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EL INFRAMUNDO

GRIEGO

Taller de Mitología
Introducción
Alma y cuerpo
Estado de los muertos
Ubicación del Inframundo

Esquema Entrada al Inframundo


Juicio en el Inframundo
Condenados al Tártaro
● Ixión
● Las Danaides
● Ticio
Introducción
El inframundo griego, al
que se hace referencia
como Hades, es el lugar
sombrío debajo de la
tierra donde las almas van
después de la muerte. Se
dice que el inframundo
griego es invisible para los
vivos, y está gobernado
por el dios Hades.
El Inframundo no era uno
solo, sino toda una
clasificación de sitios con
características especiales.
Alma y cuerpo
Según la mitología clásica y la religión pagana, cuando
alguien muere, su alma se separa definitivamente del
cuerpo e inicia un largo viaje sin retorno al reino de los
muertos.
Existen dos dioses gemelos, Tánatos (la Muerte) e Hipnos
(el Sueño), encargados de separar el alma de su cuerpo sin
vida. Así, el alma emprende, acompañada por el dios
Hermes, un largo viaje hacia el reino de los muertos o
Hades.

Sueño y Muerte, los hijos de la Noche,


1883, Evelyn de Morgan
Tánatos e Hipnos
llevándose el cuerpo del
difunto, con Hermes
detrás esperando para
conducir el alma, c. 515
a.C., pintor Eufronio,
Roma
Las almas del Aqueronte, 1898, Adolf Hirémy-Hirschl, Galería Belvedere, Viena
Estado de los muertos
Las almas de los muertos no conocían las actividades de los vivos. Una vez en el Hades,
no continuaron creciendo mentalmente y su psique se congela. Los muertos tienen el
mismo aspecto que en vida y, si perdieron todos sus miembros en la batalla, tienen el
mismo aspecto en la otra vida.
Se creía que el tiempo no existía en el Inframundo griego, aunque los muertos eran
conscientes del pasado y del futuro. Los vivos sólo podían comunicarse con los muertos si
eran capaces de suspender su vida normal y el tiempo para llegar al Hades.
Ubicación del Inframundo
Para los griegos había varias entradas al Intramundo: en el Ténaro, un umbrío promontorio
de Laconia, en el lago Averno, en el Plutonio en Hierápolis, en el pozo de Darvaza, etc.
El viaje al Hades supone un continuo traspasar de umbrales sucesivos que separan ambos
mundos, concebidos como ríos: primero, las corrientes del Océano, el río circular que
rodea toda la tierra y marca los límites de la realidad; luego, una serie de ríos y lagunas
subterráneos:
● El Cócito (‘lamento’), río de los llantos.
● El Piriflegetonte (‘fuego’), río de las llamas.
● El Aqueronte (‘dolor’), río del dolor, que deben cruzar en la barca de Caronte. El
precio de la travesía es el óbolo.
● El Leteo (‘olvido’), río del olvido: al beber de sus aguas, las almas pierden todos los
recuerdos de su vida anterior.
● Por último, junto a los muros del reino de Hades, se encuentra la laguna Estigia
(‘odio’), a cuyo alrededor cumplen en el Tártaro sus suplicios eternos los condenados
por sus malas acciones en vida.
El paso de la laguna Estigia, 1520-24, Joachim Patinir, Museo del Prado
La barca de Caronte, 1932, Josep Benlliure Gil, Museo de Bellas Artes de Valencia
Entrada al Inframundo
Entonces se llega a la orilla del Inframundo, que se concibe como un recinto amurallado,
con unas puertas custodiadas por el can Cerbero, encargado de cuidar la entrada al
Hades y vigilar que ninguno de los espíritus lograra salir, así como también de no dejar
pasar a ninguna persona viva.
Juicio en el Inframundo
Una vez dentro, las almas de los difuntos son
recibidas por los reyes de los Infiernos, Hades y
su esposa Perséfone, y a continuación son
llevadas antes los tres jueces que decidirán su
destino: Minos (juez del voto final), Radamantis
(juez de los asiáticos) y Éaco (juez de los
europeos).
Normalmente son enviadas a la llanura de los
Asfódelos, donde pasarán el resto de la
eternidad sin recuerdos, sin voluntad, sin
energías, vagan por aquel inhóspito lugar
indiferentes a todo. Solo el beber sangre les
Los jueces del Inframundo, s. XIX, Gustave Doré, Museo de Bellas devolvería parte de su antigua vitalidad. Van allí
Artes de La Rochelle, Francia quienes no han alcanzado una grandeza
particular ni han cometido crímenes contra los
dioses.
Los jueces de los muertos: Radamantis (derecha),
Minos (centro) y Éaco (izquierda), c. 330-10 a.C.,
Staatliche Antikensammlungen, Alemania
Juicio en el Inframundo
Si se eligen para los Campos Elíseos, las almas son llevadas primero a beber del río
Leteo, a olvidar todo lo de su vida anterior y a comenzar una vida después de la muerte
tranquila y sin estrés. Habitualmente los semidioses, los héroes y los virtuosos son
seleccionados para ir a esta parte. Dentro del reino de los Campos Elíseos también se
encuentran las Islas de los Benditos. Cuando un alma ha alcanzado los Campos Elíseos
tres veces seguidas, se le concede el acceso a las Islas de los Benditos, donde disfruta
de una felicidad interminable.
El tercer lugar, los Campos de Castigo, o Tártaro, está destinado a los que cometen
crímenes contra los dioses y es un lugar donde no llega la luz del sol. Hades decide por sí
mismo sobre su castigo individual.
Campos Elíseos, 1792, James Barry, Tate Britain, Inglaterra
Klopstock entre poetas en los
Campos Elíseos, 1807, Josef Abel
Eneas y la sibila en el Inframundo, c. 1600, Jan Brueghel el Viejo, Museo de Historia del Arte de Viena
Juno en el Inframundo, 1596-98, Jan Brueghel el Viejo, Staatliche Kunstsammlungen de Dresde
Condenados al Tártaro
El Tártaro era un lugar fortificado donde el castigo se
adecua al crimen. Los castigados más conocidos de la
mitología son los Titanes, Sísifo, Ixión, Tántalo, Ticio y las
danaides.

La caída de los
titanes, c. 1637-
38, Rubens,
Museos Reales
de Bellas Artes de
Bélgica

Tántalo y Sísifo en el Hades, c. 1800, Casa


de subastas Stahl, Hamburgo, Alemania
Condenados al Tártaro: Ixión
Ixión (Ἰξίων) es hijo de Flegias y Perimela, y hermano de Corónide.
Ixión es un tesalio que reina sobre los Lapitas en Perrebia.
Condenados al Tártaro: Ixión
Ixión se casó con la bella Día, hija del rey Deyoneo, y con ella tuvo a Pirítoo, el amigo de
Teseo. Al pedir la mano de la joven formuló grandes promesas de regalos a su padre,
pero cuando este, después de la boda, le reclamó los presentes ofrecidos, Ixión lo
precipitó traidoramente en un hoyo lleno de brasas ardientes.
Con esto se hizo culpable no sólo de perjurio, sino también de asesinato en la persona
de un miembro de su familia, crimen que nadie antes que él había osado cometer,
porque constituía un doble sacrilegio; en efecto, los miembros de una misma familia
están unidos por vínculos religiosos y ofrecen sacrificios a las mismas divinidades
protectoras. El horror suscitado por este asesinato fue tal que nadie quería ayudarle a
purificar tal crimen. Solo Zeus se apiadó de él y lo purificó, librándolo así de la locura de
que había sido presa después de su delito. Además, lo invitó a su mesa, donde degustó
la ambrosía y el néctar que le proporcionaron la inmortalidad.
Ilustración de Joyas de la Mitología Nº 246:
La ingratitud desata una tragedia
Condenados al Tártaro: Ixión
Sin embargo, Ixión se mostró desagradecido para
con su bienhechor; se atrevió a intentar seducir a
Hera y trató de violentarla. Esta se lo contó a su
esposo, y Zeus formó una nube semejante a la
diosa llamada Néfele; Ixión se unió a este fantasma
y engendró con ella a los centauros.

Ixión y Néfele, 1809, Henry Fusely, Auckland


Art Gallery Toi o Tāmaki, Nueva Zelanda
Juno e Ixión con dos niños, don querubines y
una figura mirando, Luigi Garzi, Mutual Art
Ixión y Néfele, Juan Manuel Sainz
Castigo de Ixión: en el centro está Mercurio
sosteniendo el caduceo y a la derecha Juno
se sienta en su trono. Detrás de ella, Iris se
para y hace gestos. A la izquierda está
Vulcano (figura rubia) de pie, con Ixión ya
atado a él. Néfele se sienta a los pies de
Mercurio; 60-79 d. C., Pompeya.
Ixión, rey de los Lapitas, engañado
por Juno, a quien quería seducir,
1615, Pedro Pablo Rubens, Museo
del Louvre
Ixión engañado por Juno, s. XVI,
seguidor de Pedro Pablo Rubens
Ixión abrazando la Nube, s. XVIII, Carlo
Maratta, Burghley House , Inglaterra
Condenados al Tártaro: Ixión
Ante este nuevo sacrilegio, Zeus decidió castigar a
Ixión: lo ató con serpientes a una rueda encendida
que giraba sin cesar y lo lanzó por los aires. Y como,
al purificarle, Zeus le había dado a probar la
ambrosía que confiere la inmortalidad, Ixión ha de
sufrir su castigo sin esperanza de que cese jamás
en el Tártaro. De este modo, por su ingratitud, la
misma bondad de su bienhechor se convirtió en
una agravación de su pena.

La caída de Ixión, c. 1588, Cornelis


Cornelisz. van Haarlem, Museo
Boijmans Van Beuningen, Países Bajos
El amarramiento de Ixión, 470-60 a.C., at. al Pintor de Anfitrite, British Museum, Londres
Ixión, 1632, José de Ribera,
Museo del Prado
Ixión, 325-300 a.C., seguidor del Pintor de Baltimore, Museo del
Hermitage, Rusia
Ixión arrojado a los Infiernos, 1876, Jules-Élie Delaunay, Museo de Bellas Artes de Nantes, Francia
El mito de Ixión, s. IV a.C., Museo
Provincial de Campania, Capua
Ixión encadenado en el Tártaro, c. 1824,
Alexandre Denis Abel de Pujol, Museo del
Louvre
Ixión atado a la rueda, 500 a.C.,
Museo de Arte e Historia, Ginebra
La tortura de Ixión, 1645-76,
Giovanni Battista Langetti, Museo
de Arte de Ponce, Puerto Rico
El castigo de Ixión, s. II d.C.,
Museo Arqueológico de Side,
Turquía
La rueda de Ixión, 1655,
Abraham van Diepenbeeck
Sísifo, Ixión y Tántalo castigados en el
Inframundo, 1898, Sir William Smith
Condenados al Tártaro: las
Danaides
Las Danaides (Δαναίδες) son las cincuenta hijas del rey de Libia, Dánao, con diferentes
mujeres. Las danaides lo acompañaron en su huida en un barco de cincuenta remos a
Argos por temor a los cincuenta hijos de su hermano Egipto, ya que un oráculo había
aconsejado al rey no enfrentarse a su hermano y sus sobrinos.

Dánao y Mercurio, 1493, Biblioteca


Nacional de Francia, París
Condenados al Tártaro: las
Danaides
Cuando Dánao se convirtió en rey de Argos, la región estaba padeciendo una enorme
sequía debido al enojo de Poseidón con la región. Las danaides fueron enviadas a buscar
agua, y una de ellas, Amimone, estuvo a punto de ser violada por un sátiro. Poseidón,
que oyó sus gritos de auxilio, lanzó el tridente, que fue esquivado por el agresor y se
clavó en una roca de la que comenzaron a manar tres torrentes de agua que formaron la
fuente de Lerna. Esta fuente sería la que salvaría a Argos de la sequía. Amimone,
entonces, se entrega al dios y tiene con él al héroe Nauplio.
Alegoría del agua (Neptuno rescatando a
Amimone), 1764-71, François Boucher,
Museo Metropolitano de Arte, Nueva York
Amimone rescatada por Poseidón,
c. 1920, Rupert Bunny
Poseidón y Amimone, s. II d.C., Parque Arqueológico de Pafos, Chipre
Neptuno y Amimone, c. 1757, Charles-
André van Loo, Museo del Louvre
Condenados al Tártaro: las
Danaides
Una vez establecido en Argos vio venir hacia él a sus cincuenta sobrinos, quienes le
pidieron que olvidase su disputa y le anunciaron su propósito de casarse con sus hijas.
Dánao consintió en ello, a pesar de no creer en tal reconciliación.
Las parejas entre primos, unas fueron sacadas a la suerte, y las otras, establecidas en
base de la semejanza de los nombres. Para solemnizar las bodas, Dánao celebró un gran
banquete, entregando una daga a cada una de sus hijas y haciéndoles prometer que
cada una daría muerte a su marido durante la noche. Todas cumplieron su promesa,
excepto Hipermestra, la mayor, que ayudó a Linceo a huir porque había respetado su
deseo de seguir virgen. Dánao la mandó prender y la puso bajo rigurosa vigilancia. Las
homicidas cortaron la cabeza de sus víctimas y rindieron honores fúnebres a los cuerpos
ante Argos, mientras enterraban las cabezas en Lerna. Desde entonces Lerna vino a
convertirse en un pantano nauseabundo, futura vivienda de la Hidra.
Por orden de Zeus, fueron purificadas de su asesinato por Hermes y Atenea.
Dánao instruye a sus hijas matar a sus maridos,
1493, Biblioteca Nacional de Francia, París
Las danaides matan a sus maridos, 1496-98,
Robinet Testard, Biblioteca Nacional de Fracia
Hipermnestra, Linceo y las danaides,
c. 1474, Heinrich Steinhöwel
Cómo las danaides matan a sus esposos, s. XVI,
artista francés, Biblioteca del Arsenal, Francia
Condenados al Tártaro: las
Danaides
Posteriormente, Dánao confirmó la unión de Hipermestra y Linceo y trató de casar a sus
hijas, pero acudían pocos pretendientes. Decidió entonces celebrar juegos, fijando como
premios sus propias hijas. Los pretendientes quedaban dispensados de aportar los
presentes de rigor. De este modo se casaron con jóvenes del país, con los cuales
engendraron la raza de los dánaos, que vino a sustituir a la de los pelasgos. Más tarde,
fueron asesinadas, así como su padre, por Linceo, que vengó así a sus hermanos y se
quedó con el trono de Argos.
En los Infiernos, su castigo consistió en esforzarse eternamente en llenar un tonel sin
fondo. La única que se salva de este castigo es Hipermnestra.
Las danaides, Jan Frans de Boever
Las danaides, 325-300 a. C., seguidor del Pintor
de Baltimore, Museo del Hermitage, Rusia
Las danaides, c.1918, Rupert Bunny
Las danaides, o Europa, Asia, África, c.1870,
Walter Crane, Casa de subastas el Herminage
Las danaides y Sísifo en el Inframundo, c. 530 a.C., at. al pintor de Bucci,
Colecciones estatales de antigüedades, Múnich, Alemania
El trabajo de las danaides, 1878, John
Reinhard Weguelin, colección privada
Las danaides, 1922-25, John Singer Sargent, Museo de Bellas Artes de Boston, EEUU
Pozo de las danaides, 1933, Ferenc Sidló, Budapest
Las danaides con sus jarrones de agua, c. 350 a.C., Museo
Arqueológico Nacional de Nápoles
Las danaides, 1903, John William
Waterhouse, colección privada
El barril de las danaides, Abel de Pujol,
Museo de Bellas Artes de Lyon, Francia
Fuente de las danaides, Alamada Central, México
Sísifo, Ixión, Tántalo y las danaides, 1830-32, ilustración
de Un catecismo de Mitología, de William Darlington
Condenados al Tártaro: Ticio
Ticio (Τιτυός, nombre que tiene la misma raíz que
«Titán»), o Titio, es un gigante, hijo de Zeus y la
mortal Elara. Por temor a los celos de Hera, Zeus
ocultó a su amante, cuando estuvo embarazada, en
las profundidades de Gea. Y de la tierra salió, al
nacer, el gigante Ticio. Elara muere dando a luz a
Ticio debido al enorme tamaño de su hijo.
Cuando Leto hubo dado a Zeus Ártemis y Apolo y
se encontraba viajando de Panopeo a Delfos, Hera,
celosa de su rival, desencadenó contra ella al
monstruo Ticio, inspirando a éste el deseo de
violarla. Pero Ticio fue asesinado por Apolo y
Ártemis (o, según las versiones, fulminado por Zeus)
y precipitado a los Infiernos. Apolo, Ticio y Gea, c. 450-40 a.C., Museo del Louvre
Apolo, Ticio y una diosa (posiblemente Leo o Gea), 460-50 a.C., Pintor de Pentesilea, Staatliche Antikensammlungen, Múnich,
La violación de Leto por Ticio, con Apolo y Ártemis tratando de pararlo, c. 515 a.C., Museo del Louvre
Ticio, el gigante vergonzoso del abuso sexual, 2017, Thomas Braida
Apolo y Ticio, c. 450-40 a.C., at. al Pintor de la Nekyia, Museo Metropolitano de Arte de Nueva York
Apolo, Ticio y Leto, c. 470-65 a.C., at.
al Pintor de Egisto, Museo del Louvre
Condenados al Tártaro: Ticio
En el Inframundo es castigado eternamente (pues
Ticio es inmortal) con su enorme cuerpo atado
tendido en el suelo, sin poder evitar que dos
serpientes (o dos águilas) devoren su hígado, que
renace con las fases de la luna.
En Eubea existía una gruta donde se tributaba
culto a Ticio.

Ticio, c. 1565, Tiziano, Museo del Prado


Ticio, finales del s. XVII , at. a Francesco Solimena, Museo del Prado
La tortura de Ticio, c. 1694, Giovanni Andrea Carlone, Palazzo Reale, Génova
Ticio, 1660-65, Giovanni Battista Langetti,
Mauritshuis, La Haya, Países Bajos
Ticio, 1632, José de Ribera,
Museo del Prado
El castigo de Ticio, 1532-53, Giovanni
Bernardi, British Museum, Inglaterra
Ticio encadenado, 1590-96,
Gregorio Martínez, Museo del Prado
El destino de Ticio, 1988,
Daniel Schiavone
Ticio, 1613, Hendrick Goltzius,
Museo Frans Hals, Países Bajos
Ticio, 1532, Miguel Ángel, Biblioteca Real de Windsor, Inglaterra
Ticio, s. XVII, anónimo, Museo del
Prado
Juno en el Inframundo, 1526, artista
de Toscolano-Maderno
Ulises en el Inframundo, s. I a.C., Museos Vaticanos
Para saber más...

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