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Condiciones de calidad relacionadas con la atención a la diversidad

Pertinencia: el Plan Decenal de Educación 2006-2016, asume que la educación es pertinente cuando guarda
congruencia (es decir, conveniencia, coherencia y relación lógica) con las condiciones y necesidades sociales,
las normas que regulan la convivencia social y las características concretas de los estudiantes en sus diversos
entornos naturales y sociales de interacción.

En palabras de Blanco (2006), para que haya pertinencia, la educación tiene que ser flexible y adaptarse a
las necesidades y características de los estudiantes y de los diversos contextos sociales y culturales.
Esto exige transitar desde una pedagogía de la homogeneidad hacia una pedagogía de la diversidad,
aprovechando esta última como una oportunidad para enriquecer los procesos de enseñanza y aprendizaje y
optimizar el desarrollo personal y social.

Accesibilidad: para el Ministerio de Educación Nacional (2006) este concepto alude al derecho ciudadano
según toda persona, sin importar su edad y sus condiciones personales y sociales, puede disfrutar
plenamente de todos los servicios que prestan y ofrecen la comunidad y las instituciones: comunicación,
espacios urbanísticos y arquitectónicos, vivienda, servicios públicos y medios de transporte, de tal forma que
todas las personas puedan llegar, acceder, usar y salir en forma autónoma, segura y confortable.

Las políticas de acceso a la educación deben incorporar criterios y recursos para la participación de grupos
sociales, flexibilidad de prerrequisitos de ingreso, entre otros, en la promoción de la permanencia y
terminación de estudios. Ello implica adoptar el diseño universal del aprendizaje, la planificación eficaz de
recursos humanos y la inversión financiera suficiente, acompañada de medidas específicas como programas y
servicios orientados a satisfacer las necesidades de los estudiantes en su proceso formativo.

Las variables asociadas a los docentes, como sus niveles de preparación y experiencia y las expectativas que
tienen sobre sus estudiantes, influyen principalmente en el nivel de comunicación que logran establecer con
ellos, la accesibilidad al aprendizaje, el modo que emplean para evaluar y el tiempo que dedican a la
enseñanza.

Flexibilidad: Si bien el concepto de flexibilidad es amplio y variable en los contextos educativos, para este
trabajo se asume el presentado por Díaz (2002), que hace referencia a la formación flexible como una noción
amplia que implica un cambio fundamental de las prácticas educativas e involucra a los maestros y a los
estudiantes. Este cambio lleva necesariamente a la generación de opciones educativas en cuanto a
oportunidades, tiempos, espacios y modalidades de formación. Por todo esto, es posible considerar que el
principio de flexibilidad debe apuntar a configurar en las instituciones de educación, escenarios importantes
para la problematización y la producción de nuevas prácticas académicas, curriculares, pedagógicas,
evaluativas, administrativas y culturales, que conduzcan a generar vínculos y relaciones con los diversos
ámbitos sociales.

Con esta visión prospectiva, el principio de flexibilidad, según Díaz (2002, p. 17). “puede permitirles a las
instituciones de educación aprender a identificar y a orientar la búsqueda de soluciones en procura del
fortalecimiento de sus propuestas innovadoras que, con todos sus problemas, puedan tener trascendencia
institucional”. Lo anterior se complementa con la postura de Cynthia Duk y Cecilia Loren (2011), quienes
consideran que la diversificación curricular constituye una medida de atención para todos, que tiene como
elemento diferencial, frente a las propuestas de adaptación del currículo, la posibilidad de globalizar sectores
de aprendizaje, en un intento por ofrecer propuestas más ajustadas a las necesidades educativas de los
estudiantes que, de no ofrecérseles, corren riesgos de fracasar o desertar del sistema escolar.

Al contemplar la Flexibilidad como condición para la atención a la diversidad, se favorece la eliminación de las
barreras existentes, y se promueve asimismo la revisión, modificación y actualización de las estrategias
implementadas, reconociendo la gradualidad que requieren los procesos de equiparación de oportunidades y
las dinámicas de transformación propias de la comunidad educativa.
Equidad: Se define como “Dar a cada uno lo que cada uno necesita”, y ha sido relacionada con la búsqueda
de estados de desarrollo humano centrados en la justicia social en pro de asegurar a todas las personas
condiciones de vida dignas e igualitarias, sin hacer diferencias entre unos y otros a partir de la condición
social, sexual o de género, entre otras. Significa reconocer que las personas tienen posibilidades personales y
necesidades de apoyo diferentes para llegar a ser individuos autónomos y productivos (Ministerio de
Educación Nacional, 2008).

Cueto (2006) considera que el concepto de equidad educativa es cultural, y por tanto su definición va
cambiando en el tiempo, lo que implica que las definiciones de inequidad social en general y educativa en
particular bien podrían modificarse en los próximos años como resultado de avances en concepciones
científicas o cambios culturales. En su significado actual, y mirada desde la óptica de las políticas públicas, la
equidad se relaciona con las oportunidades de las personas para acceder a una educación de calidad que
asegure igualdad en los resultados y que incida, en el largo plazo, en sus posibilidades de movilidad social, su
nivel de ingresos y el pleno ejercicio de sus derechos ciudadanos. La equidad educativa significa igualar las
oportunidades de los estudiantes de acceder, permanecer y concluir su educación y lograr aprendizajes de
alta calidad, con independencia de su origen social o geográfico.

De acuerdo con Espinoza, Latorre y González (2009), actualmente hay consenso con respecto a que la
existencia de equidad real en términos de recursos, acceso, permanencia, logros y resultados. Para que
exista efectivamente equidad en la educación se requiere que tanto el acceso como la promoción dentro de
ella se extiendan a tantas personas como sea posible, sin diferencias significativas atribuibles a la pertenencia
a determinados grupos o colectivos en desventaja. En este sentido, Díaz-Romero (2009) reconoce que, dado
el carácter excluyente del desarrollo social, superar la exclusión implica garantizar los derechos universales
para todos. Se requiere, por lo tanto, diseñar e implementar respuestas concretas que atiendan las
necesidades específicas de aquellos colectivos históricamente marginados, de modo que se garantice a cada
uno estándares mínimos de bienestar socialmente aceptables, se reduzcan las actuales disparidades y se
evite con ello la polarización.

Participación: involucra los procesos democráticos en la toma de decisiones en los que están implicados
diferentes actores de la comunidad educativa, incluidos los estudiantes. Para M. Ainscow (2004), la
participación tiene que ver con experiencias compartidas y negociaciones que resultan de la interacción social
al interior de una comunidad que tiene un objetivo común. Miguel Martínez (2006) expresa que conviene
establecer sistemas para garantizar la participación de los estudiantes en la toma de decisiones de aquello
que los afecte académicamente, o que permita agilidad y eficacia frente al reclamo de sus derechos.

La participación está ligada al aprendizaje, y le otorga “sentido” en la medida en que se “enlaza


intrínsecamente con el papel de la motivación, las emociones y las relaciones afectivas en el seno de las
actividades académicas”, Martínez (2006). Además, agrega, se le atribuye a la participación un concepto
aglutinador del papel que desempeñan los afectos, las emociones y las relaciones en la vida estudiantil (…),
reforzando la noción de un sentimiento activo de «unirse a», y es un derecho compartido por todos que
además implica una responsabilidad recíproca.

Según Booth (2002) «La participación en educación se relaciona con aprender y colaborar con otros, supone
una implicación activa con lo que se está aprendiendo y enseñando; pero la participación también tiene que
ver con ser reconocido por lo que uno es y ser aceptado por esto mismo. Yo participo contigo, cuando tú me
reconoces como una persona semejante a ti y me aceptas por quién soy yo.

De acuerdo con lo anterior, la aceptación se concibe como la base para la participación.


A partir de esta definición de Booth, Black-Hawkins, Florian y Rouse (2007) construyeron un Marco de
Referencia para la Participación (Framework for Participation), el cual se estructura en tres secciones que se
centran respectivamente en los siguientes parámetros:

Participación y acceso, que ellos resumen con la idea de “estar ahí”.


Participación y colaboración, que se relaciona con “aprender juntos”.
Participación y diversidad, que implica “reconocimiento y aceptación”.

Retomando la cita de Black-Hawkins, Florian y Rouse en el marco de la participación en la educación


superior, estas secciones se relacionan con las siguientes situaciones:

En cuanto a participación y acceso:


Ingresar a programas de educación.
Permanecer en la escuela
Disfrutar de los diferentes espacios y lugares de la escuela.
Interactuar en los espacios pedagógicos.

Respecto a participación y colaboración:


Aprender junto con otros estudiantes.
Apoyar a los estudiantes para que puedan aprender juntos.
Propiciar el trabajo colaborativo entre el profesorado.
Fomentar el trabajo colaborativo entre la escuela y otras instituciones.

Acerca de participación y diversidad:


Reconocimiento y aceptación de los estudiantes, asumida por el profesorado.
Reconocimiento y aceptación del profesorado por parte del propio profesorado.
Reconocimiento y aceptación de los estudiantes por los propios estudiantes.

La participación se relaciona con las políticas de la Institución Educativa y se refleja en sus prácticas
cotidianas; denota el componente más dinámico de la atención a la diversidad, donde todos los estudiantes
participan activamente de la vida institucional, siendo reconocidos y aceptados como miembros de la
comunidad.

Finalmente, una participación inclusiva, Vélez (2010) la entiende “como la posibilidad de que todos los
estudiantes tengan las oportunidades de hacer parte de experiencias educativas enriquecedoras, expresando
libremente sus opiniones, respetando las de los demás, desarrollando la capacidad de comprender, dando
desde la riqueza de su singularidad, y recibiendo apoyo, comprensión y estimación. Todos los estudiantes
forman parte y hacen parte de los procesos educativos del aula y de la institución educativa; se sienten
acogidos; establecen relaciones recíprocas y significativas; y participan equitativamente”.
ASPECTOS QUE SE DEBEN CONSIDERAR PARA CUALIFICAR EL PROCESO DE ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD
Estudiante

Familia

Docente

Compañeros

Institución

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