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Unidad 2 DESARROLLO HUMANO

2.1 SER HUMANO, PERSONA, AGENTE MORAL.

Ser Humano

Se conoce como humano a todo lo que es perteneciente al hombre o parte de

él. La palabra humano es de origen latín “humanus”, formada por “humus”

que significa “tierra”, y el sufijo “-anus” indica “procedencia de algo”, en

virtud de la referencia que se hacía de que el primer humano fue hecho con

arcilla, tierra, o lodo.

El humano es considerado como una especie animal que pertenece a la

especie “homo sapiens”, lo cual se caracteriza por su capacidad de raciocinio,

desarrollo de diferentes niveles de intelecto, lo cual permite adquirir diferentes tipos de conocimientos.
A lo

largo de los años, el hombre ha tenido la habilidad de desenvolver utensilios, y desarrollar el lenguaje
tanto

escrito como oral.

Persona

La palabra persona designa a un individuo de la especie humana, hombre o mujer, que, considerado
desde una

noción jurídica y moral, es también un sujeto consciente y racional, con capacidad de discernimiento y
de

respuesta sobre sus propios actos. Como tal, es un concepto opuesto a animal o cosa, pues se le
atribuyen la

racionalidad y la vida, y, en este sentido, cumple un desarrollo biológico y psíquico, desde que nace hasta
que

muere.

Persona proviene del latín persōna, que significa ‘máscara de actor’ o ‘personaje teatral’.

Cada uno de nosotros es una persona en construcción, ya que la condición

de persona no se hereda, sino que se realiza a través de la acción y el


contacto con los demás. Somos personas, porque los otros nos reconocen

como tales y a la vez, nosotros les reconocemos a ellos, a medida que vamos

adoptando los comportamientos característicos de la persona. Desde ese

punto de vista la persona sería un producto social, resultado de la vida en

común con los otros humanos, de la convivencia y el aprendizaje.

Agente Moral

En Ética, un agente moral es lo mismo que un sujeto moral. Un agente moral es quien ejecuta una acción
moral

sobre la base de una norma moral, que es prescrita como un "deber ser".

~1~

Hemos sido definidos como animales morales debido a que los Homo Sapiens calificamos a acciones y

costumbres concretas como buenas o malas. Tenemos una conciencia moral

en nuestro interior que origina sentimientos de culpa o de bienestar, en

función de que uno no sepa que haya actuado bien o mal. Esto se ha

trasladado a nuestra sociedad en forma de leyes, normas de convivencia, los

preceptos de las regiones.

Un agente moral es quien ejecuta una acción moral sobre la base de una

norma moral, que es prescrita como un “deber ser”.

ACTIVIDAD 1

De manera individual, investiga de diversas fuentes los conceptos de: Ser Humano, Persona y Agente
Moral y

elabora un esquema donde señales sus semejanzas y diferencias.

2.2 DEFINICIÓN DE CONCIENCIA

Con origen en el vocablo latino conscientia (“con conocimiento”), la conciencia es el acto psíquico
mediante

el cual una persona se percibe a sí misma en el mundo. Por otra parte, la conciencia es una propiedad
del
espíritu humano que permite reconocerse en los atributos esenciales.

Conciencia

Se trata del conocimiento reflexivo de las cosas y de la actividad mental que sólo es accesible para el
propio

sujeto. Por eso, desde afuera, no pueden conocerse los detalles de lo consciente.

La etimología de la palabra indica que la conciencia incluye aquello que

el sujeto conoce. En cambio, las cosas inconscientes son las que

aparecen en otro nivel psíquico y que son involuntarias o incontrolables

para el individuo.

La filosofía considera que la conciencia es la facultad humana para

decidir acciones y hacerse responsable de las consecuencias de acuerdo

a la concepción del bien y del mal. De esta manera, la conciencia sería

un concepto moral que pertenece al ámbito de la ética.

Para la psicología, la conciencia es un estado cognitivo no-abstracto que permite que una persona
interactúe

e interprete con los estímulos externos que forman lo que conocemos como la realidad. Si una persona
no

tiene conciencia, se encuentra desconectada de la realidad y no percibe lo actuado. La psicología


distingue

entre los niveles consciente (establece las prioridades), preconsciente (depende del objetivo a cumplir) e

inconsciente (no se racionaliza). La estructura de la conciencia está dada por la relación que establecen
estos

tres niveles.

~2~

A través de la conciencia un individuo consigue tener una noción de sí mismo y de su entorno; es uno de
los

elementos que asegura la supervivencia de un ser vivo, pues le permite estar alerta a los peligros y
actuar en
consecuencia.

ACTIVIDAD 2

En equipos, elabora un mapa mental donde expongas la definición de conciencia, la conciencia para la
Filosofía

y la Conciencia para la Psicología.

2.3 CLASES DE CONCIENCIA MORAL.

Conciencia Antecedente:

Procede a la acción y opina por anticipado si debe o no hacerse.

Conciencia Consecuente:

Es Posterior a la acción, es decir, juzga lo ya hecho; su sentencia consiste en establecer si dicha acción
debió o

no hacerse, en vista de su valor positivo o negativo.

Conciencia Correcta y conciencia Errónea:

La conciencia moral es un juicio emitido por el entendimiento práctico, pero es el resultado de un

razonamiento en el cual intervienen:

a) el principio moral en el que se basan,

b) el acto que se trata de calificar,

c) la conclusión

Si se presenta un error en cualquiera de los 3 pasos o no haber una relación lógica entre las premisas y la

conclusión será conciencia errónea.

Conciencia Cierta y conciencia Dudosa:

De acuerdo con la teoría del conocimiento, la mente se encuentra en estado de certeza cuando se
adhiere a

una posición y no teme que otro planteamiento sea el correcto; por el contrario la mente está en duda
cuando

encuentra razones que apoyan una posición, pero también a favor de otra. Si esta teoría se aplica a la

conciencia se aclaran los conceptos de conciencia cierta y conciencia en duda.


ACTIVIDAD 3

Escribe un ejemplo de cada una de las clases de conciencia Moral.

~3~

Conciencia Antecedente Conciencia Consecuente

Conciencia Cierta Conciencia Dudosa

2.4 FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA MORAL

Consiste en el conocimiento que tenemos o debemos tener de las normas o reglas morales; es la
facultad que

nos permite darnos cuenta si nuestra conducta moral es o no valiosa.

Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el

exterior, la realidad, el mundo, los demás. Pero por ser morales

tienen un aspecto interno que es el que hace que sean valorables.

No podemos olvidar que somos morales porque sabemos que

podemos elegir y nos damos cuenta de que nuestras acciones tienen

consecuencias. La conciencia de estas consecuencias es la base del

aspecto interno de la moral, en ella está el origen de la valoración de

nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida.

‘Eticistas’ y moralistas parecen estar de acuerdo en que una señal de la conciencia moral formada es la

autonomía del sujeto, entendida esta como la posibilidad que tiene el ser humano de autolegislarse y
tomar

decisiones que tengan como base principios morales que reconocen al otro como un legítimo otro y al sí
mismo

en igual derecho de legitimidad. La toma de decisiones es inherente al llamado de ser persona, a la


exigencia

de vivir la vida y a la responsabilidad que tenemos para con nosotros mismos y los demás. Conciencia,

autonomía y toma de decisiones son correlatos intrincados dentro de la tarea de vivir humanamente.

~4~
2.4 LA CONCIENCIA MORAL.

En la actividad intelectual del individuo, en el uso de su inteligencia, se

presentan dos tipos de conciencia. Una es la conciencia Psicológica y otra la

conciencia MORAL, que tienen características diferentes, pero que ambas

son como una reflexión del intelecto sobre hechos y realidades.

Origen de la conciencia moral

Origen Divino: la existencia de la conciencia moral se atribuye a alguna entidad divina. En el ámbito
cristiano

medieval por ejemplo, se consideraba que Dios ha dado la conciencia moral al ser humano para que
pueda

reconocer la ley natural, que es el desarrollo de la ley de Dios en este mundo.

Origen Innato: ha definido que la conciencia moral es una capacidad innata de tipo racional que nos
permite

decidir sobre lo bueno y lo malo, la conciencia moral se posee desde el nacimiento y para siempre.

Origen Adquirido: sostiene que la conciencia moral se adquiere, es decir, que es el resultado de la
experiencia,

de las exigencias o mandatos de la familia, de la educación, del medio sociocultural en general. Los
valores

dominantes en los distintos grupos sociales en que nos movemos afectan nuestro modo de valorar las
cosas

y las acciones. A lo largo de nuestra vida, esta conciencia irá desarrollándose y variando, aunque lo

fundamental de la misma se adquiere en la infancia y la adolescencia.

La conciencia moral tiene una definición muy antigua y que es usada en forma muy general. "Es el juicio

inmediato y práctico sobre el carácter moral de nuestras acciones". Este hecho de ser un juicio inmediato
de

la experiencia es lo que constituye la médula de la Ética.

2.5 CONCIENCIA PSICOLÓGICA.

La conciencia psicológica es un concepto que se refiere a la capacidad de la persona de conocer los


procesos
internos de su desarrollo psicológico y de establecer relaciones entre esos procesos y su propia vida. Este

concepto está muy unido al de inteligencia emocional, ya que los procesos internos están basados en la

afectividad y su conocimiento produce una capacidad de integración a nivel abstracto, es decir, una

inteligencia emocional.

Las personas que son conscientes de sus propios procesos psicológicos tienen mayores probabilidades
de ser

emocionalmente inteligentes, ya que al conocer sus situaciones afectivas y los procesos psicológicos que
las

organizan, pueden manejar mejor sus emociones y los comportamientos que surgen de éstas. Ambos

conceptos ponen la atención en la persona y en sus capacidades propias para desarrollarse y resolver sus

dificultades mediante el conocimiento de sus procesos psicológicos y afectivos.

~5~

Por lo tanto, la conciencia psicológica es un darse cuenta de la presencia de sí mismo; de las cosas y los
hechos

que se encuentran fuera del yo, y de la reflexión resultante de los propios actos y de las realidades
existentes

en el mundo que le rodea.

De este aspecto psicológico resulta la Concientización, que se entiende como la “acción cultural por la

liberación”, es decir, se educa y prepara al hombre para el actuar.

2.6 CONCIENCIA SOCIAL

La conciencia social, por su parte, puede definirse como el conocimiento que una persona tiene sobre el
estado

de los demás integrantes de su comunidad. El individuo con conciencia social es, justamente, consciente
de

cómo el entorno puede favorecer o perjudicar el desarrollo de las personas.

La conciencia social supone que el hombre entiende las necesidades del prójimo y pretende cooperar a
través

de distintos mecanismos sociales. La acción social para ayudar puede desarrollarse mediante la donación

económica, las colaboraciones de alimentos o ropa, las actividades de voluntariado y otro tipo de
asistencia.

La conciencia social existe y se manifiesta en las formas, de la ideología política, de la conciencia jurídica,
de la

moral, de la religión, de la ciencia, del arte y de la filosofía. La diversidad de las formas de la conciencia
social

está determinada por la riqueza y diversidad del mundo objetivo mismo: la naturaleza y la sociedad. Las

distintas formas de la conciencia reflejan los distintos dominios y aspectos de la realidad (por ejemplo,
las ideas

políticas reflejan las relaciones entre las clases, naciones y Estados, sirven de base a los programas
políticos

que se plasman en la actuación de las clases y grupos sociales; en la ciencia, se entra en conocimiento de
las

leyes de la naturaleza y de la sociedad, etc.).

ACTIVIDAD 4

En equipos, elaboren un collage con noticias en el que se represente la conciencia social.

Referenciasbibliográficas

~6~

https://www.significados.com/?s=ser+humano

https://www.significados.com/?s=persona

http://www.respuestasveganas.org/2011/09/agente-moral-y-paciente-moral.html

https://www.google.com.mx/search?q=formacion+de+la+conciencia+moral+pdf

https://es.slideshare.net/Dayanis95/conciencia-psicolgica

https://definicion.de/conciencia-social

http://www.filosofia.org/enc/ros/forma6.ht
La conciencia moral

De poco habría servido el haber grabado Dios en la naturaleza humana la ley moral, que dirige y
salvaguarda la libertad, si al mismo tiempo no le hubiera dado una capacidad connatural de conocerla;
de modo que los imperativos morales realmente orientan la conducta del hombre hacia Dios, que es el
autor de la ley. Pero la Providencia no falla y, como enseña la Constitución Pastoral Gaudium et spes del
Concilio Vaticano II,

"en lo profundo de sus conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que
debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre
a amar y a hacer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita
por Dios en su corazón, en cuya obediencia está la dignidad humana y por la cual será juzgado. La
conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz
resuena en lo más íntimo de ella" (n. 16).

1. Qué es la conciencia

La conciencia es la voz interior que manifiesta al hombre la bondad o malicia de una acción, para que
haga el bien y evite el mal; es el juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad
moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho.

La conciencia resuena y avisa, y si se ha hecho algo que la conciencia reprueba, remuerde; si se ha


obrado bien, muestra su aprobación y alabanza.

2. Diversos estados de la conciencia

Para poder orientarnos debidamente en el uso de la libertad y conforme al dictamen de la conciencia,


que nos muestra la norma, es útil conocer los diversos estados de la conciencia. En relación con el
asentimiento por parte del sujeto hay:
a) Conciencia cierta. Es aquella que, al discernir la moralidad del acto, tiene la seguridad de que es tal
y como la conciencia le dicta; es un asentimiento firme.

b) Conciencia dudosa. Es la que conoce el juicio moral con el temor de que sea de otra manera -sin
asentimiento firme, por tanto-, o incluso no existe el asentimiento por quedar el juicio moral en
suspenso.

En atención al objeto y su conformidad con la norma moral hay:

a) Conciencia recta o verdadera. Es cuando el juicio moral se ajusta a la norma objetiva, de modo que
la acción aquella es realmente buena o mala, como se nos dicta.

b) Conciencia errónea. Es cuando el juicio moral no se ajusta a la norma, sino que lo que se dicta como
bueno es malo, o lo que se indica como malo es bueno; este juicio naturalmente procede del error.

3. Hay que actuar siempre con conciencia cierta

La vocación del hombre es cumplir la voluntad de Dios, que se nos indica por la conciencia; pero no
siempre se conoce -en un momento concreto- cuál es la voluntad de Dios. En el caso de no estar seguros,
nos exponemos a obrar en contra de lo que Dios quiere, y cuestionamos nuestro destino arriesgándonos
a pecar. Por eso hay que obrar siempre con conciencia cierta.

Cuando la conciencia cierta se apoya en la rectitud o verdad del juicio moral, no ofrece dificultad
alguna y se comprende que debe ser así. Pero, ¿y si la certeza se basa en el error? Si el error es
invencible, hay que seguir la conciencia cierta y la acción es subjetivamente buena, aunque no se ajuste
a la norma, porque es lo que dicta la conciencia y la voluntad quiere el bien, sin que tenga otra salida
por ser invencible. Cuando el error es vencible, hay mala voluntad y no se puede hablar de conciencia
cierta como norma de conducta. Lo que se debe hacer es salir del error vencible.

4. La formación de la conciencia
Esto explica la necesidad -y la obligación- que tiene el hombre de formar su conciencia para saber cuál
es la voluntad de Dios, a la que ha de ajustarse el comportamiento moral. Porque la conciencia se nos ha
dado para conocer la norma y cumplirla, como contrafuerte de la libertad, no para obrar mal. Los medios
para formar la conciencia son:

a) Conocer la doctrina cristiana, donde se enseñan los misterios de la fe, junto con las exigencias
morales que reclama la condición de criaturas de Dios, y, en el caso de los cristianos, la condición de
hijos adoptivos y discípulos de Jesucristo. En este sentido viene muy bien estar atentos a lo que dicen los
Pastores de la Iglesia: el Papa, los Obispos y los sacerdotes.

b) No actuar precipitadamente, sino pensar con serenidad la determinación que se va a tomar, para
que el juicio de la conciencia sea recto y verdadero, y además seguro, es decir, cierto, como pide una
buena conciencia que transmite la ley de Dios.

Para eso ayuda mucho hacer cada día un breve examen de conciencia, viendo cómo hemos actuado
durante la jornada.

c) Pedir consejo. Hay que saber preguntar a las personas que nos pueden ayudar, como son los padres,
el sacerdote, el catequista, el profesor o un buen amigo.

d) La dirección espiritual con el sacerdote es sin duda un medio excelente -por no decir el mejor-
donde se concreta de forma personalizada la formación de la conciencia, a fin de que esté siempre
orientada hacia el bien.

5. Importancia de la formación de la conciencia

Pocas personas son conscientes de la importancia de su formación y con frecuencia orientan los
requerimientos morales a sortear peligros o a no escandalizar, manteniéndose en un cierto anonimato.
Pero la responsabilidad humana es mucho más: la de los padres, la de las autoridades, la del profesor y
los formadores, la del sacerdote... El hombre es un animal social, decía Aristóteles, y es responsable de
su propia conducta y de la influencia -positiva o negativa- en la conducta de los demás. En sentido
negativo, Jesucristo advierte de la gravedad del escándalo; en sentido positivo, recuerda que ha venido
para que los hombres "tengan vida y la tengan en abundancia".

6. Reglas para decidir siempre en conciencia conciencia

Normalmente, cuidando la formación de la conciencia no será difícil conocer y hacer el bien; y cuando
sobreviene alguna dificultad, la actitud interior de buscar con empeño el discernimiento de la voluntad
de Dios, facilitará la solución. Son útiles estas reglas:

- Nunca se puede hacer el mal para obtener un bien.

- Tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros.

- Actuar siempre respetando al prójimo y su conciencia.

La formación de la conciencia moral

No es posible dar a nuestros hijos una educación adecuada, si no pensamos en darles los elementos para
auto-conducirse en libertad, y un elemento muy importante en este sentido es la formación de la
conciencia moral.

El primer principio moral se encuentra escrito en el ser de los niños desde el primer momento de su
existencia. Este principio, que los antiguos llamaban sindéresis, es el que indica: "hacer el bien y evitar el
mal".

Muchos otros principios morales, derivados cercanos de la sindéresis, pueden deducirse de la simple
observación del orden natural. Sin embargo no todos los hombres adhieren al bien en todos sus
aspectos, y aún quienes hemos sido formados en el bien solemos cometer muchas faltas de las cuales
luego nos arrepentimos. Esto prueba que si bien la moral forma parte de nuestra vida natural, es preciso
formar a los niños y jóvenes para que más fácilmente adhieran al bien y rechacen el mal.

Los padres deben saber que, mientras sus hijos no desarrollen esa conciencia, deberán suplir ellos
mismos esa falta de desarrollo. de la misma manera que le procuran los alimentos porque los niños no
pueden hacerlo por ellos mismos. Las fallas que los padres cometan durante este período de formación,
serán las fallas en los mecanismos de la conciencia de sus hijos.

Cuando papá o mamá emiten juicios de valor, los niños suelen adueñarse de ellos. de esta manera,
resaltando las acciones buenas y sancionando las malas, estará colaborando a la formación de la
conciencia. Es muy importante el ejemplo, como nos decía Verónica unos números atrás: "los chicos no
nos escuchan, pero si nos ven".. Es por esto que no debemos tanto dar lecciones de moral cuanto
aprovechar cada oportunidad de la vida diaria para formar juicios rectos.

Los niños pequeños tienen la tendencia a juzgar la moralidad de las acciones por su forma exterior, por
lo cual es importante acostumbrarlos a tratar de acercarse a las intenciones, ya que de ellas mas de
forma exterior depende la moralidad de un acto. Si ha cometido una torpeza fruto de la cual ha roto un
juguete de su hermano, no debe juzgarse de igual manera que si lo ha roto para vengarse por un
disgusto que el hermano le ha producido.

Es necesario despertar en los hijos la responsabilidad por sus actos, por lo cual es conveniente que las
sanciones sean en orden a reparar el daño producido por la falta.

Por ejemplo: deberá reponer a su hermano el juguete que ha roto en forma intencional. Una buena idea
es acostumbrarlos a hacer un "examen de conciencia" por las noches antes de dormir, de manera que
aprenda a reconocer sus faltas y hacer el propósito de no cometerlas en adelante. Para esto, sobre todo
al principio, será necesario ayudarle a realizar este examen. En los niños mayores y adolescentes será
importantes ayudarlos a formarse un ideal, una consigna para encaminar sus acciones.

Poco a poco, hay que comenzar a darles independencia en las decisiones, sin que esto signifique que no
podamos sugerirle lo que haríamos nosotros en su lugar.
Pluralidad Y Diversidad

!!Pluralidad y diversidad

La diversidad cultural refleja la multiplicidad e interacción de las culturas que coexisten en el mundo y
que, por ende, forman parte del patrimonio común de la humanidad. Implica, por un lado, la
preservación y promoción de culturas existentes y, por otro, la apertura a otras culturas.

La Declaración universal sobre la diversidad cultural, adoptada por UNESCO en noviembre de 2001, se
refiere a la diversidad cultural en una amplia variedad de contextos y el proyecto de Convención sobre la
Diversidad Cultural elaborado por la Red Internacional de Políticas Culturales prevé la cooperación entre
las partes en un número de esos asuntos.

La convención reafirmaría el derecho de los Estados de tomar medidas para preservar y promover la
diversidad cultural, servir de base para una mayor cooperación internacional en el ejercicio de ese
derecho y, mediante la creación de obligaciones entre signatarios, aumentar la transparencia de las
políticas culturales, sus objetivos y su desarrollo.

La convención serviría asimismo de punto de referencia para otras organizaciones internacionales, entre
ellas las que se ocupan de negociaciones de comercio internacional. Pondría de relieve la necesidad de
los gobiernos de disponer de margen normativo para preservar y promover la diversidad cultural
mediante el establecimiento de derechos y obligaciones, con disposiciones obligatorias sobre medidas
relativas a la creación, producción, distribución, comunicación, exhibición y venta de contenido cultural.
De ese modo, contribuiría a la coherencia entre los objetivos de preservar y promover la diversidad
cultural y los procesos de liberalización del comercio que están en curso.

La convención vendría a colmar el vacío que existe actualmente, desde el punto de vista de la diversidad
cultural, en la gobernanza internacional relativa a la cooperación y a los derechos y obligaciones en
materia de políticas culturales internacionales. Ayudaría asimismo a los países a retener la capacidad de
promover políticas culturales necesarias en otros foros internacionales, en particular en acuerdos
comerciales.
1. Introducción
Es oportuna la ocasión de iniciar con la metáfora de Jonás descrita en las

sagradas escrituras, para explicar la atención en relación al tema de la tolerancia

desde los tiempos bíblicos, cuando Jonás practica la ciega convicción de aceptar

únicamente a los judíos como merecedores de la misericordia de Dios, ésta

creencia religiosa lo impulsa a desobedecer la orden de ir a Nínive y decirle al

pueblo que purifique sus actos. La intolerancia de Jonás (referida en la biblia) lo

conduce al vientre de una ballena por tres días, tras esto, le ordenan ir a Nínive y

él obedece. Cuando el pueblo de Nínive se arrepiente, Jonás se pone furioso

porque deseaba que la ira de Dios destruyera a los paganos. La historia de Jonás

ejemplifica claramente los males de la intolerancia representados en la

comunicación.

En este sentido, transpolando el ejemplo a la resolución de problemas de

comunicación entre las personas en las organizaciones, éste implica un proceso

de comprensión amplio que cumple varias aristas e incluye reconocer aspectos

internos de los grupos de trabajo, influyentes en determinados comportamientos

que generan aceptación o rechazo y el reconocimiento de las formas como

conversan, cuáles son sus gestos, cómo abordan las diferencias y, en especial, si

la organización cuenta con mecanismos para la solución de problemas, de tal

manera que las consecuencias de las desavenencias no impacten directamente

en el buen desempeño esperado entre las personas y los equipos de trabajo sin

accionar la tolerancia.
El vocablo “tolerancia” germina de todos lados. Jefes de Estado y sus

representantes promueven la tolerancia, grupos religiosos la practican,

educadores en universidades y aulas de todo el mundo predican la importancia

religiosa y moral. No importa quién sea el que practica o predica, el efecto es

siempre el mismo: tanto los individuos como los grupos alcanzan una superioridad

moral por ser tolerantes. El concepto de tolerancia como virtud, principio o valor,

se encuentra en los tuétanos de nuestra cultura y aparece siempre que se

presenta el conflicto.

En cualquier situación, los conflictos son frecuentes y existen percepciones

diferentes en cada situación; es decir, la percepción de la realidad de una de las

partes, no es la misma percepción de la realidad del otro. Un ejemplo de ello

pudiera ser el choque de dos vehículos que transportan mercancía de una

empresa a otra, éste tiene una distinción entre observadores. Los argumentos (del

conductor y del observador) pueden ser totalmente diferentes, y alguno de ellos

incierto, aún siendo una misma situación hay distintas maneras de apreciar los

hechos y esto puede originar o no una desavenencia entre las partes involucradas

en el problema.

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REVISTA CIENTÍFICA DIGITAL DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS GERENCIALES (BARQUISIMETO


- VENEZUELA)

ISBN: ppi201002LA3492 – Berroterán, Ana Lilia – LA TOLERANCIA DESDE LA PERSPECTIVA DE MEDIACIÓN


DE

CONFLICTOS ORGANIZACIONALES / TOLERANCE FROM THE PERSPECTIVE OF ORGANIZATIONAL CONFLICT


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Año 2 Nº 1 (48-63) FECHA DE RECEPCIÓN: 29abr2011 / FECHA DE ACEPTACIÓN: 01jul2011

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Es posible que este problema (hipotético) evoque alguna situación


suscitada anteriormente, donde predomina la carencia comunicacional que impide

el entendimiento entre las partes. Puede que debido a la disparidad de sus

percepciones el conflicto llegara incluso a desembocar en agresiones mutuas o

incluso hasta en el uso de violencia, sin siquiera intentar llegar al entendimiento de

la misma.

A pesar ello, la libertad de escoger escenarios donde se practique la

medición como alternativa en la solución de los conflictos es diversa,

constantemente en las organizaciones, empresas, oficinas, sociedad, familia,

inclusive en el quehacer personal, se viven circunstancias que permiten su

práctica, cuando hay disposición en concertar cambios de actitud de percibir la

vida, inmersos dentro de mecanismos de arreglo participativo, espontáneo y libre

accionar entre las partes en conflicto.

Cuando aflora un conflicto existe la posibilidad cierta de hacer algo que lo

transforme, desaparezca o disuelva, a través de diferentes alternativas de solución

y métodos como estrategias racionales, que deben ser empleados para su logro;

aunado a ello, es importante destacar que sólo dependerá de los protagonistas del

mismo, la búsqueda de arreglos ajustados a los valores que emergen de su ser,

socialmente reconocidos y aceptados dentro de un marco de equilibrio que se

corresponda con la propia naturaleza del respeto mutuo, como instrumento de

valor y virtud que toda persona deba poseer.

Deviene de ésta reflexión realizar algunas interrogantes, entre ellas, si

realmente en tiempos de crisis y globalización, los equipos de trabajo son capaces

de buscar una respuesta asertiva, pertinente, armónica y equilibrada a los

conflictos que se presentan en las organizaciones, que satisfagan no sólo los

deseos individuales, sino los de aquellos con quienes se mantiene la disputa,


frente a la mutualidad de quienes optan por una actitud cerrada e intransigente,

imposibilitando en ese momento que impere la comunicación racional, en la

búsqueda de un arreglo consensuado que evidentemente facilite una convivencia

armónica entre las partes en disputa.

Lopera (2006:34) hace alusión a los desacuerdos que se pueden evitar, y si

existen, refiere como abordarlos para transformar su acción negativa o violenta por

una positiva o pacifica, e integrar las partes al establecimiento de arreglos

mediados con respeto mutuo:

En una oficina cualquiera (en el taller de una fábrica, en un almacén, en

una sección de contabilidad) todo un proceso de desavenencias y

desacuerdos puede haber comenzado por una simple queja. Nadie lo oyó,

nadie quiso escucharla, nadie le puso atención a un modesto (y tal vez

justo) reclamo que broto en algún momento y que luego se transformó en

una sucesión de nuevos reclamos, que por lo general transciende y

adquiere un carácter sindical. Esta sucesión creciente de frases florece

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como una problemática cuya propagación (aunque pudo ser intuida o

arreglada a tiempo) conduce a una crisis donde nace el conflicto maduro.

Si una queja rompe la armonía, los desacuerdos siguientes no habrán


desaparecido, sino con el acuerdo, la mediación o la batalla, hasta retornar

a la paz que existía antes del problema.

Este cúmulo de inquietudes representadas por necesidades, opiniones

excluidas o reprimidas, suscitadas en determinados momentos, aludidas en la cita,

desde la perspectiva del problema en sí, referencian cómo un conflicto genera

desavenencias, disputas e incluso origina perturbaciones de índole mayor,

causadas por oposiciones de intereses, colisión de derechos o pretensiones,

incompatibilidad de conductas, la falta de tolerancia de las personas, predominio

de interacciones antagónicas de quienes pudieran resolver la situación

armónicamente entre sí o a través de la mediación de terceros, que facilite el

acercamiento de posiciones totalmente divergentes.

En base a todas estas consideraciones surgió la presente investigación, con

el objetivo principal de indagar nuevos enfoques de mediación para la solución de

conflictos a través del ejercicio de la tolerancia en las organizaciones, sobre la

base de equilibrio en la opinión, expresión y respeto por los cambios de creencias,

pensamientos y posturas socialmente aceptadas, que permiten justificar no sólo

posiciones propias, sino las adoptadas por otros.

2. Referentes teóricos

Locke (1999) sostiene que la tolerancia encuentra su origen histórico en los

siglos XVI y XVII, en los tiempos de la Reforma y luchas sangrientas donde se

enfrentaron los diferentes grupos en que se dividió la cristiandad medieval. En

este contexto se hace referencia a la tolerancia religiosa para la convivencia

pacífica que puede existir entre católicos y protestantes. A raíz de esto se puede

considerar la tolerancia en diversos sentidos: indulgencia respecto a otras


doctrinas, a enunciados y prácticas políticas siempre que estén enmarcados en lo

aceptable por la comunidad.

En este sentido, la tolerancia es la capacidad de soportar, de aguantar una

situación, credo, idea o a una persona distinta a nosotros. Es, en términos de

Maturana (2010), una negación a largo plazo. Correa (2010), por el contrario,

sostiene que en su uso cotidiano algunos la entienden como una forma de

resignación que deriva de la obligación moral de soportar las creencias o

conductas de otros. También ha sido adoptada socialmente como simple

indiferencia, es decir, aquella actitud que expresa una total apatía respecto a lo

que digan o hagan los otros. Asimismo, el autor manifiesta que algunos la

identifican con el respeto mutuo que es posible y deseable alcanzar entre

personas o grupos diferentes.

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Otra postura diferente es la filosófica, se expresa con Walzer (1998) a través

de una serie de actitudes que van desde la resignación ante la diferencia, pasando

por el respeto, hasta llegar incluso a su promoción entusiasta. El filósofo admite

que la tolerancia refleja una cierta disposición, un tipo de actitud, sin embargo,

definitivamente no se reduce a ella y ni siquiera es lo más importante cuando se

considera en términos éticos, políticos o incluso jurídicos.


La tradición liberal, y especialmente Rawls (1971), sostiene que la tolerancia

sería en nuestros días un mecanismo para poner entre paréntesis la verdad. Y en

el sistema de Rawls esto opera de dos formas: por un lado, como un método de

evitación por el que eludimos o evitamos nuestras propias doctrinas

comprehensivas religiosas, filosóficas y morales con el fin de alcanzar una

concepción pública de la justicia que regule la estructura básica de un régimen

constitucional moderno; este sentido de la tolerancia opera en la posición original

en la forma del velo de la ignorancia; y por otro lado, la tolerancia sería también

una virtud política característica de los ciudadanos democráticos, por la que

precisamente evitan razonablemente la verdad global a la hora de debatir en el

foro público político sobre cuestiones que afectan a las esencias constitucionales y

la justicia básica.

Según el diccionario de la Real Academia Española (2010:75),

...la tolerancia es una actitud equilibrada y objetiva hacia aquellos cuyas

opiniones, prácticas, raza, religión, nacionalidad y demás características

difieren de las de uno”. También la define como “la disposición a ser

paciente o indulgente frente a opiniones o prácticas de otros; liberarse de

prejuicios o desmedida severidad en el juicio de comportamiento de otros.

Desde estas perspectivas, en las relaciones organizacionales son

fundamentales los comportamientos efectivos de los equipos de trabajo, para que

esos equipos de gestión interaccionen con sus líderes e ideas, dentro o fuera de la

organización, pues en ese interactuar pueden presentarse desavenencias

generadoras de dificultades con consecuencias negativas tanto internas como

externas a la organización.

Resolver los problemas de comunicación entre las personas implica un


proceso de comprender qué es el conflicto, cuál es su origen, cuales son los

aspectos externos o internos que están influyendo en determinados

comportamientos que generan aceptación o rechazo en las personas; es

necesario igualmente reconocer la formas cómo conversan las personas, cuáles

son sus gestos, cómo abordan las diferencias y si la organización cuenta con

mecanismos para la solución de problemas, de tal manera que las consecuencias

de las desavenencias no impacten directamente en el buen desempeño esperado

en las personas y los equipos de trabajo.

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Con relación a la comprensión del conflicto, Lopera (ob.cit.) señala que el

vocablo “conflicto” suele evocar otras palabras a las cuales aparece asociado:

poder, hostilidad, crisis, amenaza, daño, violencia, tensión, derrota, resistencia,

victoria, aniquilamiento, batalla, rendición, mediación, status quo, alianza,

coalición, antagonismo, desacuerdo, guerra, entre otras palabras más que definen

las diferencias entre grupos y personas.

Ury (2000) patrocina la importancia de saber cómo abordar las diferencias,

cómo aprender a mirar un modo distinto los conflictos para buscar soluciones y

refiere que un primer paso es tomar conciencia del conflicto como algo inherente a

nuestra cotidianidad, concebido como un mundo de relaciones, comunicaciones e


intercambios con los otros.

Peña (1999:24) define el conflicto como “una incompatibilidad de conductas,

cogniciones, incluyendo metas y/o efectos entre individuos o grupos que pueden o

no conducir a una expresión agresiva de su incompatibilidad social”.

Para conocer el conflicto, Moore (1996) diseñó un esquema que permite

inferir las características del conflicto y cómo se articulan en una dinámica

compleja; además da a conocer las razones por las cuales se pueden originar

diversos tipos de conflictos, destacando los siguientes conflictos:

 Conflictos entre datos, determinados por la falta de información,

informaciones erróneas, opciones diferentes acerca de lo que es

importante, interpretaciones diversas de datos y procedimientos diferentes

de evaluación.

 Conflictos de intereses, provocados por el carácter competitivo percibido o

real, los intereses sustantivos (contenidos), los intereses de procedimientos

y los intereses psicológicos.

 Conflictos estructurales, provocados por las pautas destructivas de

comportamiento o interacción, la desigualdad del control, la propiedad, o la

distribución de recursos, la desigualdad del poder y la autoridad, los

factores geográficos, físicos, ambientales sin la debida cooperación, las

restricciones de tiempo.

 Conflictos de valores, provocados por diferentes criterios de evaluación de

las ideas o el comportamiento, metas valiosas intrínsecamente excluyentes,

diferentes modos de vida, e ideología y religión.

 Conflictos de relaciones, provocados por las emociones intensas, las

percepciones erróneas o los estereotipos, la comunicación mediocre o el


error en la comunión, el comportamiento negativo competitivo.

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Por su parte, Lopera (ob.cit.) percibe diferentes tipos de conflictos, algunos

de ellos coinciden con los de Moore (Ídem), entre ellos destaca los conflictos sobre

hechos, que aparecen cuando las personas tienen conceptos encontrados sobre

el mismo problema. Los conflictos de métodos, se suscitan cuando las partes

tienen aunque sea parcialmente un mismo objetivo a conseguir y entran en

contradicción cuando deben escoger el procedimiento para llevarlo a cabo, uno lo

quiere hacer de una forma y el otro de una manera distinta; un ejemplo de ello es

la discusión sobre la compra de equipos y software para llevar la contabilidad de

una organización.

En este mismo orden de ideas, el autor alude los conflictos sobre los fines,

éstos surgen cuando las partes tienen ideas diferentes, por ejemplo, sobre la

misión de una organización, unos creen que deben crecer y desarrollarse y otros

consideran que la misma debe aprovechar las situaciones actuales y no

arriesgarse más de lo necesario. Por último señala los conflictos sobre valores y

principios, éstos son posiblemente el origen subyacente de todos los demás, el

comportamiento individual o colectivo responde a valores éticos y estéticos y son

la base de muchos desacuerdos que comprometen la concepción del mundo de


cada cual.

Estas cuatro categorías (hechos, métodos, fines y valores) ayudan a los

mediadores de conflictos a realizar un diagnóstico más o menos acertado del

conflicto a resolver. Para entender mejor si se genera o no el conflicto, es

necesario prever si hay o no posibilidades de conflicto a partir de una crisis o de

una desavenencia recientemente acontecida; si existen señales como rumores,

desmotivación, rabias, y si las partes se dan cuenta que hay un problema o

conflicto en estado de gestación; finalmente debe hablarse sobre el problema,

promoverse reuniones para explorarlo y en ese momento se comunicarán las

partes a favor del entendimiento o la resistencia al mismo, que constituye un

elemento primordial en el análisis del problema.

Todo este análisis se realiza a criterio de Larrave y Del Valle (2010) porque

el conflicto no es en sí mismo malo y puede ser resuelto; lo relevante es intentar

tener presente en el pensamiento, previo a consentir la realización de actitudes

hostiles, que el conflicto puede ser resuelto si las partes logran permanecer en

diálogo y, unidas, explorar sus apreciaciones para descubrir cuáles son los puntos

contradictorios que causan la molestia de ambas partes, para aprender a dirigirse

siempre en búsqueda del significado de las reacciones de sus interlocutores en

esa diferencia de percepción, en lugar de juzgarles y pensar mal de ellos, o peor

aún, agredirles.

Esa agresividad puede ser activa o pasiva y convertirse en violencia

psíquica, emocional o física, y en la cotidianidad, según Larrave y Del Valle

(Idem), se ha ido convirtiendo, poco a poco, en una conducta indeseable llegando

a parecernos “normal y aceptable”, y cada vez hay menos empeño en explorar los

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conflictos de manera adecuada o en el mejor de los casos, si nos desagrada la

violencia, hemos aprendido a evitar los conflictos retirándolos o cediendo antes de

tiempo, en lugar de buscar resolverlos de manera provechosa a través del cambio

de las acciones y expresiones.

La manera violenta de reaccionar cuando la persona se siente agredida,

según Redorta (2008), parece haberse arraigado en él a lo largo de su vida, ante

la dificultad de entender y reconocer frecuentemente que esas ofensas percibidas

no eran reales sino imaginarias, y en la medida en que el hombre es menos

tolerantes en su comunicación, la violencia se va convirtiendo en una respuesta

habitual e inevitable, y por ello acepta vivir dentro de ella, sin esforzarse en

erradicarla de su vida a través de alternativas y mecanismos que le ayuden a

aclarar esas diferencias de percepción sin que implique agresividad y conflictos.

Ante el arraigo de las personas a conflictos. Galtung (2008) formula los

principios a seguir para poder lograr una buena mediación que permita llegar a

buen término el conflicto, si las partes no logran conciliar sus diferencias a través

de la comunicación. En primer lugar se aboga por el reconocimiento de las partes

intervinientes en la negociación, qué objetivos persiguen y las contradicciones

presentes en ellas (Lopera los identifica como tipos de conflictos); en segundo

lugar, es preciso clasificar en legítimos e ilegítimos los objetivos o metas de las


partes; en tercer y último lugar, se intenta mediar entre las partes para crear un

puente entre los objetivos legítimos de las partes y esto se logra cuando se

respetan los principios de las tres fuentes de legitimidad: las leyes, los derechos

humanos y las necesidades básicas de cualquier ser humano.

En este orden de ideas, es imprescindible conocer lo que se conoce como

mediación. Mayor (2009:23) la define como “La capacidad de escuchar, de hablar,

de transmitir, que ayude a hallar las posibles soluciones de los conflictos”. De esta

manera, la medición persigue aproximar a las partes en conflicto y crear entre

ellas las condiciones adecuadas para obtener por sí mismas una solución a la

controversia. El citado autor expone que “los problemas de la gente los tiene que

resolver la gente”, con opciones como hablar, escuchar y transmitir, sin embargo,

es necesaria la existencia de valores como la tolerancia para la consecución del

fin y el logro de la armonía entre los grupos de trabajo.

Couture (1980), aduce que la mediación es un procedimiento que lleva a las

partes a proponer recomendaciones para solucionar el conflicto. Por su parte,

Amado (2009:65) señala que los especialistas en comportamiento organizacional

definen la mediación como:

Actuación de un tercero aceptable, imparcial y neutral que carece de poder

autorizado de decisión, dentro de un conflicto o negociación, con el fin de

ayudar a las partes en disputa a alcanzar voluntariamente su propio arreglo

mutuamente aceptable.

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De acuerdo a lo expuesto por Amado (Idem), la mediación busca que las

partes, mutuamente o con asistencia del mediador, puedan lograr su propia

solución sobre la base de la creatividad, promoción de la comunicación,

entendimiento mutuo, empatía, mejoramiento de las relaciones, minimizar, evitar o

mejorar la participación en el sistema social, organizacional, empresarial o legal y

trabajar conjuntamente hacia el logro de un entendimiento mutuo para resolver el

conflicto. El facilitador del proceso de mediación tiene que ser flexible e informal, y

la conduce en sus diferentes etapas hasta llevarla a buen término; a continuación

se enumeran las siguientes fases:

 Preparación: Actos previos que el mediador realiza para crear un clima

de confianza y de mejores condiciones. En esta etapa, las partes

tienen el poder de la autogestión en la mediación. Asimismo, pueden

gestionarla con la ayuda de un tercero, pues las partes son las

encargadas de buscar la solución al conflicto que les aqueja, y por lo

tanto requieren de una preparación para el momento de la

negociación. Así también debe prepararse el mediador (tercero) para

ayudar a las partes a encontrar una solución que resulte satisfactoria

para ambas. De allí surge la interrogante de ¿cómo lo hace?

 Presentación: El mediador realiza un buen monólogo donde busca

identificar a las partes y representarlas. Seguidamente a la

presentación del mediador y de las partes, el facilitador pronunciará lo

que se conoce como el discurso del mediador, en forma respetuosa,


armoniosa y neutral, con el uso de un lenguaje adecuado. En él

explicará el método y en qué consiste, así como establecimiento de

las reglas a seguir durante la mediación y luego de terminada la

misma. Éstas son algunas de dichas reglas: la confidencialidad, la

imparcialidad y la autonomía de las partes, establecimiento y

aceptación común de las reglas del proceso y explicación del rol del

mediador

 Versiones y visiones parciales: En esta fase se discuten los hechos y

se escuchan las versiones de ambas partes. Conforme a lo expuesto

por las mismas, se elabora una hipótesis del caso según información

disponible, teniendo cuidado con las ideas preconcebidas o los juicios

previos. No necesariamente la denominación dada al conflicto

corresponde con contenido real del mismo. El mediador debe estar

siempre preparado para lo inesperado, no puede circunscribirse a la

información que haya recibido sin antes escuchar ambas partes.

 Redefinición del Conflicto: Especie de lista donde se plasman los

puntos controvertidos, se redefine el conflicto.

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 Búsqueda de Soluciones: En esta etapa se busca impulsar la


creatividad entre las partes y el mediador.

 Acuerdo Consensuado: Es el resultado que pone fin al conflicto entre

las partes.

Tomando como referencia a Amado (ob.cit.), se presenta un modelo de

Principios de la Mediación:

 Equidad: El mediador debe asegurarse que el acuerdo que se obtenga

sea satisfactorio y aceptado por las partes.

 Neutralidad: Que no exista vínculo del mediador con alguna de las

partes.

 Imparcialidad: Constituye un estado mental que debe conservar el

mediador durante el desarrollo de sus servicios.

 Confidencialidad: Guarda relación con la información que es recibida

por el mediador, ésta es confidencial.

 Empoderamiento o simetría de Poder: se busca que exista un

aceptable equilibrio entre las partes.

 Buena fe y veracidad: Es obligación de las partes conducirse con

buena fe, sin coerciones.

 Voluntariedad: Las partes son las únicas de tomar la decisión para

solucionar el conflicto.

De acuerdo al modelo propuesto por el autor, la mediación busca que las

partes mutuamente o con asistencia del mediador, puedan lograr la solución del

problema sobre la base de la creatividad, promoción la comunicación,

entendimiento mutuo y empatía, el mejoramiento de relaciones organizacionales,

la participación activa y efectiva en el sistema organizacional, social, cultura o

legal, el trabajo conjuntamente hacia el logro de un entendimiento mutuo para


resolver el conflicto.

Los fines de la mediación propuestos, son acogidos en los procesos de

mediación, y a pesar de las diversas destrezas que posee y domina el mediador,

para mantener fluidez en la comunicación, conforme a los patrones tradicionales

de concebir y practicar la mediación y la tolerancia, la sociedad, las

organizaciones, y en general el hombre vive expuesto a transformaciones rápidas,

múltiples y dinámicas, que hacen difícil pero no imposible conciliar percepciones,

posturas o intereses en pugna.

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Esas transformaciones que devienen de la revolución científica-tecnológica,

la sociedad de la información y el conocimiento, han cambiado la visión del

mundo, de cómo organizarse, relacionarse y generar resultados pertinentes. Por

ello, las organizaciones y sus equipos constantemente buscan métodos de

resolución pacíficamente de conflictos.

Uno de ellos es la utilización de la mediación en cualquiera de las fases de

un conflicto, como un medio para prevenirlos, o solucionarlos. Lopera (2006)

afirma que las diferencias culturales, políticas, religiosas, organizacionales,

morales y legales, contribuyen a enriquecer la vida diaria, dada la variedad y

sorpresa que ello representa en las relaciones. En la diversidad está el placer, no


obstante, es posible que la postura contraria sea la más acertada.

Ante las posturas contrarias, la mediación busca el acercamiento y

entendimiento de las partes en disputa, y la tolerancia, definida en la Declaración

de Principios de Tolerancia de la UNESCO (1995) como la “Armonía en la

diferencia”, coadyuva en la búsqueda de soluciones posibles a través del respeto

mutuo e incondicional a diferentes puntos de vista. Vista la tolerancia desde esa

perspectiva, en la mediación de conflictos, ofrece la oportunidad de aprender a

considerar la diversidad y la diferencia de valores, virtudes y principios.

Desde esta perspectiva, cuando el mediador propone a las partes o grupos

de trabajo, el ejercicio de la tolerancia, no pretende convencer a las partes ni llegar

a un acuerdo, sino propiciar la comprensión mutua, el equilibrio en las relaciones,

que impidan la escalada del conflicto y la violencia entre ellas, crear un clima

seguro, armonioso, donde entiendan sus diferencias a través de la escucha, el

habla respetuosa y prudente, logrando vislumbrar muy probablemente asuntos

comunes.

Los argumentos señalados contribuyen al estudio de nuevos enfoques de

mediación bajo la idea de la transformación, disolución o desaparición del

conflicto, apuntando a cambios personalísimos encaminados al respeto y

bienestar; cambios en lo social, apuntando hacia una buena comunicación; en lo

estructural, relativo al aprovechamiento sistemático que pueden tener los cambios

en las estructuras; y en lo cultural, creando una cultura de diálogo, una cultura de

paz.

3. Conclusiones

La diferencia y diversidad sustentadas por algunos autores de las distintas

acepciones de las palabras tolerancia y conflicto, aportan una idea de las


heterogéneas concepciones políticas, culturales, ideológicas, religiosas, jurídicas,

morales, sociales y organizacionales concebidas; la práctica de la tolerancia en los

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procesos de mediación de conflictos, aunada a la cooperación, empatía, la

solidaridad y otros valores, facilitan el crecimiento y el enriquecimiento mutuo de

los grupos de trabajo en las organizaciones cada vez que ocurre un conflicto, pues

el hombre puede internalizar sus acciones u omisiones, reflexionar cómo éstas

afectan a otras personas, acercándolo a su realidad, a la floración de sus valores y

a la solución del conflicto.

En este orden de ideas, el ejercicio de la tolerancia como virtud, descubre el

valioso poder del ser humano en los procesos de mediación de conflictos

organizacionales, de allí la necesidad evidente de instaurar en cada individuo y

grupo de trabajo en las organizaciones, en su cotidianidad, actitudes conductuales

identificadas plenamente con la tolerancia, con miras de evitar los desencuentros,

desavenencias y la ausencia de imparcialidad en la toma de decisiones que

conllevan a conflictos de orden mayor.

Puede recurrirse a la práctica de la tolerancia en cualquier fase del proceso

de mediación, para ello es importante precisar la situación o problema a prevenir,

transformar, minimizar o solucionar; una vez conocida y entendida la situación que


se plantea, definido el conflicto (social, cultural, político, laboral, religioso,

económico, jurídico, entre otros), tomando como referencia los diferentes tipos de

conflictos según Lopera y Moore, también es fundamental conocer a cuál acepción

de tolerancia se va a recurrir, si es la social, cultural, laboral, política, religiosa o

económica, como recurso valioso de resolución pacífica del conflicto.

Practicar la tolerancia en los procesos de mediación no significa tolerar la

injusticia social ni renunciar a las convicciones personales. Significa que toda

persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y aceptar que los demás

se adhieran a las suyas, aceptar el hecho de que las personas se caracterizan por

la diversidad y pluralismo de sus aspectos, situaciones, formas de expresarse,

comportamientos, valores y tienen derecho a vivir en paz, a ser como son, ello

implica igualmente no imponer su opiniones a los demás.

Se infiere, al realizar el análisis de la información recolectada, que no existen

métodos y estrategias globales cuya aplicación práctica en todo momento o

circunstancia pueda solucionar un conflicto a todos los hombres o grupos de

trabajo; no obstante, el ejercicio de la tolerancia en los procesos de mediación son

una alternativa en la solución, transformación o disolución de los conflictos.

Los modelos de mediar son variados; sin embargo, los modelos de convivir

de buena manera son inexistentes, cada individuo determina qué le conviene y

qué no, pero si alguien elige un modelo de mediar la vida de las partes en

conflicto, no será discriminado por la actitud tolerante de los individuos.

La tolerancia no es efímera indiferencia, ni implica soportar lo que disgusta,

ser tolerante no impide formular críticas razonadas ni obliga a silenciar la forma de

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pensar para no herir a quienes piensan de otro modo, la tolerancia es el

reconocimiento de las diferencias y su derecho a ser diferentes, no borrará las

diferencias, pero permite a los individuos y grupos de trabajo vivir de manera

ordenada, equilibrada, armónica y estable.

Por supuesto, el respeto recomienda en muchos casos moderación, pero es

una opción voluntaria, no una obligación legal. Ser tolerante no exige ser

universalmente aquiescente. Además, lo que siempre debe considerarse son las

personas, no sus opiniones o comportamientos. Igualmente, la tolerancia exige un

marco compartido de instituciones que deben ser acatadas por todos: quien se da

a la tarea de negarla o la hostiliza está negando también su propio derecho a ser

tolerado.

Disfrutar de las ventajas de la tolerancia pública impone también a cada cual

renunciar a ejercer formas de intolerancia privada. Ser tolerante no es ser débil

sino ser lo suficientemente fuerte y estar lo suficientemente seguro de las propias

elecciones como para convivir sin escándalo ni sobresalto con lo diverso, con lo

amplio, siempre que se atenga a las normas y leyes que la misma sociedad se ha

dado.

Por otra parte, el manejo de conflictos tiene muchos niveles, pero siempre

será necesario que las partes en controversia deseen superarlo y solucionarlo;

tenga el espíritu y el propósito pleno de hacerlo de buena fe. Ésta, en todo caso,
resulta ser necesaria e importante para transitar debidamente por el camino del

éxito, sin ella cualquier negociación será inútil o habrá pérdida de tiempo.

Uno de las alternativas para entrar en la senda de la solución pacífica de los

conflictos se da cuando hay disposición de comunicación tolerante con el

interlocutor, adversario, contrario o rival. Se habla mucho de la necesidad de

dialogar para entenderse, pero lo más común es que no se dialogue, sino que se

parlotea, es decir, un diálogo entre sordos. Todos hablan al mismo tiempo y nadie

se escucha, lo que se produce es un ruido en el que nadie se entiende, porque

nadie oye, precisamente por estar hablando al mismo tiempo, se debe conocer y

aplicar las reglas del diálogo, vitales para que éste se efectúe con verdadero éxito.

Entre las alternativas de un arreglo pacífico del conflicto se destacan la

negociación, el diálogo, la conciliación, la mediación y la tolerancia, todas ellas en

definitiva son maneras de comunicarse, y sirven de aprendizaje para encontrar

medios que permitan transformar dificultades en soluciones perdurables.

El mediador tolerante es quien se erige a sí mismo como criterio de verdad,

de corrección, de regulación de lo que debe ser aceptado o no. Todo no es

tolerable, ni aceptable, hay límites establecidos por los valores para asegurar la

convivencia entre las personas.

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Los valores determinan y regulan el nivel de tolerancia que se debe poseer y

en tal medida lo que efectivamente requerimos es tolerancia y aceptación del otro.

No necesitamos aceptar lo malo del otro, sino aprender a convivir con el otro. Y

para ello debemos bajar del podio que nos hemos erigido como guardianes de lo

correcto e incorrecto, para apreciar que el otro se legitima ante nosotros por lo que

es y luego por lo que hace. De sus acciones determinaremos que conductas son

aceptadas o no, pero partiendo de la base de valores estipulados en el consenso

de la convivencia.

Por último, la mediación como alternativa para la solución de conflictos en el

mundo gerencial ha adquirido una nueva dimensión, demandando una gestión

más humana, integradora, con la participación de equipos de trabajo que

pretendan vivir en una sociedad justa, tolerante, equitativa, con libertad, respeto a

los derechos, creencias, ideas y posiciones de cada ser.

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