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DERECHOS HUMANOS
1. La Educación para la Paz y los Derechos Humanos.
Uno de los ejes del Modelo de Formación de Líderes Comunitarios es la Educación para la Paz y los
Derechos Humanos. Entonces, tenemos que empezar por aclarar el concepto de educación.
En América Latina y por lo tanto en México, existen muchos rezagos, en ocasiones se nos
considera como sociedades poco desarrolladas, precisamente porque nos hace falta mucho
trabajo para que las y los habitantes de estos territorios, podamos sentir que tenemos una vida
con calidad y que ejercemos nuestros derechos o que estos son respetados.
El concepto de educación popular (aquella educación que no ocurre en las instituciones) está muy
extendido en nuestra región porque surge para buscar alternativas y respuestas ante distintos
tipos de rezagos y necesidades. Poco a poco se ha convertido en un mecanismo para que, en
algunos casos, los grupos sociales comiencen a volverse autónomos y participativos.
Dentro del tema de los Derechos Humanos y la construcción de la Paz, la educación se entiende
como un acto consciente que promueve determinado modelo de sociedad y de persona. Como
hemos mencionado, no se restringe a la escolarización, sino que incluye además a otro tipo de
espacios, tanto públicos como privados. Por esto, puede entenderse que el proyecto de Líderes
Comunitarios es también un proyecto educativo o, mejor dicho, reeducativo y que tiene la
intención de promover y facilitar cambios en la sociedad.
Aprender a ser. La educación debe contribuir para que cada persona alcance el desarrollo
global.
Entendemos que estas propuestas pueden resultar ideales, sin embargo, es necesario tener
presente la relevancia de la educación en la vida de las niñas, niños y adolescentes; es por ello que
insistimos en el carácter reeducativo de la Formación de Líderes Comunitarios.
Se trata de un estilo de vida que busca la armonía de la persona, basado en los valores de
los derechos humanos, impulsando la práctica de la cooperación, el respeto a la
diferencia, la igualdad, la justicia y el respeto a la naturaleza, entre otros.
Es una forma de enfrentar los conflictos que busca descubrir el origen del conflicto en la
injusticia. La noviolencia se basa en un absoluto respeto a la integridad de las partes
implicadas y hace de la coherencia entre fines y medios, su estrategia y
condición para ser eficaz. Significa que se renuncia implícitamente a la violencia como
medio. Es importante señalar que la paz sólo puede surgir a través del ejercicio de los
derechos humanos.
La pregunta más importante que nos plantea la noviolencia no es en contra de qué estamos, sino a
favor de qué y, sobre todo, qué hacemos o podemos hacer para que sea realidad.
Para concluir con este apartado, mencionaremos algunos principios importantes de la Educación
para la Paz y los Derechos Humanos:
Se educa para formar una actitud de compromiso para eliminar o reducir la violencia,
practicar la noviolencia y hacer prevalecer la justicia, es decir, para la transformación de la
sociedad misma, de sus instituciones, personas, pueblos, estados, con la intención de ser
todas y todos, sujetos de derechos.
Saber y asumir que el compromiso con este tipo de educación también causa conflictos.
Llegados a este punto, nos parece importante hablar sobre algo esencial: el conflicto.
Culturalmente, se piensa en los conflictos como algo negativo, porque:
No se nos educa para enfrentar y resolver conflictos, sino para evitarlos o ignorarlos.
Es necesario aprender que los conflictos no necesariamente tienen que ver con la violencia, no son
sinónimos de ella. A veces, la ausencia de violencia se considera como paz; pero desde el enfoque
que estamos presentando, una situación se define como conflicto, no por su apariencia externa,
sino por su contenido, por sus causas profundas.
Por otro lado, no toda disputa o divergencia implica un conflicto, puede existir una contraposición
entre las partes, pero sus necesidades e intereses esenciales pueden ser los mismos. La solución
en estas disputas puede crearse estableciendo canales de comunicación para poder generar
acuerdos, sin enfrentamientos violentos.
El conflicto no es algo que surge “repentinamente”, más bien se trata de un proceso que tiene su
origen en las necesidades y su falta de solución. La dinámica del conflicto tiene los siguientes
elementos: desconfianza, incomunicación, temores y malos entendidos. En un momento dado,
esta dinámica llega al estallamiento y a la crisis.
Precisamente, lo que intenta la Educación para la Paz, es dar herramientas para evitar llegar a la
crisis y que sea hasta ese momento que se reconozca la necesidad de enfrentar los conflictos; lo
mejor es que aprendamos a enfrentarlos y transformarlos de una manera constructiva y
noviolenta. Esto significa ir hasta sus causas profundas.
Es consustancial al ser humano como ser que interacciona con otras personas.
Ser parte de una sociedad plural y abierta implica el contraste, las divergencias y los conflictos; la
Educación para la Paz, el ejercicio de la Noviolencia y la regulación de los conflictos, son
herramientas básicas para convivir, las tres reconocen que la cooperación y la solidaridad son una
fuente de crecimiento y enriquecimiento mutuo.
1.3. Metodología socioafectiva y participativa.
También permite obtener elementos mínimos para la cooperación, así como una conducta
prosocial (aquella que fomenta el deseo de compartir, simpatizar o confortar, por ejemplo),
promueve la empatía (sentimiento de correspondencia y concordancia con el otro, que parte de la
autoconfianza y la seguridad) y la habilidad para comunicarse.
Esta Metodología combina la transmisión de información con la vivencia personal para favorecer
el aprendizaje; se trata de crear un ambiente de trabajo en el que quienes participan vivan en su
“propia piel”, situaciones que promuevan el auto-conocimiento, el conocimiento de otras
personas, además de la autoestima y la afirmación de los otros, tanto como las propias. En este
ejercicio, los conocimientos previos de cada participante son fundamentales, la vida que cada
quien ha experimentado es lo más valioso y será el punto del cual partir.
El enfoque socioafectivo permite que dentro de un grupo, cada participante viva una situación, la
sienta, la analice, la describa y sea capaz de comunicar lo que le ha producido. En cuanto al
Modelo de Formación de Líderes Comunitarios, la intención es propiciar espacios de diálogo en
donde niñas, niños y adolescentes platiquen de sus pensamientos, experiencias y sentimientos
alrededor del tema de la migración y que en ese diálogo:
Se promueva su participación.
Es importante resaltar que se trata de una metodología coherente, que no sólo hace hincapié en
los contenidos, sino también en las actitudes y valores con los cuáles se facilita el taller.
El vehículo para transmitir los contenidos y aprendizajes es a través del juego, al que
generalmente se recurre para “pasar el rato” o para crear una atmósfera distendida. Dentro del
enfoque socioafectivo el juego es el medio para favorecer el surgimiento de experiencias en el
grupo.
Aprovechar al máximo las potencialidades del grupo con el que se trabaja, la misma
actividad puede producir reacciones muy distintas en cada grupo o en el mismo grupo,
pero en momentos diferentes.
Es primordial prestar atención al modo en que reacciona el grupo y ajustar las actividades
de acuerdo a sus características.
Desarrollar la imaginación y romper con el pensamiento de que existe una única solución,
las soluciones pueden ser muchas y muy diversas. Esto es algo natural en las niñas, niños y
adolescentes, de modo que sólo hay que propiciar que se manifieste.
Cambiar la idea de que la manera de solucionar conflictos es a través de la violencia, la
exclusión o de que alguien pierda para que alguien más gane. Todas y todos nos
beneficiamos de soluciones constructivas e incluyentes, aunque no las hayamos
propuesto.
Apreciar o afirmar a una persona significa reconocer lo bueno que hay en ella, valorar sus
cualidades y actitudes positivas. Es posible encontrar cualidades en cualquier ser humano, por lo
tanto, toda persona es digna de aprecio. Sin embargo, no hay que confundir el aprecio con la
adulación o la alabanza sobre cualidades que realmente no se poseen, pues esto puede tener un
efecto contrario al que se persigue.
Podemos asegurar que sentirse apreciada/o es el primer paso para la defensa de nuestros
derechos. Si nos sentimos queridas/os y llegamos a vivir una situación de vulnerabilidad, será más
fácil que intentemos buscar ayuda, defendernos o cambiar nuestra situación, en lugar de
reaccionar con sensaciones de rechazo, temor e indefensión. El aprecio nos enseña que somos
seres humanos dignos de cuidado, cariño y con derechos que se nos deben respetar. No hay un
camino establecido para mantener un ambiente de aprecio, cada persona y cada situación son
distintas y requieren un trato diferente. Actividades bien seleccionadas y bien dirigidas pueden
ayudar a entender la importancia del aprecio, contribuir a desarrollar actitudes de ayuda y
colaboración, aún fuera de las sesiones que reúnen al grupo.
Más adelante, hablaremos con mayor amplitud sobre la cooperación, por ahora, basta mencionar
que es un valor y una forma de comportamiento capaz de sostener proyectos comunitarios. Nos
hace crear un sentido de pertenencia y de logro, pues permite conseguir metas comunes y
reconoce la aportación de todos y cada uno de los que son parte del proyecto. Cuando nos
integramos en proyectos colaborativos, todas y todos somos imprescindibles y esto nos permite
crear una identidad, una pertenencia y un quehacer común, en este caso, para disminuir la
migración infantil no acompañada.
Trabajar la cooperación.
Como ya hemos dejado ver, los juegos son herramientas educativas para favorecer la experiencia
de grupo, proveen habilidades y herramientas para hacer frente a los conflictos y para buscar
soluciones. Por esto, los juegos son parte de la evolución de los grupos, estimulando determinadas
relaciones y provocando situaciones concretas sobre las que pocas veces se reflexiona.
El juego también nos permite reflexionar sobre los procesos de exclusión y competencia. Es decir,
en la mayor parte de los juegos tradicionales o en las formas habituales de entender al juego, se
trata de vencer a los demás, por lo tanto, siempre hay “ganadores” y “perdedores” e incluso, esa
es su lógica. Se vuelve “natural” marginar a los “menos capacitados”, a las/os que nos hacen
“perder”.
El individuo inmerso en una sociedad competitiva, tiene una fuerte inclinación hacia este tipo de
juegos, que se hereda a las niñas y los niños. De este modo, la competencia, más que la
cooperación, se reconoce como un valor positivo.
Para romper las relaciones competitivas en un grupo, debe detectarse el momento en que surgen
y también el modo en que puede crearse una atmósfera de competencia, cuando algún miembro
del grupo es favorecido o preferido.
Destaca entonces la importancia del aprecio, en el sentido de que ninguna persona puede ser
“mejor” que otra, porque cada quien se construye desde una realidad distinta; además, podemos
ser expertas/os en un área de la vida, mientras que en otra, no nos desempeñamos tan bien. No
obstante, sí podemos hablar de ser mejores con respecto a nosotras/os mismas/os, pero no por
encima de las otras personas.
Para resumir, señalamos que el juego cooperativo y basado en el aprecio, fortalece al Modelo de
Formación de Líderes Comunitarios porque:
Permite experimentar con las propias posibilidades para conseguir una afirmación
personal y colectiva.
Para despertar estos procesos se requiere atravesar ciertas etapas, que inician en juegos llamados
de presentación y llegan hasta los juegos cooperación y de resolución de conflictos.
En esta Formación no abordaremos los juegos de resolución de conflictos, pues suelen usarse para
grupos y comunidades que ya tienen conflictos al interior, lo que no está ocurriendo con las niñas,
niños y adolescentes participantes, pues ellas/os apenas formarán una colectividad.
En todo caso, consideramos que las herramientas de las etapas anteriores permitirán el
reconocimiento de un conflicto cuando se manifieste y también proveerán los elementos para
afrontarlo y evitar que crezca.