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1092 a 1122)
2.- Relación de consumo (art. 1092). Contratos de consumo (art. 1093) Ámbito de
aplicación: subjetivo (consumidor directo, equiparado y expuesto: art. 1096) y objetivo (art.
42 C.N.) Nuevo principio general del derecho. Imperatividad (art. 1094) Interpretación (art.
1095)
3.1. Prácticas abusivas: trato digno (art. 1097); trato equitativo y no discriminatorio (art.
1098). Prohibición de prácticas contrarias a la libertad de contratar (art. 1099 y art. 11:
límites a la posición dominante; art. 4 y 5 ley de defensa de la competencia).
3.2.- Información y publicidad dirigida a los consumidores (art. 1100 a 1103; art. 8 L.D.C.)
3.4.- Contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales (art. 1104 y 34 LDC)
3.6.- Contratos celebrados por medios electrónicos (art. 1106); deber de información del
proveedor (art. 1107); oferta por medios electrónicos (art. 1108)
3.7.- Cláusulas abusivas (art. 1119) Remisión (art. 1117) Control de incorporación (art.
1118; triple control: legal y administrativo previo y judicial posterior); nulidad parcial e
integración del contrato (art. 1122 y art. 37, 38 y 39 L.D.C.) Situación jurídica abusiva (art.
1120) Límites (art. 1121)
3.8.- Protección del consumidor: a) responsabilidad por daños (art. 40 L.D.C.) b) frente a
cláusulas abusivas (art. 987; art. 37 LDC), juez de oficio (art. 960); integración (art. 964),
control judicial (art. 1222); c) multa civil: daño punitivo (art. 52 bis LDC); d) garantías
procesales: proceso abreviado (art. 42 y 43 CN y art. 53 LDC) y gratuito (art. 53 últ. párr.
LDC)
4.- Disposiciones generales. Libro III Título II Cap. 5 Objeto de consumo (art. 1003/11)
4.1.- Remisión (L. I Título IV Cap. 5 Acto jurídico Secc. 1° art. 279 -953, 1169 CCC).
Convalidación (art. 280 CCC)
4.1.2.- Licitud: objeto prohibido (art. 51, 52, 279 -17 y 56-, 280, 1004 –art. 12, 21 CCC- ej.
Art. 2047 inc. a) locación para uso contrario a la moral. Incapacidades de derecho (ej. Art.
689: padres sobre bienes de sus hijos). Imposibilidad jurídica (ej. Art. 2205 CCC: hipoteca
sobre muebles). Herencia futura (art. 1010), disposiciones especiales: donación (art. 1566
CCC), partición por ascendientes (art. 2411).
4.1.4.- Posibilidad (art. 279 y 280 CCC) Bienes ajenos: como ajenos –a) promete como
contrato de medios o de resultado, b) promete la ratificación o el cumplimiento- o como
propios (art. 1008 CCC) Bienes litigiosos, gravados o sujetos a medidas cautelares (art.
1009 CCC)
4.1.6.- Existencia: bienes existentes y futuros (art. 1007 CCC), formas de contratación:
condicional o aleatoria. Herencia futura (art. 1010 CCC) validez si: a) explotación
productiva o participación societaria, b) compensando a los demás legitimarios, c) no
afectando la legítima de los herederos, ni los derechos del cónyuge del futuro causante ni
los de terceros.
4.1.7.- El factor tiempo determinante del objeto del contrato (art. 1011 CCC) deberes de
colaboración, reciprocidad de las obligaciones y de renegociación.
DESARROLLO:
i.- Introducción:
Su origen se encuentra en el derecho romano, luego a principios del siglo XIX en Francia,
en los códigos napoleónicos. Se destaca que al concluir la segunda guerra mundial el
desequilibrio de las prestaciones llevó al análisis de juristas y legisladores. Por ello,
aparece en la segunda mitad del siglo XX, el movimiento del derecho del consumo en
EE.UU. y Canadá y luego en Europa occidente. El desequilibrio entre profesionales y
consumidores, las mayores dimensiones de las empresas con poderes monopólicos
llevaron a los consumidores a generar reclamos que obtuvieron leyes protectorias. Se
señala que como consecuencia de estos comportamientos surge el Derecho del
Consumo.
Así en Francia nace el Código del Consumo, en Québec la Ley sobre Protección del
Consumidor.
En nuestro país nuestra Constitución Nacional en el art. 42 incorpora los Derechos del
Consumidor y del Usuario. La Ley de Defensa del Consumidor (ley 24.240, modificada por
ley 26.361, modificada por ley 26.994/2014) regula el tema en particular. En Europa, la
Comunidad Económica Europea (C.E.E.) ha establecido Directivas: 93/13 sobre cláusulas
abusivas y 97/7 referente a los contratos a distancia (Spota y Leiva Fernández, 2009: 81-
84).
El art. 1092 prescribe: “Relación de consumo, como el vínculo jurídico entre un
proveedor y un consumidor. Se considera consumidor a toda persona humana o jurídica
que adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como destinatario
final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda equiparado al consumidor
quien, sin ser parte en una relación de consumo como consecuencia o en ocasión de ella,
adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa, como destinatario final,
en beneficio propio o de su grupo familiar o social”.
Tiene su fuente en los arts. 1º y 3º (ley 24.240, modificada por ley 26.361, modificada por
ley 26.994/2014).
Respecto a la interpretación el art. 1094 prescribe: “las normas que regulan las
relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de
protección del consumidor y el de acceso al consumo sustentable. En caso de duda sobre
la interpretación de este Código o las leyes especiales prevalecerá la más favorable al
consumidor”.
Tiene su fuente en el art. 3º (ley 24.240, modificada por ley 26.361, modificada por ley
26.994/2014).
Cláusulas abusivas. El art. 1117 dispone: “Se aplican en este Capítulo lo dispuesto en
las leyes especiales y los arts. 985, 986, 987 y 988, existan o no cláusulas generales
predispuestas por una de las partes”. Al respecto remitimos al análisis realizado de los
artículos referidos.
Cláusula abusiva. El art. 1119 dispone: “Sin perjuicio de lo dispuesto en las leyes
especiales, es abusiva la cláusula que, habiendo sido o no negociada individualmente,
tiene por objeto o por efecto provocar un desequilibrio significativo entre los derechos y
las obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor”. En Italia el “Códice del
Consumo” art. 33, inc. 1º) establece: “En el contrato concluido entre el consumidor y el
profesional se consideran vejatorias las que, malogrado la buena fe, determinan a cargo
del consumidor un significativo desequilibrio de los derechos y de las obligaciones
derivadas del contrato”. En el derecho comparado, en España, Francia e Italia no regulan
la circunstancia de que una cláusula sea abusiva aunque haya sido negociada
individualmente por las partes.
Es abusiva la cláusula que cause un desequilibrio significativo entre los derechos y
obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor. El desequilibrio manifiesto entre
los derechos y obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor provoca
objetivamente el perjuicio económico del adherente/consumidor. La cláusula es abusiva
dado que genera un desequilibrio significativo entre los derechos y las obligaciones de las
partes, en perjuicio del consumidor, teniendo incidencia sobre el principio de onerosidad o
de máxima reciprocidad de intereses. Es que desde el nacimiento del contrato las partes
confían legítima y recíprocamente en el cumplimiento de las obligaciones asumidas, debe
existir equivalencia y reciprocidad. El perjuicio al consumidor, la desventaja desnaturaliza
la relación de equivalencia. La relación provechosacrificio remarca la relación de
equidistancia para ambas partes entre las ventajas y sacrificios del contrato formalizado.
No pueden ser declaradas abusivas, el art. 1121 dispone: “a) las cláusulas relativas a la
relación entre el precio y el bien o el servicio procurado; b) las que reflejan disposiciones
vigentes en tratados internacionales o en normas legales imperativas”. No son abusivas
las cláusulas que reconozcan ventajas y sacrificios análogos para ambas partes, se
reservan el derecho de de rescindir unilateral e incausadamente el contrato. O cuando el
predisponente, autor unilateral del contenido del contrato, no puede invocar como abusiva
una cláusula que el mismo creó; o cuando existe un desequilibrio insignificante en el
contrato.
“El control judicial de las cláusulas abusivas se rige, sin perjuicio de lo dispuesto en la ley
especial, por las siguientes reglas: a- la aprobación administrativa de los contratos o de
sus cláusulas no obsta al control; b- las cláusulas abusivas se tiene por no convenidas; c-
si el juez declara la nulidad parcial del contrato, simultáneamente lo debe integrar, si no
puede subsistir sin comprometer su finalidad; d- cuando se prueba una situación jurídica
abusiva derivada de contratos conexos, el juez debe aplicar lo dispuesto en el art. 10765”.
El inc. a- remite a los contratos vigilados a los que por su contenido se halla regulado por
el Estado. La aprobación administrativa del contrato o de sus cláusulas no obsta a un
ulterior control judicial. Especialmente en materia mercantil, hay contratos que requieren
una aprobación previa, de ahorro previo, medicina prepaga, seguros. El inc. b- declara
que las cláusulas abusivas se tienen por no convenidas. El inc. c- respecto de la nulidad
parcial declarada por el juez, simultáneamente debe integrar el acto de acuerdo a su
naturaleza y los intereses razonablemente perseguidos por las partes (Conf. art. 389
último párrafo).
La Ley de Defensa del Consumidor (ley 24.240, modificada por ley 26.361 modificada
26.994/2014) en su art. 37 incs. a- y b- enuncia dos cláusulas abiertas que dispone:
“Sin perjuicio de la validez del contrato, se tendrán por no convenidas: a- las cláusulas
que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños; b- las
cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen
los derechos de la otra parte (...) Cuando el juez declare la nulidad parcial,
simultáneamente integrará el contrato, si ello fuere necesario”.
La nulidad puede afectar a la totalidad del contenido del contrato o a alguna de sus
cláusulas. El art. 389 dispone: “Nulidad total es la que se extiende a todo el contrato.
Nulidad parcial es la que afecta a una o varias de sus disposiciones. La nulidad de una
disposición no afecta a las otras disposiciones válidas si son separables. Si no son
separables porque el acto subsistir sin comprometer su finalidad, declara la nulidad total.
En la nulidad parcial, en caso de ser necesario, el juez debe integrar el acto de acuerdo a
su naturaleza y los interese que razonablemente puedan considerarse perseguidos por
las partes”.
Respecto al inc. d- del art. 1122 cabe señalar la importancia de la conexión funcional de
los contratos conexos o coligados que en sus efectos provoca la comunicabilidad de la
ineficacia (nulidad, anulabilidad, rescisión, resolución) de uno sobre otro u otros
vinculados. Es la ineficacia en cadena o propagada para resolver cuándo la ineficacia de
un contrato habrá de extenderse a otro, debe indagarse la finalidad de la conexión.
Cuando concurren contratos a la concreción de un propósito práctico previsto por las
partes, la ineficacia de uno se propaga al conjunto, cuando el resultado del proyecto
contractual sólo puede lograrse con el cumplimiento del conjunto de los contratos (Díez-
Picazo, 2007: 574).
Se han establecido mínimos legales que actúan como un “núcleo duro” de tutela, los que
pueden ser ampliados por la legislación específica, mas no limitados. En la interpretación
de las normas, de las relaciones jurídicas y de los contratos, lo establecido en el Código
debe ser considerado el mínimo legal previsto para la protección.
Se trata de un ámbito donde las relaciones jurídicas entre los particulares se encuentran
atravesadas por el interés público y limitadas por el orden público protectorio; pues es
claro que en un sinnúmero de actividades cotidianas los consumidores se encuentran
expuestos a riesgos que no pueden controlar, para lo que se hace necesaria la
intervención de agencias u órganos públicos que aseguren el control de la actividad,
generalmente por medio de entes reguladores o de superintendencia, a fin de evitar
perjuicios para los consumidores, débiles en la relación jurídica.
Las definiciones y principios contenidos en este Título del CCyC receptan los existentes
en la legislación especial en la materia, depurando su redacción y terminología según las
observaciones formuladas por la doctrina y la jurisprudencia especializadas.
La regulación del contrato de consumo requiere de una definición legal que depende de la
caracterización de la relación de consumo.
Y como el art. 1092 CCyC establece que la “relación de consumo es el vínculo jurídico
entre el proveedor y el consumidor” cabe, en el sentido indicado afirmar, por ejemplo, que
el usuario de servicios bancarios o de telefonía celular o el asegurado, cuando contrata
para destinar el bien o servicio a su consumo final o al de su grupo familiar, es
consumidor.
El consumidor individual o persona jurídica que requiere protección es aquella que carece
de intenciones que apunten a que el bien o el servicio continúen su vida económica en
actividades de fabricación, producción, distribución o prestación.
En cambio, es consumidor la persona jurídica (por ejemplo, una empresa) que celebra
contratos de seguro:
b. que protejan los riesgos a los que se hallan expuestos bienes con los que agotará el
proceso económico.
ARTÍCULO 1094.- Interpretación y prelación normativa. Las normas que regulan las
relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de
protección del consumidor y el de acceso al consumo sustentable. En caso de duda sobre
la interpretación de este Código o las leyes especiales, prevalece la más favorable al
consumidor.
i.- La norma
La norma despliega un principio de alcance general para todo el sistema normativo, según
el cual toda norma que regule relaciones de consumo debe ser aplicada e interpretada
conforme con el principio de protección del consumidor y el acceso al consumo
sustentable.
Según el art. 42 CN, el consumidor debe ser protegido en su salud, seguridad e intereses
económicos y es a la satisfacción de esas finalidades que debe apuntar la interpretación
de las normas relacionadas con la materia, las que a menudo son dictadas por
organismos con poder de policía en distintas áreas del mercado, como la Secretaría de
Comercio e Industria, el Banco Central de la República Argentina, la Superintendencia de
Seguros de la Nación o la de Servicios de Salud, entre otros, tanto en el orden nacional
como provincial o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La protección de los más altos intereses de la comunidad determina que sea hoy
insoslayable exigir que toda actividad productiva o de comercialización de bienes y
servicios respete las exigencias propias de la preservación de un medio ambiente
sustentable, lo que exige que en la comercialización de productos de consumo se prevean
los mecanismos necesarios para el reciclado o la disposición adecuada de los residuos
que puedan generarse.
La regla establecida en el último párrafo del artículo es clara y se aplica en caso de duda;
pues de no mediar ella y de ser claras las disposiciones del contrato — y adecuadas a las
restantes exigencias establecidas en la materia—, no tiene lugar.
Lo que el precepto exige es que, en caso de contarse con más de una posibilidad
interpretativa para una determinada disposición contractual en un contrato de consumo,
debe el intérprete siempre adoptar la alternativa que resulte más favorable para el
consumidor. La situación favorable puede vincularse con una menor onerosidad de la
prestación a su cargo o con la ampliación del contenido prestacional al que tiene derecho
en razón de las obligaciones asumidas por el proveedor, entre otros supuestos.
i.-La norma
Los cuatro artículos de esta Sección 1a se refieren a las prácticas comerciales abusivas.
Según lo dispuesto en este artículo, las normas de orden público contenidas en las
Secciones 1ª y 2ª de este Capítulo 2 del Título III del Libro Tercero, son de aplicación no
solo a quienes sean parte en un contrato de consumo, sino también a todos aquellos que
se encuentren expuestos a las prácticas comerciales, determinables o no, sean
consumidores o sujetos equiparados, según lo establecido en el art. 1092 CCyC, que se
refiere a quienes, sin ser parte de una relación de consumo, como consecuencia o en
ocasión de ella, adquieren o utilizan bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa, como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social.
Es que la pulsión al consumo que vive gran parte de nuestra sociedad constituye ya de
por sí una suerte de limitación objetiva al despliegue de una conducta sustancialmente
libre del consumidor; por lo que la ley procura asegurar que ella, humanamente inevitable,
y también cualquier forma de consumo prudente, mesurado, se ejercite sobre bases
razonables, dignas, igualitarias, respetuosas de los derechos de los consumidores y
usuarios
Las prácticas comerciales son todos los mecanismos, técnicas y métodos que sirvan,
directa o indirectamente, para facilitar la salida de la producción. Se trata de un concepto
extremadamente amplio que incluye el marketing, las garantías, los servicios postventa, la
ejecución del contrato y la extinción de las obligaciones derivadas de los contratos. Se
trata del tramo intermedio que existe entre la oferta y la demanda o el proceso mediante el
cual los productos son lanzados adecuadamente al mercado o todas las medidas que se
destinan a promover la comercialización de productos y servicios, y que porta como dato
principal el de la publicidad, además de todos los incentivos de venta. El marketing
estimula el consumo, pues refiere a la etapa previa a la comercialización, que se da a
través de anuncios publicitarios, campañas comerciales consistentes en promociones y
propaganda.
De allí que se afirme que, sin marketing y sus componentes (que acabamos de
referenciar), no habría sociedad de consumo. A la masificación de la producción le sigue
la comercialización en masa que conduce al crédito para el consumo que constituyen
créditos en masa. Del marketing, lo que interesa al derecho del consumidor son la
publicidad y las promociones de ventas.
i. La norma
Así, la dignidad y los derechos humanos estarían ubicados a un mismo nivel, es decir, el
de la persona humana. Los derechos humanos tienen por objeto, básicamente, la defensa
del individuo contra la arbitrariedad del poder, especialmente la del Estado La libertad
aparece entonces como el concepto fundador de los derechos humanos.
i.- La norma
La Ley General Española para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (1984) regula
específicamente el derecho a la protección jurídica, administrativa y técnica, en las
situaciones de inferioridad, subordinación e indefensión (art. 2°, inc. 1-f). El Código
brasileño de Defensa del Consumidor (1991) recoge, en la declaración de derechos, la
referencia de la ley española a la protección de los necesitados (inc. 7 in fine), e incorpora
como objetivos de la política nacional de relaciones de consumo, el mantenimiento de una
asistencia integral y gratuita para el consumidor careciente (art. 5°, inc. I). Las Naciones
Unidas (Directrices de 1985) imponen el deber de formular políticas enérgicas de
protección y establecer infraestructuras adecuadas para aplicarlas en favor de todos los
sectores de la población (arts. 2° y 4°). Al regular el sistema de reparación de daños, las
directrices establecen que los gobiernos deben dictar medidas para que los consumidores
obtengan compensación mediante procedimientos rápidos y poco costosos, teniéndose
especialmente en cuenta a los consumidores de bajos ingresos (art. 28).
ARTÍCULO 1099.- Libertad de contratar. Están prohibidas las prácticas que limitan
la libertad de contratar del consumidor, en especial, las que subordinan la provisión
de productos o servicios a la adquisición simultánea de otros, y otras similares que
persigan el mismo objetivo.
i.- La norma
Las formas de comercialización pueden someter a los consumidores a formas de
cautividad que deben ser excluidas de las prácticas admisibles; ello, en razón de la
necesidad de preservar la libertad de las personas.
Deben analizar los arts. 1100 a 1122.- Link del tema, para seguir leyendo.
http://www.codigocivilonline.com.ar/contratos-de-consumo-arts-1092-a1122/
2. en ejercicio de ese control, el juez debe tener por no convenidas las cláusulas
abusivas, excluyéndolas de la regulación de la relación jurídica de la que se trate;
En el CCyC aparecen disposiciones que incluyen frases tales como “Se tienen por no
convenidas” (art. 1122 inc. b, CCyC); o “Se deben tener por no escritas” (arts. 988, 344,
1276, 1292, 1374, 1381, 1388, 1403, inc. b, 1414, CCyC) o “Quedan sin ningún valor” (art.
392, CCyC) o “No producen efecto alguno” (art. 1130, CCyC) o “Queda sin efecto” (art.
356, CCyC). La frase que también se utiliza en el derecho comparado es la de “Se la
reputa no escrita”. Ello hace indispensable indagar sobre el sentido y alcance de dichas
frases, cuestión frente a la que anticipamos la existencia de dos criterios:
Por tanto, si aparece un diferendo entre las partes, sobre el carácter de la cláusula, el rol
del juez se limita a constatar la fuerza obligatoria de la cláusula.
El CCyC establece “que los casos que este Código rige deben ser resueltos según las
leyes que resulten aplicables” (art. 1º CCyC), así como que “la ley debe ser interpretada
teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades” (art. 2º CCyC), debiendo “resolver los
asuntos que sean sometidos a su jurisdicción” (art. 3º CCyC), considerando que los
derechos deben “ser ejercidos de buena fe” (art. 9º CCyC).
Por lo demás, el efecto vinculante a que se refiere el art. 959 CCyC tiene como límites la
posibilidad de que la/s cláusula/s del contrato sea/n modificada/s “en los supuestos en
que la ley lo prevé” (art. 959 CCyC).
Y precisamente ello es lo que acontece con las cláusulas abusivas en que se determina
imperativamente que se las “debe tener por no escritas”. Si los contratos deben ser
interpretados conforme la “intención común de las partes” (art. 1061, CCyC) así como por
la “finalidad del contrato” (art. 1065, inc. c, CCyC), va de suyo que la intención del
predisponerte al incorporar cláusulas abusivas no es otra que consolidar su posición
dominante en el contrato, aprovechándose de la debilidad y vulnerabilidad del
adherente/consumidor. Para ello se prevalece de su condición de único redactor del
contenido del contrato lo que lo transforma en la parte que ostenta el poder de
negociación; se vale del dolo pues, como ya lo hemos afirmado, todas las cláusulas
abusivas son dolosas (art. 271 CCyC) y constituyen violencia como vicio de la voluntad
(art. 276 CCyC). De lo que se desprende que el adherente/consumidor no es libre en los
términos del art. 958 CCyC.
Todo ello desemboca en la ilicitud de las cláusulas abusivas y, consiguientemente, en la
nulidad relativa del contrato (art. 388 CCyC) y en su principal efecto, consistente en
“volver las cosas al estado en que se hallaban antes del acto declarado nulo” (art. 390
CCyC).
Si bien es cierto que existen diversos sistemas, el que mejor satisface, por su plenitud, un
sistema de control judicial es aquel que:
c. otro de cláusulas factibles de ser declaradas nulas luego de una apreciación judicial.
Es, asimismo, aplicable a todas las hipótesis que se le subsuman, pero específicamente a
los supuestos no incluidos en el elenco de cláusulas ineficaces de pleno derecho o en el
enunciado de cláusulas factibles de ser judicialmente declaradas nulas. Operan como una
red de protección en tanto impiden que se evadan aquellas hipótesis no incluidas en los
elencos de cláusulas calificadas como abusivas (b). Y, por último, dada su amplitud,
presupone que las listas de cláusulas —negras o grises— sean meramente indicativas
(c).
a. Alemania (BGB, parág. 307) contiene una cláusula abierta como la descripta; un elenco
de ocho categorías de cláusulas prohibidas previa apreciación judicial (parág. 308) y otro
de dieciséis cláusulas prohibidas sin necesidad de apreciación judicial (parág. 309).
El expuesto es el sistema vigente en Italia a partir de la sanción del art. 1469 bis. En
efecto, Italia dispone de una cláusula general (art. 1469 bis); un enunciado de veinte
cláusulas que “se presumen vejatorias hasta la prueba en contrario” y otro de tres
cláusulas ineficaces de pleno derecho (art. 1469 quinquies, CC).
c. Otro sistema está constituido por el Código de Defensa del Consumidor de Brasil (ley
8078 del 1 l-LX-1990), en tanto consagra dos cláusulas abiertas (art. 51, apart. IV y art.
51, parág. 1, aparts. I, II y III) y un único enunciado de cláusulas abusivas nulas de pleno
derecho (art. 51). Sistema del que participa Argentina en cuanto introduce dos cláusulas
abiertas: las que desnaturalicen las obligaciones (art. 37, inc. a, de la ley 24.240) y
aquellas que importen renuncia o restricción a los derechos de los consumidores (art. 37,
inc. b, de la ley 24.240) y dos cláusulas abusivas: la que limita la responsabilidad por
daños (art. 37, inc. a, de la ley 24.240) y la que imponga la inversión de la carga de la
prueba en perjuicio del consumidor (art. 37, inc. c, de la ley 24.240).
d. Otro mecanismo de control es el vigente en la directiva 93-13 de la CEE y art. 132-1 del
Code de la Consommation de Francia, donde a la cláusula abierta se le añade un elenco
indicativo de cláusulas que pueden ser tenidas como abusivas.
Ambas cláusulas abiertas incluidas por la ley argentina (art. 37, incs. a y b, de la ley
24.240) y por el CCyC (art. 988 CCyC) son: aquellas por la que se establece que “se
tendrán por no convenidas” o “por no escritas” las cláusulas que a) desnaturalizan las
obligaciones, y aquellas que b) importen renuncia o restricción de los derechos del
consumidor o amplíen los derechos de la otra parte.
Ambas significan que alteran o desfiguran el vínculo obligacional en tanto presupone dos
centros de interés.
Argentina participa del criterio legal expuesto dado que el efecto que sigue a la
declaración de abusiva de una cláusula, se halla constituido por la nulidad parcial del
contrato, en razón de que se la tiene por no convenida. Precisamente, el art. 37 de la ley
24.240 comienza por aquel: “Sin perjuicio de la validez del contrato se tendrán por no
convenidas...”.
A su turno, el art. 988 CCyC establece que “se deben tener por no escritas”. Con relación
a las mencionadas taxativamente en el texto legal como “no convenidas”, la cláusula
limitativa de responsabilidad por daños y la que consagre la inversión de la carga de la
prueba, dado su carácter manifiesto, torna inexorable la declaración de nulidad.
Por lo que habrá que acudir solo a las directivas de interpretación como la de:
II. Conclusión
El análisis del Código Civil y Comercial de la Nación de la teoría general que comprende
tres categorías de contrato: el contrato discrecional, el contrato por adhesión a cláusulas
predispuestas y el contrato de consumo es superador a la regulación jurídica vigente. Si
bien el Codificador fue un visionario para la época de la sanción del Código Civil, la
ethologia social nos lleva a que el derecho acompañe en forma dinámica, las necesidades
de la sociedad argentina y modifique la normativa vigente, la que por otra parte ha sido
víctima de diferentes reformas y parches legislativos en aras de una adecuación más
cercana a la realidad.
Por último, pero no por ello menos importante, cabe destacar que si bien festejamos el
avance del derecho con una nueva mirada de la sociedad argentina, no dejamos de
reconocer que, el nuevo Código sufre de algunas inconsistencias y términos vagos y
ambiguos que darán trabajo a los soldados silenciosos de la jurisprudencia —los
abogados, como lo expresaba Lafaille— y harán que los jueces tengan que tener una
visión integradora del derecho, sin apegarse exegéticamente en su interpretación a la
letra fría de la ley o a la disposición exacta de la norma, en aras de una mejor solución de
los planteos judiciales, a modo de que volvamos a creer que contamos con la seguridad
jurídica que nunca debimos haber perdido.
(10) ST Misiones, 24/03/1999, “I.F.A.I. c. Yerba Alem S.A.”, LLLitoral 2000- 979. Mirta L.
Jurio y Ricardo A. Parra Revista Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.
U.n.l.p. 2015.
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