Está en la página 1de 3

El rol del docente en primera infancia.

El docente infantil debe estar muy bien preparado para asumir la tarea de educar a las nuevas

generaciones y esto implica no solamente la responsabilidad de transmitir conocimientos

básicos si no también la obligación de fortalecer en los niños y niñas valores y actitudes

necesarias, motivar, acompañar la construcción de un aprendizaje para la vida, para una buena

vida, para que puedan vivir en sociedad y desarrollar sus potencialidades plenamente, mejorar

su calidad de vida y tomar decisiones importantes. A medida que esta nueva era se desarrolla,

debemos prepararnos para nuevos roles y responsabilidades. es importante que nos liberemos

de estereotipos que podrían limitar lo que hacemos con y para los niños.  En verdad, la figura

central de cualquier programa debe ser el niño. Por lo tanto, debemos continuamente

reexaminar y redefinir lo que hacemos y cómo nos vemos a nosotros mismos. Un buen

docente debe ser humilde, conocedor de sus limitaciones personales, necesita sentirse seguro

de lo que conoce y de que siempre hay mucho por aprender; que los alumnos enseñan día a

día con sus reclamos, con sus expectativas y sus experiencias de vida; y que la propia

sociedad, en su progreso científico y tecnológico exige estar siempre alertas para adecuarse a

los cambios. El docente en su rol siente la necesidad de brindarse, de contribuir al

perfeccionamiento social, que posee paciencia, comprensión, pero, sobre todo, ama a los

niños y a la juventud.

Por ello el docente especializado en la infancia debe trabajar muy duro por cambiar muchos

factores que afecten su labor formadora entre ellas el ‘’currículo oculto’’ es decir las

vivencias de su niñez, la forma como aprendió en su vida escolar y en el hogar, y las

presiones que ejercen sobre él los padres, la comunidad en general. No bastan las buenas

intenciones hay que asumir ese compromiso para lograr un cambio significativo,
Somos como súper héroes muchas veces, podemos poner en función muchos poderes al

mismo tiempo, tenemos en cuenta que cada niño y niña es diferente, adaptamos nuestras

aproximaciones pedagógicas a estas particularidades porque se debe orientar y acompañar con

una intención, el juego y la experimentación como sus pilares, Se asegura que la actividad del

niño o la niña sea una de las fuentes principales de su aprendizaje y desarrollo, se asegura que

Jugando, el niño o la niña tomen conciencia de lo real, elaborando su razonamiento, su juicio,

permite descubrir, explorar, investigar, comunicar e intercambiar, basa sus acompañamientos

en observación objetiva y continua, genera espacios educativos, es líder comunitario que

acompaña al niño, su familia y su entorno. Todo esto al mismo tiempo que identifica procesos

individuales a todo nivel del desarrollo infantil.

Olvidemos por un momento la triste realidad de quienes son profesores no por opción sino

por descarte, los que están porque “no les quedo otra” y trabajan sin amor a lo que hacen y

que suelen empañar la imagen de un gremio que en su mayoría trabaja con esfuerzo por el

bienestar de sus alumnos.

Si hablamos de las razones para ser profesor, sólo una respuesta: Vocación, el firme interés

por la justicia, por el derecho que todos tenemos a superarnos, a ser más, la convicción de que

somos capaces de modificar realidades y hacerlas más favorables para quienes empiezan el

camino de la vida. Y en este camino siempre tropezamos con las dudas: ¿cómo voy a ser yo

capaz de eso?, la respuesta: no, no soy yo, son los niños, son ellos que despiertan al mundo,

ellos que logran crecer, avanzar y desarrollarse, ellos que necesitan un apoyo para volar con

alas propias, entonces el docente se transforma en el mediador, el facilitador del conocimiento

y el aprendizaje, el que se prepara, estudia e investiga para que sus alumnos aprendan.

He escrito muchas cosas respecto a mi profesión y estoy cada vez más convencida que no me

veo haciendo otra cosa en la vida, esto es para lo que nací, lo que amo hacer, lo que soy, lo

que me motiva a diario para afrontar adversidades, amo ser docente porque tenemos la
habilidad de transformar vidas,  de darnos a querer y odiar al mismo tiempo, dejamos en

nuestros estudiantes recuerdos buenos y otros no tantos, lecciones de vida, lecciones de

matemáticas, lenguaje, entre otras que aplicarán en sus vidas quizá sin darse cuenta.

Hoy más que nunca, nuestro mundo requiere de buenos maestros, pilares para la educación y

quienes, a través de su exigencia, comprensión, regaños, supervisión, compromiso, entrega y

paciencia, hacen del proceso enseñanza toda una hermosa aventura porque la educación es la

solución a cualquier problema social.

Referencias Bibliográficas:

Zapata, B. E., & Ceballos, L. (2010). Opinión sobre el rol y perfil del educador para la primera

infancia. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 8(2), 1069-1082.

de Peña, L. G. M. T. (2011). El arte en la educación de la primera infancia: una necesidad

impostergable. Educación, 20(39), 23-36.

También podría gustarte