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La transformación del sistema educativo venezolano un reto ineludible, para nuestro

Estado, en mantener una la calidad educativa y sus implicaciones en la sociedad del


conocimiento, La calidad desde el enfoque de los Derechos Humanos, Aprender a
Formarse y Aprender a Vivir Juntos en sociedad, necesitamos avanzar hacia un nuevo
modelo educativo en pro de nuestro pueblo soberano, a educación debería cumplir. Los
pilares fueron definidos como: “aprender a conocer”, “aprender a hacer”, “aprender a
ser” y “aprender a vivir con los demás”.

Aprender a conocer tenemos que evolucionar para enseñar a las nuevas generaciones
los conocimientos, desplegados por intermediarios, Esto significa enseñar a construir el
conocimiento para que se pueda seguir aprendiendo toda la vida, se pueda adquirir una
postura crítica respecto al saber y se pueda orientar el pensamiento hacia
los valores culminantes. Dicho en términos más simples, se trata de enseñar a pensar. Las
generaciones venideras podrán ampliar sus propias técnicas y prácticas.

Aprender a hacer sin embargo, las literaturas teóricas no basta para hacer la vida de
la humanidad mejor y más productiva, así que se hace también indispensable ponerlos en
práctica.

A esto se refiere aprender a hacer: enseñar las técnicas, pero también su sentido ético y


práctico, de modo que las generaciones venideras puedan construir las propias y
desarrollar nuevas prácticas. Este pilar se relaciona con el trabajo, con el compromiso con
el mejoramiento de la sociedad y con la dignidad de los seres humanos en relación con sus
actividades de subsistencia.

Aprender a ser

Dado que en la educación y la alineación integral del individuo no se transmiten


únicamente saberes, sino también valores y perspectivas, la educación debe también
enseñar a ser, o sea, debe forjar la identidad en base a los valores esperados, para así
garantizar mejores generaciones y más obligadas con las virtudes de la cultura soberana .
De ese modo, se debe difundirse el mero sentido utilitario de la educación, para pasar a
formar personas dotados de un sentido de pertenencia, de justicia, de resultado y
de verdad. La educación debe implicar un profundo sentido de comunidad. La vinculación
de las escuelas con la comunidad.

Aprender a vivir con los demás

Finalmente, la educación debe educar a convivir, o sea, debe afrontar las dificultades que
como sociedad global se le plantean a la humanidad en el siglo XXI. Nos referimos a
la violencia, la discriminación, la desigualdad y la injusticia, problemas que parecen muy
difíciles de resolver, pero que aun así deben comenzar a pensarse desde temprana edad.

La formación social, moral y ética de las nuevas generaciones no depende sino de su


educación a manos de las anteriores. Por eso se hace necesario educar en función de la
fraternidad en el encuentro del otro, y en un sentido profundo de comunidad que permita
resolver las diferencias habidas o por haber de una manera civilizada, responsable y sobre
todo ética. La plena instrucción del derecho a la educación exige que ésta sea de calidad,
promoviendo el máximo desarrollo de las múltiples potencialidades de cada persona, a
través de instrucciones socialmente apreciables y prácticas educativas.

Ofrecer una educación de calidad implica la articulación gobierno, educación, sociedad y


familia, de fraternidad, basada en la pedagogía del aprendizaje significativo, donde se
enseñe y se aprenda en y desde la libertad, que genere calidad de vida con visión de país a
partir de un proyecto de Nación Educar a través del amor, como herramienta aplicada en
la familia y en el aula, y en la formación del individuo.” Querer al alumno significa
aceptarlo como es, ver sus potencialidades más que sus fallas, siempre estar dispuesto a
brindarle una nueva oportunidad. No puede existir una pedagogía que no parta del amor,
lo cual sirve de plataforma para alcanzar una verdadera educación de calidad.

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