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Curso de Síntesis

Tesis 3: “El sentido del ser”


Autor: Yasniel Romero Marrero

El término ser tiene varios usos: el tautológico, el predicativo y el existencial. De estos usos se derivan
dos significaciones fundamentales del término ser para la metafísica. Uno, que por ser se entiende
como la sustantivación de un verbo, el cual representa el infinitivo ser. El otro tiene un uso existencial
y denota el acto de existir; por ejemplo, cuando se dice tal hombre es, equivale a tal hombre existe. Es
decir, el término ser puede denotar estas dos significaciones: “lo que es” o “que es”. A lo largo de la
historia de la filosofía, se puede observar que algunas de estas significaciones han sido motivo de
investigación, obviándose la otra, lo cual trae determinadas consecuencias, cayendo en aporías. Es
decir, una toma de postura por una de estas significaciones conduce inevitablemente a una aporía.
Parménides es el presocrático que llega a la más radical afirmación sobre el ἀρχή, o el principio de
todas las cosas, diciendo que no es ningún elemento natural, sino justamente el ser. De esta manera,
φύσις equivale a ser, el cual es perfecto, autónomo, eterno, inmutable. Con estos atributos del ser
queda fuera lo que acontece: el cambio; por tanto, al movimiento no participar del ser, no participa de
otra cosa sino del no-ser, o lo que es lo mismo, el movimiento no es. Es de notar que aquí Parménides
toma al ser en su primera significación: como sustantivación 1. De esta manera el existir queda fuera de
su noción de ser. Por eso, aunque el movimiento no es, sin embargo, existe.
Aunque para Platón tanto los seres inteligibles del τόπος νοητός como los seres del τόπος ὁρατός
participan del ser, no todos tienen los mismos grados de realidad. Por eso el interés de Platón por
encontrar aquello que verdaderamente es (οντος ὄν), es decir, aquello que es en sí mismo, que tiene su
principio en sí. En la teoría platónica podemos encontrar dos interpretaciones posibles sobre el tema
del ser. Una, que concuerda con su incipiente teoría de las Formas, afirma que el ser de las ideas
equivalía a su esencia y cada una de estas era en sí misma; así, el ser por excelencia corresponde a la
idea del τὸ ἀγαθόν, el cual hace posible el aparecer, el no ocultamiento del ente, así como el νοῦς (la
percepción) de éste2. Otra interpretación, de acuerdo a su teoría más elaborada, destaca que, aunque
las Formas del mundo inteligibles son más reales que los demás entes, para que sean han de participar
del Ser y del ἔν-μέτρον (Uno). De esta manera, no le queda otra cosa afirmar que el ser tiene su
principio en el Uno, el cual, al ser sólo el primer principio y no participar de otro que no sea él mismo,
no es. Es decir, el ser queda subordinado a un principio, el ἔν-μέτρον, que no es3. El ser se apoya en
última instancia en un principio extraracional, que tampoco se puede conocer.
Es de observar que también para Plotino el ser queda subordinado a un principio extrarracional: el
Uno, el cual no lleva siquiera nombre, que se encuentra incluso por encima de toda divinidad, de todo
lo que es, el cual es el único objeto de adoración4.
Aristóteles problematiza la polisemia del término ser. Es de notar que para este filósofo ser es
sinónimo de οὐσíα, el cual tiene los atributos de ser en sí mismo, es decir, que es en y por sí mismo y
no en otro; además, la οὐσíα es el principio que le da ser a los accidentes. No obstante, le interesa
preguntar qué es la οὐσíα, cuál es su esencia. Para esto se pregunta si corresponde a algún género,
pero esto es imposible, pues si tuviera género, tuviera diferencia, y el ser se predicaría de su
1
Ver PARMÉNIDES, Poema del ser, 1043.
2
Ver PLATÓN, República, VI 484a-511e.
3
Ver PLATÓN, Sofista, VI 251a-261c.
4
Ver PLOTINO, Enéada, VI, 2, I.
diferencia, lo cual es contradictorio. La esencia del ser, por tanto, no corresponde a ningún género, ni
tampoco a ninguna diferencia específica5. Y he aquí un problema fundamental, al no ser un género ni
una diferencia específica, no puede entrar a formar parte de ninguna definición.
Santo Tomás acepta de la “Metafísica” de Aristóteles que el ser no tiene género alguno. Afirma que el
ser es la actualidad de toda forma o naturaleza. Además, la relación que hay entre el ser y la esencia es
la misma que hay entre el acto y la potencia 6. En los entes compuestos de materia y forma, la
individuación proviene de la materia individual, con sus accidentes individuales; y en los seres
inmateriales, la individuación proviene de las formas mismas; por tanto, los supuestos subsistentes
constituyen su misma esencia. Pero para ambos seres el ser le es dado desde fuera; de un ser en donde,
para Santo Tomás, (a semejanza con Avicena), coincide la esencia y el ser7. Éste es Dios, quien le da
el ser a las cosas, de manera que en Dios el ser es acto puro, mientras que en los demás seres el ser les
viene de Dios. Dios, por tanto, es realmente el Ser, por quien los demás seres reciben su ser y su
existencia.
Heidegger afirma que para afirmar el ente (el cual a partir de la Modernidad tiene primacía respecto al
ser), hay que partir de cierta comprensión del ser. Por tanto, al significado del ente le antecede el
significado del ser. El término ser tiene las siguientes características: es indeterminado en su
significado, no comprendemos cabalmente su significado (se nos revela vacío); por otro lado, lo
comprendemos de manera determinada (pues distinguimos entre ser y no-ser). Además, todos los
entes pueden compararse a otros entes, pero el ser sólo es comparable y contrastable con la nada.
Además, es común a todos los entes. No es, por tanto, una palabra vacía, sino gastada por el uso.
Existe además una unidad entre la incomprensión del significado de la palabra ser y la distinción del
ser respecto del no-ser; y esta unidad es la condición de posibilidad de todo lenguaje. La comprensión
originaria de la palabra ser constituye el fundamento de la esencia de los entes y es también la
determinación fundamental del ser humano es8.
Heidegger afirma que a palabra y el significado del ser no remiten a un ente sino al mismo ser, sino
que se remiten al ser mismo. Tampoco la esencia del ser consiste en su significado, en una
significación verbal. Y es precisamente la indeterminación del significado del ser lo que permite su
uso diverso (en el es se no manifiesta el ser de diversas maneras en cuanto se refiere a entes diversos).
A pesar de que manifiesta en el hablar una rica multiplicidad de significados, se puede extraer algo en
común: la delimitación del sentido del ser se mantiene en el marco de la presencia temporal y la
presencia local, del perdurar y de la consistencia, del devenir y del advenir. El ser no es una palabra
vacía, sino más bien tan multilateralmente determinada que apenas encontramos la orientación para
preservar debidamente esta determinación9. El ser se delimita frente a lo otro, y en estos límites
encuentra ya una determinación; esto se ha expresado a través de la historia de la filosofía, donde sus
determinaciones fundamentales han sido: ser y devenir, ser y apariencia, ser y pensar, y ser y deber
ser.
Como se ha visto, determinar la significación del ser ha sido el núcleo de las grandes propuestas
metafísicas a través de la historia. Entre todas las posiciones, hay algo en común respecto al ser, y es
que su comprensión resulta inagotable, y optar por una significación determinada, lleva a
consecuencias que, en el último de los casos, resultan aporéticas.
5
ARISTÓTELES, Metafísica, III, 3, 998a- 998b.
6
Ver S. Th. I, q.1, a. 4, resp.
7
Ibid.
8
Ver M. HEIDEGGER. Introducción a la metafísica, trad. Angela, Ackermann, Barcelona, Gedisa, 2003, pp.74-89.
9
Ibid, pp. 90-109.

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