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Asignatura:
Terapia Conductual
Tema:
Asignación I
Participante
Marinalda salcedo
Matricula:
17-3980
Facilitador/a:
Vladimir Tavárez
Caracterización de la Modificación de Conducta en Relación
con otras Terapias.
La modificación de conducta se puede caracterizar como una terapia breve,
directiva, activa, centrada en el problema, orientada al presente, que supone
una relación colaborada y en la que el cliente puede ser un individuo, una
pareja, una familia, un grupo o una comunidad. Ahora bien, estas
características son dimensionales de modo que su posición en ellas es más
gradual que discreta y, en todo caso, relativa con respecto a las otras terapias.
Breve-Larga. En general, se consideran terapias breves las que llevan menos
de treinta sesiones, siendo en torno a quince el punto de referencia. Las
terapias de larga duración remiten a más de cien sesiones, contándose a veces
por centenares y años. Esta referencia de larga duración viene dada por la
terapia psicoanalítica. Son terapias breves, además de la MC, la terapia
estratégica, la terapia existencial y la terapia experiencial.
Sin embargo, se ha de matizar ahora que hay ciertas terapias dentro de la
propia MC que pueden resultar de larga duración, como la terapia cognitiva de
los trastornos de personalidad, la psicoterapia analítica funcional y la terapia de
conducta dialéctica.
Directiva-Permisiva. En general, son terapias directivas aquéllas en las que el
terapeuta adopta un papel activo en la dirección de la terapia. El modelo de
terapia permisiva lo daría precisamente la terapia no directiva de Rogers.
Un papel directivo toma la forma de la interpretación del “material” presentado
por el cliente. La interpretación es la técnica analítica por excelencia, si bien el
psicoanálisis se vale igualmente de otras actividades terapéuticas como la
aclaración y la confrontación. Otra pauta directiva se identifica en un cierto
papel educativo consistente en dotar al cliente con una nueva explicación y
terminología. Aquí, el terapeuta puede proceder de un modo explícito o
implícito pero, en todo caso, las distintas terapias terminan por adoctrinar
según su propia sofisticación psicológica. Finalmente, otro papel directivo tiene
la forma de una intervención práctica de varias maneras, tales como
“observador participante”, como “director-teatral” y como “entrenador” en el
aprendizaje de repertorios conductuales más adecuados.
Activa-Pasiva. Esta dimensión está correlacionada con la anterior, puesto que
una terapia directiva parece suponer una implicación activa del cliente,
mientras que una permisiva sugiere más bien un sujeto pasivo. Sin embargo,
hay terapias en las que el terapeuta puede ser activo y el cliente pasivo. En
general, las terapias que confían el cambio al insight, al “reencuadre” del
sistema comunicacional o a la información, están contando con un sujeto
pasivo, por más que invoquen la actividad de procesos mentales.
Orientada al problema-Orientada a la personalidad. En general, las terapias
orientadas al problema toman como objetivo resolver el problema presentado,
sin suponer que fueran necesarios otros cambios “estructurales”.
En principio, la MC junto con buena parte de la terapia estratégica, serían
ejemplos de este tipo. Por su lado, las terapias orientadas a la personalidad, no
consideran resuelto el problema si no se dan otros cambios que consideran
más básicos como puedan ser el autoconocimiento psicoanalítico, el
crecimiento personal, la toma de responsabilidad o la reestructuración
cognitiva. Habría que reconocer en las terapias de reestructuración cognitiva
una orientación a “problemas generalizados” más que a “problemas
circunscritos”, según la distinción de Brewin, lo que también se podría decir de
la terapia contextual y de la terapia de conducta dialéctica.
Presente-Pasado. La terapia psicoanalítica como en general todas las
psicoterapias de inspiración psicoanalítica siguen el hilo de los “síntomas”
presentados aquí-ahora hasta dar con el ovillo situado allí-entonces, cuyo
descubrimiento desenredaría el problema actual. Por su parte, la terapia
gestáltica sería un ejemplo de concentración en el presente, así como en
general las experienciales. La terapia estratégica sitúa también su intervención
en el presente. La MC está igualmente orientada al presente, si bien su lógica
con base en el aprendizaje supone más un cambio diacrónico paso a paso.
Relación colaboradora-Relación autoritaria. Probablemente, todas las
terapias se declaren a favor de una relación colaboradora. Sin embargo, esta
colaboración en algunas terapias quizá se diluya en sus extremos, bien como
relación autoritaria, bien como relación de igualdad. Aquí, se entiende por
relación colaboradora la participación activa del cliente en una labor terapéutica
dirigida por el clínico, como profesional experto en el que confía. El prototipo de
relación colaboradora en este sentido se encuentra en la terapia cognitiva de
Beck que, de alguna manera, viene a definir la relación requerida en la MC.
La relación autoritaria en un sentido impositivo se encuentra en la terapia
psicoanalítica establecida por Freud. La terapia estratégica tiene también
formas autoritarias como, por ejemplo, sus prescripciones, los “engaños
benevolentes”, las paradojas contra la resistencia y los “trucos” para
impresionar al cliente. Curiosamente, la terapia estratégica familiar en su
matrimonio con el constructivismo, ofrece por el contrario el mayor ejemplo de
relación de igualdad, en la que el terapeuta se hace el ignorante y se declara al
cliente como experto.
Todas las unidades problemáticas-No todas. El cliente de una terapia
psicológica puede ser un individuo, una pareja, una familia, un grupo o toda
una comunidad, denominados aquí “unidades problemáticas”. Puede que
también la terapia aborde el problema valiéndose de varias unidades. Las
personas de estas unidades pueden ser internos de una institución o externos.
En general, todas las terapias se muestran aptas para entender y atender
cualquier unidad problemática. Más en particular, probablemente, no haya
terapia que no tenga una versión de aplicación individual, familiar y de grupo.
Plinio el Viejo (Roma) trataba de curar a los alcohólicos poniendo unas arañas
muertas en los vasos de donde bebían (condicionamiento aversivo). La TCC
aparece en la década de los 50 del siglo pasado. A principios del siglo XX las
personas se clasificaban en cuatro categorías: gente normal, gente insana o
loca, criminales y gente enferma.