> ergonomía y psicosociología
es/16b07f6
S
e calcula que actualmente hay en fun-
cionamiento en España alrededor de 56
millones de teléfonos móviles, lo que nos
pone en cabeza de los países con mayor
densidad de teléfonos móviles por habitante. Está
claro que los móviles y sus aplicaciones se han
convertido en un objeto imprescindible en nuestro
día a día: tanto para el ocio (juegos, redes sociales,
mensajes instantáneos) como para el trabajo (emails,
Nº 116 • Junio de 2014
http://riesgoslaborales.wke.
Nomofóbicos
perdidos...
Juan Manuel Gutiérrez, Director de CONDUCTA SEGURA INTEGRAL
control de calendarios y tareas, localización inmediata
y permanente, etc.).
Tan imprescindibles que hemos llegado al extre-
mo de la mala utilización por abuso: hay empresas
que prohíben a sus trabajadores el uso del móvil
durante el horario de trabajo (salvo circunstancias
muy excepcionales) y otras que suelen consagrar
al “trabajo incomunicado” (libre de móviles y men-
Todo indica que la tiranía del móvil, ya
sea deseada o inducida, nos está ga-
nando la batalla. Hay estadísticas que
afirman que los usuarios de teléfonos
inteligentes (“smartphones”) consultan
el móvil una media de unas 34 veces
al día. Pero esta cantidad se dispara en
los usuarios más incondicionales, tanto
que algunos especialistas comienzan a
considerar el nacimiento de una nueva
adicción: la nomofobia.
sajes) un par de horas vespertinas para levantar la
productividad de la organización.
Todo indica que la tiranía del móvil, ya sea
deseada o inducida, nos está ganando la batalla.
Hay estadísticas que afirman que los usuarios de
teléfonos inteligentes (“smartphones”) consultan el
móvil una media de unas 34 veces al día. Pero esta
cantidad se dispara en los usuarios más incondicio-
Gestión Práctica de
Riesgos Laborales • 05
 > ergonomía y psicosociología
nales: tanto que algunos especialistas comienzan
a considerar el nacimiento de una nueva adicción:
la nomofobia.
Parece que el término fue acuñado en 2011
durante un estudio realizado por la Oficina de Co-
rreos del Reino Unido para estimar la ansiedad que
pudieran sufren los usuarios de teléfonos móviles
cuando “pierden su teléfono móvil, se les agota
la batería o el crédito, o no tienen cobertura de la
red.” De acuerdo con aquel estudio, alrededor del
58% de los hombres y el 48% de las mujeres sufría
de la fobia, y un 9% adicional se sentía estresado
cuando sus móviles estaban apagados. La investi-
gación también demostró que los niveles de estrés
de una persona con nomofobia eran equiparables
con los nervios que se tienen el día antes de la
boda o el de la visita al dentista. Respecto de las
razones para que la ansiedad se manifestase, el
55% afirmó que era por el hecho de encontrarse
“aislado” de las posibles llamadas o mensajes de
familiares y amigos, mientras que un escaso 10%
afirmó que la causa era su trabajo, ya que le exigía
estar conectado permanentemente.
Además, la nomofobia plantea a los científicos
sociales menos problemas de consistencia o fiabili-
dad que otros síndromes tecnológicos de este tipo.
La propia Fundeu (institución que vela por el buen
uso del lenguaje en los medios de comunicación
en español) también aconseja la utilización de este
neologismo, aunque no dejo de compartir el temor
de Michael Quinion de confundirlo con un falso
préstamo griego cuyo significado primario sería el
de un “miedo neurótico a la ley” (de la raíz “nomos”
regla, ley; y “fobia”).
Los síntomas generales de este trastorno son
los típicamente asociados con la sensación de an-
siedad: inestabilidad, agresividad y dificultades de
concentración, así como taquicardias, pensamientos
obsesivos, dolor de cabeza y de estómago. Según
los expertos, el nomofóbico acostumbra a ser una
persona insegura y de baja autoestima.
Dicen los expertos que la clave para luchar
contra esta adicción reside en aprender a controlar
los accesos constantes al móvil, e ir desprendién-
dose del dispositivo de forma gradual. Todo ello
mientras se atiende conscientemente al control
de los posibles sentimientos negativos (nerviosis-
mo, angustia e incluso pánico en los casos más
graves). Se recomienda intentar el desenganche
en las primeras fases junto a otras personas que
nos ayuden a amortiguar ese ansia de conexión ,
Gestión Práctica de
06 •
Riesgos Laborales
utilizando una intensa interacción social: compartir
paseos, terracitas u otros espectáculos (cine, tele,
teatro, etc.). En cuanto a la prevención en las edades
más tempranas, conviene que los padres eviten
que sus hijos tengan conexión a la red desde su
habitación y que establezcan unos horarios claros y
sensatos para un uso correcto de estas tecnologías.
El debate complementario de si esta utilización
masiva (y puede que descontrolada) de las redes
sociales nos lleva a una superficialidad neurótica o
de si contribuye a una pérdida efectiva de ciertas
capacidades cognitivas (memoria a medio plazo,
capacidad de concentración e introversión), excede
nuestra pretensión en este artículo, aunque parecen
revestir una importancia señalada.
Una variante colateral de la citada nomofobia es
el Phubbing (pronúnciese “fábin”), término aparecido
con anterioridad (2007) que alude a la utilización des-
cortés que algunos usuarios hacen del móvil a pesar
de hallarse en compañía de otras personas. Puede
definirse como el acto de un individuo o persona al
ignorar su entorno por concentrarse en su tecnología
móvil (teléfono inteligente, tableta, portátil, etc.). El
término se originó en EEUU, y proviene etimológica-
mente de la unión de las palabras “phone” (teléfono)
y “snubbing” (despreciar) y, por el momento, no tiene
traducción recomendada en español.
A pesar de que este “menosprecio social con
el móvil” lo puede llevar a cabo cualquiera por
descuido, parece obvio considerar que los más
desconsiderados (“fhubbers”) serán aquellos que
no soportan dejar de consultar cada poco tiempo
sus mensajes entrantes o las nuevas aportaciones
en sus redes sociales habituales, independiente-
mente de la persona o personas con quienes se
halle en ese momento. La lucha para respetar la
Netiqueta (normas de urbanidad social en entornos
-y con dispositivos- telemáticos), y en concreto para
contraatacar los abusos del “phubbing” comienza
a hacerse visible: recomiendo la visita a la página
http://stopphubbing.com/, un sitio web que aúna
un grafismo llamativo y una simpatía contagiosa no
exenta de profundidad. Alude a pequeñas acciones
que cualquiera de nosotros puede llevar a cabo
para modificar el incremento de estas conductas
inapropiadas en todos los ámbitos sociales.
Visto desde esta atalaya ergonómica y psicoso-
cial de la vida, nuestro interés primordial se centra
evidentemente en la vertiente laboral del uso de
los móviles, y sobre todo en las implicaciones para
la Seguridad y Salud. En multitud de instalaciones
industriales, como hemos indicado anteriormente, el
uso habitual y continuado de tales dispositivos y otros
análogos (tabletas, portátiles) se halla restringido a
ciertos puestos de control y gestión. Generalmente,
no se prohíbe un uso racional del teléfono siempre
que sea lógico y adaptado a la situación de la tarea:
llamadas escasas y rápidas , interrumpiendo lo menos
posible la actividad.
Como cualquiera puede imaginar, el problema
fundamental planteado por la utilización indiscri-
minada de estos dispositivos móviles reside en la
posibilidad nada descabellada de que cualquier
trabajador, sobre todo si se trata de un operador
que controla un proceso complejo, pueda perder la
concentración necesaria sobre su máquina al sentir
la necesidad de atender una llamada telefónica o,
mucho más frecuentemente, la compulsión de
responder a innumerables mensajes breves del
tipo “wasap”. Como quiera que muchos procesos
se hallan ligados a determinados riesgos laborales
efectivos, el déficit de atención puede suponer un
incremento de dicho riesgo para el operador o sus
compañeros de equipo.
Si la dirección de la empresa no contuviera este
uso desmedido, la responsabilidad legal de que
un posible accidente se debiera a tales conductas
negligentes conllevaría la culpabilización evidente de
la gerencia por dejación en el control preventivo de
sus instalaciones. Esto y la necesidad evidente de
prevenir todo riesgo evitable, me lleva a la recomen-
dación genérica a todos los técnicos prevencionistas
de que refuercen la atención que ya prestan a los
puede que escasos pero muy señalados abusos con
los móviles. Sobre todo porque se espera que su
número se incremente en progresión geométrica...
Más aún: mi preocupación fundamental en este
sentido es la utilización de los mensajes rápidos
en ciertas condiciones especiales, por ejemplo en
horario nocturno: he asistido con preocupación a
comunicaciones que parecían interminables en un
horario absolutamente intempestivo (las dos o tres
de la madrugada) a través de mensajes rápidos tipo
“wasap”. En muchos casos, los interlocutores de
dichas comunicaciones, nomofóbicos perdidos, se
hallaban en la misma empresa y el mismo turno,
dos o tres máquinas más allá...¾
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Nº 116 • Junio de 2014