Está en la página 1de 18

LA EMPRESA ÉTICA

3. Los grupos de intereses en la empresa


LA EMPRESA ÉTICA
A partir de

GARCÍA MARZÁ, Domingo, Ética empresarial: Del


diálogo a la confianza, Madrid, Trotta, 2004

Con el propósito de difundir a través de la web una propuesta de


diseño de empresa ética y de facilitar una herramienta que permita
evaluar los beneficios y ventajas de la empresa así concebida

Resumen crítico de la obra:


http://es.scribd.com/doc/117392925/Etica-empresarial-Del-dialogo-a-la-confianza
Presentación elaborada por Asunción Velilla
asuncionvelilla.blogspot.com
Introducción

Hemos diferenciado en “2. Un marco ético para la


responsabilidad corporativa” entre el nivel de responsabilidad
moral, centrado en el diálogo y posterior acuerdo de todos los
interlocutores válidos y la responsabilidad social, como
conjunto de las acciones dirigidas a la satisfacción de los
intereses en juego.

Teniendo en cuenta que:

La empresa es una realidad muy compleja que requiere para


su diseño un esfuerzo multidisciplinar.
¿Quiénes son los interlocutores válidos de la empresa y por
qué?

La respuesta va a beber de dos fuentes. Una de ellas, el


enfoque o teoría de los Stakeholders, idonea para
proporcionar la operatividad buscada en el valor moral del
diálogo.

Stakeholders: todo aquel que tiene interés en la empresa,


aclarando que los accionistas no son las únicas partes con
intereses (Stokeholders, accionista). Existen otras personas
o grupos de interés con los que la empresa guarda relación y
que influyen o pueden influir en su buen o mal
funcionamiento.

Esta idea alcanza rango metodológico a través del enfoque


teórico y se manifiesta como horizonte para la comprensión
de la empresa en un principio de gestión.
Los grupos de intereses e intereses más relevantes, según clasificación de P.
Ulrich y complemento del Libro Verde Fomentar un marco europeo para la
responsabilidad social de las empresas de la Comisión Europea son:

GRUPOS DE INTERESES INTERNOS

Socios y accionistas:

Beneficio o incremento del valor de la empresa

Rentabilidad y liquidez de las inversiones

Transparencia de las operaciones y proyectos

Participación y control de la gestión

Directivos:

Poder de decisión y control: capacidad de gestión

Influencia, pestigio e ingresos

Desarrollo de ideas y capacidades propias

Maximización del valor de la empresa

Trabajadores:

Salario, prestaciones sociales, seguridad, higiene y salud laboral

Promoción personal y humana

Capacidad de interlocución: participación
GRUPOS DE INTERESES EXTERNOS
Clientes:

Libertad de elección real

Calidad y justa elación calidad-precio

Información calra y veraz sobre los productos y servicios

Garantía de la seguridad y salud

Servicio posventa
Proveedores:

Aceptación de los principios de libre mercado

Capacidad de pago

Información clara de las posibilidades comerciales
Competidores:

Respeto de las marcas y de la propiedad industrial

Respeto a las reglas de la libre competencia

Reciprocidad de las relaciones

Cumplimiento de los compromisos

Cooperación en la políticas empresariales
Sociedad: entorno global

Legales: obligaciones fiscales, cumplimiento de la legislación

Sociales: contribución positiva al desarrollo local y regional

Respeto y fomento de los Derechos Humanos

Medioambientales: cuidado, respeto y mejora del medio ambiente
Con la enumeración de las partes implicadas se presentan los
posibles puntos de intervención, dificultades y oportunidades. Y se
hacen explícitas las obligaciones que tiene la empresa y por tanto,
la extensión de su responsabilidad.

Por ejemplo, hasta hace poco, las consecuencias ecológicas eran


externas a la empresa y no identificaban ningún grupo de interés,
así como el respeto a los Derechos Humanos por parte de la
empresa en los países en vías de desarrollo.

Los anteriores ejemplos exigen una justificación que no separe la


identidad de los grupos de intereses de su legitimidad, para que
“grupo de interés ilegítimo” sea una contradicción.

De tal forma que la cuestión del beneficio no se separará en origen


del qué significa este beneficio y para quién es.

Para este enfoque crítico de la metodología de los Stakeholders es


la legitimidad de los intereses lo que define un grupo de interés y
no su poder para influir en la empresa.
La perspectiva utilitarista deviene en perspectiva deontológica, porque
ve en los grupos de interés y en su satisfacción fines concretos y
específicos que la empresa debe procurar y no medios para el logro de
otros intereses.

La ética empresarial de corte dialógico propone entender este momento


incondicionado, este valor intrínseco desde la idea del diálogo y
entendimiento recíproco, como principio básico de actuación.

Esto permite la complementación mutua entre la teoría de los


Stakeholders y la ética dialógica o del discurso, es decir, ya contamos
con las dos fuentes de las que va a beber la pregunta por los
interlocutores válidos; de los que debe derivar la legitimidad de la
empresa.

La respuesta permite generar una metodología, al facilitar una


aproximación a la realidad empresarial, que permite identificar a las
personas y grupos que forman parte del diálogo empresarial y de cuyo
acuerdo dependerá la legitimidad de la empresa y la confianza
depositada en ella.

El diálogo deja así de ser algo abstracto.


Para asegurar este uso comunicativo, es preciso abordar la
cuestión de cómo es posible hablar de diálogo en condiciones de
desigualdad de recursos y, por tanto, en condiciones desiguales
para la participación y el diálogo en la empresa.

Así, necesitamos una nueva interpretación de dos conceptos


básicos con los que trabaja esta metodología: poder e interés.

Que permita delimitar las condiciones bajo las cuales puede ser
racional llegar a un acuerdo a pesar de las desigualdades
existentes.

Porque la complementación entre las dos teorías: Stakeholders y


ética discursiva, ofrece una perspectiva crítica de la que se deriva
un fundamento contra toda posible instrumentalización de la ética
empresarial.
Poder e interés

Desde la presente perspectiva es necesario revisar los conceptos tal


como los propone la teoría de los Stakeholders “A mayor poder, mayor
responsabilidad”, donde el poder se entiende como la capacidad de
llevar a cabo nuestros intereses. Estaríamos así ante grupos de
intereses que disponen de un poder efectivo real. Pero hay grupos que
no están en estas condiciones, a los que denominamos grupos de
intereses latentes.

Están entre los últimos los que no tienen posibilidad de organizarse, de


hacer valer sus intereses, de generar conflicto y que, por tanto, no
aparecen en el mapa de intereses orientado hacia una gestión
estratégica.

Sin olvidar que también existen otras formas más sutiles y efectivas para
evitar que los conflictos afloren, o alcancen el lenguaje.

Y de conseguir que unos determinados grupos acaben teniendo los


intereses y expectativas que otros consideran más apropiadas.
Al concepto tradicional de poder se le escapan la mayoría de
relaciones que se dan en la empresa y de las que debe
responderse ante sus interlocutores, es decir, justificarse.

Además de obviar los riesgos de una gestión que ignora los


intereses latentes o que no considera el principio de autonomía de
las personas.

Ahora bien,

El concepto de empresa que quiera responder de las bases éticas


de la confianza debe recoger el abanico o paraguas de
oportunidades de participación y partir de un concepto de poder
que incluya tanto las posibilidades de satisfacer los intereses como
las oportunidades que existen para su determinación.

Poder es así la capacidad de satisfacer y definir intereses.


El diálogo para la nueva concepción de poder

Ya no es solo un procedimiento para la agregación y el equilibrio de


intereses, o para la negociación y la búsqueda de compromisos.

Es sobre todo un proceso deliberativo para el logro de acuerdos sobre


las interpretaciones de los intereses en juego.

Y que permite la definición de intereses más amplios e inclusivos que


integren las diferentes perspectivas en conflicto.

El diálogo debe asegurar que las oportunidades de participación sean


las que caracterizan a un diálogo moral de finalidad comunicativa:

1. Inclusión de todos los afectados presentes y furturos


2. Igualdad de oportunidades de participación sin demeritar
conocimientos y capacidades
3. Respeto a las posibilidades de presentar argumentos
4. Ausencia de presiones externas
5. Consideración igual de todos los intereses como válidos en principio y
abiertos a la revisión y crítica.
Cuando no es posible alcanzar el anterior acuerdo y definir un
interés general, estas características se convierten en una
instancia crítica desde la que decidir la calidad moral de la
empresa.

Pues la etimología del concepto de interés “estar entre”,


identificando así una posición entre una necesidad o un deseo y el
logro del bien que se persigue, lo hace útil para el análisis de la
empresa.

Si dirigimos nuestro interés hacia las necesidades y los deseos, no


será posible encontrar un punto de vista común, una
intersubjetividad. El concepto de interés implica un paso más en
los mecanismos que definen la actuación libre y voluntaria: no solo
está relacionado con nuestro mundo interior, también lo está con
el lenguaje, con el paso posterior que implica hacer comprensible
nuestro mundo a los demás y comprender nosotros el de los
demás y dejarnos modificar por él.
Puesto que el interés puede estar mal interpretado por el que lo
busca, o también errado, o puede ser resultado de la formación de
la voluntad poco autónoma. Difícil lo tiene la legitimidad de la
empresa si tiene que depender de la satisfacción de estos
intereses que tienderían al infinito.

Es necesario un concepto de interés más abierto a la revisión y a


la crítica y menos dogmático:

Visión deliberativa e intersubjetiva del interés: nadie


personalmente se puede convertir en criterio de validez para
decidir si un interés es legítimo o no, es propio o ajeno a los
trabajadores, clientes, directivos, etc.

La definición de este interés exige la aceptación de la persona


como un fin en sí misma e impide su utilización como un medio
para la satisfación de otros intereses.
Tres tipos de interés para toda actividad empresarial:

1. Intereses particulares: las razones remiten a un mundo


subjetivo, cómo procuramos vivir nuestra vida. En el caso de
choque con otros intereses se convierten en intereses comunes.

2. Intereses comunes: se desprenden de la participación de las


personas en las instituciones u organizaciones con las que se
estructura la vida social. Generan expectativas grupales.

3. Intereses generales: aquellas expectativas, derechos y


obligaciones que tenemos como personas. Las razones remiten a
la dimensión moral derivadas del respeto a la dignidad de las
personas y de las condiciones que permiten el desarrollo de la
libertad. Son expectativas universales.

Los intereses generalizables son presupuestos para un acceso


igual y libre a los diálogos en los que se conforma la voluntad
empresarial.
Son intereses generalizables o que conforman la voluntad empresarial:

Respeto de la libertad y autonomía de todas las personas implicadas
o afectadas por la actividad empresarial.

Oportunidades simétricas de participación.

Condiciones económicas que impidan desigualdad en el acceso

Reconocimiento de las diferencias y aportes de cada individuo, etc

Constituyen intereses legítimos y, por tanto, obligaciones morales para


la empresa. En ellos se mantiene y desarrolla la confianza.

Si bien no es posible ofrecer un mapa de intereses desde la perspectiva


ética, su legitimidad orienta su elaboración.

El principio de legitimidad tiene un carácter normativo e incluye a todos


los afectados posibles, presentes, o no, en tiempo y espacio.

Y se articula con el principio de publicidad o transparencia que se


desprende del compromiso público de la empresa con la sociedad
civil de integra.
Cuatro condiciones básicas de la empresa para iniciar y mantener
relaciones de confianza:

1. Principio de comunicación: Aceptación pública del principio ético de


gestión, del diálogo y posterior acuerdo de todas las partes implicadas
como marco general para definir la responsabilidad corporativa.

2. Principio de inclusión: Elaboración desde este principio rector de un


mapa de los grupos implicados y de sus intereses, en definición abierta
a la revisión y crítica de expectativas y obligaciones en juego.

3. Principio de igualdad: Definición de los mecanismos de participación y


diálogo, así como de comunicación y transparencia, que permita la
intervención de todos los afectados en la toma de decisiones.

4. Principio de reciprocidad: Publicación de los diferentes compromisos


que la empresa asume ante todos los intereses en juego como paso
previo para el diálogo y posterior acuerdo.

Desde estos principios es posible hablar de la confianza y


responsabilidad como recursos morales.
Presentación elaborada a partir del texto de GARCÍA
MARZÁ, Domingo, Ética empresarial: Del diálogo a la
confianza, Madrid, Trotta, 2004, pp 191-210

Resumen crítico de la obra:


http://es.scribd.com/doc/117392925/Etica-empresarial-Del-dialogo-a-la-confianza
Presentación elaborada por Asunción Velilla
asuncionvelilla.blogspot.com

También podría gustarte