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TEMA 14. EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y PARA LA PAZ.

LA EDUCACIÓN Y EL
DESARROLLO DE ACTITUDES COOPERATIVAS, DEMOCRÁTICAS Y CÍVICAS.

INTRODUCCIÓN

1. EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ

1.1 Educación para la convivencia y la paz a través del currículo.

2. LA EDUCACIÓN Y EL DESARROLLO DE ACTITUDES COOPERATIVAS, DEMOCRÁTICAS Y CÍVICAS.

2.1 Concepto de actitud

2.2 Desarrollo de actitudes cooperativas, democráticas y cívicas en la escuela.

3. EL PROYECTO EDUCATIVO Y LAS NORMAS DE CONVIVENCIA, ORGANIZACIÓN Y

FUNCIONAMIENTO.

2.1 Plan de Convivencia

BIBLIOGRAFÍA

DIAZ AGUADO, M.J. (2006). Aprendizaje cooperativo y prevención de la violencia.

FEITO, R. (2006). Otra escuela es posible. Madrid: Siglo XXI.

SANTOS GUERRA, M.A. (coord.) (2003). Aprender a convivir en la escuela. Madrid: Akal.

Legislación

Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa.

DECRETO 8/2015, de 8 de enero, por el que se desarrolla la Ley 4/2011, de 30 de junio, de


convivencia y participación de la comunidad educativa en materia de convivencia escolar.

Protocolo xeral para a prevención, detección e tratamento do acoso e ciberacoso escolar,


actualizado, así como o procedemento corrector de condutas contrarias ás normas de convivencia
INTRODUCCIÓN

La educación para la convivencia y la paz no es una opción más sino una necesidad que
toda institución educativa debe asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre pueblos
y grupos sociales se han convertido en un imperativo legal. Ahora se trata de conseguir que el
derecho formal de la paz se convierta en un derecho real.

Educar para la paz es una forma de educar en valores. La educación para la paz lleva
implícitos otros valores como: justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto,
cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad... y se trata de un factor importantísimo
para conseguir la calidad que propone nuestro sistema educativo.

Uno de los principios en los que se inspira el Sistema Educativo Español es la transmisión y
puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la
ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como
que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación (LOMCE, 2013). Igualmente, encontramos
una referencia explícita cuando enumera los Principios en los que se inspira el sistema educativo
español: «La educación para la prevención de conflictos y la resolución pacífica de los mismos, así
como para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, y en especial
en el del acoso escolar» (modificación de la LOMCE al artículo 1 de la LOE).

A. La educación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, en la igualdad de


derechos y oportunidades entre hombres y mujeres y en la igualdad de trato y no
discriminación de las personas con discapacidad.
B. La educación en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios
democráticos de convivencia, así como en la prevención de conflictos y la resolución
pacífica de los mismos.
C. La educación en la responsabilidad individual y en el mérito y esfuerzo personal.
D. La formación para la paz, el respeto a los derechos humanos, la vida en común, la cohesión
social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos, así como la adquisición de valores
que propicien el respeto hacia los seres vivos y el medio ambiente, en particular al valor de
los espacios forestales y el desarrollo sostenible.
E. La formación en el respeto y el reconocimiento de la pluralidad lingüística y cultural de
España y de la interculturalidad como un elemento enriquecedor de la sociedad.

1. EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ

Tradicionalmente se ha considerado la paz como la ausencia de violencia física en las relaciones


personales o sociales. Actualmente se concibe la educación para la paz como un proceso
educativo, continuo y permanente, fundamentado en dos conceptos definidores:

 El concepto de paz positiva, cuyas características son: la paz como proceso dinámico y
permanente, como estructura social de amplia justicia y reducida violencia, la paz que exige
la igualdad y reciprocidad en las relaciones e interacciones y que afecta a todas las
dimensiones de la vida.
 Perspectiva creativa del conflicto: la educación para la paz recoge el tránsito en la concepción
del conflicto, que ha pasado de ser sinónimo de desgracia, a asumirse como un proceso
natural y consustancial a la naturaleza humana, entendido así, como un fenómeno de
incompatibilidad entre personas o grupos, mediante el cual se perciben o afirman intereses,
valores o afirmaciones contrarias. Los elementos que intervienen en el conflicto son,
básicamente tres: las personas, el proceso y el problema o diferencias esenciales.

Las relaciones sociales, sean entre personas o grupos, nunca han estado exentas de conflictos. Un
conflicto se produce cuando ante una tarea común no se armonizan los intereses y necesidades
de las personas. En sí mismos, los conflictos no son negativos. Lo son si optamos por una opción
violenta para resolverlos, en vez de optar por una forma racional, en la que estén presentes
acuerdos que cuenten con la aprobación de ambas partes.

Es importante tener en cuenta que el conflicto supone un medio e instrumento educativo


positivo. De la definición expresada, así como de las características de los dos conceptos en que se
fundamenta, se deducen los siguientes principios educativos:

 Educar para la paz es una forma particular de educación en valores.


 Educar para la paz es una educación para la acción, comenzando por nuestros propios
comportamientos y actitudes como educadores.
 Educar para la paz, pretende recuperar la idea de paz positiva comenzando por el nivel más
cercano: el aula, su organización e interacciones que se dan en ella.
 Desde el punto de vista metodológico, se postula el uso de métodos basados en el
aprendizaje por la experiencia.
 Los componentes de la educación para la paz son: Educación para la comprensión
internacional. Educación para los derechos humanos. Educación multicultural. Educación para
el desarme. Educación para el desarrollo, especialmente del tercer mundo. Educación para la
resolución de conflictos

Hay, sin duda, una necesidad personal y social de paz que la educación no puede ignorarla. Pues,
aunque la educación para la paz no puede resolver todos los problemas existentes en la sociedad,
sí es cierto que creando espacios para el aprendizaje y el ejercicio de la paz en el aula se generan
procesos dialécticos y vivenciales a través de los cuales, niños/as y jóvenes aprenden a tratar y a
ser tratados como personas libres que tienen derecho a serlo.

Fernández (2001) señala que la educación para la convivencia aparece como una orientación
concreta de la educación moral, y como tal, tiene dos tareas fundamentales:

 Ayudar a los/as alumnos/as a construir una ética para la convivencia que les permita
desenvolverse en el complejo mundo actual.
 Desarrollar en los/as alumnos/as las habilidades necesarias para que puedan construir y
reconstruir permanentemente, su código ético.

La escuela ha de ser, ante todo, una escuela de convivencia, en la que los intereses y puntos de
vista divergentes se negocien a través del diálogo racional y se enmarquen normas de
comportamiento que sirvan para el respeto recíproco. De esta forma, enseñar a convivir
contribuye al desarrollo de las funciones esenciales del centro escolar, reconocida como uno de
los fines del sistema educativo actual: la preparación para participar activamente en la vida social.
1.2 EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA Y LA PAZ A TRAVÉS DEL CURRÍCULO.

La Educación para la Convivencia y la Paz no son materias específicas por lo que no


encontraremos sus contenidos descritos en el currículo. Sin embargo, si podemos encontrar
materias específicas que abordan directamente la Educación en Valores como lo son: la
asignatura de Religión y la de Valores Sociales y Cívicos (en Educación Primaria), Valores Éticos y
Filosofía (en Educación Secundaria), recogidas en el bloque de asignaturas específicas y presentes
en los distintos cursos.

Con respecto a las competencias, la ley «considera esencial la preparación para la ciudadanía
activa y la adquisición de las competencias sociales y cívicas»; aquí es donde encontramos la
referencia a la educación en valores, pero al igual que en los casos anteriores, no se concreta, sino
que se contempla de un modo transversal.

La Educación para la Paz y la Educación en Valores es una tarea continua que se desarrolla cada
día, durante todo el curso tanto dentro como fuera de las aulas. La transversalidad viene dada
porque no podemos disociar el crecer como personas y la adquisición de conocimientos. La
Educación en Valores, es uno de los ingredientes que hacen fraguar los cimientos de las personas,
el esfuerzo, la solidaridad, la responsabilidad. Si prescindimos de alguno de ellos, podríamos tener
una persona con conocimientos de matemáticas, lengua, sociales, naturales… pero quizá aislada,
sin sensibilidad o insociable.

2. EDUCACIÓN Y DESARROLLO DE ACTITUDES DEMOCRÁTICAS, COOPERATIVAS Y CÍVICAS.

Las personas somos seres sociales por naturaleza, pues desde que nacemos estamos inmersos en
un grupo. Lo que pensamos o hacemos está influenciado por el grupo social en el que vivimos.
Con frecuencia la educación ha descuidado aprovechar la tendencia natural que tiene el ser
humano a trabajar en grupo para conseguir aprendizajes cooperativos. Investigaciones muy
recientes destacan las ventajas tanto para la persona como para el grupo que se pueden alcanzar
con el trabajo cooperativo. También se han observado otros avances en aspectos como: mejor
clima de aula, mejores relaciones interpersonales, mayor motivación en relación con la escuela
(escaso absentismo), progreso académico del alumnado de bajo rendimiento. La lista puede
aumentarse, pero la excelencia de esta metodología es que el trabajo en grupos cooperativos
proporciona al alumnado los medios para seguir descubriendo y desarrollando sus habilidades.

2.1 CONCEPTO DE ACTITUD

Se entiende por actitud la inclinación o decisión de actuar de una manera determinada en base a
unos valores que intervienen directamente en la conducta y en la acción de las personas, definen
la personalidad, rigen la actividad cotidiana y constituyen la estructura básica del comportamiento
social. Dos características:

→ No son innatas, se adquieren: se aprenden, se modifican y se maduran; son educables


como los valores
→ Son predisposiciones estables lo que refuerza la importancia de la acción educativa en la
formación y/o modificación de las mismas.

La educación para la convivencia y la paz requiere de la adquisición de actitudes democráticas,


cooperativas y cívicas que permitan llevarla a cabo. De tal manera que, se educa para la paz
cuando se forman a personas que en la vida cotidiana son capaces de dialogar, colaborar, convivir
acogiendo el punto de vista de los otros, adoptando comportamientos solidarios y justos, etc.

Las actitudes cooperativas son aquellas que implican una relación persona a persona y conlleva
un compromiso y una colaboración. Este compromiso ha de centrarse en el intento de que todos
logren los objetivos que se pretenden alcanzar buscando tanto el propio beneficio como el de los
demás. Estas actitudes se basan en la solidaridad y el compañerismo.

Las actitudes democráticas son aquellas relacionadas con la toma de decisiones.

Las actitudes cívicas hacen referencia a aquellas que ejercitamos todos los días, cuando
respetamos y buscamos hacer respetar las reglas de conducta que sabemos que son positivas
para nuestra colectividad.

2.2 DESARROLLO DE ACTITUDES COOPERATIVAS, DEMOCRÁTICAS Y CÍVICAS EN LA


ESCUELA.

Actitudes cooperativas

Con frecuencia la educación he descuidado aprovechar la tendencia natural que tiene el ser
humano a trabajar en grupo para conseguir aprendizajes cooperativos. Investigaciones recientes,
destacan las ventajas tanto para la persona como para el grupo que se pueden alcanzar con el
trabajo cooperativo. También se han observado otros avances en aspectos como: mejor clima de
aula, mejores relaciones interpersonales, mayor motivación en relación con la escuela (escaso
absentismo), progreso académico del alumnado de bajo rendimiento. La excelencia de esta
metodología es que el trabajo en grupos cooperativos proporciona al alumnado los medios para
seguir descubriendo y desarrollando sus habilidades.

Cabe destacar al aprendizaje cooperativo en equipos heterogéneos, como el procedimiento


de aplicación más generalizada para educar en valores tan relevantes como la cooperación, la
igualdad, la solidaridad, la responsabilidad o la tolerancia, desde cualquier materia educativa.

El aprendizaje cooperativo al propiciar las dinámicas de trabajo en agrupamientos


heterogéneos, genera conflictos sociocognitivos que conducen a la búsqueda conjunta soluciones
y la asimilación de perspectivas diferentes a las propias. Todo ello se traduce en avances
cognitivos importantes como dotar a los alumnos de las habilidades sociales y comunicativas para
participar en discusiones y debates eficaces. De ese modo, se contribuye a que las producciones
de los alumnos sean más ricas, ya que se basan en propuestas y soluciones de sujetos con
experiencias y conocimientos distintos.

Actitudes democráticas

Una educación democrática toma como valor de primer orden la participación en todos los
niveles: gestión del centro y del aula, de la convivencia, etc.; y tiene que afectar, más
radicalmente, a las decisiones básicas que determinan la naturaleza misma de la escuela y del
currículum. Rafael Feito (2006) señala tres requisitos que, como mínimo, ha de cumplir una
escuela para que sea democrática:

1. La educación obligatoria debe organizarse de tal manera que se creen las condiciones que
garanticen una educación de calidad para todo el alumnado. Más bien, se trataría de
conseguir una escuela de calidad gracias a la escolarización en un tronco común de todo el
grupo de edad de entre los 6 y los 16 años.

2. La vida de las aulas y de las escuelas debería democratizarse. Un planteamiento así


requiere crear las condiciones para que la voz de los niños sea escuchada y partir de las
inquietudes y los conocimientos previos de los niños.

3. La participación de profesores, alumnos y padres en el control y gestión de los centros


sostenidos con fondos públicos salga del estado de atonía y de inutilidad en que se
encuentra actualmente.

La educación democrática, debe preparar a todos los alumnos para participar, como ciudadanos,
en la configuración deliberativa del futuro de su sociedad, incluyendo aquellos valores necesarios
para la reproducción del proceso democrático mismo. El ideal de una democratización de la
educación se caracteriza por condiciones formales: no represión, no discriminación y deliberación
democrática.

En una sociedad democrática es una obligación de la educación capacitar a los futuros ciudadanos
para poder participar activamente en la sociedad civil y política; lo que implica cultivar aquellas
virtudes, conocimientos y habilidades necesarias para la participación política, precisamente
porque queremos recrear y profundizar colectivamente la sociedad que compartimos. Las
prácticas democráticas han de tomarse como oportunidades de aprendizaje de los valores
democráticos.

La discusión entre compañeros, el aprendizaje cooperativo, enseñar a resolver conflictos sociales


y la democracia participativa son procedimientos que suponen respecto y al mismo tiempo un
incremento del poder y responsabilidad que se da a los alumnos/as en su propio aprendizaje.
Agruparlos en equipos heterogéneos (en rendimiento, valores, nivel de integración en el colectivo
de la clase, grupo étnico, género....), ayuda a superar las segregaciones y exclusiones en la escuela
y, a través de las cuales, se perpetúan las que existen en el resto de la sociedad y se priva a los
individuos de riesgo de oportunidades necesarias para reducir dicho riesgo.

La mediación como resolución pacífica de conflictos

Una forma de poner en práctica actitudes democráticas es el uso de la mediación como estrategia
de resolución de conflictos.

La complejidad de las relaciones interpersonales actuales genera conflictos de cuya gestión y


resolución, dependerá la existencia de adecuados climas de convivencia en los centros educativos.
La utilización de la Mediación Escolar como sistema de resolución de conflictos es la consecuencia
lógica ante la nueva realidad, cambiante y plural, de las escuelas.

«La Mediación Escolar es una estrategia de resolución pacífica, en la que se ofrece a personas con
un conflicto sentarse juntas, voluntariamente, con una tercera parte neutral (algún miembro del
Equipo Mediador), hablar de su problema e intentar llegar a un acuerdo de una forma positiva y
colaborativa.»

La Mediación Escolar no sólo es una estrategia de resolución de conflictos, sino que conlleva una
serie de valores y procedimientos que educan en la cultura de la Paz y consolida formas de
actuación y gestión de los conflictos profundamente participativos y democráticos.

Se caracteriza por ser un proceso educativo, voluntario, confidencial, colaborativo y con poder
decisorio para las partes quienes aportan las soluciones, aprendiendo a gestionar sus conflictos.
Un tipo muy interesante de mediación es la realizada entre iguales en la que una parte del
alumnado del Centro se ha formado para resolver los conflictos a través de la mediación; cuando
surge un problema entre dos alumnos, los mediadores se ofrecen para intentar resolver el
conflicto de forma dialogada.

Actitudes cívicas

La participación de los alumnos de un modo activo en foros de trabajo donde plantearse los
problemas de convivencia y trabajo es, en sí misma, una fuente privilegiada de experiencias que
producen importantes consecuencias formativas como el respecto mutuo, comprensión
recíproca, solidaridad, cooperación o la discusión objetiva de conflictos, de manera que los
alumnos sean capaces de ponerse en el lugar de sus compañeros y adquirir aptitudes de diálogo.

En este sentido las técnicas de participación activa, son un intento de reflejar las distintas
situaciones posibles en las que una persona puede comunicarse e intercambiar información.
Algunas de estas técnicas pueden ser por ejemplo:

Grupos de discusión. Se trata de un técnica grupal muy provechosa para tratar temas de interés
juvenil, solucionar conflictos, etc. Tiene como objetivo el intercambio, confrontación y discusión
de creencias u opiniones entre los miembros del grupo hasta llegar a conclusiones por consenso.
Este odo de trabajo, favorece la creación de actitudes no agresivas hacia los otros y el respecto a
las normas de grupo.

Torbellino de ideas. Tiene por objetivo crear un clima informal. Tiende a desarrollar la capacidad
de crear propuestas constructivistas, de aportar soluciones para contribuir a desarrollar nuevas
habilidades y actitudes que superen un modelo de educación moral basado en valores absolutos.

Phillips 66. Se centra en la toma de decisiones de forma conjunta promoviendo la participación


activa de un grupo. Consiste en obtener opiniones y puntos de vista de todos los alumnos en un
tiempo breve acerca de un problema o cuestión para tomar decisiones de forma consensuada y
razonada.

3. EL PROYECTO EDUCATIVO Y LAS NORMAS DE CONVIVENCIA, ORGANIZACIÓN Y


FUNCIONAMIENTO.

El proyecto educativo de cada centro definirá los objetivos particulares que se propone alcanzar,
partiendo de su realidad y tomando como referencia la regulación estatal y autonómica. En todo
caso, el citado proyecto educativo abordará los siguientes aspectos:

a) Líneas generales de actuación pedagógica.

b) Coordinación y concreción de los contenidos curriculares, así como el tratamiento


transversal en las áreas, materias o módulos de la educación en valores y otras
enseñanzas.

c) Forma de atención a la diversidad del alumnado.

d) El plan de orientación y acción tutorial.

e) El plan de convivencia a desarrollar para prevenir la aparición de conductas contrarias a


las normas de convivencia y facilitar un adecuado clima escolar.
f) Objetivos propios para la mejora del rendimiento escolar y la continuidad del alumnado
en el sistema educativo.

g) El plan de formación del profesorado.

h) Los criterios para organizar y distribuir el tiempo escolar, así como los objetivos y
programas de intervención en el tiempo extraescolar.

i) Los procedimientos de evaluación interna.

El proyecto educativo constituye las señas de identidad del centro docente y expresa la educación
que desea y va a desarrollar en unas condiciones concretas. Tanto en la elaboración del proyecto
educativo, como en su desarrollo posterior, se fomentará la implicación de toda la comunidad
educativa.

El Proyecto Educativo debe incluir, entre sus apartados los principios educativos y los valores que
guían el plan de convivencia y sirven de referente para el desarrollo de la autonomía pedagógica,
organizativa y de gestión del centro. Se elabora bajo la coordinación del Equipo Directivo con la
participación de la comunidad educativa mediante el procedimiento que se determine en las
Normas de convivencia, organización y funcionamiento del centro. Una vez aprobado el Proyecto
Educativo, el director del centro lo hará público para que sea conocido y pueda ser consultado por
todos los miembros de la comunidad educativa.

2.1 PLAN DE CONVIVENCIA

Somos cada vez más conscientes de las disfunciones de la convivencia en nuestros centros
escolares y sabemos que hemos de plantearlo desde una óptica positiva, tratando hacer de la
escuela un marco de convivencia democrática y de aprendizaje.

La violencia que se manifiesta en algunos centros escolares hay que verla en el contexto en que se
produce. Son muchas las variables ajenas a la escuela que pueden explicar el comportamiento
antisocial en los centros educativos. Algunas de estas variables son: la violencia estructural
presente en el conjunto de nuestra sociedad, la violencia omnipresente en los medios de
comunicación a los que el alumnado está expuesto, los modelos violentos que el alumnado
aprende, ve y/o sufre en su propia familia o grupo de iguales. El alumnado está siendo socializado
en antivalores tales como la injusticia, la insolidaridad, el maltrato físico y psíquico; en resumen,
en un modelo de relaciones basado en la intolerancia.

La educación para la paz y la convivencia no se improvisa ni surge de manera espontánea. Se


requiere de una intención educativa y un esfuerzo por parte de los responsables de los centros
educativos y de la educación para lograr verdaderas escuelas de convivencia. Uno de los
instrumentos del que se puede partir es la elaboración de forma conjunta y democrática del plan
de convivencia del centro, en el que también ha de colaborar la figura del orientador.

Según l dispuesto en el DECRETO 8/2015 el plan de convivencia del centro es el documento en el


que se articula la convivencia escolar, que garantiza una educación en el ejercicio de los derechos
y de las libertades dentro de los principios democráticos de convivencia, así como en la
prevención de conflictos y en su resolución pacífica. Se ha de incluir en el proyecto educativo de
cada centro. Su elaboración le corresponde a la comisión de convivencia o, cuando esta no
estuviese constituida, por el equipo directivo, y será aprobado por el consejo escolar del centro.
Según lo dispuesto en la LOMCE (2013) en él se han de recoger:

 Las actividades que se programen con el fin de fomentar un buen clima de convivencia
dentro del centro escolar.

 La concreción de los derechos y deberes del alumnado de obligado cumplimiento.

 Las medidas correctoras aplicables en caso de su incumplimiento teniendo en


consideración la situación y condiciones personales de cada alumno/a, y la realización de
actuaciones para la resolución pacífica de conflictos con especial atención a las
actuaciones de prevención de la violencia de género, igualdad y no discriminación.

Las medidas correctoras tendrán un carácter educativo y recuperador, deberán garantizar el


respeto a los derechos del alumnado y procurarán la mejora en las relaciones de todos los
miembros de la comunidad educativa.

Normas de convivencia

Las normas de convivencia que concretarán los derechos y deberes del alumnado y serán
elaboradas por los centros docentes, tendrán como objetivo fundamental desarrollar unas
relaciones positivas entre los diferentes miembros de la comunidad educativa para lograr un clima
escolar adecuado que facilite el logro de los objetivos educativos y el éxito escolar. Podrán incluir
previsiones sobre la vestimenta del alumnado en el centro docente o la manera de presentarse en
él, orientadas a garantizar que no atenten contra su dignidad, no supongan una discriminación
por razón de sexo o un riesgo para su salud o integridad personal, y la de los demás miembros de
la comunidad educativa, o no impidan o dificulten la normal participación del alumnado en las
actividades educativas. Asimismo, se prohíbe el uso de teléfonos móviles y otros dispositivos
electrónicos como mecanismo de comunicación durante los períodos lectivos. Excepcionalmente,
los centros podrán establecer normas para la correcta utilización como herramienta pedagógica
(Decreto 8/2015).

Aula de Convivencia inclusiva

Los centro docente dispondrán de un aula de convivencia inclusiva cuya vocación es sustituir el
tiempo de expulsión del alumnado que haya estado temporalmente privado de su derecho de
asistencia al centro, como consecuencia de la imposición de medidas correctoras, buscando la
reincorporación a su propia aula en el menor tiempo posible. Para la atención del aula de
convivencia se podrá contar con la colaboración del departamento de orientación. En todo caso,
le corresponde al profesorado encargado del aula de convivencia inclusiva supervisar las medidas
y actuaciones propuestas para el alumnado.

En conclusión, la elaboración del Plan de Convivencia no debe entenderse como una tarea
burocrática a realizar en los centros docentes, sino que debe de aprovecharse esta oportunidad
para propiciar la reflexión conjunta sobre uno de los objetivos más importantes que tiene el
sistema educativo, enseñar a convivir y ser persona. Se trata de crear un documento
verdaderamente útil, realista, dinámico y adaptado a las peculiaridades y necesidades del centro,
que ayude a mejorar el entramado de relaciones que en toda comunidad educativa se establecen
y a mejorar, en definitiva, la vida social del centro.
CONCLUSIÓN

Construir una escuela transmisora de actitudes democráticas, cooperativas y cívicas significa


conformar una sociedad en la que convive una ciudadanía tolerante, solidaria, responsable y
dialogante. En definitiva, se trata de aprender a vivir en la escuela, a interiorizar los hábitos que el
futuro ciudadano deberá desarrollar, se presenta como uno de los objetivos más importantes del
presente educativo. Ahora bien, es necesario resaltar que la educación en valores precisa que el
trabajo docente se desarrolle mediante unas relaciones de colaboración que impliquen a todos y
que conduzcan a un compromiso de la comunidad educativa con los objetivos consensuados de la
institución. De este modo, los centros escolares deben convertirse en comunidades con valores
compartidos, dando significado y sentido a la vida escolar.

Se debe tener en cuenta que la educación para la paz y la convivencia no se puede realizar si no es
en el contexto de una educación que globalmente en sí misma es no violenta. La paz no es una
propuesta aislada e independiente que el educador transmite en el desarrollo de unos temas
puntuales a través de la palabra. Es necesario pero no suficiente. Se precisa de un ambiente
educativo en el que realmente la paz constituya un valor.

El orientador/a juega un papel importante asesorando a la comunidad educativa en la aplicación


de las medidas relacionadas con la mediación, resolución y regulación de conflictos en el ámbito
escolar. Además, contribuirá al desarrollo de programas que promuevan la adquisición de
habilidades y competencias sociales.

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