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Texto sobre la naturaleza de la literatura y la poesía basado en la Poética de

Aristóteles y Breve Introducción a la Teoría Literaria de Jonathan Culler

Dado que en la época de Aristóteles todavía no se había acuñado el término literatura,


este aclara que aunque todos estos géneros utilizan el lenguaje, ya sea en prosa, en verso
o en combinaciones de ambas para manifestarse, sería un error agruparlas bajo un solo
arte basándonos exclusivamente en este hecho. Por ejemplo, tanto Homero como
Empédocles utilizaron el verso, pero solo el primero es un poeta mientras que el
segundo era un filósofo naturalista, por lo tanto no todos los textos pueden pertenecer a
la poética.
En su Poética, Aristóteles agrupa a la poesía, la epopeya, la tragedia, la comedia, la
ditirámbica, la atlética y la citarística como un conjunto de imitaciones, designando
como mímesis a esta propiedad de copiar la realidad y diferenciando los géneros entre sí
por tres cosas: los medios que utilizan, los objetos que imitan y por el modo en que
imitan a dichos objetos.
Todas las obras de este arte utilizaran el ritmo, el canto, el verso o la prosa, ya sea por
separado o en combinaciones diversas pero siempre imitando a hombres que serán
mejores, semejantes o peores que los reales dependiendo del género. Estas imitaciones
se podrán hacer a través de la narración, o bien presentando a todos los imitados como
operantes y actuantes.
Estas son, por consiguiente, las tres diferencias posibles dentro de la mimesis
aristotélica, y de esta manera todos los géneros quedaron agrupados bajo el arte de la
poética, en tanto que reflejen la realidad.
Pasará el tiempo, nuevos pensadores construirán nuevas teorías y veremos a Jonathan
Culler que en su Breve Introducción a la Teoría Literaria, nos dice sobre la naturaleza
de la literatura, que esta no solo se reduce a una función estética del lenguaje
comprendida por sus características de su relación ficcional con el mundo, sus niveles
suplementarios de organización lingüística y la separación de los contextos prácticos de
enunciación.
Tampoco se reduce a su función social en ninguna de sus dos posibles vertientes: la
primera nos ofrece la literatura como instrumento para despertar maneras particulares de
reflexión e identificación para ayudar a convertirnos en mejores personas, mediante el
ejercicio libre y desinteresado de una facultad imaginativa que combina el saber y el
juicio en la combinación correcta. En la segunda, la literatura se convierte en una
mistificación para distraer de la miseria de su condición a los trabajadores,
ofreciéndoles acceso a una supuesta ''región superior''; citando a Terry Eagleton, ''si no
se arroja a las masas unas cuantas novelas, quizás acaben por reaccionar erigiendo una
cuantas barricadas''. Ambas afirmaciones son plausibles, la literatura puede ser tanto un
vehículo para una ideología como un instrumento para desarmarla, pero esto no es
suficiente por si solo para decir que es literatura.
Culler determina que ninguna sus características y funciones por separados definen a la
literatura como tal, sino que la ve como una institución paradójica que vive con la
evidenciación y la crítica de sus propios límites, con la experimentación de que
sucederá si se escribe de otra manera. En otras palabras, todavía no existe una respuesta
definitiva sobre la naturaleza de la literatura, pero pensar en la literariedad mantiene
ante nosotros como recursos para el análisis de textos, ciertas prácticas que la literatura
suscita: la suspensión de la exigencia de inteligibilidad inmediata, la reflexión sobre
que implican nuestros medios de expresión y la atención a como se producen el
significado y el placer.
Podemos ver dos extremos opuestos en los pensamientos de Aristóteles y Culler. Uno
reduce lo que será la literatura a un juego de espejos de feria que refleja la realidad de
diversas maneras y el otro la amplia a todo un entramado estético, histórico y cultural
donde ningún elemento anda suelto, donde la ficción no es solo una copia de la realidad,
sino que ambas son caras de una misma moneda.

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