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AÑO DE LA SOLIDARIDAD
““La persona humana está en peligro: ¡He aquí la urgencia de la ecología humana! El
peligro es grave porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no es
sólo una cuestión de economía, sino de ética y antropología... dominan las dinámicas de
una economía y una riqueza carentes de ética"
(Papa Francisco)
2019-20
Caminando con nuestro Plan
Solidaridad es promover la cultura de tu pueblo (Cfr: 1Pe 2,9)
LA SOLIDARIDAD
SEGÚN LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
El principio de la Solidaridad
En la DSI la solidaridad es presentada junto a otros principios: bien
comú n, destino universal de los bienes, subsidiariedad y participació n.
Estos principios está n fuertemente unidos y poseen su propia
articulació n que se verifica a partir del hecho de que buscan la
dignidad de la persona humana desde una perspectiva integradora y
no parcializada. Por eso se refieren a la realidad social en su conjunto:
desde las relaciones interpersonales caracterizadas por la proximidad
y la inmediatez, hasta aquellas mediadas por la política, por la
economía y por el derecho.
En el caso concreto de la solidaridad, la DSI sostiene que ésta confiere
particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a
la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino comú n de los
hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez má s convencida
(Cfr. CDSI 192). Un aspecto que puede ayudar a obtener este logro, es
el hecho de que hoy má s que nunca, se esté desarrollando una
conciencia de los vínculos de interdependencia entre los hombres y
entre los pueblos, permitiendo la comunicació n con las personas
lejanas o desconocidas.
Sin embargo, obstaculizan esta ventaja concedida principalmente por
la tecnología, la persistencia en todo el mundo de fortísimas
desigualdades entre países desarrollados y países en vías de
desarrollo, así como las diversas formas de explotació n, de opresió n y
de corrupció n. Por eso la propuesta de la DSI es que estos procesos de
aceleració n de la interdependencia entre las personas y los pueblos
sean acompañ ados por un crecimiento en el plano ético – social (Cfr.
CDSI 193).
A nivel social, la solidaridad debe captarse en su valor de principio
social ordenador de las instituciones, segú n el cual las estructuras de
pecado, que dominan la relaciones entre las personas y los pueblos,
deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad,
mediante la creació n o la oportuna modificació n de leyes, reglas de
mercado, ordenamientos (Cfr. CDSI 193).
A nivel ético, la solidaridad es también una verdadera y propia virtud
moral. Es decir, es la determinació n firme y perseverante de
empeñ arse por el bien comú n, para que todos seamos realmente
responsables de todos. Por eso el acento viene puesto en el actuar
solidario al cual somos invitados todos los hombres, fruto de la
reflexió n evangélica que nos hace pró jimo al servicio de nuestros
hermanos y con nuestros hermanos (Cfr. CDSI 192).
En síntesis, el término solidaridad expresa la exigencia de reconocer en
el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos
sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para
ocuparse del crecimiento comú n, compartido por todos.