Tratar con los clientes no siempre es fácil. Eso es algo que
todos tenemos bastante claro.
Siempre hemos escuchado desde niños el dicho ese de que “el
cliente siempre tiene la razón” y yo, francamente, creo que que hay clientes a los que:
1. Hay que darles la razón porque la tienen,
2. Hay que darles la razón porque nos conviene. 3. No hay que darles la razón porque dársela pone en riesgo tu negocio, tu reputación, tu prestigio y hasta puede ser perjudicial para el propio cliente.
Veamos cada escenario:
1.- El cliente tiene la razón
Partiendo de la base de que el principal motivo de la venta es la de ayudar y aconsejar al cliente, estaremos de acuerdo en que hay clientes con los que es fácil tratar con ellos porque se dejan asesorar, conocen el producto tanto o mejor que tú, y aunque en determinadas circunstancias podamos discrepar con su elección, sabemos que no nos va a acarrear ningún conflicto su decisión porque ésta, aunque no sea la más acertada para él, tampoco es que le perjudique ni a él ni a nosotros, por lo tanto, al cliente se le puede dar la razón. Situaciones similares son las que nos encontramos cuando tenemos clientes que se dejan asesorar, porque confían en nosotros; clientes que saben lo que quieren pero no lo que necesitan e, igualmente, se dejan aconsejar. Todas estas situaciones, aunque el cliente al final no elija la opción más aconsejable según nuestro criterio, no nos van a perjudicar porque el cliente confía en nosotros, no nos va a reprochar su elección y su error tampoco tiene consecuencias mayores.
2. El cliente tiene la razón porque nos
conviene dársela A mí me gusta mucho ver cómo funcionan las empresas grandes que es a las que hay que imitar. Piensa cuantas veces has ido a devolver un artículo a Do It Center, Novey, por poner un ejemplo de comercio físico, o en Amazon, por poner un ejemplo online.
¿cuántas trabas te ponen? generalmente ninguna. No se
cuestionan el motivo de la devolución o si les quieres meter un gol. Simplemente aplican la máxima de que el cliente tiene la razón porque discutir con él para convencerle de lo contrario, o hacerle ver que está equivocado o intentando engañarte sólo les trae problemas y mala reputación y es lo que evitan a toda costa. Para mí es una buena política, a sabiendas de que más de un cliente les estará engañando, pero eso les da igual. Estas empresas tienen claro que habrá un porcentaje de devoluciones que si las escudriñaran no serían objeto de devolución pero, aplican la teoría de “dar la razón” porque forma parte de su calidad de servicio y eso hace que el cliente se sienta seguro y respaldado a la hora de tomar una decisión de compra. Sin embargo en el comercio minorista o de barrio, la política suele ser todo lo contrario. Ante una queja o devolución busca mil y una maneras de llevarse la razón y escudriña la letra pequeña con tal de no devolver dinero. Para mí es una política errónea.
3.El cliente no tiene razón y dársela nos
perjudica Si el dar la razón a un cliente entraña que puede volverse en tu contra, está claro que ahí hay que ser inflexible. A diferencia de las otras dos opciones, en esta la mala elección por parte del cliente te puede traer problemas a tí, a él o a los dos.
Situación típica es la del cliente que, lejos de dejarse asesorar
lo que necesita o cubre mejor sus necesidades, impone su criterio y ahí es donde tienes que saber diferenciar si le tienes que dar la razón como a los tontos porque a tu negocio no le va a repercutir en nada o tienes que invitarle a que se vaya a la competencia porque sabes positivamente que tarde o temprano volverá con un problema que te va querer cargar a tí “porque tú se lo vendiste o le hiciste tal servicio”.
Esto es muy típico de profesiones (abogados, médicos,
veterinarios…), servicios (albañilería, tiendas de muebles,) El cliente te plantea un problema y tú le ofreces la solución. Lejos de aceptarla, él impone su criterio porque piensa que “el cliente siempre tiene razón”. Si tú aceptas porque eres de los que piensa realmente eso, o por no dejar escapar una venta, sabes que tarde o temprano volverá a pedirte explicaciones por las consecuencias de su error de elección. Por ejemplo….Un paciente tiene un problema. Le das la solución pero él no está de acuerdo o no puede permitírselo y por más que se lo expliques no atiende a razones y quiere otro tipo de tratamiento. El profesional sabes de sobra si esa alternativa funcionará o no. Si se deja llevar por su criterio, cuando ese tratamiento falle, él no va a asumir ni va a querer recordar que fue él el que contradijo, sino que vendrá pidiendo explicaciones y exigiendo una solución. Gratis, of course.
Es en este tipo de situaciones cuando es preferible no atenderle
y mandárselo a la competencia porque aunque a priori parezca que hemos dejado escapar un cliente, lo que hemos ganado es mantener nuestra reputación y evitarnos un quebradero de cabeza.
Hay que tener presente que no todo el mundo es válido como
cliente para nuestros negocios y espero que hayas sacado la conclusión de que hay veces que “dar la razón al cliente es la mejor forma de dar un mal servicio a dicho cliente”.
Resumen del libro "El pequeño libro rojo de las respuestas sobre ventas" de Jeffrey Gitomer: Cómo salir victorioso de las situaciones más complicadas a las que se enfrentan la mayoría de los vendedores