad misma
o algún fenómeno particular lo que es
cualitativo o cuantitativo, sino más bien el
sistema conceptual con el que pretendemos
aprehenderlo, aun cuando a veces sea más útil
o sencillo emplear un tipo de conceptos en
lugar de otro

• es más adecuado concebir la distinción


cualitativo-cuantitativo como una distinción
de tipo epistemológica –si nos centramos en
los conceptos que articulan el conocimiento–
o de tipo lingüística –si nos fijamos en los
términos que expresan los conceptos– más
que de tipo ontológica –correspondiente a
cómo son las cosas mismas–
• partiendo de los méritos relativos poseídos
por los conceptos métricos a los que ya
hicimos referencia con anterioridad, se suele
pensar que éstos tienen prioridad absoluta por
sobre los demás, sosteniéndose que las
disciplinas científicas no son realmente tales
si no usan conceptos cuantitativos

• se tiende a identificar la matematización con


la cuantificación y a establecer un ranking de
“cientificidad”, dependiendo del aparato
matemático involucrado

• Kant: “en cada rama de ciencia natural se


encuentra tanta ciencia como matemáticas
haya en ella” (Primeros principios
metafísicos de la ciencia de la naturaleza,
México: Universidad Nacional Autónoma de
México, 1993, p. 102)
• a pesar de ser cierto que a partir de la
revolución científica de los siglos XVI y
XVII ha habido una matematización creciente
en las ciencias empíricas y que a veces este
resulta ser un buen modo de impulsar el
desarrollo de una disciplina científica, no
habría que considerar como sinónimas las
expresiones “matematizar” e “introducir
conceptos cuantitativos”:

o hay muchas ramas de las matemáticas


avanzadas que no son numéricas (teoría
de conjuntos, teoría de categorías,
álgebra abstracta, etc.)

o la introducción de conceptos
“cualitativos” (clasificatorios y
comparativos) implica, como ya vimos,
supuestos de carácter conjuntista, es
decir, matemático
o los conceptos cuantitativos no siempre
son indispensables ni su utilización trae
necesariamente aparejado el desarrollo
de una disciplina
La ciencia como práctica

• La actividad científica involucra una serie de


prácticas convencionales, prácticas que son
realizadas de acuerdo con ciertas reglas,
normas o convenciones, aun cuando no haya
un conocimiento explícito o consciente de las
reglas involucradas, sino sólo tácito, implícito
o inconsciente.

• Para practicar correctamente una actividad


cualquiera (sea ésta científica o cotidiana, tal
como hablar) no es necesario que uno sepa
decir en qué consiste practicarla, formulando
las reglas o principios que la rigen: basta con
hacerlo de modo competente, acorde con el
conocimiento tácito o implícito que de ella se
tiene.
• Sin embargo, uno puede no sólo saber un
lenguaje o saber ciencia, en el sentido de
practicarla de acuerdo con su conocimiento
tácito o implícito, sino también saber en qué
consiste llevarla a cabo, conociendo las
reglas que gobiernan tal práctica.
La ciencia como resultado y como práctica

• La tarea de la filosofía de la ciencia de


elaborar esquemas conceptuales interpreta-
tivos de carácter filosófico no debiera ser
considerada como una empresa ni meramente
descriptiva ni meramente normativa, sino
como un intento de construir un modelo
explicativo (teórico o, mejor, meta-teórico o
metacientífico) (o llevar a cabo una recons-
trucción racional, no necesariamente lógica o
formal) cuyo objetivo principal es el de
mejorar nuestra comprensión del fenómeno en
cuestión, en este caso la ciencia, e.e. de
mejorar nuestra comprensión tanto de los
aspectos filosófico-conceptuales como de los
aspectos prácticos de la ciencia, develando su
“estructura profunda”.
• La filosofía de la ciencia bien pudiera ser
considerada como proponiendo modelos (o
esquemas) interpretativos (o explicativos), de
carácter filosófico, mediante los cuales se
saca a la luz, o explicita, la “lógica profunda”
(Hintikka 1968), la “estructura profunda”
(Chomsky 1957, 1965), o detecta “estructuras
profundas” científicas (Moulines 1991)
• y en términos de los cuales puede ser
entendida mejor los productos científicos en
general, y (algunas de) las diversas prácticas
científicas asociadas con ellos.

• Por las conexiones establecidas y ahora


“vistas” entre ellos:

“La representación sinóptica produce la


comprensión que consiste en ‘ver conexiones’”
(Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, 122)

“Vemos lo que no habíamos visto antes y lo


vemos de una manera nueva. Hemos
aprendido.” (Goodman 1978, p. 173)
• Merced a estos modelos (o esquemas)
interpretativos (o explicativos), que nos
permiten, a través de su intento de aplicación
a determinados ámbitos científicos, detectar
(y explicitar) “estructuras profundas” en la
ciencia, “que no habíamos visto antes”.
pueden ser entendidos además ciertos
aspectos de la práctica de los científicos, tanto
lingüística como no lingüística, y que
involucra, entonces, no sólo al conocimiento
teórico, proposicional (saber qué), expresado
lingüísticamente, sino también al
conocimiento práctico (saber cómo), no
lingüísticamente articulado, pero susceptible
de ser (lingüísticamente) analizado y
explicitado.
La filosofía de la ciencia

• En tanto que análisis filosófico, conceptual o


elucidación, la filosofía de la ciencia:
1) pone de manifiesto, explicita o elucida los
aspectos filosófico-conceptuales de la
actividad científica, esto es, los conceptos
(metacientíficos) fundamentales de la
actividad científica, tales como concepto
(científico), hipótesis, ley o teoría, y
2) los aplica en el análisis de ámbitos
particulares de la ciencia, e.e. de conceptos,
hipótesis, leyes o teorías particulares de la
ciencia (cuando se trata de estas últimas se
dice que reordena conceptualmente o
reconstruye los sistemas de conceptos (o
teorías) producidos por la ciencia),
poniéndolos de manifiesto u explicitándolos.
• Mientras que parte de la filosofía de la ciencia
tiene por finalidad hacer explícitas las reglas
que rigen las diversas prácticas, tales como la
contrastación o la explicación, de esa
actividad que es hacer ciencia, haciéndola de
este modo comprensible.
Ramas de la filosofía de la ciencia

A fin de llevar a cabo estas tareas, la filosofía


de la ciencia no sólo se basa –dependiendo del
caso y relevancia– en una o todas las otras
disciplinas metascientíficas, sino también en
otras de las llamadas ramas de la filosofía, tales
como la Ontología, la Teoría del Conocimiento
o la Ética, y en otras disciplinas, principal-
mente la Lógica y las Matemáticas, aplicando
sus análisis y resultados al estudio específico de
la ciencia, constituyendo así posibles ramas de
la filosofía de la ciencia, a su vez estrechamente
relacionadas entre sí.
1) Lógica de la ciencia (investigación de los
problemas lógicos y metalógicos concer-
nientes a la lógica requerida por la ciencia,
así como a la estructura lógica de las teorías
científicas)

2) Semántica de la ciencia (investigación,


análisis, y sistematización de los conceptos
de referencia, representación, contenido,
sentido, interpretación, verdad y afines)

3) Pragmática de la ciencia (examinen del


modo en que los científicos usan los
distintos conceptos o esquemas concep-
tuales)

4) Teoría del conocimiento científico (a


diferencia de otros tipos de conocimiento:
técnico, tecnológico, artístico, moral, filosó-
fico, etc.)

5) Metodología de la investigación (estudio del


método general de la investigación científica
y de los métodos o técnicas particulares de
las ciencias particulares)
6) Ontología de la ciencia (análisis y
sistematización de los supuestos y resultados
ontológicos de la investigación científica)

7) Axiología de la ciencia (estudio del sistema


de valores de la comunidad científica)

8) Ética de la ciencia (investigación de las


normas morales que cumplen o quiebran los
científicos)

9) Estética de la ciencia (estudio de los valores


y cánones estéticos de la investigación
científica)
La distinción entre filosofía general y
filosofía especial de la ciencia

Filosofía general de la ciencia

Filosofía de las ciencias formales

Filosofía de las ciencias empíricas (fácticas o


factuales):

Filosofía de las ciencias naturales y

filosofía de las ciencias sociales

Filosofía(s) especial(es) de la ciencia


La distinción entre filosofía sincrónica y
filosofía diacrónica de la ciencia

Filosofía sincrónica de la ciencia :

• análisis filosófico considerando a la ciencia o


sus teorizaciones particulares en un momento
histórico determinado

Filosofía diacrónica de la ciencia

• análisis filosófico que abarca cierto intervalo


temporal de la ciencia o de alguna de sus
teorizaciones particulares
La distinción de los contextos de la actividad
científica

Contextos:

• de descubrimiento (o innovación)

• de justificación (o, mejor, de evaluación o


valoración)

• de educación (enseñanza, enseñanza-aprendi-


zaje, alfabetización, difusión, divulgación,
comunicación pública de la ciencia)

• de aplicación (a secas o, mejor, de aplicación


tecnológica)
Breve historia de la filosofía de la ciencia

La filosofía de la ciencia posee una larga


tradición. Podemos decir que nació con las
reflexiones que efectuó Platón sobre las
matemáticas en el siglo V a.C.

Sin embargo, desde sus inicios hasta el primer


cuarto del presente siglo, ésta era fundamental-
mente una parte de la teoría general del
conocimiento (también denominada gnoseolo-
gía o epistemología en sentido amplio).

Por lo general sus practicantes eran filósofos


con intereses y formación en la ciencia o
científicos con intereses y formación filosófica,
que, si bien reflexionaban filosóficamente sobre
la ciencia, dicha reflexión no constituía su
actividad central.
Cuando lo hacían, sin embargo, era o bien con
la intención de poder extender los resultados de
dicha reflexión a otros ámbitos y poder así
elaborar de una teoría general del conocimiento
o con la pretensión de defender las afirmaciones
de la ciencia entonces contemporánea o de
identificar excesos epistemológicos en la
ciencia e indicar el modo en que una ciencia
reformada podría proveer conocimiento (en el
caso de los filósofos) o bien con claros fines
pedagógicos y profesionales, intentando captar
la atención y estimular el interés en la ciencia y
de guiar la práctica científica en determinada
dirección (en el caso de los científicos).

Pero recordemos que no siempre los distintos


saberes o conocimientos fueron valorados o
estuvieron vinculados u organizados de la
misma manera.
Parte de lo que los filósofos de la antigüedad
realizaron pertenece a lo que hoy en día
llamaríamos “filosofía”, aunque otra parte
pertenece a lo que denominaríamos “ciencia”
(si bien no todo lo que p.e. los filósofos griegos
consideraban “episteme” lo denominaríamos así
hoy en día).

Y lo mismo ocurre con los filósofos modernos


hasta Kant (él incluido, pudiendo considerárselo
un punto de inflexión):
• no olvidemos, por ejemplo, que el texto con
el que algunos dan por inaugurada la
filosofía moderna, El discurso del método
de Descartes, constituía, en realidad, sólo el
prólogo a tres ensayos que denominaríamos
“científicos”, aunque agrupados bajo el
título conjunto de Ensayos filosóficos:
Dióptrica, Meteoros y Geometría,
• que gran parte de la “física” de Descartes
debemos buscarla en sus Principios de
filosofía,

• que Newton llamó a su obra fundacional, en


réplica al texto de Descartes y mostrando
nuevamente cambios en la concepción del
conocimiento, Principios matemáticos de
filosofía natural,

• y que Kant mismo desarrollara la teoría


nebular sobre la formación del sistema solar
en Historia general de la naturaleza y
teoría del cielo.
Así, la filosofía de la ciencia en el sentido
anteriormente delineado sólo pudo surgir a
partir del momento en que se constituyó una
ciencia natural “consciente de sí misma”, e.e.,
consciente de su triple autonomía con respecto
a la matemática pura, a la filosofía y al
conocimiento empírico común, que no ocurrió
sino hasta mediados del s. XVIII.
Primera cátedra dedicada a una “filosofía
inductiva”: creada en la Universidad de Zürich
en 1870, con el objetivo de establecer un puente
entre la epistemología tradicional y los
desarrollos más recientes de fundamentos de las
ciencias “inductivas”. Debido a desarrollos
internos de política universitaria, tuvo escaso
significado en la constitución de la disciplina (a
pesar de haber sido ocupada sucesivamente por
Friedrich Albert Lange, Wilhelm Wundt,
Wilhelm Windelband y Richard Avenarius).
Más importante la siguiente cátedra de Filosofía
e Historia de la Ciencia: en 1895, el físico,
filósofo e historiador de la física Ernst Mach es
nombrado catedrático de “Filosofía, en especial
Historia y Teoría de las Ciencias Inductivas” en
la Universidad de Viena (cuando Mach se
jubiló, la cátedra fue ocupada por Ludwig
Boltzmann y luego, en 1922, por Moritz
Schlick)

Profesionalización (institucionalización): a
partir de la conformación en los años veinte de
lo que desde 1929 pasaría a denominarse
oficialmente Círculo de Viena, y se consolida
tras la llegada a los Estados Unidos de los
principales filósofos de la ciencia
centroeuropeos.
Tres períodos, momentos, etapas, fases
principales en el siglo XX:

(1) una fase clásica, que abarca desde fines de


los años veinte hasta finales de los años
sesenta, en el que se establece la llamada
concepción heredada (Carnap,
Reichenbach, Popper, Hempel, Nagel, etc.);

(2) una fase historicista, iniciado en los sesenta


y dominante durante los setenta y principios
de los ochenta (Hanson, Toulmin, Kuhn,
Lakatos, Feyerabend, Laudan, etc.);

(3) una fase contemporánea, semanticista o


modelista, que se inicia a finales de los
setenta y se extiende hasta nuestros días
(Suppes, van Fraassen, Giere, Suppe, Sneed,
Stegmüller, Moulines, Balzer, etc.).
Positivismo

No un conjunto de tesis, sino una actitud, con


importantes puntos de contacto con otras
corrientes “anti-metafísicas” como el
occamismo, el mecanicismo y, sobre todo, el
empirismo.

Rasgos específicos que permiten separarlo de


las corrientes mencionadas: filosofía de las
ciencias empíricas y no meramente como una
teoría del conocimiento ordinario (a diferencia
de los empiristas); preocupación por la
metodología y estructura de las teorías (sólo
pudo surgir a partir del momento en que se
constituyó una ciencia natural exacta
“consciente de sí misma”, e.e., consciente de su
triple autonomía con respecto a la matemática
pura, a la filosofía y al conocimiento empírico
común, que no ocurrió sino hasta mediados del
s. XVIII).
Fases:

(1) protopositivismo o positivismo germinal


(Francia; mediados del s. XVIII hasta la era
napoleónica). “anti-sistemático”.
• “Geómetras” (físicos matemáticos del s.
XVIII; dos generaciones sucesivas:
D’Alembert, Turgot y Condillac; y
Lagrange y Laplace; estrecha conexión
con la investigación matemática de la
naturaleza).
• Rechazo de cualquier pregunta por la
esencia de las causas físicas.
• Tarea de la ciencia: establecimiento de
relaciones lógico-matemáticas entre
fenómenos.
• Rechazo de toda explicación teológica,
metafísica o teleológica de los
fenómenos.
• Fe en el progreso continuado de la
comprensión científica del mundo (única
forma válida de conocimiento).
• (“ideólogos”: los primeros en postular la
necesidad de configurar unitariamente
todas las ciencias según un aparato
conceptual único (las ciencias ya habían
empezado a disgregarse de hecho).
(2) positivismo clásico (Comte y sus
discípulos, estrechamente conectado con el
inductivismo de John Stuart Mill y de la
mayoría de los metodólogos británicos de la
era victoriana, Herschel y Whewell)
• No interés en los fundamentos de las
ciencias naturales, sino en una ciencia de
la sociedad aún por construir (ser el
Newton y Lavoisier de la sociología).
• Todo desarrollo en la sociedad humana
depende en última instancia del desarrollo
científico.
• Ley de los tres estadios: teológico,
metafísico, positivo.
• + otra ley general acerca de la ordenación
dinámica de las ciencias: “Ley
enciclopédica”, que fija un orden
temporal en las ciencias, según la
complejidad de su objeto (astronomía,
física, química, fisiología o biología y
sociología; matemáticas [aritmética,
cálculo, geometría y, por una confusión
conceptual de la época, “mecánica
racional”] en el Discurso antes de la
astronomía, en el Curso de filosofía
positiva no es una parte de la ciencia, sino
su fundamento conceptual).
• Cada ciencia tiene su propio método y
objeto.
• Las leyes básicas de una ciencia madura
no pueden ponerse en cuestión.
• Sistematismo filosófico, clasificación
enciclopédica de las ciencias, validez
incontrovertible de las leyes generales,
ingenuo progresismo científico.
(3) positivismo crítico alemán (último tercio
del s. XIX. Helmholtz, Kirchhoff, Mach,
Hertz, Hering, Avenarius, Petzoldt).

• Más rasgos en común con la generación


de D’Alembert que con la de Comte.
• No creían que los fundamentos de la
ciencia fueran intocables ni les
interesaban las clasificaciones
escolásticas de las ramas científicas
existentes.
• Programa de reconstrucción crítica y
unificada del conocimiento empírico;
crítica en el sentido de eliminar toda
oscuridad metafísica de la ciencia (que
ellos veían en los fundamentos de la
ciencia misma, y en particular en la
ciencia aparentemente más “madura”, la
mecánica); unificada en el sentido de
considerar que la base del conocimiento
empírico debe ser común a todas las
ramas científicas.
• Ocupación sistemática en los
fundamentos conceptuales y
epistemológicos de la mecánica.
• Epistemología científica (ciencia de las
funciones o relaciones de sensaciones).
• Problema (en Análisis de las sensaciones
de Mach): cómo hallar conceptos y leyes
que sean de carácter más básico que los
de la física y la psicología, y de los cuales
puedan deducirse (o “construirse”) estos
últimos.
• Buscarlos en el material proporcionado
por nuestra experiencia fisiológica (lo
único que nos viene dado de forma
inmediata y que por sus propiedades no
pertenece ni al dominio físico ni al
psíquico); tarea propia de la ciencia
llamada “psicofisiología”.

Manifestaciones secundarias o corrientes


“laterales”: los “ideólogos” de la Francia
revolucionaria; el evolucionismo positivista de
Spencer en Inglaterra y Haeckel en Alemania a
mediados del XIX; escuela “energética”
alemana de Helm y Ostwald en la transición del
XIX al XX.
La fase clásica

Schlick, el sucesor de Boltzmann en la cátedra


ocupada primero por Mach de “Filosofía, en
especial Historia y Teoría de las Ciencias
Inductivas” en la Universidad de Viena,
organiza, a propuesta de sus estudiantes Feigl y
Waismann, un círculo de discusión que se
encuentra regularmente, de manera privada, las
tardes de los jueves, a partir del otoño de 1924.
Estos “encuentros de los jueves” pueden ser
considerados el momento de nacimiento del
Círculo de Viena o “Círculo de Schlick”
(“Schlick-Zirkel”).
No sólo algunos alumnos de Schlick, como
Herbert Feigl y Friederich Waismann, asistían a
los encuentros del entonces llamado “Círculo de
Schlick”, además de Schlick mismo, sino
también filósofos, matemáticos, físicos, aboga-
dos, historiadores, ingenieros, economistas,
como Otto Neurath, Rudolf Carnap, Hans
Hahn, Philipp Frank, Karl Menger, Kurt Gödel,
Maria Hahn-Neurath, Felix Kaufmann, Victor
Kraft, Gustav Bergmann, Richard von Mises,
Kurt Reidemeister y Edgar Zilsel.
Neurath, Hahn, von Mises, Hahn-Neurath
(Olga, hermana de Hans y desde 1912 segunda
mujer de Neurath) y Frank ya antes de la
guerra, desde 1907 hasta 1912/1914, se habían
reunido regularmente con el mismo propósito
de discutir temas filosóficos y epistemológicos
y en cuyas sesiones también se discutían “temas
políticos, históricos y religiosos”, en lo que
podría llamarse “primer Círculo de Viena”,
“Círculo de Viena primitivo” o “proto Círculo
de Viena”.
En sus concepciones, propuestas con el
trasfondo de la filosofía kantiana y el
neokantismo, podemos encontrar las siguientes
influencias principales:

1) el positivismo crítico alemán de fines del


siglo XIX (Ernst Mach, Hermann von
Helmholtz y Richard Avenarius),

2) el convencionalismo francés (Henri Poincaré


y Pierre Duhem) y la epistemología italiana
(Giuseppe Peano y Federigo Enriques),

3) la llamada nueva lógica – “matemática”,


“formal”, “clásica” o “logística” – (Gottlob
Frege, Bertrand Russell) y

4) el por ella fecundado análisis lógico del


lenguaje (Gottlob Frege, Bertrand Russell y
Ludwig Wittgenstein).
Si se dejan de lado la prehistoria (“primer
Círculo de Viena” o “Círculo de Viena
primitivo” 1907-1912/1914, período sin
actividad de la Primera Guerra Mundial y fase
de constitución 1918-1924) y los efectos
posteriores, se pueden distinguir tres fases en el
desarrollo del Círculo de Viena:

(i) la fase no pública (1924-1928),


(ii) la fase pública (1929-1934) y
(iii) la fase de disolución (1935-1938).
El Círculo de Viena no se encontraba solo, sino
que mantenía relaciones con individuos y
grupos afines, algunos de ellos artísticos, de
Viena, Berlín, Praga, Alemania, Polonia, los
países escandinavos, Italia, Francia, Inglaterra,
Estados Unidos y aun China.

Entre sus interlocutores se contaron, entre otros,


Johann von Neumann, Werner Heisenberg, Karl
Popper, Ludwig Wittgenstein, Joseff Popper-
Lynkeus, Albert Einstein, Heinrich Gomperz,
Paul Oppenheim, Ludwig von Bertalanffy,
Egon Brunswik, Karl Bühler, Wilhelm Reich,
Paul Lazarsfeld, Hans Kelsen, Paul Hertz, Else
Frenkel-Brunswik, Max Adler, Hans
Reichenbach, Carl Gustav Hempel, Walter
Dubislav, Kurt Grelling, Robert Musil, el grupo
Bauhaus, Kazimierz Ajdukiewicz, Alfred
Tarski, Tadeusz Kotarbiński, Jan Łukasiewicz,
Stanisław Leśniewski, Ludwik Fleck, Jørgen
Jørgensen, Niels Bohr, Eino Kaila, Arne Næss,
Ludovico Geymonat, Abel Rey, Louis Rougier,
Alfred J. Ayer, Frank Ramsey, Bertrand
Russell, L. Susan Stebbing, Joseph H.
Woodger, Willard V. Quine, Charles Morris y
Tscha Hung.
(i) nombramiento de Moritz Schlick para la
Cátedra de Filosofía Natural de la
Universidad de Viena, que Hahn le consi-
guió en 1922 pese a la oposición conside-
rable por parte de la Facultad de Filosofía
(Hahn: el “verdadero fundador” del Círculo
de Viena; 1) él fue la fuerza activa que llevó
a Schlick hacia Viena; 2) él (quizás con
Neurath) reunió al grupo de científicos que
se interesaba por cuestiones lógicas, gnoseo-
lógicas y epistemológicas, reclutado funda-
mentalmente de su Instituto de Matemáticas;
3) él puso a disposición el sitio donde ten-
drían lugar los encuentros de los jueves). A
propuesta de sus estudiantes Feigl y
Waismann tuvieron lugar regularmente acti-
vidades de manera privada a partir del otoño
de 1924. Estos “encuentros de los jueves”
puede ser considerado el momento de naci-
miento del Círculo de Viena o “Círculo de
Schlick” (“Schlick-Zirkel”). (Según Haller,
fueron Hahn y Neurath; comienzo de activi-
dades: año escolar 1923/1924.) Miembros
fundadores: Hahn, Schlick, Neurath, Viktor
Kraft y Felix Kaufmann.
Alas izquierda (Carnap, Hahn, Frank y
Neurath) y derecha (Schlick y Waismann):
razones no sólo filosóficas, sino también
políticas.

(ii) El Círculo no era un grupo monolítico de


pensadores, una escuela filosófica en el
sentido habitual con posiciones claramente
demarcadas, ni era en la Viena de entonces
una aparición peculiar. Luego de su traslado
a Viena en 1926 Carnap se convirtió
rápidamente en uno de sus miembros líderes.
Ideal modernista de Carnap: unir en una
concepción común la ciencia, el arte y la
vida. La concepción científica del mundo se
entendía como parte de un programa
modernista abarcativo que trataba de unir el
iluminismo social y político con un
constructivismo de las ciencias sociales que
creía en la ciencia y en la técnica. El filósofo
como constructor de lenguajes, sistemas
conceptuales o lógicas entendía que podía
aportar al progreso general.
(iii) La expresión más clara de la nueva filosofía
científica, su aporte a la modernización y
humanización de la sociedad, se encuentra
en el Manifiesto del Círculo de Viena de
1929, publicado por Neurath, Carnap y
Hahn. A comienzos de 1929 recibió Schlick
una atractiva oferta de la Universidad de
Bonn y reflexionó largamente si debía
aceptarla. Para los otros miembros del
círculo estaba claro que esto significaría el
fin del círculo. Se esforzaron en retener a
Schlick en Viena por todos los medios.
Petición de deseo de una asociación
oficialmente registrada: la Asociación Ernst
Mach, fundada el año anterior (noviembre
de 1928, “para difundir los conocimientos de
las ciencias exactas”; vástago científico-
popular del círculo académico-universitario
de Schlick, cuyo directorio estaba presidido
por Carnap, Hahn y Neurath). La junta
directiva le envía una carta, pidiéndole a
Schlick que permanezca en Viena. Éste se
deja convencer.
Wissenschaftliche Weltauffassung. Der Wiener
Kreis (Wien: Artur Wolf Verlag, 1929)
Como agradecimiento, la Asociación le
dedica el escrito programático La concep-
ción científica del mundo. El Círculo de
Viena. No se puede decir que Schlick estu-
viera entusiasmado con el Manifiesto; era,
más bien, una declaración del ala izquierda.
Carnap era un Privatdozent que dependía del
dinero aportado por los oyentes que tenía.
Todos los intentos de Schlick y otros filó-
sofos prominentes, como p.e. Cassirer, de
encontrarle una plaza en Alemania o Aus-
tria, fracasaron. Finalmente, mediante Frank,
que enseñaba en la Universidad Alemana de
Praga desde 1913 como sucesor de Einstein,
obtuvo Carnap allí una plaza como Profesor
Extraordinario de Filosofía de las Ciencias
Naturales. En 1931 se mudó a Praga, perma-
neciendo allí hasta su traslado a los E.U. a
fines de 1935. La toma del poder de los
nazis en 1933 en Alemania y de los fascistas
clericales en 1934 en Austria hizo dramática
la situación política de Europa Central.
Schlick intentó, en contra del consejo de
Neurath y Carnap, arreglar con el gobierno
de Dollfuß. Sostenía que la Asociación Ernst
Mach no tendría pensado actividades
socialdemócratas y socialistas prohibidas.
Este penoso intento de congraciarse con el
poder no tuvo éxito.
(iv) La Asociación fue prohibida y también se le
opusieron dificultades al trabajo de Schlick
en la Universidad. A pesar de la vehemente
protesta de Schlick, despidieron a su
colaborador Waismann por motivos
antisemitas. Neurath se encontraba en
Moscú durante el golpe de Dollfuß de 1934,
y, para evitar ser encarcelado, no regresó a
Viena, sino que se dirigió al exilio en
Holanda. Hahn, el “verdadero fundador” del
Círculo, murió en 1934 a consecuencia de
una operación. En 1936 Schlick fue matado
por un disparo de un antiguo estudiante con
problemas psicológicos (el tenor de los
comentarios era que él mismo había firmado
su destino, por haber arrojado a la juventud
al nihilismo ético mediante su materialismo
acristiano). Casi todos los miembros que
permanecían en Viena emigraron; algunos
fueron asesinados luego de la “anexión” por
parte de los nazis; sólo muy pocos
permanecieron en Viena, sin jugar ningún
papel más en la universidad o en la vida
académica.
Positivismo lógico o neopositivismo

No hay objetivos ni trabajo colectivos en el


Círculo de Viena, sino que hay oposición más
que suficiente contra los objetivos que puedan
plantearse y ningún punto de opinión unificada.

No pocas de las tesis sostenidas por los anti-


positivistas fueron sostenidas y publicadas por
miembros individuales del propio Círculo.

Los llamados “dogmas” del Círculo de Viena


no fueron ni opiniones universalmente
aceptadas ni permanecieron sin discusión en el
propio Círculo.

Las concepciones en el Círculo de Viena


fueron, en contra de la visión difundida, mucho
más variadas que lo que se reconoce
habitualmente.
Rasgos fundamentales característicos:

1. La integración de la nueva lógica


matemática como principio ordenador e
instrumento de análisis.

2. En lugar de análisis de las sensaciones,


experiencias o pensamientos, análisis del
lenguaje, con cuya ayuda se describen
sensaciones, experiencias o pensamientos.
Para el pluralismo del Círculo de Viena

• comparar, p.e., la obra de Otto Neurath y


Edgar Zilsel, por un lado, con la de Rudolf
Carnap, por el otro.

• las primeras son más “sociológicas” e


“históricas” con respecto a la más
“formalista” representada por la última.
Citas de
“La concepción científica del mundo: el
Círculo de Viena”

La concepción científica del mundo no se


caracteriza tanto por sus tesis propias, como
más bien por su posición básica, los puntos de
vista, la dirección de la investigación. Como
objetivo se propone la ciencia unificada. El
esfuerzo es aunar y armonizar los logros de los
investigadores individuales en los distintos
ámbitos de la ciencia. De esa aspiración se
sigue el énfasis en el trabajo colectivo; de allí
también la acentuación de lo aprehensible
intersubjetivamente; de allí surge la búsqueda
de un sistema de fórmulas neutral, de un
simbolismo liberado de la escoria de los
lenguajes históricamente dados; y de allí
también, la búsqueda de un sistema total de
conceptos. Se persiguen la limpieza y la
claridad, rechazando las distancias oscuras y las
profundidades inescrutables e imposibles de
comprender.

Este Círculo no tiene una organización rígida;


consiste de gente que tiene la misma actitud
científica básica; el individuo se esfuerza en
incorporarse significativamente, cada uno pone
lo que los vincula por delante, ninguno desea
que las idiosincrasias entorpezcan los vínculos.
En muchos casos un miembro puede reemplazar
a otro, el trabajo de uno puede ser continuado
por otro.

Así la concepción científica del mundo se


mantiene cercana a la vida contemporánea. La
amenazan seguramente duras luchas y
hostilidades. Sin embargo, hay muchos que no
se desesperan sino que, en vista de la situación
sociológica actual, aguardan con esperanza la
marcha de los acontecimientos por venir. Por
supuesto que no todo adherente individual a la
concepción científica del mundo será un
luchador. Algunos, contentos en su soledad,
llevarán una vida retirada en las glaciales nieves
eternas de la lógica; algunos quizás desdeñan
incluso mezclarse con la masa y lamentan la
inevitable “trivialización” resultante de la
expansión. Sin embargo, sus logros también se
incorporan al desarrollo histórico.
Experimentamos cómo el espíritu de la
concepción científica del mundo penetra en
creciente medida en las formas de vida pública
y privada, en la enseñanza, en la educación, en
la arquitectura, y ayuda a guiar la estructuración
de la vida social y económica de acuerdo con
principios racionales. La concepción científica
del mundo sirve a la vida y la vida la acoge.
Hoy se ve la mayoría de las veces al empirismo
lógico como una corriente de pensamiento
típicamente anglo-americana, que siempre
habría jugado un papel significativo en la
escena filosófica norteamericana. Pero no es
así. Carnap habría sido tratado bastante mal en
Chicago (donde gracias a Charles Morris,
Carnap estuvo como profesor invitado durante
el semestre de invierno 1935/1936 y a partir de
octubre de 1936 como profesor ordinario) y
tuvo en sus clases muy poco éxito. En sus 16
años en Chicago (1936-1952), Carnap tuvo 4
estudiantes graduados y sólo un doctorando.
Una característica de la filosofía de Carnap era
su falta de interés en la historia de la filosofía y
de la ciencia. La posición periférica de Carnap
en la escena norteamericana se fue
transformando gradualmente (en parte gracias a
la presencia en los E.U. de antiguos miembros
del Círculo y de simpatizantes emigrados; el
apoyo del antiguo estudiante y posterior amigo
Quine; el apoyo de algunos pragmatistas; la
influencia creciente de algunos alumnos
significativos de Quine, como Putnam,
Davidson y otros; el florecimiento de la lógica a
la que contribuyeron en gran medida los
emigrados polacos como Tarski).
Serie de invitaciones y de posiciones como
profesor invitado: 1940-1941 Harvard; 1952-
1954 Instituto de Estudios Avanzados de
Princeton; 1954 hasta su nombramiento como
emérito en 1961 en la Universidad de Los
Angeles como sucesor de Reichenbach. Su
mujer Ina se suicida en 1964, luego de padecer
mucho tiempo severas depresiones. Su hija
Hanna empieza de Alemania a ocuparse de él.
Planea pasar sus últimos días en Alemania, en
Oberbayern (incluso se compra una casa y
prepara todo para su mudanza) pero muere
luego de una corta enfermedad el 14 de
septiembre de 1970.

Reisch, G.A., Cómo la guerra fría transformó


la filosofía de la ciencia. Hacia las heladas
laderas de la lógica, Quilmes: Universidad
Nacional de Quilmes, 2009 (traducción de:
Reisch, G.A., How The Cold War
Transformed Philosophy of Science: To the
Icy Slopes of Logic, Cambridge: Cambridge
University Press, 2005).
Rudolf Carnap
Convicción fundamental de Carnap: la filosofía
debería ser filosofía científica.
Él no comenzó su carrera filosófica como
empirista lógico, sino que experimentó con una
serie de opciones filosóficas, entre otras el
neokantismo, la fenomenología y el
constructivismo lógico de Russell.
¿Qué papel –si es que alguno– juega la
intuición en el conocimiento científico y
filosófico? La posición de Carnap sobre esta
cuestión cambia. Al comienzo le adscribe un rol
central a la forma kantiana de la intuición pura.
Así defiende en Der Raum lo sintético a priori y
reconoce que la intuición juega un papel
esencial en el conocimiento geométrico. Más
tarde rechaza el rol constitutivo de la intuición
en el conocimiento científico. El conocimiento
científico es siempre conocimiento estructural,
que informa (se las arregla) sin intuición.
Las corrientes filosóficas más importantes que
impregnan el pensamiento temprano de Carnap:
(i) la lógica de los Principia de Whitehead y
Russell,
(ii) el neokantismo de Bauch, Cassirer y
Natorp,
(iii) la fenomenología de Husserl, y
(iv) el convencionalismo de Dingler y
Poincaré.
Rasgo fundamental del pensamiento de Carnap,
que se mantiene en todos los trabajos
posteriores, el intento, no necesariamente de
proponer una nueva tesis, sino de cubrir todas
las posibilidades conceptuales de un campo, en
la que se puedan localizar las posiciones
tradicionalmente sostenidas como parcialmente
justificadas.
En Der Raum son éstas las teorías formal,
intuitiva y empírica del espacio; en Aufgabe
señala que hay distintas posibilidades de aplicar
el principio convencionalista de la simplicidad;
en el Aufbau se trata de una teoría general de
los distintos sistemas de constitución, que
coexisten con igualdad de derechos.
Los comienzos de Carnap no hay que buscarlos
en el empirismo de Hume o de Locke, sino en
las escuelas tradicionales de filosofía alemana.
Mientras que los componentes lógicos y
convencionalistas de su pensamiento ganan en
importancia con el paso del tiempo, retroceden
los aspectos neokantianos y fenomenológicos,
pero continúan actuando subterráneamente.
Fase clásica. La concepción heredada
No una sola concepción, sino un conjunto de
problemas abordados, posiciones y postulados
que tenían un “aire” común o “de familia”:
• el positivismo o empirismo lógico y sus
simpatizantes (que entre 1940 y 1960
constituiría la filosofía de la ciencia
hegemónica en los países anglosajones),
• el racionalismo crítico de K. Popper,
• el realismo científico de W. Sellars, M.
Bunge u otros, y
• los estudios a medio camino entre la lógica
pura y la epistemología (como los de A.
Tarski, K. Ajdukiewicz, R. Montague o J.
Hintikka).
Aire “clásico”:
• Si bien muchas de sus tesis y métodos son
hoy considerados como “superados” por una
gran parte de filósofos de la ciencia
contemporáneos, éstos constituyen punto de
referencia obligado para los desarrollos
ulteriores, siendo imposible imaginar la
filosofía de la ciencia actual sin tomar en
cuenta los aportes realizados en dicha fase.
Concepto “abierto”: extensionalmente
(conjunto abierto); intensionalmente (no
condiciones necesarias y suficientes; disyunción
de condiciones)

Algunos de los temas abordados:

• la demarcación entre ciencia y no-ciencia,

• la naturaleza de los conceptos científicos,

• la estructura de las teorías científicas,

• la relación entre teoría y experiencia,

• la metodología de la contrastación de
hipótesis y su posterior evaluación, y

• la naturaleza de la explicación y predicción


científicas.
A fines de los años cincuenta, no obstante, ya
comienzan a plantearse una serie de críticas a la
filosofía de la ciencia de esta fase, que muestran
sus propias limitaciones, debidas fundamental-
mente a:

• la aplicación casi exclusiva de un formalismo


lógico excesivamente rígido y limitado (la
lógica de predicados de primer orden);

• la concentración en la filosofía general de la


ciencia en desmedro de las filosofías
especiales, aun cuando esos “aspectos
comunes” a todas las ciencias fueran
propuestos fundamentalmente a partir de la
reflexión sobre la física;

• la casi total circunscripción de los análisis a


los aspectos sincrónicos de la ciencia, con
insuficiente o nula consideración de los
diacrónicos;
• la aceptación de la distinción entre aquello
que, a partir de la propuesta terminológica de
Reichenbach de 1938, se denomina contexto
de descubrimiento (relacionado con el modo
en que a un científico se le ocurren los
distintos conceptos, hipótesis, leyes o teorías,
dadas ciertas condiciones o circunstancias,
que pueden ser de muy diverso tipo:
individuales, psicológicas, sociales, políticas,
económicas, etc.) y el llamado contexto de
justificación (relacionado con el modo en
que, una vez que a un científico se le ocurre
algo –sea un concepto, una hipótesis, una ley
o una teoría–, e independientemente de cómo
se le ocurrió, se determina la justificación,
validez, legitimidad o fiabilidad de dicho
descubrimiento), y la consiguiente restricción
de la filosofía de la ciencia al análisis del
contexto de justificación, haciendo caso
omiso o dejando para otras disciplinas
metacientíficas (la psicología de la ciencia, la
historia de la ciencia y la sociología de la
ciencia, especialmente) el análisis del
contexto de descubrimiento.
Fase histórica. La concepción historicista

Crítica a la concepción heredada provenientes


de los nuevos filósofos de la ciencia
(interesados en la historia de la ciencia: N.R.
Hanson, T.S. Kuhn, I. Lakatos, P. Feyerabend,
S. Toulmin, L. Laudan y D. Shapere).

Ver esta fase en el marco del giro histórico (o


historicista) en el ámbito de la filosofía de la
ciencia y en el más amplio del giro pragmático
en la filosofía analítica en general y de la
filosofía de la ciencia en particular.
Giro histórico (o historicista):
• Tomando en cuenta la multiplicidad y
variedad de posiciones sostenidas por los
positivistas o empiristas lógicos, mayor aún
que todo lo que fuera luego codificado en la
concepción heredada, pero que incluso aquí
nos encontramos ante una pluralidad de
enfoques, sería mejor caracterizar los cambios
ocurridos en la filosofía de la ciencia durante
los años sesenta como de recuperación o
profundización de problemas tratados y de
soluciones previamente avanzadas más que de
auténtica revolución.
• Sin embargo, su incidencia fue decisiva en
este resurgimiento: la consideración de la
perspectiva histórica o historicista que en
general les caracteriza marca definitivamente
el desarrollo de la reflexión metacientífica
posterior.
Giro pragmático:

• Rechazo a lo que Stegmüller denomina “el


tercer dogma del empirismo”: la convicción
de que para la elucidación de todos los
aspectos fundamentales epistemológicamente
relevantes bastan los medios (instrumentos) de
la lógica (medios sintácticos y semánticos).

• Tomando en consideración los aspectos


pragmáticos del lenguaje, así como también
hacer pasible de un análisis filosófico a la
práctica científica (incluida la no lingüística).
Cuestiones que pasan a primer plano:

• la importancia de los estudios históricos y de


los determinantes sociales,

• la puesta en duda de la distinción tajante entre


el contexto de descubrimiento y el contexto de
justificación,

• el problema de la carga teórica de las


observaciones,

• el problema de la inconmensurabilidad entre


teorías,

• las nociones de progreso y racionalidad


científicos,

• la relevancia y alcance de los análisis formales


y el problema del relativismo.
A la mayoría de sus tesis y estudios diacrónicos
subyace, sin que impliquen en sentido estricto,
una nueva concepción acerca de la naturaleza y
estructura sincrónica de las teorías científicas,
que se supone más apegada a la práctica
científica tal como la historia nos las presenta. A
esta nueva noción, los nuevos filósofos se
refieren con variada terminología: paradigma en
Kuhn, programa de investigación en Lakatos,
tradición de investigación en Laudan, etc.
Esta nueva noción, propuesta en virtud de que
las “construcciones tradicionales son al mismo
tiempo demasiado ricas y demasiado pobres
para representar lo que los científicos tienen en
la mente cuando hablan de su adhesión a una
teoría particular” (Kuhn 1974, p. 501), es, sin
embargo, imprecisa, en ocasiones de modo tan
extremo que termina por desdibujar casi en su
totalidad lo que parecen intuiciones correctas.

El principal motivo de los positivistas o


empiristas lógicos para desarrollar una filosofía
formal de la ciencia era justamente evitar un
discurso metacientífico vago e impreciso.

Y gran parte de las polémicas que surgieron tras


la aparición en el panorama de los nuevos
filósofos fueron generadas por la imprecisión y
equivocidad de algunas de sus nociones
centrales.
Fase contemporánea. Las concepciones
semánticas

• “Epistemologías naturalizadas” (Quine): la


investigación de la ciencia debía ser llevada a
cabo utilizando métodos, o basándose en
resultados, pertenecientes a las ciencias
naturales (enfoques psicologistas o
cognitivistas –P. Kitcher, R. Giere, P.
Thagard, P. Churchland y P.M. Churchland,
entre otros– como algunos de los
evolucionistas).

• “Nuevos experimentalistas”: la filosofía de la


ciencia debe tomar más en cuenta los factores
que conducen a la formulación de teorías –uso
de instrumentos, experimentos, etc.– más que
a las teorías mismas (I. Hacking, R.J.
Ackermann, etc.).
• “Filosofías especiales de la ciencia”: análisis
de las disciplinas individuales (filosofías
especiales de la biología, de la psicología y, en
menor medida, de las ciencias sociales). La
filosofía de la biología comenzó a desbancar a
la física dentro de la reflexión filosófica,
haciéndole recuperar a algunos filósofos la
esperanza de desarrollar una filosofía general
de la ciencia, tomando a la biología como
modelo o patrón (“epistemologías
evolucionistas”: serie de propuestas de
análisis del desarrollo del conocimiento en
general y/o del conocimiento científico en
particular –K. Lorenz, D. Campbell, K.
Popper, S. Toulmin y D. Hull, p.e.–, que
toman como base para su análisis (algún
tratamiento específico de) la evolución
biológica).
• “Problemas filosóficos especiales de la
ciencia”: tratamiento de problemas filosóficos
particulares (p.e. el problema del realismo
científico: partiendo de sus progenitores de los
años sesenta W. Sellars, G. Maxwell y J.J.C.
Smart y sus defensores como R. Boyd o I.
Hacking, hasta sus más acérrimos detractores
como B. van Fraassen, en conexión con la
problemática semántica más general del
realismo, del tipo discutido por W.V. Quine,
D. Davidson, S. Kripke o H. Putnam, o en su
más reciente variante, el “realismo
estructural”, de J. Worrall y J. Ladyman).

• “Filosofía feminista de la ciencia”: crítica


“feminista” de la ciencia y las instituciones
científicas (S. Harding, P.G. Abir-Am) o
análisis filosófico de la ciencia realizado por
mujeres (D. Mayo, N. Cartwright)
• “Concepciones semánticas o modelo-
teóricas”: recupera la confianza en la
viabilidad de los análisis formales o
semiformales de la ciencia, al menos en
algunos de sus ámbitos, entre ellos el relativo
a la naturaleza de las teorías (que continúan
siendo las unidades básicas de lo que
llamamos ciencia, ya que los experimentos y
las operacionalizaciones instrumentales sólo
tienen sentido en cuanto que forman parte de
un contexto teórico); al menos parte de los
nuevos elementos señalados durante la fase
historicista son susceptibles de un razonable
análisis y reconstrucción formales.
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Worrall, J., “Structural Realism: The Best of Both Worlds?”, Dialectica 43
(1989): 99-124.

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