Está en la página 1de 26

1

PROLAPSO RECTAL

Dr. Luis Charúa Guindic

INTRODUCCIÓN

Es un padecimiento raro, propio de los extremos de la vida, que afecta generalmente


a personas de la tercera edad, aunque puede presentarse en cualquier época de la
vida.1-3 Aqueja en mayor proporción a las mujeres con relación 6:1,4 sin que se haya
demostrado que la multiparidad sea un factor desencadenante. 5

DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN

El prolapso rectal es la salida al exterior de una o todas las capas del recto a través
del ano.1

Se clasifica en parcial y completo.

En el prolapso parcial o mucoso únicamente se exterioriza la mucosa rectal inferior.1-


6

El prolapso rectal completo comprende a todas las capas del recto y se clasifica en
grados:

Prolapso rectal completo de primer grado (externo): la pared del conducto anal
constituye la capa externa del prolapso y forma un ángulo recto entre la piel perianal
y la masa exteriorizada; este tipo de prolapso no contiene peritoneo.

Prolapso rectal completo de segundo grado (externo): el conducto anal se mantiene


en su posición original; la mucosa rectal es la pared externa del prolapso y la más
profunda el peritoneo; en este tipo de prolapso rectal se forma una cavidad o saco,
donde comúnmente están contenidas asas de intestino delgado. Es el tipo más
común.

Prolapso completo de tercer grado (oculto o intususcepción): es un prolapso oculto


producido por la invaginación del recto superior y del sigmoides distal en la luz del
recto.1 Es el más raro (Figura 1).

En este capítulo trataré básicamente el prolapso rectal completo en el adulto.

ETIOLOGÍA

El prolapso rectal se conoce desde la antigüedad y fue descrita en el Papiro de


Ebers en el año 1500 a. C;7 Hipócrates utilizó diversas modalidades terapéuticas
2

para tratar dicho padecimiento; Andrés Vesalio sugirió que el mecanismo


desencadenante del prolapso rectal era una debilidad de los músculos elevadores
del ano y de los esfínteres anales. Esta entidad fue una de las primeras patologías
reconocidas por la profesión médica que requirieron tratamiento quirúrgico, más de
130 procedimientos han sido descritos para el manejo del prolapso rectal y a pesar
de ello, varios de los aspectos fisiológicos, anatómicos y de abordaje quirúrgico,
continúan siendo motivo de controversia. Existen dos teorías que tratan de explicar
el desarrollo del prolapso rectal. La primera fue propuesta en l912 por Moschvowitz, 1-
3
que la consideró como una hernia por deslizamiento que hace protrusión a través
de un defecto en el piso pélvico. La secuencia de acontecimientos que la explican se
inicia con un punto débil en la aponeurosis pélvica, probablemente de origen
congénito. La presión que ejercen hacia abajo las asas de intestino delgado alojada
en el fondo de saco rectovesical o rectouterino, lo va haciendo más y más profundo;
el peritoneo, que a este nivel está firmemente adherido a la cara anterior del recto,
tiende a proyectar esta pared hacia la cavidad del mismo órgano y va exagerando el
defecto del piso pélvico; los elevadores del ano, normalmente unidos adelante del
recto por algunas fibras, empiezan a separarse y producen una abertura central
prerrectal, que paulatinamente aumenta de tamaño y llega a ser suficiente para
permitir el paso del recto a través de ella. Los ligamentos laterales del recto se
estiran y adelgazan hasta no representar medio alguno de sostén. La adherencia del
recto al sacro va perdiéndose y se separa de éste; llega al momento en que el recto
pierde total o casi totalmente sus medios normales de fijación y se hace un órgano
sumamente móvil. La pared anterior, impulsada por la masa intestinal contenida en
el fondo de saco peritoneal, se invagina en la cavidad del recto y termina por salir a
través del ano. Se constituye de este modo la hernia por deslizamiento; el peritoneo
representa el saco herniario, las asas intestinales el contenido y el espacio
producido por la separación de los elevadores del ano, el orificio herniario. Mientras
sucede esto, el recto pierde sus angulaciones y se hace un tubo efectivamente recto,
que está sujeto a una fuerza dirigida verticalmente hacia el exterior, que no
encuentra resistencia por parte de los elevadores y el sacro, como sucede
normalmente. En los casos de larga evolución, el paso frecuente del recto a través
de ano estira y alarga las fibras musculares del esfínter anal externo e interno, que
ya funcionalmente lesionados, acaban por dañarse. El mesenterio del intestino
delgado aumenta su longitud, en la medida que el fondo de saco se profundiza y se
exterioriza con el recto; en los grandes prolapsos, la presencia de asas de intestino
delgado en la masa exteriorizada es fácilmente demostrable; el intento de reducción
del recto provoca borborigmos y si se percute se encuentra timpánico.

Esta teoría está clínicamente sustentada por la localización de la luz rectal en


posición posterior y la presencia anterior de asas de delgado en el saco herniario del
prolapso.1

La segunda teoría fue propuesta por Broden y Snellman; 8 ellos estudiaron el


prolapso rectal mediante cinedefecografia y demostraron dos tipos de prolapso
3

rectal, el primero es similar a lo que propuso Moschcowitz. El segundo tipo de


prolapso rectal era el resultado de la invaginación circunferencial del recto superior o
sigmoides distal dentro de la luz rectal a una distancia de 6 a 8 cm del ano; con el
paso del tiempo y con el esfuerzo para defecar, el prolapso se extiende hacia abajo
a través del recto y más allá del ano.

Lo que sí es bien conocido son las diversas anomalías anatómicas y funcionales


asociadas al prolapso rectal completo, pero se ignora si tienen valor etiológico o son
únicamente su consecuencia.

ANOMALIAS ANATÓMICAS

En su mayoría son apreciables al practicar una laparotomía para abordar el


padecimiento por vía abdominal y son: 1) Fondo de saco rectovesical o rectovaginal
anormalmente profundo; 2) Pared rectal engrosada y recto de mayor tamaño; 3) El
recto suele estar separado de la concavidad del sacro, a lo que sólo está adherido
por tejido areolar flojo; esta separación le confiere una gran movilidad y una posición
casi vertical, que, con el sigmoides, constituye un tubo recto; 4) Los ligamentos
laterales del recto se encuentran alargados y adelgazados; 5) Redundancia del
colon sigmoides; 6) Laxitud, atrofia y separación de los músculos elevadores del ano
en la línea media; 7) Laxitud del piso pélvico; 8) Presencia de rectocele; 9) Debilidad
y atrofia de los esfínteres anales y 10) Ano patuloso (Figura 2).

ANOMALIAS FUNCIONALES

Los trastornos funcionales se traducen por alteraciones en el mecanismo normal de


la defecación. La sensibilidad de la mucosa rectal está disminuida y precisa de un
bolo fecal de mayor volumen que el normal para producir la presión adecuada que
despierte una contracción, y por lo tanto, reflejo de la defecación. Normalmente, un
volumen moderado entre 200 a 250 cc, ejerce una presión de 20 a 40 mm de Hg en
la pared rectal, que basta para producir contracción y sensación; en el prolapso
rectal, el reflejo de la defecación no se despierta si el contenido del órgano no
aumenta lo necesario para producir una presión de 60 a 80 mm de Hg. Debido a que
el reflejo es menos definido, el esfuerzo por defecar no siempre se realiza en el
momento oportuno; con el tiempo, la deficiencia en la sensación del deseo de
defecar demanda más y más volumen para despertar una respuesta sensorial; la
sobre distensión causa una respuesta rectal menor satisfactoria, y aunque la
adaptación plástica es normal, la frecuente negativa a satisfacer el deseo de defecar
termina por producir estreñimiento. No se puede asegurar que éste sea el
mecanismo por el que disminuye la sensación en el prolapso rectal completo, pero a
menudo existe una historia de estreñimiento, con evacuaciones frecuentes e
incompletas, que no proporcionan satisfacción al enfermo.
4

La distensión rectal causa relajación del esfínter anal interno; si la distensión se


prolonga, la relajación de este músculo también se prolonga. La contracción del
esfínter anal externo es voluntario, pero sólo es posible por corto tiempo, que
generalmente no excede de un minuto; transcurrido este lapso, el músculo se fatiga.
Estas circunstancias terminan por hacer incompetente el aparato esfinteriano; con
frecuencia, el ano de estos enfermos se abre espontáneamente y son incapaces de
cerrarlo voluntariamente.

CUADRO CLÍNICO

Los síntomas dependen del tipo y el grado de prolapso. El síntoma cardinal en el


prolapso rectal completo es la protrusión del recto a través del ano; rara vez mayor a
15 cm. La mucosa del recto puede estar edematosa y frágil con pequeñas úlceras
pero siempre es posible reducir el prolapso, a menos que esté estrangulado. La
presencia de moco y sangre es común. Excepcionalmente puede producirse un
prolapso en forma súbita y por primera vez en una persona que nunca lo ha
padecido.

El recto prolapsado se observa como una tumoración cubierta por mucosa surcada
por pliegues transversales y concéntricos alrededor del orificio que señala la luz
intestinal; si hay edema y el recto exteriorizado contiene asas de intestino delgado
se borran los pliegues. La mucosa puede tener aspecto normal o ser congestiva y
edematosa; en casos crónicos, o en rectos que han permanecido exteriorizados
durante varios días, la mucosa está despulida, opaca, granulosa y acartonada.

El prolapso oculto o interno puede producir síntomas como estreñimiento y tenesmo


rectal, lo que puede desencadena grandes esfuerzos para evacuar y sensación de
evacuación incompleta, lo que obliga a mayor esfuerzo aún y puede propiciar el
prolapso rectal completo.

Dependiendo de la edad del paciente, el prolapso se asocia a incontinencia fecal en


el 20 al 100% de los casos.9 Estos enfermos tienen un piso pélvico débil con
disminución del tono del esfínter anal externo.2,9,10 A veces, es la incontinencia y el
manchado constante de la ropa interior, con moco, materia fecal y sangre, lo que
ocasiona la visita médica y es necesario interrogar intencionadamente las
características del prolapso. La incontinencia fecal asociada a prolapso rectal
requiere de una evaluación cuidadosa y objetiva para seleccionar la mejor opción
terapéutica.

El estreñimiento es también una anomalía común y se reporta hasta en el 67% de


los casos.9 Al interrogatorio, una larga historia de estreñimiento precede, muchas
veces, a la aparición del prolapso.11-13

En algunas pacientes, el prolapso puede acompañarse de prolapso uterino.14


5

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico se hace mediante la inspección del periné y pidiendo al paciente que


puje. Si el recto no se exterioriza es necesario que el paciente pase al baño y puje
en posición de cuclillas; en estos casos la privacidad ayuda mucho. Cabe mencionar
que es indispensable observar el prolapso rectal (Figura 3).

La exploración proctológica completa debe investigar intencionalmente ciertos datos


importantes. En la inspección de la región anoperineal debemos observar si existe
ano patuloso (entreabierto), descenso del piso pélvico, rectocele o prolapso uterino;
buscar la presencia del reflejo anocutáneo, etc. Todos estos datos darán una idea
del estado neurológico del piso pélvico y del ano y serán una guía para decidir el
protocolo de estudio y muy probablemente el plan terapéutico.

En la inspección de la piel perianal se puede identificar huellas de rascado reciente


por prurito anal secundario a secreción crónica de moco, a la presencia de materia
fecal o por maniobras de limpieza excesiva. A continuación se somete al paciente a
pruebas de sensibilidad cutánea con estimulación mediante instrumentos
puntiagudos y romos. El tacto rectal abarca la palpación en reposo del esfínter anal
interno y durante la contracción voluntaria del esfínter anal externo y de los
elevadores del ano, además de investigar la posible existencia de un rectocele. La
rectosigmoidoscopia rígida o flexible nos permite descartar daño orgánico: úlceras,
estenosis, procesos inflamatorios o neoplasias. En algunos casos, el eritema de los
8 a 10 cm distales del recto y la presencia de una úlcera rectal solitaria, indicarán un
signo temprano de prolapso rectal oculto.

DIAGNOSTICO DIFERENCIAL

Básicamente debe diferenciarse del prolapso hemorroidal y de un pólipo rectal


prolapsable. En el primer caso, los pliegues de la mucosa son radiados hacia el ano.
En el segundo, se puede enganchar con el dedo el pedículo y conocer el nivel de
inserción en la mucosa rectal.

COMPLICACIONES

La principal complicación en el prolapso rectal es la dificultad para reducirlo, lo cual


puede llevar a una estrangulación.3 Entre más tiempo esté exteriorizado, más difícil
será su reducción. Algunos casos requerirán reducción bajo anestesia. 1

Puede ocurrir retención urinaria aguda.


6

La hemorragia, estrangulación, gangrena y ruptura del prolapso rectal son


complicaciones excepcionales y todas requieren de tratamiento quirúrgico de
urgencia.5

LABORATORIO Y GABINETE

No obstante de que existen pruebas que pueden ser útiles, son en realidad de poco
valor para el manejo del paciente; proporcionan información en el campo de la
fisiopatología y son utilizadas con propósitos de investigación. Aún así se
mencionarán a continuación las principales, haciendo un breve comentario de su
utilidad.

Colon por enema y colonoscopia

En todo paciente con prolapso rectal debe estudiarse el colon completo para
descartar la asociación con otras patologías, en especial con lesiones benignas o
malignas.

Defecografía

Debe de solicitarse para todo paciente en quien se sospecha prolapso rectal interno.
Es útil para demostrar la presencia de rectocele, descenso del piso pélvico, anismus,
entorocele, sigmoidocele, etc. En los pacientes con prolapso rectal el ángulo
anorrectal es casi siempre obtuso, especialmente en aquellos que presentan
incontinencia fecal.10,11

Manometría anorrectal

Este estudio demuestra alteraciones específicas en pacientes con prolapso rectal: a)


Disminución del tono del esfínter anal interno y del tono del esfínter anal externo; b)
Disminución del tono anal en reposo y c) Sensibilidad rectal disminuida.10,15,16

Electromiografía y latencia motora terminal de los nervios pudendos

Los estudios de conducción nerviosa indican que la lesión del nervio pudendo puede
ser la responsable de la incontinencia pre y postoperatoria.17 La investigación de la
actividad bioeléctrica a través de la electromiografía es utilizada en los enfermos con
prolapso rectal e incontinencia fecal para evaluar la función del esfínter anal externo
y el haz puborrectal mediante la inserción de un electrodo aguja concéntrico en cada
uno de estos músculos. Es también posible evaluar el tiempo de conducción y
latencia motora terminal de los nervios pudendos mediante la estimulación de los
mismos por vía transrrectal con el electrodo de St. Mark's. La evaluación
neurofisiológica del piso pélvico es de utilidad para determinar la presencia de
neuropatías secundaria a denervación de la vía pudenda. Para algunos autores, ésta
7

última determinación tiene valor predictivo del resultado de la incontinencia fecal


posterior al tratamiento quirúrgico.18

Ultrasonido endoanal

Puede demostrar asimetría o engrosamiento del esfínter anal interno y de la


submucosa; el hecho de demostrar un defecto esfintérico puede ser de utilidad si se
ha considerado una reconstrucción esfintérica.

TRATAMIENTO

El tratamiento del prolapso rectal es quirúrgico. Las limitaciones que impone el


conocimiento incompleto de su etiopatogenia y las numerosas técnicas quirúrgicas
que se han puesto en práctica constituyen la mejor prueba de que el tratamiento
quirúrgico está lejos de ser satisfactorio. La técnica quirúrgica más adecuada implica
la restauración de la anatomía normal del recto y estructuras pélvicas afectadas en
el mayor grado posible.

Existen dos abordajes para la corrección quirúrgica del prolapso rectal: abdominal o
perineal.

La elección del procedimiento dependerá del estado general del paciente, la edad,
presencia de otras condiciones comórbidas, grado de estreñimiento, presencia de
incontinencia fecal, sigmoides redundante, rectocele, sigmoidocele, enterocele o
prolapso uterino.

Las reparaciones efectuadas por vía abdominal permiten restaurar la anatomía


normal así como solucionar otras enfermedades asociadas, como rectocele,
enterocele y cistocele. En general, las reparaciones abdominales tienen una baja
recurrencia y una mejoría notable de la continencia, pero los resultados en cuanto al
estreñimiento son muy dispares. Sin embargo, la morbilidad temprana es baja. 19,20

Las técnicas por vía abdominal son rectopexia, resección y combinada.

La preparación preoperatorio es similar para todas las técnicas de reparación del


prolapso. El día previo al procedimiento quirúrgico, se efectúa preparación
mecánica, profilaxis antitrombótica y la suministración de antibióticos. En el
quirófano, posterior a la anestesia, se coloca sonda vesical; en los procedimientos
abdominales y en casos seleccionados, puede ser necesario la instalación de sonda
nasogástrica.

Rectopexias
8

Las rectopexias tienen como objetivo crear nuevas y firmes adherencias que se
perdieron entre el recto y el sacro, fijándolo y dificultando su descenso e
invaginación, utilizando o no material protésico.

Se han descrito muchas técnicas diferentes y la discusión se centra generalmente,


en qué material debe ser empleado y cómo debe procederse para su fijación.

De este tipo de cirugía se pueden mencionar las técnicas de Orr-Loygue, Ripstein y


Wells, entre otras, que fijan el recto con bandas o con malla de material sintético.

La rectopexia suturada lo fija solamente con puntos sin utilizar mallas protésicas.9

En todas estas técnicas el recto es movilizado en su cara posterior hasta el plano de


los elevadores y en sus caras laterales hasta los ligamentos suspensores del
recto.19,20

Operación de Ripstein

Fue descrita en 1951,21 y sufrió alguna modificándose en 1965.22

El paciente se coloca en posición de Trendelenburg y se aborda la cavidad


abdominal a través de una laparotomía media infraumbilical. La exploración inicial
del abdomen regularmente muestra un colon sigmoide redundante, pérdida de la
fijación entre el recto y sacro, y un fondo de saco de Douglas profundo. El
rectosigmoide se moviliza en su cara posterior hasta los músculos elevadores del
ano, con el cuidado de no lesionar los ureteros y los vasos mesentéricos inferiores.
Con esta maniobra se refiere que un 50 a 60 % de los pacientes se curan. 9

Se utiliza una malla de marlex o marsilene, de 4 a 5 cm de ancho, que se fija


cuidadosamente al periostio del sacro con sutura no absorbible aproximadamente a
5 cm por debajo el promontorio rodeando la cara anterior del recto; se aplican tres o
cuatro puntos en ambos lados aproximadamente a 1 cm de la línea media del sacro,
es indispensable que la malla no estreche el recto para evitar estreñimiento y una
posible obstrucción a futuro, y además no dejar recto redundante por debajo de la
malla para evitar recurrencia. Debe realizarse reconstrucción del fondo de saco de
Douglas.

La mortalidad descrita está entre el 0 y el 2.8%. La recurrencia oscila entre el 2 y el


12%. La continencia mejora en todas las series, aunque en alguna de manera muy
discreta, mientras que el efecto sobre el estreñimiento es contradictorio. 9,23

El procedimiento de Ripstein mejora la continencia a través de mecanismos que no


se conocen. Cuando el prolapso rectal se acompaña de incontinencia la presión anal
máxima de reposo y la presión máxima de contracción están disminuidas. Cuando la
9

continencia mejora después de la cirugía, se esperaría mejoría en la función anal,


pero estudios con manometría pre y posoperatoria dan resultados contradictorios. 24-
26
Es por eso que se han realizado estudios en los que se midió la presión máxima
anal y el reflejo de relajación rectoesfintérico pre y posoperatorio para investigar si el
esfínter anal interno contribuye a la mejoría de estos pacientes. Se ha visto que la
presión anal de contracción máxima y la presión de relajación con 50 mL
aumentaron después del procedimiento de Ripstein. Esto probablemente refleja
mejoría en la función del esfínter anal interno.23

Cuando se dilata manualmente el esfínter anal interno, sí hay una disminución


transitoria de la presión anal máxima, que en una semana regresa a la normalidad,
lo que indica la posibilidad de recuperación del músculo. Con el prolapso rectal se
puede dar un mecanismo similar, ya que este actúa como un dilatador mecánico del
ano.23

Dependiendo del tamaño y la duración del prolapso, el grado de estrechez del


esfínter anal interno varia. En pacientes con prolapso de larga evolución y sin
capacidad de cerrar el ano totalmente, el esfínter anal interno puede estar tan
defectuoso que no se puede esperar recuperación después de un procedimiento de
Ripstein. En pacientes con prolapso de corta evolución y con capacidad de cerrar el
ano totalmente, sí se puede esperar recuperación en la función del esfínter anal
interno. Estas variaciones hacen que estudios con muestra pequeña presenten
sesgo y sus resultados no sean confiables.22,27

Hay artículos reportados con tasas de recurrencia que van del 0 al 12%. La
operación de Ripstein es un procedimiento seguro para pacientes sin factores de
riesgo operatorios y se asocia a una baja tasa de recurrencia. Los resultados son
similares con otros tipos de rectopexia (con malla, con sutura o resección).27

En otras series se encontró que un 33% de los pacientes experimentaron una o más
complicaciones tempranas. Esta tasa de morbilidad se compara con el 26%
reportado por la Clínica Cleveland y es importante notar que estas complicaciones
fueron menores.25

Las complicaciones tardías incluyen fístulas rectovaginales. Se cree que esta


complicación puede estar relacionada al uso de mallas no absorbibles.
Recientemente se ha publicado un estudio que compara el uso de malla no
absorbible contra malla absorbible para rectopexia posterior. Los resultados fueron
buenos para ambos grupos y el seguimiento fue de más de tres años. No se observó
recurrencia en el grupo de los pacientes con malla absorbible, por lo que se puede
considerar que ésta sea una buena opción.21,25

Existen reportes con tasas de 5% de obstrucción del intestino delgado, que


requieren un segundo procedimiento quirúrgico para resolverla. En la serie de la
10

Clínica Lahey se registró una recurrencia del 10%, que fue 3 veces superior en los
varones, y que se atribuyó a una liberación rectal incompleta por mayor dificultad en
la disección pelviana masculina. Aunque la obstrucción producida por la malla es un
riesgo evidente, disminuye con la experiencia del cirujano. Esta técnica tuvo una
gran aceptación en Estados Unidos durante muchos años, aunque su utilización
actual es mucho menor.27,28

Con respecto a la continencia se refiere una mejora después de un procedimiento de


Ripstein, disminuyendo las evacuaciones. El estreñimiento secundario es
controversial, se ha reportan aumento y otros evidencian que este no cambia ni
disminuye. El aumento al estreñimiento lo han atribuido a adherencias al sitio de la
malla. En aquellos pacientes estreñidos este tipo de técnicas empeora
habitualmente esta condición, mientras que el porcentaje de incontinencia disminuye
entre un 40 a 50% para las distintas series.28,29

La tasa de recurrencia general después de un procedimiento de Ripstein es del 6%.


Hay reportes acerca de prolapso de mucosa rectal ocurrido hasta en el 9%. Otros
hallazgos comunes son el desprendimiento de la malla del sacro y/o del recto; las
complicaciones que pueden presentarse por la utilización de material sintético son
sepsis pélvica, estenosis (más frecuentes utilizando la técnica de Ripstein) e
impactación fecal con dificultad evacuatoria.28

Con respecto a la rectopexia suturada sin utilización de material sintético, la misma


presenta similares tasas de recurrencia comparada con las que si utilizan. En
pacientes estreñidos tampoco hubo mejoría con esta técnica.30

Rectopexia de Orr-Loygue

La operación fue descrita por Orr31 en 1947 y modificada por Loygue,32 incluye la
disección del recto en sus caras anterior y posterior hasta el nivel de los músculos
elevadores del ano, respetando los ligamentos laterales. El recto se fija mediante la
utilización de 2 tiras de nylon o Marlex, que se suturan a ambos lados de la cara
anterior del recto, y se fijan al promontorio lo más lateralmente y caudal posible. Con
este procedimiento se presenta una morbilidad de 1.4% y recurrencia de 4.3%. En
diferentes estudios la mortalidad referida es del 0%, con una recurrencia de entre el
0 y el 2.8%. La mejoría de la continencia llega a alcanzar el 99%. El estreñimiento
puede agravarse. La persistencia del dolor abdominal fue la morbilidad más
frecuente.33

Rectopexia posterior

Descrita por Wells en 1959.34 Una lámina de Ivalon se sutura al sacro y al recto tras
elevarlo, rodeando la cara posterior y dejando libre parte de su cara anterior para
prevenir la obstrucción. Con esta técnica presenta una tasa de mortalidad de hasta
11

el 3%. Es eficaz en el control del prolapso, con recurrencia de hasta el 3%. Esta
técnica provoca una intensa fibrosis con disminución de la distensibilidad que puede
afectar adversamente a la continencia con una mejoría discreta, en 3 a 42%. Se ha
demostrado aumento del estreñimiento, de hasta el 48%.35

La esponja de Ivalon se relaciona con complicaciones como aumento en la fibrosis


de la pared, infección y obstrucción, por lo cual en la actualidad no se recomienda el
uso de la esponja de Ivalon.35

Debido a la alta frecuencia de obstrucciones secundarias a la rectopexia anterior,


Ripstein junto con McMahan, optaron por la utilización de la rectopexia de Wells,
pero empleando prótesis de teflón o goretex.36 Se han utilizado también otros tipos
de malla con lo que se han mejorado los resultados. Winde comparó las mallas de
ácido poliglicólico y poliglactin, y las de ácido poliglicólico y polipropileno, con
resultados similares entre las mallas reabsorbibles y no reabsorbibles.37

En la técnica de rectopexia los ligamentos laterales fueron preservados y fijados a la


fascia presacra mediante puntos de material no absorbible. La creación de una
fibrosis intensa fija el recto al sacro. La rectopexia con sutura probablemente sea la
forma más sencilla de tratar el prolapso de recto por vía abdominal, evitando
además el implante de un cuerpo extraño. Su utilización ha aumentado desde la
introducción de la cirugía laparoscópica. La recurrencia descrita está entre el 2 y 3%
que es una tasa comparable a los procedimientos estándares de suspensión. 37,38

La recurrencia descrita es muy baja en la mayoría de las publicaciones, del 2 al 3%.


En general, se observa una elevada tasa de mejoría de la continencia; sin embargo,
el estreñimiento, como en el resto de las rectopexias, sólo mejora discretamente. La
causa exacta del estreñimiento no es conocida, se ha atribuido a la denervación del
recto y del colon sigmoide provocada por la lesión parasimpática retrógrada, a través
de los ligamentos rectales laterales. Se ha apreciado que la sección de los
ligamentos laterales podría provocar denervación, con cambios en la motilidad y en
la sensación rectal. El umbral de sensación eléctrica está aumentado también de
forma significativa en los pacientes en quienes se realizó sección de los ligamentos
laterales y puede ser la evidencia de que se ha producido un daño neurológico. Es
difícil valorar la lesión de la inervación retrógrada parasimpática, al seccionar los
ligamentos laterales, pero los hallazgos son similares a los descritos en los
pacientes con lesión espinal.39

Otras posibles explicaciones incluyen la existencia de sigmoides redundante que


puede volvularse por encima de un recto fijo. La fibrosis e inmovilización rectal y el
aumento del grosor de su pared dificultan la contracción rectal durante la defecación,
aumentando el estreñimiento. Que estas alteraciones mejoren o empeoren tras la
cirugía, se desconoce; sin embargo, la presencia de un segmento con dismotilidad
12

explicaría los buenos resultados obtenidos con la resección-rectopexia de Frykman-


Goldberg.40,41

Resección

Los procedimientos abdominales que tratan al prolapso solamente mediante


resección anterior no han tenido amplia aceptación. La tasa de recidiva se encuentra
en 7 a 9% con un promedio de seguimiento de 7 años.

Las siguientes son las técnicas quirúrgicas abdominales descritas.

Resección del colon sigmoide

Empleada por Von Eiselsberg en 1902, para tratar el prolapso rectal. Se pensó que
un acortamiento del colon junto a la fibrosis creada a la altura de la línea de sutura
impediría su descenso. La ventaja de esta técnica es que elimina el sigma
redundante que puede provocar volvulación, obstrucción y estreñimiento. Aunque se
ha utilizado durante muchos años, en la actualidad casi se ha abandonado. 7

Resección-rectopexia de Frykman-Goldberg

La sigmoidectomía asociada a rectopexia es uno de los procedimientos de elección


en el tratamiento del prolapso rectal.42

Descrita por sus autores en 1969,43 el objetivo era impedir el descenso del recto tras
su disección, para realizar una resección completa de un colon izquierdo laxo y
móvil. Se suturaban los ligamentos laterales del recto al sacro, por debajo de la línea
anastomótica.

No se ha comprobado morbilidad secundaria a la asociación entre resección y


rectopexia. Tiene una mortalidad de 0 a 6.7%, y recurrencia de 0 a 10%, similar a la
rectopexia.7,43

Se han realizado pocos estudios prospectivos en que se valoren los resultados de la


rectopexia frente a la resección-rectopexia. Sayfan y col compararon la rectopexia
posterior con la resección-rectopexia con sutura, con sección de ligamentos en
ambos grupos.44 La mejoría de la continencia fue similar (75 frente al 66%,
respectivamente), sin deterioro en el posoperatorio. McKee y col en 1992, en un
estudio prospectivo, observaron que el grupo de rectopexia se acompañó de una
alta tasa de estreñimiento posoperatorio, y postularon la realización de una
sigmoidectomía para aliviar el estreñimiento, lo que evidenció una mejoría discreta
de la continencia en el 33%, y del estreñimiento en 60%; sin aumentar la
morbilidad.45
13

Resección anterior

Propuesta por Muir, en 1955, la resección anterior, aunque es eficaz en términos de


baja recurrencia, extirpa áreas que empeoran la distensibilidad y la sensación rectal,
con la posible afectación de la continencia, dejando por otra parte una longitud de
intestino, que en sí misma no previene necesariamente la recidiva del prolapso, por
lo que en la actualidad no se utiliza.7

Técnica perineal

Las operaciones por vía perineal son de menor utilización que las abdominales y se
indican habitualmente en pacientes añosos o con elevado riesgo quirúrgico para
realizar una laparotomía. De los procedimientos perineales los más utilizados son la
rectosigmoidectomía perineal de Altemeier, la operación de Delorme y el cerclaje de
Thiersch.

La cirugía abdominal no es adecuada para tratar a personas mayores o con


enfermedades severas asociadas ya que su alta tasa de morbilidad puede influir de
manera adversa en el resultado final de la cirugía. Es importante poderles ofrecer
otra vía como la perineal mucho menos agresiva, y que puede practicarse con
anestesia espinal o incluso local con sedación en régimen de corta estancia. Se
recomienda además en varones jóvenes ante el riesgo de disfunción sexual por
lesión del nervio hipogástrico pélvico durante la cirugía abdominal. También en
pacientes psiquiátricos institucionalizados que toleran muy bien las técnicas
perineales por el escaso dolor que despiertan.

Cerclaje de Thiersch

De indicación limitada. Es una técnica que retiene el prolapso por estrechamiento del
conducto anal; se realiza un cierre parcial del orificio anal no permitiendo de esta
manera la salida del recto. Presenta una alta tasa de infección, extrusión del material
protésico e impactación fecal. Es una operación que tiene alto porcentaje de
recidivas, 80%, y que en algunas oportunidades y de acuerdo al material utilizado,
hay que retirar el cerclaje.

La técnica de la operación de Thiersch es muy simple. El primer tiempo consiste en


practicar dos incisiones de 5 a 6 mm cada una, localizadas en la comisura anterior y
posterior respectivamente, a unos 2 cm de distancia del ano. A continuación, en una
aguja curva, gruesa y larga, se monta la sutura que puede ser alambre, prolene,
dermalon, teflón, mersilene, polypropileno o silastic y se introduce a través de la
incisión anterior,46-49 a una profundidad de unos 7 u 8 mm en el tejido subcutáneo y
se le imprime una dirección semicircular hasta hacerla salir por la incisión posterior,
por donde se extrae el material de sutura utilizado, de modo que rodee
completamente el ano, con los extremos en la incisión posterior, se introduce el dedo
14

índice del cirujano a través del ano y son traccionados para reducir el diámetro del
conducto anal a unos 15 mm, se anudan y se introduce el nudo en el tejido celular,
lo más profundo posible, para evitar que la sutura esté en contacto con la piel y se
erosione. Finalmente se cierran las heridas cutáneas con puntos separados de
catgut crómico 00.

Es un procedimiento muy poco utilizado en la actualidad.

Operación de Delorme

Descrito por Delorme en 1900,50 consiste en la disección y extirpación del manguito


mucoso que recubre el prolapso de aproximadamente 10 cm de longitud, y la
subsiguiente plicatura de la pared muscular del recto y una anastomosis mucosa. El
núcleo muscular quedaría situado, como un pesario, en el espacio supraelevador. Es
un procedimiento bien tolerado y de utilización preferentemente en pacientes
ancianos y de alto riesgo o cuando se trata de un prolapso pequeño. 51-52

En los últimos años esta técnica ha ganado en popularidad por su sencillez y escasa
morbilidad. Es el procedimiento más adecuado para tratar prolapsos de pequeño
tamaño, y en aquellos en que el espesor total no afecta por completo a toda la
circunferencia. La morbilidad referida es del 6% a 20%, con una mortalidad de 0 al
5%, debido a que la vía perineal es utilizada generalmente en pacientes de mayor
riesgo. La recurrencia con la técnica original de Delorme es alta, 12.5 al 26%.
Algunos autores, con el objetivo de mejorar la continencia y la recurrencia, han
utilizado con éxito la reparación total o parcial del suelo pelviano de forma
sincrónica, obteniendo una disminución significativa de la tasa de recurrencia desde
el 21% con la técnica original hasta el 5% con la reparación del suelo pélvico. La
recurrencia se asoció también a la edad de los pacientes, con independencia de la
técnica, y en el grupo de jóvenes fue sólo del 5% frente a la del 22.5% en pacientes
mayores, motivo por el que se aconseja su utilización a cualquier edad. Los fallos de
esta técnica están asociados a factores perineales como la ausencia de tono
esfinteriano, un descenso perineal severo o una lesión esfinteriana previa y a
factores colónicos como una enfermedad diverticular extensa, que impide realizar
una mucosectomía proximal completa. En este caso, se debe optar por otro
procedimiento, como la rectosigmoidectomía perineal. La repetición de la técnica en
caso de recidiva tiene una tasa de fracaso entre el 25 y el 50%, lo que sugiere que el
prolapso recurre en pacientes con una condición perniciosa, y en esta situación
deberían ser manejados por otro método alternativo. A pesar de que la técnica de
Delorme conlleva una disminución de la distensibilidad rectal, que incide
negativamente sobre la continencia, ésta aunque no desaparece sí mejora, y ello se
debe a un aumento significativo de la sensación rectal, que puede ser motivada por
la extirpación de la mucosa redundante. Una mejor sensación rectal puede ayudar a
la evacuación por vía refleja rectocólica, mejorando la motilidad colónica afectada; la
plicatura de la pared muscular con un conducto anal más estrecho y largo ofrece un
15

efecto barrera para las heces sólidas, aumentando su control. 38,51 con una
disminución marcada del estreñimiento, lo que supone una importante ventaja sobre
la rectopexia abdominal.

Rectosigmoidectomía perineal

Durante esta operación puede realizarse simultáneamente plastia de los elevadores


que contribuye a mejorar la continencia. La complicación más importante que puede
presentarse es la dehiscencia de sutura. Tiene indicación precisa en la
estrangulación o en el prolapso incarcerado.

Fue descrita por Mickulicz en 1889, y defendida en Europa por cirujanos tan
prestigiosos como Miles o Gabriel, y cayó en desuso en 1949. La
rectosigmoidectomía se ha popularizado gracias a los excelentes resultados
publicados por el cirujano norteamericano Williams Altemeier, en 1971, de quien ha
tomado el nombre. Es un procedimiento efectivo y bien tolerado por pacientes
ancianos y/o de alto riesgo. Puede ser practicada bajo anestesia general, raquídea o
incluso local con sedación en régimen de corta estancia. La incisión en la pared
rectal deberá hacerse a unos 2 cm de la línea anorrectal para respetar en lo posible
el esfínter anal interno. Al identificar la grasa del mesorrecto, en su cara posterior,
se facilita la disección en el plano adecuado; una vez abierto el fondo de saco de
Douglas, se libera el recto y todo el sigma redundante hasta que éste no descienda
más, considerando este detalle como fundamental para evitar la recidiva. 7,40-42

La recidiva es mayor que en la cirugía abdominal, en promedio, de 10% con rango


de 0 a 50%. De hecho, cuando se produce recidiva, puede ser tratada por la misma
vía. La reparación total o parcial del suelo pelviano de forma sincrónica, mejora no
sólo la continencia sino también la recidiva respecto a otros pacientes en quienes no
la utilizaron. La ventaja más importante sobre la rectopexia abdominal es la de
asociarse con una incidencia muy baja de estreñimiento postoperatorio, y aunque
tiene un riesgo de fallo anastomótico, éste es muy bajo o no se registra en series
muy amplias. La mortalidad referida en la mayoría de las series es del 0%. La
morbilidad es de 12% y la recurrencia del 0% al 16%. La eliminación del reservorio
rectal supone el principal problema de la técnica, ya que puede alterar la
continencia, y para intentar paliar sus efectos, Yhosioka y col,35 describieron la
utilización de un reservorio colónico en “J”, con menor manchado y urgencia
defecatoria; la ausencia de recidiva fue atribuida a la colopexia del reservorio al
sacro. Cuando se comparan varias opciones perineales entre sí, la
rectosigmoidectomía con levatoroplastía alcanza un mayor intervalo libre de
recurrencia, una menor tasa de recurrencia y unos mejores efectos sobre la
continencia y el estreñimiento que la rectosigmoidectomía sin levatoroplastía. 41,42

Cirugía laparoscópica
16

La rectopexia realizada con sutura o con malla, ha conseguido gran popularidad. Las
ventajas de la laparoscopia son: menor dolor postoperatorio, peristaltismo más
temprano, menor estancia hospitalaria, mejor cosmética y reintegración más
temprana al trabajo. La mortalidad es del 0% en la mayoría de las publicaciones, la
recurrencia oscila entre el 0 y el 7% para los diversos tipos de rectopexia. 38,41

En 2002, se publicó un estudio controlado y aleatorizado sobre 2 grupos de


pacientes que recibieron rectopexia abierta o laparoscópica, comprobando en ésta
menor morbilidad, un inicio más temprano de la dieta y una menor estancia
hospitalaria.

Aunque el costo inicial fue superior en el grupo de laparoscopia, por un mayor


tiempo operatorio y materiales más caros, se compensó con una menor estancia
hospitalaria. No hubo diferencia en la recurrencia, la continencia y el estreñimiento.
El tiempo operatorio se redujo de 180 a 110 minutos, al final de la curva de
aprendizaje.38,41

Técnica quirúrgica ideal

La técnica quirúrgica ideal debe tener las siguientes características: una tasa baja de
morbilidad, sin mortalidad, mínimamente invasiva, buenos resultados funcionales,
sin recurrencia, mejoría de la continencia y no provocar el estreñimiento. En el
momento de la elección se debe conocer las patologías asociadas, la continencia y
la prevalencia de estreñimiento. Sin embargo, no se ha encontrado la técnica ideal
que se adecue a todos los pacientes para el tratamiento del prolapso rectal.

Los procedimientos perineales son de indicación más frecuente en pacientes añosos


y de alto riesgo quirúrgico, siendo bien tolerados y con un aceptable porcentaje de
recidivas.

Es más controvertida la elección de una técnica en los pacientes jóvenes. La


mayoría de los autores prefieren las técnicas abdominales para este tipo de
pacientes debido a su menor tasa de recurrencia y mejores resultados funcionales
en lo que respecta a la continencia. Además, en caso de tratarse de un paciente con
estreñimiento, la resección sigmoidea está indicada con buenos resultados
funcionales postoperatorios.54 De todos modos sigue siendo la cirugía por vía
abdominal la de elección.

Existe alguna evidencia de que la resección-rectopexia abdominal muestra mayor


morbilidad que la rectosigmoidectomía perineal, pero mejores resultados
funcionales.43 La esponja de Ivalon produce más estreñimiento, morbilidad e
infección que la sutura simple y se desaconseja su utilización. El empleo de mallas
alternativas reabsorbibles no han demostrado diferencias ni en el estreñimiento ni en
las complicaciones; existe alguna evidencia de que cuando se seccionan los
17

ligamentos laterales, el estreñimiento aumenta significativamente, aunque la


recurrencia es menor que cuando se preservan. La resección del colon sigmoide
añadida a la rectopexia disminuye el estreñimiento de forma significativa sin
aumentar las complicaciones.44,55

La cirugía laparoscópica es igual de eficaz que la abierta, con menor morbilidad y


estancia hospitalaria, pero con mayor tiempo operatorio.38,41

Stevenson y col valoraron la rectopexia laparoscópica utilizando malla, sutura y


resección, sin evidenciar diferencia entre los tres grupos, concluyendo que la
laparoscopia es segura y eficaz.41

La valoración clínica preoperatoria de la función intestinal y de la continencia permite


una selección adecuada de la técnica sin necesidad de añadir valoración a las
pruebas fisiológicas.56

La simple movilización rectal puede ser suficiente para controlar el prolapso en


pacientes seleccionados; sin embargo, el número de este grupo de pacientes fue
bastante menor que el de otras técnicas, y no permiten obtener conclusiones
definitivas.57

Kim y col en 1999, revisaron la experiencia de la Universidad de Minnesota sobre


372 pacientes operados en el transcurso de 19 años.53 La rectosigmoidectomía
perineal se acompañó de escasa morbilidad y estancia hospitalaria corta, pero la
tasa de recurrencia del 16% fue mucho mayor que la registrada con la resección-
rectopexia abdominal que no superó el 5%. Los resultados indican que la
rectosigmoidectomía perineal no es la operación ideal debido a su relativamente alta
tasa de recurrencia.7,41

Las comparación entre las técnicas de Delorme, la rectosigmoidectomía y la


rectosigmoidectomía con levatoroplastía, demostraron recurrencia de 38% con la
técnica de Delorme, del 13% en la rectosigmoidectomía y del 5% en la
rectosigmoidectomía con levatoroplastía. La continencia fue mejorada en la
rectosigmoidectomía con levatoroplastía, demostrando que la reparación del suelo
pélvico no sólo mejora la continencia sino también la recurrencia, que se compara en
este punto favorablemente con procedimientos abdominales pero con menos
morbilidad severa. La técnica de Delorme mejora, asimismo, sus resultados
anatómicos y funcionales cuando se asocia de forma sincrónica la reparación parcial
o total del piso pélvico. Cuando el prolapso es corto, con un fondo de saco de
Douglas alto, o cuando el prolapso completo no es circunferencial, la
rectosigmoidectomía perineal es difícil o imposible de realizar, y es la técnica de
Delorme la opción más recomendable.21,40,42
18
19

BIBLIOGRAFIA

1. Avendaño EO. Prolapso rectal. Proctología. 1era Edición. Editorial Impresiones


Modernas S.A. México, D. F. 1968, pp. 138-45.

2. Felt-Bersma RJF, Miguel AC. Rectal Prolapse, Rectal Intussusception,


Rectocele and Solitary Rectal Ulcer Syndrome. Gastroenterol Clin North Am
2001;30:199-222.

3. Kairaluoma MV, Kellokumpu IH. Epidemiologic aspects of complete rectal


prolapse. Scand J Surg 2005;94:207-210.

4. Madiva TE, Barg MK, Wexner SD. Surgical management of rectal prolapse.
Arch Surg 2005;140:63-73.

5. Senapati A. Rectal Prolapse. In Phillips RKS. Colorectal Surgery, 2 nd Ed. WB


Saunders Company Limited, UK 2002, pp. 255-271.

6. Altemeier WA, Cuttberson WR, Schowengerdt E, et al. Nineteen years


experience with the one stage perineal repair of the rectal prolapse. Ann Surg
1971;173:993-1006.

7. Corman ML. Rectal Prolapse, Solitary Rectal Ulcer, Syndrome of the


Descending Perineum, and Rectocele. In Colon and Rectal Surgery. 5 th Ed.
Lippincott Williams & Wilkins. Philadelphia, USA 2005, pp 499-553.

8. Broden B, Snellman B. Procidentia of the rectum studied with cineradiography:


A contribution to the discussion of causative mechanism. Dis Colon Rectum
1968;11:330-347.

9. Madoff RD, Mellgren A. One hundred years of rectal prolapse surgery. Dis
Colon Rectum 1999;42:441-450.

10. Poen AC, de Brawm M, Felt-Bersma RJF, de Jong D, Cuesta MA.


Laparoscopic Rectopexy for complete rectal prolapse. Clinical outcome and
ano-rectal function tests. Surg Endosc 1996;10:904-908.

11. Agachan F, PfeiferJ, Wexner SD. Defecography and proctography. Results of


744 patients. Dis Colon Rectum 1996;39:899-905.

12. Brown AJ, Horgan AF, Anderson JH, McKee RF, Finlay IG. Colonic motility is
abnormal before surgery for rectal prolapse. Br J Surg 1999;86:263-266.
20

13. Eu KW, Seow-Choen F. Functional problems in adult rectal prolapse and


controversies in surgical treatment (Review). Br J Surg 1997;84:904-911.

14. Kriplani A, Banerjee N, Kriplani AK, Roy KK, Takkar D. Uterovaginal prolapse
associated with rectal prolapse case report. Aust N Z J Obstet Gynaecol
1998;38:325-326.

15. Hubert FT, Stein H, Siewert JR. Functional results alter treatment of rectal
prolapse with rectopexy and sigmoid resection. World J Surg 1995;19:138-
143.

16. Felt-Bersma RJF, Sloots CEJ, Poen AC, Cuesta MA, Meuwissen SGM. Rectal
compliance as a routine measurement: extreme volumen have direct clinical
impact and normal volumen exclude rectum as a problem. Dis Colon Rectum
2000;43:1732-1738.

17. Schultz I, Mellgren A, Nilsson BY, Dolk A, Holmstrom B. Preoperative


electrophysiologic assessment cannot predict continence after rectopexy. Dis
Colon Rectum 1998;41:1392-1398.

18. Rosato GO, Lumi C, Miguel MA. Anal sphincter electromyography and
pudendal nerve terminal motor latency assessment. Seminaries in Colon
rectal Surg 1992;3: 68–74.

19. Einsenstat TE, Rubin RJ, Salvati EP. Surgical treatment of complete rectal
prolapse. Dis Colon Rectum 1979;22:522-523.

20. Lockhart-Mummery HE. Symposium Procidentia: recent experiences in the


treatment of rectal prolapse. Dis Colon Rectum 1972;15:347-350.

21. Ripstein CB. Treatment of massive rectal prolapse. Am J Surg 1951;83:68-69.

22. Ripstein CB. Surgical care of massive rectal prolapse. Dis Colon Rectum
1965;8:34-38.

23. Holmström B, Brodén G, Dolk, Frenckner B. Increased anal resting pressure


following the Ripstein operation. Dis Colon Rectum 1986;29:485-487.

24. Yoshioka K, Hyland G, Keighley MRB. Anorectal function after abdominal


rectopexy: parameters of predictive value in identifying return of continence.
Br J Surg 1989;76:64-68.

25. Keighley MRB, Matheson DM. Results of treatment for rectal prolapse and
fecal incontinence. Dis Colon Rectum 1981;24:449-453.
21

26. Pérez MA, Canales KA, Morales GM, Roesch DF. Resultados de la corrección
del prolapso rectal con la técnica de fijación al promontorio del sacro. Cir Ciruj
2001;69:215-220.

27. Schultz I, Mellgren A, Dolk A, Johansson C, Holmstrom B. Long-term results


and functional outcome after Ripstein rectopexy. Dis Colon Rectum
2000;43:35-43.

28. Raftopoulos Y, Senagore AJ, di Guiro G, Bergamaschi R. Rectal Prolapse


Recurrence Study Group. Recurrence rates after abdominal surgery for
complete rectal prolapse: a multicenter pooled analysis of 643 individual
patient data. Dis Colon Rectum 2005;48:1200-1206.

29. Delemarre JBVM, Gooszen HG, Kruyt RH, Soebhag R, Mass Geesteranus A.
The effect of posterior rectopexy on fecal continence. A prospective study. Dis
Colon Rectum 1991;34:311-316.

30. Tjandra JJ, Fazio VW, Church JM, Milson JW, Oakley JR, Lavery IC. Ripstein
procedure is an effective treatment for rectal prolapse without constipation. Dis
Colon Rectum l993;36:501-507.

31. Orr TG. A suspension operation for prolapse of the rectum. Ann Surg
1947;126:833-840.

32. Loygue J, Nordlinger B, Cunci O, Malafosse M, Huguet C, Parc R. Rectopexy


to the promontory for the treatment of rectal prolapse: report of 257 cases. Dis
Colon Rectum 1984;27:356-359.

33. Amorotti C, Mosca D, Di Blasio P, Trenti C. Rectal prolapse. Functional results


after the Orr-Loygue's rectopexy technique. Chir Ital 2003;55:399-405.

34. Wells C. New operation for rectal prolapse. Proc R Soc Med 1959;52:602-603.

35. Yhosioka K, He Yen F, Keighley MRB. Functional results after posterior


abdominal rectopexy for rectal prolapse. Dis Colon Rectum 1989;32:835-838.

36. Mc Mahan JD, Ripstein CB. Rectal prolapse an update on the rectal swing
procedure. Am Surg 1987;53:37-40.

37. Winde G, Reers B, Nottberg H, Berns T, Meyer J, Bunt H. Clinical and


functional results of abdominal rectopexy with absorbable mesh-graft for
treatment of complete rectal prolapse. Eur J Surg 1993;159:301-305.
22

38. Heah SM, Hartley JE, Hurley J, Duthie GS, Monson JR. Laparoscopic suture
rectopexy without resection is effective treatment for full-thickness rectal
prolapse. Dis Colon Rectum 2000:43;638-643.

39. Birnbaum EH, Stamm L, Rafferty JF, Fry RD, Kodner IJ, Fleshman. Pudendal
nerve terminal motor latency influences surgical outcome in treatment of rectal
prolapse. Dis Colon Rectum 1996;39:1215-1221.

40. Brown AJ, Anderson JH, McKee RF, Finlay IG. Strategy for selection of type of
operation for rectal prolapse based on clinical criteria. Dis Colon Rectum
2004;47:103-107.

41. Stevenson ARL, Stitz RW, Lumley JW. Laparoscopic-assisted resection-


rectopexy for rectal prolapse: early and medium follow-up. Dis Colon Rectum
1998;41:46-54.

42. Frykman HM. Abdominal proctopexy and primary sigmoid resection for rectal
procidentia. Am J Surg 1955:90;780-789.

43. Frykman HM, Goldberg SM. The surgical treatment of rectal procidentia. Surg
Gynecol Obstet 1969:129;1225-1230.

44. Sayfan J. Bowel functions following sutured abdominal rectopexy. Tech


coloproctol 1999;3:135-138.

45. McKee RF, Lauder JC, Poon FW, Aitchison MA, Finlay IG. A prospective
randomized study of abdominal rectopexy with and without sigmoidectomy in
rectal prolapse. Surg Gynecol Obstet 1992;174:145-148.

46. Haskell B, Rovner H. A modified Thiersch operation for complete rectal


prolapse using a Teflon prosthesis. Dis Colon Rectum 1963;6:192-195.

47. Hunt TM, Fraser IA, Maybury NK. Treatment of rectal prolapse by sphincteric
support using silastic rods. Br J Surg 1985;72:491-492.

48. Notaras MJ. The use of Mersilene mesh in rectal prolapse repair. Proc R Soc
Med 1973;66:684-686.

49. Sainio AP, Halme LE, Husa AI. Anal encirclement with polypropylene mesh for
rectal prolapse and incontinence. Dis Colon Rectum 1991;34:905-908.

50. Delorme E. Communication sur le traitement des prolapsus du rectum totaux


par l´excision de la muqueuse rectale ou recto-colique. Bull Soc Chir Paris
1900;26:498.
23

51. Tobin SA, Scott IHK. Delorme operation for rectal prolapse. Br J Surg
1994;81:1681-1884.

52. Berman IR, Harris MS, Rabeler MB. Delorme´s transrectal excision for internal
prolapse: patient selection, technique, and three-year follow-up. Dis Colon
Rectum 1985;28:816-826.

53. Kim DS, Tsang CBS, Wong WD, Lowry AC, Goldberg SM, Madoff RD.
Complete rectal prolapse: evolution of management and results. Dis Colon
Rectum 1999;42:460-469.

54. Nelson R, Spitz J, Pearl RK, Abcarian H. What role does full rectal
mobilization alone play in the treatment of rectal prolapse? Tech coloproctol
2001;5:33-35.

55. Schultz I, Mellgren A, Oberg M, Dolk A, Holmström B. Whole gut transit in


prolonged after Ripstein rectopexy. Eur J Surg 1999;165:242-247.

56. Madden MV, Kamm MA, Nicholls RJ, Santhanam AN, Cabot R, Speakman
CT. Abdominal rectopexy for complete prolapse: prospective study evaluating
changes in symptoms and anorectal function. Dis Colon Rectum 1992;35:48.

57. McCue JL, Thomson JPS. Clinical and functional results of abdominal
rectopexy for complete rectal prolapse. Br J Surg 1991;78:921-923.
24

Figura 1. Tipos de prolapso. A) Parcial o mucoso. B) Completo de primer grado. C)


Completo de segundo grado. D) Completo de tercer grado.
25

Figura 2. Anomalías anatómicas. El recto ha perdido su curvatura, se ha alejado del


sacro, ano patuloso, el fondo de sacro recto-uterino es sumamente profundo y
contiene asas de intestino delgado.
26

Figura 3. Prolapso rectal completo.

También podría gustarte