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Universidad Autónoma se santo domingo

Facultad de humanidades
Este es un ensayo que trata sobre las clases virtuales. El uso de las clases
virtuales en este año 2020 ha tomado un ritmo bastante acelerado en las diferentes
instituciones educativas privadas y públicas (primaria, secundaria, institutos,
universidades, entre otros). Gracias al internet que es un medio de comunicación y la
comunicación de las personas que sirve como base de todo proceso educativo y que
facilita la interacción del proceso de enseñanza y aprendizaje en el aula virtual.

En las instituciones educativas privadas, se utiliza como una herramienta para el


proceso que se da entre estudiantes y docentes, y así distribuir el material el material de
clase generado por los docentes y la recopilación de los trabajos que los estudiantes
realizan digitalmente; como también para la auto-evaluación de los estudiantes. ¿Pero
qué hay de las familias que tienen a sus hijos en instituciones educativas públicas y
el gran y nuevo reto que se les presenta con este paso hacia la digitalización?

A continuación de este ensayo se va a especificar, a conocer y a contar anécdotas de las


barreras que traen consigo las clases virtuales en los hogares más humildes; abordados
de la siguiente manera: secuelas de las clases virtuales, los más afectados por las clases
virtuales, energía eléctrica, conectividad, plataformas digitales, estrategia pedagógica,
los que no tienen recursos, brechas digitales y educativas, supervisión de las autoridades
de educación, consecuencias a la salud (estrés).
Secuelas de las Clases Virtuales
´´Freilin Reyes´´ es un niño de 9 años residente en el municipio de El Cercado, en la
provincia San Juan. Se muestra reservado y dejado ante las clases que recibe de manera
virtual por el canal 5. Su madre preocupada, se pone en contacto con Inasca Valeria De
Oleo, profesora del área de psicología de la escuela San Francisco De Asís ¨Fe y
Alegría¨ donde estudia su niño.

Después de hacer las investigaciones que conlleva el caso, la psicóloga determina que
este ha recibido abuso por parte de su padre; dice además que el padre impaciente actuó
de manera hostil porque no supo manejar la situación de que su hijo tuviera tan bajo
rendimiento en la escuela, así que le pegó con la correa.

Pero este es solo uno de los muchos casos que la psicóloga De Oleo ha recibido desde
que iniciaron las clases virtuales. Además ha tenido que atender casos de estudiantes
con depresión, desinterés por las clases y padres irritados ante el nuevo rol que deben
asumir: el de acompañar a sus hijos en las clases. Muchas veces no tienen el tiempo ya
que el papá tiene que salir a camellar y dejar a la mamá con la tarea, pero esta también
tiene la tarea de la casa (cocinar y mantener limpia la casa). Así que en la mayoría de
los casos no pueden hacerlo bien y tampoco disponen de una entrada de dinero que les
permita contratar a un tutor.

Pese a toda la ansiedad que esto genera, la profesora De Oleo dice que el año escolar ha
logrado salir y mantenerse a flote.

Los más afectados


Maia es una niña de 4 años de edad, que cursa el pre-primario. Muestra desinterés por el
proceso virtual de enseñanza y se rehúsa a participar. A veces tiene falta de apetito y
durante el confinamiento, por el COVID-19 se comió las uñas de sus pies y comenzó a
comerse sus mocos y cabellos, lo que según los expertos del área denominan ‘’Pica’’,
un trastorno alimentario de comer cosas que no son alimentos. Mientras tomaba sus
clases de manera presencial Maia había logrado ir al baño sin ayuda y dormía sola pero
con la llegada de la pandemia todo cambió, incluyendo los nuevos hábitos de la niña. A
veces tiene sobresaltos al dormir, bruxismo (rechina los dientes) o llora sin razón
aparente.

Este es otro caso que llega a la oficina de la psicóloga escolar Inasca De Oleo, quien ha
tenido una semana bien ajetreada tratando a más de 10 estudiantes con problemas de
conducta, lo que le preocupa bastante. Reconoce que “La escuela es el primer espacio
donde el niño actúa con cierta libertad fuera del marco familiar” y que al estar
cohibidos, eso les genera depresión a los niños que no tienen la interacción social que
necesitan. “En la escuela hacen amiguitos y enemiguitos. Reciben afecto y se pelean... o
sea todo lo que es la dinámica de lo que será su vida donde ellos lo inician es en la
escuela”, dijo.
Por los constantes acercamientos de padres al área de psicología de la escuela, los
maestros se han enfocado en determinar la creación de un plan a implementar cuando
comience el retorno a la presencialidad “porque el aislamiento va a generar muchas
brechas”.

Destaca que los estudiantes desde kínder hasta 3ro de primaria son los más afectados
con la virtualidad y que la mayoría de estos está echando para atrás en sus aprendizajes.
Sin embargo se mantiene algo pesimista en este sentido y cree que podrían ser peores
los efectos emocionales de los niños al volver a las aulas sin poder socializar.

Energía Eléctrica:
Al finalizar el semestre pasado, yo, Enyer Montero confirmé lo que ya esperaba: una de
las materias que estaba cursando había sido había sido calificada con una C. Luego de
un accidente que afectó el servicio eléctrico durante 24 horas en el municipio del
Cercado donde resido. Esto me imposibilitó presentar o entregar más bien mi trabajo
final.

No tuve tiempo de enviar el trabajo porque como se fue tan temprano (la energía
eléctrica), la computadora se descargó, el teléfono, y todos los sectores aledaños a mi
casa (estaban igual), y más con la pandemia que no se puede ir para todos lados… no
había forma alguna. Mi calificación bajó sin necesidad, simplemente porque la energía
eléctrica no me permitió enviar un trabajo que yo tenía incluso hecho ya, eso es algo
que aún lamento.

En un contexto en el que los sistemas educativos han pasado a depender del uso de las
herramientas digitales para continuar la educación a niños y jóvenes tras el cierre de los
centros académicos por la pandemia del covid-19, la brecha digital, acompañada de la
inestabilidad de los servicios de energía eléctrica, constituyen los principales obstáculos
de nosotros los estudiantes y de algunos profesores en el desarrollo de la educación a
distancia.

En República Dominicana, 98 de cada 100 hogares utiliza energía eléctrica proveniente


de la red pública, aunque solo el 50.8% cuenta con el servicio durante 20 o 24 horas.
22% de las familias recibe de 10 a 14 horas por día y un 10.8% sólo las recibe de 1 a 9
horas por día, según la Encuesta Enhogar, realizada en 2018.

Conectividad

Conversando al respecto con el profesor de Letras, Bienvenido Romero Boció, este


expone lo siguiente ¨para mí el mayor desafío es el de la conectividad con los
estudiantes. La brecha digital es muy abrumadora y los más afectados son los alumnos.
Quieren, están entusiasmados, pero la brecha digital unida a la inestabilidad de la
electricidad son los grandes retos que hay que solucionar de manera urgente”, explica
explica el profesor que además me imparte la asignatura de Morfología y Sintaxis en
esta la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Lo mismo han explicado algunos profesores detallando que sus alumnos han presentado
todo tipo de problemas para mantenerse conectados a sus clases, limitaciones que los
desorientan y desmotivan. Sin embargo, dice hacer lo mejor posible para poder cumplir
con los objetivos de la clase.

Muchos dominicanos cursando los niveles de educación secundaria y universitaria


cuentan con acceso a dispositivos digitales, como computadoras y celulares. Sin
embargo, la tenencia de estos aparatos sigue siendo un privilegio. Los resultados del
estudio, realizado por la Oficina Nacional de Estadística, muestran que solo un 33.9%
de personas con instrucción universitaria posee una computadora, instrumento
indispensable para acceder a las aulas virtuales. Este dato se reduce 23.4 puntos
porcentuales cuando se trata de personas que han alcanzado el nivel secundario.

En cuanto al internet, los datos arrojan que su uso decrece cuanto más aumenta la edad.
Sin embargo, 21,445 jóvenes entre 15 y 24 años –edad en la que ya pueden cursar o se
encuentran cursando una carrera universitaria– el 91.5% de ellos utilizó internet, aunque
solo el 58.3% accedió a una computadora en los tres meses precedentes a la encuesta.

Plataformas Digitales
A pesar de las limitaciones en plena crisis sanitaria, las universidades tuvieron que
encarar la parte que les tocó para salvaguardar la continuidad de los programas de
estudio: asegurar el acceso a las plataformas digitales.

Para la UASD, este proceso implicó la mejora del campus virtual, un sitio web desde
donde se permitía a los estudiantes seleccionar materias en modalidad semipresencial y
digital antes de la pandemia, para que ahora contara con la capacidad de admitir hasta
360,000 estudiantes en línea durante el semestre 2020-2. Esto supuso la creación de
unas 13,400 aulas virtuales de grado y de posgrado, para una inversión de RD$1,100
millones en software y capacidad de almacenamiento, según destacó la institución en un
comunicado de prensa.

Víctor Pérez, estudiante de ingeniería eléctrica de la Autónoma, describe que accede


con su matrícula y contraseña al campus virtual y selecciona la materia que cursará en
ese momento. En cada unidad, encuentra los materiales, prácticas y exámenes que el
profesor ha publicado, así como el enlace para las videoconferencias que se agendan
con el maestro.

Esta es la dinámica de las plataformas digitales: permitir el acceso ordenado de los


contenidos y la toma de evaluaciones, variando únicamente el software utilizado por
cada universidad. La PUCMM se apoya en Moodle, mientras que la UCSD implementa
Google Classroom. Para las videoconferencias, el acceso a aplicaciones gratuitas les ha
permitido tanto a los centros académicos como a los profesores, probar hasta encontrar
la más idónea para sus clases: Google Meet, Microsoft Teams, Jitsi, Zoom, Skype, entre
otras.

¿Se encontraban las universidades preparadas para afrontar esta nueva


normalidad? Helen Hasbún, directora de Educación Virtual y a Distancia del
Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), explica que algunas
universidades con aulas virtuales han tenido una capacidad de respuesta mayor.
Aunque los estudiantes reconocen el esfuerzo de sus universidades para poder mantener
el programa académico en medio de la crisis, estiman que la educación a distancia
requiere que sus profesores adapten su metodología de clases a la nueva realidad. Como
estamos en un escenario diferente, no se pueden dar las clases ni con la misma duración
ni con la misma modalidad en la que estábamos de manera presencial, entiendo yo,
Enyer Montero, estudiante de Lenguas Modernas mención inglés en la UASD. Creo que
las video conferencias no deberían durar más de 50 minutos. Y entiendo que ser
monótonos a la hora de hacer videoconferencias es tedioso, durar una hora en una
reunión virtual, que quizás estamos en mala posición o no estamos en nuestras mejores
condiciones, hace que uno se canse y se desanime, entonces no somos capaces de
aprender igual.

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