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KUMEDJI, EL ESPIRITU DE LA ASTUCIA Y HUMILDAD.

Cuando Mawu nos hizo y vinimos sobre la tierra, no


teníamos instrumentos musicales: tambores, timbales,
marimbas...No teníamos nada para divertirnos y pasar
agradablemente el tiempo. Después de comer o de cenar, como no
teníamos nada qué hacer, todos nos íbamos a dormir. Así es que,
en aquel tiempo, los hombres se pasaban la mayor parte del
tiempo durmiendo.
Los vudús llegaron a la tierra antes que nosotros y se
dieron cuenta de la vida tan aburrida que llevábamos. Un día se
reunieron para buscar una solución:
-Los hombres llevan una vida muy triste, se dijeron. Hay
que ir a ver a Mawu y pedirle los instrumentos musicales para
que se diviertan.
Pero ir a casa de Mawu era un asunto muy serio ¿A quién se le
podía enviar? Todos tenían miedo.
-Que vaya Xebioso, el iracundo, dijo alguien.
-¡Keeeyi! ¡Encantado! Ya veréis cómo os traigo los
tambores en un abrir y cerrar de ojos, dijo todo envalentonado
el vudú del Rayo.
Xebioso se presentó ante Mawu y Mawu le preguntó:
-¿Qué quieres? ¿Por qué has venido a verme?
-He venido a coger los instrumentos musicales para
llevárselos a los hombres y se diviertan, porque llevan una
vida muy aburrida, dijo Xebioso con tono decidido.
Mawu ordenó que lo apresaran y lo encerraran en un lugar
oscuro.
Los vudú, al constatar la tardanza de Xebioso, volvieron a
reunirse y dijeron:
-Vamos a enviar ahora a Sakpata. El es dueño y señor de la
tierra. Es valiente y turbulento y no tendrá miedo de Mawu. Que
sea él el que vaya en busca de los tambores.
Sakpata se presentó ante Mawu y quiso halagarle diciendo:
-Segbo Lisa, eres el creador del universo y no te vemos
nunca. Vengo a pedirte que vengas a visitarnos a la tierra.
Pero Mawu sabía a lo que había venido y no quiso dejarse
halagar. Dio órdenes de que se le capturase y se le encerrase
con Xebioso.
Uno tras otro, todos los vudús se presentaron ante Mawu
con la misma misiva y todos corrieron idéntica suerte; sólo
quedaba Ñoxo Ananu, la madre de todos ellos, que se lamentaba
de su soledad y del destino de sus hijos:
-¡Tantos hijos como he tenido y que ya no me quede
ninguno! A todos los ha encerrado Mawu en su casa y me he
quedado sola en la tierra. ¿Qué puedo hacer ahora?
Y después de darle muchas vueltas, se dijo:
-Iré a donde están ellos.
Antes se fue a consultar a Fa para saber qué espíritu le
podría ayudar en semejante misión. Salió Kumedji, y Kumedji le
dijo:
-Ya sé por qué has venido a verme. Tranquilízate, porque
lograrás lo que deseas. Pero antes tendrás que purificarte al
pie del Árbol Inmortal.
Ananu se purificó y se fue a visitar a Mawu, le saludó y
Mawu le preguntó:
-Ananu, madre de tantos hijos, ¿cómo estás?
-Estoy bien, señor, respondió Ananu.
-Y ¿qué te trae por aquí?
-Nada señor. Estaba sola y aburrida y me dije que hacía
mucho tiempo que no iba a ver a mi señor. Por eso he venido a
verte.
-¡Mentira! ¿Por qué no me dices la verdad?, le imprecó
Mawu mirándola con ojos furibundos.
-Esa es la verdad, señor. ¿O no está bien que venga a
saludar a mi creador?
-Me estás mintiendo. ¿Por qué lo haces? ¿Has visto acaso a
tus hijos estos días? Sabes muy bien que están aquí y por eso
has venido: para verlos a ellos, no para saludarme a mí.
-Señor, soy muy anciana y sabes muy bien que mis hijos ya
no se preocupan de mí desde hace mucho tiempo y que me han
abandonado.
-¡Aaah! Pues, sí. Aquí están. Xebioso vino diciendo que
se iba a llevar los tambores a la tierra para que los hombres
se divirtieran. No quise dárselos y lo encerré. Luego vinieron
Sakpata, Lisa, Gu... y a todos los tengo encerrados. Ahora
vienes tú y tengo la impresión de que me estás mintiendo. Pero
no importa. Te voy a dar a ti todos los instrumentos musicales:
tambores, maracas, marimbas, timbales... Distribúyelos tú entre
tus hijos como te parezca; que cada uno elija el instrumento
que le guste, que cada uno coja un tambor y un ritmo y que se
lo lleve.
Mawu liberó a todos los hijos de Ananu y Ananu repartió en
la tierra ritmos y tambores entre todos ellos hasta quedarse
sin nada. A Nesuxwe le dio el tambor largo, a Xebioso el corto,
las maracas y timbales fueron para los jóvenes, "la caja de
resonancia" para los blancos...
-Ya tenéis vuestros tambores. Aprended a tocarlos, pero
sabed que todos ellos pertenecen a Sakpata, el vudú de la
tierra. Por eso Sakpata sabe tocar todos los tambores y
conoce todos los ritmos, mientras que Ananu no conoce ninguno;
se quedó sin ritmos y sin tambores y ahora no sabe tocar ni
bailar.

Ñoxo Ananu fue quien trajo los tambores a la tierra y, gracias


a ella, hoy se puede tocar y bailar y la vida de los hombres se
hizo más agradable y divertida.
(Bokonon Bili-Boto. Gbehizankon 1972).

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