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TP Evaluativo - Ardá
TP Evaluativo - Ardá
Parte II:
Un ejemplo de esto puede ser que una familia se encuentre muy centrada en que su
hijo ha perdido por tercera vez su trabajo y se encuentren enfocadas en cual es el
trabajo ideal para él. Algunas preguntas podrían ser ¿De qué forma creen que podrían
acompañar a su hijo al momento que deba cumplir un horario de trabajo? ¿Cómo
creen que podrían colaborar si él no se encuentra a gusto con el rol que cumple?
¿Que postura creen que deberán tomar para que el se sienta acompañado?
Parte III:
10- Afirmaciones y preguntas: ¿en qué momentos son más oportunas unas u otras?
Durante una conversación que pretende ser curativa, el terapeuta hace habitualmente
tanto afirmaciones como preguntas. Se trata de dos tipos bien distintos de emisiones.
En general las afirmaciones exponen temas, posiciones, o puntos de vista, mientras
que las preguntas generan temas, posiciones o puntos de vista. En otras palabras, las
preguntas tienden a pedir respuestas y las afirmaciones tienden a proporcionarlas. Al
mismo tiempo, sin embargo, estas características no son exclusivas; hay un
solapamiento considerable entre preguntas y afirmaciones. Pese a este solapamiento,
parece razonable esperar que la forma lingüística predominante de las aportaciones
del terapeuta tenga un efecto importante sobre la naturaleza y dirección de la
conversación.
11- Dimensión I: distinguir preguntas que orientan y preguntas que influyen y el lugar
del cambio en cada una.
Las preguntas orientadoras están diseñadas para suscitar una respuesta que altere las
percepciones y concepciones del terapeuta. Durante este proceso de hacer preguntas
el lugar principal del cambio pretendido es el terapeuta, no el cliente o la familia. En
esos momentos de la entrevista el objetivo del terapeuta es llegar a orientarse
respecto a la situación problemática y las experiencias idiosincrásicas del cliente y de
los miembros de la familia.
Las preguntas influenciadoras están diseñadas para desencadenar una respuesta que
podría alterar las percepciones y concepciones de la familia. El lugar del cambio se
encuentra centrado en el cliente o la familia.
Por lo tanto, una dimensión básica para diferenciar las preguntas es un continuo
referente al lugar del cambio que se pretende con la pregunta. En un extremo del
continuo está un propósito predominantemente orientador, de cambio en uno mismo, y
en el otro extremo se sitúa un propósito predominantemente influenciador, de cambio
en otros.
12- Dimensión II: asunciones acerca de los fenómenos mentales y del proceso
terapéutico, asunciones lineales y asunciones circulares. ¿Son excluyentes?
Una segunda dimensión principal para diferenciar las preguntas tiene que ver con las
diversas asunciones acerca de la naturaleza de los fenómenos mentales y del proceso
terapéutico. Parece razonable asumir que existe en la mente del terapeuta una red de
asunciones y presuposiciones referentes a los temas sobre los que pregunta, como
base o fundamentación teórica de la pregunta. En su mayor parte, estas asunciones o
presuposiciones subyacentes tienden a permanecer no-conscientes durante la
conducción de la entrevista. Puede, sin embargo, que se lleven a la conciencia y se
modifiquen deliberadamente en una u otra dirección. En otras palabras, puede que
estas asunciones también estén distribuidas a lo largo de un continuo. En un extremo
de este continuo podrían estar las asunciones predominantemente lineales o de
causa-electo, y en el otro, asunciones predominantemente circulares o cibernéticas.
14- Defina los diferentes tipos de preguntas, sus propósitos o intenciones y sus
probables efectos:
Preguntas lineales: Se hacen para orientar al terapeuta respecto a la situación del
cliente y se basan en asunciones lineales acerca de la naturaleza de los fenómenos
mentales. El propósito de estas preguntas es predominantemente investigador. El
terapeuta se comporta en buena medida como un investigador o detective que está
intentando descifrar un enigma complejo. Las preguntas básicas son: ¿Quién hizo qué
cosa? ¿Dónde? ¿Cuándo? y ¿Por qué?. Esto es con frecuencia necesario para unirse
a la familia a través de sus puntos de vista, habitualmente lineales, acerca de la
situación. Con esta forma de investigar, el terapeuta tiende a adoptar una postura
reduccionista al intentar determinar la causa específica del problema. Se hacen
esfuerzos para desenredar las cosas de forma que finalmente quede claramente
delineado el origen del problema.
Reconocer y aceptar esta división entre intención y efecto reduce la frustración del
terapeuta cuando la terapia no progresa bien, y abre oportunidades de que el
terapeuta considere otras vías alternativas. Desde la perspectiva de un observador del
proceso terapéutico (que es habitualmente el terapeuta observándose a si mismo
trabajando) hay dos puntos, uno principal y otro secundario, en los que se producen
discontinuidades. La primera se da entre lo que el terapeuta pretende hacer y lo que
hace realmente. Esta brecha puede disminuirse de forma constante a medida que los
terapeutas buscan una mayor integración personal y desarrollan una mayor habilidad
para llevar a la práctica sus intenciones. La segunda es la discontinuidad entre lo que
el terapeuta pregunta realmente y cómo lo oyen los miembros de la familia. Aquí hay
una limitación absoluta. El escuchar y responder de los clientes está siempre
determinado por su propia autonomía biológica. Al mismo tiempo, sin embargo, las
respuestas de los miembros de la familia no son arbitrarias; son desencadenadas por
y contingentes con lo que el terapeuta dice y hace. Es mucho lo que un terapeuta
puede hacer para mejorar la contingencia entre propósito y efecto, aumentando su
acoplamiento lingüístico con los clientes mediante la postura conceptual de la
circularidad (Tomm, K., 1987). Pero, en definitiva, las intenciones de un terapeuta al
hacer preguntas específicas nunca garantizan ningún efecto específico sobre los
clientes, ni lo garantizaría una mayor precisión en la elección de las palabras y el tono
de las preguntas. Lo que de hecho suceda con el cliente o familia depende siempre de
la unicidad de su propia organización y estructura en cada momento. Nunca se
subrayará lo suficiente la importancia que tiene reconocer y aceptar esta brecha entre
intención y efecto, entre acción del terapeuta y respuesta del cliente. Los efectos que
de hecho se producen son siempre impredecibles.
Preguntas lineales: si bien son preguntas que pueden aportar mucha información al
terapeuta, pueden resultar contraproducentes en pacientes que no conozcan de que
trata un proceso terapéutico ya que se podrían sentir "cuestionados".
El clima que considero más favorable sería el que producen las preguntas reflexivas
ya que permite mayor libertad a la familia en la toma de decisiones planteándose este
sistema como autónomo.