Está en la página 1de 4

Curso: Doctrina Social de la Iglesia

Tema: Capítulo IV de la Doctrina Social de


la Iglesia
Docente: P. Dr. Marcoantonio Pacherres
Torrejón
Universidad: Universidad Católica de
Trujillo
Alumna: María Inés Gonzales Silva
Tarea 1
Luego de leer el capítulo IV del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
(todo el capítulo IV), identifiquen qué encíclicas sociales abordan el tema de
cada principio y dónde podemos identificarlos. Máximo 3 hojas.

Introducción.
Los principios que encontramos en este capítulo de alguna manera están relacionados
entre sí, pero algunos fueron abordados con mayor énfasis en las diferentes encíclicas
y por ende en sus temas desarrollados de acuerdo al contexto que fueron escritos e
intentaron responder y exhortar a los hombres y mujeres de iglesia y toda la
humanidad.

1.- Principio: DEL BIEN COMÚN


Menciona que la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer
lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social
para encontrar plenitud de sentido. Según una primera y vasta acepción, por bien
común se entiende “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a
las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la
propia perfección”

Por tanto, ninguna forma expresiva de la sociabilidad desde la familia, pasando por el
grupo social intermedio, la asociación, la empresa de carácter económico, la ciudad, la
región, el Estado, hasta la misma comunidad de los pueblos y de las Naciones puede
eludir la cuestión acerca del propio bien común, que es constitutivo de su significado y
auténtica razón de ser de su misma subsistencia.

Este principio lo encontramos en: el Papa Juan XXIII, en su Enc. Mater et


magistra: AAS 53 (1961) 417-421; Id., Enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 272-
273; AAS 55 (1963) 272.

Algunas ideas: La Enc. MATER ET MAGISTRA Trata del Cristianismo y progreso


social.
Analiza los retos de la realidad social como los derechos de los pueblos
subdesarrollados y de los trabajadores. Afirma que para afrontar los retos del orden
social, es necesario que la persona sea el fundamento y el fin de toda actividad
política. Insiste en que la doctrina social cristiana o de la iglesia es una parte integral
de la vida cristiana y de la misión evangelizadora; finalmente, llama a los cristianos a
trabajar por un mundo más justo, fraterno, solidario y pacífico, como expresión del
Reinado de Dios en la historia.

La Enc. PACEM IN TERRIS. El l tema principal es la Paz en la Tierra. La encíclica


ofrece una propuesta de paz para la sociedad internacional; basada en la Justa
relación entre persona y el estado, y entre persona y los otros seres humanos, en el
ámbito de los derechos humanos como la base de la paz. Aboga por una justa relación
entre Estados, basada en el diálogo y la solidaridad reconoce que todas las naciones
tienen igual dignidad y derecho a un desarrollo propio y aboga por la revisión de la
distribución de recursos y por el monitoreo de las corporaciones multinacionales.

2.- Principio: EL DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES


El principio del destino universal de los bienes de la tierra está en la base del derecho
universal al uso de los bienes. Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del
bienestar necesario para su pleno desarrollo: el principio del uso común de los bienes,
es el primer principio de todo el ordenamiento ético-social y principio peculiar de la
doctrina social cristiana. Por esta razón la Iglesia considera un deber precisar su
naturaleza y sus características. Es inherente a la persona concreta, a toda persona, y
es prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre los bienes, a cualquier
ordenamiento jurídico de los mismos, a cualquier sistema y método socioeconómico:
Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de
propiedad y comercio libre, a ello destino universal de los bienes están subordinados:
no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización, y es un deber social
grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera.

Este principio lo encontramos en: el S. Juan Pablo II, en la Enc. Laborem


exercens, 19: AAS 73 (1981) 525. Y en la Enc. Sollicitudo rei socialis, 42: AAS 80
(1988) 573.

Algunas ideas: la Enc. LABOREM EXERCENS. Trata del trabajo y el hombre a la luz
del Génesis, desde una visión filosófica y teológica del trabajo. Visto como
colaboración con el creador, lo que le da una especial dignidad por estar basada en la
dignidad humana y divina de la persona. Expone así una espiritualidad del trabajo
como medio de expresión y compromiso desde la fe, en la construcción de un orden
social justo y fraterno para todos. Demanda que la justicia en el lugar de trabajo sea
responsabilidad tanto de la sociedad como de los empleadores y de los trabajadores.

La Enc. SOLLICITUDO REI SOCIALIS. Analiza la desigualdad creciente e injusta entre


Norte-Sur. Enfatiza en la esperanza y en la necesidad de fomentar el desarrollo de las
personas y de los pueblos más pobres. Define que el auténtico desarrollo del hombre
se realiza en todas sus dimensiones, principalmente la espiritual.

Al tiempo que reafirma que el desarrollo auténtico debe abarcar la vertiente política,
económica, religiosa y ecológica. Pide a los cristianos católicos, difundir la enseñanza
social de la Iglesia, y llevarla a todos los sectores de la sociedad, para que ilumine las
realidades sociales y las comprometa en la tarea de promover la justicia y la paz,
desde el respeto a la vida y a la dignidad de todos los seres humanos.

3.- Principio: DE SUBSIDIARIDAD


La subsidiaridad está entre las directrices más constantes y características de la
doctrina social de la Iglesia, presente desde la primera gran encíclica social. Es
imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las
asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones
agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional,
político, a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su
efectivo crecimiento social. Es éste el ámbito de la sociedad civil, entendida como el
conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que se
realizan en forma originaria y gracias a la « subjetividad creativa del ciudadano ».

Este principio lo encontramos en: el Papa León XIII, en su Enc. Rerum novarum:
Acta Leonis XIII, 11 (1892) 101-102. 123. Pero tambien en la Enc. De Papa Pío XI,
la Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 203.

Algunas ideas: RERUMNOVARUM, Aborda la cuestión obrera haciéndose eco de la


inhumana situación de los trabajadores durante la Revolución Industrial. Enuncia
derechos y obligaciones de patronos y obreros que todavía no habían sido
reconocidos en leyes civiles ni como derechos humanos. Defiende el derecho de los
trabajadores a asociarse para la defensa de sus intereses. Y que el estado debe
intervenir en la economía para asegurar los derechos públicos y privados; asegurando
el destino universal de los bienes. Defiende el derecho de la propiedad privada, pero
insiste en que esta tiene una función social. Subraya el derecho de los trabajadores y
de todo ser humano a acceder a la propiedad.
La Enc. QUADRAGESIMO ANNO, con motivo de los 40 años de la publicación de la
Rerum Novarum. Trata el tema de la reconstrucción del orden social. Propugna por
una distribución equitativa de los bienes según las demandas del bien común y la
justicia social; protege el derecho de propiedad la propiedad privada, afirmando su
función social y el derecho de todas las personas a acceder a él.

4.- Principio: DE PARTICIPACIÓN


La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo
responsable y con vistas al bien común. La participación no puede ser delimitada o
restringida a algún contenido particular de la vida social, dada su importancia para el
crecimiento, sobre todo humano, en ámbitos como el mundo del trabajo y de las
actividades económicas en sus dinámicas internas, la información y la cultura y, muy
especialmente, la vida social y política hasta los niveles más altos, como son aquellos
de los que depende la colaboración de todos los pueblos en la edificación de una
comunidad internacional solidaria.

Este principio lo encontramos en el Papa Juan XXIII, en su Enc. Mater et


magistra: AAS 53 (1961) 423-425; pero tambien en S. Juan Pablo II, en la Enc.
Laborem exercens, 14: AAS 73 (1981) 612-616 y en la Enc. Centesimus annus,
35: AAS 83 (1991) 836-838.

Algunas ideas: ya desarrolle en el principio del Bien común y el destino universal de


los bienes. Ahora la Enc. CENTESIMUS ANNUS, publicada en los 100 años de la
Rerum Novarum y del nacimiento de la Doctrina Social de la Iglesia.

Esta encíclica afirma que debe ser promovida un orden social justo, fraterno, solidario
y pacífico. Haciendo presente que el Evangelio es un camino de humanización válido y
abierto a toda la comunidad humana. Afirma que la libertad debe estar abierta a la
verdad; que la propiedad privada no debe ser tenida como derecho absoluto; que la
economía de mercado debe basarse en el comercio justo, el respeto a la creación y a
los derechos de las personas y de las naciones, desde un sistema ético cultural.

5.- Principio de: SOLIDARIDAD


La solidaridad debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de
las instituciones, según el cual las estructuras de pecado que dominan las relaciones
entre las personas y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras
de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de
mercado, ordenamientos.

La solidaridad es también una verdadera y propia virtud moral, no un sentimiento


superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es
la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por
el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de
todos. La solidaridad se eleva al rango de virtud social fundamental, ya que se coloca
en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien común, y en la
entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a "perderse", en sentido
evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a "servirlo" en lugar de oprimirlo para el
propio provecho.

Este principio lo encontramos en S. Juan Pablo II, en su Enc. Sollicitudo rei


socialis, 36. 37: AAS 80 (1988) 561-564; 38: AAS 80 (1988) 565-566. Y en su otra
Enc. Laborem exercens, 8: AAS 73 (1981) 594-598.

Esta de S. Juan Pablo II, fue vista en el principio el destino universal de los bienes.

También podría gustarte