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Fundamentos de la ética

Alejandro Tena
Ensayista de ética y geopolítica, hispanista
La palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre. Como definición, la ética es la
ciencia que estudia la bondad o maldad de los actos humanos.
 
En cuanto a bondad o maldad, la bondad significa la cualidad de bueno, bien y bondad coinciden
en cuanto a su significado esencial, aunque bondad es un sustantivo abstracto y bien se utiliza
para designar la bondad de un objeto concreto (Sáenz 1999).
 
Bueno significa algo acorde con las cualidades que cabe atribuirle por su naturaleza o destino
(Real Academia de la Lengua Española, 2016). Atendiendo a esta definición “malo” no puede
definirse como algo opuesto a bueno, pues siempre que algo esté acorde con las cualidades que
cabe atribuirle será bueno. Malo es entonces algo falto de las cualidades que cabría atribuirle por
su naturaleza, función o destino.
 
Ahora bien, ¿cuáles son los principios por los que se puede juzgar los actos humanos como
buenos o malos?
 
El único principio sería el hecho del deseo que tiene todo ser humano de ser completamente feliz,
siendo la felicidad un estado de consciencia plenamente satisfecho (André 2010), que comprende
no solo el placer o la ausencia del dolor, como han propuesto los filósofos modernos, sino más bien
un conjunto de estados como el júbilo, la ligereza, la confianza, la fuerza, la armonía, la plenitud, la
paz interior, la serenidad, el sentimiento de pertenencia y la fraternidad.
 
Los estados de felicidad se consiguen por consecuencia de los bienes adquiridos y ejercidos a
través de los actos. Así mismo, los diferentes estados de felicidad deseados y experimentados
están jerarquizados según el nivel de ser humano del que corresponden. Los niveles de ser
humano son: naturaleza humana, esencia humana y persona humana.
 
 
Niveles del ser humano
 
1. La naturaleza humana
 
Funciones y facultades. La naturaleza humana es la herencia biológica, es decir el cuerpo humano
y todas sus funciones y facultades.  Las funciones incluyen a las funciones vegetativas y las
funciones corporales como la nutrición, reproducción y desarrollo, las facultades cognoscitivas
sensibles (sentidos internos y externos), los apetitos y los sentimientos sensibles
(www.encuentra.com, 2015).  Los sentidos externos consisten en el oído, el olfato, el gusto, el tacto
y la vista. Los internos se componen de la percepción sensible (sensorio común), memoria,
imaginación y cogitativa. Dentro de estos sentidos internos podemos distinguir a los apetitos
sensibles, compuestos del apetito concupiscible y el apetito irascible. 
 
Los sentidos externos son aquellas facultades sensibles que además de vivificar a su propio
órgano corpóreo, permiten conocer de modo sensible las realidades físicas particulares que están
presentes. En los sentidos externos se pueden diferenciar dos grupos, 1. Inferiores: tacto, gusto y
olfato. 2. Superiores: oído y vista (www.encuentra.com, 2015).
 
Al conocimiento sensible que permiten los sentidos externos sigue el de los sentidos internos que
captan, o bien, los actos de nuestros sentidos (sensorio común), también llamada percepción o
síntesis sensorial en psicología. Las cuatro funciones del sensorio común son: 1. Captar los objetos
de los sentidos externos. 2. Diferenciarlos entre sí. 3. Unificarlos en la percepción. 4. Captar los
actos de los sentidos externos y ejercer así de conciencia sensible (Choza 1988). Pueden también
retener objetos conocidos por la sensibilidad externa (memoria), o bien, forman otros nuevos
(imaginación), o bien, los valoran (cogitativa). Estos tienen soporte orgánico en el cerebro
(www.encuentra.com, 2015). 
 
El sentido común y la imaginación se denominan sentidos formales porque sus objetos son las
formas o cualidades sensibles que están o han estado presentes. A la estimativa y la memoria se
les llama intencionales porque sus objetos son valores concretos de las cosas a los que el viviente
tiende (Choza 1988).
 
La estimativa (cogitativa) es el punto de cierre de circuito de la vida animal: es el punto de
articulación de las funciones cognoscitivas con las apetitivas y motoras. La estimación es la
conexión que produce una emoción o sentimiento positivo o negativo. La actuación de los deseos e
impulsos sensibles se desencadena a partir de la estimativa (Choza 1988).
 
Los apetitos sensibles son la inclinación que sigue al conocimiento sensible. Lo propio del apetito
sensible es desear lo sensible agradable y eludir lo nocivo sensible. Consiste en dos inclinaciones,
el apetito concupiscible y el apetito irascible. El primero inclina a buscar lo conveniente y a evitar
los nocivo actualmente percibido, el segundo mueve a resistir lo adverso y a conseguir de modo
arduo lo conveniente.
 
 
2. La esencia humana
 
La inteligencia
 
La inteligencia y voluntad no forman parte de la naturaleza humana, sino de su esencia, no son
algo pues físico o fisiológico. Estas dos facultades son pasivas, según santo Tomás y se activan
con la sindéresis, es decir cuando el hombre comienza a preguntarse sobre la verdad de las cosas.
La sindéresis se entiende como la capacidad natural para juzgar rectamente (www.encuentra.com,
2015).
 
El objeto conocido por la inteligencia es en universal, es decir abstracto. El objeto es por tanto ideal
e intencional, lo ideal e intencional no es material en modo alguno. La meta final de la inteligencia
es la verdad. El descubrimiento de la verdad es notar que ésta es independiente de opiniones,
gustos y pareceres subjetivos. Es comprobar que el hombre no es dueño de ella, ni tampoco de sí
mismo (www.encuentra.com, 2015).
 
En la inteligencia hay dos tipos de hábitos, los hábitos de la razón teórica y la razón práctica. Los
teóricos perfeccionan a la razón en orden al conocimiento de la verdad, los prácticos también la
perfeccionan, pero para conocer más verosimilitud o probabilidad en las cosas y derivadamente
para realizar productos culturales cada vez mejores y humanos. La razón práctica no busca la
verdad, sino la verosimilitud (www.encuentra.com, 2015).

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