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Este documento discute la capacidad humana de pensamiento y reflexión, y cómo esta facultad puede usarse tanto para el progreso como para la destrucción. Argumenta que la educación es clave para guiar el pensamiento hacia fines constructivos, pero que los sistemas actuales a menudo reproducen la desigualdad y opresión en lugar de promover la transformación social. Concluye sugiriendo que se necesitan nuevos enfoques educativos que partan de las realidades sociales existentes.
Descripción original:
Título original
La esperanza como posibilidad de transformación social.
Este documento discute la capacidad humana de pensamiento y reflexión, y cómo esta facultad puede usarse tanto para el progreso como para la destrucción. Argumenta que la educación es clave para guiar el pensamiento hacia fines constructivos, pero que los sistemas actuales a menudo reproducen la desigualdad y opresión en lugar de promover la transformación social. Concluye sugiriendo que se necesitan nuevos enfoques educativos que partan de las realidades sociales existentes.
Este documento discute la capacidad humana de pensamiento y reflexión, y cómo esta facultad puede usarse tanto para el progreso como para la destrucción. Argumenta que la educación es clave para guiar el pensamiento hacia fines constructivos, pero que los sistemas actuales a menudo reproducen la desigualdad y opresión en lugar de promover la transformación social. Concluye sugiriendo que se necesitan nuevos enfoques educativos que partan de las realidades sociales existentes.
Bogot, mircoles 01 de junio de 2011 Trabajo Final.
LA ESPERANZA COMO POSIBILIDAD DE TRANSFORMACIN SOCIAL
Una de los grandes atributos del ser humano y que le otorga un estatus especial frente a las dems especies de la naturaleza, con las que guarda muchas cosas en comn; es su capacidad de reflexionar, discriminar, elegir y llegar a una conclusin. Es el pensamiento el que genera distancia entre el hombre y los dems seres de la naturaleza. Considerar lo que acontece, tanto a s mismo como en su entorno, es una caracterstica que se maneja en el mbito de la mayora de los seres humanos. Digo la mayora porque hay que tener en cuenta que existe un grupo, que por situaciones genticas, la capacidad de razonar se encuentra ausente o mejor, no est formada de acuerdo a los parmetros que se manejan en la mayora de los seres humanos. Considero aqu a todos los que son diagnosticados con deficiencias cerebrales o neuronales.
As, desde las pocas primitivas, el ser humano haciendo uso de su facultad, ha reflexionando sobre su entorno, sobre lo que le acontece; ha buscado escrutar en todo cuanto le rodea, se ha preguntado por el origen del cosmos y la naturaleza. Tambin ha preguntado por s mismo, por su ser y su destino. As define al hombre, el filsofo Aristteles, en contraste con los animales:
Se admite que hay tres cosas por las que los hombres se hacen buenos y virtuosos, y esas tres cosas son la naturaleza, el hbito y la razn. Los otros animales viven primordialmente por accin de la naturaleza, si bien algunos, en un grado muy pequeo, son tambin llevados por los hbitos; el hombre, en cambio, vive tambin por accin de la razn, ya que es el nico entre los animales que posee razn; de manera que en l estas tres cosas deben guardar armona recproca entre s. Los hombres, en efecto, obran con frecuencia de manera contraria a los hbitos que han adquirido y a su naturaleza a causa de su razn, si estn convencidos de que algn otro camino de accin les es preferible (ARISTTELES: Poltica, VII, 12, 1332b.)
Un gran atributo posee el hombre, el pensamiento; y por el ejercicio de esta facultad, a lo largo de la historia ha ido agudizando cada vez ms el conocimiento sobre la cosas de la cuales antes se ha preguntado y de esta manera ha profundizado en cuanto se ha propuesto conocer, va especificando ramas de conocimiento especializadas. Por el ejercicio del pensamiento, el hombre ha podido ir ms all de lo que en instancia primitiva fue, ha respondido a los desafos que han amenazado su existencia y se ha propuesto trascender su propio lmite.
Lo expuesto anteriormente, resulta indudable. Sin embargo, a medida que han trascurrido los aos y los siglos, hemos sido testigos de barbaries, desconciertos, de situaciones extremas que anonadados, tenemos que aceptar que son parte del ejercicio de esa gran facultad que todo ser humano posee. Hay quienes desarrollan su pensamiento a tal punto que son promotores de cosas extraordinarias que brindan bienestar y regocijo; pero tambin han aparecido otras extraordinariamente perversas que causan horror y tristeza. Consideremos las guerras mundiales, las masacres, los genocidios y todas las dems atrocidades cometidas.
Ciertamente con la maravillosa facultad, el ser humano es capaz de crear cuanto se proponga, pero cmo hacer para que no caiga en la autodestruccin, en el caos? El ser humano en uso de su facultad piensa, proyecta y construye, pero cunto de todo ello no est puesto ms que para su propia destruccin. Con esto quiero afirmar la idea de que siempre ser necesario formar, encaminar esa facultad de la cual nos servimos para superar los desafos que se presentan y explorarla hasta donde sea posible. En este sentido, se han creado diversos escenarios como academias, liceos, escuelas, que buscan fomentar el buen desarrollo de ser humano en todo nivel, de manera que sirva al entorno que lo rodea y no se convierta en una amenaza. Ya por la historia de la pedagoga, es posible evidenciar el surgimiento de diversos espacios y maneras de ensear, que en respuesta a la necesidad de formar en valores humanos, intelectuales, sociales etc., diversos autores han planteado estrategias que trazan caminos posibles para fomentar un aprendizaje significativo que incida en el ser humano a nivel integral.
Sin embargo, en medio de todo, actualmente parece ser un verdadero dolor de cabeza, pensar en modelos alternativos de educacin que permitan un impacto eficaz en nuestras sociedades, que garanticen el uso de la facultad de pensar para fines constructivos colectivamente y no destructivos y autodestructivos. Puesto que somos conscientes que vivimos en medio de situaciones que nos remiten a preguntar por el tipo de educacin que se est brindando en nuestras escuelas. Vemos que a diario se habla de robos, asesinatos, cuyos autores materiales son jvenes. En las escuelas se presentan situaciones de maltrato fsico y psicolgico por intolerancia. Entre adultos se generan peleas y agresiones en diversos niveles por faltas que tan slo ameritan dilogo y comprensin. Basta ojear los diarios, escuchar las noticas, y darse cuenta de la magnitud de situaciones que suceden en nuestra sociedad. Hace algn tiempo, el papel de la educacin recaa en primer lugar en la familia, luego la escuela sera otro escenario para dar solidez a lo aprendido en familia. Actualmente toda la responsabilidad recae en la escuela. All se vuelcan los ojos cuando los problemas sociales aparecen. Se indaga por el rol del maestro, el modelo pedaggico aplicado, el rol del estudiante. Cada uno lleva su parte en el desfase educativo; el maestro porque tal vez no asume el papel que le corresponde, el modelo porque obvia situaciones propias del contexto, y el estudiante que hijo de una realidad concreta, asume con extraeza el ejercicio educativo. Lo anterior considerando que los desmanes de nuestra sociedad provienen, en gran medida, de personas que han transitado por una escuela. La escuela se ha convertido en el escenario donde se tejen los hilos de las futuras generaciones, desde donde es posible garantizar el futuro bienestar de la sociedad. Ello da a pensar que debe ser un lugar de armona, donde se respira la libertad de expresar y construir nuevas ideas. Pero la realidad es que es un campo de batalla, no donde se discute cual es el mejor camino para responder a los desafos que se presentan, sino el escenario para cernir y distinguir a quien se debe obedecer, que se debe profesar. Todo esto nos lleva a considerar que los mismos escenarios de formacin son testigos de las inclemencias de quienes albergan para formarse en torno a un futuro mejor. Esto lo refiere H. Giroux desde una lectura de los diversos tericos crticos de la educacin, cuando afirma: Las polticas culturales de las escuelas inculcan histrica y actualmente una ideologa profesional meritocrtica, racionalizando la industria del conocimiento por niveles de clase social; reproducen la desigualdad, el racismo y el sexismo; y fragmentan las relaciones sociales democrticas mediante la enfatizacin de la competitividad, el androcentrismo, el logocentrismo y el etnocentrismo cultural (Giroux: 48). No hemos sido ajenos a un sistema educativo en que callar, abortar ideas sin posibilidad de expresarlas, ha sido caracterstico. Entonces somos formados para callar y obedecer, ambiente exquisito para ser explotados, humillados, para vivir en la desesperanza de que todo seguir igual. Alzar la mirada hacia las diversas concepciones o reflexiones pedaggicas dan un aire de esperanza de que an se puede hacer algo para transformar le medio donde nos desenvolvemos. Sin embargo est la impotencia de que es como traer un crculo para acoplarlo en una superficie triangular, nos damos cuenta que lo que hemos considerado como una gran reflexin pedaggica slo aplica a sociedades estilizadas, que es precisamente en las que no nos encontramos.
Se podra rescatar lo esencial de las propuestas pedaggicas, y aplicar los mtodos partiendo desde la propia realidad. Pero resulta que los problemas son enormes, pues las sociedades estn ya determinadas por grandes sistemas que hacen difcil construir un camino de trasformacin. As, cualquier intencin de de abrir caminos de posibilidad es un pecado, significar entrar en listas de revolucionarios o como lo hizo llamar nuestro anterior presidente teroristas, del poder que ostentan, pero nada mas terrorista que aplacar a quien considera caminos de posibilidad y desarrollo. Entonces solo existe la posibilidad de pensar segn esta dispuesto por el organismo que impere, fuera de ah o eres devuelto al cause o te quedas a la rivera del camino amarrado a la indiferencia y la constante amenaza de ser sellado como persona no grata para la sociedad. Al comenzar hablando del ser humano, de su facultad de pensar; pasar luego a la familia, luego la escuela y terminar hablando de los poderes polticos es el reflejo de cmo todo est conectado. Al avizorar la escuela de manera especfica, es posible desglosar el todo de una sociedad, de lo que acontece, de lo que proyecta, etc. En este contexto, la pedagoga crtica en cierta forma ha desentraado y dado a conocer dinmicas nocivas que se forjan desde la escuela. Reconoce que la realidad del aula raramente es presentada como una realidad socialmente construida, determinada histricamente, y mediatizada a travs de relaciones institucionalizadas de clase, sexo raza y poder (Giroux: 54). Y frente a esto ha querido constituirse en una forma de poltica cultural que se centra en el autofortalecimiento y en la transformacin social, adems de cuestionar lo que se da por hecho, o lo aparentemente evidente o inevitable, en la relacin entre las escuelas y el orden social (Giroux: 51). Es una empresa ardua, frente a sistemas tan fuertes que gobiernan nuestra sociedad, que buscan determinarlo todo para la fcil manipulacin y acomodacin. Este nos hace respirar un aire de que por ms que se intente, el monstruo de la indiferencia, de la opresin, del silencio, seguir su camino.
Sin embargo quiero cerrar este escrito, con la invitacin que el texto de Giroux hace, en torno a mantener una actitud de de resistencia, de esperanza. Es difcil mantenerse en una actitud de hacer las cosas diferentes cuando lo que te rodea te amenaza con hacerte callar. Sin embargo es justo que exista la esperanza como posibilidad de transformacin, que se pueda creer y trabajar por cambios que se requiere que sucedan: La construccin de una pedagoga radical como forma de poltica cultural significa que los educadores radicales deben implicarse en luchas contra hegemnicas, transformando sus clase en laboratorios sociales en los que se abren nuevos espacios culturales el lenguaje de esperanza puede evitar excesivos endeudamientos con los estndares preestablecidos sin una esperanza radical se hace difcil generar las condiciones necesarias para la lucha humana y la transformacin social ( Giroux: 75-77 )
BIBLIOGRAFA PETER McLAREN Y GENRY GIROUX. La pedagoga radical como poltica cultural: ms all del discurso de la crtica y el antiutopismo. En: Pedagoga crtica y cultura depredadora. Ediciones Paids Ibrica, Barcelona, pp 47-77