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El bien puede entenderse bajo dos significados fundamentales a lo largo de la historia de la

filosofía: el bien como una realidad en sí (sentido metafísico), de cuya participación cada cosa
alcanza su grado de bien; y el bien moral, como un principio subjetivo.
Para Platón existe una indiferenciación entre el plano ontológico y el plano axiológico,
indiferenciación que se muestra en la idea del τὸ ἀγαθόν (la idea del bien). Este principio no sólo
es el que le da ser a las virtudes, sino que también es el principio de todo ser 1. De esta manera
puede interpretarse el mito de Eros al final del diálogo “El Banquete” como la tendencia natural
del ser humano hacia el Bien en sí. Los actos humanos, por tanto, a través de un proceso de
purificación, se orientan hacia este principio que es también Verdadero y Bueno2.
Aristóteles no comparte la idea platónica de que el bien como una realidad en sí, independiente y
que a través de su participación las demás cosas tienen su grado de bien. Antes bien, afirma que
cada cosa tiene su perfección o bien que le es propio. El bien de un ente determinado no tiene
que ser semejante al de otro.

1
Ver PLATÓN, República, VI 484a-511e.
2
Ver PLATÓN, Banquete, 202c-212b.

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