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LA CASA DEL MAR – Melissa Good Traducción: Mendhi

Sinopsis:

Una corta historia de halloween.

* * *

Esta historia ha sido traducida por Mendhi, miembro de Xenafanfics. Cuenta


con el permiso de la autora para su traducción y publicación en Internet.

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Las palabras o expresiones escritas entre asteriscos (*) vienen en castellano en el


texto original.

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LA CASA DEL MAR – Melissa Good Traducción: Mendhi

:: LA CASA DEL MAR ::


(HOME FROM THE SEA. A SHORT HOWLOWEEN STORY)

Por Melissa Good

—No voy a usar esto —Kerry cruzó sus brazos y asumió con su más testaruda
expresión—. No me importa lo que digas, Dar, no iré a la fiesta de día de brujas
vestida como Dogbert —la mujer rubia de ojos verdes contempló el disfraz—. Así
es que olvídalo.

—Aw —Dar Roberts, su alta compañera de cabello oscuro, se acercó y recogió


una oreja caída—. Lucirías tan linda, vamos, Kerry.

—No —Kerry frunció el ceño—. Y no luciría linda como un perro blanco,


mentecato y redondo.

—Está bien —Dar deshizo toda la fila de posibilidades—. ¿Que tal éste? —alzó un
traje de princesa hindú de cuero blanco y finos hilos.

—Vaya, andas en los extremos hoy, ¿no es así? —Kerry escogió un traje más
suave—. Allí. ¿Qué tal el de Robin Hood?

—¿No te refieres a la doncella Marian?

—Maldición, no. ¿Qué tuvo ella de divertido? —la mujer rubia recogió algunos
accesorios y se dirigió hacia el cajero—. Y no puedo esperar a verte en esa
armadura.

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—Mm —Dar la siguió, reservando sus comentarios sobre el pesado traje de malla
de hierro entrelazada del que Kerry le había hablado—. Entre las dos, tendremos
suficientes armas para llevar la torre Centrust, si tenemos que hacerlo.

Kerry pagó por el disfraz y dejaron la tienda, caminando a través de la puesta del
sol y conduciendo la corta distancia hacia la terminal del trasportador, que las
llevaría a casa.

* * *

Después de la cena, se sentaron tranquilamente en el pórtico que daba hacia el


Atlántico, y observando aparecer las estrellas, junto con una agradable luna
llena que pintaba una franja cremosa a través de las ligeramente agitadas aguas.

—Me gusta el Día de Brujas —comentó Kerry—. Es divertido y todos tienden a


actuar un poco locos. Nosotros solíamos ir al lago que estaba cerca de la casa de
mis padres y contar historias de fantasmas alrededor de una pequeña fogata.

—¿Historias de Fantasmas? —Dar rió entre dientes.

—Oye, no te rías, algunas de ellas realmente eran espantosas. Teníamos una


acerca del tren fantasma, donde podías oír el silbato una y otra vez, pero si
permanecías cerca de las vías, nunca podías verlo —Kerry le dijo—. A menos que
estuvieses a punto de morir, entonces lo hacías y el conductor te daba un saludo
de despedida.

—Si toda la gente que lo vio estaba a punto de morir, ¿cómo conseguiste salir
librada de eso? —su compañera preguntó razonablemente—. ¿Correo electrónico
interdimensional?

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—Hah hah —Kerry apoyó sus desnudos pies sobre el barandal—. Apuesto a que
no sabes una buena historia de fantasmas, ¿o sí?

Dar estuvo en silencio un momento.

—Bueno, en realidad sí —asintió—. No tanto una historia, es una leyenda de


aquí mismo, en la isla.

—Ooh —Kerry se acomodó en una posición más confortable—. No puedo esperar


a oír esto, ¿alguna historia de los Miccosoukee?

—No exactamente —Dar colocó sus dedos en una rodilla—. Esta isla solía ser
gobernada por Vanderbilts.

—Lo sé.

—¿Quieres escuchar la historia ó no? —Kerry cubrió su boca pacientemente—.


Ellos construyeron una enorme mansión en la orilla del agua que daba hacia el
Atlántico, y allí fue donde vivieron una buena parte del año —Dar señaló con el
dedo—. ¿Puedes ver la mansión allá, cierto? —Kerry asintió—. Estaban tan
encariñados con la isla, que aquellos Vanderbilts que murieron aquí, fueron
sepultados en la propiedad, en dos lápidas monumentales, porque sacarlos de
aquí no era una opción. Pero la cabeza de la familia, Commodore Vanderbilt era
un veterano de la Armada, salió un día de invierno y su barco se perdió en el
mar.

—Oh.

—Su esposa estaba devastada, sufrió mucho por él y esperó a que llegara a casa,
pero él nunca lo hizo. Así que ella murió en la mansión y fue enterrada ahí. La
mansión fue heredada a uno de los chicos, pero ellos no se aparecieron por aquí
por algún tiempo.

—Oh.

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—Cuando lo hicieron, empezaron a escuchar historias del servicio que


abandonaron. Parece que las sirvientas y los jardineros estuvieron diciendo que
en las noches de luna llena, veían a la Sra. Vanderbilt deambulando alrededor de
la mansión, llamando a Commodore.

—¿En serio? —murmuró Kerry—. Vaya, eso es triste, y de alguna manera,


romántico.

—Bueno, el personal no lo pensaba así —remarcó Dar secamente—. Muchos de


ellos hablaban de dar testimonio de eso. De todas formas, uno de los hijos dijo
que se quedaría durante toda la noche, sólo para comprobar que no había nada
que temer —se hizo silencio.

—¿Y qué pasó entonces?

—Lo encontraron en el fondo de la alberca —le dijo Dar—. Al parecer estaba


caminando sonámbulo, caminó justo hacia el agua y se ahogó.

Kerry sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.

—Eso es… muy extraño —observó por encima del cuerpo de Dar para mirar la
sombría mansión visible a la luz de la luna, justo bajo la orilla—. Sin embargo,
piensan que es sólo una historia, o es lo que se sabe de eso hasta ahora.

Dar reposó su mentón en la barandilla y miró fijamente la costa.

—No lo sé. Alguna vez en algún momento aparecerá repentinamente otra vez,
Clemente estuvo mencionando el otro día, que al parecer una noche, una de las
sirvientas corrió gritando del segundo piso, entonces cayó por las escaleras
circulares. Aseguran que vio un fantasma.

—Ew —Kerry hizo una cara—. Ella probablemente lo estaba imaginando.

—Probablemente —Dar estuvo de acuerdo—. Bueno, iré a correr, ¿quieres


acompañarme?
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—No esta vez —Kerry rechazó con pesar—. Tengo un proyecto en el que hay que
trabajar y dos cargas de ropa que lavar —se levantó y siguió a Dar adentro, subió
con dificultad a su oficina y se colocó calmadamente detrás de su escritorio. Sacó
sus archivos y se puso a trabajar, pero la historia de los Vanderbilts seguía
dentro de sus pensamientos, hasta que finalmente se levantó de su silla y
regresó abajo, a la tranquila sala. Dar había llevado consigo a su labrador,
Chino, a que la acompañase, así que Kerry estaba completamente sola, fue de
regreso hacia el balcón y se inclinó contra el barandal.

Sus ojos encontraron la silenciosa mansión y estudió el piso de arriba, donde las
puertas de las que solían ser las habitaciones de los Vanderbilts se abrieron
directamente hacia el océano. Las paredes de piedra de la vieja casa
resplandecían débilmente ante la luz de la luna con los oscurecidos cristales de
las ventanas con los postigos cerrados que daban hacia el mar.

Era un truco de la luz, estaba segura, cuando una sombra se movió a través del
lejano barandal y desapareció. Un pájaro o algo, ¿verdad?.

Las aves no vuelan de noche, Kerry. Miró fijamente, convencida de que vería el
movimiento una vez más. Qué demonios… dudó, después compuso su mente,
luego entró al apartamento, deteniéndose en la cocina para agarrar una linterna
antes de que abriese la puerta trasera, bajó los escalones y salió de la pequeña
área del jardín, cerrando el portón de metal tras ella.

La costa estaba tranquila mientras hacia su camino por la arena, las olas
golpeando contra sus pies desnudos. Caminó mas allá del oscurecido Club de
Playa, luego avanzó playa arriba hacia las escaleras de coral, que la llevaron
hasta el patio de la mansión.

El edificio apareció ante ella. Una construcción de dos pisos, compuesta por
extraños adornos en los bordes y estatuas talladas en las esquinas que la
miraban con ojos vacíos mientras ella se acercaba, sus pies desnudos

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ligeramente raspados por el coral rodeando la alberca, y alzó la vista hacia el


balcón.

Nada. Sólo el suave siseo de las olas y el revoloteo de las aves tropicales, en el
nido que estaba cerca, rompieron el silencio.

Entonces escucho débilmente un ruido sobre ella. Como si trapos empezasen a


cubrir la piedra, retrocedió y miró hacia el balcón, pero sólo vio sombras.

Impulsada por la curiosidad, fue hacia la puerta trasera, en donde estaba el bar,
y giró la perilla. Se sorprendió cuando giró fácilmente bajos sus dedos, entonces
se dio cuenta de que el personal de limpieza probablemente no terminó la cena
ahí dentro. Empujó la puerta de madera y entró, una ráfaga de aire frío le golpeó
el rostro mientras se desplazaba del coral hacia la alfombra, dejando que la
puerta se cerrase.

Kerry caminó más allá del latón y del bar de madera, en donde vasos recién
lavados reposaban sobre una alfombrilla, sin embargo un cazo negro atrajo su
atención, se estiró lo suficiente para agarrar un Marascino de cereza de él.
Chupando con satisfacción la colorida fruta mientras continuaba su camino.

El bar daba a lo que una vez fue el estudio de Commodore y ahora era sólo un
gran salón. Estaba amoblado con muchos muebles de cuero y con libros. Caminó
más allá y subió los dos escalones de la entrada principal, donde las enormes
puertas dobles de madera estaban rigurosamente cerradas. En la entrada
circular, una escalinata en forma de espiral de mármol adherido a las paredes
sobre ella, Kerry escuchó repentinamente un ruido, como si algo hubiese caído.

Su corazón empezó a latir con fuerza.

—Vamos Kerry, no seas estúpida —murmuró a sí misma mientras ponía su


mano en el barandal y empezaba a subir las escaleras. Las pisadas cesaron y la
superficie se sentía extraña bajo sus pies, mitad limpio, mitad revuelto, donde la
superficie de mármol se había deteriorado a través de los años. Movió la linterna
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en su mano pero no la encendió, puesto que la luz de la luna alumbraba a través


de las numerosas ventanas y hacía innecesaria la luz de la lámpara, hasta
ahora.

Salió a la cima de la plataforma y miró fijamente hacia el vestíbulo, el cual tenía


puertas revestidas del lado este, y otras pocas en el oeste. Una fina banda de
antigua alfombra corría por el centro, puesto que esta parte de la habitación no
era usada en las actividades diarias del Club, y de hecho, las antiguas
habitaciones se utilizaron en su mayor parte para guardar muebles y para
proporcionar el espacio para oficinas para el Maitre del Club y el departamento
de abastecimiento.

Ahora se habían ido, seguramente a casa. El silencio la envolvió y se detuvo,


escuchando. Un suave rechinido la hizo saltar un poco, se giró mirando
fijamente la puerta abierta que estaba junto a ella. Era una habitación
ensombrecida, asomó su cabeza por la puerta, mirando alrededor y viendo nada,
sólo muebles empolvados. Había un espejo colgado en la pared, se introdujo
adentro, echando un vistazo afuera de las puertas dobles que daban hacia el
mar, después se volvió para encontrar a ella misma reflejada en la oscuramente
plateada superficie.

Algo se movió. Kerry se giró pero no encontró nada, había sólo un cuadro
desequilibrado colgado en la pared.

Muy bien. Respiró profundamente y exhaló. Sólo relájate, empuñó sus manos y
flexionó sus brazos, sintiendo un ligero frío entrar en el aire nocturno de afuera
mientras una puerta se balanceaba con el viento. La miró fijamente por un
momento, luego caminó hacia ella y la cerró calmadamente, sintiendo la firme
resistencia de cómo el viento se asentaba a regañadientes en el lugar.

—Creo que mejor salgo de aquí —su propia voz sonaba extraña y lejana. Se
dirigió hacia la puerta y reingresó al pasillo, pretendiendo dirigirse hacia las
escaleras, pero se detuvo al escuchar un fuerte rechinido detrás de ella.

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Despacio, se giró, su corazón palpitando fuertemente, sus ojos buscando


nerviosamente en la oscuridad. Vio el enorme y vacío pasillo ante ella, iluminado
solamente por las franjas de la luz de luna entrando a través de las puertas
medio abiertas. Tranquilizándose un poco, caminó empezando a sentir un
hormigueo en su piel, mientras llegaba a la última puerta, la cual era un poco
más grande y colorida que las demás.

La atrajo poderosamente. Se encontró dejándose llevar hacia ella. Y antes de


saber lo que realmente estaba sucediendo, empujó el entrepaño de madera y
entró en la habitación.

Lo primero que percibió fue el olor, una delicada insinuación de rosas cosquilleó
su nariz y giró en círculo buscando su fuente.

No había nada.

La puerta del balcón estaba abierta, la brisa marina entraba agitando la tela
suavemente drapeada sobre la grande cama cubierta, rozando suavemente sobre
la piel de Kerry, con un toque de fresca humedad. Las paredes aquí se cubrían
de pintura vieja y desteñida, flores de plantas trepadoras alcanzaban el techo
enyesado. Un tocador finamente tallado cubría toda una pared, con un espejo
redondo montado sobre él. El espejo tenía sólo una larga grieta que cruzaba en
forma diagonal sobre el cristal, pero de otra manera, estaba intacto.

Un fuerte viento sopló, y la puerta azotó cerrándose detrás de ella. Kerry saltó a
mitad del camino hacia el techo, sujetó y tiró la vieja y redonda manija de acero,
jalando con todas sus fuerzas, se desprendió de su mano y la puerta quedó
firmemente cerrada.

Estaba empezando a temblar.

—Muy bien —se obligó a calmarse y caminó hacia las puertas del balcón,
saliendo hacia el frío mármol y tomando un respiro de aire limpio y salado. Miró
hacia el mar, observando las líneas cruzar el horizonte, entonces se giró hacia la
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siguiente ventana y volvió a entrar en ese camino. Sus ojos se fijaron en un


movimiento de una forma oscura, vio una mano extendida yendo hacia ella y se
aterrorizó—. ¡Jesús! —retrocedió hacia adentro y llegó a la puerta oyendo un
crujido tras ella, mientras agarraba el antiguo mecanismo en un poderoso puño
y girándolo, sintiendo un débil clic y empujando su cuerpo hacia atrás para abrir
la puerta.

Afortunadamente se movió y se deslizó a través de ella, corriendo a toda


velocidad hacia los escalones, sólo para repentinamente tener la puerta de la
primera habitación balanceándose frente a ella. Siendo incapaz de detenerse, dio
el portazo contra ella, derribándola y dejándola sin sentido por un largo y
confuso momento.

Un escalofrío vino sobre ella y se puso en pie al sentir un toque tras su cuello.
Empujó la puerta fuera de su camino, reservando una mirada atrás mientras
abandonaba el pasillo.

Unas manos la agarraron y ella gritó luchando contra el puño que la sostenía
firmemente mientras retorcía su cuerpo a un lado en un desesperado intento de
huir. Sus sentidos estaban sobrecargados tratando de absorber en su cerebro
aterrado la cascada de sensaciones que caían alrededor de ella, hasta que su
sentido del olfato se impuso a todo lo demás con sólo un absoluto mensaje
desesperadamente importante.

Los fantasmas no sudaban.

Ellos generalmente tampoco la llamaban por nombre; entonces sus oídos


finalmente identificaron el sonido hueco alrededor de ella.

Tampoco eran, usualmente suaves, y más altos de lo que ella era.

Y no traían perros labradores para lamer sus temblorosas rodillas.

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—Oh Dios mío —Kerry se desplomó en los brazos de Dar, enterrando su cara en
el sudor de su húmeda camiseta, mientras los escalofríos la recorrían a través de
su cuerpo—. Oh Dios mío —susurró.

—Calma —la voz baja de Dar retumbó—. Calma. Te tengo —frotó la espalda de la
pobre mujer y la abrazó—. Te tengo —echó un vistazo sobre el hombro de Kerry
hacia el pasillo polvoriento y sacudió la cabeza—. Sólo relájate.

Kerry quedó en silencio por un momento, acurrucada en el abrazo de Dar hasta


que su respiración volvió a la normalidad y fue capaz de abrir los ojos.

—Lo siento —tocó la superficie que había estado golpeando.

—No bromees —Dar le rodeó los hombros con un largo brazo—. ¿Estás bien? te
has dado un golpe en la cabeza —verificó el bulto con cuidado—. ¿Qué sucedió?

Kerry se asomó inciertamente hacia atrás.

—No lo sé… realmente yo… pensé haber visto un movimiento desde el


apartamento, así que bajé a echar un vistazo y… —miró hacia arriba—. ¿Acabas
de venir de las escaleras? —Dar asintió—. Dar, vi algo ahí afuera. Lo juro —Kerry
dejó escapar—. Había algo afuera en el balcón y me persiguió —exhaló
inestablemente—. La puerta en esa última habitación se azotó y no podía salir, la
puerta finalmente se abrió y entonces estaba afuera, entonces me persiguió y la
otra puerta se abrió y me golpeé y entonces me levanté y me agarró y yo…

—Shhh —Dar acarició su rostro suavemente—. Bueno, bueno… puedo ver que
algo aquí te asustó, eso es seguro —sus ojos buscaron las paredes y la
alfombra—. Iré a ver. Tú quédate aquí.

—Sí como no —Kerry cerró con picaporte firmemente ante ella—. No necesito
verlo otra vez, salgamos de aquí, Dar.

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—Déjame ir a echar un vistazo —instó Dar—. Entonces quédate conmigo si


quieres. Vamos a la última habitación y regresamos —se detuvo—. Ésa era la
habitación del amo.

—Yo pienso que el amo aún sigue ahí —Kerry dijo entre dientes, permitiéndose
de mala gana dejarse llevar. Aunque con Dar aquí, la mansión parecía perder su
amenaza, cualquier fantasma que las asechara retrocedería debido a la poderosa
personalidad de su amante. Anduvieron por el vestíbulo acompañadas por la
juguetona Chino, entrando en el dormitorio que ahora era un espacio
mundanamente empañado, polvoriento, monótono completamente vacío, sin
ninguna persona… corpórea al menos. Kerry sacudió la cabeza—. Vi algo —
suspiró—. No era sólo mi imaginación, ¿era… esa era sólo una historia ó era
verdadera, Dar?

—No lo sé —Dar la dirigió afuera del balcón, una extensión descubierta de


mármol con torcidas grietas muy finas en él por los años de abandono y
sostenido bajo su propio peso. Caminó hacia el borde y reposó sus manos en él
mirando hacia el mar—. Yo… en cierto modo, siempre esperé que la historia no
fuese verdad —se giró y encaró a Kerry—. Siempre esperé que, de alguna
manera…

—Mmm —Kerry frotó sus brazos aún fríos—. ¿No sientes que es escalofriante
aquí?

—Sólo un poco triste —Dar miró de nuevo hacia el agua—. Pero, la familia de mi
padre estuvo en la Armada por sólo Dios sabe cuántas generaciones, quizá sólo
lo entiendo desde una perspectiva diferente.

La luna salió de detrás de las nubes y quedaron en una breve, casi alarmante
oscuridad. Kerry fue al lado de Dar y miraron hacia afuera, viendo las luces del
barco, claras y brillantes en el horizonte.

Muy lejos, oyeron una campana de barco, suave y solitaria en la noche.

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Detrás de ellas, una puerta se cerró. Y se miraron mutuamente.

—¿Podemos salir de aquí ahora? —Kerry preguntó sintiendo que un escalofrío le


venía a la piel otra vez.

—Sí —Dar convino—. Buena idea.

Fueron hacia afuera de la mansión y salieron a la plataforma de coral, todavía


envueltas en sombras, e hicieron su camino a casa.

Sin mirar atrás.

FIN

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J7 y XWP
(Traducciones al español y demás)

https://j7yxwp.wordpress.com

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