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Vivimos rodeados de continuos cambios, tanto físicos como químicos. A lo largo de nuestra
vida, tanto a nuestro alrededor como en nosotros mismos, se producen innumerables
cambios. Pero, ¿son todos los cambios de la misma naturaleza? Sin duda alguna, no. Algunos
cambios modifican notablemente la sustancia existente en un principio, mientras que otros
apenas influyen en la transformación de los objetos.
Cambios físicos: son aquellos en que no se altera la naturaleza de las sustancias implicadas.
Calentamiento.
Deformación.
Rotura.
Movimiento.
Evaporar agua, congelar un líquido, romper un cristal, mover un jarrón de un sitio a otro,
cortar un trozo de queso, o deformar una esponja son ejemplos de cambios físicos.
Combustión.
Oxidación.
La mecha de la vela es un trozo de cuerda o cordón que sostiene la llama de una vela. Las
mechas comerciales están hechas de algodón trenzado. Funciona por capilaridad. La cera
líquida sube por la mecha y llega a la llama, se vaporiza y reacciona con el oxígeno del aire.
Cuando arde una vela tiene lugar una reacción química de combustión. Lo que arde es la cera o
parafina de la que está hecha la vela. Con el calor de la llama de la cerilla la cera se funde,
asciende por la mecha y se evapora, y en contacto con el oxígeno del aire, experimenta una
reacción química en la que generalmente se desprende una gran cantidad de energía en forma
de calor y luz, y que habitualmente se manifiesta por incandescencia o llama.
En la reacción química intervienen la parafina (primero sólida y luego gaseosa) y el oxígeno del
aire (son los reactivos), a partir de ellos se obtienen dióxido de carbono y agua en estado
gaseoso, son los productos. Es decir, esas sustancias (reactivos) se transforman en otras
diferentes (productos), por eso decimos que se ha producido una reacción química.
En toda combustión existe un elemento que arde (combustible) y otro que produce la
combustión (comburente), generalmente el oxígeno. Los tipos más frecuentes de combustibles
son las materias orgánicas que contienen carbono e hidrógeno (hidrocarburos) y se obtiene
dióxido de carbono y agua en estado gaseoso.
Al quemar una vela y taparla con un tarro, impidiendo que entre aire, la vela consumirá todo el
oxígeno que hay dentro del tarro y, cuando se agote, se apagará y se dejará de producir
dióxido de carbono y agua. Cuanto más grande sea el tarro, más oxígeno hay dentro y más
tardará en apagarse. Cuando tenemos las velas de diferente tamaño encendidas en un
recipiente cerrado, el dióxido de carbono que se produce está muy caliente (mucho más que el
aire de su entorno), por lo que su densidad es menor que la del aire que hay en el interior del
recipiente y asciende, desplazando el aire (y el oxígeno que contiene) del entorno de la vela de
mayor altura, que es la que se apaga en primer lugar, y en último lugar, se apaga la vela de
menor altura.
Zona interna: La cera fundida de la vela se vaporiza alrededor de la mecha, creando una zona
en la que lo único que hay es gases combustibles y que como no tiene suficiente temperatura
ni oxígeno, no ha empezado a arder. A esta zona también se le denomina zona fría o zona
oscura ya que en ella no se emite luz.
Para reconocer la presencia de los ácidos y las bases de una manera más segura y fiable nos
apoyaremos de otras propiedades que poseen. Por ejemplo: cambiar el color de algunas
sustancias presentes en vegetales de uso cotidiano. Estas sustancias reciben por ello el nombre
de colorantes indicadores de los ácidos y de las bases.
La cafeína es una base débil. El bicarbonato de sodio, que se emplea, ente otras cosas para
hornear, o para combatir la acidez de estómago también.
Medicamentos
Ácido acetilsalicílico, principio activa de la aspirina o el hidróxido de magnesio, empleado en
laxantes.
En ciertos productos de limpieza corporal, como es el caso de los champús y geles de baño,
suele constar en el envase el pH del producto que contiene, ya que la acidez de estas
sustancias puede influir en la salud del pelo y de la piel.
Aparatos electrónicos
Por ejemplo, en el interior de las baterías de nuestros aparatos electrónicos suele haber ácido
sulfúrico. Por eso, cuando se estropean y se vierte su contenido dentro del aparato, reaccionan
con el metal de los electrodos y crean una sal blancuzca.