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Catequesis formativa

con motivo del

Congreso Eucarístico
Nacional
Guatemala, 2024
CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL 2024
“YO SOY EL PAN DE VIDA” Jn 6, 48

Indicie

Página

Comunicado de CEG ........................................................................................................................3

Logo Oficial .........................................................................................................................................4

Himno del Congreso Eucarístico ......................................................................................................5

Catequesis 1: Dios alimenta a su pueblo: Dios da a su pueblo la fuente de la vida, Él mismo ..........6

Catequesis 2: El alimento en el camino: La figura del maná, pan del cielo .......................................8

Catequesis 3: El Misterio Pascual y la Santísima Eucaristía: Institución, realización en la


Cena y Calvario ..................................................................................................................................10

Catequesis 4: El don vivido por la Iglesia primitiva: Los argumentos eucarísticos en el Nuevo
Testamento y los Padres de la Iglesia. ................................................................................................12

Catequesis 5: Eucaristía y Reforma Protestante: la pervivencia y pérdida del Sacramento


Eucarístico ..........................................................................................................................................14

Catequesis 6: Eucaristía y solidaridad: San Juan Pablo II ................................................................16

Catequesis 7: Eucaristía, Familia y Vocaciones ...............................................................................18

Catequesis 8: Eucaristía y el compromiso por la Paz, la Justicia y la “casa común” .......................20

Catequesis 9: María, mujer eucarística .............................................................................................22

500 años de presencia Eucarística en Guatemala 2


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“YO SOY EL PAN DE VIDA” Jn 6, 48

Comunicado de CEG

500 años de presencia Eucarística en Guatemala 3


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“YO SOY EL PAN DE VIDA” Jn 6, 48

Logo Oficial

Elementos y sentido del Logo


1. Mapa de Guatemala y fechas del 5o. Centenario de la Evangelización, inicio de la Presencia
ininterrumpida de Jesús Sacramentado en nuestra tierra por tantas generaciones.
2. Las manos sacerdotales y el Santísimo en el Copón con Hostia: relación entre la Santísima
Eucaristía y Sacerdocio ministerial que sirve al Pueblo de Dios desde el Altar.
3. La Sagrada Escritura, también alimento espiritual que fundamentan con la Tradición la Fe y
Devoción Eucarísticas
4. La cita de Juan 6, 48: la afirmación del mismo Señor Jesús sobre su ser PAN de Vida eterna.

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Himno del Congreso Eucarístico

500 años de Amor

nos da alegría

Se hizo pan y su sangre es vino Celebremos hoy desde Guatemala


el milagro más grande de amor el poder recibirte Señor
para nuestras vidas como pan de vida

Es nuestro pan, un pan de vida 500 años de amor, eucaristía


que nos llena de amor y de paz has llegado señor
presencia viva a nuestras vidas

500 años de amor, Eucaristía 500 años de pan, de pan vida


has llegado Señor nos acerca a ti
a nuestras vidas y nos da alegría

500 años de pan, de pan vida Gracias Señor


nos acera a ti por esta Comunión
nos da alegría

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CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL 2024
“YO SOY EL PAN DE VIDA” Jn 6, 48

Catequesis 1
Dios alimenta a su pueblo: Dios da a
su pueblo la fuente de la vida, Él
mismo

Objetivo:
Valorar la grandeza del sacramento de la Eucaristía, como
el auténtico pan del cielo que nos da la vida, Él, Dios
mismo es quien se nos da.

Contenido:
1. Todo hombre nace en el contexto de una familia, de un
pueblo, de una sociedad. Así vive y llega a ser lo que es,
en un mundo complejo de relaciones y en medio de un pueblo que tiene un pasado, un presente y
un futuro. Quien no pertenece a un pueblo no tiene identidad.

La identidad del creyente se realiza también en el seno de un pueblo, el Pueblo de Dios: "Dios ha
dispuesto salvar y santificar a los hombres, no por separado, sin conexión alguna entre sí, sino
constituyéndolos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente" (LG 9)

2. En el Antiguo Testamento encontramos cómo, después de que Dios liberó a los hijos de Israel de
la esclavitud en Egipto y comenzó a hacer de ellos su pueblo, empezaron a vagar por el desierto.
Al poco tiempo, comenzaron a quejarse de la falta de alimentos. En respuesta, Dios le dijo a
Moisés que enviaría pan del cielo para alimentarlos. “He aquí, os haré llover pan del cielo”
(Éxodo 16,4).
Así que cada mañana Dios enviaba maná a su pueblo en el desierto. Los hijos de Israel
recolectaron maná en pequeñas cantidades y luego lo prepararon para el consumo. El maná era
un alimento sobrenatural, enviado por Dios, que sabía dulce como la miel.

3. Esta historia nos enseña algunas verdades importantes acerca de Dios y su provisión. Primero,
Dios es fiel y cumple sus promesas. Prometió proveer alimento para su pueblo en el desierto, y

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así lo hizo. Segundo, Dios nos ama y se preocupa por nuestras necesidades diarias. Él sabe que
necesitamos comida, ropa y techo, y está dispuesto a proveer para nosotros. Tercero, Dios nos
enseña a confiar en él y no en nosotros mismos. La provisión de maná en el desierto fue un
recordatorio constante para el pueblo de Israel de que dependían completamente de Dios para su
supervivencia.
Cristo sabe de nuestros problemas, de nuestras necesidades materiales y espirituales. Por eso nos
invita a poner toda nuestra confianza en Él, en su Persona, en su gran Amor por nosotros. Él está
con nosotros, está presente en nuestra vida en cada momento, hoy y también mañana.

4. “La Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, al hambre
de vida verdadera: en ella Cristo mismo está verdaderamente entre nosotros para alimentarnos,
consolarnos y sostenernos en nuestro camino” (Papa Francisco a los miembros del Comité
Organizador del Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos, junio 2023)
“La ‘Iglesia’ es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero. Tú y yo somos parte de este pueblo
y de este cuerpo que es la Iglesia. Vayamos con frecuencia a alimentarnos de la Eucaristía,
debidamente preparados, porque ahí encontraremos la fuente, el culmen de nuestra vida cristiana.
En ella encontraremos la santidad porque contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo
Cristo.
La Eucaristía, siendo el mayor ejemplo de amor que podemos tener, transforma nuestro corazón
llenándolo de tal manera que quien la recibe es capaz de vivir el amor en cada momento de su
vida.

Recuerda
Quien no pertenece a un pueblo no tiene identidad, pero tú y yo sí pertenecemos a un pueblo que
es la Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica. En ella encontramos el alimento que necesitamos en esta
vida y que nos da las gracias que necesitamos para llegar a la vida eterna, es Él, Dios mismo quien se
nos da.

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Catequesis 2
El alimento en el camino: La figura
del maná, pan del cielo

Objetivo:
Descubrir cómo Dios que es nuestro Padre y cuida de
cada uno de nosotros, no nos abandona a nuestra suerte,
nos da lo necesario para llegar al final del camino,
especialmente se nos da Él mismo.

Contenido:
1. “Nuestros padres comieron el maná en el desierto,
según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.» Jesús
les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue
Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que
os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios
es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de
ese pan.» Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el
que crea en mí, no tendrá nunca sed.»” Juan 31-35

2. “Además del hambre físico, el hombre lleva en sí otra hambre, un hambre que no puede ser
saciada con el alimento ordinario. Es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y
el signo del maná —como toda la experiencia del éxodo— contenía en sí también esta dimensión:
era figura de un alimento que satisface esta profunda hambre que hay en el hombre. Jesús nos
da este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo. Su Cuerpo es el
verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del
vino.

No es un simple alimento con el cual saciar nuestro cuerpo, como el maná; el Cuerpo de Cristo
es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la esencia de este pan
es el Amor.”
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de junio de 2014).

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3. Tenemos hambre, hambre de Dios. Necesitamos el pan de vida eterna. Quizás hemos probado
otros banquetes y hemos descubierto que no sacian nuestro deseo plenamente. Pero Cristo se
revela como el alimento que necesitamos, el único que puede colmar nuestras necesidades y
darnos la fuerza para el camino.

Como el cuerpo es sostenido por el alimento, así nuestra alma necesita de la Eucaristía. Cristo
baja del cielo al altar, por manos del sacerdote. Viene a nosotros y espera que también nosotros
vayamos a Él, que le busquemos con frecuencia para recibirle, para visitarle en el Sagrario.

4. La historia del maná con el que fueron alimentados los israelitas en el Éxodo, nos anima a estar
agradecidos por la provisión de Dios en nuestras vidas. En lugar de centrarnos en lo que no
tenemos, debemos agradecer a Dios por lo que nos ha dado y confiar en que seguirá cuidándonos.

Quienes vivimos sostenidos por la Eucaristía, crecemos progresivamente en unión con Dios, y
recibiéndole en este mundo bajo el velo de las especies del pan y el vino, nos preparamos para
contemplarle cara a cara en la vida futura.

En el relato de Éxodo, entendemos que el maná apuntaba a Cristo Jesús, quien es el verdadero
Pan del Cielo.
¡Esa es la verdadera y más grande provisión de Dios para sus hijos! Mientras caminemos en este
mundo.

Recuerda
Jesús te dice: Yo soy el pan de la vida. Si vienes a mí, no tendrás hambre de amor, de compasión,
de perdón, de misericordia y si crees en mí, no tendrás nunca sed de vida eterna. Encontrarás a
un verdadero amigo que te acompañará y te alimentará con Él mismo por el resto del camino que te
falta recorrer.

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Catequesis 3
El Misterio Pascual y la
Santísima Eucaristía:
Institución, realización
en la Cena y Calvario

Objetivo:
Profundizar cómo Cristo con su
pasión, muerte y resurrección nos
redime y nos da la vida eterna.

Contenido:
1. La palabra Pascua significa básicamente "paso" o "salto". La muerte en Cristo es un paso, el paso
para la resurrección. La muerte de Jesús lleva a la vida eterna; una muerte ciertamente sacrificial,
reconciliadora, perdonadora de los pecados. La Resurrección de Cristo transformó la noche en
día; la gracia vence al pecado y la vida derrota a la muerte.

El Misterio pascual es el paso, tránsito o trance de la Pascua, el cruce de fronteras; san Juan
formula con claridad esta cristianización del evento pascual: «Antes de la fiesta de la pascua,
sabiendo que le había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre...» (Jn 13,1).

2. “Cristo realizó la obra de redención «principalmente por el misterio pascual de su


bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión” (SC 5). Por este
misterio, «con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró la vida». «Por
el bautismo los hombres son injertados en el misterio pascual de Jesucristo: mueren con él, son
sepultados con él y resucitan con él; reciben el espíritu de adopción de hijos, por el que
clamamos: Abba, Padre, y se convierten así en los verdaderos adoradores que busca el Padre
(Rom 6,4; Ef 2.6; Col 3,1; 2Tim 2,11). Asimismo, cuantas veces comen la cena del Señor
proclaman su muerte hasta que vuelva» (SC 6).

3. Misterio pascual y Eucaristía. La Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el misterio
pascual, celebrando la eucaristía se establece la relación adecuada entre domingo y misterio

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pascual: «La Iglesia, por una tradición apostólica que tiene su origen en el día mismo de la
resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el llamado día del Señor
o domingo. En este día los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra y
participando en la eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús»
(SC 106).

4. La fiesta principal de los cristianos es la pascua en la que celebramos el gran acontecimiento de


la resurrección de Jesús, el Señor. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas (Mt 26,26-29; Mc
14,22-25; Lc 22,19-20) nos relatan la “última cena” celebrada por Jesús junto a sus discípulos
como una cena de pascua. El significado nuevo dado por Jesús a la comida es el anuncio de su
propia muerte, ya no se conmemorará la salida de Egipto, sino la muerte del Señor como sacrificio
pascual. La idea del sacrificio pascual la desarrollará más el evangelio de Juan al mostrar a Jesús
como “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). El cuarto evangelio hace
coincidir la muerte de Jesús con el sacrificio de los corderos pascuales. Es decir, Jesús muere al
mismo tiempo en que las familias judías acudían al templo a sacrificar a los corderos para celebrar
la pascua.

La noche de la Pascua fue para el pueblo judío el momento cumbre de su liberación. Aquella
salida de Egipto, así como el paso del Mar Rojo camino de la Tierra Prometida, no eran sino
imagen de la plena liberación que Cristo nos obtuvo por su muerte redentora.

Recuerda
Cristo con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restaura nuestra vida; esto es lo
que celebramos en cada misa, nos alimentamos de su Palabra, con su cuerpo y con su sangre
para darnos la vida eterna.

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Catequesis 4
El don vivido por la Iglesia
primitiva: Los argumentos
eucarísticos en el Nuevo
Testamento y los Padres de
la Iglesia.

Objetivo:
Descubrir cómo en el Nuevo Testamento,
Cristo Pan de vida dice: “Haced esto en
memoria mía” los primeros cristianos son
fieles a ese mandato y los Padres de la
Iglesia lo atestiguan.

Contenido:
1. En el siglo II, San Justino Mártir, nos explica cómo se celebraba la Eucaristía en los primeros
tiempos: Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas. Cuando el lector ha
terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.
Luego nos levantamos y oramos por nosotros… y por todos los demás dondequiera que estén, a
fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los
mandamientos para alcanzar la salvación eterna. Luego se lleva al que preside el pan y una copa
con vino y agua mezclados. El que preside los toma y eleva alabanzas y gloria al Padre del
universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, y da gracias largamente porque hayamos
sido juzgados dignos de estos dones. Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el
pueblo ha respondido “amén”, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los
que están presentes el pan y el vino “eucaristizados”. (SAN JUSTINO, Carta a Antonino Pío,
Emperador, año 155)

2. En el Nuevo Testamento encontramos que “El hecho histórico de la última Cena es narrado en
los evangelios de San Mateo (26, 26-28), San Marcos (14, 22-23), San Lucas (22, 19-20) y por
San Pablo en la primera carta a los Corintios (11, 23-25), que permiten comprender el sentido
del acontecimiento: Jesucristo se entrega (cf. Jn 13,1) como alimento del hombre, ofrece su

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cuerpo y derrama su sangre por nosotros. Esta alianza es nueva porque inaugura una nueva
condición de comunión entre el hombre y Dios (cf. Hb 9,12); además es nueva y mejor que la
antigua porque el Hijo en la cruz se entrega a sí mismo y a cuantos lo reciben les da el poder de
ser hijos del Padre (cf Jn 1, 12; Gal 3, 26). El mandamiento “Haced esto en conmemoración
mía” indica la fidelidad y la continuidad del gesto, que debe permanecer hasta el retorno del
Señor (cf 1 Co 11, 26)” (Sínodo de los Obispos XIª Asamblea General Ordinaria. La Eucaristía:
fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia)

3. Es importante conocer las enseñanzas de los Padres de la Iglesia sobre la Eucaristía, pues son
testigos muy cualificados de la doctrina acerca del misterio eucarístico.

San Agustín. Obispo de Hipona y doctor de la iglesia (354-430). Uno de los cuatro doctores
originales de la Iglesia Latina. "Doctor de la Gracia". El gran santo refiriéndose al Misterio
eucarístico, pone de relieve cómo Cristo mismo nos asimila para sí: “Este pan que vosotros veis
sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo de Cristo. Este cáliz, mejor dicho,
lo que contiene el cáliz, santificado por la palabra de Dios, es sangre de Cristo. Por medio de
estas cosas quiso el Señor dejarnos su cuerpo y sangre, que derramó para la remisión de nuestros
pecados. Si lo habéis recibido dignamente, vosotros sois eso mismo que habéis recibido”

Santo Tomás de Aquino (1224-1274), dominico, ha sido uno de los más grandes devotos y
teólogos de la Eucaristía. Él compuso, por encargo del Papa, el maravilloso texto litúrgico del
Oficio del Corpus: Pange lingua, Sacris solemniis, Lauda Sion, etc. Algunas frases de Sato Tomás
sobre la Eucaristía: “La Eucaristía es el Sacramento de Amor: significa Amor, produce Amor";
“La celebración de la Santa Misa tiene tanto valor como la muerte de Jesús en la Cruz"; “Una
sola gota de la Sangre de Jesús con su valor infinito, podría salvar al Universo completo de todas
las ofensas”.

Recuerda
Los argumentos del Nuevo Testamento sobre la Eucaristía, la vivencia de las primeras comunidades
cristianas y las enseñanzas de los Padres de la Iglesia sobre este divino don, nos invitan a reconocer
el cuerpo y la sangre del Señor en la comunión del pan y del vino consagrados, descubriendo de
esta manera su presencia como alimento que se nos da para la vida eterna.

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Catequesis 5
Eucaristía y Reforma
Protestante: la pervivencia y
pérdida del Sacramento
Eucarístico

Objetivo:
Reflexionar que no es posible creer en Cristo
y no creer en la Iglesia que Él fundó.

Contenido:
1. La Reforma protestante tuvo por autor a Martín Lutero. Lutero se forjó un concepto puramente
superficial de la Iglesia y rechazaba en ella todo elemento constitucional. Lutero y todos sus
seguidores, vieron los errores en los que había caído una parte de la jerarquía eclesiástica durante
el Renacimiento, pero, en lugar de tratar de resolverlos y sanarlos, como lo hicieran San Francisco
de Asís y Sta. Catalina de Siena en su momento, lo único que hicieron fue criticar, protestar,
rebelarse y ocasionar un cisma, un resquebrajamiento, una separación dolorosísima dentro de la
Iglesia de Cristo.

Al decir creo en Jesucristo, pero no creo en la Iglesia, hacen una separación, quieren creer en un
Cristo sin Iglesia, sin tomar en cuenta que la Iglesia es el Cuerpo místico de Cristo. Iglesia y
Cristo son inseparables y ellos los separaron.

2. Al separarse de la Iglesia, se separaron también de los sacramentos, que son los medios por los
que nos llega la Gracia Santificante, la presencia de Dios en el alma. De esta manera, al querer
tener a un Cristo sin Iglesia, se quedaron con una iglesia sin Cristo; sí, con la doctrina de Cristo,
pero sin su presencia real.

Por otra parte, sin un Magisterio que guardara la doctrina, abrieron la moda de la libre
interpretación de la Biblia en la que el criterio personal es la norma suprema. La opinión personal
está por encima de la Verdad. De aquí que hayan surgido, a lo largo de la historia, tantas ramas

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del protestantismo. Sin una cabeza para guiarlos y dado que cada cabeza es un mundo, cada cabeza
creó su propia iglesia, de acuerdo con su libre interpretación de la Palabra de Dios, generalmente
guiada por intereses personales.

3. Los ataques que Lutero dirigió fueron contra el celibato, las misas de difuntos y la legislación
eclesiástica. Negó la transubstanciación eucarística, es decir, que el pan se convierte
verdaderamente en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre, y negó la misa como sacrificio.
Rechazó los sacramentos, excepto el bautismo y la cena del Señor, pidió el matrimonio de los
sacerdotes y el establecimiento del divorcio.

4. La palabra “pervivencia” significa seguir viviendo a pesar del tiempo o de las dificultades. Lutero
perdió e hizo perder a sus seguidores, que no fueron pocos, lo más grande que nuestro Señor Jesús
nos dejó: Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, es decir Él mismo como Pan vivo bajado del
cielo y entregado a nosotros como alimento de vida eterna. La pervivencia no aplica a Lutero y a
sus seguidores en relación a la Eucaristía, porque él mismo anuló la posibilidad de reconocer en
el pan y en el vino transformados en Cuerpo y Sangre, a su Salvador. El mismo en la Última Cena
dijo a sus apóstoles: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré
el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come
mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”. (Jn. 6, 54-56)

Recuerda
En todo proceso de vida encontramos diferentes errores o dificultades que hacen que en ciertos
momentos nos alejemos del punto central, del propósito. La fe en la presencia real de Cristo en la
Eucaristía no es ajena a esto. También podemos perder la fe si no la alimentamos con la oración
y la recepción frecuente de los sacramentos, especialmente la confesión y la Eucaristía.

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Catequesis 6
Eucaristía y solidaridad:
San Juan Pablo II

Objetivo:
Comprender que la solidaridad es fruto
de nuestra comunión con Cristo.

Contenido:
1. La vida cristiana auténtica propicia la unión con Dios y con los hermanos y como consecuencia
de esta vivencia de comunión, tiene lugar el servicio desinteresado a los demás, tanto en sus
necesidades materiales como en las espirituales, para que cada persona pueda llegar a la plenitud
querida por Dios.

La solidaridad, por tanto, es fruto de la comunión que se fundamenta en el misterio trinitario y en


el misterio de la encarnación del Hijo, que muere y resucita para nuestra salvación. La unión del
Hijo de Dios con cada ser humano hace que Cristo pueda decir: “En verdad os digo que cuanto
hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40-45). Por
eso, el encuentro con Cristo es el camino de la solidaridad y la solidaridad es, pues, fruto de la
comunión.

2. La virtud que llamamos solidaridad es “la determinación firme y perseverante de empeñarse por
el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno para que todos seamos verdaderamente
responsables de todos” (San Juan Pablo II). Para ello es imprescindible reconocer al “otro” como
persona, sentirse responsable de los más débiles, sobre todo de los niños, los ancianos, como nos
recuerda con tanta frecuencia el Papa Francisco, y estar dispuestos a compartir los bienes con
ellos.

Podemos decir que la comunión tiene dos dimensiones. En primer lugar, la vertical, participando
en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; un amor que es mutuo y que se proyecta más
allá de sí mismo. En segundo lugar, la comunión tiene una dimensión horizontal, porque esta
comunión que participamos de la Trinidad debe ser compartida con los otros y debe cohesionar y
dinamizar la vida de la comunidad.

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3. Esta comunión vertical y horizontal simbolizada en los dos palos de la cruz, se expresa y se
alimenta en la Eucaristía y fructifica en gestos de solidaridad con los hermanos, especialmente
con los más necesitados. Así lo vemos expresado en la vida de las primeras comunidades
cristianas.

El prójimo, contemplado desde los ojos de la solidaridad no es solamente un ser humano con sus
derechos y deberes y su igualdad fundamental, sino que además se convierte en alguien que ha
sido creado a imagen de Dios, que ha sido redimido por Jesucristo y que ha sido puesto bajo el
dinamismo renovador del Espíritu Santo. Por consiguiente, debe ser amado por nosotros con el
mismo amor con que es amado por el Señor.

4. Queridos hermanos y hermanas: debemos sentirnos interpelados por las necesidades de tantos
hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus peticiones de ayuda. Y tampoco podemos olvidar
que “no sólo de pan vive el hombre” (Cf. Mateo 4, 4). Necesitamos el “pan vivo bajado del cielo”.
Este pan es Jesús. Alimentarnos de él significa recibir la vida misma de Dios, abriéndonos a la
lógica del amor y del compartir.

Recuerda
La Eucaristía es el sacramento de la vida eterna, de la cercanía de Dios y de su amor, que abre al
hombre una perspectiva que va más allá de la muerte; es, además, un sólido fundamento de la
reconciliación entre los hombres y camino seguro hacia el Reino de Dios.

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Catequesis 7
Eucaristía, Familia y
Vocaciones

Objetivo:
Profundizar cómo el encuentro con Cristo
Eucaristía es fuente y origen de toda vocación.

Contenido:
1. La familia, célula vital de la sociedad y de la
Iglesia, es fundamental en la formación de los
niños y jóvenes que en un futuro serán llamados
a abrazar una vocación concreta, partiendo de la base de la vocación bautismal. Ninguna
institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus hijos, especialmente en lo
que se refiere a la formación de la conciencia.

La familia es el ámbito privilegiado para escuchar la llamada del Señor y para aprender a
responderle con generosidad, por ser el ámbito en que uno es amado por sí mismo, no por lo que
produce o por lo que tiene.

2. Un aspecto esencial es la educación en la fe de los hijos. Facilitará mucho que los padres tengan
presente que esta vida es un peregrinar hacia el cielo. En familia es donde mejor pueden aprender
de manera sencilla y espontánea esa relación con Jesucristo vivo, como el miembro más
importante de la familia, a quien se consultan los temas importantes, a quien se le confían todas
las situaciones, a quien se le pide perdón cuando hemos fallado. La oración en familia es un medio
privilegiado para aprender a tratar con este amigo que nunca falla, así como la participación
frecuente en los sacramentos.

3. El papa Francisco en la misa de clausura del X Encuentro Mundial de las Familias nos dijo: «la
Palabra de Dios nos muestra el camino: no preservar a los hijos de cualquier malestar y
sufrimiento, sino tratar de transmitirles la pasión por la vida, de encender en ellos el deseo de
que encuentren su vocación y que abracen la gran misión que Dios ha pensado para ellos». Esto
implica que los hijos deben ser forjados en el camino de las virtudes, especialmente en el amor.
Cubrir todas las necesidades no es lo mismo que cumplir todos los deseos. Además, la familia no

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es una célula aislada en sí misma, a la que no importa lo que sucede alrededor. Esta dimensión
que incluye el amor, empieza en la familia, cuidando especialmente a los abuelos y a los mayores
y debe estar abierta también a las necesidades de los demás.

4. Así como la celebración de la Eucaristía es el corazón de la Iglesia, así Jesús desea estar en el
corazón de la pequeña Iglesia doméstica, es decir, de la familia. Con la Eucaristía, el matrimonio
es habitado por Cristo, que se hace presente entre los esposos, se extiende a los hijos y luego a
toda la familia. Lo extraordinario entra en lo ordinario. El amor se transfigura, es decir, se
transforma en su apariencia y expresión. Adquiere una forma nueva, impregnada de su amor y de
su Espíritu.

En el encuentro con la Eucaristía algunos descubren sentirse llamados a ser ministros del Altar,
otros a encauzar la fuerza de su amor hacia la persona con quien compartirán toda su vida, y otros,
también son llamados a transformar las realidades de la vida de cada día de manera individual.

Recuerda
Cada creyente encuentra en la Eucaristía no sólo la clave interpretativa de su propia existencia
sino el valor para realizarla, y construir así, en la diversidad de los carismas y de las vocaciones, el
único Cuerpo de Cristo en la historia.

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Catequesis 8
Eucaristía y el compromiso por la
Paz, la Justicia y la “casa común”

Objetivo:
Descubrir cómo el Misterio Pascual de Jesucristo, nos
enseña a custodiar la creación entera.

Contenido:
1. Custodiar y cuidar es un valor que hay que adquirir en nuestra forma de vivir, sea por la educación
religiosa y cristiana, sea por la educación ciudadana. En este sentido, en la encíclica Laudato si
del Papa Francisco, los sacramentos son uno de los fundamentos del proceso de educación y de
espiritualidad ecológica para aprender dichos valores. Y entre los sacramentos, la Eucaristía es la
cúspide en donde alcanzamos el aprendizaje a custodiar.

Para interpretar este estilo de aprendizaje, el Papa Francisco señala que “los Sacramentos son un
modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la
vida sobrenatural. A través del culto somos invitados a abrazar el mundo en el nivel distinto”

2. De esta manera, se comprende que la liturgia sacramental, celebración del Misterio Pascual de
Jesucristo, nos enseñe a acoger, aprender a custodiar la creación entera, con nuevos ojos y un
nuevo sentir. En efecto, desde la sacramentalidad de la fe lo creado, las cosas, lo material y los
colores ya no son simples cosas, sino que son signos transfigurados por la gloria de Dios y que se
convierten en mediaciones del amor de Dios.

3. Desde esta nueva ubicación, estos signos litúrgicos evangelizan por su belleza. Citando a su
antecesor San Juan Pablo II en la carta apostólica Orientale lumen, el Papa Francisco señala cómo
en Cristo las cosas materiales cobran sentido: “el cristianismo no rechaza la materia, la
corporeidad; al contrario, la valoriza plenamente en el acto litúrgico, en el que el cuerpo humano
muestra su naturaleza íntima del Espíritu y llega a unirse al Señor Jesús, hecho también él cuerpo
para la salvación del mundo”

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CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL 2024
“YO SOY EL PAN DE VIDA” Jn 6, 48

4. Por esta razón, por medio de la celebración de los sacramentos, la Iglesia está invitada a prestar
un cuidado por la creación. Y así “en la Eucaristía lo creado encuentra su mayor elevación”. Es
en este sacramento, donde lo creado alcanza su plenitud: ¡ser comida para ser compartida!

Celebramos a Cristo con toda la creación. Tal como lo señala la Sacrosanctum Concilium número
7, Cristo está realmente presente en su Iglesia, de manera admirable en la liturgia; es decir, la
mediación material es encuentro de Dios con el hombre. Es decir, está presente en toda realidad
humana, pasando por los sacramentos, el universo, la historia humana, los discípulos, y de manera
privilegiada en los pobres, los enfermos, los encarcelados y los migrantes.

Recuerda
El cristianismo no rechaza la materia, la corporeidad; al contrario, la valoriza plenamente en el
acto litúrgico, en el que el cuerpo humano muestra su naturaleza íntima del Espíritu y llega a unirse
al Señor Jesús.

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Catequesis 9
María, mujer eucarística

Objetivo:
Reflexionar sobre la profunda relación que hay entre
la Eucaristía y María.

Contenido:
1. Nadie mejor que María, mujer de fe, nos puede
introducir en este gran misterio que es la eucaristía.
El “Haced esto en conmemoración mía” de ese
primer Jueves Santo es como un eco del “Haced lo
que Él os diga” de María en Caná. Toda la fuerza
de la fe de María hizo que Cristo realizara ese gran
milagro en Caná. Y es también la fuerza de nuestra
fe, junto con la fuerza de la fe de María, la que nos
hace caer de rodillas ante la eucaristía y decir:
“Creo, señor”.

María concibió al Hijo de Dios, incluso en la realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando
en sí lo que en cierta medida se realiza sacramentalmente en todo creyente que recibe, en las
especies del pan y vino, el Cuerpo y la Sangre del señor.

2. La eucaristía es sacrificio, es decir, Cristo que se inmola y muere como Cordero Pascual, para ser
nuestro alimento y darnos la salvación. También María incorporó en su vida esta dimensión
sacrificial de la eucaristía. Vivir la eucaristía como sacrificio implica también recibir
continuamente el don de María como madre. Por tanto, si en cada misa renovamos, actualizamos
el sacrificio del calvario... también en cada misa, Cristo nos entrega el don de su madre.

3. Más allá de su participación en el Banquete eucarístico, la relación de María con la Eucaristía


se puede delinear indirectamente a partir de su actitud interior. María es mujer «eucarística»
con toda su vida. La Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su
relación con este santísimo Misterio. (Ecclesia de eucharistía 53)

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Hay, pues, una analogía profunda entre el sí pronunciado por María a las palabras del Ángel y el
amén que cada fiel pronuncia cuando recibe el cuerpo del Señor. A María se le pidió creer que
quien concibió por obra del Espíritu Santo era el Hijo de Dios. En continuidad con la fe de la
Virgen, en el Misterio eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de
María, se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del pan y del vino.

4. ¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los
otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena: Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros?
Aquel cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales, ¡era el mismo
cuerpo concebido en su seno! Recibir la Eucaristía debía significar para María como si acogiera
de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había
experimentado en primera persona al pie de la Cruz.

Recuerda
María concibió al Hijo de Dios, incluso en la realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando
en sí lo que en cierta medida se realiza sacramentalmente en todo creyente que recibe, en las especies
del pan y vino, el Cuerpo y la Sangre del señor. María es mujer eucarística con toda su vida.

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