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PROBLEMAS Y TENDENCIAS ACTUALES DE LA ETICA

PRESENTADO POR:

ALBERTO ALAIN CABRALES DIAZ


C.C. 78.713.158

FUNDACION UNIVERSITARIA JUAN DE CASTELLANOS


ESPECIALIZACIÓN EN ÉTICA Y PEDAGOGÍA
GRUPO DOMINGO
TURBO-ANTIOQUÍA
ETICA DE LA NO-VIOLENCIA

La Real Academia de la Lengua todavía no acepta que se escriba la no-violencia

separada por guion; sin embargo se precisa escribirla de esta forma para aclarar

este conjunto de dos palabras y de esta forma reafirmar que es el nombre de una

filosofía, una filosofía de la verdad, una filosofía de la acción comprometida.

Se hace necesario diferenciar dos facetas para evitar las equivocaciones

frecuentes en torno a este modo de abordar la vida y sus problemas. Por una

parte, está la exigencia filosófica y, por la otra, la estrategia de la acción.

Desde el punto de vista filosófico, la no-violencia es la búsqueda de un sentido

para la vida; como método de acción, es la búsqueda de la eficacia.

Ahora bien si nos referimos al término utilizado por Gandhi, la no-violencia es el

reconocimiento, el dominio y la transferencia del deseo de violencia que se

encuentra en el hombre, en cada ser humano y que lo conduce a separar, excluir,

eliminar, dañar al otro hombre.

Es importante resaltar que Gandhi fue un líder que comulgó un sentimiento muy

puro y personal con una agenda política que puso en práctica sus altos ideales y

blindó sus campañas no-violentas del asedio militar británico. Gandhi escaló

posiciones hasta llegar a encabezar el Congreso Nacional de India, gracias a su

manejo multicultural de los distintos credos representados, su reputación

destacada en el nacionalismo indio y su visión del Swaraj o estado autónomo.


El empuje de Gandhi era tranquilo pero severo, ejemplificado en La Marcha de la

Sal de 1930: cruzando el país a pie desde Ahmedabad hasta la costa de Gujarat,

Gandhi marchó 388 km. en protesta de los impuestos británicos sobre la sal. Miles

de ciudadanos lo acompañaron en la travesía, afirmando el compromiso nacional

por una India libre, e Inglaterra respondió con el encarcelamiento de más de

60.000 personas.

Otra clave de la visión no-violenta de Gandhi fue su inquebrantable ética y

humanismo. A pesar de confrontar duramente los intereses británicos, y no apoyar

su incursión en la Segunda Guerra Mundial (argumentando que Inglaterra peleaba

por un valor que a su vez le negaba a la India), Gandhi siempre ofreció una

palabra generosa ante los pesares del enemigo. Su actitud abierta y decidida

resultó contagiosa y aseguró el éxito de campañas y protestas de no-cooperación

y ayuno que, en otro contexto, pudieron haber sido terribles masacres. Así Gandhi

sentó la mayor base ideológica para la separación del Reino Unido.

Gandhi fue capaz de combatir y derrotar al Imperio Británico y su largo mandato.

Esculpió una mentalidad colectiva de paz y conciliación y dirigió a millones de

habitantes enajenados bajo el enfoque del triunfo y la autonomía. Y lo hizo sin

lanzar un solo puño.

Pero me nace un gran interrogante se pueden aplicar los principios de la No-

violencia en la actualidad y más aún en nuestro país. Lógicamente si se pueden

aplicar estos principios en Colombia pero para ello debemos comprender que la
no-violencia es primeramente una actitud en la que debemos educarnos y

adiestrarnos; demanda una conversión hasta las raíces del mal profundamente

ancladas en nuestro ser. Al escoger la no-violencia se elige no reaccionar con

violencia ante la violencia sufrida. Es decidir actuar para interrumpir la cadena de

venganzas y desquites. Esta elección es libre y nace de las convicciones ya

manifiestas y que demandan una nueva educación opuesta a las enseñanzas del

medio social en que nos desenvolvemos. En Colombia se ha convertido en una

constante que las víctimas se transformen en victimarios, así nacieron los grupos

paramilitares, arraigando la violencia en nuestro país.

Por lo anterior era que Cristo decía: amar a los que me aman no presenta mucha

dificultad; amar a mis enemigos es mucho más valioso. Del mismo modo, la no-

violencia se aplica más bien a los enemigos, los violentos. La no-violencia es una

puerta abierta hacia el respeto y la compasión, tema tan caro al Dalai Lama, figura

excelsa de la no-violencia.

La palabra como instrumento de paz

Con la palabra podemos ahondar el odio, pero también podemos sembrar el amor,

el acercamiento, la ternura, la solidaridad, la compasión, la  comprensión, los

convenios, las alianzas, los acuerdos, las concertaciones.

En la actualidad en nuestro país vivimos una situación tal de intolerancia, de

venganzas y represalias, resentimientos que claman por una reconciliación

fundamentada en el del diálogo, en la verdad, la sinceridad, el sentimiento


humanitario, el amor, el arrepentimiento, el respeto, el perdón, la esperanza.

Las grandes desesperanzas y tristezas puede ser aliviada con palabras de aliento

y confianza, como rayos que iluminan el sentido y proyecto de vida personal,

familiar y social. Ayudando de esta forma a mejorar la vida de las personas.

Los seres humanos somos cooperantes por naturaleza, tenemos el privilegio de la

lengua que nos distingue de otros vivientes, los cuales, como los animales poseen

lenguaje, pero no disponen de un sistema lingüístico estructurado como el nuestro.

Solemos muchas veces recurrir a los eufemismos, al disimulo, a la mentira, para

no enfrentar la verdad en su resplandor, en su transparencia, en su esencia.

Los educadores de las nuevas generaciones tienen un compromiso con la historia

para desarrollar competencias orientadas al buen uso del idioma, de la palabra, no

sólo en su perfección gramatical, sintáctico, ortográfico y fonético, sino sobre todo,

en su poder constructor de paz, aceptación, tolerancia y alegría en una sana

convivencia, en la comunicación intra e interpersonal, grupal y masiva.

Por todas estas prerrogativas, estamos llamados a convertir la palabra en el

instrumento de la confraternidad y el amor universal, en sembradora de paz y

reconciliación.
La escuela como escenario de paz

“Para educar en contextos de conflicto es necesario que la misma escuela se

constituya en un espacio de paz y de encuentro. Obviamente hay contextos

violentos, pero también hay situaciones de violencia que ocurren en la escuela por

estructuras que son violentas en sí mismas, como las situaciones de expulsión,

donde el que no aprende se tiene que ir.” Daniela Eroles

 A pesar de que tenemos claro que la escuela es un escenario constructor de paz

al revisar los currículos de las instituciones educativas nos damos cuenta que solo

se privilegia la parte cognitiva, la formación para vivir en paz casi no se tiene en

cuenta, la formación ciudadana está olvidada y peor aun cuando se toca el tema

solo queda escrito en el papel pero no se lleva a la práctica.

La escuela tiene infinidades de normas plasmadas en el manual de convivencia,

en el que la mayoría de las veces se plantean solo castigos ante comportamientos

erróneos de los estudiantes, pero nos damos cuenta que la verdad es que esto no

ha contribuido a mejorar la convivencia en la escuela. La escuela debe retomar

ese papel fundamental como constructora de paz y reconciliación entre las

personas.
El deporte como agente de Paz

El deporte como actividad incorpora varios aspectos positivos relacionados al

desarrollo humano, sobre todo cuando practicado en las actividades de tiempo

libre, en que el individuo se exenta de las actividades de trabajo y de los

compromisos de carácter social - en sus momentos más preciosos: de ocio y

recreación. Ofrece beneficios para la salud, por los varios aspectos que les son

pertinente - principalmente físico, psicológico y terapéutico - contribuyendo a una

vida saludable; ofrece importantes componentes para la educación, contribuyó

para promover la participación social, la disciplina y la competitividad y, así, para el

desarrollo intelectual del individuo que lo practica.   

El deporte también promueve el intercambio sociocultural, que pasa a través de la

participación de la práctica y de los eventos deportivos y, en este contexto,

promueve también los valores humanos y universales, como la disciplina, el

sentido del equipo y de colectividad, la solidaridad, la comprensión y la tolerancia;

los unos que juntos contribuyen para la cooperación y el establecimiento de la

paz.   

El deporte desarrolla al hombre y la humanidad y contribuyó a la paz y la

cooperación entre las personas.    

Para el hombre, ofrece   las oportunidades de la exploración y la incorporación de

nuevos valores éticos, sea él desarrollado de una manera sin compromiso y

practicada en los momentos de ocio y recreación, en el deporte amador, sea

a  través de una formación atlética profesional, cuando el practicante desarrolla su


potencial totalmente con estos principios y encuentra la justa oportunidad de esta

expresión atlética profesional.   

El deporte, además de sus beneficios individuales y colectivas son una manera

buena para la juventud que quiere profesionalizarse y la formación atlética es un

puerto de salida para la solución de los propios asuntos de este grupo de esta

edad  - siendo el principal entre éstos, el de su difícil inclusión social.   

Los valores intrínsecos del deporte 

Si nosotros detenemos para pensar en los valores humanos involucró el práctica

deportiva, podemos identificar sin dudar, varios aspectos positivos. Entre éstos,

los pertinentes a la formación del individuo, los educativos y culturales; los

pertinentes a la salud y el condicionar físico; los pertinentes a la formación del

carácter y de la personalidad (psicológico y social); además de otro tan significante

como éstos, pero de anchura más grande - universales, como la promoción de la

paz, la fraternidad y la elevación del espíritu humano y de la humanidad como un

todo.   

Mientras practicamos el deporte, también condicionamos nuestro cuerpo, nuestra

mente y nuestro espíritu, buscando fuerzas y armonía para realizarnos la actividad

y superamos nuestros propios límites; atendemos a las reglas y nos pusimos cara

a cara con el inesperado, aceptamos los desafíos de la competición - del ganar o

perder (pero siempre intentando aprehender con ambos), buscamos esa

superación de los límites (físico y psicológico), nos deparamos con los

descubrimientos del inesperado - mientras vivimos en otras realidades, en otros


lugares y con otras personas. También nos condicionamos a los valores de la

solidaridad, de la amistad, del compañerismo, mientras participamos en los

equipos, de los clubes, de las competiciones y conviviendo junto las personas y

culturas diferentes durante los largos períodos, en nombre del deporte.   

Los eventos deportivos representan y son mucho más do que simples

competiciones. Congregan a las personas, entidades, los gobiernos, las

comunidades para en nombre del deporte, elevar el espíritu humano, aproximar a

los pueblos a las personas, confraternizar y hacer vivenciar momentos impares en

que el hombre, él mismo, sólo o colectivamente, busca la superación, el equilibrio,

la perfección - que ayudan a nosotros en fin, a hacer un acercamiento de la

imagen y similitud con que nosotros fuimos creados.   

El deportista, para ser un verdadero Atleta, necesita de esta “formación integral”

(sin que ninguno de estos elementos sea olvidado), la cual puede ofrecerle estos

componentes en una combinación y la formulación específicas para cada

modalidad deportiva y para que el deporte como actividad humana pueda alcanzar

sus mayores beneficios y así ayudar a cambiar el mundo para mejor - para ser

más igualitario, más ético, más justo y en una línea inductora para de la paz.   

El deporte es para la paz y no para la guerra 

Los juegos, desde que los tiempos griegos a los actuales, representan el momento

del embate, del confronto en que todos participan desarmados de ese espíritu que

ha estado guiando a la humanidad durante el proceso de evolución de la

civilización - en una perspectiva de caos - guió por la economía y por la irracional


forma de avanzar, consumiendo y destruyendo con los recursos naturales,

oprimiendo pueblos más atrasados en una disputa por más poder, para más ter

(en lugar de más ser); envolviendo se en los conflictos, disputas y en las guerras

sin cualquier fundación lógica.   

El deporte tiene el poder para cambiar el mundo. Tiene el poder para unir a las

personas en sólo una dirección, como había afirmado el líder sur africano Nelson

Mandela.    

Indudablemente el deporte es para la paz, para la elevación de los valores

humanos y tiene ese poder intrínseco de unir a las personas en sólo una dirección,

como afirmado Mandela.    

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