Aceptación es no hacer nada para evitar, dejar de hacer todo lo
que no sirve: desmontar los círculos viciosos y potenciar el
tratamiento médico adecuado. Aceptar es abrirnos a experimentar los sucesos y las sensaciones completamente, plenamente y en el presente, como son y no como tememos que sean. Aceptar es tomar conciencia de las limitaciones que conlleva el dolor crónico. La aceptación abre el camino al compromiso. A seguir haciendo aquello para lo que valemos de acuerdo a nuestras capacidades, aunque esto signifique que tenemos adecuar nuestras metas a nuestras capacidades limitadas por un dolor crónico. Aceptar no es quedarse con el sufrimiento que se tiene, la aceptación disminuye el sufrimiento e incluso inicia proceso psicofisiológico de la habituación, por el que el dolor se hace más tolerable porque nos habituamos a él. Habituándonos a las sensaciones disminuye la ansiedad, el miedo y la depresión, tendremos menos sensaciones asociadas al dolor y continuaremos comprometidos con un nuevo papel social con valores propios Comenzar a darnos cuenta y tratar de “aflojar” la tensión física y mental que genera la incomodidad, el sufrimiento, puede ser un gran primer paso. Utilizar el humor como una forma de reírnos de nuestro propio neuroticismo, rigidez o ansiedad, también: “aquí está mi mente queriendo que me atiendan rápido y me pueda ir”, podríamos decirnos. Algunas respiraciones conscientes y la idea de que esto es algo momentáneo, que no puedo cambiar ahora, pueden también auxiliarme. Darnos cuenta de que este deseo de querer evitar el dolor físico o emocional en realidad lo potencia, es clave. Y en este sentido, observar un aspecto de la experiencia que va profundamente ligado a esto, también: el control. Estamos todo el tiempo deseando que las cosas sean de tal o cual forma: el clima, las calles, la gente, mis parientes, mi trabajo, mi futuro, mi salud, deberían presentarse de esta forma. Cuando no podemos controlar mental o conductualmente algo, nos angustiamos, nos frustramos. La enfermedad es una oportunidad única para comenzar a disolver esta sensación de control absoluto y rigidez que nuestras mentes refuerzan día a día: hay que transitar la incertidumbre, la humildad de no poder hacer mucho más de lo que hago…la enfermedad puede ser un maestro efectivo (aunque a veces violento) que me ayude a vivir de manera más relajada, más simple, más consciente, y con menos control.
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