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En este Tema se debe dar razón de que el hombre es faber. Es más, es el único
ser que trabaja. Estamos, pues, ante un asunto netamente humano. En efecto, Dios
propiamente no trabaja (actúa, pero no trabaja); tampoco las acciones de los ángeles se
pueden considerar trabajo (sus actos son inmanentes, no son acciones transitivas); y
tampoco los animales en sentido estricto desarrollan un trabajo, porque con las acciones
que desarrollan ellos mismos no pueden mejorar o empeorar como animales 1. El hombre
cualquier hombre, en cambio, mejora o empeora trabajando y, también, dejando de
trabajar2.
1
Así, el buey que ara no mejora como buey, como tampoco el mulo que carga mejora como mulo; ni el
caballo de carreras es más caballo que ese otro en estado salvaje, ni la cacatúa que sabe andar en patinete ha
desarrollado más que las demás lo esencial de su especie.
2
No es sólo un problema de vagancia, sino el que afecta, por ejemplo, a los jubilados. En efecto, si
éstos han crecido según virtud durante tantos años de su vida precisamente al trabajar, al dejar de hacerlo,
deben ocuparse de otras actividades para que su crecimiento virtuoso siga en aumento.
3
CORREAS, G., op. cit., 294.
4
Cfr. POLO, L., “Conocimiento y trabajo”, en Cuadernos Empresa y Humanismo, Pamplona, 8 (1988),
45-49; “El hombre en la empresa: trabajo y retribución”, Cuadernos de Empresa y Humanismo, 32 (1990),
27-35; MELENDO, T., La índole personal del trabajo humano, Ibidem, n. 21; NAVARRO, M., Trabajo,
cuestión clave, Madrid, Palabra, 1990; BUTTIGLIONE, R., El hombre y el trabajo, Madrid, Encuentro, 1984.
1
perfeccionarse como hombre. El hombre añade porque sobreabunda. A nivel de
naturaleza el ser humano da mucho más de lo que recibe; a nivel de esencia,
irrestictamente más; y a nivel de acto de ser personal, por mucho que dé no se gasta . La
persona es dar. Ahí tenemos otro de los radicales personales. Se introduce el tema del
trabajo para que, a través de él, que es una manifestación esencial (y habitual en todo
hombre), podamos encaminarnos a conocer esa peculiar nota distintiva del núcleo
personal humano, del ser, que es donante, oferente (del que se tratará directamente en el
Capítulo 16).
Para exponer la índole del trabajo es preciso, pues, ver el nexo de conexión de
lo que el hombre hace con él mismo como persona. En efecto, al ejercer cualquier acción
externa, nosotros no somos inmunes a las repercusiones de ella en nosotros . Uno
mejora o empeora por dentro al actuar externamente, al desempeñar
cualquier trabajo. El crecer intrínseco queda referido a la inteligencia y a la voluntad;
y tal crecimiento –como se recordará del Tema 7–, son los hábitos y virtudes
respectivamente. ¿Cuándo se produce ese crecimiento? Con lo que se puede llamar el
“primer trabajo”. Además, este trabajo puede darse sin transformación ninguna de la
realidad física, aunque acompaña siempre a nuestras actuaciones si éstas se dan. Este
primer trabajo también es una donación, pues con él la persona humana perfecciona su
propia esencia.
5
El hombre no es origen de la Naturaleza. Por tanto, tampoco su dueño último. El hombre no es origen
de su naturaleza. Por consiguiente, tampoco su dueño último. El autor de ambas es Dios, y por Él merecen
respeto ambas realidades.
6
POLO, L., Ética socrática y moral cristiana, julio 1994, pro manuscripto, 14.
2
Lo que la persona humana mejora de sí es –conviene insistir–, sobre todo, su
esencia, pues las potencias de pensar y querer forman parte de ella. Puede mejorar
también, pero hasta cierto punto, su naturaleza. No tiene capacidad de mejorar lo que él
es, su persona, porque eso no está en sus manos, no depende de sí, es su acto de ser
íntimo –dirían los clásicos–. La elevación como persona sólo es “tarea o trabajo”
reservado a Dios. Por tanto, el primer trabajo de la persona humana es perfeccionar
inmanentemente su esencia, aquello de su disposición que es intrínseco7. El trabajo es,
por tanto, manifestación del dar personal, porque es un aportar actividad a lo que antes
carecía de ella, y en primer lugar, es aquel dar perfeccionante que cada uno otorga a sus
facultades superiores.
El que el hombre esté hecho para trabajar según el conocido texto del Génesis,
es una buena descripción de la naturaleza y esencia humanas, no de la persona, y
significa que el hombre debe dar, aportar perfección a la realidad perfeccionándose él
mismo. La primera realidad perfectible es, como se ha dicho, su esencia, y derivadamente
su naturaleza. Por eso el hombre que no trabaja miente como hombre, es decir, se
deshumaniza. Esa mentira es un autoengaño. La ausencia voluntaria de laboriosidad es la
mentira más básica –ontológica, diría un filósofo–, que atañe al hombre respecto de su
esencia. La segunda mentira a ese nivel es el trabajar mal, la chapuza, porque con ella el
hombre en vez de perfeccionarse a sí mismo se envilece.
2. Tipos de trabajo
7
A esto obedece seguramente la distinción entre trabajo subjetivo y trabajo objetivo que establece
JUAN PABLO II: “el trabajo es un bien para el hombre -es un bien de su humanidad- porque mediante el
trabajo el hombre no sólo trasforma la naturaleza adaptándola a sus propias necesidades, sino que se realiza a
sí mismo como hombre, es más, en cierta medida se hace más hombre”, Laborem exercens, n. 9, 3. Por lo
demás, advierte el Papa sin trabajo no hay familia “ya que ésta exige los medios de subsistencia que el
hombre adquiere normalmente mediante el trabajo”, Ibid., n. 10. 2.
8
El lenguaje es “un descenso del conocimiento hacia la práctica. Y en este sentido es instrumental”,
POLO, L., “Ser y comunicación”, en Filosofía de la comunicación, Pamplona, Eunsa, 1986, 70. Por eso, “tiene
sentido decir que el lenguaje humano es efectivamente pragmático, o que hay que construirlo. El lenguaje es
del orden de la poiesis. De manera que sin una voluntad de comunicación no hay lenguaje”, Ibid.
3
con el mal uso del lenguaje, es decir, con un uso de él que no sirve para el incremento de
perfección propia y ajena. El no ser veraz destruye el lenguaje. La mentira siempre se
apoya en la veracidad. La mentira total sería la completa inutilidad del lenguaje, el
lenguaje totalmente carcomido. El problema del subdesarrollo no es un problema de
ineptitud, sino de mentir en exceso, asunto que lleva a que nadie se fíe de nadie, es decir,
a la desorganización de la sociedad, que aboca a no promover el bien común.
Todo hombre aporta más que recibe a lo largo de su vida: también los niños y
los ancianos. En efecto, los niños, con su cariño, sencillez, etc., nos ofrecen la posibilidad
de que los demás ganemos más por dentro, que mejoremos en nuestro saber y querer, en
lo que se ha llamado el primer trabajo. Los ancianos también nos permiten crecer en ese
ámbito, no sólo con su ejemplo, experiencia, consejo, etc., sino también en la oferta que
nos brindan para que les ayudemos. También los jóvenes y maduros, con su vida y su
trabajo, aportan más que consumen. ¿Y los que sólo buscan lo suyo y poco aportan? “A
mocedad ociosa, vejez trabajosa” 9, decía el refrán; y aunque su vejez no fuese trabajosa,
será lamentable, porque tarde o temprano se verá con las manos (internas y externas)
vacías de buenas obras. A ese lamento personal el cristianismo añade un acento de
especial gravedad, porque afirma que al final de esta vida uno será juzgado según sus
obras10.
9
CORREAS, G., op. cit., 27.
10
Cfr. Rom., 2, 6; Apoc., 2, 23; Ibid., 14, 13; Ibid., 20, 12 y 13, etc.
4
relación interpersonal, que es aquélla que tiene como conectivo el lenguaje (ej. dar clase
y asistir activamente a ella; dar una ley justa y obedecerla mejor o peor; colocar señales
de trafico en las calzadas y respetarlas o transgredirlas, etc.), y b) la de producción,
aquélla cuya conexión es la transformación sensible de un proceso (ej. fabricar tornillos
con aluminio, construir muebles con madera, edificar una casa con ladrillos, etc.) 11.
11
Cfr. POLO, L., Ética. Hacia una versión moderna de temas clásicos, México, Panamericana, 199, c.
V, 240-252.
12
Por eso, en las relaciones que se denominan de gobierno, cuando el que habla o manda no aprende de
su interlocutor o de quien obedece, la política se convierte en economía, pues no se mira a la perfección
intrínseca que cada uno puede lograr de su relación con los demás, esto es, el mejoramiento de los que hablan
y escuchan, sino que se terminan buscando intereses extrínsecos materiales, y por ello, lucrativos.
5
demás, a su intimidad y a Dios, la acción productiva se abre a tales realidades como a sus
destinatarios. Y ello es así porque la acción se subordina a la persona, y ésta es
coexistente con aquellas realidades. En concreto, “la acción poiética no es solamente una
continuación de la naturaleza del hombre, ni un mero resultado, sino que ha de referirse a
destinatarios. Éstos son: el universo material, al que perfecciona o deteriora: el actor, que
se compromete en la acción y es afectado positiva o negativamente por ella; el
beneficiario, que son otras personas humanas, para las que la acción es provechosa o
nociva; Dios, que es quien encomienda al hombre el hacer, a quien puede –y debe– ser
ofrecido, y juzga su valor en última instancia, aceptándolo o no” 13. Obviamente, estos
destinatarios no son todos iguales, sino distintos realmente; por ello, los inferiores se
deben supeditar al superior.
El estudio favorece los hábitos de la inteligencia, que son diversos, puesto que
las parcelas de la realidad a conocer también lo son. Los hábitos son más o menos altos
en la medida de los temas que se conozcan, es decir, son jerárquicos. La voluntad mejora
a través del trabajo, pues merced a él adquiere virtudes referentes a uno mismo y también
a los demás, esto es, virtudes sociales. Estudio y trabajo son, pues, dos realidades
humanas de las cuales el hombre no debe prescindir, porque sin ellas se deshumaniza, ya
que sin ellas no llega a disponer. Lo más alto de lo que se adquiere son los hábitos de la
inteligencia y las virtudes de la voluntad. De ahí que el estudio amoroso de la verdad, y el
trabajo constante, en el que intervienen la inteligencia como la voluntad, sean para el
hombre sumamente convenientes. Daremos sólo lo que sepamos, y lo daremos según el
querer con que apreciemos las realidades conocidas.
13
POLO, L., Sobre la existencia cristiana, Pamplona, Eunsa, 1996, 179.
14
LLOYD ALEXANDER, Taran el errante, Madrid, Alfaguara, 2003, 231.
6
que un hombre esté ocioso o que dedique su jornada a actividades que conlleven el
descuido de la reflexión y del trabajo. Aparte de la pérdida de perfección humana que ello
comporta, que es la privación más lamentable, las manifestaciones de la ausencia de
investigación y de trabajo son múltiples y deplorables, también a nivel social, nacional y
mundial. Además, es un asunto de coherencia, pues “si la definición de vida es el
moverse, éstos (los ociosos) no tienen acción propia ni obran cosa que valga: ¿qué más
muertos los quieres?”15. Se trata de la muerte por inanición de la esencia humana.
Tras la adquisición del saber hay que trasmitirlo, y lograrlo de modo que sean
asequibles a los demás, en breve tiempo, aquellos descubrimientos nuestros que nos
hayan llevado gran número de horas de investigación o de saber acumulado tras darles
vueltas a las experiencias de nuestra vida. El que sabe no se cansa de aprender; tampoco
de dar, pero no trivializa lo dado, porque el don es aquello en que se ha empleado una
persona y aquello que va destinado a personas. Por eso la despersonalización del trabajo
es deplorable.
15
GRACIÁN, B., El Criticón, Madrid, Cátedra, 1980, 712.
16
PÉREZ LÓPEZ, J. A., Teoría de la motivación en la empresa, glosado por POLO, L., “El hombre en la
empresa: Trabajo y retribución”, Cuadernos de Empresa y Humanismo, Universidad de los Andes, 1, 27-35.
17
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, l. X, cap. 7, 1177 b 4-5.
7
facultades superiores humanas que carecen de soporte orgánico: la inteligencia y la
voluntad. Tales enfermedades se pueden llamar, respectivamente, ignorancia y pereza.
El acto de ser del hombre es persona, y el ser personal no está hecho para
cansarse, pero si abdica de sí aparece un cansancio muy agudo. Lo que más cansa al ser
personal humano es su progresiva pérdida, que se manifiesta en forma de tristeza. La
persona que acepta su ser no necesita descansar porque es descanso. Descanso a ese nivel
es paz. Paz, que es íntima e incomprensible sin trato con Dios 18. Tampoco es apropiado
decir que Dios descanse, a menos que se diga metafóricamente, sino que es descanso
eterno. Si Dios es personal y es descanso, también la persona humana debe serlo al menos
en proyecto, puesto que es imagen suya. Si la persona humana no está diseñada para
cansarse, y es claro que algunos no se cansan de ser personas, ¿por qué la naturaleza
18
“La paz de Dios supera todo conocimiento”, Filipenses, cap. 4, vs. 7.
8
humana no sólo se cansa sino que además muere? Porque no ésta suficientemente unida a
la persona humana. ¿No sería más lógico que lo estuviera? Sin duda alguna. Entonces,
¿por qué no lo está? Porque su unión con ella está herida. ¿Por qué se ha producido tal
herida? Por ninguna razón, sino precisamente por falta de ella 19.
En rigor, todo descanso adquiere un sentido distinto en cada quién según cómo
éste se sepa o no, más o menos, la persona que es. Para un cristiano, por ejemplo, el
descanso dominical está mucho más lleno de sentido divino que para quién no lo es.
Admite, a su vez, que el descanso final, el del Cielo, sólo es para aquellos que han sabido
descansar en esta tierra. No para quienes quieren descansar, puesto que eso lo persiguen
la mayoría, sino para los que saben descansar de acuerdo con el ser distinto e irrepetible
que cada uno es. Pero esto no es sólo cristiano, pues todo hombre está abierto a Dios. Por
el contrario, para quien prescinda de Dios, por el contrario, no sabrá descansar según uno
es, puesto que desconocerá su intimidad y el sentido radical de su propio ser y de su vida,
que sólo Dios puede manifestarle, sino que descansará según él quiera o se le antoje. ¿El
mejor descanso? Estar a solas con el mejor Amigo: estar a solas con Dios. En suma,
saber descansar en esta vida no sólo es una necesidad para el cuerpo, sino que es
pregustar o comprender que en la vida personal no cabe cansancio, y que uno está
llamado a ser descanso eternamente feliz.
4. ¿Cultura o “culturalismo”?
9
anteriormente por el acto de pensar. Sin pensar sería imposible construir, fabricar,
elaborar productos. Producir no es ninguna operación inmanente humana (como lo es el
ver o el pensar), sino un proceso histórico que promueve efectos externos al hombre. Por
eso no se confunden las virtudes con los productos, con los resultados. Si así fuera, el
hombre sería más perfecto como hombre en la medida en que dispusiese de más bienes
culturales, lo cual es evidentemente falso. No se puede confundir la ética con la cultura.
Si eso sucede se cae en la ética de situación. A los efectos elaborados por la actividad
productiva humana (casas, libros, etc.) los griegos los llamaban ta prágmata, y a las
acciones que permiten elaborarlos póiesis. Estamos en el ámbito de la pragmática, de
aquellas acciones que tienen efecto en una realidad exterior al hombre.
21
Los de ciudad suelen decir de la gente del campo que no son tan cultos como ellos, que carecen de
sentimientos delicados, etc., Pero, precisamente por eso, “no se molestan ni ofenden por cosas que a nosotros
nos molestan mucho, pero tengo entendido que son muy virtuosos. Hay quien se conforma con eso, y en
realidad debemos alegrarnos de que no les afecten las pequeñeces que tanto nos alteran a nosotros”, DICKENS,
Ch., David Copperfield, Barcelona, Ed. Juventud, 1962, 190.
10
las drogas, una tendencia a la unidad idiomática, económica, etc.), y otras negativas por
deshumanizantes (una uniformidad en los modos rastreros de hablar y vestir, una
tendencia al esteticismo, un relativismo ético, la permisividad en torno al aborto, a la
eutanasia, a la banalización del sexo, a la procacidad televisiva, etc.). Esta especie de
“globalización” cultural debe ser compatible, por lo demás, con salvar las costumbres
propias de los diversos regionalismos o particularismos. Sin embargo es pertinente
insistir el hombre no se reduce a la cultura. Si eso fuera así, el hombre, cada quién, sería
un producto de sus propias manos, asunto que no acaece. La cultura está en manos del
hombre, no al revés; por eso podemos modificarla, y también por eso, es un deber ético
fomentar los logros culturales que más humanizan y rechazar aquellos que deshumanizan.
La ética rige la cultura, no a la inversa, porque la ética es inmanente y la cultura
transitiva.
Cabe pensar sin actuar, es decir, cabe pensar por pensar, por saber. También
cabe el pensar derivado o extendido a la acción, ayudándola, posibilitándola. El pensar es
posibilitante del hacer. Cabe también lamentablemente en demasía hacer cosas sin
pensar demasiado, y también cabe hacer algo (tomar alcohol, dogras, ver TV, etc.) para
inhibir el pensar, y con él la decisión. Cuando eso último sucede, las acciones casi
siempre dan lugar a pésimos resultados. Otro motivo más para evitar la fusión
pragmática entre acción y pensamiento. También por ello el hombre no es un producto
cultural o del trabajo, como postulaba Marx, precisamente porque el pensar es previo al
hacer, aunque luego lo acompañe atravesándolo de sentido y, asimismo, lo siga.
11
Lo cultural no sustituye a lo natural del universo sino que lo desarrolla. Por
eso, y por ser un fruto humano, como dice un novelista, a veces es superior a los bienes
de la naturaleza: “mira ese jacarandá del jardín: hoy vale porque da flor y sombra, pero
mañana, cuando se muera como mueren los árboles, en silencio y de pie, nadie volverá a
acordarse de él. En cambio, si lo hubiera pintado un gran artista, viviría eternamente” 22.
Desarrollar lo natural del cosmos perfeccionándolo se consigue a través del trabajo y de
la técnica. Perfeccionar lo esencial del hombre, como se ha dicho, se realiza por medio de
los hábitos y de las virtudes. Ahora es menester unir las dos tesis de este modo: sin
hábitos y virtudes la cultura es imposible, y el fin de la cultura es crecer en hábitos y
virtudes. Con todo, cabe notar que la segunda parte de esa tesis no resplandece en
demasía en nuestro ámbito social.
Los hábitos y las virtudes son un modo de poseer superior a la cultura, porque
éstos poseen nuestros actos, mientras que con la cultura se poseen productos, y
obviamente un acto inmaterial es superior a una realidad física. Por eso los hábitos y las
virtudes no se reducen a cultura, y son, además, el puente entre la persona y lo cultural.
No sólo eso, pues si bien son origen o condición de posibilidad de lo cultural, también
son su fin. En efecto, el orden entre los diversos modos de posesión está en subordinar los
inferiores a los superiores: lo cultural a lo ético; la praxis productiva a la praxis ética. Y
toda praxis a la persona humana, que más que poseer es ser.
Prescindir de los bienes de la cultura por una concepción naturalista del hombre
conlleva el empobrecimiento humano (recuérdese el modo de vida de Diógenes Laercio),
porque los hallazgos culturales acordes con el mejoramiento de la vida natural, temporal,
humana son medios para que a través de ellos el hombre se acerque más y mejor a su fin.
Los medios tomados en su conjunto son imprescindibles para acceder al fin, pero no son
necesarios éstos o los otros. Es imprescindible que usemos medios, porque el hombre no
es un ángel, y a pesar de que los medios son medios, sin ellos no se alcanza el fin. Esos
medios pueden ser unos u otros, pero sin medios no se logra el fin. No obstante, no todos
los medios acercan por igual al fin: unos más, otros menos, y aun otros entorpecen la
consecución del fin, y ello más por culpa de quien usa mal de los medios o los toma como
fin, que por culpa de los medios. Los medios, además, constituyen entre sí un entramado
ordenado. Eso es claro, por ejemplo, en las profesiones. Todas son suficientemente
distintas si bien todas tienen que ver entre sí, de modo que si nos faltaran, por ejemplo,
las enfermeras, o los médicos, o los farmacéuticos, o los carpinteros, etc., el colapso
social sería inevitable.
Por tanto, si bien es verdad que la cultura no cierra, que no hay una última
manifestación cultural, también hay que tener en cuenta que es conveniente adoptar
aquellas posibilidades culturales abiertas que sean más acordes con el mejoramiento
22
CASONA, A., Los árboles mueren de pie, Madrid, Espasa Calpe, 1991, 159.
12
humano y, a la par, rechazar las que lo impiden. En cualquier caso, no conviene olvidar
que esos condicionamientos culturales ayudan o impiden crecer en humanidad, es decir,
ayudan (no determinan) a educir perfección de la naturaleza y esencia humanas, pero no
perfeccionan a la persona como persona, que está por encima de su naturaleza y esencia;
también de los productos culturales, pues puede con ellos. La cultura recibida de las
generaciones que nos han precedido, si es verdaderamente humana, es decir, si favorece
el crecimiento del hombre, no debe ser rechazada. Se recoge en una tradición abierta a
nuevas posibilidades. Ya no tenemos que partir de cero en todo. No hace falta volver a
descubrir el motor a reacción, por ejemplo. Esta tradición se condensa y recoge en la
historia. Todas esas manifestaciones retenidas abren nuevas posibilidades factivas (no
meramente lógicas u ontológicas, sino posibilidades de acción) que fraguan nuevos
productos que no culminan jamás.
5. La técnica y el arte
Es verdad que de los tres únicos tipos posibles de actividades prácticas, ética,
política y técnica, es precisamente ésta última la que está más desarrollada, pues la ética
está famélica, y la política está en aprietos debido a la falta de fundamentos del orden
internacional, y en muchos casos también del nacional, a la incapacidad y la corrupción
de sus representantes, etc. A pesar de ser eso cierto, el mito del progreso se está
derrumbando por diversos factores, como por ejemplo, la ecología, la llamada
23
Cfr. POLO, L., “Dios en la historia: la Providencia”, Pamplona, 1995, pro manuscripto.
24
Sentencias político-filosófico-teológicas (en el legado de A. Pérez, F. de Quevedo y otros , Barcelona,
Anthropos, 1999, II Parte, n. 754, 167.
25
Cfr. DESSAUER, F., Discusión sobre la técnica, Madrid, Rialp, 1964.
13
postmodernidad, etc. La visión que hoy se tiene de cifrar todas las esperanzas en lo
técnico o en lo científico es para unos más pesimista que antaño, para la mayoría, más
moderada y realista.
La técnica no está equilibrada con las demás disciplinas, tanto teóricas como
prácticas, pues intenta subordinarlas todas a sus intereses. En efecto, los avances teóricos
físicomatemáticos, por ejemplo, están en función de la construcción de nuevos aparatos
con fines pragmáticos (ej. la aeronáutica, la telemática, etc.). A su vez, la ética aparece
subsumida en la técnica, de tal modo que se intenta llegar a considerar como bueno lo que
la técnica permita (ej. la fecundación in vitro, la clonación, etc.). También la política se
subordina hoy a la técnica, y por ello viene a ser socialmente aprobado, o relevante, lo
que la tecnología permita (ej. la manipulación de células embrionarias, etc.).
26
Cfr. HÖFFNER, J., Problemas éticos de la época industrial, Madrid, Rialp, 1962.
14
es susceptible de ser embellecida irrestrictamente por cada persona humana, y entonces se
habla de almas bellas o hermosas. Pero si cada persona es fuente de esa belleza esencial,
cabe asimismo preguntar si la belleza es una cualidad inherente a la intimidad personal.
En rigor, se trata de la cuestión de si la belleza es un trascendental personal. Como
veremos en la última parte del Curso, el ser, la verdad y el bien son trascendentales que
en la persona humana se presentan intensificados según la coexistencia, el conocer y el
amar personales. Pero en esas lecciones no se aborda la trascendentalidad de la belleza
personal humana. ¿Debemos hacerlo ahora? Sólo colateralmente.
6. La economía y la empresa
27
TOMÁS DE AQUINO, Suma, Teológica, I ps., q. 5, a. 4, ad 1. Para el de Aquino la belleza se convierte
con el bien (“sunt idem in subiecto…tamen rationes differunt”, In de Div. Nom., c. 4, l. 5; “pulchrum
convertitur cum bono”, Ibid., c. 4, l. 22).
15
hombres son. También se ha indicado que el hombre es más aceptar que dar respecto de
personas, pero que es más dar que aceptar respecto de cosas. Si en este ámbito el hombre
es dar, la economía, más que en la demanda, se debe basar en la ley de la oferta.
Sin libertad personal decíamos es imposible la ética. En este Tema hay que
añadir que sin libertad tampoco cabe el trabajo, y que sin él, es imposible la economía.
Por ello, las ciencias empresariales son ciencias humanas. No lo serían si las leyes
económicas no estuvieran subordinadas a la libertad humana. En rigor la economía
depende de la decisión humana. Se trata, pues, de ver que el hombre es un "ser
económico" desde su raíz, de cómo lo es, y para que lo es. Se pretende buscar, por
consiguiente, la dimensión profunda del ser humano que posibilita la economía, la
esclarece y la canaliza. Dirigimos, pues, la mirada a esas manifestaciones en la esencia
del hombre, visto éste como ser económico, para adentrarnos en su intimidad personal de
donde aquéllas nacen.
Las reglas de la economía dicen cuál es el mejor modo de emplear los recursos
para la realización de un proyecto normalmente se reducen a esto: “mínimo gasto,
máximo rendimiento”, partiendo de que ese proyecto se ha previsto y decidido de
antemano. Sin razón práctica no cabe descubrir alternativas, y sin ellas no caben las
leyes económicas. Ahora bien, como la razón práctica debe subordinarse a la voluntad
recta, la economía depende de decisiones, porque decidir es de la voluntad. Como la
rectitud de la voluntad es un tema ético, la economía depende de la ética. Del diverso
modo de asignar recursos a determinados proyectos surgen los precios, y en
consecuencia, el dinero. Ello indica que el economista depende del que propone
objetivos. Este último suele ser el empresario. De ahí la importancia capital de que los
16
empresarios aprendan a valorar y a decidir sobre los diversos objetivos prácticos. Ese
saber práctico no es económico, sino en primer lugar saber y en segundo lugar ética.
28
Cfr. SIMON, J., Discursos pronunciados en la investidura del Grado de Doctor "Honoris Causa", Prof.
Douwe D. Breimer (Farmacia), Emmo. y Revmo. Sr. Card. Joseph Ratzinger (Teología), Prof. Julián L.
Simón (Economía), Universidad de Navarra, Pamplona, 31 de enero de 1998; El último recurso, versión
española de Casas Torres J.M., Madrid, Dossat, 1986.
17
La economía es posible porque el hombre es susceptible de posesión práctica.
La economía es un modo de tener, justamente el inferior entre los posibles al hombre (el
teórico, el de hábitos y virtudes, etc.). La economía es el modo de tener práctico del
hombre. Es la adscripción de propiedades en relación con el cuerpo humano,
absolutamente necesaria para la viabilidad de éste. Ahora bien, dado que es el modo más
bajo de posesión, debe estar subordinado como ya se dijo a los superiores. Eso indica
que es medio respecto de los otros que son fines. Si se convierte en un fin en sí (ej.
capitalismo salvaje), el hombre no sólo asegura su infelicidad, porque se conforma con
poseer lo de menor valor y de poseerlo endeblemente, sino que también impide el
crecimiento de la economía, porque ésta incrementa en la medida en que el trabajo se
convierte cada vez en más cognoscitivo, más humanizado, menos material. Tener
significa ser dueño. Ser dueño de las cosas poseídas y dueño de la actividad práctica
indica que tales realidades están en función del hombre y no el hombre en función de
ellas. El hombre ejerce un señorío sobre sus propiedades y sus acciones.
29
POLO, L., “Tener y dar”, en Estudios sobre la "Laborem Exercens", Madrid, B.A.C, 1987, 206,
reeditado en Sobre la existencia cristiana, Pamplona, Eunsa, 1996.
30
“Una empresa es la promoción de la actividad humana, en tanto que la actividad humana es
productora”, POLO, L., “Hacia un mundo más humano”, en La persona humana y su crecimiento, Pamplona,
18
explicable sin los demás (la persona es coexistente) su economía tampoco puede ser
asunto de intereses individuales. De ahí que sea la empresa y no el individuo el agente
económico real. La actividad empresarial consiste en la organización de actividades
prácticas, no sólo en realizarlas, sino en organizarlas. Las mejores empresas no son las
que más producen, sino las mejor organizadas. Además, a la larga producirán más y
asuntos mejores. La empresa es, pues, ante todo, un asunto humano, no un asunto
económico o político. Y es, además, uno de los mejores factores humanizadores de la
sociedad, porque ésta es muy compleja, y sólo una serie de equipos especializados en esa
diversidad de problemas pueden dar solución a los mismos.
Por otra parte, la empresa y la política también están relacionadas. Ambas son
sedes de poder, y a ambas debe caracterizar la unidad en el poder, pues un poder en el
que no se da unidad en el gobierno es un poder problemático; un poder que se toma a sí
como problema, en vez de ser precisamente lo contrario: el solucionador de los
problemas. El logro de esto, no obstante, lo tiene más fácil la empresa que la política a
gran escala, pues por definición la empresa es un proyecto unitario, nacido de una
comunidad de fines. En cambio, la política tal como hoy se presenta, debido a la
mentalidad partidista, es un equilibrio de poderes más que una unidad en el poder.
Además, la empresa es susceptible de delegar el poder mucho más y mejor entre sus
miembros, de tal manera que logre la responsabilidad e iniciativa de sus trabajadores,
indispensable para la buena marcha de la empresa, asunto más arduo en la política, cuya
distribución del poder entre sus componentes no es fácil. En esto es la empresa quien
puede dar lecciones en el futuro a los gobernantes.
19
la par que fomentar la libertad y la responsabilidad de sus trabajadores, de modo que
éstos no se consideren unos “mandados”. La capacitación de dirigentes y empleados, y el
hacer la empresa propia, con la responsabilidad que ello conlleva, es garantía de eficacia.
Se puede decir por eso que el cometido de un empresario es parecido al del educador, o al
del líder positivo, teniendo en cuenta que en este caso el liderazgo no es individual, sino
propio de una organización en la que todos sus miembros crecen.
Por su parte, lo que caracteriza a un buen trabajador es, como su nombre indica,
trabajar mucho y bien. No sólo es cuestión de talento o de oportunidades, sino de trabajo
libre y responsable33. Sin libertad la economía es precaria. La esclavitud de todas las
épocas ratifica este aserto, una de cuyas últimas muestras nos la brinda el comunismo. Sin
embargo, la empresa no la forman sólo los dirigentes ni sólo los trabajadores, sino unos y
otros aunados bajo un fin común. Si ambos, capitán y jugadores, no son conscientes de
que juegan en el mismo equipo para ganar en humanidad y económicamente, la empresa
fracasa como tal. Por eso el futuro del trabajo en la empresa no hay que cifrarlo en la
tecnología, que no pasa de ser un medio, sino en la intercomunicación, en el diálogo, en
la organización entre empresarios y trabajadores que las nuevas tecnologías exigen.
33
“El talento y las oportunidades son los lados de la escalera que todos los hombres deben ascender,
pero los peldaños sólo pueden formarse con afán, sinceridad y trabajo serio y honrado. Las reglas de oro de
mi vida han sido siempre no poner nunca la mano en cosa alguna en que no pudiera poner mi ser entero, y no
despreciar nunca mi trabajo, fuere el que fuere”, DICKENS, Ch., David Copperfield, Barcelona, Ed. Juventud,
1962, 380-1.
20
7. Pobres ricos y afortunados pobres
Según lo sentado más arriba, es pobre el que no saca partido de sus capacidades.
De modo que tanto los que la sociedad llama ricos como los que denomina pobres pueden
encuadrarse dentro de un estado lamentable de miseria humana, si esas personas no dan
de sí lo que pueden y deben dar 34. Si bien todos los hombres deben dar, puesto que son
sociales por naturaleza35, el dar de cada quién es distinto. Pretender a ese nivel el
igualitarismo es la mayor injusticia, aquélla que exige y da por igual a personas
desiguales. Los hombres son socialmente desiguales, y los trabajos en que se emplean
también son distintos. La justicia no es exigir y dar a todos lo mismo, sino en hacerlo de
modo que las desigualdades sean ventajosas para todos. Justicia es dar a cada uno lo
suyo, pero no “lo mismo”, que es la mayor injusticia 36. Y “lo suyo” de cada quién de
ninguna manera se reduce sólo a lo económico. Si se cae en esta cortedad de miras, la
riqueza y la pobreza materiales son inevitables.
Muchos son los que se preguntan, la mayoría de los cuales son los que lo
padecen, por qué existe el subdesarrollo37. La respuesta, si somos coherentes con lo
establecido, no puede ser más que ésta: se debe a una oferta débil y desordenada. La
oferta mediocre es debida siempre a una falta de capacitación y desorden laboral. Junto a
ello hay agravantes como, por ejemplo, la omisión de la justicia distributiva por parte de
las minorías dirigentes del país (ej. países del Este de Europa, africanos, asiáticos, latinos,
etc.). La raíz de este error reside en que las personas no dan de sí lo que pueden dar; no se
trabaja en serio y ordenadamente. ¿Cómo salir del subdesarrollo? La salida de la penosa
situación de los países subdesarrollados pasa por la educación, por la enseñanza, por el
formar a la juventud en vistas a la confección del bien común, no del bien particular, y
eso desde la infancia y durante muchas décadas. En consecuencia, un gobierno de un país
en esa penosa situación que no invierte lo necesario en educación es un gobierno que no
está a la altura de las circunstancias; es un gobierno del que se puede decir que desconoce
qué sea el bien común. Ahora bien, como la cumbre de la educación es la universidad, y
dado que ésta en esos países no dispone de recursos suficientes para superar el estado de
mediocridad que padece, es absolutamente necesaria la ayuda de la empresa privada.
De modo similar, cabe preguntar también ¿por qué se han venido abajo los
grandes imperios, los países más desarrollados en una determinada época (Egipto, Grecia,
Roma, España, Francia, Inglaterra, Alemania, etc.)? Al leer con calma la historia de la
humanidad uno se siente tentado a darle la razón a ese clásico adagio que reza así: “Más
34
Por esto señala POLO, L., que rico no se contrapone a pobre y viceversa. Cfr. “Ricos y pobres.
Igualdad y desigualdad”, en La vertiente humana del trabajo en la empresa, Madrid, Rialp, 1990, 75-143.
35
El hombre es social por naturaleza porque es familiar. Sin sociedad no hay posibilidad de vínculo
contractual. La división del trabajo es tan primaria como la sociedad misma. En efecto, esta división se da en
primer lugar en la familia y luego se extiende a la sociedad. En la familia todos aportan, hay coordinación y
colaboración, pero no igualitarismo, porque no todos saben cocinar salsa de champiñones, o arreglar el
automóvil, o planchar las camisas, etc. El igualitarismo rompe la familia. Si es social, destruye la familia y la
sociedad.
36
Por eso el comunismo, y no pocas veces el socialismo, hacen imposible la justicia conmutativa. Por
otra parte, si bien el capitalismo puede respetar la justicia conmutativa, no garantiza con ello la justicia
social, de modo que la desigualdad vigente se vuelve injusta. Dar, ofrecer, lo suyo de cada quien cuando se
trata de una sociedad entera es mucho más que dar a un grupo o a particulares, por eso, la justicia distributiva
es superior a la conmutativa. También por eso, el político corrupto es el más injusto de los hombres, porque la
clave de su labor debe ser ofrecer a todos, no acaparar de todos.
37
El subdesarrollo es la desorganización en la división del trabajo. Los países en tal régimen lo sufren
porque trabajan poco y desorganizadamente. Cfr. POLO, L., “Hacia un mundo más humano”, en La persona
humana y su crecimiento, Pamplona, Eunsa, 1996, 55.
21
reinos padecieron y se perdieron por falta de hombres que de dinero” 38. O de otra manera
no menos clásica: “Ganar amigos es dar dinero a logro y sembrar en regadío. La vida se
puede aventurar para conservar un amigo y la hacienda se ha de dar para no cobrar un
enemigo”39. Primero las personas, luego la producción. Si se invierte formando hombres
capaces, el país sale adelante. Las personas son superiores a las cosas. Se debe invertir en
cosas para que crezcan las personas, no al revés. La inversión en armas, por ejemplo, no
ha creado lazos de unión sino de enemistad, y ha constituido siempre un agujero negro
para las economías nacionales.
8. El sentido de la propiedad
38
Sentencias político-filosófico-teológicas (en el legado de A. Pérez, F. de Quevedo y otros), Barcelona,
Anthropos, 1999, II Parte, n. 621, 149.
39
ALEMÁN, M., Guzmán de Alfarache, I, Madrid, Cátedra, 1979, 295. Y más adelante: “mejor es
hombre necesitado de dineros que dineros necesitados de hombre”, Ibid., 330.
40
CERVANTES, M. De., El Quijote, 2ª Parte, Madrid, Ed. Castilla, cap. IV, 505.
22
corpóreopragmática lo mide la apertura de posibilidades y el fin de las mismas que cada
adscripción permite.
Además, es manifiesto que el hombre no sólo puede sacar partido ordenado del
mundo en vistas a su propio beneficio, sino que puede hacerlo en vistas al beneficio de
los demás. No es que necesariamente esté obligado a ello, pero es evidente que lo puede
hacer libremente. Ahora bien, lo que favorece la libertad es de mayor valía que la
necesidad natural. Al hombre le va bien, le perfecciona, tener posesiones conjuntamente
con los demás. El tener entre los hombres es mutuo (ej. uno no construye aviones
comerciales, autopistas, restaurantes, etc., sólo para sí, sino para tener viajes,
celebraciones, etc., con los demás). La vivienda, en este sentido es un modo de tenercon
la familia. El idioma, un modo de tenercon propio de un pueblo, de una nación, de
varias, etc. Las costumbres, un modo de tenercon una raza, sociedad, etc.
Todas las cosas que el hombre posee dicen relación unas con otras, como
considerábamos más arriba. También advertíamos que ese nexo de imbricada
dependencia, bien descrito como plexo41 por Heidegger en Ser y Tiempo42, es mucho más
notorio en las cosas artificiales que en las naturales, pues fabricamos unos artefactos en
vistas de otros (ej. el automóvil dice relación con la carretera, las señales de tráfico, el
garaje, el taller mecánico, la bomba de gasolina, etc.). Por eso mismo, la propiedad
privada no puede ser absoluta, porque si la absolutizamos, esos asuntos poseídos dejan de
ser medios y se convierten en fines. Al dejar de ser medios deterioran el plexo y provocan
disfunciones. Es buena la propiedad privada, y es buena la propiedad común, pero ni una
ni otra son absolutas.
41
Plexo es el conjunto de bienes mediales, pragmáticos, interrelacionados entre sí. Se puede distinguir
entre una sintaxis pragmática y una semántica pragmática. La primera es la conexión de medios entre sí. La
segunda es la comprensión del plexo medial. Cfr. FRANQUET, M.J., “Sobre el hacer humano: la posibilidad
factiva”, en Anuario Filosófico, XXIX, (1996) 2, 556.
42
Cfr. HEIDEGGER, M., Ser y tiempo, ed. española traducida por GAOS, J., México, FCE., 1989, & 15,
82.
43
Cfr. LONDOÑO, C.M., Libertad y propiedad, Madrid, Rialp, 1965.
23
maleducada nos sólo deteriora los bienes privados, sino también y con más énfasis los
públicos. Los grupos marginados (o automarginados), que no se caracterizan
precisamente por sus buenos modales, rompen escaparates, vehículos, contendores de
basura, autobuses, no respetan las leyes justas 44, etc. La reciprocidad con ellos debe ser
educativa. Pero ¿cómo educarles? A corto plazo: haciendo pagar de su bolsillo lo que han
estropeado. A la larga, educándoles en las familias y en las escuelas desde pequeños en el
bien común.
Suele decirse que el avaro no disfruta ni de sus propios bienes a causa de sus
desmedidas preocupaciones con que los mira, y también es claro que no disfruta del bien
común porque no es copartícipe de él. Respecto de él le invade la envidia, que en
palabras de Tomás de Aquino es la tristeza respecto del bien ajeno; un vicio tan absurdo
que al cuerdo D. Quijote le hizo exclamar: “¡Oh envidia, raíz de infinitos males y
carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho traen un no sé qué de deleite consigo,
pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias” 45. No parece, pues, que la
naturaleza humana esté hecha para poseer exclusivamente bienes económicos y para
poseerlos en exclusiva.
“Nadie da lo que no tiene” suele repetirse. Pero, en rigor, uno siempre puede
dar porque es dar. Ese es nuestro ser nuclear, un dar que es personal, y que, por eso, no
se agota dando, como no se agota el amor de un esposo a su esposa por mucho que dé.
Por eso, ese otro modo de dar que es nuestro trabajo está en perfecto parangón con el dar
personal que uno es y también con el Dar divino, pues tampoco su Dar se empobrece
tanto al crear como al elevar a las criaturas. En este sentido se puede entender la
cooperación humana en la creación divina.
44
“No es mucho que tenga mala condición quien no tiene buena ley”, QUEVEDO, F. De., Historia de la
vida del Buscón llamado Don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños, Madrid, Ed. Biblioteca
Nueva, 1999, 122.
45
CERVANTES, M. de, El Quijote, 2ª Parte, Madrid, ed. Castilla, 523.
24
en sus manos este cometido. Sólo Dios puede aceptar de modo pleno a la persona
humana.
Por tanto, la peor desgracia que le puede suceder a un hombre es que Dios no lo
acepte. Dios no puede aceptar a un hombre como persona cuando éste ha abdicado de su
ser personal. La negativa divina a aceptar a un hombre no parte, pues, de Dios, sino que
depende de que cada hombre no se acepte a sí mismo como quién es. En efecto, si un
hombre no se acepta, no se entrega, y si no se entrega, Dios no lo puede aceptar. Sólo se
da como persona quien se acepta como quién es. Del mismo modo, sólo se da a alguien
con sus obras si se reconoce y se acepta como dar. La segunda desgracia, que sigue a la
precedente, estriba en que Dios no acepte las obras de un hombre. No las acepta porque
son malas, es decir, carentes de sentido humano. No todas las obras son “iguales”; unas
tienen más sentido que otras. En consecuencia, Dios acepta más unas que otras. Por eso, a
Dios no se le pueden ofrecer chapuzas, sencillamente porque, por carentes de sentido, él,
que es la Verdad completa, no las puede aceptar.
***
Si Dios no acepta a la persona humana como tal, ésta pierde su sentido. Perder
el sentido personal acarrea la progresiva pérdida del carácter personal. Es como ir
dejando paulatinamente de ser persona, que en el fondo es lo que tal hombre deseaba
cuando libremente cerraba sus ojos a su intimidad y a su trascendencia, cuando uno
libremente se guardaba y eludía la donación enteriza de su ser. Dios, que no se contradice
jamás, y que durante toda la vida histórica del hombre siempre respetó la libertad tan
pobre de esa criatura que, por miedo a su libertad, no se jugó enteramente su libertad de
destino a la suprema felicidad, sino que la guardó egoístamente en un pañuelo y la enterró
bajo tierra, al final de la vida humana, Dios sigue respetándola. ¿Qué significa que Dios
respete post mortem esa libertad humana tan mostrenca? Que quien libremente no quiso
nunca ser la persona que estaba llamada a ser y ahora tampoco lo quiere, Dios acepta que
no lo sea. ¿Y que le pasa entonces a ese hombre? Que pierde progresivamente sin
posibilidad de recuperarlo aquello que nunca aceptó ni buscó: su sentido personal. De
modo que tal hombre tras vivir sin sentido personal durante la vida presente, se encuentra
sin sentido personal definitiva y permanentemente.
Por el contrario, ser aceptada por Dios significa para la persona humana, sin
dejar de ser la persona humana que se es, ser elevada como persona, es decir, divinizarse.
La clave de la vida natural es el crecimiento; la de la personal, la elevación. La
"economía" de la salvación estriba en la progresiva elevación de la persona humana. La
elevación se ha dado a lo largo de la historia y se da a lo largo de la vida de cada persona
humana. En la otra vida, la teología habla de glorificación. ¿Qué añade la glorificación a
la elevación si ésta ya es una divinización? Puede significar esto: que Dios se da a la
criatura personal de modo pleno tal cual ésta puede aceptar a Dios, no tal cual Dios puede
ser aceptado. En suma, este Tema nos permite describir al hombre como "ser trabajador",
"ser lúdico", "ser cultural", "ser técnico y artístico", "ser económico", como "ser oferente"
y, sobre todo, como "ser aceptable por los demás y por Dios".
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