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“Orientación vocacional” Marina

Muller
V. El sujeto de la sujeto de la orientación vocacional
La OV se realiza con más frecuencia en sujetos que transitan la pubertad y la adolescencia (aunque
también pueden consultar adultos y hasta acianos). Me referiré en primer lugar a la pubertad,
importante etapa de cambios psicobiologicos: aparición de la menarca y de la polución con células
espermáticas, en niñas y niños respectivamente, acompañados de crecimiento corporal y de los
caracteres sexuales secundarios junto con el paso a nuevas posibilidades mentales y la reconstrucción de
la identidad personal.
Mencionare en segundo lugar a la adolescencia, término de origen latino que se refiere a “crecer”,
“llegar a la maduración”. Ella implica el desprendimiento de la niñez y la entrada progresiva en el mundo
y e los roles de los adultos.
Cuando los adolescentes pueden seguir estudios secundarios (solo alrededor de un 15% de los
argentinos los completan) y prepararse para una ocupación que requiera estudios superiores (terminada
solo por el 5%), la adolescencia se extiende durante todo este periodo hasta aproximadamente los 22
años e incluso más tarde, en realidad hasta que el joven se independiza afectiva y económicamente de
su familia.
Lo que condiciona a la pubertad y a la adolescencia no en el hecho biológico en si mismo, sino el sentido
que se da al rol de adulto en la sociedad de que se trate.
Los adolescentes deben llevar a cabo durante esos años algunas tareas específicas como por ejemplo:
aclarar y tomar su propio papel, autodefiniéndose y reconociéndose sexual y socialmente. Todo ello con
mínima ayuda y con mucho trabajo, tanto en sentido positivo (que y quien ser) como negativo (quien no
ser) lo que al mismo tiempo requiere una aceptación y una renuncia o desprendimiento.
Los ejes de estas elaboraciones son: la propia identidad, el trabajo y el estudio.
• Deben desprenderse o independizarse, emocional y económicamente de los padres y adultos,
para vivir sus propias experiencias y aumentar su autonomía.
• Construir personalmente una ideología o sistema interpretativo de la realidad.
• Poder trabajar en grupos en forma cooperativa, sin diluir su identidad.
Puede considerarse a la adolescencia “una moratoria psicosocial” como dice Erickson, un proceso de
aprendizaje en que los cambios significan duelos o abandonos dolorosos del pasado. Estos duelos son,
principalmente:
• Duelo por el cuerpo de niño: las transformaciones corporales tienen una fuerte repercusión
psíquica. Los cambios rápidos e inarmónicos crean una gran inestabilidad psíquica. Se viven como
invasores, incontrolables y por ellos causan angustia. La reacción es de confusión y extrañeza.
El desarrollo plantea la evidencia de la identidad sexual y puede movilizar frustraciones en los
adolescentes que tengan dificultades en la aceptación de su propio sexo.
Pueden angustiarlos las informaciones confusas o inexactas respecto del desarrollo en las niñas,
acerca de la menstruación, que puede ser fantaseada como daño genital, enfermedad o evidencia
de inferioridad.
Se preocupan por su grado de “normalidad” respecto del desarrollo y con frecuencia su imagen
corporal es distorsionada por sus fantasías y por los problemas de autoestima.
Los estándares publicitarios idealizan la apariencia acrecentando el conflicto por lograr aproximarse
a los modelos sociales o la frustración por no conseguirlo.
El cuerpo es vivido como bueno o malo ambivalentemente, y los cambios son simultáneamente
deseados y temidos a veces rechazados o negados.
• La pérdida del rol y la identidad del niño: tanto el niño como la niña sabían claramente a qué
atenerse, que se esperaba de ellos y que podían ellos esperar de parte de los adultos.
Las nuevas realidades a las que el adolescente se ve enfrentado no tienen respuestas claras o clises,
sino que son ambiguas, inciertas y en última instancia deben ser elaboradas por sí mismos, pues no
existen soluciones univocas ante los problemas de la sexualidad y la pareja, de los estudios y
ocupaciones y de las crisis y frustraciones que pueden provenir de ellos.
Los adolescentes dejan de comportarse de acuerdo con lo esperado y con normas exteriores a sí
mismos, para intentar ser ellos.
Los nuevos problemas, descubrirse y ubicarse como ser para si y en un rol social, les provocan
conflictos, pues lo obligan a definirse y muchas veces no han ejercido con suficiente frecuencia y
seriedad la capacidad de decisión, por lo que temen equivocarse o arrepentirse. Dudan de sí
mismos, de su propio criterio.
La madurez personal, les otorgara una mayor autonomía y el poder desprenderse de ser como los
padres y con ellos, pasando de las identificaciones (ser como otros) a la elaboración de la identidad
(ser ellos mismos).
En este proceso de abandono de la identidad infantil actúa en forma intensa el mundo interno del
mismo, integrado por sus fantasías inconscientes, sus ansiedades y defensas, modelado sobre los
primeros vínculos con las personas que primero odio, amo, y por las que fue primero amado y
odiado. Este mundo interno puede sentirse más vigente y real en el inconsciente que todos los
acontecimientos exteriores. Esos objetos y fantasías constituyen parte de la personalidad
adolescente representando lo que aman, desean, odian, temen, admiran.
Si las primeras relaciones dejaron huellas positivas, el sujeto podrá identificarse con buenas
imágenes que lo ayuden a vivir su adolescencia en forma menos dramática.
• Duelo de la perdida de la relación infantil con los padres: durante la niñez, ellos le brindan una
imagen característica de poder y seguridad, a veces idealizados tanto en sentido de protección y
reaseguro como en cuanto a ser persecutorios, aterrorizantes, castradores. En la adolescencia esta
idealización entra en crisis, se perciben los conflictos, las fallas, los problemas, errores y limites de os
padres, se los pone en tela de juicio, se los evalúa y critica ásperamente, produciéndose en algunos
casos fuertes choques.
El pensamiento de los adolescentes se denomina formal o hipotético deductivo, puede considerar
los hechos reales como un sector limitado en el interior de un universo de transformaciones
posibles, ya que los explica basándose en un conjunto de hipótesis posibles y compatibles con las
situaciones dadas susceptibles de verificarse lógicamente y no solo de manera empírica.
En cambio el pensamiento lógico concreto propio de la niñez solo se alcanza un limitado número de
transformaciones virtuales que prolongan lo dado en realidad: lo posible está subordinado a lo real.
El paso a la adultez
La adolescencia finaliza cuando los adultos comienzan a tratar conscientemente a los adolescentes como
a adultos. Cuanto más pronto la gente comienza a tomarlos “en serio” como a sus iguales, mas se
ubicaran en su nuevo papel.
El adulto no ve detenido su crecimiento psicológico, aun cuando se produzca la involución biológica
durante el envejecimiento. Permanentemente en la medida en que puede disponer de aspectos sanos
en su personalidad, puede seguir cumpliendo los procesos de aprendizaje y de comunicación que le
permiten interactuar con los demás y participar creativamente en la realidad del mundo.
Freud señala dos caracteres básicos que englobarían la salud psicológica del adulto: ser capaz de ‘amar’
y ‘trabajar’.
Esto implica vincularse significativamente con los demás y con la realidad, sobrepasando el egocentrismo
narcisista del niño y del adolescente, participar con calidez y energía en distintas actividades que
adquieran valor para él o ella. También, dedicarse a asumir una identidad vocacional, efectuando aportes
a la sociedad, con su esfuerzo creativo y activo, buscando la concreción de objetivos no referidos en
primera instancia solo al yo.
Logra aceptarse a sí mismo, a su cuerpo y a sus características psicofísicas. Puede considerar con sentido
del humor las diversas experiencias, tolera la ambigüedad de los hechos y de los sentimientos, no se
pone en guardia contra sus propios impulsos, diferencia entre sus fantasías y las posibilidades reales.
Quien ha llegado a la madurez puede sentir que ama y es amado, que hace su tarea, que deja su huella
en otra gente y aunque desee tener más tiempo, sabe que hace lo que puede con el que dispone.
Algunas de las características que pueden encontrarse en las personalidades “auto-actualizadas” o
“sanas” serian:
• Percepción de la realidad: juicios objetivos, con mínimas distorsiones o con posibilidades de
corregirlas.
• Aceptación de sí mismos, de los otros, de la realidad.
• Autonomía, independencia de su propio medio ambiente.
• Relaciones interpersonales profundas.
• Criterio ético e ideológico definido.
• Posibilidad de amor heterosexual de comunicación por la experiencia sexual.

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