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En el presente módulo hemos realizado un rápido recorrido por las bases del Capitalismo, la
lógica de mercado, los procesos de creación y destrucción de valor, el fenómeno de los
emprendimientos y las nuevas empresas y finalmente la irrupción de la economía digital con
su enorme impacto. Ha llegado el momento de introducirnos en el fascinante mundo de las
nuevas economías como una gran apuesta hacia la construcción de una nueva síntesis de la
economía para el bienestar.
Vamos a trabajar con el significado de este concepto tan popular hoy como es el de nuevas
economías e identificaremos las limitaciones de los modelos anteriores que han facilitado esta
evolución. También vamos a hacer un recorrido por las principales concepciones o modelos de
nuevas economías vigentes y sus puntos en común. En ese marco, la propuesta es profundizar
sobre el llamado ‘triple impacto’ y las tipologías de empresas sociales que emergen con fuerza
como exponentes de este nuevo paradigma en todo el mundo.
Revisión de módulo
Referencias
LECCIÓN 1 de 6
El Capitalismo ha sido una formidable maquinaria de generar prosperidad, lo hemos visto en lecturas
anteriores. El monto de la innovación y el management para construir soluciones a problemas humanos y
organizarlos con forma de empresas y negocios nos ha sacado de la época de la miseria y las privaciones
generalizadas. Cada vez más personas en el mundo han podido comer, vivir bajo un techo digno, acceder a
servicios sanitarios y de vacunación, educarse y acceder a un creciente mundo de bienes y servicios para
distintas necesidades y anhelos.
Quizás justamente a raíz de este éxito incuestionable del capitalismo y muchas de las empresas y
organizaciones que lo componen es que se han generado flancos débiles que atender o nuevas
problemáticas que no pueden abordarse con las mismas fórmulas o postulados que propiciaron semejante
ciclo de crecimiento y expansión mundial. Como mencionamos en lecturas anteriores, buena parte del éxito
del capitalismo fue llevarnos a instancias de abundancia en muchas categorías de bienes y servicios, pero
con una creciente inequidad en el acceso a los mismos por parte de distintas personas y países y con una
tremenda carga para el equilibrio del medio ambiente del planeta.
Tanto fue el éxito y la abundancia que comenzó a fluir que una lógica del crecimiento como mantra absoluto
se apoderó de nuestras reflexiones, aspiraciones y modelos. Es el crecimiento constante de la economía y
las empresas lo que explica el éxito en la gestión. Si no se crece lo suficiente es porque el sistema está
fallando y hay que acelerar y destrabar. Conflictos sociales, diferencias culturales, cambios tecnológicos,
etc., todo tiene su entidad pero siempre bajo la lógica del crecimiento, en general expresado en las
mediciones del Producto Bruto Interno (PBI) a nivel país. En este marco, Margaret Thatcher, ex Primer
Ministra de Gran Bretaña, entre 1979 y 1991 llegó a simbolizar cabalmente esta lógica con su legendario
concepto de que no existía tal cosa como sociedad, sino que existían individuos que persiguen sus fines y
funcionan en libertad.
Tres grandes problemas están asociados a esta lógica del crecimiento llevada al extremo:
Claro está que es lícito que una empresa o persona que haga las cosas bien y tenga éxito en el mercado
merece retribuciones y rentas. Pero la evidencia indica que las carreras por el crecimiento suelen
convertirse en despiadadas y dejar muchos actores rezagados que, por distintas razones y no siempre
por ineficiencia u holgazanería, no logran los beneficios de la expansión. El Estado ingresa a la escena
como actor correctivo, aunque tampoco es tan simple y lineal que pueda tener éxito y ayudar a elevar a
esos sectores con más dificultades.
Servicios comunitarios, esfuerzos por no contaminar el aire, hábitos familiares y actividades culturales,
por ejemplo, están fuera de todo índice de crecimiento económico dado que no está definido cómo se
pondera su valor, a pesar de que lo tienen y mucho. En cambio, actividades vinculadas a enfermedades
mentales, atascos urbanos, drogadicción, obesidad, crimen, derivados financieros que se venden en
forma abusiva, etc., pueden generar números que son contemplados en los índices del PBI. Sin
distinción, cualquier actividad que promueven o combaten realidades de contribuir a una sociedad mejor,
computan para el PBI mientras que muchas otras que sí contribuyen a ese fin están marginadas de las
mediciones del crecimiento.
Los indicadores del daño que hemos causado al ambiente se acumulan y generan pánico a pesar de la
acción colectiva organizada especialmente a partir del Acuerdo de París del año 2015. Gran parte de la
comunidad científica advierte que podemos haber atravesado el punto del no retorno, es decir, un límite
en el cual la Madre Naturaleza y sus reacciones pueden tornarse imprevisibles. El 50% de todas las
formas de vida conocidas pueden terminar extinguidas en el presente siglo. No existen dudas acerca de
que el gran acelerador de este efecto de destrucción ha sido nuestra manera de producir y consumir a
escala planetaria creciente bajo la lógica del crecimiento que venimos explicitando.
Existen muchos intentos y propuestas para instaurar mediciones de la economía que superen esta
concepción del PBI, como el Índice de Felicidad de las personas originado en Bután, el Índice de Desarrollo
Humano de la ONU o el Índice de Vida Mejor de la OCDE. Quizás ninguno ha logrado aún el impacto integral
para reemplazar al PBI, pero son excelentes complementos para tener miradas más completas de la
evolución económica y social.
En definitiva, como expresa Muhammad Yunus: “No deberíamos renunciar a la idea de encontrar mediciones
alternativas al PBI porque resulte difícil. Porque deberíamos contentarnos con una medición que es fácil de
calcular, pero ¿que conduce al mundo a una evaluación errónea de su salud económica?” (Muhammad,
2018, p.23).
Esta realidad de sabernos prósperos, pero al mismo tiempo desdichados por las problemáticas de
desigualdad, del medio ambiente y humanitarias es el caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas ideas y
modelos de organización económica. A diferencia de otros momentos de la historia en lo que nuevos
abordajes intentaron desplazar al capitalismo y los mercados, en este tiempo del florecimiento de las
nuevas economías, la apuesta tiene que ver con capitalizar el funcionamiento de los mercados y la libertad
económica, pero equilibrándolos con diseños cargados de sentido y propósito humanista. Asumiendo que la
mejor virtud que podemos tener los seres humanos es trascender las verdades reveladas y las fórmulas
rígidas, podemos ahora apostar con mucha asertividad y potencia en pensar nuevos modelos económicos
que no renieguen de la importancia de la eficiencia y la productividad, pero que renuncien a una lógica de
crecimiento desenfrenado a partir de abrazar fines y propósitos vinculados al bienestar de las personas.
¿Es realmente posible que este impulso a combinar de forma innovadora mercados y propósitos se traduzca
en empresas que sean capaces de conseguir rentabilidad (sin la cual no hay negocios) al mismo tiempo que
aportaciones sociales y ambientales en forma de misión permanente y no sólo como acciones
espasmódicas?, ¿es un nuevo paradigma capaz de expandirse en distintas latitudes y culturas esto de hacer
negocios de forma más responsable con los entornos que habitamos?, ¿puede realmente una empresa, con
su fuerza motora puesta en la venta y los beneficios, regular la carrera por el crecimiento con miras a un
mundo mejor? Las nuevas economías son modelos que intentan dar respuestas positivas a estas y otras
preguntas.
Una luz en este camino es sin lugar a dudas la empresa de artículos para alpinismo de EEUU, llamada
Patagonia en honor a la región del sur argentino. Esta empresa fue fundada en 1966 por Yvon Chouinard y
Tom Frost y en el año 1970 ya era líder en su segmento. No obstante, desde sus inicios tuvo una filosofía
relativa en torno al crecimiento al reconocer que no siempre éste bueno. Para Patagonia es bueno crecer
cuando ello es compatible con preservar la calidad de los productos que fabrica, causar el menor daño al
entorno e inspirar e implementar soluciones a la crisis ambiental. Todo esto ha estado presente de forma
explícita en la misión que la compañía se dio para sí misma.
El compromiso de Patagonia con este nuevo modelo de mercados y propósitos llega a tal punto que
actualmente llegan a declarar oficialmente que “la compañía está en el negocio de los artículos de alpinismo
para salvar el hogar de todos, el Planeta Tierra” (Friedman, 2019, https://nyti.ms/368PMU6).
Lo primero para esta empresa es la misión y lo accesorio es la actividad económica que
supone el negocio. En esta línea, la empresa no solo cree que tener una posición activa y
permanente en materia de sustentabilidad es compatible con la rentabilidad, sino que esto
es positivo para hacerla crecer. Y lo vienen demostrando hace muchos años en sus
resultados comparados con competidores como Columbia, Nike y Timberland.
El motor de Patagonia, aún en reglas del mercado, nunca ha sido ganar más sino ha sido
hacer las cosas mejor; pero no como un desprecio a la necesidad de rentabilidad, sino
como indicador de confianza de que, poniendo siempre el foco en hacer las cosas bien, los
resultados económicos siempre llegan. Es tan original y genuino el modelo de Patagonia
que incluso en su sitio web monta un formulario específico que ofrece a los consumidores
un compromiso mutuo: la empresa se compromete a hacer productos que duren, reparar los
que se rompan y reciclar a los que hayan llegado al fin de su vida útil, y los clientes se
comprometen a comprar solo cosas que necesiten y vayan a durar, reparar lo que se rompa,
compartir lo que ya no usan y reciclar todo lo demás.
El caso de Patagonia, entre tantos otros, nos desafían a pensar sobre la identidad de las empresas y su
capacidad para adquirir roles ampliados a los de proveer bienes y servicios ganando dinero por ello.
¿Corremos el riesgo de desnaturalizar la esencia de las empresas y convertirlas en híbridos que amenacen
su existencia?, ¿o estamos ante una verdadera revolución que las puede hacer cualitativamente mejores?
Siempre se recuerda que el famoso economista Milton Friedman (1970), exponente central del liberalismo
económico, fue enfático en defender que había una sola responsabilidad social para un negocio y es la de
usar sus recursos para las actividades que incrementen sus ganancias, dentro de las reglas de libre
competencia, sin fraudes ni engaños. Esto quiere decir que, para Friedman, no hay espacio para pensar en
otra cosa que no sea el histórico core de las empresas: ganar dinero. Ese es el valor central para mejorar el
mundo, dado que ello genera impuestos, trabajo y reinversión de utilidades.
Esta concepción purista de las empresas se ha ido superando en las últimas décadas a partir del
crecimiento de la sustentabilidad como temática a abordar directamente en el ámbito de las empresas. De
forma progresiva dejamos de hablar solo de rentabilidad para hablar de aportaciones a la sustentabilidad del
entorno y el planeta. El informe “Nuestro Futuro en Común”, también llamado Brundland, de la Comisión
Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Nacionales Unidas (1987) vino a recoger este fenómeno en
expansión y definió que un manejo sustentable es aquel que procura satisfacer las necesidades del
presente sin comprometer la posibilidad de las futuras generaciones de satisfacer las suyas.
A partir de allí, la dimensión de la sustentabilidad se fue consolidando como una enorme oportunidad para
multiplicar las externalidades o impactos positivos de las empresas en el entorno en el que se producen y
comercializan sus bienes y servicios. Se fue creando una disciplina específica dentro del Management y
fueron floreciendo las áreas o departamentos de Responsabilidad Social Empresaria o Asuntos Corporativos
dentro de las compañías. A partir de allí, se fueron construyendo distintos niveles o categorías de
compromiso y acción por parte de las empresas en materia de sustentabilidad; desde las más cautas y
focalizadas en proyectos o ámbitos específicos (por ejemplo: niñez) hasta las más holísticas e integrales,
en las que el compromiso por mejorar el mundo se traduce en multiplicidad de objetivos y acciones
alineadas a las operaciones habituales de una empresa.
Es el emprendedor y activista paquistaní Muhammad Yunus, creador de los microcréditos a escala mundial
a través del Grameen Bank, quien, a nuestro criterio, propuso uno de los abordajes más sólidos para dar vida
a esta renovada concepción de las empresas. Se trata de las llamadas “empresas sociales” que llevan este
planteo de la sustentabilidad al extremo de proponer un funcionamiento como empresa, pero sin estar
movidas por la rentabilidad. Yunus entiende que es imposible que los países puedan vencer las crecientes
desigualdades sociales con programas públicos de apoyo o redistribución. Por más eficaces y
transparentes que sean, nunca alcanzarán, y la evidencia indica que siempre hay intereses, obstáculos y
limitaciones presupuestarias para llevarlos a la escala que se necesita para vencer la pobreza. Por ello es
que hacen falta millones de empresas sociales que resuelvan problemas y generen empleo.
Yunus define a las empresas sociales como compañías sin dividendos dedicadas a solucionar problemas
humanos. ¿Es posible hablar de empresa sin dividendos? Yunis cree que sí, dado que la capacidad central
de una empresa es organizar el talento humano para resolver problemas de forma eficiente percibiendo
ingresos por ello. La rentabilidad puede o no estar si los costos cierran y de acuerdo al propósito de cada
empresa, es decir, para el líder asiático no hay un solo tipo de empresas y la clave para superar los
problemas del mundo es expandir la generación de empresas sociales.
¿Pueden las empresas sociales ser mucho más que una expresión de deseos o realidades solo aplicadas a
casos muy especiales? Yunus cree que sí y que es la verdadera llave para revitalizar y transformar el
capitalismo, por las siguientes grandes razones:
Naturaleza emprendedora: todos los seres humanos poseemos talentos y capacidades para
desarrollar la actividad emprendedora. Lo más natural a la condición y el potencial humano es
crear y emprender; no trabajar en relación de dependencia. Yunus cree que la actividad
independiente crecerá sin parar en los próximos años, fruto de este alineamiento de base que
tiene con la humanidad.
Reforma del sistema financiero para que el crédito pueda fluir hacia ellas en condiciones
accesibles: hay muchas expresiones de innovación en el sector financiero para terminar con la
enorme contradicción de que el dinero en forma de crédito fluye hacia quienes más lo tienen
en lugar de a quienes más lo necesitan. Las empresas sociales, con su grado de compromiso
y sus excelentes tasas de cumplimiento en los sitios donde ya se han implementado, son una
excelente razón para profundizar y amplificar esa evolución del sistema financiero.
Sinergia con las empresas tradicionales: no se trata de sustituir unas por otras, más bien la
riqueza está en su coexistencia. En general, como bien relata Yunus en su reciente libro, la
gran mayoría de las empresas sociales nace apalancada o asociada a una empresa
tradicional. Por ejemplo, Grameen Bank creó junto a la corporación francesa Danone una
empresa social de yogures enriquecidos con vitaminas, minerales y otros nutrientes
esenciales para los niños desnutridos de Bangladesh (Grameen Danone Foods). Intel, Basf,
Uniqlo, SK Dream y muchas otras corporaciones están siguiendo esta línea al fundar, junto a
otras entidades o emprendedores sociales, compañías que resuelvan problemas sin
rentabilidad.
Toda su energía está puesta en resolver los problemas y no en lograr las escalas que
requieren los inversores de capital de riesgo, que en general invierten a las empresas
tradicionales, para lograr los niveles de retorno que esperan: las empresas sociales pueden
recibir inversiones de capital, de hecho, Yunus Social Business ha desarrollado un modelo para
ello, pero nunca bajo la imparable premisa de multiplicar por varios múltiplos las cantidades de
dinero invertido como gran principio movilizador de dichas inversiones.
Su foco en resolver problemas las hace buenas para vender sus productos y servicios a
precios muchos más bajos a sectores de la base de la pirámide social: liberadas de la presión
por la rentabilidad, pueden desplegar sus capacidades comerciales avaladas por esos precios
a los que es muy difícil llegar cuando imperan las tasas de rentabilidad esperadas
habitualmente.
El management eficaz puede operar claramente, con riguroso manejo de la contabilidad, con
innovación para crear productos y servicios y con agilidad en las operaciones internas: esto y
muchas otras buenas prácticas del management empresarial no son patrimonio de las
empresas tradicionales, sino que pueden funcionar, incluso mejor, en empresas creadas para
resolver problemas humanos y movilizadas por el propósito de lograrlo.
Todas estas razones le permiten a Yunus imaginar un mundo mucho mejor en las próximas décadas, a partir
de una refundación del capitalismo basado en el repertorio de empresas sociales conviviendo con las
tradicionales:
Proliferan por el mundo ejemplos novedosos de empresas sociales en los términos que
Yunus propone. Uno de esos casos es Mobilize, una compañía social impulsada por Renault
en Francia para prestar servicios de movilidad a personas con escasos recursos que
necesitan sus vehículos para desempeñar sus tareas laborales cotidianas.
Hay dos tipos de servicios que se identificaron como problemáticas humanas a resolver
con esta empresa social: mantenimiento y reparación de vehículos para quienes los
necesitan a precios preferenciales y alquiler de un vehículo (modelos especialmente
seleccionados para ello) a largo plazo con opción de compra a través de un sistema de
microcréditos.
Para montar estos servicios especiales, Renault entendió que el mejor camino era
organizarlos bajo una empresa social independiente en la que toda su energía estuviera
puesta en resolver el problema de forma eficiente y obviamente cubriendo sus costos. El
modelo ha sido virtuoso, incluye una red de talleres de reparación de autos en todo el
territorio de Francia nucleados en Mobilize; una red de entidades que trabajan con personas
de bajos recursos que ofician de prescriptores (ONGs) para derivar a Mobilize los usuarios
que califican para acceder a estas soluciones y un equipo de empleados y voluntarios que
cumplen distintos roles en la compañía.
Un círculo virtuoso se conforma de esta manera: los trabajadores más vulnerables con
necesidades de movilidad resuelven sus problemas, los talleres mecánicos seleccionados
y nucleados por Mobilize reciben flujo de clientes a precios preferenciales que les genera
facturación adicional, las ONGs garantizan que el servicio llegue a quienes realmente
califican y lo necesitan, Renault no pierden mercado sino que complementa su negocio
principal con un nuevo negocio del que no pretende generar rentas pero que resuelve un
problema de miles de personas y genera empleo.
Grupo Renault.pdf
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LECCIÓN 3 de 6
Esta nueva lógica empresarial que se viene construyendo a partir de los criterios de sustentabilidad como
reparo al paradigma del crecimiento continuo y que se encuentra en las empresas sociales de Yunus quizás
el modelo más extremo al proponer empresas sin rentabilidad tiene en la actualidad muchas corrientes y
autores que proponen modelos alternativos bajo una matriz común: combinar mercados con propósitos.
Vamos a recorrer de forma sintética algunos de esos modelos que responden en general a un criterio que se
ha ido imponiendo en los últimos años como la mejor síntesis del enfoque: el triple impacto. Este concepto
encuentra su origen en el trabajo de dos expertos holandeses: Muel Kaptein y Joham Wempe, titulado “The
Corporate Condition” del año 2002. Allí se introduce una triada que se convertirá en fundamental para el
desarrollo de los modelos de nuevas economías: la sustentabilidad corporativa que está dada por la
atención simultánea de los tres pilares de la responsabilidad social de una compañía, que son la gente, las
ganancias y el planeta. Hoy es común hablar y evaluar proyectos y organizaciones por sus indicadores
combinados de impacto social, económico y ambiental.
https://www.youtube.com/watch?
list=PLtZdcJzQRTeD8Yrzl4jQ9LLAATXopDRnF&time_continue=130&v=d0zZBYE2t2k&feature=emb_logo
Este fenómeno se encuentra en plena expansión dado que hay dos enormes fuerzas propulsoras de las
empresas, nuevas o reconvertidas, con propósitos declarados de triple impacto: la nueva generación de
emprendedores mucho más sensibles con los problemas humanos y ambientales, y la creciente conciencia
de los consumidores que impacta en sus comportamientos cotidianos y amplifica de forma sostenida el
mercado para las empresas de triple impacto. Estamos asistiendo a un aluvión de sentido capaz de darle al
capitalismo un aporte sustancial para su supervivencia y elevación. Se comienza a conocer como el cuarto
sector, que viene a sumarse a la acción de actores privados (empresas con lucro), públicos (gobiernos) y
sociales (organizaciones comunitarias de todo tipo).
En un reciente estudio del Center for the Governance of Change del Instituto de Empresa de España se ha
expresado que ya existen en Iberoamérica unas 170.000 empresas con propósito, bajo las distintas
modalidades y formas jurídicas que los países disponen para reflejar el triple impacto en las empresas, que
juntas generan 10 millones de empleos genuinos y que ya representan el 6% de todo lo que produce la región
(PBI). Como se puede visualizar en la tabla a continuación, estamos en presencia de un fenómeno notable
que aún está en sus primeras etapas.
Figura 1. Sectores
Sistema B:
–
Creado en EEUU, promueve la creación de las mejores empresas para el mundo y no las mejores del
mundo. Su principal elemento es que propone la conformación de la empresa a partir de estatutos
especiales que definen, desde la concepción misma, el compromiso real por la sustentabilidad. Todas las
decisiones de una compañía deben ser compatibles con el respeto a consumidores, empleados,
comunidad, inversores y el ambiente. Debe certificarse ante la organización que maneja el sistema B (con
filiales en el mundo) y generar reportes anuales con los indicadores comprometidos a efectos de renovar la
condición de B cada 2 años.
Economía circular:
–
Pone el énfasis en la reutilización y reciclaje de todos los elementos ya fabricados como camino más
efectivo al triple impacto. De la mano de esta premisa se promueven fuertemente nuevos modos de
producción y consumo, más eficientes en recursos y con menos impacto negativo sobre la gente y el
entorno. Los productos deben ser capaces de elevar sus vidas útiles todo lo que se pueda, deben combatir
la obsolescencia programada como estrategia empresarial para generar más ventas y deben poner más
foco en el uso que en la propiedad de los productos que necesitamos (alquiler).
Economía azul:
–
Creada por el economista belga Gunter Pauli, su foco está puesto en organizar empresas super eficientes
en el uso de recursos. El mantra de este modelo es producir con la menor cantidad de recursos y utilizando
los residuos (recursos también). Frente a la limitación habitual de planteos tradicionales del ambientalismo
en las empresas, esta economía plantea que el secreto está en lograr innovaciones que permitan lograr
esta eficiencia en recursos que cuidan el Planeta, pero a costos accesibles. Para ello, debe emularse en el
funcionamiento de las empresas el sistema de la naturaleza, aprovechar los recursos más cercanos y
disminuir el transporte que genera enormes impactos ambientales.
Como se puede advertir en estos y muchos otros abordajes que se proponen bajo el paraguas de las nuevas
economías, existe cierta inclinación a proponer fórmulas superadoras al Capitalismo tradicional y las
empresas habituales basadas en el lucro y el beneficio a los accionistas. Nosotros creemos que se tratan
de modelos complementarios que pueden coexistir y cada uno puede encontrar sus mejores versiones en
distintos momentos, países e industrias. En esa diversidad y posibilidad de coexistencia radica su impacto y
su belleza.
Cada día más empresas nacen, se recrean y se desarrollan bajo el paradigma del Triple
Impacto, bajo alguno de estos modelos que hemos reseñado u otros que existen. Pueden
ser pequeños emprendimientos o enormes corporaciones, pero el Triple Impacto se
convierte en una fuerza arrolladora para mejorar la empresarialidad y reconciliarla con el
Planeta.
En su reporte de Impacto del primer semestre de 2019, Daravi exhibe 22 mujeres trabajando
en su planta de producción, un 46% de incidencia del costo de mano de obra sobre el total
de costos del proceso productivo, un 66% de descartes utilizados en sus productos totales,
15.700 unidades vendidas a través de distintos canales de comercialización y $ 3 millones
de facturación en el semestre.
https://www.youtube.com/watch?v=N7E3GOOZomI
El mismo fenómeno ocurre en compañías enormes y con mucha historia como lo es Natura,
una compañía nacida en Brasil y que actualmente es una de las más grandes en la industria
de cosméticos en Latam y el mundo. Ésta factura cerca de U$$ 5 mil millones al año,
emplea a 7.000 personas y tiene una red de 3.200 tiendas en 70 países. En año 2014 se
convirtió en la primera empresa que cotiza en Bolsa de Latam en lograr la Certificación de
Empresa B y en el año 2015 fue galardonada por las Naciones Unidas como "Empresa
Campeona de la Tierra”. Por estatutos, su misión es generar el bienestar general de toda la
sociedad, y puede hacerlo ganando dinero.
El kit de activos de Triple Impacto que Natura acumula es admirable: las mejores
condiciones para el bienestar de sus empleados, la práctica de comercio justo con sus
miles de proveedores, el apoyo a mujeres en riesgo de exclusión social con proyectos
concretos, el uso de materiales reciclables en sus operaciones, la neutralización del 100%
de sus emisiones tóxicas desde el año 2007, la supresión total de materias primas de
origen animal en su producción, el uso de plásticos reciclados en sus embalajes y la
creación de un plástico verde totalmente biodegradable elaborado a partir de la caña de
azúcar.
La compañía no para de ponerse objetivos desafiantes, como por ejemplo lograr en el año
2050 irradiar de tal forma en su cadena de valor que todos los proveedores que utiliza
puedan acreditar su impacto positivo en la sociedad y el ambiente. Es un gran faro en el
desafío de recrear el capitalismo, conjugando de manera armónica la innovación para ganar
dinero mientras resuelve necesidades y mejorar el mundo para las actuales y las futuras
generaciones.
LECCIÓN 4 de 6
Reuse
LECCIÓN 5 de 6
Revisión de módulo
Nuevas economías
–
Esta lectura está enteramente enfocada en el fascinante mundo de las nuevas economías, como gran
apuesta hacia la construcción de una nueva síntesis de la economía para el bienestar. Vamos a trabajar
aquí con el significado de este concepto tan expandido, identificando las limitaciones de los modelos
anteriores que han facilitado esta evolución. También vamos a hacer un recorrido por las principales
concepciones o modelos de nuevas economías vigentes y sus puntos en común. En ese marco, la
propuesta es profundizar sobre el llamado triple impacto y las tipologías de empresas sociales que
emergen con fuerza como exponentes de este nuevo paradigma en todo el mundo.
LECCIÓN 6 de 6
Referencias
Center for the Governance. (s.f). Las empresas con propósitos y el auge del cuarto sector de Iberoamérica.
Recuperado de: https://www.segib.org/?document=las-empresas-con-proposito-y-el-auge-del-cuarto-sector-
en-iberoamerica
Fridman, M. (1970). The social responsibility of business is to increase profits. [La responsabilidad de la
empresa es aumentar ganancias]. The New York Times Magazine. Descargado el 1/12/2013
http://highered.mcgraw-hill.com/sites/dl/free/0073524697/910345/Appendices.pdf
Friedman, V. (2019). ¿Patagonia ya no quiere vender chalecos de polar a los banqueros? Recuperado de:
https://www.nytimes.com/es/2019/04/08/espanol/chalecos-patagonia-inversionistas.html
Ministerio de Producción de Trabajo. (2017). Daravi: una empresa de triple impacto. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=N7E3GOOZomI