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Los guaraníes pertenecían al grupo lingüístico guaraní-tupí, que ocupaba la parte central
del continente sudamericano. Se extendía el mismo por casi todo el Brasil actual, la región
oriental del Paraguay y zonas aledañas, existiendo parcialidades aisladas en el delta del
Paraná. A fines del siglo XV y comienzos del XVI, poco antes de la llegada de los
españoles a estas latitudes, algunas tribus guaraníes habían emigrado a través del Chaco
hasta los contrafuertes andinos del Aguaragüe y el río Parapití, donde los primitivos
habitantes de la zona los conocían como chiriguanos y guarayos.
Los guaraníes del Paraguay ocupaban las tierras de la margen izquierda del río del mismo
nombre, distribuidos del modo que más adelante se detalla. Presentaban las características
generales de los pueblos agricultores de la región selvática tropical y debían guerrear de
continuo con las hordas depredatorias del Chaco. Los españoles los conocieron con la
denominación de carios, que corresponde más propiamente a las parcialidades de la
comarca asunceña.
EL MESTIZAJE EN EL PARAGUAY
En los días de la fundación de Asunción y en el tercio del siglo que sigue, el mestizaje se
opera con intensidad, tanto como resultado de una natural alianza de carios y españoles
contra los “malones” chaqueños, como por la ausencia casi total de mujeres españolas.
Más adelante y por la vía de las uniones ilegítimas, continua este proceso, especialmente
en el medio rural.
Desde la época de la conquista y hasta comienzos del siglo XVIII, los mestizos estuvieron
en el Paraguay, por lo general, equiparados jurídica y socialmente a los criollos.
UNIDAD III
LAS INTENDENCIAS. En la segunda mitad del siglo XVIII se fue extendiendo de modo
gradual a todas las posesiones españolas de América el régimen de las Intendencias, de
origen francés.
UNIDAD IV
La cultura guaranítica
Las culturas precolombinas. Muy desigual era el nivel cultural de los pueblos indígenas
del nuevo mundo cuando comenzó la conquista. Cuando aparecieron los españoles, sólo
subsistían, y en todo su esplandor, la primera y la segunda de esas civilizaciones: la incaica
y la Azteca, últimas etapas de culturas más antiguas, de que incas y aztecas no fueron si no
conquistadores. La tercera civilización, de los mayas y los quichés, estaba en plena
decadencia sino en ruina completa, conservado sólo su espléndido monumento y rica
literatura.
Los guaraníes
Las tierras situadas al oriente del rio Paraguay donde los españoles erigieron en 1537 la
Casa Fuerte de Nuestra Señora de la Asunción transformada en Ciudad en 1541, eran
centro de los indios carios, una de las principales parcialidades de la gran nación guaraní.
Los guaraníes se hallaban extendidos por casi toda la América del sur, pero no en una
forma continua, sino a lo largo de las costas del mar y de los grandes ríos y en los
prolongados valles que serviría también de ruta de comunicación. Las zonas intermedias
eran habitadas por GES o ARAWAKS de culturas mucho más primitivas, generalmente se
distinguía dos grandes ramas principales: los TUPÍES que habitaban el actual Brasil y los
GUARANIES moradores del actual Paraguay.
Organización política. A pesar de sus fuentes afinidades, los tupi-guaraníes no formaron
un solo cuerpo político. Y tampoco dentro de cada una de las grandes parcialidades existió
una organización política común. Los cários, estaban constituidos por cierto número de
tribus unidas por vínculos de parentesco, amistad o defensa común, pero sin dependencia
de una sola. La unidad era la tava, compuesta de 50 a 100 familias, de vida independiente,
economía particular y gobierno propio, a cuyo frente estaba un cacique, o ruvicha, elegido
por el Consejo de ancianos.
Organización social. La familia era la base de la organización social y era patrilineal. Los
carios, por lo general, era monógamos, aunque era obligado que los caciques tuvieran
varias mujeres por constituir ellas el signo de amistad o de alianza con las otros tribus;
cuando mayor fuera el número de mujeres provenientes de otras tavas, mayor era la
seguridad de la propia tribu. La mujer desempeñaba un papel político de primer orden.
La vida familiar era muy cuidada, los matrimonios eran tratados entre los padres, cuando
los hijos eran pequeños. La ceremonia nupcial se efectuaba al llegar la mujer a la pubertad.
Artes. Poco es lo que se conoce de su arte material por lo perecedero de las materiales que
usaba: Madera, plumas y arcilla. Daban nombres a los distintos metales pero los conocían
sólo a través de sus contactos con las naciones metalúrgicas, como los incas, no lo sabían
trabajar.
En el teñido del plumaje, de los arcos y de las flechas, se manifestaba un rico sentimiento
pictórico. Extraían los tintes de vegetales y animales y con ello también se pintaban el
cuerpo para las ceremonias rituales y para la guerra.
Ciencias. Carecían de numerales propios para más allá del cuatro y con la ayuda de la
mano sabían contar grandes cantidades. Sus conocimientos astronómicos eran
rudimentarios; se servían de las cabrillas para regular las sementeras. Sobresalieron en
botánica y zoología.
Extraordinarios observadores, llegaron al utilizar el moho de las rocas de los arroyos para
curar infecciones (Anticipo del penicilium).
Guerra. Su nombre les viene de su calidad de guerra. Ponían la hazaña bélica entre lo más
altos valores humanos. Los carios mantenían guerra casi perpetua con los guaycurúes del
Chaco.
No fueron menos bravos los carios que encontraron los primeros españoles. Quienes caían
prisioneros, hombres o mujeres, no salvaban su vida. Bien cuidados y mejor alimentados,
se los llenaban de agasajos, para luego descuartizarlos y consumir sus restos en medio de
grandes fiestas y danzas en que participaba toda la tribu, incluso los niños. La
antropofagia era habitual. Tenía por objeto la adquisición de las cualidades heroicas del
vencido.
La salutación lacrimosa. La llegada de los forasteros y ausentes era recibidas con grandes
llantos recordándose, con lágrimas la alegría que les producía el encuentro.
La hospitalidad. Después de la salutación lacrimosa se desvivían por atender al recién
llegado, proporcionándole vivienda, hamaca, comida y bebida abundante.
Religión. Indudablemente que vivían los primitivos guaraníes en un mundo mágico, en
que resaltaba a cada momento lo sobrenatural o la presencia de maléficios o sortilegio. Los
hechiceros o payes desempeñaban una importante misión para acentuar el ambiente
mágico, sin lograr, con todo, monopolizar el conocimiento religioso.
La cosmogonía y la mitología. Sus creencias sobre el origen y fin del universo, sobre la
aparición del hombre, la creación del fuego y del lenguaje, la implantación de la
agricultura, se traducían en ricas mitologías y cosmogonías en que la ciencia europea ha
visto dioses grandes y pequeños que en realidad no eran si no genios o espíritus que
explicaban o manejaban cada uno de los misterios y fuerzas de la naturaleza y la
humanidad.
Creadores y civilizadores. Había una profusa serie de dioses creadores y civilizadores; esa
diversidad era aparente. En el fondo eran una sola divinidad, que bajo diferentes formas y
genealogías crearon y transformaron todo lo existente.
Los espíritus. Los guaraníes se sentían rodeados por una multitud de espíritus a los cuales
temían, erraban principalmente durante la noche por el bosque, en los lugares oscuros y
casi siempre tenían una fisonomía siniestra.
Los genios del bosque. Aparte de los espíritus propiamente dichos, de carácter impersonal
y muy numerosos, los guaraníes creían poblado el bosque de genios o demonios con
formas propias y a los cuales también temían.
El “payé”. El payé no era el intérprete de la religión sino el poseedor de poderes sobre los
espíritus capaces de ser ejercidos sobre los miembros de la tribu o sobre el curso de las
cosas. Generalmente eran ancianos y algunas veces mujeres carecían del poder político
pero ejercían una verdadera tiranía. Se los temía, se lo respetaba y aun se les tenía pánico.
La tierra sin mal. En ocasiones los payes provocaba grandes movimientos colectivos, de
traslación en masa hacia tierra distantes. Cuando se producía fenómenos naturales
insólitos, como un eclipse total del sol, un tornado, una inundación, o cuando una peste
azolaba a la religión, los payes persuadían a los indios que el fin del mundo se aproximaba
y le exhortaban a buscar refugio en el yvy Marae Y, o tierra sin mal, donde estarían al
abrigo de todo cataclismo.
La amalgama hispano-guaraní
La política de la corona ante los indígenas. Cuando comenzó la conquista del Paraguay, se
hallaba en su apogeo una controversia sobre los cocedimientos que España debía seguir
para la cristianización de la Ameca.
La opinión se dividió acerca de la naturaleza de los indios, especialmente su capacidad
para vivir como los españoles y recibir en la fe cristiana. De un lado, el padre Bartolomé de
las casas consideraba a los indios sin maldades ni dobleces, sumisos, pacientes, pacíficos y
virtuosos.
La opinión contraria, representada en primer lugar por el historiador Gonzalo Fernández
de Oviedo, juzgaba a los indios, vagos y viciosos, embusteros y holgazanes, idólatras y
sensuales.
Como una transacción entre ambas tendencias extremas, surgió la institución de las
encomiendas que regularizó la relación entre conquistadores e indios y al mismo tiempo
reflejó el deseo de cumplir la obligación de la corona de convertir a estos últimos.
Al dictarse en 1512 es las leyes de Burgos, el primer código de legislación indiana, quedó
consagrada la institución de la encomienda en la forma estatuida por los conquistadores.
Las leyes de Burgos no ha callaron la polemica, pues continuaron los abusos de los
encomenderos. El dominico Matías de paz, catedrático de Salamanca, ha pedido de la
corona escribió un tratado impugnando el modo despótico con que eran tratados los
indios y probando que debían ser gobernados como personas y gentes libres.
Fray Bartolomé de las casas se convirtió en el apóstol de los indios.
Carlos V escuchó la opinión de las casas y en 1542 promulgó las leyes nuevas que
revocaron o limitaron los derechos de los españoles a obtener servicio y tributo a los
indios, a quien se puso bajo amparo de la corona, representada por funcionarios reales a
sueldo, en compañía de otros indígenas, conocidos como los indios de la corona.
Conquistadores e indígenas en el Paraguay. Cuando los españoles aparecieron en el
Paraguay advirtieron que no era necesaria la imposición de la encomienda para regular
sus relaciones con los guaraníes.
Los guaraníes se enorgullecían de su parentesco con los españoles, que les confería
superioridad sobre sus enemigos del Chaco, y venían a servir a su tovayas (cuñados) en
las chacras y en todos los menesteres, sin necesidad de ser encomendados.
No fue sino en las postrimerías de su gobierno que Irala, mal de su creado y por la presión
de nuevos conquistadores, implantó el sistema de encomiendas, pero mucho se cuidó de
incluir en los repartos a los antiguos aliados carios.
La relación entre los españoles y sus indios no era puramente carnal o por el interés
económico de la ayuda de los parientes varones en los trabajos agrícolas. Hay muchas
constancias de que el hogar del conquistador, aunque casi nunca sellado por la Iglesia, se
basaba en sólidos fundamentos de amor.
La hábil política indígena, principalmente debida al genio de Irala, aseguró la estabilidad
de la colonia española en el Paraguay y al mismo tiempo sirvió para una íntima
compenetración de ambas culturas, cuyo primer encuentro fue así en el lecho nupcial.
Alternativas de la alianza hispano-guaraní. La alianza de los guaraníes no era
desinteresada. Al cambio de su amistad, mujeres y víveres exigían la ayuda española para
sus guerras contra los indios del Chaco.
Los mancebos de la tierra. Como resultado del cruce hispano guaraní, practicado en vasta
escala, pronto hubo en el Paraguay una numerosa prole mestiza. Fueron los famosos
mancebos de la tierra.
Significación cultural del mestizaje. Las especiales características del mestizaje en el
Paraguay dieron a su fruto, los mancebos de la tierra, peculiaridades sociales que no se
presentaron en otras partes del continente indiano.
Fuera del Paraguay los mestizos ocupaban la más baja escala en la estructura de las castas
se les atribuía toda clase de vicios y depravadas costumbres.
En el Paraguay no ocurrió nada de eso. Poco a poco, los mestizos fueron dominando la
vida de la provincias y las alarmas que subsistaron en los primeros tiempos se
desvanecieron pronto al comprobarse lo singularmente dotados que estaban para la vida
civil y política.
La amalgama de las instituciones. No solamente los españoles también, las instituciones
sufrieron al implantarse en el Paraguay la profunda influencia del nuevo ambiente.
Las condiciones que presidieron la formación de la sociedad hispano guaraní impulsaron
al pueblo desde edad muy temprana a asumir la responsabilidad de su propio gobierno.