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saber leer o escribir y que los conocimientos de aritmética. Conocer algo del inconsciente y de
la represión, y sobre todo saber lo que cada uno de nosotros está restringiendo, formará parte
de la educación básica. Aprenderemos que un padre, un adulto y un niño habitan
simultáneamente en nuestro cerebro y que muchas veces los tres están en conflicto los unos
con los otros. La psicoeducación será un prerrequisito para conseguir un cargo público o
entrar en la policía, porque cuanto mejor se conozca uno a sí mismo, mejor va a poder servir a
la comunidad. Cuando le recomiendo a alguien que siga un tratamiento psicoterapéutico, me
siento como si lo estuviese enviando a una escuela especial de posgrado.
El dolor no va a desaparecer mientras no seas capaz de decir: «Tengo una espalda normal y
sé que mi dolor se debe a un trastorno inofensivo iniciado por el cerebro para cumplir un
objetivo psicológico, y sé también que las anormalidades estructurales que han aparecido
en las radiografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas no son más que
cambios normales asociados con la actividad y el envejecimiento».
Esta comprensión inicial es esencial para frustrar la estrategia del cerebro que consiste en
lograr mantener tu atención centrada en el cuerpo y alejada de los amenazadores
sentimientos de tu inconsciente. Como expliqué en la primera parte de este libro, la mente
teme que la ira inconsciente irrumpa en la conciencia.
«Pero ¿qué sentido tiene crear un dolor para distraer nuestra atención de la ira
reprimida?», te preguntarás. Parece más lógico ocuparse de la ira que tener el dolor.
Sí, es más lógico, pero la forma en que está organizado el sistema emocional humano es la
que dicta cómo éste va a reaccionar, y a menudo la reacción no es racional. Como el cerebro
está evolucionando, llegará un día, dentro de siglos o de milenios, en que el inconsciente será
más racional. Pero por el momento debemos ver las grandes diferencias que existen entre la
mente consciente y la inconsciente si queremos comprender cómo se producen el SMT y otros
trastornos equivalentes. La mente consciente está aparentemente aterrorizada por la ira, y
reacciona en consecuencia.
rechaza lo físico, reconoce y 125
acepta lo psicológico. ¿Cómo podemos cumplir estos objetivos en la práctica? Las siguientes
son algunas estrategias.
Piensa psicológicamente
Les digo a mis pacientes que deben pensar conscientemente en la ira reprimida y las
razones en las que se basa siempre que sean conscientes del dolor. Esto está en
contradicción con lo que el cerebro intenta hacer. Este esfuer-zo es un contraataque,
un intento por deshacer la estrategia del cerebro. Es esencial concentrarse en
pensamientos y sentimientos amenazadores y desagradables para anular la función
del dolor —desviar tu atención de esos sentimientos.
Cuando el dolor es intenso, es difícil concentrarse en los sentimientos, pero debes
considerar este proceso como un combate en que tu voluntad consciente se enfrenta
a las reacciones inconscientes y automáticas de tu cerebro.
Habla con tu cerebro
Parece una tontería, pero es muy eficaz. La mente consciente se dirige a la inconsciente, y con
cuanto más vigor mejor. Los pacientes tratados con éxito informan que cuando sienten una
punzada de dolor, del tipo que suele anunciar un ataque, se hablan o se gritan a sí mismos y el
dolor desaparece. Dile a tu mente que sabes lo que está haciendo, que sabes que el dolor
físico es inofensivo y que no es más que una maniobra de distracción frente a la ira reprimida,
y que ya no te vas a dejar distraer o intimidar. Incluso podrías pedirle que aumente el flujo
sanguíneo a los tejidos implicados. Esto es especialmente razonable a la luz de las
investigaciones actuales que muestran cómo el cerebro se comunica con el resto del cuerpo.
Haz una lista por escrito
Haz una lista de todas las presiones en tu vida, ya que todas ellas 126
contribuyen a tu ira interior. Existen las presiones autoimpuestas, típicas del
meticuloso perfeccionista o del «buenista», y las del día a día, incluyendo
acontecimientos «felices» como el matrimonio y los hijos, ya que éstos también
representan una gran presión. También deberías incluir en la lista la rabia que es un
remanente de la infancia.
Los pacientes han opinado que este ejercicio es de gran ayuda. Recuerdo a un
hombre que dijo haber quedado sorprendido al ver lo larga que era su lista.
Los pacientes suelen preguntar: «¿No empeoraré las cosas al concentrarme en todos los
problemas y dificultades de mi vida?». Paradójicamente no, porque lo que ha dado lugar a
trastornos como el SMT, la acidez, el dolor de cabeza, la ansiedad y la depresión es el hecho
de no haber comprendido el impacto de estos problemas sobre la mente interior. Al
identificar y afrontar conscientemente las fuentes de estas presiones, reduces su potencial
efecto negativo sobre el inconsciente.
Un período diario de reflexión o de meditación
Esta parte del tratamiento es esencial para la gente muy ocupada que no tiene un
momento durante el día para pensar en nada que no sea su trabajo. El tratamiento
para el SMT y equivalentes consiste en liberarse de estos trastornos mediante el
pensamiento. Esto se hace mejor en silencio y soledad, de modo que hay que
encontrar un momento cada día en que te puedas sentar y pensar sobre lo que se
necesita para mejorar.
La actividad física y el factor miedo
Sabemos que el objetivo de los síntomas físicos como el SMT y equivalentes es el de
mantener tu atención centrada en el cuerpo. Si el dolor desaparece pero sigues con
miedo de realizar cualquier actividad física, con miedo del dolor recurrente, de una
lesión o de la degeneración progresiva de los componentes de la columna, quiere
decir que aún no se ha ganado la batalla. El dolor regresará a menos que superes
esos miedos. De modo que se les recomienda a los pacientes que reinicien sus
actividades físicas normales, sin ningún tipo de restricción, una vez que el dolor haya
desaparecido, o casi lo haya hecho, y cuando sientan confianza en el diagnóstico. Los
pacientes han informado que el regreso a la Todas estas advertencias y prohibiciones,
acentuadas por malos consejos médicos, hacen que tu atención se mantenga
centrada en el cuerpo, lo cual es justamente la intención de tu cerebro.
El camino hacia el reinicio de una plena actividad física, sin miedo, puede ser lento e
irregular. No te preocupes si comienzas a ejercitarte demasiado pronto y sientes algo
de dolor. No puedes hacerte daño; el SMT es un proceso benigno. Esta continuación
del dolor quiere decir que el cerebro aún no ha acabado de cambiar su programación.
Tienes que saber esperar, intentarlo una y otra vez, y tener la seguridad de que al
final vas a ganar. Así ha sido para miles de pacientes.
Por otro lado, no comiences el programa físico demasiado pronto —no porque te puedas
hacer daño, sino porque el cerebro puede seguir rigiéndose por los programas del SMT—.
Recomiendo esperar algunas semanas después de haber aceptado el diagnóstico, de modo
que el dolor pueda disminuir, la confianza aumente y el cerebro tenga tiempo para ser
reprogramado.
Prevención sí, aspirina no
El objetivo del tratamiento consiste en cambiar la reacción de la mente inconsciente a los
estados emocionales. Cuando esto se haya logrado, el dolor desaparecerá. Como el proceso
terapéutico lleva algo de tiempo, debes conside-rarlo como un ejercicio de medicina
preventiva. En cierto sentido, estamos eliminando el dolor de mañana y cualquier otro que
pueda surgir más adelante. Esto es muy distinto a la idea convencional que consiste en tratar
el dolor. Pero tratar únicamente el dolor equivale a tratar la fiebre en lugar de la infección que
la ha producido. Nosotros queremos eliminar su causa, y por eso digo que el conocimiento
representa la penicilina en el tratamiento del SMT. Sin embargo, a diferencia de los
antibióticos, el uso del conocimiento para revertir el proceso tarda tiempo. Tienes que ser
paciente —pero persistente—. En la mayoría de los casos la desaparición del dolor lleva sólo
algunas semanas, aunque para erradicar el miedo necesitarás mucho más tiempo.
Cómo funciona la estrategia
¿Por qué el rechazo de lo físico y el reconocimiento y aceptación de lo psicológico
hace que el dolor desaparezca?
Recuerda que el objetivo del dolor es desviar la atención de lo que está sucediendo
en el terreno emocional y mantenerte centrado en el cuerpo. Esencialmente, se trata
de una lucha por la atención.
Recuerda lo que le ocurrió a Helen, la joven sobre quien escribí en el capítulo 1.
Cuando el proceso de represión y la estrategia de distracción fallaron, sus poderosas
emociones irrumpieron de golpe en la conciencia. Su atención se centró en las
emociones que se habían hecho conscientes. Y así, como ya no necesitaba el dolor,
éste desapareció inmediatamente.
Como no podemos recrear la experiencia de Helen cada uno de los pacientes, nuestra mejor
opción es hacer que te centres en la ira inconsciente, imaginándola y visualizándola, y
pensando en todas las presiones que la han producido. La reflexión es una herramienta
terapéutica. En la mayoría de los casos eliminará el dolor y generalmente evitará su regreso.
Para casi toda la gente, el mero hecho de pensar en la ira de esta manera es tan útil como
experimentarla.
Me gustaría poder decir que esta estrategia fue el resultado de una idea brillante. La verdad
es que la descubrí por accidente. Mucho antes de comprender los detalles de la génesis
psicológica del dolor del SMT, había observado que algunos pacientes mejoraban después de
que les dijera que el dolor tenía un origen más psicológico que estructural. Este misterio me
dejó perplejo durante muchos años hasta que finalmente comprendí que el papel del dolor
consistía en desviar la atención de los sentimientos amenazadores.
El conocimiento es la cura
Para algunas personas el mero hecho de desplazar la atención de lo físico a lo 129
psicológico bastará para que surta efecto. Otros necesitarán más información sobre
cómo funciona la estrategia, y otros precisarán psicoterapia. Pero en todos los casos
el conocimiento es esencial para la «curación», porque al hacer que la gente tome
conciencia de lo que está sucediendo tanto en el nivel físico como en el psicológico
estaremos frustrando la estrategia del cerebro. (He puesto la palabra curación entre
comillas para recordarte que el SMT no es una enfermedad: una persona mejora y el
dolor desaparece, pero realmente no hay nada que «curar».) Al desplazar la atención
del cuerpo a la psique estamos inu-tilizando el dolor, quitándole su razón de ser y
revelando lo que estaba intentando esconder. En un pequeño número de casos, la
persona debe experimentar realmente la emoción, como la ira o la profunda tristeza,
antes de que el dolor pue-da cesar. Esto siempre requiere la ayuda de un
psicoterapeuta cualificado.
¿Qué es lo que hace que el tratamiento sea efectivo? He afirmado que la toma de conciencia
es el ingrediente terapéutico principal. Sin duda también hay otros factores implicados. En la
primera parte de este libro, presenté las teorías de Heinz Kohut, que creía que la rabia
narcisista era la causa de ciertos trastornos emocionales. Estoy sugiriendo que todos
generamos rabia narcisista en mayor o menor grado, y por eso los trastornos psicosomáticos
están tan extendidos en la sociedad occidental, variando únicamente en tipo e intensidad.
Cuando los pacientes se enteran de que pueden tomar el control para librarse de esta horrible
aflicción, la sensación de poder es embriagante. Una mujer dijo que ahora que se había
librado de su dolor de espalda, sentía que podía hacer casi cualquier cosa con su cuerpo.
Otorgar poder a la gente es un eficaz medicamento.
Una vez que los pacientes comprenden que en el SMT la ira es la culpable y que tiene
su origen en un trauma de la infancia, en la necesidad de ser perfecto y bueno o en
toda una serie de presiones del día a día, suponen que todos estos factores
estresantes tienen que ser eliminados para que ellos puedan mejorar. La lógica dicta
que si la ira es la causa, como el demonio, ésta debe ser exorcizada. Si la ira pudiese
escapar del inconsciente y expresarse, como en el caso de Helen, 138
esto produciría seguramente una «curación». Por desgracia, esto rara vez es posible. La ira ha
sido reprimida, no la sentimos y, por lo tanto, no podemos lidiar con ella.
La mente y el cuerpo son un todo indivisible y están en constante interacción. Esto da lugar a
un maravilloso y asombroso organismo, poseedor de una complejidad infinita.
Parece que la rabia generada en la infancia y la niñez es permanente —está
depositada en el banco, por decirlo de alguna manera—. Y se continúan realizando
depósitos en esta «cuenta de la rabia» a lo largo de toda la vida. Quizá esto explica
por qué algunas personas comienzan a tener síntomas físicos en la niñez, algunas en
la adolescencia, otras en su juventud, pero la gran mayoría en la edad adulta, cuando
las presiones y tensiones alcanzan su máximo nivel. Parece haber un umbral
cuantitativo en que el nivel de rabia, después de haber aumentado lo suficiente como
para amenazar con irrumpir de forma explosiva en 156
la conciencia, requiere una maniobra de distracción, que puede ser un síntoma físico o una
reacción afectiva indeseable como la ansiedad, las tendencias fóbicas u obsesivas o la
depresión.