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En el habla cotidiana la palabra estilo se usa para señalar la manera en que se muestra una actitud específica, un
arreglo personal o de un espacio o las formas o adornos peculiares de un objeto. Por ejemplo, cuando vamos más
allá de satisfacer las necesidades primarias de protección del medio ambiente, usamos ropa que exprese algo de
nosotros mismos. O bien decimos que alguien “tiene estilo” como algo positivo porque resalta una personalidad
atractiva. También se usa para designar un modo peculiar de hacer algo: estilo de gobernar, estilo periodístico,
estilo de juego, etcétera. Asimismo puede referir los esquemas o diseños distintivos o característicos de un objeto
o una serie de objetos, por ejemplo: coches de los años cincuenta, ropa hippie, muebles rústicos, etcétera. En el
campo del arte, el término estilo engloba una serie de asuntos fundamentales para entender la expresión artística.
Antropólogos, arqueólogos, historiadores usan la noción de estilo para ubicar y clasificar objetos, comportamientos
y acontecimientos en un contexto específico. El estilo permite al estudioso social ubicar en su contexto los
artefactos del pasado. Asimismo, permite establecer identidades entre objetos e individuos o grupos de individuos.
En el campo del arte, se puede decir que el estilo fue inventado por los historiadores del arte como herramienta de
estudio para crear agrupamientos (gótico, barroco, impresionismo, abstraccionismo, etcétera) y explicar el cambio.
La secuencia histórica de los estilos permite al historiador crear un orden en la mirada sobre el pasado
(periodización) y dar coherencia al relato histórico. Una vez que se inventó el lenguaje del estilo y se determinaron
sus características para estimar las propiedades visuales del arte, el estilo se convirtió en un dato primordial, y
para analizarlo se requiere del desarrollo de un ojo educado. Si podemos reconocer el estilo de una cerámica o
una pintura, podemos especular de una manera informada acerca de la identidad del artista y la fecha y lugares de
producción.
SELLO DE IDENTIDAD
El estilo individual es una especie de firma de una personalidad distintiva. Pero el estilo también muestra rasgos
distintivos de una cultura. Comunica algo acerca de un ambiente intelectual y social. Se pueden reconocer ciertas
características distintivas que identifican a un artista, un periodo, una cultura, y que constituyen el estilo.
Hay varias categorías que comprenden un estilo: estilo de un periodo (tiempo y cultura), estilo regional (región
geográfica), estilo personal (desde unas muy evidentes como la elección del tema y composición a otras menos
evidentes como la textura de la pincelada). También se usa para denominar los rasgos de una escuela: fuertes
similaridades entre ciertos artistas (escuela de Rubens, etcétera) o artistas locales (escuela florentina).
Todos los elementos de un estilo son expresivos. Sin embargo, no todas las formas expresivas están a disposición
de todos los artistas en todas las épocas. Dependen del desarrollo tecnológico (en el caso de la cerámica es
evidente) y de la visualidad disponibles en su época.
FORMA Y CONTENIDO
Aunque en la práctica generalmente se discute el estilo de un artista separado del asunto que representa, si se
desconectan forma y contenido surgen problemas: ¿el arte realista no tiene estilo? ¿el arte abstracto no tiene
contenido? Ahora se acepta que la forma y el contenido están íntimamente conectados. El tema de una obra sólo
cobra sentido en los términos de cómo se nos presenta. Es decir que el contenido está mediado por la forma y eso
crea un significado. Esta mediación es el estilo.
FORMALISMO
Existe una corriente dentro de los estudiosos de las artes plásticas que se
denomina formalismo y que enfatiza el significado de la forma sobre el
contenido como la fuente del valor artístico. Uno de sus representantes, Roger
Fry (1866-1934), fue un crítico de arte inglés que creía que no hay conexiones
significativas entre el arte y la sociedad a la que pertenece. Su visión era
ahistórica y se enfocaba en los efectos emocionales que la obra produce en el
espectador a través del aspectos formales: color, línea, composición, etcétera.
La referencia más antigua a la historia del arte como historia de los estilos está
en la obra del alemán Johan J. Winckelmann (1719-1768). Su interés en la
antigüedad griega y romana, especialmente en la escultura griega, y su emoción
por los descubrimientos de Pompeya y Herculano llevaron a la publicación de su obra La historia del arte antiguo
(1764), donde propone que el arte está unido a la historia y cambia según cambia la cultura. El filósofo Friedrich
Hegel (1770-1831) también conectó el cambio estilístico con el desarrollo cultural.
Por otro lado, hay estudiosos del arte que no creen que haya algo “trascendente” que incida sobre las fuerzas
históricas y el arte. Consideran que el cambio es resultado de la variación en la imaginación del ser humano
individual. Para este enfoque, el cambio de estilo se explica por la constante inquietud del ser humano y la
necesidad de transformación, así como por la búsqueda de nuevos retos técnicos y expresivos. En este sentido, el
cambio de estilos tiene que ver más con el proceso creativo del ser humano que con el “destino”.
Fuentes:
-Vernon Hyde Minor: Art History’s History, Second Edition, New Jersey, Prentice Hall, 2001.
-Marilyn Stokstad: Art History, second edition, Prentice Hall and Harry N. Abrams Inc. publishers, 2002.