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El documento presenta el principio de solidaridad de la Doctrina Social de la Iglesia. La solidaridad implica reconocer que los seres humanos están interconectados y deben ayudarse mutuamente para promover el bienestar común. Significa que ninguna persona puede vivir aislada y que todos necesitan interactuar y apoyarse los unos a los otros para desarrollarse plenamente. La solidaridad también requiere transformar las estructuras sociales que dominan las relaciones entre las personas para crear estructuras basadas en la solidaridad a través de leyes
El documento presenta el principio de solidaridad de la Doctrina Social de la Iglesia. La solidaridad implica reconocer que los seres humanos están interconectados y deben ayudarse mutuamente para promover el bienestar común. Significa que ninguna persona puede vivir aislada y que todos necesitan interactuar y apoyarse los unos a los otros para desarrollarse plenamente. La solidaridad también requiere transformar las estructuras sociales que dominan las relaciones entre las personas para crear estructuras basadas en la solidaridad a través de leyes
El documento presenta el principio de solidaridad de la Doctrina Social de la Iglesia. La solidaridad implica reconocer que los seres humanos están interconectados y deben ayudarse mutuamente para promover el bienestar común. Significa que ninguna persona puede vivir aislada y que todos necesitan interactuar y apoyarse los unos a los otros para desarrollarse plenamente. La solidaridad también requiere transformar las estructuras sociales que dominan las relaciones entre las personas para crear estructuras basadas en la solidaridad a través de leyes
«Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo»
Gal 6, 2 Son cuatro los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Bien común, dignidad de la persona, subsidiaridad y solidaridad. A continuación queremos presentar a grandes rasgos este último principio de la DSI, apoyados principalmente de lo que se dice en el Magisterio de la Iglesia sobre la solidaridad, plasmado en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI) y el DOCAT. El Compendio, en el número 149, nos dice que tenemos «la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos», es decir, este es el principio de la solidaridad. En otras palabras, «la solidaridad expresa la dimensión social de la persona humana. Ningún ser humano puede vivir aisladamente, sino que siempre está remitido a otro, y no solo para experimentar una ayuda práctica, sino también para tener un interlocutor con quien hablar, para crecer junto con los demás intercambiando ideas, argumentos, necesidades y deseos, y poder desarrollar así plenamente su personalidad» (DOCAT 100). Con la consciencia de la urgencia de acción en la sociedad, nuestro principio, al permear la vida social de cada hombre, y la participación pueden dar respuesta a la cultura del descarte que antepone los propios intereses haciendo leyes que no respetan el verdadero sentido de la Ley, la vida y la libertad y por tanto, en la actualidad, nuestro interés debe ser el otro. Por eso la solidaridad « debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de las instituciones, según el cual las «estructuras de pecado», que dominan las relaciones entre las personas y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos» (CDSI 193). Finalmente, es en Jesucristo que podemos ver la solidaridad en acto, pues él es «el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la «muerte de cruz» (Flp 2,8): en Él es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con él, lo salva y lo constituye en la unidad» (CDSI 196).