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Origen de la Sociedad Paraguaya

La colonización por parte de los españoles del territorio que más tarde sería conocido como
Paraguay comienza con la ilusión de encontrar una tierra llena de riquezas, según leyendas
recogidas por exploradores y náufragos europeos, cuya ilusión daría nombre a la
desembocadura del río Paraná como Río de la Plata. Este río se representó para los primeros
europeos que lo navegaron como el río que los llevaría a encontrar grandes riquezas. Sería el
camino que los conduciría a los metales preciosos y los convertiría en ricos, si llegaban a la
legendaria Sierra de la Plata.
Buscando esto se organizó la expedición de Pedro de Mendoza, cuyos hombres fundarían el
primer asentamiento español en el Paraguay y de donde se originaría el primer mestizaje
hispano-guaraní.
Juan de Ayolas, enviado por Mendoza a explorar el río Paraguay, llega a los dominios de los
Cario Guaraní en las inmediaciones de Asunción entre fines de 1536 e inicios de 1537.
Los indígenas de la región, bajo las órdenes de los Caciques Lambaré y Ñandua recibieron a
los españoles con hostilidad, negándoles el paso. Como resultado se dio una escaramuza entre
ambos grupos, luego de la cual se estableció una alianza entre ambas partes, que según
Schmidl, protagonista de los hechos, se desarrolló de la siguiente manera:
Cuando ellos oyeron nuestras armas y vieron que su gente caía al suelo y no veía ni bala ni
flecha alguna, sino un agujero en el cuerpo, no pudieron permanecer y huyeron y caían los
unos sobre los otros como los perros y se fueron a su pueblo. Algunos entraron en el pueblo;
(también) otros, alrededor de doscientos hombres, cayeron en los fosos, porque no habían
tenido el tiempo bastante para que los que habían caído en los fosos hubieron podido mirar
en derredor suyo.
Después de esto, llegamos al pueblo, pero los indios que estaban en el pueblo [se] sostuvieron
lo mejor que pudieron y se defendieron muy valientemente por dos días. Cuando vieron los
indios que no podían sostenerlo más y temieron por sus mujeres e hijos, pues los tenían a su
lado en el pueblo, vinieron ellos, estos susodichos Carios, y pidieron perdón a nuestro capitán
general Juan Ayolas que los recibiere en perdón; que ellos harían todo cuanto nosotros
quisiéramos. También trajeron y regalaron a nuestro capitán Juan Ayolas seis mujeres, la
mayor era de diez y ocho años de edad; también le hicieron un presente de alrededor de unos
nueve venados y otra carne de monte. A más nos pidieron que permaneciéramos con ellos y
dieron a cada gente de guerra u hombre dos mujeres (entregar) para que cuidaran de nosotros,
cocinaran, lavaran y atendieran en otras cosas más de las que uno en aquel tiempo ha
necesitado. También nos dieron sustento de comida de la que nosotros tuvimos necesidad en
esa ocasión. Con esto quedó hecha la paz con los Carios.
A partir de esta alianza inicial, una vez que los españoles tuvieron descendencia con estas
mujeres que los Guaraní les dieron para sellar la amistad entre ambos grupos, surgió el
mestizaje hispano-guaraní. Estos mestizos tendrían el estatus de "español" durante la época
colonial y serían encomenderos, aprovechando la mano de obra indígena; renegando, por
tanto, de su "mitad indígena" guaraní.
Durante la época colonial la población guaraní que se encontraba en el Paraguay se dividió
en tres grupos. Una parte fue sometida al sistema colonial español a través del sistema de las
encomiendas. Los mismos pasaron a habitar en los pueblos de indios. Otra parte se vio
sometida al sistema de las reducciones de los jesuitas. Un tercer grupo estaba conformado
por los Guaraní monteses, Cainguás o Ka'aguy gua, quienes se mantuvieron al margen del
sistema colonial y habitaron las selvas, hasta que, luego de la independencia (en algunos
casos hacia fines del siglo XIX; en otros a mediados del siglo XX), recibieron el avance de
la frontera agrícola nacional que irrumpió en su territorio y les despojó del mismo. Los
descendientes de los monteses son los Guaraní actuales, que habitan hoy en día en pequeñas
comunidades con remanentes de los bosques que otrora cubrieran gran parte de la Región
Oriental del país y en algunos casos viven en comunidades urbanas.
Independientemente de lo que fue el orden colonial en el Paraguay, a la hora de buscar exaltar
la identidad propia, en el país se operó un proceso de idealización del mestizaje de la primera
hora, presentando al mestizo paraguayo, fruto de la unión de los españoles y las Guaraní
como el origen idílico de la nación paraguaya. Este proceso se operó desde finales del siglo
XIX hasta mediados del siglo XX. A modo de ejemplo de la imagen de la nación paraguaya
como una nación mestiza, creada por los intelectuales que se comprometieron en esta tarea,
transcribimos un pasaje de Proceso y formación de la cultura paraguaya de Natalicio
González, publicado originalmente en 1940, que va en esta línea.
La alianza del indio y del europeo realizó la síntesis racial en el mestizo, primera expresión
de una nueva humanidad, típicamente americana, que iba a irrumpir con ideales y caracteres
propios en la agitada historia del mundo. El español y el guaraní desaparecieron en el abrazo
fecundo de la primera hora, para revivir en el vástago. El hijo de la india guaraní y del
aventurero castellano poseyó, desde sus orígenes, un intenso patriotismo americano. Dueño
de las conquistas de la técnica europea, la utilizó para ensanchar los dominios de la Cultura
autóctona. Mediante este proceso, America comenzaba por conquistar al conquistador.
Influencia de las reducciones jesuíticas y franciscanas en el comercio
La Orden de San Francisco de Asís, aprobada en el año 1212 por el Papa Inocencio III,
revolucionó el mundo con su pobreza y sencillez evangélicas. Su presencia en América fue
la más numerosa y una de las más eficaces en la evangelización de las nuevas tierras
descubiertas por los europeos. Los franciscanos llegaron al Paraguay en la segunda mitad del
Siglo XVI.
Uno de los grandes misioneros de esa orden fue el padre Alonso de San Buenaventura que
es el verdadero apóstol del Paraguay. Compañero de Fray Luis de Bolaños, trajo a esta parte
de América hasta 66 misioneros; entre ellos: los padres Martín Ignacio de Loyola, sobrino
del fundador de los jesuitas, y Luis de Bolaños.
El franciscano Luís de Bolaños se destacó por crear la “reducciones”, que tan famoso habrían
de hacer después a los jesuitas. Concibió la idea de “reducir” a los nómadas pobladores de la
región en comunidades fijas y estables. Así fundaron una extensa red de pueblos. No
utilizaron violencia sino persuasión. Con humildad, aprendiendo el idioma y comiendo los
mismos frutos y la misma caza que los guaraníes, se ganaron su confianza.
En las reducciones se producía algodón, tabaco, yerba mate y otros rubros. El
adoctrinamiento en guaraní fue posible a partir de los estudios Lingüísticos de Bolaños la
reducción a escritura de la lengua guaraní, y traducción de oraciones y del catecismo
aprobado por el Concilio de Lima en 1583.
La gran influencia de los franciscanos se hizo sentir en 1603, cuando fue convidado el Primer
Sínodo de Obispos del Río de la Plata, en Asunción, por Fray Martín Ignacio de Loyola.
Allí fue aprobado el “Catecismo Breve”, la traducción al Guaraní del Catecismo de Lima
(1583) hecha Bolaños, y se ordenó su uso para la enseñanza de la doctrina cristiana. Con su
sistema de Reducciones abiertas, en comunicación con las organizaciones dependientes de la
Corona Española, el trabajo de los franciscanos tuvo un excepcional resultado. Muchos de
los pueblos originalmente Franciscanos conservan hoy no sólo aquella esencia colonial en la
que el cántaro de agua fresca en el portón de la casa es una de las tradicionales más propias,
sino también en la afición a imágenes talladas que son obras de arte de excepcional valor y
belleza.
Hoy esas imágenes son componentes del patrimonio cultural religioso del Paraguay, en el
estilo llamado Barroco Hispano-Guaraní. Los magníficos retablos de Yaguarón, Atyra,
Tobatí y Piribebuy, que datan casi todos del siglo XVIII, las tallas de imágenes sacras y los
exquisitos púlpitos que se encuentran en Capiatá, Valenzuela, Altos y otras localidades, son
los elementos visuales de incomparable valor que testimonian la presencia franciscana en el
Paraguay.
Poco se sabe de los artistas que trabajaron en la creación de tan preciosas obras, sólo conoce
el nombre de Souza Cavadas, un portugués que realizó las magníficas tallas que están en las
iglesias de Yaguarón, Capiatá y Santísima Trinidad.
Los franciscanos entendieron también que el clima exigía construcciones simples y prácticas,
adoptado en su arquitectura un sistema de corredores laterales, como espacio de transición
entre el interior y el exterior, y como refugio de las lluvias y del ardiente sol. Ese estilo está
presente en el templo de Yaguarón, un sencillo edificio en el que el exterior de maravillosas
imágenes austero contrasta con profusión de dorados. Muchos de los pueblos del Paraguay
todavía mantienen el plano urbanístico de las reducciones franciscanas con la iglesia aislada
en la plaza y las tiras de casa., con corredores externos e internos, en torno de ella.
Fray Luis Bolaños
Nació en España en el año 1550. En el año 1575, llega a la ciudad de Asunción, siendo
todavía un diácono. En el año 1585 fue ordenado Sacerdote. Durante más de 50 años se
consagró a la evangelización de los indios guaraníes.
En el año 1629, murió en la ciudad de Buenos Aires. Él, como ninguno, conoció la geografía
del Paraguay.
Reducciones franciscanas
San Lorenzo de los Altos
San Lorenzo de los Altos fue la primera reducción guaranítica del Paraguay y del Río de la
Plata. Fue fundada en el año 1580 por Fray Luis de Bolaños junto con Fray Alonso de
Buenaventura.
Ofrece la configuración de su estructura urbana, edificaciones del Siglo XIX y el retablo e
ingeniería policromada del Siglo XVII.
San Francisco de Atyrá
Corresponde a la actual localidad de Atyrá, fundada en 1580. Su nombre original es “ aty-
há” (sitio de reunión o asamblea). Entre sus joyas franciscanas figuran los retablos
policromados, notables imágenes, un elegante púlpito y el sarcófago policromado de uso en
la Semana Santa.
Todos los Santos de Guarambaré
En 1579 los indios se sublevaron, incentivados por el chamán Overa que llegaba de la región
del Río Paraná. Fueron subyugados por una expedición ordenada por Juan de Garay. En 1580,
buscando la pacificación de la región, los franciscanos Alonso de San Buenaventura y Luis
de Bolaños fundaron la reducción en tierras del cacique Guarambaré.
Tobatí
Domingo Martínez de Irala, gobernador del Río de la Plata y del Paraguay, fundó el pueblo
de Tavá en 1539, con el fin de contener los ataques de los indios chaqueños que cruzaban el
Río Paraguay para saquear a los colonos. En 1583 es entregado a la administración
franciscana de Luis de Bolaños convirtiéndose en la Reducción de Tobatí, que en guaraní
significa "cara blanca". En la iglesia del actual pueblo quedan piezas de madera tallada y
pintada con el estilo guaraní-franciscano, una rama del barroco.
San Blas de Itá
Itá fue fundado en 1539 por Domingo Martínez de Irala. En 1585 Luis de Bolaños inició en
ella la reducción San Blas de Itá. Fue la misión franciscana por más tiempo atendida por los
frailes (hasta 1812).
San Buenaventura de Yaguarón
Yaguarón fue una de las primeras reducciones franciscanas del Paraguay y del Río de la
Plata. Su fundación data del año 1587, obra de Fray Luis Bolaños y su compañero Alonso de
San Buenaventura, cuando reunieron 500 familias indígenas en esta reducción.
El actual templo de Yaguarón, cuya construcción se ha iniciado en el año 1755 y su
terminación ha sido en el año 1772, es posterior a la salida de los Franciscanos, pero debido
a que quedaron sus talleres artesanales, en donde se siguieron formando los pobladores, estos
colaboraron en la construcción del templo, retablos e imágenes sagradas. La Iglesia de San
Buenaventura está considerada como una de las obras de arte más valiosas del Paraguay, en
él se pueden observar impresionantes tallas del siglo XVIII, tales como los finos retablos
hechos por Souza Cavadas, se conservan el pórtico columnado, un magnífico púlpito y un
confesionario tallado en madera.
En la ciudad de Yaguarón podemos visitar también el Museo Gaspar Rodríguez de Francia
y el Cerro Yaguarón, considerados una de las estaciones del Tapé Avirú. En el día de su
Santo Patrono San Buenaventura, el día 15 de julio, se hacen grandes fiestas populares. Es
muy recomendable participar en esta ciudad de las celebraciones de la Semana Santa.
San José de Caazapá
San José de Caazapá fue fundada en 1607 por Luis de Bolaños, y fue la misión franciscana
más importante de la Gobernación del Río de la Plata y del Paraguay. Según la leyenda, en
los últimos días de diciembre de 1606 Luis de Bolaños llegó a los dominios de los guaraníes
rebeldes que tenían como caciques a Cababayú, Guarepá y Ñandeguá. En aquella época los
pueblos sufrían los efectos de la prolongada sequía. Por esta razón los nativos le solicitaron
al franciscano que les proveyera agua, como prueba de la existencia de Dios. El fraile tocó
una piedra con su bastón, bajo ella el agua comenzó a manar y desde ese momento no ha
dejado de hacerlo. El sitio donde ocurrió lo sucedido es actualmente conocido como "Ycuá
Bolaños" (Fuente de Bolaños). Se dice que quien bebe de las aguas del Ycuá Bolaños siempre
regresará a esa ciudad.
Según otra historia popular, Bolaños y sus seguidores estaban a punto de perecer de sed hasta
que el fraile, después de invocaciones a Dios, clavó una estaca en el suelo reseco y de allí
brotó súbitamente un manantial de agua dulce y clara. El tiempo no ha podido menguar el
caudal del Ycuá Bolaños, que se encuentra en las afueras de la ciudad y hasta hoy sigue
“hechizando” a todos los visitantes que beben de sus aguas.

• INFLUENCIA EN MATERIA ECONOMICA


La actividad económica basada en directrices europeas resultó difícil para una población que
no estaba acostumbrada no familiarizada con las labores económicas europeas y al sistema
de propiedad de los españoles. Debido a la insistencia de los jesuitas por dotar a las
reducciones con medios suficientes para la propia subsistencia y así evitar la dependencia de
los españoles, se alcanzó un cierto éxito económico gracias al trabajo comunitario y la
inserción de técnicas modernas. La productividad era tal que las horas de trabajo no excedían
de seis horas al día y permitían obtener hasta cuatro cosechas al año. La obediencia, el trabajo
obligatorio y la igualdad eran las claves del éxito del sistema económico de las reducciones
(Crocitti, 2002).
Las reducciones jesuitas estaban relacionadas entre ellas. No se utilizaban monedas sino se
intercambiaban bienes. También se implementó un sistema rudimentario de cooperación y
complementación: por ejemplo, Si una reducción tenía buenos músicos o escultores o
estancieros se intercambiaban los bienes y conocimientos.
El poco comercio que se realizaba con los españoles y que era externo a las reducciones era
básicamente para pagar los tributos que como vasallos de la Corona tenían que pagar al rey.
La principal ocupación era la agricultura: cultivaban maíz, legumbres, batata, mandioca, caña
de azúcar, cultivaron todo tipo de verduras, pero es reseñable la comercialización y
producción de la yerba mate, conocida por los jesuitas como Hierba del Paraguay pero que
forma parte de la dieta alimentaria de los guaraníes desde hace miles de años. Las propiedades
medicinales de la hierba y su gran consumo permitieron su rápido comercio por todo el
virreinato del Perú (Díaz Risco, 2014). Esta importante agricultura fue complementada con
la ganadería que suministró a los aborígenes carne, leche y cuero. La actividad ganadera
resultó vital con una gran explotación extensiva de ganado bovino. Se creó una gran actividad
de comercio exterior entre las reducciones y las poblaciones españolas. La navegación fluvial
favoreció al intercambio entre los asentamientos (Sarreal, 2013).
El régimen de propiedad era mixto, aceptando la propiedad individual privada y la propiedad
colectiva. La propiedad individual privada o ava mba ́e, permitía que cada jefe de familia
dispusiera de una chacra con la extensión necesaria para sembrar en ella todo el cultivo
indispensable para el sustento anual familiar. La propiedad colectiva o "tierra de Dios" (tupa
mbaé, de tupa, "dios", y mbae, "dueño") se utilizaba para el cultivo de algodón, trigo y
legumbres. Generalmente existían dos campos en los que se trabajaba comunitariamente.
Cada reducción se especializaba en unos oficios, trabajando el hierro y la plata, carpintería,
cocina-panadería, chapado en oro, vajillas, telas, elaboración de sombreros o instrumentos
musicales. Desde allí se promoverían excelente escultura, pintura y música barrocas
guaraníes.
Las misiones jesuíticas guaraníes aventajaron en casi trescientos años al derecho del trabajo
contemporáneo. Fijaron la jornada laboral en seis horas diarias lo que permitía que los indios
contaran con tiempo suficiente como para su realización de otras actividades, entre las que
se destacaron las obras religiosas.

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