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CONFLICTOS
La convivencia es el conjunto de prácticas que realizamos todos los días con las personas
que nos rodean, sean familiares, amigos, conocidos o desconocidos. Esas relaciones las
llevamos a cabo en distintos escenarios como el hogar, los centros educativos, la iglesia o
el parque.
En nuestras acciones diarias pueden influir las condiciones del medio donde vivimos, lo
que no quiere decir que si estamos en un medio violento, debemos reaccionar de la
misma forma, sino que por el contrario, tenemos la opción de actuar bajo concepciones
democráticas que contribuyan a una mejor convivencia.
El conflicto
La palabra conflicto significa "chocar entre sí", y expresa circunstancias negativas y
desagradables, que por lo general están vinculadas con la violencia; que a su vez significa
infringir los derechos e integridad de alguien.
Los seres humanos tenemos la necesidad de relacionar nos entre sí para garantizar
nuestra existencia, desde este punto de vista es posible reconocer a los demás como
facilitadores de la vida en comunidad. Sin embargo, las personas como seres diferentes y
antagónicos están expuestas al conflicto por la diferencia de sus prioridades e intereses.
Reconocer la complejidad de los seres humanos y evitar verlos como una amenaza,
facilita el manejo de las situaciones de conflicto, permite la comprensión de la interacción
humana y contribuye a generar los cambios que la sociedad requiere.
La incertidumbre
El mundo donde vivimos, ofrece la apariencia de orden y certidumbre permanente, de tal
forma que parece que nada cambiará. Sin embargo, la vida social está en permanente
dinámica y sujeta a cambios. En esta dinámica cualquier elemento que signifique
transformación, causa inseguridad o incertidumbre. Desde tal óptica, las instituciones
como la escuela y los medios de comunicación, tienen la responsabilidad de construir
formas de convivencia flexibles, que analicen las bondades de lo nuevo y estén
dispuestas a abrirles su propio espacio.
Un ejemplo del temor a lo nuevo lo constituyen las prácticas de la juventud de todos los
tiempos, en cuanto a su vocabulario, manera de vestir y gustos musicales, que al parecer
han estado en contravía y han sido rechazados por su anterior generación, por el temor a
la ruptura de preceptos, consideraciones y valores, en apariencia muy sólidas y dignas de
preservar.
El otro diferente
Cada persona es diferente, piensa y actúa distinto y forma parte de un grupo cultural con
tradiciones y costumbres particulares. Sin embargo, esta pluralidad puede convertirse en
una amenaza permanente para la convivencia, cuando se piensa que lo ideal es uniformar
a las personas en su pensamiento y actitudes. Reconocer a los demás seres humanos
como diferentes, es comprender su integridad y aceptar la diversidad de la sociedad de la
cual se forma parte.
La Constitución de 1991 reconoce que la sociedad colombiana está conformada por una
gran diversidad étnica y cultural, que se manifiesta en la presencia del grupo raizal de San
Andrés y Providencia, los afrocolombianos que habitan en la región del Pacífico y del
Caribe, el pueblo room o gitano, disperso por todo el territorio nacional, la población
indígena que conforma cerca de 80 comunidades y en los grupos socioculturales que
habitan las diferentes regiones como el paisa, el opita, o el pastuso.
La diversidad del pueblo Colombia no, antes de ser un obstáculo para la convivencia
armónica, se debe comprender como el patrimonio que permite construir una sociedad
pluralista y democrática.
La memoria colectiva
La memoria colectiva es la información que tiene cada persona, acerca de la cultura y de
la manera como funciona la sociedad a la que pertenece.
Esta información orienta la cultura del grupo social, define las pautas de con vivencia y
determina las formas de preservación o de adaptación frente a nuevas situaciones. Por
eso, cuando en la memoria colectiva de una sociedad está definida una determinada
práctica de convivencia, lo más probable es que esta se perpetúe al transmitirse de
generación en generación.
La familia
El primer escenario de la convivencia es la familia, en ella se dan los principales procesos
de socialización, porque se aprende a ser papá, mamá, hija, hijo, hermano o hermana y a
ser miembro de un grupo humano llama do familia. La convivencia en familia permite
aprender y reproducir las prácticas que respetan las "reglas", es decir, las prácticas
democráticas, o por el contrario, las prácticas violentas. La familia, entonces tiene una
gran responsabilidad en cuanto al conocimiento y a la formación de una convivencia
fundada en las prácticas democráticas.
La Escuela
La escuela, entendida como el conjunto de instituciones que realizan una labor educativa,
tiene una gran importancia en la formación de las personas; por eso, en la actualidad, es
considerada por el Estado y por la sociedad como la principal responsable del futuro del
país y como la máxima orientadora y formadora de sus ciudadanos. En la escuela es
posible construir saberes, nuevas miradas del mundo y formar ciudadanos responsables,
tolerantes y participativos.
Las organizaciones políticas, entendidas como aquellas que se conforman para participar
en la vida democrática del país, también son parte de este escenario donde se construye
la convivencia y se ejercitan los derechos ciudadanos. A través de ellas las personas y los
grupos.
Los medios de comunicación facilitan la relación directa entre los ciudadanos y las
instituciones, puesto que sirven de canal entre los ciudadanos que expresan sus
necesidades e intereses y el funcionario que las debe resolver. En la actualidad son
frecuentes las encuestas por Internet, los reclamos por la mala prestación de los servicios
públicos a través de medios como el teléfono, la radio o la televisión, al igual que las
discusiones acerca del presupuesto de un municipio a través de una teleconferencia en la
que participan funcionarios y ciudadanos.
El escenario cultural
Hasta mediados del siglo pasado el país estaba conformado por culturas muy definidas,
tanto en las áreas rurales como en las urbanas, debido que la mayor parte de la población
era campesina y cada municipio conservaba una arraigada tradición cultural. Entre tanto,
en las pequeñas y florecientes ciudades, germinaba la pluralidad cultural como
consecuencia de la paulatina inmigración. Las escasas vías y medios de comunicación
contribuían al aislamiento de los pueblos y al limitado intercambio cultural.
En la actualidad, más del 70% de la población colombiana habita en las ciudades, que
cada vez albergan una mayor heterogeneidad cultural con marcadas diferencias entre los
grupos generacionales. En cada ciudad se construye una trama social muy densa y difícil
de comprender, porque en ellas se encuentran y se mezclan las diversidades étnicas y
culturales, y existen numerosos espacios de expresión como el cine, el teatro, las
bibliotecas, los museos, las librerías, los sitios de diversión y esparcimiento, y los centros
educativos.
Hoy en día, el sector rural mantiene culturas homogéneas y tradicionales que no son
ajenas al proceso modernizador que vive el país y que circula con fuerza por los medios
de comunicación masiva.
Aprender a comunicarse
Toda comunicación busca transmitir un mensaje que se espera sea reconocido por todos.
Cada quien se afirma cuando el otro lo reconoce a través de los mensajes que le
comunica. Una sociedad que aprende a comunicarse encuentra siempre formas de
solucionar sus conflictos de forma pacífica.
Aprender a interactuar
Relacionarse con los otros implica aprender a percibirse y a percibir a los demás como
personas que evolucionan y cambian en su interacción, pero que siempre guían su
comportamiento por las reglas básicas y universales de los Derechos Humanos.
Aprender a cuidarse
La convivencia supone aprender a cuidar el "bien estar" físico y psicológico de sí mismo y
de los otros; esta es una forma de expresar el amor por la vida. Aprender a cuidar se
significa también aprender a crear condiciones de vida adecuada para todos.
Enfocarse en el problema
El proceso para resolver problemas no debe enfocarse en las personas, sino en el
problema. A menudo se dice que el otra tiene la culpa, pero eso no ayuda en la solución
del problema, sino que por el contrario, puede llevar a que el conflicto adquiera mayores
dimensiones. En cambio enfocarse en el problema, implica definirlo, y encontrar las
diferencias entre posiciones, intereses y necesidades. Cuando se conoce claramente la
posición de las partes frente al conflicto y lo que esperan alcanzar, es más fácil encontrar
la solución.
Acudir a la mediación
Aunque lo ideal en la solución de conflictos es que las partes encuentren directamente la
solución, en ocasiones la dificultad de llegar a un acuerdo hace necesaria la intervención
de un tercero o mediador. La mediación ayuda a conciliar, a poner de acuerdo a las partes
que se debaten en una controversia de intereses y propósitos.
El papel del mediador es inducir a las partes a realizar un proceso de análisis que les
indique el mayor número de posibles soluciones y oriente para tomar la decisión más
conveniente. En este proceso puede ocurrir que el mediador encuentre la solución
perfecta, pero que las partes no la acepten, lo que implica regresar al punto de partida.
El arbitramento muy común en materia mercantil, a las decisiones se les llama laudos y
generalmente se relacionan con bienes o con derechos patrimoniales.
La mediación de los Jueces de Paz evita a las partes en conflicto, tener que acudir a los
estrados judiciales.
La justicia de paz es una función pública y por lo tanto gratuita. Sin embargo, el Consejo
Superior de la Judicatura puede señalar los costos que pueda causar una actuación del
Juez de Paz.
La justicia de paz es una institución independiente y autónoma con el único límite de las
normas contenidas en la Constitución nacional. Se diferencia del poder de la rama
Judicial, en que sus providencias sólo están sometidas al imperio de la ley. Es decir, que
las decisiones de un Juez de Paz deben respetar las normas contenidas en la
Constitución, mientras que las decisiones de los jueces de la rama Judicial deben ceñirse
también a las leyes escritas en los códigos.
La intervención del Juez de Paz de be ser requerida por las comunidades o las personas
de común acuerdo y en forma voluntaria.
La solicitud de intervención del Juez de Paz puede formularse de común acuerdo entre
las partes y de manera oral o escrita, lo cual corresponde al Artículo 229 de la
Constitución nacional, que establece que toda persona tiene derecho a acceder a la
administración de justicia y que la ley debe indicar en qué casos lo puede hacer sin que
se encuentre representada por un abogado.
Aunque la solicitud que se eleva ante un Juez de Paz puede ser verbal, se debe levantar
un acta en la cual constan la identidad de las partes, su domicilio, la descripción de los
hechos y la controversia existente entre ambos, así como el lugar, fecha y hora donde se
va a efectuar la audiencia de conciliación.
Buscar la solución integral y pacífica de los conflictos entre particulares o los de una
comunidad.
Tomar decisiones en equidad, más no en Derecho. Es decir, que aun que deben respetar
las normas consagradas en la Constitución, no se rigen por todo el conjunto de leyes, sino
que actúan según los criterios de justicia propios de cada comunidad.
Referirse solamente a asuntos que se pueden transigir, conciliar o de asistir, es decir, que
no estén sometidos a solemnidades judiciales especiales y que su cuantía no exceda de
100 salarios mínimos mensuales vigentes. Por ejemplo, un Juez de Paz puede intervenir
para solucionar el conflicto causa do a la propiedad del vecino.
Artículo 41. Hace referencia a que todas las instituciones de educación, oficiales o
privadas, "fomentarán prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y
valores de la participación ciudadana".
Artículo 67. Dice que "la educación formará al colombiano en el respeto a los Derechos
Humanos, a la paz y a la democracia".
Educación, que reglamenta muchos aspectos de las prácticas educativas, como los
siguientes:
En las instituciones educativas, los estudiantes elegirán a un alumno del último grado que
ofrezca el establecimiento, para que actúe como personero de los estudiantes y promotor
de sus derechos y deberes.
Los establecimientos educativos tendrán un reglamento o manual de convivencia en el
cual se definirán los derechos y las obligaciones de los estudiantes, quienes deben
intervenir en su elaboración.
Los centros escolares deben promover la creación del Consejo de Estudiantes y del
Consejo de Padres de Familia.
El desarrollo de las anteriores normas, en las instituciones educativas, han otorgado a las
y los estudiantes un protagonismo que está contribuyendo a hacer más respetuosas las
relaciones de convivencia y a formar ciudadanos con una mayor capacidad para ejercer
sus derechos y cumplir con sus deberes en el marco de una sociedad democrática.