Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
De forma general, contamos con estrategias espontáneas para gestionar nuestros estados
emocionales cotidianos, en especial cuando son poco agradables: pensar en otra cosa, conversar
con un amigo, hacer ejercicio o un deporte, etc. Existen numerosas creencias populares respecto a
qué tan efectivas son esas estrategias para gestionar las emociones.
Una de las estrategias más conocidas se refiere a la necesidad de expresar las emociones como si
se tratara de una olla exprés que, a menos que libere el vapor retenido, corre el riesgo de explotar.
Esta teoría "inocente" está en el origen de muchas terapias que motivan a los pacientes a
expresar, a veces de manera violenta, sus emociones presentes, como si se tratara del grito
primordial, o bien sus emociones reprimidas (que sería la causa de su malestar psicológico actual).
La eficacia de estas terapias no ha sido comprobada. Se basan en las tesis llamadas «catárticas»,
que suponen que es posible disminuir por ejemplo el enojo o la ira descargando la energía de
manera verbal (gritando) o física (golpeando). Existen resultados de investigaciones que muestras
que estas estrategias catárticas conllevan en general el efecto inverso: una persona que es
motivada a golpear objetos cuando experimenta una frustración se mostrará más proclive a la
violencia en casos de nuevas frustraciones.
De igual forma, las estrategias de distracción (« no pienses en eso y dirige tu atención a otra cosa
») no parecen ser eficaces sino en casos de manifestación emocional menor o puntual. Es por esto
que los psicoterapeutas implementan estrategias para gestionar las emociones distintas a las que
adoptamos espontáneamente.
Una de las mejores maneras de lidiar con nuestras emociones negativas es a través de la
aceptación y la afirmación. Forzarnos a ser felices todo el tiempo tiene como consecuencia el
detrimento de nuestro bienestar emocional en general. Aceptar las emociones negativas, en
nosotros y en otros, nos permite avanzar y desarrollar habilidades de comprensión y empatía de
las emociones. En vez de enfrascarnos en una mentalidad de que las emociones negativas tienen
que evitarse y que son "incorrectas", tenemos que aprender a aceptarlas como parte natural de
quienes somos. Una vez que logramos esto, tendremos mejores oportunidades de responder
mejor a las situaciones y desarrollar conductas más satisfactorias que proveen valor a la forma en
que nos expresamos y nos relacionamos con otros.
Cuando tienes una emociones negativa, como miedo, trata de nombrar qué estás sintiendo.
Lo más importante es aceptar las emociones negativas. Las emociones nos indican que somos
tocados por los acontecimientos de la vida. Las emociones son el reflejo de la vida que está en
nosotros, y su cualidad es consecuencia de un modo de vivir que mantenemos en pie diariamente.
Se trate de emociones agradables, desagradables, violentas, son fuente de información principal e
indispensable de nuestro estado interior y de nuestra realidad. Negar las emociones, rechazarlas o
ignorarlas en realidad agrega un problema o una dificultad adicional al hecho de que padecemos
una emoción negativa.
Las emociones son consecuencia de un conjunto de maneras de ver, pensar y reaccionar al mundo
que, en la medida en que no estamos satisfechos con cómo nos hacen sentir (estas emociones), es
necesario revisar y ver qué ajustes se requiere de este conjunto de formas de ver, pensar, etc. A
primera vista parecería contradictorio el aceptar, no negar estas emociones que nos hacen sentir
mal y que queremos superar, pero si vemos con cuidado podemos comprender que negarlas tiene
como consecuencia el estar en desacuerdo con uno mismo, y por lo tanto con experimentar
debilitamiento (lo cual no nos ayuda a sentirnos mejor).
3) Cuida no quedarte con conclusiones que encierren la situación
Una regla general que hay que cuidar es, con respecto a experiencias difíciles que uno ha vivido,
no quedarse con conclusiones que puedan encerrarte en un callejón sin salida. Es decir concluir y
conservar ideas respecto del pasado que te continúan haciendo daño y respecto de las cuales
estás convencido de que no hay solución. Es importante no conformarse con estas ideas y seguir
buscando nuevos puntos de vista que permitan ver la situación en la que te encuentras de una
forma más favorable y conveniente.
Es importante tener presente que una emoción negativa es un indicativo de algo que tenemos que
atender en la forma en que llevamos nuestra vida. Una emoción negativa es una consecuencia de
un modo de actuar, ver, pensar, percibir, sentir que podemos llamar “inadecuado”, ya que
conduce a emociones que nos debilitan e impiden aumentar nuestra fuerza de actuar y pensar. La
emoción negativa no es mala en sí, pues forma parte de nuestra realidad. Si nos ocasiona malestar
o sufrimiento, es necesario no reprimir o negar esta emoción sino atender este modo de vivir que
las ocasiona. Es necesario por lo tanto no rechazar nuestras emociones, positivas o negativas, sino
aceptarlas y vivirlas para poder hacer algo con ellas (prolongarlas o bien cambiarlas si nos hacen
sentir mal).
Una emoción negativa por lo tanto es una consecuencia de algo, de un modo de gestión actual de
las emociones, y si queremos mejorar o ya no experimentar esta emoción negativa tenemos que
cambiar ese modo de gestión, que la produce, y no querer controlar o cambiar directamente la
emoción en cuestión. Por ejemplo, una emoción negativa, como el miedo, puede ser consecuencia
de un conjunto de puntos de vista, de decisiones que realizamos diariamente, de formas de ver y
de pensar con las que nos sentimos a gusto o cómodos. La dificultad consiste en que no nos damos
cuenta de esta relación. No nos damos cuenta de que este conjunto de acciones y percepciones
definen una dirección que lleva nuestra vida, que sin embargo nos conduce directamente contra
un muro con el que chocamos una y otra vez (y seguiremos chocando en la medida en que nos
sintamos a gusto o indiferentes con esta dirección). El miedo es este malestar que surge al
golpearnos con el muro. Y para deshacernos de este sentimiento de miedo lo que tenemos que
hacer no es insensibilizarnos para que no nos duela el golpe con el muro sino cambiar de dirección
para evitar impactarnos con él. Es claro que sentirnos mal y con dolor únicamente por golpearnos
con tal muro evidentemente no es suficiente — es necesario también sentirnos incómodos y a
disgusto con la dirección que nos lleva a chocar contra el muro. Es necesario sentirnos incómodos
con el modo de gestión actual de nuestras emociones. Y esto no es nada fácil de lograr,
precisamente porque se trata de un proceso inconsciente, es decir que hacemos sin darnos
cuenta.
5) Selecciona en la situación y organiza los encuentros
No todo el trabajo de la gestión de las emociones es interno. Muchas decisiones que tomamos
respecto a nuestras relaciones en la sociedad, de amistad, familiares o de trabajo, determinan en
gran medida cómo nos sentimos y forman parte de la gestión de emociones que tenemos. Es
posible decir que el bienestar emocional depende en gran medida del modo en que organizamos
nuestros encuentros con los demás, de que seamos capaces de alejarnos de las situaciones y
relaciones que nos debilitan y acercarnos a las que nos den fuerza y nos hagan sentir bien. Esto no
significa que tengamos que alejarnos (físicamente) de las personas que no nos caen bien, o que
sean "tóxicas"; por ejemplo en el caso de que tengamos un jefe de "carácter difícil", no
necesariamente tenemos que renunciar y buscar un trabajo hasta que el jefe nos "caiga bien".
Alejarse de relaciones o situaciones tóxicas significa cambiar la manera en que nos relacionamos
con la persona que nos ocasiona este malestar (dicho sea de paso, las personas no son las tóxicas,
sino las relaciones).
En ese sentido, que no todo el trabajo de la gestión de emociones sea interno significa que es de
gran ayuda tomar la decisión de entrar en situaciones que aumenten nuestra fuerza de existir, y de
salir de situaciones que, por el contrario, nos disminuyen nuestra fuerza de existir. Por ejemplo:
una persona que sufre de depresión debido a una adicción al juego, puede beneficiarse
enormemente si acude a un casino y firma un acta en la que se compromete a no ser aceptado en
ningún otro casino de la región (este tipo de acuerdos existe actualmente en Estados Unidos).
Ningún casino le permitirá el acceso, y tendría que mudarse a otra región para poder seguir con
su adicción al juego. Con esta simple acción y decisión, pone a trabajar a cientos de personas para
que le ayuden a salir de una situación que le quita fuerzas y lo deprime.
No se trata de que vayas comunicándole a todos cómo te sientes en tu día a día, sino de que
identifiques a las personas que tengas confianza y seas más o menos transparente con tus
emociones. Muchas veces basta con nombrar el sentimiento que estás experimentando, puede
ayudarte a estar mejor.
Reflexiona por qué te sientes de la manera en que te sientes. Piensa en qué pasó
7) No culpes a otros
Ser capaz de reconocer y explicar tus emociones no significa que encuentres culpables y
responsables por cómo te sientes. Si bien lo que los demás digan o hagan efectivamente te afecta,
tienes que tener presente que son determinaciones de las que no tienes control directo. Es decir,
puedes influir en lo que las gente a tu alrededor puede decirte o hacerte, pero no puedes
controlar sus vidas (a menos que entres en relaciones de poder y busques controlar y manipular a
otros, pero esto no te ayuda a gestionar adecuadamente tus emociones). Es importante enfocarte
en ti, no porque seas “culpable” de lo que te pasa y cómo te sientes, sino principalmente porque
es lo que está en tus manos, y puedes cambiar (relativamente).
No te juzgues por las emociones que sientes. Es normal sentirlas y forman parte de tu realidad y
de tu vida. Admitir cómo te sientes puede ayudarte a seguir adelante, así que no seas duro
contigo.
Las emociones positivas crean un sentido de felicidad y bienestar. Hazte el hábito de detectar y
enfocarte en lo que es bueno en tu vida — aun las cosas pequeñas. Enfocarte en cosas buenas aun
cuando te sientes mal puede ayudarte a cambiar el balance emocional de negativo a positivo.
Habla de tus emociones con tu pareja, tus padres, un amigo o una persona de confianza. Pueden
ayudarte a explorar tus emociones y darte nuevas formas de pensar y ver las cosas. Nada te ayuda
más a sentirte entendido y cuidado que el apoyo de alguien que te quiere o aprecia por quien
eres. Considera también la opción de buscar atención psicológica profesional.
Las emociones son por naturaleza temporales. Esto quiere decir que una gestión adecuada de
nuestras emociones permitiría impedir que la tristeza, el miedo, la ira u otras emociones negativas
permanezcan mucho tiempo y se vuelva permanente en nuestras vidas. Lo que ocasiona que
ciertas emociones difíciles se fijen por mucho tiempo; son comportamientos, modos de pensar y
percibir particulares que perpetúan estas emociones — lo cual produce que se arraiguen y que
crezcan con el tiempo.
Por ejemplo:
- Evitar situaciones que te generan ansiedad va a producirte más ansiedad respecto a esas
situaciones. Esto ocurre en las fobias, trastornos de pánico, trastornos alimenticios y fobias
sociales.
Brown, Steven & Stenner, Paul. (2001). Being Affected: Spinoza and the Psychology of Emotion.
International Journal of Group Tensions. 30. 81-105. 10.1023/A:1026658201222.