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LOS PROTOCOLOS DEL SEMINARIO INVESTIGATIVO

GILDARDO LOTERO OROZCO

Medellín, 2004
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1. ¿Qué son los protocolos?

Los protocolos de los seminarios investigativos son aquellos textos escritos en los que
se recogen las intervenciones de la discusión y se ordenan en tal forma que adviertan
un sentido unitario como producto final de un pensamiento colectivo. Cumplen un
propósito parecido al de las actas comunes de las reuniones y encuentros, en el sentido
de que sirven de registro testimonial de una actividad colectiva de la que se quiere
conservar una memoria; sin embargo, van más allá y tienen características distintas.
Podría decirse, en forma acertada aunque evidentemente analógica, que los Diálogos
de Platón, que constituyen el cimiento de toda la filosofía occidental, son los protocolos
de aquellas discusiones (diálogos) que Sócrates, el gran conversador, sostenía con sus
discípulos en los remotos tiempos de la Atenas clásica.

La escritura, como soporte del pensamiento científico, tiene su sitio relevante en el


seminario cuando se redactan los protocolos. Si en las discusiones el crédito le es
concedido al uso de la palabra, en los protocolos este crédito le pertenece a la
escritura. El protocolo de una discusión, en cuanto texto exige un esfuerzo complejo de
elaboración, más si se entiende relacionado con la tarea de construcción del
pensamiento científico. Como texto, descubre el sentido de la actividad discursiva del
diálogo académico, pero también lo recrea convirtiéndose en elemento útil para futuras
investigaciones. Más allá de ser simplemente un producto intelectual o el registro de
una acontecimiento pasado, el protocolo es un punto de partida para una mejor
comprensión de los temas. Como texto, el protocolo se aproxima a aquella definición
de R. Barthes: Texto quiere decir tejido, pero si hasta aquí se ha tomado este
tejido como un producto, un velo detrás del cual se encuentra más o menos
oculto el sentido (la verdad), nosotros acentuamos ahora la idea generativa de
que el texto se hace, se trabaja a través de un entrelazado perfecto; perdido en
ese tejido – esa textura – el sujeto se deshace en él como una araña que se
disuelve en las segregaciones constructivas de su tela. Si amásemos los
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neologismos, podríamos definir la teoría del texto como una hifología (hifos: es el
tejido y la tela de la araña).1

Veamos, a grandes rasgos aquellas de las características más generales de un


protocolo, las partes de que constan, la manera de estructurar estas partes, algunos
aspectos de su redacción y las condiciones de su presentación y aprobación.

2. Características generales de un protocolo

2.1. Un protocolo es, ante todo, un resumen de la discusión. Es un texto


esmeradamente corto aunque deba recoger la totalidad de las intervenciones de la
discusión. Por eso no debe hacerse consistir en una transcripción literal y completa de
las intervenciones, como sucede en la mayoría de las actas, sino que supone de los
protocolantes un esfuerzo de traducción y de interpretación que ya sabrá evaluar el
grupo en el momento de la lectura pública y de la aprobación del protocolo. En este
esfuerzo los protocolantes deben saber tamizar el contenido y la intención de las
intervenciones, porque lo que se expresa verbalmente incluye muchos recursos del
habla que en la escritura se vuelven innecesarios (muletillas, repeticiones, sinonimias,
rodeos...)

2.2. Un protocolo también es un registro completo de la discusión que tuvo lugar en una
de las sesiones del seminario. Completo no sólo porque no excluye ninguna de las
intervenciones sino porque también contiene las argumentaciones, ilustraciones y
justificaciones que debieron haber acompañado estas intervenciones. Este último
aspecto es necesario subrayarlo: algunas veces se incluyen opiniones y juicios que no
adquieren valor si no se hacen acompañar de aquello que los sustenta. En una
discusión del seminario, el moderador o el director pueden solicitarle a quien interviene,
que argumente y demuestre mejor sus afirmaciones. Muchas veces los argumentos o
los ejemplos en una intervención resultan más interesantes y significativos que el
enunciado principal de la misma. De todas formas, al criterio de los protocolantes les
1 BARTHES, Roland. El Placer del Texto. Buenos Aires: Siglo XXI, 1974 p. 81
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corresponde decidir qué aclaraciones, ejemplos, analogías o relación de experiencias


personales tienen valor como para ser consignados en el texto final de un protocolo.

2.3. Un texto académico y científico, por lo tanto su lenguaje es un lenguaje que


corresponde a una particular disciplina científica y que se supone del dominio y
conocimiento de quienes participan en el seminario; será tanto más especializado
cuanto especializado sea el tema y la formación de los participantes. Igualmente, como
texto académico el protocolo debe atenerse a las normas y regulaciones vigentes para
la presentación de trabajos académicos con propósito científico.

2.4. Un texto editado. En el proceso de difusión y divulgación del conocimiento, los


protocolos de los seminarios investigativos cumplen una función formativa y difusiva
muy importante. A la vez que conservan y hacen públicas las discusiones académicas y
científicas y sirven como memoria de ellas, forman también al estudiante investigador
para que se familiarice con todos los avatares de la edición de un texto, para que
aprenda a expresar sus ideas y descubrimientos en forma escrita. De ahí el cuidado
que ha de exigirse a los protocolantes para que el texto se presente sin errores de estilo
y redacción. Quienes lo hayan redactado deben convencerse de que, una vez
presentado, ya no les pertenece porque pasa a ser patrimonio de la comunidad
científica del seminario, y de que una vez sea corregido y aceptado por el grupo de
investigadores, pasa a pertenecer, al menos teóricamente, a la comunidad científica
internacional que podrá disponer de él como fuente de consulta e inspiración para
nuevas búsquedas.

3. Partes y composición de un protocolo

El protocolo del seminario investigativo consta de seis partes que definen lo que podría
apreciarse como la estructura constante del texto: identificación, protocolo anterior,
punto o tema de discusión, desarrollo de la discusión, recapitulación y comentario de
los protocolantes. De estas seis partes o secciones, es la del desarrollo de la discusión
la que constituye propiamente el eje central del protocolo. Normalmente se incluye en el
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texto un resumen de la exposición o relatoría con el objeto de que el protocolo no sólo


sea un resumen de la discusión sino de la sesión entera del seminario. Lo que aquí se
propone es un tanto distinto: Que el protocolo sea únicamente la memoria de la
discusión, con el objeto de darle un valor aparte al momento central y más comunitario
de las sesiones; al fin de cuentas la discusión se construye sobre un tema de discusión
que surge de la relatoría, las intervenciones deben aludir directamente a su contenido y
no excluye la participación directa de los expositores. El resumen de la relatoría, escrito
por los propios expositores y entregado al final de la misma a cada uno de los
participantes, sería una especie de texto complementario del protocolo para ser
archivado conjuntamente con el mismo y consultado en el transcurso de la discusión.

3.1. Identificación. Ésta está conformada por dos bloques de escritura: un


encabezamiento, que es propio de cualquier acta, y lo que puede llamarse
específicamente la identificación del protocolo.

En el encabezamiento va incluida la siguiente información:

- El nombre de la universidad o institución; la dependencia, facultad o


departamento que acoge y patrocina el seminario y en cuyo plan de estudios
aparece comprendido; el nombre del seminario, y, como título, el número ordinal de
la sesión correspondiente. Veamos un ejemplo:

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA


FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL
SEMINARIO DE ÉTICA PROFESIONAL DE LA COMUNICACIÓN
PRIMERA SESIÓN

- La identificación de la correspondiente discusión incluye los siguientes datos: El


tema de la discusión, las lecturas guía, el nombre de los relatores o expositores del
tema, el nombre de los protocolantes, el moderador y la fecha en que tuvo lugar la
discusión.
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3.2. Protocolo anterior. En esta sección del protocolo se incluyen las correcciones,
adiciones, supresiones y comentarios que se le hagan al protocolo inmediatamente
anterior, con miras a una ulterior edición de las memorias del seminario (conjunto de los
protocolos y relatorías). Lo ideal es que todos los miembros del seminario participen en
este proceso de revisión del texto tanto en sus aspectos formales como de contenido;
sin embargo, casi siempre es el director del seminario, como investigador principal y
experto en cuestiones de edición y publicación, el que hace, por lo menos en las
primeras sesiones de los seminarios, la mayor parte de las observaciones. Éstas como
ya lo hemos señalado pueden ser de dos órdenes: contenido y redacción.

- En cuanto al contenido, la revisión del protocolo debe cuidar que se hayan


incluido todas las intervenciones y su consiguiente argumentación e ilustración; que
se hayan consignado en una forma fiel; que no halla repeticiones y que se presenten
de manera resumida; que el encadenamiento de las intervenciones corresponda a
un orden racional y lógico, y que se destaquen los planteamientos y conceptos
centrales.

- En la redacción y presentación del protocolo se deben tener en cuenta las


cuestiones gramaticales y de estilo, incluida la presentación gráfica, de manera
especial cuando éstas afectan considerablemente el sentido: la ortografía, la
concordancia gramatical, el uso del léxico, la puntuación (comillas y punto y aparte
cuando haya lugar), la paginación, los márgenes para hacer acotaciones, y el
interlineado.

3.3. Punto o tema de discusión. El punto o tema de discusión normalmente debe surgir
de la relatoría. Al fin y al cabo ésta es el resultado de un proceso de investigación en el
que se buscó verificar una hipótesis o demostrar una tesis. Las relatorías como dijimos
en su momento no son productos científicos acabados sino propuestas que plantean
interrogantes y formulan desafíos. El relator puede condensar en uno o dos enunciados
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aquellas dudas o aquellas verdades provisionales que, a su entender, sean de interés


para el seminario, y cuya discusión enriquecería las posibilidades de una investigación
que está en curso. Sin embargo, la iniciativa para formular un tema o un punto de
discusión no necesariamente excluye la posibilidad de que el director del seminario o
alguno de los participantes proponga un tema distinto y que sean varios los puntos que
se discutan en la sesión. En la elección de lo que se va a discutir, de todos modos,
deben tenerse en cuenta no solo la pertinencia de la propuesta y su interés para el
grupo de participantes sino también el tiempo disponible para el debate. Para efectos
del protocolo, en este apartado deben aparecer formulados los temas o puntos de
discusión con sus respectivas justificaciones o aclaraciones, exactamente como fueron
propuestos por las personas que hayan tomado la iniciativa.

3.4. Desarrollo de la discusión. Aquí deben aparecer todas las intervenciones


acompañadas de su correspondiente sustentación. Es muy importante indicar que no
deben consignarse sólo en el orden cronológico en que se dieron, o sea en el orden en
el que les fue concedido el uso de la palabra a quienes intervinieron en la discusión,
sino en un orden lógico o, con más propiedad, “ideológico”. A los protocolantes les
corresponde buscarles o restablecer un sentido de las intervenciones en su conjunto.
Esta tarea tiene que ver con una de las mayores dificultades de la elaboración del
protocolo: la reconstrucción de la racionalidad del diálogo académico. De ahí que este
ejercicio de composición requiera que quienes escriben el protocolo, no sólo hayan
estado presentes en la discusión y puedan disponer de un material de apuntes
textuales que podrían reproducir, sino también que realicen un verdadero esfuerzo de
comprensión de ese material para poder ofrecer al seminario un producto o resultado
final acorde con las necesidades y expectativas del grupo. Para cumplir tal cometido es
muy recomendable “calificar” y clasificar después cada una de las intervenciones.
“Calificar” para este efecto significa determinar de qué clase de intervención se trata: si
fue una afirmación, un desacuerdo, una repetición, una ampliación de una intervención
anterior, un cuestionamiento, un interrogante, una aclaración, etc. Los miembros del
seminario pueden colaborar con los responsables del protocolo haciendo anteceder
sus intervenciones con enunciados como: “Creo que lo que se acaba de afirmar...
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(suposición, conjetura, creencia)”, “Estoy convencido (afirmación), “Dudo” o “me


pregunto” (interrogación), “estoy de acuerdo (o en desacuerdo) con...” (asentimiento)
“Agregaría...” (adición), “Un ejemplo (otro ejemplo) de...” (ilustración)

3.5. Recapitulación. Después de finalizada la discusión, a alguien (puede ser el relator,


el moderador o el director del seminario) le corresponde culminar el ejercicio no para
evaluarlo sino para resumirlo y darle forma, y para esto hace una recapitulación del
contenido de la sesión del seminario (un repaso de los planteamientos e ideas
centrales) tomando como punto de partida el tema o punto de discusión. Los
protocolantes deben recoger esta recapitulación y transcribirla en la parte final del
protocolo que les corresponde elaborar. En el caso de que, revisado el contenido de las
intervenciones, no estén de acuerdo con esa recapitulación, pueden proceder a
redactar una propia consultando el contenido real de las intervenciones consignado en
sus apuntes. La recapitulación puede también incluir un corto anuncio de la próxima
sesión del seminario, además de las preguntas e interrogantes que quedaron
pendientes.

3.6. Comentario de los protocolantes. El responsable del protocolo cumple un papel


muy importante elaborando el resumen de la discusión, reordenando las intervenciones
y dándole forma unitaria al texto del protocolo; sin embargo, por la atención que debe
prestarle a la toma de notas durante la discusión, muchas veces tiene que abstenerse
de participar directamente. Para que esto no suceda, pero también con la idea de que el
protocolante, quien dispone más que ninguno de los participantes de tiempo para
procesar y asimilar el contenido de la discusión, pueda hacer sus aportes críticos, es
recomendable disponer de una sección al final del protocolo para que el mismo
protocolante exponga no solo sus puntos de vista sobre el tema en discusión sino
también sobre la manera como transcurrió el debate.

4. La redacción del protocolo


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La redacción del protocolo, que tiene lugar entre sesión y sesión del seminario, es un
proceso que comienza con la toma de apuntes durante la discusión y termina cuando el
texto ya está listo para su reproducción y es presentado al seminario. En el trayecto,
dado lo complejo que es escribir para publicar, suelen suscitarse muchas dudas. Con el
propósito de atenderlas, aunque sea en parte, se ofrecen a continuación algunas
recomendaciones muy sencillas:

- Utilizar el pasado para referirse a las intervenciones y conservar la concordancia


temporal. Ejemplo: “Juan Ramírez agregó otro argumento a la intervención anterior
y demostró cómo...” La discusión debe ser registrada como un hecho pasado, como
una memoria, en la que se apuntala el seminario, como proceso, para continuar su
marcha.

- Redactar en forma impersonal, como corresponde a los escritos de naturaleza


científica, o sea en tercera persona singular. Excluir la primera persona singular y
plural. En el relato de la discusión no se debe escribir, por ejemplo, “seleccionamos
como punto de discusión...” y “me pareció que la discusión...” sino “fue elegido como
punto de discusión...” y “pareció que la discusión...”

- Revelar el nombre de quienes intervinieron. Esto, aunque no es esencial en un


protocolo y puede manifestar cierto afán de sindicación, puede surtir algunos efectos
que son considerablemente importantes.

- Insertar pies de página para dar cuenta de algunas ideas o de algunos datos de
carácter complementario y que no son indispensables en el relato central de la
discusión. También para completar las reseñas bibliográficas de citas de
documentos que puedan haber surgido en las intervenciones. Esto le da rigor al
texto del protocolo aunque ocasionalmente suponga una tarea adicional para los
protocolantes.
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- Solicitarle a las personas cuyas intervenciones no hayan sido bien captadas o


comprendidas por los protocolantes, un escrito redactado por ellas mismas que
recoja el contenido de la intervención y, si es del caso, consignarlo textualmente
(entre comillas) en el protocolo.

- Articular el texto del protocolo en bloques de escritura (párrafos) de más de diez


líneas y evitar las frases aisladas, para que se pueda demostrar concatenación de
ideas y valor aclaratorio. En este aspecto es muy importante la utilización de
expresiones conectivas como: Al contrario, de otra parte, en resumen, en aclaración
a lo anterior, en consecuencia...

- Evitar referirse al director del seminario como “el profesor”, porque como
señalamos anteriormente, aunque sea un profesor, su función directiva está más
cercana a los conceptos de investigador y de orientador que a las funciones que
tradicionalmente se le han asignado a los catedráticos. En tal caso si no se quiere
utilizar su nombre propio, decir, por ejemplo: “el director del seminario hizo algunas
precisiones al respecto: ...”

- No abusar de ciertos signos de puntuación, particularmente del punto y coma y


de las comillas. Éstas porque convierten el protocolo en un texto muy pesado y
aburridor, aquél porque sirve para formar períodos largos de difícil comprensión.

- Evitar los estereotipos y frases de cajón tan comunes en el medio empresarial y


en los medios de comunicación, e inventar nuevas formas de expresión y de
designación más acordes con el lenguaje científico y académico. Cualquier persona
puede fácilmente reconocerlos.

- Buscar, en todas sus formas, la concisión y la claridad. Un buen protocolo es un


texto preciso y explicativo. Todo el esfuerzo que se haga para obtener estos dos
grandes valores del nuevo estilo académico, el que más se compadece con las
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pretensiones del seminario investigativo y con las cualidades de una buena prosa
científica, podrían ser considerado notable.

- Apoyarse eventualmente en diagramas, sinopsis o cuadros, con el objeto de


hacer más comprensibles las ideas. Igualmente, utilizar anexos que puedan servir
para ampliar la visión de la temática discutida.

5. Lectura, presentación y aprobación del protocolo

El protocolo de un seminario, al igual que las actas de las reuniones, debe ser leído por
quien lo elaboró, al principio de la sesión siguiente. Esta lectura supone que todos los
participantes disponen de una copia del mismo para seguirla y hacer sus enmiendas y
observaciones. ¿Por qué es recomendable que se multicopie antes de hacerle las
correcciones? Por tres razones básicamente: Primera, porque es importante que cada
participante disponga de una memoria escrita que establezca relación de continuidad
entre las sesiones; segunda, porque comprometiendo al grupo con la redacción de
todos los protocolos, se pueden obtener textos cada vez más depurados, y, tercera,
porque al investigador o futuro investigador hay que llevarlo a que experimente el reto
de la publicación, el desafío de la redacción de un texto que va a ser editado y que, por
lo tanto, debe cuidar en todos sus detalles. A veces la lectura del protocolo da lugar a
que se abra una nueva discusión sobre los temas discutidos anteriormente. Ante tal
situación, el director del seminario además de hacer las aclaraciones pertinentes,
decidirá si se puede ampliar el tiempo para tal efecto sin que se perjudique el
desarrollo de las actividades subsiguientes y por lo tanto el normal desarrollo del tema
del día.

La aprobación del protocolo se da por parte de todo el seminario, una vez hecha su
presentación y revisión, y es archivado por cada participante en su carpeta personal.
Aprobar un protocolo significa para el seminario continuar en una línea de estudio y
discusión que ya ha sido descrita a grandes trazos; no regresar, si no es necesario, a
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temáticas ya ampliamente debatidas; conservar una coherencia argumentativa y buscar


desarrollarla cada vez más.

6. Protocolos y memorias de seminarios

Las memorias de un seminario investigativo comprenden varios tipos de textos: En


primer término, las lecturas guía o textos básicos del seminario que son, en sentido
propio, las huellas o puntos de partida de la investigación, sus semillas. En segundo
término, los resúmenes de todas las relatorías del seminario acompañados de la
bibliografía y todo lo que sirvió como soporte a cada investigación particular. Y, en tercer
término, los protocolos. Suele ocurrir que el director o una comisión redactora del
“producto” del seminario o de su resultado editorial final, se encargue de comprimir
estos tres tipos de textos y fundirlos en uno solo libro (Conserve o no el nombre de
memorias, como título o como subtítulo) uniformando el estilo y evitando repeticiones y
aspectos metodológicos accidentales. Con este texto final pueden programarse nuevos
seminarios y su contenido proporcionar las lecturas guía para renovadas discusiones
sobre los mismos temas probablemente en tiempos y lugares distintos. Esto nos brinda
una versión de cómo la ciencia y el conocimiento se producen y se reproducen en una
actividad continua e incesante, y en forma siempre abierta y definitivamente inconclusa.

7. Protocolos de seminario y apuntes de clase

Probablemente donde más se observa el valor de los protocolos en la formación


científica y académica del estudiante es en su comparación con los tradicionales
apuntes o notas de clase del método magisterial de enseñanza. El invento de las
fotocopiadoras prácticamente puso al descubierto la limitada capacidad de los métodos
tradicionales de enseñanza en el asunto de la formación científica de los alumnos.
Disponer del conocimiento útil para la supervivencia académica se convirtió en algo tan
fácil como reproducir las notas de clase del compañero más responsable e inteligente.
Todo esto, agregado a las cada vez más perfeccionadas maneras de adquirir
información actualizada de primera mano mediante el acceso cada vez más
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democrático a los libros, el uso de las fotocopiadoras y la evolución de las formas de


consulta electrónica, convirtió los tradicionales apuntes de clase en algo obsoleto y casi
carente de sentido para los estudiantes.

En el seminario, con la obligación que adquiere cada uno de los participantes de


redactar al menos un protocolo de alguna de las sesiones, la competencia para la
comunicación escrita, tan importante en la divulgación y conocimiento de la ciencia,
recupera su valor. Igualmente, el hecho de que el estudiante ya no sólo escriba para él
y para un profesor, sino también para sus compañeros y que igualmente sea evaluado
por ellos, redime la escritura académica de su carácter privado y la convierte en algo
público. Además, también se debe considerar esa nueva oportunidad de intervenir y
evaluar lo que sus compañeros escriben, y darse cuenta de cómo interpretan y cómo
piensan el contenido de una disciplina que les es común.

BIBLIOGRAFÍA

ASCUN. “El seminario investigativo: Algunas experiencias en universidades


colombianas”. En: Mundo Universitario No. 25. Bogotá: Ascun, 1986 12 ps.

HOYOS VÁSQUEZ, Jaime. “El seminario en la experiencia docente de la Facultad de


Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana”. En: Universitas Philosophica No. 10
de Junio de 1988. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. p. 39-53

LOTERO O., Gildardo. La evaluación del seminario. (Texto inédito de trabajo


académico). Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, Programa de Cualificación
Docente, septiembre de 1993 7 ps.

-----------------. La Discusión en el Seminario Investigativo. Medellín : ASIESDA-


Promadua, 1992 12 ps.

NALÚS FERES, Martha. Práctica del Seminario Investigativo. Santafé de Bogotá:


ASCUN, Simposio Permanente sobre la Universidad, Sexto Seminario General 1992-
1994 34 ps.
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NAVARRO, Néstor. El Seminario Investigativo. Bogotá: ASCUN- Simposio Permanente


sobre la Universidad, Primer Seminario General, 1981

ORDOÑEZ, Augusto. Anotaciones sobre el seminario investigativo. Bogotá: Universidad


Pontificia Javeriana, Facultad de Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas, Departamento
de Investigaciones, 1988 91 ps.

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