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Arquidiócesis de Portoviejo

TEMA PARA LAS REUNIONES ZONALES

-3-
AÑO DE LA SOLIDARIDAD
““La persona humana está en peligro: ¡He aquí la urgencia de la ecología humana! El
peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es
sólo una cuestión de economía, sino de ética y antropología... dominan las dinámicas de
una economía y una riqueza carentes de ética"
(Papa Francisco)

“He comprendido que mi bienestar sólo es posible cuando reconozco mi


unidad con todas las personas del mundo, sin excepción.” Leó n Tolstó i 

2019-20
Caminando con nuestro Plan
Solidaridad es promover la cultura de tu pueblo (Cfr: 1Pe 2,9)
LA SOLIDARIDAD
SEGÚN LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

La reflexió n eclesial a través de los tiempos se ha ido enriqueciendo


gracias a la praxis que no ha dejado de encontrar a pesar de sus límites
la acció n de Dios en la historia de los pueblos. Por eso, aunque
presentada con la palabra doctrina, este conjunto de enseñ anzas que
tratan el tema social, son fruto de un camino que se sigue
construyendo desde las realidades cambiantes que exigen una mirada
siempre alerta y una teología de los signos de los tiempos.
En esta ocasió n, buscaremos en pocas líneas, definir lo que es la
Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y có mo desde ésta se presenta el
principio de la solidaridad, escudriñ ando su fundamentació n en el
mismo objetivo de la DSI.

La Doctrina Social de la Iglesia en camino hacia un


humanismo integral y solidario
Se conoce como DSI al conjunto de principios propuestos por la Iglesia
desde el Evangelio y desde una Tradició n creativa y diná mica que,
refiriéndose principalmente a las relaciones sociales, intenta iluminar
el modo como la sociedad civil se relaciona internamente e
institucionalmente. Estos principios buscan guiar, ademá s, el actuar de
la sociedad civil en relació n con la Iglesia desde una ética que coloque
en el centro a la persona humana, promoviendo un humanismo
integral.
Se entiende como humanismo integral la reflexió n antropoló gica que
se encuentra a la base de la DSI y que es producto de la realizació n
histó rica de la misió n de la Iglesia: el anuncio del Evangelio. Porque
cuando la Iglesia anuncia el Evangelio, enseñ a al hombre, en nombre
de Cristo, su dignidad propia y su vocació n a la comunió n con las
personas; y le descubre las exigencias de la justicia y de la paz,
conformes a la sabiduría divina (Cfr. CDSI 3). Este humanismo integral
lleva en su interior la imagen de un hombre que, descubriéndose
amado por Dios, comprende la propia dignidad trascedente, aprende a
no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una
red de relaciones cada vez má s auténticamente humanas (Cfr. CDSI 4).
Por eso el amor cristiano impulsará a la denuncia, a la propuesta y al
compromiso con proyecció n cultural y social, a una laboriosidad eficaz,
que apremia en su corazó n una sincera preocupació n por la suerte del
hombre a ofrecer su propia contribució n. Y de este modo el cristiano
encuentre en la DSI los principios de reflexió n, los criterios de juicio y
las directrices de acció n como base para promover un humanismo
integral y solidario (Cfr. CDSI 5).

El principio de la Solidaridad
En la DSI la solidaridad es presentada junto a otros principios: bien
comú n, destino universal de los bienes, subsidiariedad y participació n.
Estos principios está n fuertemente unidos y poseen su propia
articulació n que se verifica a partir del hecho de que buscan la
dignidad de la persona humana desde una perspectiva integradora y
no parcializada. Por eso se refieren a la realidad social en su conjunto:
desde las relaciones interpersonales caracterizadas por la proximidad
y la inmediatez, hasta aquellas mediadas por la política, por la
economía y por el derecho.
En el caso concreto de la solidaridad, la DSI sostiene que ésta confiere
particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a
la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino comú n de los
hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez má s convencida
(Cfr. CDSI 192). Un aspecto que puede ayudar a obtener este logro, es
el hecho de que hoy má s que nunca, se esté desarrollando una
conciencia de los vínculos de interdependencia entre los hombres y
entre los pueblos, permitiendo la comunicació n con las personas
lejanas o desconocidas.
Sin embargo, obstaculizan esta ventaja concedida principalmente por
la tecnología, la persistencia en todo el mundo de fortísimas
desigualdades entre países desarrollados y países en vías de
desarrollo, así como las diversas formas de explotació n, de opresió n y
de corrupció n. Por eso la propuesta de la DSI es que estos procesos de
aceleració n de la interdependencia entre las personas y los pueblos
sean acompañ ados por un crecimiento en el plano ético – social (Cfr.
CDSI 193).
A nivel social, la solidaridad debe captarse en su valor de principio
social ordenador de las instituciones, segú n el cual las estructuras de
pecado, que dominan la relaciones entre las personas y los pueblos,
deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad,
mediante la creació n o la oportuna modificació n de leyes, reglas de
mercado, ordenamientos (Cfr. CDSI 193).
A nivel ético, la solidaridad es también una verdadera y propia virtud
moral. Es decir, es la determinació n firme y perseverante de
empeñ arse por el bien comú n, para que todos seamos realmente
responsables de todos. Por eso el acento viene puesto en el actuar
solidario al cual somos invitados todos los hombres, fruto de la
reflexió n evangélica que nos hace pró jimo al servicio de nuestros
hermanos y con nuestros hermanos (Cfr. CDSI 192).
En síntesis, el término solidaridad expresa la exigencia de reconocer en
el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos
sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para
ocuparse del crecimiento comú n, compartido por todos.

La Solidaridad desde Jesucristo, desde la Trinidad


La DSI nos indica que la cumbre insuperable de la perspectiva indicada
es la vida de Jesú s de Nazaret, el Hombre nuevo, solidario con la
humanidad hasta la muerte en cruz, la realizació n encarnada del “Dios
con nosotros”. En É l, y gracias a É l, también la vida social puede ser
nuevamente descubierta, aun con todas sus contradicciones y
ambigü edades, como lugar de vida y esperanza, en cuanto signo de una
Gracia que continuamente se ofrece a todos y que invita a las formas
má s elevadas y comprometedoras de comunicació n de bienes.
Jesú s de Nazaret hace también resplandecer ante los ojos de todos los
hombres el nexo entre solidaridad y caridad, iluminando todo su
significado e indicá ndonos la verificació n de su autenticidad. De forma
especial Jesú s, el Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, nos
revela el profundo vínculo que se da en la comunidad de personas que
es Dios mismo. La eterna relació n solidaria en el amor del Padre entre
el Hijo y de estos con el Espíritu Santo nos impulsa a tener seriamente
en cuenta que, desde la manifestació n de su esencia, el Dios Trinitario
nos hace observar que en este camino de la vida no podremos avanzar,
sin É l y sin los otros.

CONVERSEMOS EN GRUPOS DE TRABAJO


1.- ¿Qué se entiende por “Humanismo Integral”? Busquemos al menos tres
caraterísticas que nos acerquen a su comprensión.
2.- ¿Qué busca el principio de la solidaridad a nivel social? ¿Podemos identificar alguna
estructura de pecado en nuestro ambiente?¿Tenemos acaso la experiencia de haber
visto alguna estructura solidaria? Pongamos ejemplos
3.- ¿Qué aspectos de la sociedad actual pueden favorecer la solidaridad según la DSI y
qué aspectos la obstaculizan? Nombremos por lo menos tres de cada uno

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