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La teoría constructivista como explicación del desarrollo se origina en los trabajos de Jean
Piaget.
Su modelo fue progresivamente adoptado aunque, entre quienes comparten sus ideas en
términos generales, existen diferencias que adquieren relevancia a la hora de pensar
estrategias de intervención en la práctica educativa. La idea más importante es que el
individuo, hablemos ya de niños o adultos, tiene participación activa en la adquisición de sus
conocimientos. Conocer implica modificar la realidad y, simultáneamente, cambiar los
esquemas que son responsables de ese conocimiento.
La psicología genética presenta explicaciones, con abundante apoyo empírico, acerca de la
forma en que el niño interpreta los datos y de cómo progresivamente modifica su
apreciación en función de las contradicciones que encuentra. Una de las mayores
contribuciones más importantes de la psicología genética fue precisar los mecanismos y
procesos que subyacen a las conductas observables y que por lo tanto explican el
desarrollo y el aprendizaje.
Marco teórico
La teoría constructivista del desarrollo del niño se origina en los trabajos de Jean Piaget,
quien postula que las estructuras internas de conocimiento surgen y se desarrollan
mediante la interacción entre el sujeto y su medio. El sujeto construye la significación de
lo externo y en ese esfuerzo de significación se construye así mismo. Esta hipótesis ha
sido progresivamente adoptada por muchos investigadores que, si bien comparten esta
visión en términos generales, tiene diferencias relevantes a la hora de pensar estrategias de
intervención en la práctica educativa.
La idea más importante que Piaget nos transmite es que el individuo tiene participación
activa en la adquisición de sus conocimientos; “conocer” implica modificar la realidad y esta
modificación produce el cambio de las estructuras internas que son responsables de ese
conocimiento. Nos dice Piaget que “conocer”no es una simple tarea de registro del externo y
que nunca es una copia de la realidad percibida empíricamente. Por el contrario, “conocer”
es un proceso complejo por el cual el sujeto incorpora datos del medio físico y social y les
otorga a estos datos los significados que le permiten los sistemas de interpretación que
posee. Lo externo existe independientemente del sujeto pero no de su significación. Cuando
las estructuras de significación del sujeto no poseen suficiente capacidad de interpretación
frente a nuevos datos de la realidad, se ven obligadas al cambio y al perfeccionamiento.
Metafóricamente, podríamos decir que el dato se resiste a ser incorporado por estructuras
insuficientes.
Un método de enseñanza que responda estas condiciones debe ser llevado a cabo
mediante la caracterización del sujeto que aprende, la caracterización del papel del docente
y la caracterización del tipo de contenido que se selecciona. En este artículo, pondré el
acento en el niño como sujeto de aprendizaje, aunque haré referencia a los otros actores de
lo que podríamos llamar el triángulo básico de la situación educativa.
En muchos países, la enseñanza formal obligatoria comienza a los 5 años con el nivel
preescolar que prepara al niño para la enseñanza sistemática de la escolaridad primaria.
Veamos qué características tiene ese niño con relación a sus conocimientos del mundo
físico y social y de qué manera se lleva a cabo el aprendizaje.
La psicología genética considera que el niño aprende por medio de sistemas de acciones y
por los mismos mecanismos que intervienen en el desarrollo espontáneo y en la
construcción y desarrollo de las teorías científicas. El niño se puede equiparar a un científico
en tanto construye hipótesis acerca del mundo, las pone a prueba, la sostiene y las cambia
bajo ciertas condiciones. Los sistemas que pone en juego para comprender los hechos lo
llevan a interpretaciones sistemáticas que tratan de ser conservadas y sólo se modifican
parcial o totalmente, cuando los hechos las contradicen. Estas contradicciones
desestabilizan las ideas o creencias que se tenían y sobreviene el cambio.
El niño que comienza su escolaridad tiene una historia “teórica” muy rica acerca de su
entorno. Antes de enfrentarse a la escolaridad, los niños han realizado una exploración
sistemática y activa del mundo y han construido modos coherentes de considerar a los
objetos y acontecimientos de su entorno. Aproximadamente a partir de los 2 años el niño
opera en el mundo reconociendo que ciertas cosas se mantienen y otras se modifican. El
niño pequeño ya ha desarrollado explicaciones muy potentes acerca de los objetos físicos,
acerca de la vida, acerca de la mente, acerca de la vida social. Estas explicaciones que
fueron construidas en forma espontánea son llevadas a la escuela e influyen en los nuevos
aprendizajes que deberá abordar. Debido a esto, la escuela, además de conocer los
mecanismos que se ponen en juego en el aprendizaje, tiene la responsabilidad de indagar
acerca de las teorías que trae el niño, teorías que esté sostiene de manera sistemática y
que en muchos casos se contraponen con los “saberes” socialmente aceptados.
La inteligencia sensorio-motriz
Desde el nacimiento hasta alrededor de los 18 meses asistimos a una progresiva
complejización de los esquemas inicialmente simples que el bebé dispone para conocer.
Esta etapa, denominada sensorio-motriz, muestra cómo a partir de acciones prácticas se
van construyendo al mismo tiempo las categorías básicas y los instrumentos de la
inteligencia. El bebé, que inicialmente no puede diferenciar entre el mundo interior y la
realidad exterior, produce una progresiva diferenciación entre el yo y el no yo, culminando
con la construcción de un mundo de objetos permanentes en un espacio objetivo. El
universo inicial sin objetos pasa a ser, alrededor del segundo año de vida, un universo
práctico formado por objetos permanentes. En esta evolución, hacia los cinco o siete
meses, cuando se tapa un objeto que el bebe muy entusiasmado desea tomar, se produce
la frustración y el llanto. Piajet demostró que esta reacción de apartar la mano al no ver el
objeto se debe a que, en ese nivel de la construcción, los niños no conciben la existencia
del mismo fuera de la percepción inmediata y no tiene que ver con la imposibilidad de
ejercer movimientos para apartar el obstáculo.
Es alrededor de los 24 meses cuando el bebe sabe, en el nivel de las acciones prácticas,
que los objetos existen en el espacio y en el tiempo y que incluso siguen existiendo más allá
de su campo visual. A esta edad posee expectativas claras del comportamiento de los
objetos y es consciente de que puede alcanzarlo siguiendo caminos diferentes. Si se lanza
una pelota al aire caerá, si se lanza fuera de la habitación volverá sólo si alguien la vuelve a
lanzar o si se la va a buscar. A lo largo de 2 años ha conquistado un mundo estable de
objetos permanentes en un espacio único y objetivo. En ese espacio existe un orden
temporal con relaciones causales entre el sujeto y los objetos y entre los objetos entre sí.
Esto se ha logrado gracias a que los esquemas prácticos se han agrupado en un sistema
complejo donde las acciones se compensan y se anulan unas con otras, se han vuelto
reversibles y se combinan generando nuevas relaciones.
La idea de un sujeto activo que construye cuando aprende es generalizada, mientras que el
modo en que los sujetos se apropian individualmente los contenidos no tiene el mismo
consenso. Estas diferencias de consenso pueden ser contradictorias y excluyentes o bien
pueden completarse entre sí.
¿Qué nos dice la psicología genética acerca del incremento del conocimiento? ¿Qué nos
dice con relación a las categorías generales vinculadas al desarrollo espontáneo? ¿Qué nos
dice de los saberes más puntuales, derivados de la acción educativa con intervención
intencional?
El sujeto construye su mundo de significados y lo hace gracias a procesos que implican
abstracciones, generalizaciones, conflictos y toma de conciencia. Estos mecanismos son los
responsables del paso de no poder al poder hacer. Si bien Piaget no profundizó el tema de
la interacción social, el espíritu de las investigaciones piagetianas que abordan los dominios
ligados a la educación es dar un lugar relevante a las interacciones entre pares y a la acción
irreemplazable del maestro otorgando un lugar central a la elaboración cooperativa del
conocimiento.
Piaget, en 1969, ya advertía la importancia de la cooperación entre niños para el progreso y
señaló, en 1974 “Sí, pues, tuviéramos que elegir entre el conjunto de sistemas pedagógicos
actuales los que correspondieran mejor a nuestros resultados psicológicos, intentaríamos
orientar nuestro método hacia lo que se ha llamado “el trabajo en grupos”....... En la escuela
tradicional la clase escucha en común, pero cada escolar escucha sus deberes para sí
mismo. Este procedimiento es contrario a las exigencias más claras del desarrollo
intelectual y moral. El método de trabajo en grupo reacciona contra este estado de cosas; la
cooperación se eleva a la categoría esencial del proceso intelectual”.
La influencia del medio social también es asimilada en forma activa por el sujeto, quien la
transforma de acuerdo con sus esquemas. De esta manera, los conflictos que devienen de
los intercambios suponen la doble vertiente interindividual e intraindividual, ya que en la
última instancia es el sujeto el único que duda cuando toma conciencia de una respuesta
diferente a la suya.
Para culminar, debe decirse que para que una divergencia lleve a un conflicto, es necesario
que el sujeto posee instrumentos intelectuales capaces de interpretarlos. La psicología
genética autoriza a pensar en esta doble naturaleza del conocimiento individual y social,
donde el sujeto actúa sobre los objetos y a su vez interactúa con quienes están conociendo
los mismos objetos.