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PRESENTACIÓN
El diagnostico psicopedagógico tiene por objeto dar cuenta de las particularidades psíquicas
que restringen el proceso de aprendizaje de un niño.
El diagnostico psicopedagógico es un proceso en el que se intenta encontrar el sentido
histórico subjetivo (conocer la naturaleza) de los problemas de aprendizaje de un niño
determinado (enfermedad) a través del análisis de sus dificultades escolares (síntomas y
signos).
Para conocer los procesos de simbolización comprometidos en los problemas de aprendizaje
de un niño determinado, profundizamos en algunas teorías psicoanalíticas que dan cuenta de
las características constitutivas del psiquismo y que pueden ser aplicadas al estudio de las
deficiencias en los procesos de simbolización. Para diagnosticarlas adecuadamente es
necesario rastrear en dichas teorías la justificación de la génesis de la actividad representativa
y simbólica, que es la que se fractura en los niños con problemas en sus aprendizajes.
Piera Aulagnier (1977) elaboró uno de los modelos con los que interpretamos la génesis de
la actividad representativa en la infancia. Este modelo defiende la hipótesis de que la actividad
psíquica está constituida por el conjunto de tres modods de funcionamiento: el proceso
originario, el proceso primario y el proceso secundario. Según la autora, estos tres procesos no
están presentes desde un primer momento sino que se suceden temporalmente y pueden ser
evaluados a partir del análisis de la actividad representativa con la que se expresan.
El primero proceso originario en el que se constituyen los esbozos del aparato psiquico.
La característica que lo distingue es la tendencia a manifestarse a través de reacciones
intensas, desorganizadas y masivas que se expresan en una precaria actividad representativa,
conocida con el nombre de actividad pictográfica.
En este primer momento de constitución del aparato psiquico, la inmadurez biológica del
recién nacido lo coloca en situación de dependencia hacia quien lo asiste en sus necesidades.
Su madre, que es quien se hace universalmente cargo de dicha función, no sólo ofrece
cuidados corporales sino que transmite estabilidad y genera atractivos de orden libidinal.
Satisface necesidades y por ello y con ello se transforma en fuente de placer, por lo cual
adquiere una función constitutiva prioritaria en la fundación del psiquismo infantil.
Piera Aulagnier llama “violencia primaria” a la acción mediante la cual se le imponen a la
psique del niño una elección, un pensamiento, una forma de circulación y descarga del placer,
motivados por el deseo de quien lo impone (la madre). Estas formas de procesamiento y
posicionamiento libidinal no se producen de cualquier manera, sino que las madres
interpretran las necesidades de sus hijos, les ofrecen atención, asistencia y placeres de
acuerdo con:
En los casos de niños para quienes esta primera relación es extremadamente inestable o
precaria (madres en situación dolosa, traumática o agresiva), los deseos de entrelazamiento
libidinal no se instituyen y el psiquismo del niño se constituye con un nivel de precariedad
simbólica difícil de recuperar posteriormente. Este es el caso característico de los niños
autistas con intensos déficits de atención o con somatizaciones graves. En otros casos, la
asistencia del niño puede ser excesiva, por lo cual tampoco de concreta un espacio de
unión/separación suficiente entre la madre y el niño, que posibilite la instauración de una
impronta libidinal atractiva. En este tipo de casos, la relación originaria adquiere características
de libidinización excesiva y la carga pulsional que el niño recibe de su madre busca
permanente descarga por desborde, con lo cual la actividad representativa tampoco se instala.
En ambos casos extremos, por carencia o por exceso, los niños son receptores de improntas
libidinales que les generan dificultades para el acceso a la actividad representativa e impiden
que la actividad simbólica se instale.
Para Piera Aulagnier, este primer período de organización del psiquismo es rápidamente
sucedido por la entrada en funciones del proceso primario, cuya actividad representativa
característica del proceso primario, cuya actividad representativa característica es la fantasía.
La fantasía es un producto psíquico de mayor complejidad que las representaciones
pictográficas y surge para compensar psíquicamente la ausencia que la madre concreta toda
vez que se aleja o posterga la pretendida asistencia permanente que el niño requirió
inicialmente para satisfacer sus necesidades y demandas.
El contenido de dichas fantasías suele representar los rasgos identificatorios que el niño
imagina que posee el nuevo espacio que su madre constituye.
En algunas oportunidades, las retracciones libidinales motivadas en formas de vida y
cuestiones que quedaron en suspenso CC e ICC, como deseos y traumatismos no resueltos por
los ancestros, limitan el despliegue del psiquismo.
Cuando los progenitores encuentran para sí una inscripción social satisfactoria, legan a sus
hijos la posibilidad y la confianza necesarias para transitar los caminos de la simbolización en
forma armónica.
De las fantasías que el niño expresan (deseos, sueños, relatos y dibujos) se pueden deducir los
rasgos identificatorios que este extrajo de sus referentes primarios alrededor de los cuales
constituyó su psiquismo. Las pruebas diagnosticas que con mayor precisión permiten captar
estos aspectos sobresalientes de la historia libidinal del niño son la familia kinética y el CAT.
Las fantasías de un niño tiene que ver no solo con formas pasadas, sino también con la calidad
de oportunidades sociales que a lo largo de su vida pueda encontrar para enriquecer su
pasado. En este sentido, tal vez la escuela, lugar de socialización obligatoria, puede ser
considerada como una nueva oportunidad para la complejización del psiquismo, pues con el
ingreso a las instituciones escolares se incrementan las oportunidades que cualquier niño tiene
para ampliar su potencial simbólico.
Cuando un niño inicia su escolaridad, se integra en una estructura donde otros sujetos y
objetos se imponen. El sujeto reedita con ellos situaciones originarias pasando de objetos
exclusivamente sexuales (pertenecientes a la fantasmática edípica) a objetos socialmente
valorados, desconocidos, extraños y enigmáticos con los que reproduce relaciones semejantes
a las experimentadas con los objetos parentales pero que a su vez resisten a sus
comportamientos característicos y producen modificaciones en sus formas de operar
psíquicamente. Se instituye así un nuevo modo de funcionamiento psíquico conocido con el
nombre de proceso secundario.
Para caracterizar el tercer momento de complejización del psiquismo nos basamos en algunas
teorías psicoanalíticas que consideran a la producción simbólica de un individuo como una
actividad sustitutiva que le permite diferir la fantasía que caracteriza su actividad primaria y
depositarla parcialmente en representaciones sociales de características simbólicas que atraen
y actúan como una nueva oportunidad para el enriquecimiento potencial de los procesos de
simbolización. En este tercer momento, la diversidad de ofertas sociales existentes (docentes,
compañeros, conocimientos escolares), amplía la oportunidad para incrementar los procesos
sustitutivos y permite, a quien no se encuentra capturado por fijaciones a etapas anteriores,
acceder a un despliegue armónico de su potencial psíquico.
El éxito en la integración del niño a la escuela, la apertura de la posibilidad de intercambio con
los semejantes, el despliegue de un discurso autónomo, son entonces constituyentes y al
mismo tiempo instituyentes de nuevas formas de circulación y descarga libidinal.
Según Piera Aulagnier (1994) el interés por el mundo evaluado en la apertura a objetos y
sujetos distintos que los parentales tiene que ver con la historia infantil del sujeto, pues, los
nuevos objetos que lo atraen tienen o mantienen algún elemento que permite relacionarlos
con los rasgos sobresalientes heredados y transmitidos en el entrelazamiento histórico libidinal
que le otorga sentido a sus producciones. El sujeto no se relaciona secundariamente con
cualquier objeto o sujeto, sino que se siente atraído por aquellos que convocan aspectos
libidinalmente significativos de su realidad psíquica anterior.
Aprender, expresarse con autonomía, poder desplegar argumentos y pensamientos son
actividades psíquicas que producen placer y que a su vez amplían sustitutivamente el campo
de las satisfacciones posibles.
No todos los objetos ni parcelas de la realidad atraen y se constituyen en representantes
psíquicos potenciales capaces de ofrecer una prima de placer en su apropiación significativa.
Muchos de ellos se transforman en objetos de no-deseo, produciendo un movimiento libidinal
de desinvestidura y retracción que da origen a las restricciones en el despliegue potencial
simbólico de los individuos. Estos objetos que motivan restricciones narcisisticas en la relación
con el mundo circundante podrían ser considerados como representantes psíquicos de
situaciones traumáticas y/o conflictivas que motivan un retiro libidinal significativo que
parcializa y limita el acceso al aprendizaje, generando fracturas en la producción simbólica del
niño. La actividad representativa característica de este tercer momento, llamado proceso
secundario, es la producción simbólica, que es la más compleja de las actividades psíquicas.
Cuando los elementos históricos de orden traumático son preponderantes, el pasaje al proceso
secundario es precario o insuficiente, pues dichos restos no reprimidos invaden las
producciones secundarias y las contaminan. En los casos en que las capturas libidinales
dificultan el acceso al proceso secundario, es necesario realizar un diagnóstico
psicopedagógico clínico que permita encontrar la significación de dichas capturas y planificar
una intervención que modifique el destino de las restricciones simbólicas que retardan la
inscripción social del individuo.
Se trata de evaluar entonces la historia libidinal del individuo, como así también las
características de las instituciones secundarias a las que el niño se integra para discriminar los
aspectos específicamente psicológicos y diferenciarlos de los factores contextuales que
promueven o retardan sus aprendizajes.
EL DIAGNÓSTICO EN LA CLÍNICA PSICOPEDAGÓGICA.
El problema que se plantea para dilucidar durante el proceso sería el de establecer qué
elementos de la historia libidinal del niño tienen relación con las características de sus
producciones simbólicas actuales. Se considera que la historia libidinal de un individuo es
aquella que da cuenta de sus avatares en el posicionamiento edípico.
El objetivo principal de la investigación seria el de establecer una relación significativa entre las
perturbaciones en la producción simbólica del niño por el que nos consultan y los
antecedentes histórico-libidinales que le dieron origen.
En todo proceso de investigación es necesario formular objetivos específicos:
Describir las formas particulares que presenta la producción simbólica del niño.
Caracterizar alguno de los antecedentes significativos de la historia libidinal que dieron
origen a sus perturbaciones.
Orientar a los padres del niño sobre las características especificas de las
perturbaciones en la producción simbólica de su hijo.
Orientar a los docentes a cargo de la producción de conocimientos del niño sobre el
modo de asistir escolarmente a sus dificultades.
Derivar al niño a una instancia clínico-asistencial adecuada.
Los dos primeros objetivos se alcanzan durante el proceso de exploración y análisis de las
pruebas, y los tres últimos son parte de las estrategias de resolución posteriores a la síntesis
diagnostica.
El supuesto con el que se trabaja es que existe una correlación significativa entre las
características de la producción simbólica de un niño y sus antecedentes histórico-libidinales.
En cuanto a los aspectos metodológicos, el proceso diagnostico está compuesto por n total de
7 entrevistas, cada una de las cuales tiene un sistema de caracterización y análisis que permite
ofrecer información pertinente para que el conocimiento de las dos variables principales en
estudio que son:
La primera de las variables (producción simbólica del niño) se elabora mediante el análisis de
los indicadores que se extraen de las 4 entrevistas con el niño (gráficos, CAT, WISC, Test de
Bender y pruebas pedagógicas).
La segunda (antecedentes histórico-libidinales) se deducen de los indicadores que se extraen
de las entrevistas con los padres (admisión, motivo de consulta e historia vital) y de algunas
entrevistas con el niño (primera entrevista, familia kinética y CAT).
Se trata de una entrevista inicial en la que un adulto a cargo del niño con problemas concurre a
pedir un turno. Los datos que se completan para que el niño pueda ser admitido en el servicio
(nombre, sexo, edad, año escolar, escuela a la que concurre, características de la familia,
trabajo de los padres, nombre y edad de sus hermanos, lugar de vivienda y personas con las
que comparte la vivienda) permiten establecer un cuadro referencial significativo del contexto
en el que el niño vive.
(4.2) ENTREVISTA SOBRE EL MOTIVO DE CONSULTA.
GRÁFICOS.
A) DIBUJO LIBRE.
De las pruebas proyectivas gráficas existentes se administran solo dos, para no prolongar el
proceso diagnostico ni saturar al terapeuta con información. Estas son las de dibujo libre y
familia kinética. En ambas se trata de evaluar las características de la actividad representativa
del niño en estudio, los factores significativos que inciden en su forma de presentación y el
nivel de complejidad simbólica que se deduce de su contenido y de sus trazos.
En el DL se toma en consideración el tipo de deslizamiento asociativo que se concreta en la
particular elección de objetos con los que el sujeto se presenta en sus gráficos.
Si bien los dibujos que el niño realiza raramente reproducen situaciones escolares, sus
producciones generalmente dan cuenta de posibles interpretaciones que el niño encuentra
para sus padecimientos.
Se trata entonces de interpretar el dibujo como aspectos imaginarios autorreferenciales que
afectan y caracterizan la constitución del psiquismo del niño en estudio.
La complejidad de las marcas que el niño produce cuando dibuja permite inferir el nivel
representativo que alcanzan sus producciones (pictográfico, fantasmático o simbólico) y
establecer las formas preponderantes que caracterizan su funcionamiento psíquico.
Cuando el niño finaliza su dibujo, se le solicita que haga un cuento acerca de lo que dibujó. En
el relato, el niño hace un esfuerzo narrativo para dar cuenta del sentido de sus dibujos, que
permite reconocer otra parte de la significación que el niño encuentra para sus
perturbaciones. La narración que concreta expresa el nivel de simbolización que el niño
alcanza y permite establecer el pronostico de un despliegue potencial posible en la resolución
de sus tareas escolares.
Los indicadores a deducir del dibujo libre son:
Permite deducir las particularidades significativas con las que el niño inviste a los miembros de
su estructura parental.
Los indicadores analíticos a considerar en esta prueba serán:
La prueba del CAT está compuesta por un conjunto de 10 láminas que se le ofrecen al niño en
orden para que las interprete y haga una historia sobre cada una de ellas. Cada lámina refiere
a alguna situación libidinal significativa por la que todo niño transita durante su crecimiento.
Primera lámina alude a experiencias de alimentación. Del relato que el niño haga sobre ella
se pueden deducir las características del ejercicio de la función materna para ese niño.
Segunda lámina alude a situaciones de rivalidad y exclusión, de la que se pueden deducir los
conflictos edípicos preponderantes en la vida del niño.
Tercera lámina alude a la caracterización que el niño hace en el ejercicio de la función
paterna.
Cuarta lámina se refiere a situaciones lúdicas, a la relación con los hermanos y al uso del
tiempo libre.
Quinta lámina representa aspectos sobresalientes de la escena primaria y formas en las que
el niño pudo haberlas tramitado.
Sexta lámina marca sentimientos en relación con la exclusión, en la que suelen expresarse
fantasías de soledad, falta de cuidados y abandono.
Séptima lámina marca situaciones de agresión en las que el niño se identifica con cualquiera
de las dos únicas figuras de la lámina (el tigre y el mono), actualizando su posición de víctima o
victimario a través del tipo de resolución que propone frente a las amenazas.
Octava lámina se refiere a situaciones familiares de ocultamientos y secretos, con presencia
y probables influencias de tres generaciones.
Novena lámina coloca al personaje central en situación de soledad o sueño donde se
evalúan los recursos con los que el niño cuenta cuando se encuentra solo y la forma en que los
instrumenta.
Décima lámina se refiere a cuidados y aseos. En esta lámina pueden evaluarse las formas en
que los padres del niño impusieron normas e ideales.
Resulta útil correlacionar las producciones del CAT con los otros indicadores hallados en
familia kinética o historia vital que permiten elaborar supuestos acerca de la significación que
adquirieron los antecedentes histórico-libidinales en la historia particular de cada niño.
El análisis del CAT no solo tiene que ver con los aspectos de contenido sino que permite un
abordaje de aspectos formales en la organización del relato que da cuenta del nivel potencial
del niño para su despliegue simbólico.
Los indicadores a deducir en el CAT son:
PRUEBAS PSICOMÉTRICAS
TEST DE BENDER.
Evalúa la posibilidad que el niño tiene de percibir una figura y reproducirla, sino que permite
reconocer el uso que hace del espacio y cómo lo constituye para el entrevistador.
Para completar la prueba se necesita un dominio de la motricidad fina suficiente como para
copiar las figuras que se le ofrecen.
Los indicadores interpretativos para cumplimentar la tarea de investigación en esta prueba
son:
Tipo de trazo.
Características en la constitución de la imagen y posibilidades de copia de figuras
complejas.
Características del uso del espacio plano.
Se trata de una de las pruebas de inteligencia con mayor validación y confiabilidad estadística.
Es la prueba que mide el desempeño diferencial del sujeto en distintas áreas de a realidad. No
ofrece un nivel intelectual uniforme, sino que informa acerca del rendimiento del sujeto en
cada uno de los subtest, lo que permite obtener un perfil cognitivo del niño.
No es tan importante el puntaje que el sujeto obtiene en cada prueba sino el nivel de
dispersión entre las pruebas. Esta dispersión permite elaborar hipótesis significativas sobre la
existencia de aspectos clínicos que justifican el tipo de habilidades y restricciones cognitivas
que el niño tiene.
Para elaborar los indicadores a tener en cuenta en esta prueba se tratará de:
1. Caracterizar el tipo de desempeño del niño en la prueba.
2. Diseñar el dispersigrama del niño de acuerdo con los resultados obtenidos en cada uno de
los subtest de la prueba (perfil cognitivo).
3. Realzar las áreas de mayor y de menor puntaje.
4. Correlacionar las áreas de mayor rendimiento con procesos libidinales de investimiento
psíquico.
5. Correlacionar las áreas de rendimiento más bajo con tendencias histórico-libidinales de
desinvestimiento.
6. Formular un diagnostico y un pronostico acerca de las habilidades y restricciones cognitivas
del niño.
PRUEBAS PEDAGÓGICAS.
Se recurre a las pruebas pedagógicas para tratar de definir con precisión y frente al
entrevistador los errores que el niño comete cuando resuelve sus tareas escolares. Para ello se
administran pruebas de lectura, escritura y cálculo, y se interpretan clínicamente los errores o
fracturas halladas en la resolución de las mismas.
Los indicadores a tener en cuenta en el análisis de estas pruebas son:
Caracterización del tipo de producción simbólica del niño. Especificación de sus errores
y fracturas.
Análisis específico de la producción del niño en relación con los requerimientos
curriculares.
Interpretación del posicionamiento subjetivo del niño en relación con la lectura y la
escritura.
Una vez descripta la primera y segunda variable, se tratará de establecer una correlación
significativa entre las características de la producción simbólica del niño en estudio y sus
antecedentes histórico-libidinales, que es la hipótesis del proceso de investigación propuesto.
Al finalizar el proceso, el investigador-terapeuta orienta a los padres y maestros y deriv a los
niños a la instancia clínica asistencial adecuada para la resignificación de las capturas
narcisísticas que produjeron las restricciones simbólicas por las cuales se inició el diagnóstico
psicopedagógico.
Los niños en los que encontramos situaciones de sufrimiento psiquico de características CC e
ICC que manifiestan restricciones en su producción simbólica son derivados a un tratamiento
psicopedagógico. El abordaje clínico transforma el esfuerzo asistencial en una propuesta en la
que los distintos datos obtenidos en el material diagnostico permiten diseñar una intervención
terapéutica específica.
CAPÍTULO 3 – NUEVOS APORTES AL ANÁLISIS DE LA PRODUCCIÓN PROYECTIVA GRÁFICA.
Una vez finalizadas las entrevistas con padres, utilizamos los gráficos como una de las
herramientas que nos permite acceder a la modalidad específica en que los avatares de la
historia libidinal del sujeto han dejado marcas estructurantes. Iniciamos, así, la reconstrucción
de los aspectos más relevantes de la estructuración psíquica del niño. El análisis de la
producción proyectiva gráfica puede ser integrado en un tronco común con los resultados del
análisis de otras instancias del diagnóstico, ya que en todos los casos se trata de describir y
articular históricamente los procesos constructivos y las marcas significativas de la historia
libidinal del niño. La especificidad de la producción proyectiva es que articula la relación
cuerpo/símbolo en cada caso singular.
El análisis se centra tanto en el proceso productivo como en la imagen que plasma y el relato
con el que el niño se da cuenta del dibujo realizado.
La producción proyectiva gráfica de un niño en diagnostico nos permite acceder a la modalidad
de inscripción de lo simbólico en ese niño y a su disponibilidad representacional a través de
imágenes. Lo simbólico en tanto orden significante con una legalidad que le es propia afecta a
cada sujeto de manera singular: a través del funcionamiento de lo imaginario, lo simbólico
encarna en un cuerpo que de esa forma deviene cuerpo de un sujeto. Esta doble articulación
de lo simbólico y lo imaginario permite especificar la representación figural y su relación con el
proceso de escritura en imágenes propias del ICC.
EL ESPACIO IMAGINARIO.
Cuando el vacío de la hoja en blanco recrea el momento de pérdida del objeto fusional que dio
lugar al universo narcisista, la actividad proyectiva produce representaciones que funcionan
según el modelo de un espejo: en las distintas partes del gráfico el sujeto puede estar
proyectando auténticos fantasmas que solo pueden ser descifrados a partir de las
verbalizaciones que acompañan el grafismo.
Lo característico de esta primera modalidad de producción gráfica es que se trata de la
figuración de una fantasía surgida en el contexto transferencial.
Por efecto de la regresión transferencial, en el dibujo el deseo se expresa al igual que en el
sueño, en forma simbólica a través de los mecanismos de desplazamiento y condensación que
caracterizan al proceso primario, atendiendo al espacio tridimensional (miramiento por la
figurabilidad) para la puesta en forma. Es por ello que el grafico debe ser analizado a la manera
del sueño: fragmentado en sus componentes para obtener asociaciones que posibiliten una
nueva escritura que nos permitirá formular hipótesis acerca de las marcas históricas
constitutivas de la realidad psíquica de ese sujeto.
Solicitamos, en primer lugar, un relato respecto del conjunto del gráfico. Aquí atendemos al
esfuerzo de elaboración que el niño realiza para dar cuenta en forma coherente de aquello que
dibujó. Se trata de evaluar los recursos del sujeto para establecer relaciones de pasaje entre
proceso primario y secundario. A diferencia de lo que sucede con la imagen gráfica, el relato
implica la necesidad de ordenamientos temporales y espaciales, constancia de los personajes
aludidos y otras especificaciones que caracterizan al proceso secundario. La manera como el
sujeto se ordena para producir un relato nos brinda una orientación respecto de la estabilidad
del proceso represivo y, por lo tanto, de las características de la actividad representativa del
niño.
Para la interpretación es fundamental atender tanto en el gráfico como en el proceso
asociativo a la alusión, la evasión, la elipsis, las repeticiones significativas, así como las
relaciones de contigüidad y analogía, etc. El proceso simbólico del que el grafico es la
resultante es en sí mismo un trabajo de elaboración. La reconstrucción de este proceso
permite el acceso a las claves del funcionamiento simbólico del sujeto.
Cuando la represión no ha dejado ningún rastro en el proceso asociativo para orientarnos con
respecto a la escena del gráfico, recurrimos a datos de la historia vital y no a una simbólica
universal para la comprensión de la imagen gráfica.
En ocasiones, a partir de los datos relativos a la historia libidinal podemos articular la
significación del conjunto gráfico y narrativo o de alguno de sus elementos.
La ausencia de la figura humana puede involucrar la represión como en la histeria de
conversión: supresión pura y simple de una parte del cuerpo propio como censura del deseo
edípico.
Pero la represión puede no fracasa y nos encontramos con dibujos que se corresponden con
una segunda modalidad de producción gráfica que podemos situar en relación con la llamada
“clínica del vacío”, donde la fantasía fracasa en el nivel mismo de su constitución.
En estos dibujos la ausencia de la figura humana no involucra la represión según la modalidad
de supresión histérica. Aquí la ausencia revela la presencia de vacío: proyecciones negativas
del cuerpo propio, imágenes de carencia, representaciones enigmáticas del no-cuerpo. Se trata
de una insuficiencia de la proyección coincidente con una ausencia de despliegue
fantasmático. Estos gráficos muestran una desarticulación de lo imaginario en el proceso
simbólico y suelen coincidir con inhibiciones graves.
Se trata en estos casos de trastornos desubjetivantes en la medida en que no hay posibilidad
de plantear términos de un conflicto. En lugar del posicionamiento frente a la carencia hay un
agujero que no puede ser bordeado, dimensionado en imagen. En estos casos no es la
represión sino la desmentida el mecanismo determinante.
Distinguimos aun una tercera modalidad de producción de gráficos en diagnostico donde lo
que irrumpe es aquello que no puede ser articulado por la vía de la significación: producción
desamarrada del andamiaje simbólico, imágenes que no encuentran un marco referencial,
donde la emergencia de lo real no se articula en imagen atendiendo al miramiento por la
figurabilidad (aspectos simbólicos). El graficar no es en estos casos una construcción
subjetivante.
Son los llamados dibujos de descarga, donde el sujeto solo muestra su impotencia para crear
imágenes cargadas de sentido que le permitirían reinventarse como sujeto.
El predomino corresponde al proceso primario, es decir, a la tendencia a la descarga
inmediata, en detrimento de procesos psíquicos más complejos.
Cada una de las tres modalidades de producción gráfica implica una composición diferencial
del deseo y la defensa. En este sentido, el análisis de los gráficos nos brinda una orientación
diagnostica de singular valor porque nos permite inferir el nivel de complejidad psíquica. Si
bien las modalidades descriptas pueden combinarse en un mismo grafico o en distintos
gráficos de un mismo sujeto, creemos que hay en cada niño aspectos predominantes.
SÍNTESIS.
El WISC es una prueba de inteligencia infantil que ofrece múltiples posibilidades de análisis de
sus resultados. Permite obtener un puntaje de CI general, un puntaje diferencial entre las
escalas verbal y de ejecución y, a su vez, un perfil sobre la base del análisis cualitativo de cada
subtest y de las relaciones que entre ellos pueden aparecer.
La prueba consta de 12 subtest, dos de los cuales se utilizan como alternativos o
suplementarios. La escala verbal está representada por los subtest: información, comprensión,
aritmética, analogías, vocabulario y retención de dígitos.
La escala de ejecución por los siguientes subtest: completamiento de figuras, ordenamiento de
historias, composición de objetos, construcción con cubos, claves y laberintos.
Las puntuaciones directas obtenidas en cada subtest se transforman en puntuaciones
equivalentes normalizadas dentro del grupo de edad propio del sujeto. La suma de los
puntajes de cada escala otorga un CI propio (verbal o de ejecución), y la suma de ambos, un CI
general (la medición se realiza considerando cinco subtest por escala).
El WISC es utilizable en niños cuyas edades oscilan entre los 5 y los 15 años, y las equivalencias
están normativizadas con intervalos de 3 meses.
El psicodiagnóstico da cuenta de la constitución subjetiva de un niño, de sus elementos
estructurales y defensivos, y dentro de este proceso, la escala WISC resulta una buena
herramienta de interpretación de la modalidad cognitiva y la significación del síntoma.
Al analizar el desempeño de cada niño, buscamos lo que es significativo en él, sobre la base de
los puntajes notoriamente reducidos o aumentados en relación con su propia media y al valor
promedio esperable para su edad, tomando como tales los puntajes que exceden o están por
debajo de tres puntos con respecto a los valores medios ya mencionados.
Otra cuestión a considerar es los aspectos mayormente involucrados en esas pruebas son
coincidentes.
De este modo, se evalúan cada una de las pruebas en relación con las características psíquicas
preponderantes de cada paciente.
Los subtest del WISC permiten la observación de puntos fuertes y débiles que resultan
significativos en la producción de un niño; se analizan según lo que cada uno evalúa y se
correlacionan aquellos subtests que guardan relación entre sí. Se trata de rastrear los procesos
involucrados en la adquisición y utilización de los conocimientos, descubrir el estilo cognitivo
que es propio de cada niño y la forma en que procesa la información que proviene del medio.
La valoración de aspectos históricos y subjetivos permitirá apreciar qué influencias no
cognitivas pueden afectar al desempeño del niño.
Subtests:
Escala de ejecución:
Completamiento de figuras permite evaluar la atención visual a estímulos
significativos, la organización perceptual, la capacidad de distinguir detalles esenciales
y superficiales. Revela datos interesantes sobre la atención que el niño presta a su
ambiente. En este sentido, suele correlacionarse con Información.
Ordenamiento de historias se evalúa la capacidad para establecer secuencia lógica,
manejar conceptos temporales, anticipar, asociar visualmente parte y todo, organizar
la percepción, planificar, sintetizar y elaborar un juicio social. Está en relación con
situaciones interpersonales, el sentido común de la inteligencia y la temporalidad.
Es un subtest sensible a los conflictos emocionales que pueda tener un niño.
Construcción con Cubos permite apreciar la capacidad de separar un todo en sus
partes componentes y recomponerlo (función de análisis y síntesis), utilización de
conceptos no verbales, coordinación visomotora y pasaje de una información dada en
un plano bidimensional a otro tridimensional. En este sentido, se requiere una bueno
observación de la conducta del niño al desarrollar la prueba.
Composición de objetos Estimula a que el niño organice perceptual y espacialmente
a fin de anticipar relaciones entre la parte y el todo, para lo cual debe apelar a la
coordinación visomotora, la agudeza visual y la capacidad de síntesis. Supone pasar
mentalmente de una serie de partes a un todo integrado, antes de la manipulación
efectiva del material.
Junto con Construcción con Cubos y Completamiento de figuras, este subtest
constituye la tríada más independiente de las oportunidades culturales y
educacionales previas.
Claves evalúa la posibilidad de comprender y ejecutar instrucciones, la velocidad y
precisión en la tarea, la memoria visual, la capacidad de entender el concepto de
codificación, de percibir estímulos abstractos o símbolos y de reproducir modelos. Es
una prueba sujeta a factores de ansiedad y de distracción. La tarea requiere un
enfoque metódico, esforzado, rápido, donde la estrategia que aplique el niño para
aprender una tarea nueva y especifica será importante para el puntaje a obtener.
Laberintos evalúa aspectos similares a Claves, por lo cual queda como subtest
complementario, a ser utilizado en casos especiales en que quede invalidado algún
otro subtest.
UN CASO CLÍNICO.
Los distintos subtest del WISC posibilitan una lectura de los modos como un niño accede al
conocimiento, permitiendo elaborar hipótesis que se irán corroborando o modificando a
través del proceso de evaluación, que va más allá del valor cuantitativo que arroja la
prueba.
Resultan muy importantes las observaciones hechas durante la administración del WISC.
Todos estos datos, sumados al delineamiento del perfil en función del dispersigrama, el
análisis cualitativo de cada uno de los subtest y la consideración de aspectos históricos,
contribuyen a establecer las posibilidades de metabolización, aprendizaje y
funcionamiento cognitivo del niño.
CAPÍTULO 6 – MARCAS SUBJETIVAS EN EL TEST DE BENDER.
No es posible explicar el padecimiento actual del sujeto por referencia unívoca a factores
histórico-subjetivos. No se trata de que tal o cual ordenamiento de las funciones simbólicas
primarias produzca como efecto lineal determinada modalidad cognitiva.
Por esto es necesario conocer en detalle la configuración actual de esa modalidad cognitiva y
la manera como cristaliza en comportamientos procedimentales específicos en la interacción
constructiva del sujeto con los objetos de aprendizaje.
ESCRITURA
Para poder situarse como escritor, como productor de un texto autónomo, es necesario que el
sujeto haya sido narcisizado de tal modo que pueda efectuar a su vez hacia el texto un don
narcisista. Para poder escribir, el niño necesita haber construido un espacio de pensamiento
autónomo cuya última manifestación es la palabra escrita.
LECTURA
El significado del texto no es una propiedad intrínseca de este, sino una construcción que el
sujeto realiza en interacción con él.
En la lectura se trata de incorporar novedades, lo cual es una medida de la apertura del sujeto
al mundo. Leer supone enviar al mundo externo cargas libidinales de investimiento que solo se
sostienen cuando los objetos permiten reencontrar aspectos indiciarios del sentido de los
orígenes, cuando una revuelta lo decreta perdido y lanza al sujeto a la búsqueda en el mundo
extrafamiliar de objetos sustitutivos de aquella situación originaria.
Si leer es cuestionar y dejarse cuestionar por el texto, la lectura se constituye en una revuelta.