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La Real

Hacienda -
La Moneda

Historia del
Derecho

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La Real Hacienda. La moneda

La Real Hacienda

El concepto de Real Hacienda indica “el conjunto de bienes que integra el


acervo real”, así se mencionaba; (Ortiz Pellegrini, 1994, p.248)

a) Las Indias, consideradas bienes reales, luego incorporadas a la Corona.


b) Las herencias vacantes.
c) Los impuestos.
d) Las confiscaciones y decomisos.

La organización del sistema pasó por varias etapas, veamos:

a) Los oficiales Reales: únicos funcionarios de la primera etapa de la


conquista nombrados directamente por el rey, tenían a su cargo el cobro,
cuidado e inversión de los impuestos, derechos o beneficios que
pertenecían a la Corona. Además, tenían importantes funciones judiciales.

b) Tribunales de Cuentas: A partir de 1605 se crean en las capitales de los


virreinatos, los tribunales de cuentas constituidos por tres contadores con
atribuciones de control de las rendiciones de cuentas que anualmente
debían elevar los oficiales reales. Nuestro Territorio dependió de Lima
hasta la creación del Tribunal Mayor de cuentas de Buenos Aires, que
luego se extendiera a todo el virreinato del Río de la Plata (1777).

c) Etapa Borbónica: Con la ordenanza de intendentes, los antiguos oficiales


reales se convierten en Ministros de Real Hacienda, manteniendo sus
facultades de recaudación y administración de los recursos, pasando a los
gobernadores e intendentes las de inversión y justicia en materia
tributaria. En 1784 se instala en Buenos Aires la Junta Superior de Real
Hacienda, que será la mayor autoridad en el virreinato, actuando como
tribunal de Apelación en las sentencias del Gobernador intendente. (Ortiz
Pellegrini, 1994)

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España se encuentra motivada por la escuela de la fisiocracia que sostiene que
las riquezas de las naciones se centran en el desarrollo de la agricultura y la
libre circulación de mercaderías. Lo que lleva a una serie de reformas:

a) Una mayor centralización del poder, concretada a través de las


secretarías de despacho.

b) El mejoramiento de las industrias peninsulares y la intensificación del


comercio con Indias, concretada a través de la autorización de viajes de
registro (1740).

Se establece en 1764 el servicio regular de correos entre España y América.


Buenos Aires recibirá cuatro avisos anuales, que incluían además de
correspondencia, buena carga de mercaderías.

c) Pero sin duda la de mayor trascendencia “el Auto de libre internación”


(1777) por el cual el virrey Ceballos declaró libre el tráfico de mercaderías
desde el puerto de Buenos Aires a las provincias del Alto Perú (Norte
Argentino, Bolivia y Cuyo). (Ortíz Pellegrini, 1994)

También “el reglamento y aranceles reales para el libre comercio de


España e Indias” (1778) ordenamiento que habilita numerosos puertos
metropolitanos (entre ellos Buenos Aires) estimulando el comercio mutuo.

d) El comercio negrero

El perfeccionamiento de la administración de los territorios buscaba


incrementar los recursos provenientes de los mismos; para ello se creó el
virreinato del Río de la Plata, las intendencias, la Junta Superior de
Hacienda, el consulado y la audiencia de Buenos Aires en 1783.

No podemos olvidar la influencia que tuvo la Revolución Industrial Inglesa


en 1763 y la progresiva liberalización del comercio que acabó con la
apacible vida colonial del Río de la Plata comenzando a crearse numerosos
focos de tensión (Ortiz Pellegrini, 1994)

El régimen Rentístico

“El sistema contaba con una variedad de recursos que pueden agruparse
en tres categorías principales según Tau Anzoátegui”. (Tau Anzoátegui
citado por Ortiz Pellegrini, 1994, p. 251)

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a) LAS REGALÍAS: eran las participaciones que recibía la corona por
“beneficios obtenidos en diversas explotaciones o descubrimientos
realizados con licencia real”.

b) MONOPOLIOS O ESTANCOS: eran ciertas actividades o producciones


cuyo ejercicio se reservaba la corona con fines exclusivamente fiscales,
pudiendo ser cumplidos por particulares, mediante autorización especial -
licencia- que le aseguraba la exclusividad.

c) LOS IMPUESTOS: se aplicaban generalmente al comercio y a la


producción, y pueden clasificarse por su origen en reales y eclesiásticos
(Zorraquín Becu).

Dentro de los impuestos reales pueden mencionarse:

 El almojarifazgo: “era una suerte de derecho de aduana” actual,


que se cobraba sobre las mercaderías que se introducían o salían
por el puerto de Buenos Aires. Su porcentaje varió en el tiempo
pero no superó el 15% del valor de la mercadería: La tasa variaba
entre los puertos de España (5%) y de Indias (10%), posteriormente
en el siglo XVIII se redujo a 3% y 7% respectivamente, para
estimular al comercio.

 La alcabala: era un impuesto sobre las ventas establecido en 1558
para América, su tasa osciló entre 2% y 6%. Se hallaban previstas
excepciones como venta de pan, caballos, armas, y pinturas entre
otras.



 Derechos de tránsito: eran impuestos que cobraban aduanas
interiores como las de Córdoba desde 1623, o Jujuy, hasta el
derecho de libertad de tráfico interno (1777).

 El tributo: Impuestos que debían abonar los indios varones
encomendados entre 18 y 50 años.

 La media anata: El titular de cada cargo u oficio no eclesiástico
debía abonar la mitad de la renta del primer año. En el s. XVII se
extendió a los altos dignatarios del clero.

 Derecho de Avería: Impuesto sobre mercaderías que eran
trasladadas por mar, que abonaban los cargadores para dar
seguridad a la navegación, pues con ella se mantenía “la flota del

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barlovento” cuya misión era proteger los buques mercantes de
piratas y corsarios.

Dentro de los impuestos eclesiásticos podemos mencionar:

 El diezmo: impuesto que cubría la décima parte de las cosechas, de


los frutos de la tierra y de los productos de la ganadería destinados
al sostén de las autoridades eclesiásticas.

 Santa Cruzada: Era una limosna percibida y administrada por
religiosos y con ella contribuían quienes deseaban ayudar en la
lucha contra enemigos de la fe.

 La mesada eclesiástica: El titular de un cargo eclesiástico debía
abonar al ser puesto en posesión, la renta de un mes del promedio
de los últimos cinco años.

La Moneda

Haremos una breve reseña que se limita a una visión evolutiva de la


moneda como” medida de valor y medio común y legal de pago”. (Ortiz
Pellegrini, 1994)

Durante la primera época de la conquista la falta de minas y por consiguiente


de metales, llevó a utilizar como monedas otras especies, por ej. “una fanega
de maíz, una gallina, una vara de lienzo de algodón, etc.”, a las que se les
otorgaba un valor determinado por parte de las autoridades y constituían las
llamadas “monedas de la tierra”. Sin embargo. a mediados del siglo XVI ya
existen disposiciones legales que hacen alusión a la moneda, por ej. La real
Cédula de Felipe II de 1558, que fijaba el impuesto de alcabala en cinco
maravedíes. A fines de siglo en el sistema español había:

a) Monedas de oro. Ej. “Doblón de dos= 2 escudos”- “Doblón de a cuatro,


media onza= 4 escudos”

b) Monedas de plata. Ej. “Real de a ocho- “peso fuerte” = 8 reales”- “Real


de a cuatro “medio peso” = 4 reales”.

c) Monedas de cobre- Ej. “Cuartillo= 8 y ½ maravedíes.” “cuarto= 4


maravedíes”- “Ochavo= 2 maravedíes”.

En nuestro virreinato, la ceca- o casa de moneda, que nos proveyó metálico


fue la de Potosí, desde 1575, al principio fue de propiedad privada, hasta que
luego en el siglo XVIII pasó al dominio de la Corona Española.

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¿Cómo fue la situación luego en nuestro actual
territorio?
Tras el pronunciamiento de Mayo de 1810, Buenos Aires y las demás
provincias del Río de la Plata iniciaron la campaña de independencia,
enviando expediciones al Alto Perú, foco de resistencia realista. Los
argentinos tomaron la Villa Imperial con su casa de moneda en 1810, 1813
y 1815: las dos últimas ocupaciones fueron importantes desde el punto de
vista monetario, pues se cambió el tipo que se emitía hasta entonces con el
busto real y emblemas hispánicos-, por nuevas monedas que ostentaban
los símbolos patrios de Unión y Libertad.

Copada la ciudad por el ejército al mando de Manuel Belgrano, y recibida


esta noticia en Buenos Aires, el diputado Pedro José Agrelo planteó a la
Asamblea General Constituyente un proyecto de Ley de Moneda, que se
aprobó el 13 de abril de 1813 y fue comunicado de inmediato a la ceca alto
peruana. Allí se abrieron los nuevos cuños; desde allí se enviaron muestras
de las flamantes piezas, que el Cabildo porteño recibía tiempo después.

Onza patriota acuñada en 1813. Estas primeras monedas de la naciente


Argentina se acuciaron en oro en los valores de 8, 4, 2 y 1 escudos, y en
plata en 8, 4, 2, 1 y ½ reales. Las piezas de oro son hoy de gran rareza; las
acusaciones de plata, en cambio, fueron abundantes en todos los valores.
Muestran en el anverso un sol radiante, con ojos, nariz, boca y treinta y dos
rayos rectos y flamígeros alternados. La leyenda circular comienza con
PROVINCIAS DEL RIO DE LA PLATA y continúa del otro lado con EN UNION Y
LIBERTAD. En el reverso aparece un escudo nacional -entonces sello de la
Asamblea-, sin sol y simple en las monedas de plata; con trofeos en las de
oro. Tienen también el monograma PTS que identifica a la ceca de Potosí.
La inicial J. corresponde al ensayador José Antonio de Sierra. El canto de las
monedas de plata tiene forma de hojas de laurel, mientras el de las piezas
de oro es estriado oblicuo. Estas acuñaciones se extendieron hasta fines de
1813, cuando fue preciso evacuar las tropas argentinas, luego de los
reveses de Vilcapugio y Ayohuma.

Recuperada la ceca por los españoles, en 1814 se reinició la labración de


monedas con el busto del rey. También se dio plazo para el canje del
numerario batido por los "insurgentes" rioplatenses, pero la población se
mostró reacia a su entrega, previendo una nueva ocupación argentina que,
en efecto, se produjo en abril de 1815; entonces, las unidades al mando de
José Rondeau reconquistaron Potosí y la vieja ceca volvió a acuñar
monedas patrias. En esta oportunidad se emitieron únicamente piezas de
plata con el valor en reales. Luego, a mediados del mismo año, se labró una
serie similar, pero con el valor expresado en soles.

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El cambio coincidió con la entrada en actividad de un nuevo ensayador,
pues no se pudo contar con Sierra, que había actuado en 1813. Por esta
circunstancia los reales de 1815 muestran la inicial F. que corresponde a
Francisco José de Matos; en los soles del mismo año, la F. aparece
acompañada de una L. por Leandro Ozio. Ambos ensayadores eran
improvisados y por ello las monedas de 1815 son de menor calidad de fino
que la establecida en las ordenanzas.

Peso patriota de plata de 8 reales acuñado en 1813. Series de monedas


de plata de 8, 4, 2, 1 y 1/2 soles.

Tampoco pudieron hallar los patriotas a calificados grabadores y callistas,


pues los que había huyeron con las tropas del rey y se debió improvisar la
oficina de la talla con personal subalterno. En tal sentido, se notan errores
en las piezas de 8 reales, conociéndose un ejemplar con PRORVINCIAS y
otro con PROVICIAS. Las monedas de 1815 son más abundantes que las de
1813. Su labración cesó con la derrota de Rondeau en SipeSipe y la
evacuación de Potosí, que cayó en poder de los realistas, y diez arios más
tarde se convertía en una ciudad de la nueva República de Bolivia.

Al perderse la ceca de Potosí y las provincias del Alto Perú, se produjo en todo
el Norte argentino una notable escasez de numerario. Desaparecieron del
mercado las monedas con el busto del rey, quedando las antiguas
macuquinas, posteriormente falsificadas en gran escala. Debe señalarse que,
habiendo sido batidas por última vez en Potosí en 1773, estas monedas
cortadas aún circulaban: sólo pudieron ser erradicadas en la segunda mitad
del siglo pasado. En la época de la Independencia, estas macuquinas eran a su
vez fundidas en talleres clandestinos, agregándoseles una fuerte cantidad de
cobre, y volvían a ser reacuñadas, imitando su estilo en la mejor manera
posible. Nuevas macuquinas de baja ley y peso inferior al legal comenzaron a
inundar Salta y las provincias vecinas, motivando la queja de los
gobernadores, que se acusaban mutuamente de tolerancia con los
falsificadores. Monedas salteñas que ostentan la contramarca "PATRIA",
mandada colocar por Güemes para darles curso forzoso.

Para dar a este problema un corte definitivo, Güemes dispuso recoger en


Salta toda la moneda falsa y, previa aplicación de una contramarca,
volverla a la circulación con curso obligatorio y forzoso. Esta medida fue
desautorizada, y el propio Belgrano, en carta al caudillo salteño, la censura:
como siempre se alegaba que la moneda falsa provenía de Salta, "si antes
han dicho los inicuos que V. tenía parte en eso, ahora van a decir que va a
asegurarse con la marca..."

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… “La Constitución Nacional de 1853, nacionalizó el régimen monetario al atribuir
al Congreso la facultad de establecer un Banco con autorización para emitir
billetes, y la de hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras” … (Ortiz
Pellegrini, 1994, p 259.)

Sin embargo, recién en 1875 se sancionó la ley 733 que crea


la primera unidad monetaria argentina, “el peso fuerte”-de
oro, su peso era de 1,5 grs, fijando el sistema monometálico
oro de circulación ilimitada, autorizando monedas plata y
bronce para casos excepcionales. (Ortiz Pellegrini, 1994, p
259)

EL Consulado de Buenos Aires

Con el auge del comercio en el Río de la Plata, en la segunda mitad del


S.XVIII, sobre todo a partir de la habilitación del Puerto de Buenos Aires,
con el reglamento de libre internación, los mismos comerciantes de la
ciudad gestionan ante el rey la instalación de un consulado (desde 1785)
(Ortiz Pellegrini, 1994)

Dicho consulado sería una de las principales instituciones oficiales del


Virreinato del Río de la Plata, junto con el Virrey, el Cabildo y el clero. El
Consulado de Comercio de Buenos Aires finalmente es erigido el 30 de enero
de 1794. Se trataba de un cuerpo colegiado que funcionaba como tribunal de
justicia mercantil (llamado Tribunal de Justicia) y como sociedad de fomento
económico (llamada Junta de Gobierno). El Consulado era imagen de la Casa
de Contratación de Sevilla. Era en gran medida, un gremio de comerciantes
con facultades delegadas por el Rey en materia comercial. Podía dirimir pleitos
y demandas presentadas por comerciantes y se financiaba mediante el cobro
del impuesto de la avería. Con el pasar de los años iría aumentando el poder
de control sobre aduana. Se requería anualmente que el Secretario del
Consulado propusiera, mediante la lectura de una Memoria Consular, los
medios para fomentar la agricultura, animar a la industria y proteger el
comercio de la región. Manuel Belgrano, su primer Secretario del Consulado
desde su fundación se fijó como meta el transformar una región naciente y
pobre en una rica y próspera.

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Referencias
Ortiz Pellegrini M.A. (1994). Nociones de Historia del Derecho Argentino,
T I (2º Ed.) Córdoba. Lerner.

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