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EL SIMBOLISMO EN EL EVANGELIO DE JUAN

I. INTRODUCCIÓN

Cuando intentamos leer el cuarto evangelio, inmediatamente nos damos cuenta que, a
pesar de narrar prácticamente los mismos acontecimientos que los evangelios sinópticos, los
aborda de una manera distinta y con una profundidad doctrinal extraordinaria y con objetivo
muy claro: "Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están
escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo
de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre." (Jn 20,30-31)
Por ello, algunos estudiosos, entre los que está X. Léon-Dufour y a quien seguimos en
esta exposición, proponen en su comentario1, una «lectura simbólica» que nos permita
descubrir la riqueza y profundidad del texto evangélico.
Tras exponer en qué consiste el simbolismo y el método utilizado por el evangelista,
haremos un recorrido práctico a través del texto para descubrirlo con algunos ejemplos que
nos puedan orientar posteriormente como clave de lectura personal y comunitaria. Sin más
preámbulos pasamos a preguntarnos qué es el simbolismo.

II. ¿QUÉ ES EL SIMBOLISMO? SÍMBOLO Y SIGNO

La palabra «símbolo» que viene del griego sumba,llein, significa literalmente


"lanzar, poner juntos" y designa generalmente un signo de reconocimiento. Un símbolo une
dos realidades, la que es inmediatamente perceptible por los sentidos y la que es invisible a la
cual la primera hace alusión, de modo que la invisible se vislumbra en la visible. Ésta no
remite a la segunda como a una realidad distante o fruto de una convención, como sería el
caso, por ejemplo, del semáforo o del humo que es signo (no símbolo) del fuego. En el
símbolo la relación no es convencional, es decir, externa a la realidad misma, sino interna a la
naturaleza misma de la cosa, es decir que en este caso se trata de una relación estructural. El
«signo» como indica el término griego (shmei/on), "señala", "indica" (de semai,nw),
mientras que el «símbolo» es una "epifanía", "manifiesta" una realidad invisible que
estructuralmente está ya presente, pero oculta a los sentidos, en la realidad inmediatamente
1
Cfr. X. LÉON-DUFOUR, Lectura del evangelio de Juan, Vol. I, Salamanca 1989, pgs. 19-20 y Vol. IV,
Salamanca 1998, pgs.252-254.

1
perceptible por los sentidos. Como bien señala Léon-Dufour, "esto presupone una operación
mental, es el espíritu del hombre el que, a partir de la cultura, de su situación o de su
inconsciente, determina entre las diversas posibilidades simbólicas de un mismo objeto la que
se le manifiesta en un contexto determinado"2.
Si esto es así, "lo «simbólico» no se opone ni mucho menos a lo «real»… Por el
contrario, sólo es simbólico aquello que hace presente una realidad con la que entra en
comunión aquel que lo mira"3.

III. EL SIMBOLISMO EN EL CUARTO EVANGELIO

Dado que el pensamiento semítico huye la abstracción, por lo que su lenguaje es


concreto, Juan ha recurrido simbólicamente a realidades humanas concretas (cosas,
personajes, actos) para expresar directamente las realidades de la salvación. Todas ellas
apuntan en último término a la persona de Jesús, a revelar su realidad misteriosa, como, por
ejemplo, el relato de la curación del ciego de nacimiento (Jn 9) que simboliza lo que Jesús es
realmente: la luz del mundo (Jn 9,5; cf. 8,12).
El evangelista nos libra su método a través de la utilización de un lenguaje
ambivalente por la técnica del "doble sentido", que da lugar al "malentendido" y de esta forma
avanza la revelación o la autorrevelación de Jesús a sus interlocutores. El evangelista realiza
esta operación simbólica en varias etapas: la primera consiste en reconocer que ha una
correspondencia analógica que une dos realidades de un mundo cultural determinado; en la
segunda, dicha operación puede jugar otro papel según se sitúe el lector en el tiempo de los
oyentes de Jesús o en los tiempos de la comunidad cristiana.

1. Realidades cotidianas

Son muchos los elementos utilizados por Juan, pero no disponemos de tiempo para
analizarlos todos, por los que nos limitaremos al pan, al agua y al vino, ya que de la luz hemos
hecho brevemente mención. Lo que sí es cierto es que todos hacen referencia a Jesús y al
misterio de su persona. El punto de partida son estas realidades y el punto de llegada es Jesús
mismo, fuente de salvación.

2
X. LÉON-DUFOUR, op. cit., Vol. I, pg. 19.
3
Ibídem.

2
a) El pan

El discurso que sigue a la multiplicación de los panes (Jn 6,26-58) es una catequesis
sobre la eucaristía celebrada en la comunidad cristiana, a partir del simbolismo del pan. Este
elemento puede designar tanto el alimento cotidiano del hombre (Jn 6,1-13.26) como su
alimento espiritual (Jn 6,27.31-34; cfr. 4,32-34).
Por supuesto que los oyentes contemporáneos de Jesús lo comprenden a partir del AT:
el "maná" (Jn 6,31-32; cfr. Ex 16,15), pero para los cristianos este pan espiritual que Dios da
es Jesús mismo (Jn 6,35.48-50). Más adelante, Jesús precisará que este pan es su persona en
su realidad humana frágil y caduca, expresada con el término "carne" (Jn 6,51). A ello añade
el término "sangre" (Jn 6,53). Beber la sangre, elemento vital, significa que ésta ha sido
vertida, con lo cual hace referencia a su muerte sacrificial, vertida en la cruz (Jn 19,34). Este
pan como alimento espiritual para los cristianos es, pues, la persona misma de Jesús,
simbolizada por el "pan eucarístico" ("carne" partido y "sangre" vertida) para la salvación del
creyente: la "vida eterna" (Jn 6,54.58).
Con esta operación simbólica "el evangelista relaciona estrechamente la práctica
eucarística de su tiempo y la fe en el valor salvífico de la muerte de Jesús. La enseñanza
eucarística no es posterior, sino simultánea a la enseñanza sobre la fe y recíprocamente la fe
en la persona de Jesús muerto por nosotros no sólo constituye el punto de partida de la acción
eucarística, sino que ésta la proclama sin cesar" 4. Es a partir de una reflexión exegética de tipo
midrášico que se establece la relación entre las dos partes del discurso (Jn 6,26-51 / 6,51-58).

b) El agua

Este elemento también vital para el hombre puede significar "purificación" (Jn 2,6s.;
13,5-10), "vida" (Jn 3,5s.; 4; 5,1-9; cfr. Ex 14,21-22), "muerte" (Gn 6,17; 7,4; Ex 14,23-28;
cfr. Jn 6,16-21) y "Espíritu" (7,39; 19,34; cfr. 1Jn 5,6-8) según el contexto en el que el término
aparece y en el tiempo en el que se sitúe, una vez más, el lector, el de los oyentes de Jesús o el
de los cristianos.
El "agua viva" que Jesús ofrece a la samaritana (Jn 4,10-14) simboliza la revelación de
la ley para los judíos, mientras que para los discípulos simboliza una revelación superior a la
que fue dada a los padres (Jn 4,12.25). Los profetas Isaías y Ezequiel, al presentar los tiempos
finales, utilizan la imagen del agua para simbolizar el don del Espíritu prometido por Dios
(cfr. Is 12,3; Ez 36,25-26). Para los cristianos de la comunidad joánica el agua simboliza el
4
X. LÉON-DUFOUR, op. cit., Vol. IV, pg. 254.

3
don del Espíritu Santo, como Jesús lo proclama último día de la fiesta de las Tiendas, el más
solemne (7,37-38) y el evangelista explica el sentido profundo del símbolo (Jn 7,39). La
realización plena se da en la cruz (Jn 19,34), en la que Jesús entrega el espíritu (Jn 19,30). Por
eso, cuando se aparece resucitado a los discípulos les comunica el Espíritu Santo (Jn 20,22).
Es este Espíritu el que les conducirá a la revelación plena (Jn 14,26; 16,13s).

c) El vino

El "vino", según el contexto, unas veces es símbolo de los bienes mesiánicos


escatológicos u otras veces es símbolo de la manifestación mesiánica misma. En la tradición
bíblica y en la del judaísmo posterior 5, el vino, junto con el trigo y el aceite, es uno de los
elementos esenciales para la vida humana (Dt 7,13; 11,14; Os 2,10-11)). Es un don de Dios
para gozo de los hombres y, al mismo tiempo es un signo de prosperidad (Jue 9,13; Sal
104,15; Eclo 31,27s; Zac 10,7). Los profetas describen los últimos tiempos, los de la
definitiva intervención salvífica de Dios, con el símbolo del banquete, donde correrá el vino
en abundancia (Am 9,13-14; Jl 2,24; 4,18; Is 25,6). Por eso, el "vino" es uno de los elementos
fundamentales del banquete mesiánico6. En el Cantar de los Cantares el uso metafórico del
vino simboliza a menudo la relación amorosa entre los esposos (Cant 1,2.4; 4,10; 5,1; 7,3.9;
8,2). En la literatura sapiencial del AT, la Sabiduría organiza un banquete e invita a los
hombres a que participen en él y beban su vino (Pro 9,2.5; Eclo 24,17-31). Jesús mismo habla
simbólicamente de la Nueva Alianza con la imagen de las nupcias mesiánicas, donde el "vino
nuevo" que hay que guardarlo en "odres nuevos" (Mc 2,19-20.22 y par.) 7. En el contexto de la
Última Cena, Jesús se hace eco también de este simbolismo del banquete escatológico en el
reino celestial (Mt 26, 29 y par.). En el judaísmo posterior, el simbolismo del vino se
especifica cada vez más: en el Tárgum y escritos rabínicos, siendo es uno de los símbolos
preferidos para indicar la Torah8.

5
Cf. Hen(et) 10,19; ApBar(sir) 29,5; Sib II, 317s; III, 620-624; 744.
6
Cf. D. SESBOÜÉ, "Vin", en X. LÉON-DUFOUR (dir.), Vocabulaire de Théologie Biblique (VTB), Éd. du
Cerf. Paris 1966, cols. 1114-1115. Cf. también, H. SEESEMANN, "Oi=noj", en G. KITTEL – G. FRIEDRICH
(eds.), Theological Dictionary of the New Testament, vol. V. Eedermans Publishing Company. Grand Rapids,
Michigan 1983, pp. 162-166.
7
Cf. C.H. DODD, Interpretación del cuarto evangelio. Cristiandad. Madrid 1978, p. 300. Según Dodd, la clave
de interpretación del relato la proporciona Filón de Alejandría, a partir de la figura de Melquisedec, quien ofreció
a Abraham "vino en vez de agua" (Leg. Alleg. III, 79ss).
8
A. SERRA, op. cit., p. 211, en I. DE LA POTTERIE, op. cit., p. 212. Cf. C.H. DODD, op. cit., p. 95. El Targum
del Cantar dice: "En aquel tiempo, el Mesías se manifestará a la asamblea de Israel y los hijos de Israel le dirán:
«Ven, sé nuestro hermano, subamos a Jerusalén; y contigo libaremos la palabra de la ley. Contigo beberemos el
vino viejo»" (Tárgum Cant 8,1-2).

4
Aplicando esta simbología sapiencial y mesiánica al "vino bueno" (kalo.j oi=noj)
dado por Jesús en Caná, es evidente que este vino simboliza la revelación escatológica
aportada por Jesús. El "vino bueno" (2,10) es el vino mesiánico, pues el de las bodas (2,3) se
había acabado, pero Jesús provee el vino de las bodas mesiánicas. En las bodas de Caná Jesús
ha conservado el "vino bueno" "hasta ahora" (e[wj a;rti), entrando en acción como el
Esposo divino de las bodas mesiánicas. Por tanto, el agua transformada en vino, como inicio
de los signos de Jesús, Mesías – Esposo, simboliza ya esta doctrina de sustitución de la Ley
antigua por la nueva, la definitiva: el evangelio.

2. Personajes

En el cuarto evangelio los personajes están impregnados de un carácter simbólico,


representando grupos o comunidades. Esto no quiere decir que no se trate de personas reales.

a) El novio

Por supuesto, el verdadero "novio-esposo" de las bodas de Caná (Jn 2,1-11), no es el


de los vv. 9-10 que aparece al final del relato y como de refilón, sino Jesús que se manifiesta
como el verdadero Esposo que contrae con el nuevo Israel (María, Hija de Sión) las bodas
mesiánicas, concluyendo la Alianza Nueva y definitiva entre Dios y la Humanidad 9 y así lo
reconoce Juan Bautista (Jn 3,29). Así aparece también en el simbolismo del encuentro de
Jesús resucitado con María Magdalena en el jardín: la nueva pareja de la Humanidad Nueva
(Jn 20,11-18), con muchas reminiscencias vétero-testamentarias, especialmente del Cantar de
los Cantares (Cant 3,1-4).

b) La samaritana

La "samaritana" simboliza a los miembros samaritanos de la comunidad joánica que


se abren a la revelación del Mesías y le acogen (Jn 4,39-42).

c) El ciego de nacimiento

El "ciego de nacimiento" de Jn 9 simboliza a los cristianos iluminados por la luz que


es Cristo (Jn 9,39), mientras que "sus padres" simbolizan a los cripto-cristianos que por
miedo a las autoridades judías no se atreven a confesar su fe para no ser expulsados de la

9
En cuanto a la novia, ésta brilla en el relato la novia por su ausencia.

5
sinagoga (Jn 9,18-23), cosa que sí hacen con el ciego curado (Jn 9,34), porque termina
confesando su fe en Jesús (9, 35-38).

d) Los judíos

Los "judíos" a lo largo del evangelio simbolizan al enemigo que se opone a Jesús con
una incredulidad mortal y asesina, aunque, desde el punto de vista histórico es un
anacronismo, pues realmente se trató de una parte del pueblo, las autoridades.

e) María y el discípulo amado

"La madre de Jesús" y el "discípulo amado" al pie de la cruz (Jn 19,25-27)


simbolizan a la nueva Eva, la Hija de Sión que ha reconocido a su Mesías y que, justamente al
pie del árbol de la cruz, engendra al pueblo del Mesías (cfr. Ap 12,1-5), simbolizado por el
"discípulo amado", el discípulo perfecto, modelo de todo discípulo, que acoge al antiguo
Israel fiel, para formar el "nuevo Israel", la "Iglesia".

3. Relatos simbólicos

Entre los numerosos relatos simbólicos del cuarto evangelio, seleccionamos tres.

a) Las bodas de Caná (Jn 2,1-11)

El tema de las bodas tiene para Juan un significado fundamental. El primer acto
inaugural de la actividad pública de Jesús, el cambio del agua en vino, era el "inicio de los
signos" que debía realizar, pero en el plano simbólico, significaba la transición del régimen de
la ley al de la nueva economía de la revelación mesiánica. Esta revelación no es la de un
sistema doctrinal, sino la de Jesús mismo.
Todo el relato acontece en el contexto de una boda en Caná de Galilea, a la que están
invitados María, Jesús y sus discípulos. El tema nupcial es el símbolo central de la perícopa,
como muestra el vocabulario empleado. Desde el comienzo aparece la palabra ga,moj
("boda") tres veces (vv. 1-3), si se tiene en cuanta la lectura larga del v. 3a. Sean dos o tres
veces, el uso de la palabra al comienzo del relato, indica el interés del evangelista por
subrayar este elemento. El hecho de que no se diga nada de los esposos —cosa extraña
hablando de una boda— significa que su interés se centra en Jesús y su madre, presentes en la

6
boda como personajes principales del relato, hasta el punto de convertirse en personajes
omnipresentes.
A nivel narrativo, tenemos sugerida un "sustitución" de los personajes principales de la
boda, es decir, los esposos, pues se tiene la impresión de ser Jesús quien "funciona" como
esposo de la boda y María "funciona" como esposa.
A nivel del relato, el esposo de Caná es progresivamente sustituido por Jesús, mientras
que la esposa está totalmente ausente del relato. Sin embargo, a un nivel distinto al del
matrimonio, el papel de la esposa es asumido por María. Jesús y María actúan en realidad
como si fuesen los personajes principales de la boda. Jesús, asume el papel de esposo de la
boda y se convierte, a nivel espiritual, en el verdadero Esposo (nunfi,oj) de todo el relato10.
Esta interpretación está confirmada por las palabras de Juan Bautista, cuando designa
a Jesús como el "Esposo" y él mismo como el "amigo del Esposo" que se alegra al oír su voz
(Jn 3,29). Su misión se ha cumplido porque Jesús se ha manifestado como el Mesías Esposo.
Esto hay que encuadrarlo, por supuesto, en el contexto del tema de la Alianza
mesiánica anunciada por los profetas con el símbolo de las bodas entre YHWH y su pueblo
(Os 2,16-25; Jr 2,1-2; 3,1.6-12; Ez 16; Is 50,1; 54,4-8; 62,4-5). El Cantar de los Cantares y el
Sal 45 han sido interpretados por la tradición judía y cristiana en este sentido alegórico y
mesiánico.

b) La expulsión de los vendedores del Templo (Jn 2,13-22)

Estamos ante una acción simbólica de tipo profético. Cuando los judíos le piden
explicaciones sobre su comportamiento, responde: "Destruid este Santuario y en tres días lo
levantaré" (Jn 2,19). Ante esta declaración, el evangelista expone las diversas reacciones de
los oyentes. Para los judíos se trata del Templo material, reconstruido por Herodes el Grande
(Jn 2,20), los discípulos saben que Jesús se refiere al Templo de piedra, pero presienten que el
celo de Jesús le conducirá a la muerte. Hay que esperar a la experiencia pascual para que los
cristianos comprendan que Jesús estaba hablando del Santuario de su cuerpo, muerto y
resucitado, como bien aclara el redactor (Jn 2,21-22)11.

10
Para Léon-Dufour el Esposo no es Jesús, sino Dios, pero no tiene en cuenta Jn 3,29. Cf. X. LÉON-DUFOUR,
op. cit., p. 178.
11
El verbo griego utilizado por Jn 2,20 (evgei,rw) es el mismo utilizado para hablar de la resurrección (Jn
2,22)

7
c) El lavatorio de los pies (Jn 13,2-12a)

Estamos acostumbrados a la interpretación parenética de esta acción simbólica de


Jesús (Jn Jn 13,12b-15), pasando desapercibida una interpretación más bien cristológica.
Ahora bien, tratándose de un acto simbólico de tipo profético hay que buscar su significado al
interior mismo del relato de profundo carácter cristológico.
De hecho la acción realizada por Jesús es propia de los esclavos y no de los señores:
Jesús realiza una acción humillante ante sus discípulos y así la comprende Pedro (Jn 13,6-8).
Pero este acto humillante tiene un valor purificador y salvífico que ser aceptado para tener
parte en la salvación aportada por Jesús.
El lavatorio de los pies simboliza y anticipa proféticamente la muerte de Jesús, donde
es ajusticiado con una muerte humillante reservada a los esclavos, pero por la que el creyente
es purificado y salvado.

IV. CONCLUSIÓN

Como bien anota Léon-Dufour12, el auténtico simbolismo joánico es fruto de una


relación establecida entre el Hijo de Dios, el Resucitado y Glorificado junto al Padre, pero
también presente en la comunidad cristiana y el Jesús de Nazaret que vivió en un tiempo
concreto de la historia, en un país concreto, la Palestina del siglo I y que habló a sus
contemporáneos. Esta relación nos ayuda a superar el abismo que separa el presente actual del
pasado desaparecido.
Por medio de una lectura simbólica del texto, "el evangelista nos invita a una
inteligencia viva, a la fecundación mutua de los dos tiempos de la revelación, antes y después
de pascua. El acontecimiento histórico apela al misterio que lo ilumina, pero el misterio se
disolvería en pura imaginación si no se alimentara incesantemente del humus del tiempo
pasado"13

12
Cfr. X. LÉON-DUFOUR, op. cit., Vol. IV, pg. 254.
13
Ibídem.

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