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Freud , hay un primer esquema del aparato psíquico que lo divide en :Consciente,
Preconsciente, e Inconsciente. Lo preconsciente es aquello que con un poco de esfuerzo
del sujeto vuelve a la memoria y lo inconsciente es lo reprimido que requiere de grandes
y trabajosos esfuerzos para que se vuelva consciente, es el olvido profundo que incluso,
en muchos casos, nunca llega a hacerse consciente. De la consciencia habla en uno de
sus artículos ( que recomendamos)” El Block Maravilloso”, pero no hay que confundir
consciencia con percepción, no todo lo percibido va a la consciencia, puede hallarse en
el preconsciente o ir al inconsciente.
En la 2º Tópica o Esquema del aparato psíquico, que Freud desarrolla en el trabajo “El
Yo y el Ello”, Freud habla de 3 instancias psíquicas: el Yo, el Ello y el Superyo-Ideal
del yo. Las tres instancias poseen una parte consciente, una parte preconsciente y una
parte inconsciente. El Yo está encargado del control de los impulsos, el autodominio, el
autoreconocimiento, la autonomía, etc. Para Lacan es constituído por la asunción de la
imagen del espejo por el niño y es la sede de lo imaginario.
El Superyo es, metafóricamente hablando como “el freno” del sujeto, mientras que el
Ideal es “el ascelerador”. El Superyo puede volverse muy severo y autocastigar o
castigar al Yo, que para Freud espera el amor del Superyo, ya que el Superyo es
producto de las identificaciones edípicas con los padres; por esto el Yo sigue esperando
ser amado por el Superyo, y a veces es tiranizado por él. El Ideal, si es demasiado
elevado puede tiranizar al sujeto también y volverlo impulsivo e imprudente. Pero
normalmente el Ideal es una instancia muy positiva que lleva al sujeto a intentar
superarse.
Puede existir, y de hecho casi siempre es así, conflicto entre las 3 instancias psíquicas, y
de este modo, el Yo se debilita, se vuelve demasiado vulnerable y frágil; esto puede ser
a causa de un conflicto con el Ello (reservorio de la libido sexual y de las plsiones de
vida y muerte), por ejemplo que las pulsiones se exciten en demasía y provoquen un
debilitamiento del Yo para mantenerlas a raya; o que el Superyo se vuelva un tirano
rígido y lleve al Yo al autocastigo.